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MUCHACHOS
O o o o S XT S o o o o
LA EDUCACIÓN —
— POR LA VISTA
^E N SE Ñ A N ZA I N T U IT IV A
P e v e r jt a e i:) la s p r in c ip a le s lib r e r ía s .
S T J S O R . I F C I O I T
CSPARA: Semeiitre- 2,50 pesetai. EXTRANIERO: Sem etira. 4 Iraneaa.
l E l re^?" (d e l ' R í a d e O ro .
C U E N T O , PO R JU A N R U SKiN
(A d n p t A c ió s es| ia ñ o la .)
mesuradament«, y como tenían loa ojo» una Inundación que se llevó los heni
muy pequeñoB, sin brillo y medio cerra, les al mar; las vides fueron destrozadas
dos constantemente, no se podía v e r por el pedrisco, y las mieses se seca
nunca su expresión. ron. Pero, en el Valle del Tesoro no
Vivían cultivando el Valle del Tesoro, ocurrió nada. H abla llovido cuando no
porque eran .excelentes labradores. Ma llovía en parte alguna, y habla lucido
taban todo lo que consideraban que co. el sol cuando estaba oculto para todqs.
mía más de lo que podía benedeiar. Ma. Acercábase el Invierno y ya hacia mu.
tabea á los mirlos, porque picaban la cho frío, cuando un día salieron tos dos
fruta; mataban á los erizos, temiendo hermanos mayores, dejando al pequeño
que mamasen á las vacas: envenenaban dan lo vueltas al asador y con el encar.
a loa grillos, para que ño se consiesen go de no abrir á nadie, ni dar nada á
las verduras, y aplastaban á pisotones ninguno. Gluck se sentó junto á la lum.
& las cigarras, que se pasaban ei vera bre, porque llovía mucho y las paredes
no cantando en los tilos. A los criados de la casa estaban chorreando hume
no Ies pagaban; Ies obligaban & traba dad. y mientras daba vueltas y vueltas
ja r basta no poder m&s. y entonces re al asador, para que se pusiese doradito
gañaban con ellos y los echaban sin dar. el asado, pensó;
les un céntimo. — ¡Qué lástima que mis hermanos no
Hubiera sido muy extraño que con tal conviden á nadie á comer! Una tajada
gran ja y tal sistema de explotarla, no de este asado sabría muy bien á cual
ee hubieran hecho ricos, tíeneralmente quiera de los muchos que no tienen más
guardaban el grano hasta que se ponía que pan duro para comer.
muy caro, y entonces lo vendían por el En aquel momento sonaron doa gol
doble de su valor. En las cuevas de su pes en la puerta de la casa, pero muy
casa tenían, montones de oro, pero no se apagados, como si el llamador estuvie
sabia que hubiesen dado jamás un cén ra atado y costase mucho trabajo lla
timo ni un mendrugo de limosna. Eran mar,
tan crueles y tenían tan mal genio, que — Debe de ser el viento— dijo Gluck.
los que los trataban les hablan puesto - -No hay quien se atreva á llamar á
el mote de “loe hermanos ceñudos.,. nuestra puerta.
Gluck, el hermano pequeño, cía com. Pero LO era el viento, porque se repl.
pletamente diferente en tipo y en ca tló la llamada, y el que llamaba debía
rácter. No tenia más de doce años de de traer prisa y no Importarle las con
edad, y era rublo, de ojos azules y ca secuencias. Gluck se dirigió á la venta,
riñoso con todo el mundo. Como es na na para ver quién andaba por allí con
tural, no congeniaba con sus hermanos. aquella lluvia.
6 mejor dicho, sus hermanos no conge AI asomarse vió al hombrecillo más
niaban con él. Generalmente le daban el raro que habla visto en su vida. Tenia
honroso cargo de pinche para que dle?e ia nariz muy grande y de un color que
vueltas al asador cuando habla algo que tiraba a.1 del cobre: sus carrillos eran
asar, que no era muy á menudo: otras redondos y muy encarnados, como el
veces le mandaban limpiar el calzado, hubiera estado soplando la lumbre lo
fregar 1os suelos y los platos, dándole menos cuarenta y ocho horas aeguldas;
para comer las sobras para halagarle, y guiñaba alegremente los ojos bajo sus
no pocos golpes para educarle, segán largas y sedosas pestañas: sus bigotes
decían ellos. se enrollaban dos veces como un saca
l.as cosas marcharon asi durante lar corchos en cada lado de la boca, y so
go tiempo, hasta que llegó un verano cabello, de un color .muy curioso, como
muy revuelto y todo se puso mal en de pimienta mezclada con sal, le llega
las comarcas inmediatas al valle, .ápe- ba más abajo de loa hombros. Tenía
nas hablan cogido el heno, ciianilo hubo menos de metro y medio de estatura, y
llevaba un go r r o
puntiagudo casi de
la m i s m a altura
que su c u e r p o ,
adornado con una
pluma negra de un
metro de largo.
