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Introducción

La psicología, en su búsqueda de entender al ser humano, ha desarrollado teorías y

realizado investigaciones sobre el comportamiento. Las investigaciones y sus interpretaciones

han servido para guiar a los profesionales de la psicología hacia la aplicación de la misma en

diversos aspectos de la vida psicosocial de las personas. Existen dos procesos importantes en el

desarrollo psicosocial de las personas: la cognición y la afectividad. Este trabajo monográfico

tiene el propósito de relacionar la cognición y la afectividad y su aplicabilidad a los campos de la

psicología que se dirigen a estudiar lo forense, el entrenamiento militar, la política y lo

académico.

La relación entre lo que se conoce y lo que se siente existe desde la antigüedad. En la

antigua Grecia los filósofos tenían la idea de que la conducta debe resultar de una excitación o

emoción que la motivara (Leahey, 2005). Los filósofos se planteaban el problema de cómo la

información sensorial produce la imagen estable de lo que es realidad. Tanto Platón como

Sócrates buscaron explicar el conocimiento y el razonamiento, lo que podemos relacionar como

una forma primitiva de explicar la cognición. La razón se exalta y las pasiones se controlan.

Para Platón la razón debe guiar la emoción y controlar las pasiones, mientras que para Aristóteles

los seres humanos hacen los juicios y evaluaciones de la realidad a partir de sus emociones

(Fonseca y Prieto, 2009). Según Fonseca y Prieto, es con Platón y Aristóteles que se comienza a

discutir la dicotomía emociones y razón, afectividad y cognición. Desde entonces parece que no

hay consenso sobre cuál debe ser primero o sobre cuál debe dominar al ser humano.
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Las explicaciones, más bien de corte científico, sobre el conocimiento y las emociones se

pueden ubicar para los siglos XIX y XX. A finales del siglo XIX la psicología surgió como una

ciencia independiente (Leahey, 2005). Según Leahey, la psicología científica iniciada por

Wilhelm Wundt dio lugar al estudio de la mente y de su forma de adquirir los contenidos.

Consideraba que la actividad mental del ser humano se afectaba por el sentimiento y por la

voluntad. Estableció que los sucesos mentales complejos se basan en otros procesos más

simples. .Sus planteamientos sirvieron de base a los psicólogos del siglo XX que siguieron

estudiando la conducta pero desde otras perspectivas, dándole mayor énfasis a los procesos

mentales o cognoscitivos.

Comenta Leahey (2005) que en el siglo XX el estudio de la conducta cognitiva fue

iniciado por Edward C. Tolman. Este llegó a plantear los procesos mentales mediante mapas

cognitivos, que surgieron de sus experimentos con ratas de laboratorio. Sostenía que durante el

aprendizaje se fortalecen las conexiones y asociaciones y un mapa del entorno se queda grabado

en el cerebro. Aunque la teoría de Tolman no tuvo mucho arraigo, se puede considerar como un

buen intento de explicar la cognición.

A mediados del siglo XX el psicólogo Jean Piaget formuló la teoría cognitiva que más

efecto ha tenidos desde entonces (Leahey, 2005). Según Leahey, Piaget inició sus

investigaciones desde el 1920, pero no fue hasta la década de 1960 que se reconoció su trabajo.

Su teoría fue más allá para explicar cómo se adquiere el conocimiento desde el nacimiento.

Estableció que el conocimiento es un conjunto de estructuras cognitivas que le facilitan al ser

humano la adaptación al medio en que vive. Estas estructuras a su vez tienen estadios de

desarrollo que incluyen tipos cualitativamente diferentes de operaciones mentales (Papalia y

Feldman, 2012). Comentan Papalia y Feldman que el enfoque de Piaget ha sido estudiado
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extensamente y que ha dado lugar a la revolución cognitiva actual neopiagetiana. Los psicólogos

neopiagetianos han ampliado la teoría cognoscitiva integrando otros elementos al proceso, tales

como conceptos, estrategias, habilidades y destrezas.

Los aspectos de la afectividad tuvieron poca importancia en los procesos psicológicos

que trataban de explicar el conocimiento y la conducta humana. Según Pinilla (2012), en la

antigüedad filósofos como Sócrates y Platón consideraban la emoción como un producto de

alma. Comenta que Platón llegó a exponer que los sentimientos son contrarios a la razón,

creando una dualidad entre afecto y conocimiento. Para Aristóteles las emociones y

sentimientos forman parte del alma humana y pueden servir de motivación para actuar.

Los enfoques de los científicos del Renacimiento se dirigieron a separar la conducta

visible y medible de la que no lo es (Pinilla, 2012). Esto hizo que la afectividad no fuera un

asunto de interés y quedara relegada por varios siglos. Para el siglo XIX, con el surgimiento del

psicoanálisis de Sigmund Freud aparecen algunos elementos que se relacionan con la afectividad

como son los deseos, la culpa, la agresividad y la conducta mental (Leahey, 2005). Aun así, los

deseos y sentimientos se consideran desde la perspectiva biológica o innata. Es en el siglo XX

que renace el interés por la afectividad como parte importante de la conducta y el conocimiento

humano.

