J.Scannone (Teol-Liberacion) PDF

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CONCILIUM

CONCILIUM Revista internacional de Teología


Revista internacional de Teología
Año X
Diez números al año, dedicados cada uno de ellos a
un tema teológico estudiado en forma interdisciplinar.
Aparece mensualmente, excepto en julio-agosto y
93
septiembre-octubre, en los que el número será doble.

JESUCRISTO
CONTENIDO DE ESTE NUMERO Y
LA LIBERTAD HUMANA
E. Schillebeeckx-B. van Iersel: Jesucristo y la
libertad humana 325
Ch. Duquoc: Sí a Jesús, no a Dios y a la Igle-
sia 333
J. Neuner: Sin monopolios en la promoción
de la libertad 347
D. Lührmann: Jesús: historia y recuerdo 359
R. Pesch: Jesús, un hombre libre 373
L Keck: El Hijo, creador de libertad 388
W. Magass: El precio de la libertad 403
N. Lash: La Iglesia y la libertad de Cristo ... 414
E. Schillebeeckx: El «Dios de Jesús» y el «Je-
sús de Dios» 424

DOCUMENTACIONES

G. Adler: El «Jesús people» y las Iglesias ... 443


G. Gutiérrez-Merino: Movimientos de libera-
ción y teología 448
J.-C. Scannone: La teología de la liberación:
¿evangélica o ideológica? 457

MADRID
Responsable de la edición española:
P. JOSÉ MUÑOZ SENDINO 1974
456 G. Gutiérrez-Merino
que hoy tenemos de teología de la liberación ganaría mucho con esta con-
frontación ".
La fe nos llega a través de mediaciones históricas. El trabajo teológico
supone examinar críticamente las formas como se ha traducido a lo largo
de la historia, y como se traduce hoy, la vivencia de la fe en la práctica poli
tica de los cristianos. De otro modo permaneceremos a un nivel abstracto y LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN:
ahistórico, traicionando así la intuición fundamental de la que arranca la ¿EVANGÉLICA O IDEOLÓGICA?
teología de la liberación, y recaeríamos fácilmente en nuevas utilizaciones ideo-
lógicas del cristianismo. Esto último no se evita con sólo emplear el término
«liberación». Una de las palabras clave de nuestro tiempo es «liberación» porque con-
Si bien esta perspectiva teológica ha partido del problema del significado densa gran parte de las aspiraciones del hombre contemporáneo, especial-
de la fe en su relación con el mundo de lo político, los planteamientos he- mente en el Tercer Mundo. En éste es precisamente donde esa palabra ha
chos han ido llevando por aproximaciones a tratar las grandes y clásicas cues- sido puesta sobre el tapete por los movimientos de liberación, para ser
tiones de la teología. La relectura del evangelio desde la praxis de liberación asumida luego en todos los niveles de lenguaje, aun el teológico. El «hecho
no se detiene, en efecto, en ese problema inicial como si fuera un capítulo mayor», que cobra cada día más vigencia, es el que numerosos cristianos,
aparte de la teología, sino que, al forzar una revisión del tema central de la teólogos, y aun las mismas Iglesias en sus documentos oficiales, se compro-
salvación, da pistas desde un ángulo diverso para el examen de esas cues- meten con la liberación del hombre y de los pueblos.
tiones clásicas. La teología, hecha reflexión crítica de la praxis eclesial —y aun de la
Todo esto es importante, pero no nos debe hacer olvidar que la exégesis praxis histórica a secas—, a la luz de la palabra de Dios, interpreta y asume
de una línea teológica se hace en los hechos. El discurso teológico cumple ese hecho y el proceso de liberación que está en camino. De ahí nace en
una función mediadora entre una manera de vivir la fe y la comunicación de todas partes del mundo, en forma más o menos reflexiva, la teología de la
liberación.
ésta. Si la teología es una relectura del evangelio, ella se hace con vistas al
anuncio del mensaje a los hombres. En el impacto sobre la historia humana Su surgimiento ha provocado reacciones emotivas de signo contrario: in-
del anuncio del evangelio a los pobres y de la liberación a los oprimidos de dicio de que la reflexión teológica ha puesto el dedo en la llaga. Pues se
nuestros días se juega el valor de una inteligencia de la fe. trata de un signo de los tiempos en el que se revela al creyente la presencia
interpelante del Señor. Ello mismo es ya invitación al discernimiento. Cuanto
más que hoy, en un segundo momento, se explícita el siguiente interrogante:
G. GUTIÉRREZ-MERINO
¿hasta qué punto en la teología de la liberación se entrecruzan evangelio e
ideología? Ese interrogante surge no sólo de los partidarios del statu quo,
sino aun inmanentemente desde ella misma.
Las reflexiones que siguen se centrarán —por razones obvias— en la
teología de la liberación según se está dando en América Latina. En primer
lugar, la caracterizaré brevemente contradistinguiéndola de la teología de la
revolución. Luego mostraré su sentido evangélico. En tercer lugar señalaré
cómo necesariamente se le plantea su relación con las ideologías de libera-
ción. Por último, trataré del discernimiento anteriormente mencionado.