Óluelc. se quedó
tan aorpre n d 1 d o
a n t e la singular
facba del vlsltan-
' te, q u t' permane
ció i n m ó v i l . Bln
decir u n a palabra
basta-que el viejo
se volvió para re
coger la capa que
se la II e V a b a el
V 1e nto. Entonces
vló la amarilla ca-
beelta de G 1 u c k.
asomada á la ven
tana. y le dijo:
— ¡Hola: ¡Vaya
un modo de c o n-
testar 6, mi llama
da! Abre la puerta,
que v e n g o cho.
rreando.
E l vlejeclllo no
mentía. Estaba he-
c b o una sopa. La
pluma colgaba co
mo el rabo de un
perro apaleado, y
goteaba c o m o un
paraguas, y de las
guias del bigote le
calan unos chorros
de agua que le en
traban y le sallan
en los bolsillos del
K l. V I K III « K S l : X T l l llE ll.V Jo ll k I . » I » V I 'A N » 1..V > l l l M e \ t i
chaleco c o m o el
agua en un molino.
-Usted dispense; lo siento mucho, ¿Uué voy a querer, chiquillo?— re
pero no puedo— dijo Glnck. puso el viejo con petulancia.— Techo y
— ;.Quó es lo que no puedes?— pre lumbre. Veo que tlsnes ahí dentro un
guntó el vlejeclllo. hermoso fuego que chisporrotea y ca-
— No puedo dejarle entrar. Se lo digo lientu las paredes sin que nadie se apro
de veras. Me matarían & palos mis her veche. néjame entrar, te digo; no quie
manos si hiciera semejante cosa. ¡,Quó ro más que calentarme.
quiere usted, señor? Tomo lincia ya ralo que Gliick t.-nla
la cabeza & la lutemperle. & sen — Así tardará más tiempo en asarse
tir un frío muy desasrartable, y al vol- el carnero—replicó seeaniente el vls1-
verije y ver la lumbre chlaporroteaiidp ■cante.
y lamiendo con sus largas llamas la chi. üluck estaba perplejo ante al com-
monea, como si fueran Unguas «lue ca* portaiuiento del huésped, porque en él
boreaoen la rica pierna de carnero que se mezclaban de un modo extraño la
8e;09taba asando, la dló pena el que se frescura y la humildad. El muchacho sL
desperdiciase de aquíl modo el calor. guió dando vueltas al asador cinco mi
— .Parece que está muy mojado— dijo nutos más, con aire medltabuudo.
para sus adentros Uluck.— Voy 4 dejar, — Tiene buena cara el asado— dijo al
le calentarse un cuarto de bora. * ftn el vlejeclllo.--¿Quiere» darme una
Bn el momento de abrir la puerta y tajada?
entrar el vltjo penetrò en la rasa una — ¡Imposible, señor!— dijo Gluck.
ráfaga de viento que hizo retemblar la - -Tengo un hambre atroz— continuo
vieja chimenea. el viejo.— No he probado bocado desdi,
— Eres un buen chico— dijo el vieje- ayer. Tus hermanos no echarán de me
ciilo.— No ts importen tus hermanos. nos una tajadita de la coyuntura
Y o hablaré con ellos. Se expresaba con tono tan raelancó-
— iPor Dios: No haga usted semejan lico, que ablandó el corazón de Gluck.
te cosa— dijo G'lnck.— No puede usted — I.e daré á usted una tajadita que
estarse aqul-hasta que vengan. Me ma me han prometido á mí. pero ni una
tarían. pizca más.
— ;Cuánto lo siento, hijo mío! ¿Qué — Eres un buen chico— volvió á decir
tiempo puedo estar? el viejo.
— Hasta que s? ase el carnero— res Gluck trajo un plato y añlO el cu
pondió üluck,— y ya está muy doradito. chillo, diciendo para si:
E l viejo entró en la cocina y se sentó — No me importa que me peguen.
debajo de la campana, introduciendo la Acababa de cortar una buena tajada
punta del gorro en la chimenea, porque de carne cuando sonó un tremendo gol.
era demasiado alto para aquellos te pe en la puurta. E l viejo se quitó de un
chos. salto de la chimenea, como si se huble.