Comenta Leahey (2005) que durante la década de 1960 surge la psicología humanista y

con esta la afectividad se convierte en un aspecto importante para explicar la conducta del ser

humano. El psicólogo Carl Roger expone que el conocimiento se relaciona con el mundo

personal, los valores, intenciones y emociones de la persona. Para Roger no es necesario separar

la cognición de las emociones. Por el contrario, considera a la persona desde otra perspectiva, en
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el cual los aspectos psicosociales como las emociones, la personalidad y las relaciones sociales

se integran a los procesos mentales-cognitivos (Papalia y Feldman, 2012).

Con el establecimiento del enfoque de la psicología social, se le otorgó un lugar a la

afectividad como una influencia que incide en la conducta humana. Se destaca Erik Erikson con

su teoría del desarrollo psicosocial en la cual considera la influencia social en la formación de la

personalidad (Papalia y Feldman, 2012). Este psicólogo introduce términos como crisis,

virtudes, confianza, desconfianza, culpabilidad, vergüenza, integridad entre otras, relativos a las

emociones y sentimientos. Esta teoría de Erikson ha sido ampliamente estudiada y adaptada en

el estudio del ser humano a través del ciclo total de la vida.

La psicología afectiva como tal tiene su auge a partir de fines del siglo XX. Comenta

Pinilla (2012) que fue en la década de1980 cuando el psicólogo Robert Zajonc expone la

importancia de la afectividad en la conducta social. Para Zajonc la afectividad es independiente

de la cognición, incluso señala que las emociones pueden tener dominio sobre la cognición. Otro

psicólogo contemporáneo, Richard Lazarus, establece que la afectividad y la cognición se

influyen entre sí. Partiendo de estos antecedentes históricos expuestos se puede decir que la

cognición y la afectividad se interrelacionan e inciden en los procesos de información que se

realizan a través del ciclo de la vida del ser humano (Papalia y Feldman, 2012).

Cognición y afectividad

Es importante clarificar los conceptos cognición y afectividad, así como su interrelación.

La cognición es la capacidad mental que se asocia con las formas de conocimiento y conciencia

(Pinilla, 2012). Según Pinilla, incluye los procesos para entender, recordar y comunicar la

información que se recibe a través del tálamo. Comentan Papalia y Feldman (2012) que la
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cognición social es la capacidad que permite entender que los demás tienen estados mentales y

para valorizar sus sentimientos y acciones. Esta definición permite establecer que existe una

interrelación entre cognición y afectividad. Mediante la cognición social se estudian los

procesos cognitivos asociados con la atención, codificación, almacenamiento y recuperación.

Se han estudiado los esquemas y los prototipos que crea la mente humana (Pinilla, 2012).

Comenta Pinilla, que a través del estudio de la cognición social es que se ha logrado entender la

relación existente entre cognición y afectividad.

Cuando se habla de afectividad se está refiriendo al contenido subjetivo que acompaña a

un cambio fisiológico experimentado por la persona (Pinilla, 2012). Según Papalia y Feldman

(2012), las emociones son reacciones subjetivas a la experiencia asociadas con cambios

fisiológicos y conductuales. En ambos casos se observa que la emoción y el afecto son

reacciones similares que se asocian con cambio fisiológicas. Comenta Pinilla que en la

psicología actual se utilizan estos términos como sinónimo en muchas ocasiones.

La afectividad incluye las emociones básicas, tales como el miedo, el coraje, la alegría, el

interés, la tristeza y el disgusto. Estas se caracterizan por que suelen ser universales,

relacionadas con procesos biológicos y cognitivos (Pinilla, 2012). Las personas pueden

experimentar estados de ánimos, lo que se caracteriza por ser una emoción fuerte pero de corta

duración, que tiene una causa y un alto contenido cognitivo. Las emociones se han catalogado

como emociones relacionadas con la alegría (júbilo y felicidad), relacionadas con la tranquilidad

(calma, relajación, serenidad), relacionadas con la agitación (tensión, inquietud, nerviosismo y

relacionadas con el abatimiento (melancolía, desilusión).


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En cuanto a las teorías que servirán para enmarcar los aspectos relacionados con la

interrelación de la cognición y afectividad, se ha considerado la Teoría de Infusión de Afecto de

J. Forgas (1995). Según expone Forgas, la información que está cargada de afecto se incorpora

y ejerce influencia en los procesos cognoscitivo de la persona. Este proceso se conoce como

infusión afectiva. La persona se va a ver influenciada por sus emociones y eso altera las

estrategias que usará para procesar la información. La tendencia será adoptar estrategias que

sean simples o que requieren poco esfuerzo pero que sirvan para satisfacer las demandas de la

situación. Las estrategias que se asocian con el procesamiento del conocimiento son: acceso

directo, procesamiento emocional, procesamiento heurístico y procesamiento substantivo. El

efecto de la emoción, sea positiva o negativa, es determinado por cómo es la situación y lo que

está afectando a la persona, así como la situación en que se encuentra.