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN:
BREVE CARACTERIZACIÓN

América Latina es al mismo tiempo parte del Tercer Mundo y continente


mayoritariamente cristiano. Esa situación hizo que la toma de conciencia de
su situación de dependencia estructural repercutiera sobre la praxis y la
Cf. también los aportes de G. Girardi, Cristiane simo, liberazione utna- inteligencia de la fe, y, por otro lado, que el reconocimiento de que la lucha
na, lotta di classe (Asís 1972); J. Alfaro, Esperanza cristiana y liberación por la justicia y la participación en la transformación del mundo es una
del hombre (Barcelona 1972), y B. Oliver, Développement ou Liberation
(París 1973).
458 J.-C. Scannone La teología de la liberación 459
dimensión constitutiva de la predicación del evangelio, cobrara entre nosotros Signo de los tiempos es el clamor de los pueblos por su liberación. Para
un sentido preciso: el de un cambio radical, global y urgente, es decir, revo- los oídos de la fe se trata de una palabra de Dios que se interpreta a la
lucionario, de las estructuras de injusticia y dependencia. luz de la palabra de Dios. Ahí está el punto de partida tanto de la praxis
La teología de la liberación es la reflexión de fe que interpreta y asume liberadora como caridad operante cuanto de la reflexión teológica correspon-
críticamente ese proceso. No es sino el momento teológico de la nueva expe- diente que, como tal, es teología de la liberación.
riencia que hace la fe cristiana al reasumir desde el evangelio la transforma- Pero desde la fe se escucha ese clamor por mediación de la interpretación
ción del mundo en una situación de dependencia y al releer el evangelio que de esa pobreza dan las ciencias sociales. Por ello, la teología de la libe-
desde esa praxis. No es un mero capítulo de la teología, como podría serlo ración comprende al pobre no solamente en una relación intimista yo-tú,
la teología del desarrollo o de cualquier realidad terrestre a la que se apli- sino también estructuralmente, como pueblos oprimidos y clases explotadas
cara la metodología teológica usual. Se trata de un nuevo planteamiento glo- por un sistema de dominación. Aunque, con una visión teológica integral,
bal del quehacer teológico, que retoma, sin embargo, algo tradicional. No va a reconocer en esa situación una «situación de pecado», señalando así
sólo reflexiona a la luz de la palabra acerca de la praxis de liberación, sino la raíz de toda opresión: el pecado en el corazón del hombre, de las clases
que desde ésta reinterpreta las riquezas de la fe, que es ella misma praxis. y de los pueblos.
Esa teología no es fruto del trabajo académico de teólogos aislados. Cuan- Esa comprensión del conflicto gracia-pecado y, por consiguiente, del mis-
do hemos hablado de «praxis de liberación» y de la «fe como praxis» nos terio pascual, hace que aborde preferentemente temas pascuales como son,
hemos referido a la praxis del pueblo de Dios y no sólo a la del teólogo. por ejemplo, los del éxodo y del hombre nuevo. Pues la liberación de Israel
Este no es sino el intérprete reflexivo y crítico de aquél. incluyó la liberación política, pero no se redujo a ella; y el hombre nuevo
recreado a imagen de Cristo no es un hombre meramente interior, sino total
y social.
TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y
La teología de la liberación trata de superar los dualismos tomando en
TEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN
serio la vocación única del hombre a la salvación. De ahí que desenmascare
la falsedad ideológica de las disyuntivas: amor a Dios o amor al hombre,
Tanto en Europa como en América Latina hay quienes confunden a am- persona o pueblo, liberación histórica o salvación escatológica. Supera una
bas. Sin embargo, teólogos de la liberación1 reprochan a la teología de la estática distinción de planos. En su lugar distingue dimensiones de la misma
revolución: 1) que su enfoque empobrece la problemática teológica y política, realidad concreta, en la tensión escatológica «ya, pero todavía no» dentro de
aislando el tema de su contexto teológico global y de las necesarias mediacio- la única historia. Las liberaciones históricas, políticas, sociales, etc., son ya
nes socioanalíticas; 2) que corre el riesgo de «bautizar» la revolución, pro- realizaciones salvíficas, pero son también preanuncios, signos y anticipos de
porcionando una ideología cristiana «ad boc», desconociendo el nivel de aná- la liberación total y definitiva que todavía no se ha consumado.