— No tardará usted en secarse— dijo ra quemado de pronto. Gluck volvió á
Gluck. sentándose á dar vueltas al asa poner la tajada en donde la bahía cor
dor. Pero i'l viejo no se secaba; seguía tado, procurando dejarla bien Igual pa
chorreando, y el agua, al caer en las ra que no se conociese le corte, y luego
brasas, las hacía chisporrotear, levanta fué á abrir la puerta.
ba ceniza y el fuego empezó á apagarse. — ¿Por qué me has hecho esperar
La capa de aquel hombre era extraordi. tanto?— dijo Schwartz al entrar, tirán
narla; cada pliegue parecía un canalón, dole el paraguas á la cara.
A l ver niufk que el agua corría por — ¡G ranuja!— dijo á su vez Hans, pe
el suelo amenazando inundar la cocina, gándole una bofetada.
dijo con mucha finnrn; — ¿Quién es ese?— preguntó Schwartz
— Psled perdone. ¿Quiere quitarse la cogiendo un garrote y mirando feroz
^■apa? mente á Gluck. al ver al vlejeclllo en
, — No gracias— respondió el anciano. medio do la cocina, con el gorro en la
—¿Y el gorro? mano y haciendo una cortés reverencia.
—Tampoco. Estoy muy á gusto, gra — No lo sé, hermano— respondió Gluck
cia*— replicó el vlejeclllo algo amos con terror.
cado. ,— ¿Cómo ha entrado? - rugió Sch
— Lo siento— dijo Gluck con miedo, wartz.
— porque me está usted apagando la if'nnfhW'} rU.l
lumbre.
DE D O N D E S A L E L A S EDA
1.1'S A X I M A I . K S ifVV: I.A l'U O D lX 'K N
Nadie Ignora (tus la mayor parte de perador Justlidano. .Vj( tué introducid»
la seda la elaboran las orugas de la ma. la sericultura en Europa, donde la ma
rlposa del moral, vulgarmente conoci riposa de la morera se propaga con 1»
das como “gusanos de seda... Los chinos misma facilidad que en Asia.
explotan el producto de las famosas oru En el .lapón, casi toda la seda se ob
gas desde el año 1640 antes de nuestra tiene de las orugas de una mariposa,
Era. En el siglo XV. unos monjes per allí llamada “yama-mai", que se allmen.
sas lograron llevar á Constantinopla al ta de hojas de roble. Los capullos son
gunos, de estos gusano.«, dentro de un muy grandes y verdea, y dan una seda
tror.o de bambú, y los ofrecieron al em. plateada y muy buena.
M > K H K N T » > ('IlK ('IIA > l ' K l 11> I I ' TU l< l>K I » M AIl-
Y Periqiiito. lodo asustado. recla Y corren escapados todos en su Y si Periquito y .luanito iio se ba
ma auxnio pura un aliogado qtie ha 1......1
auxilio por si llegan á tiempo. ñaron, por lo menos los hicieron en
visto eii Pi rio. trar en reaccldn.
¿No habéis visto alguna ves en el cir es precisamente cuando el muchacho se.
co los experimentos de-un adivinador del üala el objeto indicado por el concu
pensamiento? Una señora, por ejemplo, rrente. E l número de veces que ha de
sentada en uua plataforma, adivina lo hacerse la ppsgunta antes de señalar ol
que tiene en la mano un caballero si objeto Indicado, se acuerda previamen
tuado muy lejos de «lia. E l hecho es te. en secreto, entre la muchacha y el
asombroso, y sin embargo, el arte de muchacho.
ejecutarlo es sencillísimo. También pueden convenir en que
Supongamos que los adivinadores son siempre que el muchacho toque un ob
un muchacho y su hermana. Llegada la jeto de cuatro patas, como, por ejem
hora de hacer loe experimentos, el mu plo, una silla, 6 una mesa, la muchacha
chacho pre. d e b e decir
s e n ta 6. la “Sí., a 1 h a-
mu c h a cha cerle la pre.
diciendo g u n t a 81-
que es “me guiente. E 1
d i u m „ es m u c h acho
decir, q u e puede repe
tiene el don tir e I expe
d e l e e r el rimento sin
pensamiento hablar nada.