Otra teoría que explica la relación entre afecto y cognición es la Teoría de Fiedler

(Fiedler y Forgas, 1988). El enfoque teórico de Fiedler se basa en la teoría de Piaget. Expone

que los estados de ánimos alteran la función cognitiva. Esto sucede de manera que los estados

de ánimo positivos activan las funciones cognitivas de asimilación, mientras que los estados de

ánimo negativos activan la acomodación. La persona usa un proceso cognitivo dirigido a

conservar la información y a generar la activación de la misma. Tal parece que las personas con

estado de ánimo negativo procesan la información con cautela, son suspicaces y vigilantes. En

cambio, las personas con estados de ánimo positivo procesan la información con más rapidez,

más independiente y sujetas a más inferencia en el conocimiento. Se imponen a realizar un

mayor esfuerzo cognoscitivo en cuanto a atención, memoria y capacidad de procesamiento

general. Según Fiedler, los efectos de los estados de ánimo son más marcados cuando ocurren

procesamientos cognitivos libres, elaborados y productivos.


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Aplicaciones prácticas de la cognición y afectividad

Las investigaciones sobre los efectos que tienen la afectividad y la cognición en el

quehacer de las personas se han realizado mayormente a partir de finales del siglo XX. Los

estudios y las aplicaciones de los principios relacionados con la afectividad y la cognición

pueden servir para entender la conducta de las personas en diversos escenarios de la vida. En

especial en contextos que incluyen las áreas forense, entrenamiento militar, política y académica.

Área forense

El área forense se relaciona directamente con situaciones que involucran la ley y los

sistemas legales (Pinilla, 2012). La psicología forense es una rama relativamente nueva. La

misma se dedica a la aplicación clínica en el área legal a las personas que están en contacto con

diferentes aspectos de la ley. Se aplican los principios clínicos y técnicos relacionados con

assessment, evaluación y tratamiento de tipo forense. También, se realizan investigaciones y

experimentos en diversas áreas de la psicología para trabajar problemas de tipo legal. Una de las

áreas que se ha estudiado es la cognición-afectividad en cuestiones legales. La práctica de la

psicología forense requiere estar adiestrado, no solamente en psicología, sino también en las

leyes. Muchas de las tareas del psicólogo forense se relacionan con aspectos emotivos tales

como: el sufrimiento de las víctimas de abuso, la consejería a víctimas de crímenes y la

notificación de la muerte de algún ser querido a las familias.

En un estudio realizado con niños abusados, se investigó el efecto de la cognición en los

recuerdos cuando ya son adultos (Ornstein, Ceci, Loftus, 1998). Según los investigadores, los

recuerdos se afectan por la perspectiva del desarrollo cuando pasan de la niñez a la adultez, por

la sugestibilidad, la distorsión y la pérdida de información a través del tiempo. Además, se afecta


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por la capacidad de distinguir entre lo real y lo ficticio de la información recuperada por la

memoria.

La memoria realiza actividades cognitivas como mecanismo para recuperar la

información guardada en el sistema mental. Cuando la persona busca la información almacenada,

la tiene que codificar para poderla comunicar. En ese proceso de recuperación entran otros

factores que alteran el recuerdo. Estos factores incluyen los aspectos afectivos. Los

investigadores encontraron que los temores a la vergüenza que pueda causar el recuerdo, es un

factor que puede llevar a la persona a no decir públicamente la experiencia del pasado de la que

fue víctima. Otro factor es el miedo a que no le crean y tomen represalias contra ellos, sobre todo

en los casos de abuso sexual. Ambos factores deben ser considerados en el proceso de

psicoterapia con victimas de delito sexual.

La cognición-afectividad se ha aplicado en investigaciones relacionadas con la memoria

de testigos de crímenes. Según García y Migueles (1999), el estrés que causan las emociones

fuertes tiene efectos en la memoria de los testigos en casos criminales. Comentan el fenómeno

de la focalización del arma. Este se refiere a que los objetos que son una amenaza y provocan

estrés se captan mejor y se pueden describir tiempo después, mientras que el recuerdo de la

persona que empuñaba el arma tiende a ser poco retenido. Estos investigadores realizaron un

experimento en España, en el cual las personas (35 mujeres y 9 varones adultos) vieron una

película que presentada el delito de rapto. Luego se les sometió a una prueba de recuerdo libre y

a una prueba de reconocimiento. Los resultados demostraron que los sujetos tuvieron mayor

recuerdo y reconocimiento de las acciones centrales relacionados con el rapto. Pero no le

prestaron atención a las acciones o detalles periféricos. Esto se debe a que el momento del rapto

es un suceso altamente emotivo, lo que bloqueó toda atención a los otros detalles que rodearon el
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suceso. Esto se considera como estrechamiento atencional del campo de la memoria del testigo.