lisis político de tales opciones; 3) el peligro de afirmar una relación directa
e inmediata entre fe y política, que podría desembocar en pretender deducir,
a partir de categorías teológicas, que debe hacerse la revolución, cuál deba
LA ÚNICA HISTORIA
ser ella y cómo hacerla estratégicamente. Como se ve, esas críticas no son
circunstanciales, sino que responden a la comprensión que se tiene de la
relación entre fe y política. Reconocemos que el tópico de la única historia, es decir, de la relación
unificante entre historia profana e historia de salvación, no ha sido todavía
suficientemente elaborado desde la nueva perspectiva. Pero muchas líneas
SENTIDO EVANGÉLICO DE LA de solución ya están lanzadas.
TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Sin embargo, una de las corrientes de la teología de la liberación (repre-
sentada, por ejemplo, por H. Assmann) —quizá por el influjo hegeliano reci-
La caracterización global de la teología de la liberación muestra su ins- bido a través del marxismo— corre el peligro de pensar de tal modo la
piración evangélica y quedará confirmada al explicitar cómo aborda su tema kénosis de lo específicamente cristiano en la única historia que éste tiende
focal: el de la liberación, es decir, el de la salvación entendida en su inte- a quedar absorbido por la mundanidad. Así es que, por ejemplo, párrafos
gralidad. centrales del documento final del encuentro «Cristianos para el socialismo»
enfocan la historia primariamente desde una perspectiva secular (la de las
' Cf- G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas (Salamanca ciencias sociohistóricas) y según una comprensión del proceso latinoamericano
1972) 316, y H. Assmann, Opresión-liberación, desafío a los cristianos (Mon- mediatizada por el método marxista. Así, la realidad es vista no tanto desde
tevideo 1971) 107-114. el ángulo de la fe, común a todo cristiano, sino, en primer lugar, desde el
460 J.-C. Scannone La teología de la liberación 461
ángulo común al revolucionario latinoamericano, aunque el cristiano la vea pero en cuanto son opciones é/ico-políticos interesan a la teología. En ellas
también desde su fe. Esto hace que no aparezca claro si la opción revolucio- se juega el pecado o la salvación no sólo por su contenido, sino por ser
naria, a partir de la cual se piensa (y se repiensan los contenidos teológicos), opciones éticas, que son existencialmente o bien salvíficas o bien pecamino-
puede ella misma ser cuestionada desde la fe, y no sólo en sus eventuales sas. Y es función de la teología llevar (en cuanto es posible) hasta un nivel
desviaciones posteriores. Se corre entonces el riesgo de absolutizar ideológica- reflexivo al discernimiento de la presencia salvadora de Dios en la praxis.
mente la opción revolucionaria y de comprender de modo unívoco la libera-
ción y la revolución.
En cambio, otra de las vertientes de la teología de la liberación (reflejada,
por ejemplo, en los documentos teológicos del Movimiento de Sarcerdotes HACIA UNA RESPUESTA: PRIMERAS APROXIMACIONES
para el Tercer Mundo, inspirados por L. Gera), la única historia es vista
ante todo desde el ángulo de la fe, común a todo cristiano, aunque esa com- Una primera respuesta aproximativa al problema la da la distinción, tan
prensión de fe se mediatiza a través de una determinada interpretación socio- frecuente en América Latina, de dos conceptos de ideología. Sin embargo,
analítica (no marxista) de la dependencia latinoamericana. Ese planteo dis- no basta la mera distinción de ideologías legitimadoras del statu quo e ideo-
tinto posibilita que —en la interacción entre fe y praxis de liberación— no logías de liberación: éstas no siempre son auténticamente liberadoras en el
sólo la comprensión de la liberación y la revolución, sino también la misma sentido evangélico. Una recomprensión de dicha distinción se deriva de la
opción por éstas puedan ser liberadas desde la fe de toda absolutización y revalorización latinoamericana de las ideologías. Se critica al «cientificismo»,
univocidad. ideología (¡en sentido peyorativo!) de la modernidad, del que no se libra
tampoco el marxismo clásico. Dicho cientificismo da poca relevancia al pro-
yecto humano y popular, en el que los pueblos proyectan sus ideales, valores
TEOLOGÍA DE LIBERACIÓN E
y aspiraciones de liberación. Tales proyectos históricos poseen sólo un mínimo
IDEOLOGÍAS DE LIBERACIÓN