de l o s de- p leando
mSs. P a r a una regla 6
d e mostrar un corta-pa
lo, s e man pel como va.
da salir de 5. .l•c^sl<:lON II K L A B A R A J A t N O t n A N O O L A C A R I A rita. 6 sim
qUE HA .'jnu TOCAOA plemente to.
la habitación
á la “medium" y durante su ausencia, cando ó señalando sucesivamente va
toca 6 señala uno de los concurrentes rios objetos. Si emplea una varita como
cualquier objeto. L a “ medium" vuelve 4 en las figuras 1 y 2. se pone de acuerdo
la sala y dice Inmediatamente cuál es el con la muchacha para que diga “No”
objeto señalado. P ara ello su compinche cuando vea que tiene cogida la varita,
y vlla emplean diversos sistemas. Uno de como en la figura l , y “Sf^ cuando la
los más sencillos consiste en el siguien coja qpmo en la figura 2, es decir, con
te; «1 muchacho va señalando objetos y el dedo índice estirado.
preguntando “ ¿Es esto?” y la muchacha Este procedimiento más perfeccionado
responde: “N o„ hasta la sexta vez, quo puede emplearse en el siguiente experl-
mentó, que es muy interesante. Mlien- ee que la carta es la del centro, y si todo
tras la “médium., está fuera de la ha el brazo está colgando, es que la carta
bitación, se da d bau-ajar una baraja, ocupa el lado derecho.
dando mucha Importancia al acto, para También puede revelarse á la '‘ mé
que el público crea que se trata de una dium., la carta elegida por la posición
cosa muy difícil, aunque en realidad no dul dedo pulgar en el reverso de la ba
tiene nada que ver con el experimento. raja. Con este fin se Imagina que dicho
Luego se echan en una mesa nueve car. reverso está dividido en nueve porcio
tas, formando tres Alas de í tres. Uno nes, como indica la figura 3, y el com
del público toca una de ellas, y la “mé pinche pone el dedo en el sitio que se
dium,., al volver dice cuál es. fingien supone ocuparla el número correspon
do que le cuesta algún trabajo áuivl- diente. SI, por ejemplo, pone el dedo
aarlo. como en la figura t, la “médium., sabo
El compinche indica la fila en que que la carta señalada es la del centro
está la carta cogiendo la varilla de dis d<; la primera fila.
tinta manera. Si la tiene entre el pul E l experimento puede hacerse de un
gar y el Índice, es seiial de que la carta modo más sorprendente todavía. Supon,
está en la primera fila; si la coge con gamos que las cartas están colocadas
los dedos pulgar, índice y corazón, es en la me.sa como en la figura S. Imagí
que está en la segunda fila, y si la coge nese que en la otra mitad de la mesa
con toda la mano, es que está en la ter Iiay otras nueve cartas, colocadas de
cera fita. E l número d3 orden que ocu igual modo. El compinche deja la ba
pa en la fila ee revela por la posición raja en el sitio que Imaginariamente
de la mano Izquierda. SI coge con ella corresponde á la carta tocada. Tal como
la solapa de la americana, ee seQal de está en la figura o, Indica que la carta
que la carta ocupa el lugar de la iz señalada es la del centro de la primera
quierda; si está metida en un holsillo. fila
S a lt a d o r e s fa m o s o s
Los fialtos pueden ser de tres clascí«:
de longitud, de altura y con pértiga, es
decir, á la garrocha, como saltan los
toreroH. y en las tres clases ha habido
y hay saltadores famosos.
lín uno Uc los grabados qué Ilustran
vsce artículo, veréis un individuo dando
un prodigioso salto á la garrocha, líate
Individuo, apellidado Sheldon, fué cam-
jiedn, portille nadie podía sobrepujarle.
1 ‘rovlsto del largo pato, daba saltos de
tres metros 15 centímetros de altura.
En i l sallo de altura i véase el graba,
do) se han distinguido el ya citado Sbel-
don y oíros que & cuerpo limpio daban
saltos (le cerca do dos metro.- do altura
Pero el más prodigioso de todos bii
sido Hlgglns, el hombre volador. Sien
do todavía muchacho, empleado «ii una
-A I.IO A I.A O A I I K I K II A
? A l.'ll' I H I t. A
P R O B L E M A S Y RECREOS
0 0 !»
@
Sin embargo, et caballero sabia que
el dueño del castillo habla dejado la
• •
M A D R I D . — I m p . d « « A i . t K B í r i D B tiK I. M r n K O * . K e r r a i . “O.