En este estudio se evidencia que el aspecto cognitivo de un suceso violento puede ser alterado

por los efectos del componente emocional. Esto apoya la teoría de Infusión de Afecto (Pinilla,

2012), pues muestra que los actos violentos están cargada de emociones que influyen en los

procesos cognoscitivo y memorísticos de los testigos.

Señalan Howe y Conway (2013) que muchos de los casos que se atienden en las cortes

dependen de los recuerdos que proveen los testigos. Estos recuerdos pueden ser de experiencias

ocurridas recientemente o de mucho tiempo atrás. Comentan que variados estudios demuestran

que los recuerdos parecen estar contaminados y distorsionados por el tiempo, las emociones y las

experiencias del desarrollo de los testigos. Estos factores afectan el juicio legal y se pueden

cometer serios errores jurídicos. Como ejemplo, los autores señalan que en New York

solamente, en mayo de 2013, se exoneraron 306 personas por haber sido erróneamente acusadas

basándose en el testimonio - memoria de algunos testigos. Este hecho, de por sí mismo, muestra

la necesidad de la aplicación práctica de la psicología forense al estudio de la memoria de los

testigos.

Área de entrenamiento militar

La psicología del siglo XX tuvo un vasto escenario para investigar durante la Primera y

Segunda Guerra Mundial. Para el año 1917, los militares de Estados Unidos y Europa

comenzaron a pedir ayuda a los psicólogos. Fue entonces que se aplicaron por primera vez las

pruebas de inteligencia de Binet (Adán, 2012). Según Adán (2012), las pruebas de inteligencia

facilitaron la selección de los soldados para el ejército obligatorio de la época. Para el 1927, se

publicaron los primeros estudios sobre análisis factorial de las aptitudes de los miembros de la

milicia. Se comenzaron a crear los primeros centros de adiestramiento en el Instituto de


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Psicología Militar en Alemania. Para entonces, se buscaba que cada hombre fuera el más apto

para cada puesto. Comenta Adán (2012) que estas aplicaciones de la psicología se dirigían

mayormente al área cognitiva, mientras se desarrollaban otros enfoques de tipo afectivo. Uno de

estos enfoques fue la Guerra Psicológica, que apelaba mediante la propaganda a causar miedo,

prejuicios y otras emociones en los civiles y en los militares.

Comenta Adán (2012), que desde entonces existe una psicología militar. La misma se

relaciona con la aplicación de la psicología en los aspectos de la milicia. Se aplican los

principios, teorías y métodos psicológicos a la evaluación, selección, asignación y entrenamiento

del personal militar. Incluso la reconocida American Psychological Association (2015) posee una

división dedicada a la psicología militar. Esta es la división que se dedica al estudio y aplicación

de la psicología a los problemas militares.

El ejército utiliza la psicología en la consejería clínica, la psicoterapia y en el

entrenamiento militar (Adán, 2012). Cabe señalar que el entrenamiento militar se ofrece tanto en

academias como en bases militares, en aquellas naciones que tienen un estilo de ejército

organizado y estructurado. Los entrenamientos se realizan con el propósito de ubicar a los

reclutas en los puestos de trabajo que son necesarios. Se incluyen cursos tales como: mando y

liderazgo, doctrina militar, operaciones militares y servicios a la comunidad civil. La psicología

militar también realiza adiestramientos para mantener la moral y cohesión de grupo. Estos

enfoques incluyen aspectos de afectividad y cognición.

La afectividad ha cobrado mayor importancia en las Fuerzas Armadas de la actualidad,

sobre todo en el ejército de los Estados Unidos. Comenta Adán (2012) que se trabaja en la

motivación de grupo y cohesión. Los aspectos afectivos que se destacan son: sentimiento de
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orgullo, sensibilidad a la crítica, sentido de seguridad y abnegación. La pertenencia de grupo es

muy importante y supone que el militar subordine sus intereses personales al grupo.

Los aspectos cognitivos incluyen que el militar tenga conocimientos sobre: tácticas de

supervivencia y combate, medios materiales, estrategias militares e intervenciones ante

emergencias y accidentes. Otros aspectos que incluyen la afectividad y la cognición son las

situaciones personales del militar. Estas incluyen condiciones de vida y de trabajo, obligaciones

familiares y expectativas profesionales (Adán, 2012).

En un estudio realizado sobre el entrenamiento de supervivencia en operaciones militares,

Martínez Sánchez (2011) investigó el efecto de determinados aspectos psicológicos. Los

aspectos psicológicos estudiados fueron emociones tales como: soledad, culpabilidad, ansiedad y

miedo, frustración y depresión. Comenta Martínez Sánchez (2011) que el proceso de aprender

tácticas de supervivencia es de tipo cognitivo y es requerido para todo militar. Por otro lado, los

entrenamientos a penas consideran el efecto psicológico de la afectividad. En este estudio, se

encontró que la afectividad limita y dificulta la aplicación de las estrategias aprendidas. En el

estudio, se encontró que el miedo fue la emoción más fuerte y a la vez más difícil de controlar.