de determinación, consistente en el rechazo global de la actual estructuración
social, y en la afirmación no sólo de los valores por ella conculcados, sino
La teología de la liberación es especialmente sensible a la desideologiza- también de algunos gestos que significan simbólicamente las líneas rectoras
ción de las teologías que adoptan, sin saberlo, la ideología de la cultura do- de la nueva sociedad que se desea crear.
minante. Y, según dijimos, rechaza también una ideología cristiana para la
revolución. Sin embargo, se le acusa de connivencia con otro tipo de ideo- Como se ve, no se trata de una ideología en sentido peyorativo, como
logías —ideologías seculares de liberación— y de ser instrumentada por el legitimadora del no cambio o como pretensión de respuesta totalizadora al
marxismo u otros movimientos revoluncionarios. interrogante histórico. Más que de ideología debería hablarse de utopía.
Necesariamente se le plantea a la teología de la liberación su relación con Y son justamente las utopías las que, según Gustavo Gutiérrez, sirven de
las ideologías de liberación. Pues su rechazo de los dualismos subraya la en- mediación entre fe y política.
carnación histórica y la realización efectivamente práctica de la verdad reve- De las utopías dice Pablo VI que ellas, «si no rehusan ninguna apertura,
lada. Ella se enfrenta así con las mediaciones históricas de la fe: sean las pueden encontrar nuevamente el llamamiento cristiano» (Oct. Adv., n.° 37).
interpretaciones socioanalíticas a través de las cuales la fe lee los signos de Y es por eso que, aun en el caso de las utopías, se hace imprescindible el
los tiempos, sean las utopias que articulan anticipativamente la esperanza del discernimiento. Puede ocultarse en ellas una ideología en sentido negativo,
reino escatológico, sean las mediaciones políticas por las que la caridad ope- que las cierre a alguna de las dimensiones de lo humano, a la novedad ad-
ra. Y en todos esos casos, la teología, en su reflexión de fe desde y sobre la viniente de la historia o a la trascendencia. Pues en los proyectos históricos
praxis, se topa con las ideologías. (y en las opciones ético-políticas que los implican) se entremezclan de hecho
Dichas mediaciones históricas implican opciones ético-políticas en los tres los llamados de la gracia liberadora y del pecado, es decir, el imperativo
niveles mencionados: 1) en el del análisis racional y científico de la realidad, teologal de liberación y las ilusiones provenientes de intereses bastardos.
pues éste implica una opción por el instrumentario analítico, que nunca es Una segunda respuesta aproximativa es una especie de argumento ad
neutro, y por una interpretación de los datos analizados; 2) en el de la op- hominem: el teólogo no puede escapar a la confrontación con las ideologías,
ción por un proyecto histórico, que nunca se deduce completamente del puesto que comienza a teologizar ya desde una situación social condicionada
análisis, sino que incluye un «plus» ético derivado de la capacidad humana
por particulares intereses. Aún más: no puede teologizar sin asumir (aun
de asumir la historia responsablemente; 3) en los niveles de implementadón
inconscientemente) un proyecto humano y social, pues o bien critica la
práctica concreta de dicho proyecto (estratégicos y tácticos).
opción ético-política en la que espontáneamente se mueve (opción hecha por
Es precisamente en tales opciones donde se plantea el problema. Pues, otros), delineando ya por eso mismo una opción contraria, o bien la acepta
en cuanto son opciones ético-políticas, implican relación a las ideologías; como obvia. Y si acaso opta por no optar, implica en su abstención al menos
462 J.-C. Scannone La teología de la liberación 463
una implícita resignación al proyecto histórico vigente. No puede escapar de políticas en su contingencia y relatividad, sin hacerles perder la eficacia que
la historia concreta, política y conflictiva en la que se mueve porque es les nace de la absolutez de la caridad.
hombre. Tal liberación no es siempre lograda por la teología de la liberación. En
esos casos, ello no se debe a la estructura del método teológico adoptado ni
al nuevo planteamiento global de la teología. Es debido a que no se pone
TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y DISCERNIMIENTO suficientemente en práctica el propósito de brindar una reflexión crítica de
la praxis histórica a la luz de la fe. Pues la fe critica a las ideologías en su
