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HUMANIZACIÒN

La aparición del ser humano sobre la Tierra es el hecho más notable de la evolución
biológica. Una vez conseguidos los caracteres que lo hicieron posible- proceso de
hominización- se produjo una inflexión o cambio cualitativo de tendencia- proceso de
humanización-. Es decir, con la aparición del ser humano se produjo la emancipación de
lo biológico para dar paso a la evolución cultural. La especie humana deja de evolucionar
en términos de individuo, para pasar a hacerlo en términos de sociedad.

El ser humano apareció sobre la Tierra en un tiempo relativamente reciente y, si lo


comparamos con sus parientes homínidos, podremos constatar que las diferencias más
significativas no se refieren a la anatomía, a la acumulación de mutaciones genéticas
capaces de adaptar la especie a su hábitat geográfico, sino que se refieren a la conducta,
a la transmisión de experiencias a través de las generaciones que le han permitido
modificar el hábitat geográfico de acuerdo con sus necesidades.

El proceso de hominización se produce a medida que van teniendo lugar las sucesivas
modificaciones y transformaciones de los individuos. Paralelamente, se vinieron
produciendo otra serie de transformaciones, desde el punto de vista de la especie, que
constituyen el denominado proceso de humanización.

Ambos procesos presentan una influencia recíproca, son como las dos caras de un mismo
y único proceso evolutivo; solamente son separables metodológicamente con el fin de
proceder a un mejor análisis del fenómeno.

Hemos de tener en cuenta, sin embargo, que mientras que el proceso de hominización
presenta un carácter orgánico-biológico y, por tanto, los cambios se van incorporando al
patrimonio genético de la especie humana, el proceso de humanización presenta un
carácter supraorgánico-transbiológico y, por tanto, los cambios van constituyendo el
patrimonio cultural de la humanidad.

Así, la naturaleza del ser humano no se limita a su constitución biológica, la cual tiene en
común con los otros seres vivos, sino que trasciende a ésta y se abre al mundo cultural.
Tanto es así que la capacidad de crear cultura será el rasgo que más identificará al ser
humano.

A diferencia del proceso de hominización, que incide directamente en la anatomía, el


proceso de humanización incide directamente en la conducta.

Con la aparición del ser humano sobre la Tierra cambia el sentido de la evolución, es
decir, en adelante la evolución se producirá en el grupo social humano.
1. Rasgos característicos del ser humano.

En la actualidad se puede establecer una secuencia de los cambios evolutivos favorecidos


por el proceso de selección natural que llevaron al homínido hasta el ser humano, aunque
muchos detalles, algunos de especial relevancia, permanezcan aún poco claros y sean
objeto de investigación y de controversia.

Se señalan como característicos del proceso de hominización los siguientes rasgos:

*El bipedismo. El ser humano es el único vertebrado que camina, de forma habitual, sobre
las extremidades inferiores, con la columna vertebral erguida.

*La cerebración. El ser humano cuenta con un cerebro muy desarrollado y complejo del
que dependen casi todas las actividades de su organismo y que le dota especialmente
para el aprendizaje mediante selección e integración de estímulos.

Además de los rasgos anatómicos mencionados, son distintivos del ser humano los
siguientes que afectan a su comportamiento.

*El lenguaje articulado. El ser humano es el único animal que ha desarrollado una
comunicación simbólica.

*La organización social. Es el resultado de una actividad de cooperación dentro del grupo,
que permite un reparto de funciones.

*la fabricación de instrumentos. Atiende al apremio por satisfacer las necesidades vitales
como la defensa y la alimentación.

*La prolongación del período de aprendizaje. El ser humano es el animal que más ha
alargado la dependencia del niño y de la niña con respecto a sus progenitores.

Todos estos rasgos son los responsables de la conformación de lo que se denomina


naturaleza humana, es decir, aquello que se considera propio del ser humano y que, por
pertenecerle en exclusiva, lo diferencia del resto de los seres vivos; y, además, por la
interrelación que presentan, con los que ha hecho posible el surgimiento de la actividad
cultural humana como nueva y definitiva manera de ser y de existir propia del ser humano.

Solamente la aparición de la cultura asegura la culminación y separación del ser humano


del resto de los seres vivos como especie. La cultura se manifiesta así como la verdadera
responsable de la diferenciación del ser humano.

Paralelamente al proceso evolutivo de hominización que explica el surgimiento del ser


humano como especie, se manifiesta el proceso de humanización que explica el
surgimiento y desarrollo de la cultura en el ser humano, que aunque prefigurada, de
alguna forma, en los animales superiores, culmina en el ser humano.
Este resultado final del proceso supone, sobre todo, un cambio en los patrones de
conducta: del aprendizaje por imitación se pasa a la transmisión de información; y de la
conducta instintiva, a la aprendida. Puede decirse, pues, que se ha producido un salto
cualitativo, más que cuantitativo, frente a las conductas de los animales.

2. Descripción del proceso de humanización.

El hilo conductor que entreteje todo el proceso analizado anteriormente es la actividad de


cooperación que, a medida que se consolidaba, incidía en una mayor relación de
dependencia entre los individuos del grupo, incluso fisiológica, tal y como se pone de
manifiesto, por ejemplo, en la neotenia o juvenilizacion de la especie. La inmadurez
biológica que presenta el ser humano lo hace más dependiente del medio social para su
desarrollo, de tal manera que la cultura del grupo substituye a la dependencia genética de
los animales.

Lo social pasa, así, a ser condición de posibilidad para el desarrollo del individuo humano,
que deja de ser viable como tal si no vive junto a otros semejantes. El manejo y la
fabricación de útiles contribuye al desarrollo de las aptitudes del individuo.

La actividad social permite al grupo humano distanciarse del medio y dominarlo


progresivamente: el ser humano ha adaptado a sus necesidades todos los espacios
geográficos del planeta Tierra y piensa, incluso, en espacios interplanetarios. Este
progreso fue posible por la comunicación oral que se elevó a la categoría de lenguaje
articulado, que permite no sólo la transmisión de lo que hace, sino, sobre todo, su
interiorización, es decir, hacer brotar el pensamiento.

Paralelamente, el adiestramiento y la educación, como transmisores de las nuevas


experiencias, adquieren gran importancia. Con todo, el lenguaje se convierte en la
segunda condición de posibilidad de vida para el ser humano, inmediatamente después
de su condición social. Por eso se dice que el mundo humano es simbólico, se desarrolla
mediante el uso del lenguaje.

Por último, este entramado de relaciones entre individuos trae consigo la organización de
unas formas de vida propias en el grupo social humano, regidas por una serie de
operaciones, en cierto modo fijas, y por una serie de normas a partir de las cuales se
configuran los comportamientos que rigen la convivencia del grupo. De este modo, la vida
social acaba por manifestarse con toda su plenitud.

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