La soledad demostró ser perjudicial, ya que las personas tendían a aislarse, a tener problemas de

relaciones interpersonales y menor cohesión de grupo. La culpabilidad mostró ser un sentimiento

ambivalente, ya que la persona se sentía afortunada por haber sobrevivido y a la misma vez, se

sentía culpable por lo ocurrido a sus compañeros. La ansiedad mostró ser un sentimiento difícil

de controlar, que llegó a causar conductas inadecuadas, tales como: irritabilidad, agresividad y

crisis de pánico. La frustración causaba que la persona cometiera errores, perdiera oportunidades

de supervivencia y otras consecuencias negativas. La depresión se relacionó mayormente con la

incapacidad de lograr las metas de supervivencia. También, causaba el derrumbe físico, mental y
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emocional. Ante estos resultados, Martínez Sánchez (2011) recomienda que los entrenamientos

de supervivencia tengan que considerar tanto los aspectos cognitivos como los afectivos.

Concluye que todo militar debe ser adiestrado sobre el efecto de los factores emocionales y de su

importancia en momentos de crisis. El estudio de Martínez Sánchez (2011) provee una valiosa

aportación a los adiestramientos para los militares, de manera que el entrenamiento sea relevante

a la influencia de la afectividad y cognición.

En la milicia se ofrecen adiestramientos para mantener la moral y cohesión de grupo.

Este es un aspecto muy importante ya que militares viven y trabajar en torno a la integración y

cohesión de grupo. Pero lo grupos están expuestos a estresores que afectan su ejecución. El

estrés y su relación con el déficit social, emocional y cognitivo en la interacción de grupos fue

estudiado por un grupo de psicólogos (Driskell, Burke, Driskell, Salas y Neuberger, 2014).

Según los investigadores, el estrés causa emociones negativas, distracciones, conflictos y pérdida

de orientación en los grupos, lo que compromete la misión. Fortalecer la cohesión de grupo

requiere la evaluación de la relación afectiva-cognitiva. Esto puede ayudar a desarrollar

intervenciones que eliminen los efectos negativos.

El estudio (Driskell, et al., 2014) fue realizado en un escenario real en el cual, los

miembros del grupo experimentaron agotamiento y ansiedad. Las emociones que expresaban

verbalmente fueron analizadas a través de un documento de análisis del léxico, diseñado por los

mismos investigadores. Las respuestas verbales espontáneas reflejaban procesos cognitivos y a la

vez, afectivos. En cuanto al léxico, las palabras que se midieron eran las que expresaban

cansancio, enfermedad, fiebre, náuseas, entre otras. Los resultados obtenidos demostraron que el

estrés tenía efecto en los aspectos cognitivos y afectaba la labor del grupo y el bienestar de los

miembros. Se encontró que el estrés aumentó las distracciones y disminuyó la tensión; que
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causaba una mayor demanda de la capacidad cognitiva; que aumentaba las emociones negativas

y la frustración; que aumento el miedo y la ansiedad. Todo esto resultó en un impedimento social

para trabajar en grupo. Uno de los hallazgos más importantes fue que la verbalización del estrés,

aunque fuera a distancia, tenía efecto en la interacción de todo el grupo. Los investigadores

recomiendan que se realicen intervenciones de ayuda para lograr y mejorar la colaboración de los

miembros del grupo, ante las demandas del ambiente militar.

Área de la política

Según Pinillas (2012), la política se relaciona con los gobiernos y la administración de los

diversos sistemas gubernamentales. La psicología se dirige a analizar la conducta política desde

la perspectiva cognoscitiva y afectiva. Esto incluye estrategias publicitarias de campañas

políticas, técnicas de publicidad y mercadeo, y encuestas de preferencias de los votantes.

La política, sobre todo en los Estados Unidos de América, es un escenario rico para

aplicar la psicología social. Es importante reconocer que las campañas políticas que se presentan

previas a las elecciones de cada cuatrienio tienen un alto contenido afectivo - cognoscitivo

dirigido a los posibles votantes (Brader, 2006). Comenta Brader que las emociones de las

personas son estimuladas mediante la publicidad que utiliza música e imágenes. En un estudio

que realizara Brader, encontró que la inteligencia emocional de las personas se afecta por la

propaganda o anuncios que tienen alto contenido afectivo. Para Brader, la inteligencia

emocional consta de dos sistemas fundamentales, que son la satisfacción-entusiasmo y la

depresión-frustración. Estos sistemas inciden en las emociones de los futuros votantes

independientemente del conocimiento que posean sobre política, partidos y candidatos.


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El estudio se realizó con 286 personas, posibles votantes los cuales eran

demográficamente representativos del estado de Massachusetts (Brader, 2006). El grupo fue

expuesto a videos con los anuncios o publicidad que regularmente se veían en la televisión.

También observaron videos de noticias sobre los candidatos y debates políticos. Los videos se

clasificaron en cuatro tipos: 1) con entusiastas, 2) entusiastas música - imágenes, 3) de miedo-

temor, 4) de miedo-temor con música - imágenes.