El teólogo no puede —como dijimos— escapar al juego de opciones, pretensión reductiva, totalizadora y absolutizante, sea que se trate de ideo-
pero tampoco está atrapado por él: lo puede trascender por el discernimiento. logías conservadoras o de revolucionarias (de signo marxista o nacional-
Esa trascendencia, sin embargo, no es una huida a un plano aséptico a-, pre- populista). Pero la fe también asume las utopías sin identificarse con ellas,
o suprahistórico, sino una trascendencia encarnada en la historia que, por en cuanto ellas, pasando por el discernimiento salvífico, se abren a la ple-
gracia, tiene estructura de signo y sacramento. En las opciones, y más allá nitud de lo humano, a la novedad histórica y a Dios. Este discernimiento se
de su contenido representativo (ideológico o utópico), se da de hecho el hace en la praxis, pero también por ella.
llamado teologal que se encarna históricamente, pero es irreducible a las La asunción de la utopía por la reflexión teológica en los tres niveles de
ideologías y utopías. Estas pueden mediarlo o desfigurarlo y aun rechazarlo, opción ético-política antes mencionados es propia de la teología de la libera-
pero desde él ellas pueden ser discernidas y juzgadas. ción. Ahora bien, si ella es fiel a su método y perspectiva, y en cuanto les
Tanto el dualismo estático de una distinción de planos como el vaciamien- es fiel, ella respeta la autonomía de la ciencia en su interpretación de la rea-
to dialéctico de lo teologal en lo mundano no dan cuenta de la encarnación lidad, la de los pueblos en su creación de proyectos históricos liberadores
de lo escatológico en lo histórico, que se da inconfusa e indivisamente. Esa y la de la acción política en su descenso hasta lo estratégico y táctico. Y de
encarnación, como la de Cristo, es liberadora: libera a lo mundano en su ese modo no deja de respetar la trascendencia de la fe como última clave de
autonomía y apertura a Dios; libera a la libertad para el discernimiento de interpretación de lo real, la de la esperanza abierta al reino escatológico y
la presencia histórica de la salvación y para la creación de historia, y deja, la de la caridad como transformadora de la acción la más concreta. Solamente
sin embargo, libre a Dios en su trascendencia. Pues ahí donde está el Espí- que la teología presta su servicio teológico de articulación crítica y de dis-
ritu de Cristo ahí está la libertad. cernimiento. Pues no es una teología moral que juzga meramente la eticidad
Anteriormente decíamos que en la teología de la liberación la fe es me- de las acciones, sino que articula reflexivamente —a la luz de la Escritura
diada históricamente tanto en el camino ascendente de interpretación de la leída en la Iglesia— la presencia salvadora de Dios, que ella discierne, y a
realidad sociopolítica latinoamericana como en el camino descendente de su su luz reinterpreta la Escritura. Por ello es realmente teología, pues no es
concreción en praxis liberadora, praxis desde la cual se reflexiona. Pues bien, sino el logos del theos, pero del Dios que se revela salvíficamente en la
el discernimiento y la consiguiente liberación apuntados en el párrafo anterior historia, también en la historia concreta, política, conflictiva, de América
deben y pueden darse en ambos movimientos2. Estimamos que, de hecho, Latina.
se dan en numerosos aportes de dicha teología, aunque no siempre. J.-C. SCANNONE
En el camino ascendente, la teología, al asumir dichas interpretaciones
(por ejemplo, la teoría de la dependencia) y al articularlas en un lenguaje de
fe, las coloca en un ámbito de libertad. Es decir, las relativiza desabsoluti-
zándolas de su eventual pretensión ideológica de ser la verdad absoluta, total
y exclusiva. Las libera de un sentido reductivo a lo económico, político o
social, y des-univociza su lenguaje, abriéndolo a la imprevisibilidad de nuevas
situaciones. (Ese sentido, no por ser abierto, deja de estar determinado por
la situación de cuyo análisis se partió).
En el camino descendente hacia la praxis se libera a la utopía de conside-
rarse definitiva y total, y se la deja ser lo que es: utopía, esencialmente abier-
ta en la tensión del ya, pero todavía no. Y se respetan la opción y acción

* Cf. mi trabajo Teología y política. El actual desafio planteado al len-


guaje teológico latinoamericano de liberación, en Fe cristiana y cambio so-
cial en América Latina. Encuentro de El Escorial, 1972 (Salamanca 1973)
247-264.

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