Según Brader (2006), los resultados demostraron que los anuncios que incluyeron

música-imágenes influyeron más que los que no tenían estos dos elementos en los intereses y

actitudes de los participantes. La publicidad que se clasificó como entusiasta y entusiastas con

música - imágenes aumentó el interés de los sujetos a participar en el proceso electoral. Estos

mostraron interés por servir como voluntarios, en registrarse como miembros de un determinado

partido y en votar. Además, tendía a reafirmar las preferencias previas de los sujetos.

La publicidad que se clasificó como de miedo-temor y de miedo-temor con música -

imágenes aumentó la creencia de los participantes en cuanto a la importancia de votar y de

ofrecerse como voluntarios. Esto se evidenció más en los sujetos que eran indiferentes a la

política previa a iniciarse el experimento. Estas personas tendían a cambiar sus ideas previas y a

apoyar lo que presentaban en el anuncio.

Para Brader (2006) estos resultados confirman que la publicidad que hacen los candidatos

previos a las elecciones puede alterar las preferencias de los votantes cuando apelan a

sentimientos como el entusiasmo o el miedo. Este estudió apoya la teoría de Infusión de Afecto

(Pinilla, 2012) al mostrar que la información obtenida mediante propaganda cargada de afectos

positivos o negativos ejerce influencia en los procesos cognoscitivo de los votantes.


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Comenta Weber (2012) que las emociones son parte integral de las campañas políticas.

Señala que los estudios han demostrado que influyen en la conducta de los votantes. Según

Weber la afectividad-cognición afecta el comportamiento social. Partiendo de esta premisa,

Weber realizó una investigación que constaba de tres experimentos para analizar el efecto de las

emociones discretas. Establece que las emociones discretas, también conocidas como emociones

básicas, son aquellas emociones de la vida diaria. Las emociones estudiadas fueron las

siguientes: ira o coraje, tristeza, miedo y entusiasmo o interés.

En el estudio participaron 287 personas de una universidad del norte de los Estados

Unidos y 274 personas de una universidad del sur (Weber, 2012). Los sujetos eran

demográficamente representativos de los votantes. Los participantes en ambos grupos tenían que

ver anuncios políticos en computadora. Cada participante solamente observó un anuncio (al

azar). Luego de ver los anuncios los participantes debían reaccionar al mismo y llenar una corta

encuesta. Los anuncios eran profesionales y de dos candidatos de una campaña electoral previa.

Según Weber (2012), se presentaron cuatro anuncios y cada uno estaba asociado a una

emoción (afectividad) y con una lectura informativa sobre un problema social (cognición). Para

la emoción ira o coraje se informaba sobre los problemas de las drogas; para la emoción tristeza

y miedo se informaba sobre los crímenes violentos; para la emoción entusiasmo o interés se

informaba sobre la tasa de criminalidad en la nación. Esto se hizo con el propósito de

maximizar las reacciones afectivas-cognitivas ante la información recibida.

Comenta Weber (2012) que los resultados mostraron que todas estas emociones discretas

influyeron en la afectividad-cognición de los participantes. Pero la emoción que tuvo el efecto

más fuerte lo fue la ira. Aunque se considera como una emoción negativa se encontró que

provocó altos niveles de percepción en los participantes, así como la argumentación de las
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creencias previas. Su efecto fue mayor en cuanto al análisis de las consecuencias y la promoción

de la actividad política. Lo contrario ocurrió con la emoción tristeza-miedo, la cual provocó que

los participantes tuvieran menos interés en la participación política. A partir de estos hallazgos,

se puede decir que la afectividad tiene consecuencias en la conducta cívica de los votantes.

Según Yates (2012), las investigaciones sobre el comportamiento electoral enfatizan en

los aspectos racionales, descuidando los aspectos emocionales. En un análisis realizado por

Yates sobre las elecciones presidenciales en Estados Unidos entre 2004 y 2008, se establecieron

los indicadores emocionales que caracterizaron cada elección. Estos indicadores se relacionaron

por variables de interés público, a saber: el primer candidato negro que se postulaba para la

presidencia, la competencia de una mujer por la vice presidencia, y el efecto de la tecnología

masiva.

Comenta Yates (2012) que en la campaña presidencial de 2004, el candidato Obama fue

recibido con entusiasmo y tuvo una cobertura publicitaria masiva de corte positivo. Lo contario

sucedió con el Presidente Bush, cuyos defectos y personalidad negativa fue ampliamente

difundida por la publicidad. Esto fue creando efectos emocionales entre los electores, sobre

todos entre afro-americanos. Tal parece que la personalidad de los candidatos tiene influencia en

la respuesta de los votantes. Esto es así ya que las personas evalúan los sistemas de valores de

los candidatos. Los votantes se identifican con los candidatos que reflejan sus propios valores y

rechazan a aquellos con los que no se conectan. Los votantes le dan más importancia a su

conexión con los candidatos que a la información de los asuntos de la campaña política.

Señala Yates (2012) que la presencia de Hillary Clinton atrajo la simpatía de las mujeres

votantes. Se identificaron con la mujer, no por ser una inteligente candidata política sino por ser
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otra mujer. Los afectos movilizaron más a los votantes que los asuntos políticos del momento.

Tanto con el candidato Obama como con la candidata Clinton, los votantes mostraron reacciones

emocionales que influyeron en sus decisiones electorales. Según Yates, se concluye que los

votantes transfirieron los afectos y emociones por los candidatos al proceso electoral.

Los estudios discutidos muestran que la psicología tiene vastas aplicaciones en el campo

de la investigación de la política. Se deben realizar más investigaciones sobre la relación

cognición y afectividad para guiar los trabajos de la psicología social. Aunque los estudios y los

experimentos se han realizado mayormente en los Estados Unidos, es importante hacer

investigaciones sobre estos factores en la política de otras naciones.

Área académica

La academia, específicamente el área educativa, es una de las áreas que más estudiadas

en relación con la cognición. La cognición incluye los conocimientos, las estrategias de

aprendizaje, del pensamiento y los componentes motivacionales (Rodríguez, Peña y Padilla,

2007). Comentan Rodríguez, Peña y Padilla que el aprendizaje es un proceso complejo que va

más allá de la cognición. El rendimiento académico de los estudiantes se representa mayormente

con las calificaciones. Las calificaciones se obtienen mediantes mediciones del conocimiento y

son básicamente representativas del nivel cognitivo del estudiante. Pero el rendimiento

académico también depende de factores cognoscitivos así como afectivos. Incluye los estilos

emocionales de los estudiantes.

En un estudio realizado por Rodríguez, Peña y Padilla (2007), se investigaron los estilos

emocionales de 67 estudiantes universitarios y se relacionaron con el rendimiento académico

para ver la interrelación. Los participantes completaron la Escala de Estilos Afectivo PANAS-X
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de forma grupal. A partir de los resultados se clasificaron los estilos afectivos de los sujetos.

Además, se registraron las calificaciones de todos los semestres previos de los sujetos. Las

calificaciones se consideraron como la evidencia del rendimiento académico de los participantes.

Los resultados del estudio demostraron que el 55% de los estudiantes mostraron un estilo

afectivo negativo, mientras que el 45 % tenían un estilo afectivo positivo. Pero no se logró

establecer relaciones significativas entre los estilos emotivos y el rendimiento académico.

El estudio pone en evidencia que no siempre las emociones afectan la capacidad

cognitiva de los estudiantes. Es importante señalar que existen otros factores que inciden en el

logro académico como la inteligencia, habilidades personales y capacidad de ejecución. Estos

factores y otros factores sociales parecen alterar el efecto de las emociones sobre el rendimiento

académico (Greenberg, et al., 2003). Para Greenberg es necesario tomar en cuenta que los

cambios culturales y sociales influyen en los factores afectivos y cognitivos de los estudiantes de

nuestros tiempos. Por lo cual, se debe considera que hay interrelación y no oposición entre los

estados emocionales y los cognitivos.

En el ámbito académico se ha relacionado la Teoría Social Cognitiva de Bandura (2001)

con las creencias que tiene la persona sobre sí misma. Según Bandura, las personas tienen un

sentido de su capacidad personal para superar las dificultades y alcanzar metas. Esto lo

denomina como eficacia personal. Las personas aprenden las conductas de la sociedad y

desarrollan una serie de creencias personales. Las creencias incluyen el autocontrol de las

emociones y el sentido de autoeficacia. La autoeficacia, aunque es adquirida mediante el

aprendizaje social, incide en el comportamiento emocional de las personas.


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Según Ruiz (2003), las creencias de autoeficacia de los estudiantes influyen en sus

procesos cognitivos y en sus emociones. La autoeficacia puede determinar el desempeño en la

escuela, incluso puede ser un predictor del éxito. Esto se debe a que el éxito académico requiere

altos procesos de aprendizaje, autoevaluación, automonitoreo y aplicación de estrategias

metacognitivas. Las creencias de autoeficacia de una persona influyen en el proceso de

aprendizaje de por vida, así como las aspiraciones profesionales y logros intelectuales.

En un estudio realizado sobre las creencias de autoeficacia y su relación con la

persistencia para lograr una carrera académica se encontró que los estudiantes con altos niveles

de autoeficacia alcanzaron completar 15 carreras técnicas y científicas (Ruiz, 2003). Pero,

además de persistentes tenían alto niveles de motivación. La autoeficacia tiene el efecto de

controlar emociones negativas ya que impulsa a las personas a buscar soluciones a sus problemas

personales y sociales.

Se puede establecer por lo discutido que las emociones influyen en el aprendizaje aunque

no son determinantes para lograr un desarrollo académico óptimo. Señala Valencia (2015) que

los estudiantes experimental emociones de tipo académicas, las cuales se refieren al escenario

educativo. Las emociones de los estudiantes afectan su estado de ánimo así como su

aprendizaje. En el salón de clase los estudiantes se pueden sentir nerviosos (afectividad) y a la

vez preocupados por sus notas (cognición).

Según Valencia (2015), las emociones académicas se pueden clasificar como:

epistémicas, de logro, sociales y del tema. Las epistémicas son aquellas que consideran aspectos

del conocimiento en cuanto a realizar actividades cognitivas. Las emociones de logro se

relacionan con el rendimiento, el éxito o fracaso. Las sociales son las que incluyen relaciones
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entre compañeros y las vivencias sociales emotivas. Las emociones acerca del tema son las que

provoca el contenido del material de aprendizaje, su interés y dominio académico. Los

educadores deben reconocer este tipo de emociones para determinar cómo tratarlas de manera

que no se afecte el aprendizaje. También se requiere que los maestros se adiestren en el

reconocimiento de estas emociones en momentos que se puede alterar el rendimiento académico

del estudiante. Los educadores pueden diseñar ambientes educativos (cognitivos) que estimulen

el control de las emociones académicas negativas (afectividad). Los maestros pueden estimular

las emociones positivas que motiven el aprendizaje. Se pueden integrar actividades para mejorar

el estado de ánimo del grupo como un colectivo, fomentar la autorregulación de las emociones,

implantar estrategias cognitivas novedosas y aplicables a la generación estudiantil que atiende.

En resumen se puede decir que las emociones y el aprendizaje son dos componentes

importantes en toda actividad académica (Duarte, 2015). Comenta Duarte que es necesario

desarrollar estrategias pedagógicas para que los estudiantes puedan controlar las emociones

académicas negativas. El maestro debe planear sus clases de manera que se tomen en cuenta los

factores cognitivos y afectivos para estabilizar el efecto de las emociones académicas. Sugiere

que se utilicen estrategias motivacionales que mejoren el compromiso de aprendizaje del

estudiante. Los educadores deben ajustar los objetivos de las clases a las verdaderas necesidades

de los estudiantes de manera que aumente la valorización por parte de estos.

El 'área académica en especial se ha destacado por el estudio de los factores que inciden

en los procesos educativos. Es por eso que se tienen muchos estudios que aportan a la

comprensión de las conductas propias de la cognición. Por otro lado, los estudiosos se han

interesado por la interrelación de las emociones y los procesos de aprendizaje. Es la integración


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de la cognición y la afectividad la clave para lograr una comprensión adecuada del desarrollo

académico de los estudiantes del siglo XXI.

Conclusión

A través de esta breve exposición sobre la relación entre la cognición y la afectividad, se

ha pretendido evidenciar su aplicabilidad a los campos del quehacer forense, el entrenamiento

militar, la política y lo académico. Se puede concluir que la cognición incide en todo los

procesos sociales del ser humano. Pero a la vez también incide la afectividad. Los estudios aquí

mencionados muestran que existe una interrelación entre cognición y afectividad, por lo cual se

concluye que ambas son importantes y que una no excluye la otra.

Esta interrelación es evidente en las aplicaciones a los escenarios educativos. El

aprendizaje de los centros educativos militares y centros académicos civiles se caracteriza por la

presencia de la cognición y la afectividad en los procesos educativos. Lo que varía es el enfoque

del proceso cognoscitivo cuando se alinea con los estados emotivos. Mientras el aprendizaje en

la milicia tiene un alto contenido afectivo hacia la cohesión de grupo, el ambiente educativo civil

se dirige al éxito personal. Los estudiantes de las escuelas son motivados a obtener el

rendimiento académico como un esfuerzo personal para su propio bienestar. Los reclutas en

entrenamiento militar son motivados para el éxito colectivo del grupo, del ejército y de la nación

sobre el bien personal. Se concluye que las aplicaciones de cognición-afecto son importantes en

los escenarios militares y académicos, por lo cual se deben seguir realizando investigaciones.

La relación de la afectividad y la cognición en asuntos de política muestran que están

presentes, aunque interactúan de manera dual. Se puede concluir que la afectividad ejerce un

peso mayor que la cognición en la población votante, especialmente en los Estados Unidos. Pero
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no se desligan, por el contrario se mantiene una interrelación afectiva-cognitiva. El escenario

político-social es tan complejo que requiere que se realicen más investigaciones. Los aspectos

legales y forenses tienen una alta influencia de cognición-afectividad presente. Se puede

concluir que la cognición se altera cuando las víctimas y testigos han sufrido fuertes emociones.

La interrelación cognitiva-afectiva es determinante en este escenario y requiere que se sigan

realizando estudios.

Se puede concluir que la inteligencia emocional sigue pasando por un desarrollo continuo

según se trasforma la sociedad. Los cambios en los medios de aprendizaje y estilos de vida de

este siglo XIX requieren que se actualicen los principios y definiciones que se asocian a los

conceptos cognición y afectividad. Es recomendable que se capacite a los psicólogos

contemporáneos para generar nuevos conocimientos, proponer nuevas estrategias, diseñar nuevas

psicoterapias y crear nuevas teorías sobre la afectividad y la cognición en un mundo que cambia

rápidamente.
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