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NATALIA WIESNER RIVERA T00050566

El diario de Adán y Eva, Mark Twain.


El contexto del libro se desarrolla en la reconocida y popular historia bíblica de la creación, el primer
hombre, la primera familia, el primer amor en pareja de la historia.
Twain empieza la narración situando a Adán en el majestuoso Jardín del Edén, solo con la compañía
de los otros seres creados por Dios, animales de todas las clases, de cuatro patas, de dos, otros que se
arrastran; pero nada semejante ni por muy poco a lo que él era.
Primer ser humano, aunque mejor llamarlo así como Dios lo planeó, el primer HOMBRE.
Creado de primero, solo entre la naturaleza, con superioridad ante el resto de cosas, seres y objetos
que existían, podría decirse que se sentía por encima de todo lo creado, y acostumbrado de alguna
manera a la vida que llevaba, una vida tranquila, en paz, en silencio. Así fue diseñado, solo. Y así
vivió por mucho tiempo.
Ante la llegada de otro individuo tan semejante a él se sintió invadido, y hasta amenazado. Y no solo
en el sentido de amenaza en cuanto a peligro, sino una amenaza a su paz, a su regularidad, a sus días
tan comunes y tan iguales unos a otros.
Este nuevo individuo que hablaba por doquier, le ponía nombres a todo, se la pasaba de aquí para allá
explorando y conociendo y estaba sobre Adán todo el tiempo, le hacía sentir como si le estuviera
succionando el aire.
Se puede comprender que se sintió abrumado ante esta presencia que no lo dejaba tranquilo ni un
momento. Pero, a pesar de tener una “excusa” podemos notar un carácter intolerable e impaciente,
cerrado a lo nuevo y desconocido. En vez de intentar conocer a este nuevo ser, su reacción a ella, fue
de rechazo rotundo. No quería que su paz y su “normalidad” cambiaran y solo se plantó en una actitud
sarcástica hacia ella, egocéntrica, despreciable y un poco odiosa, a mí parecer.
En cuanto a Eva, podríamos describirla como muy curiosa, encantada con todo lo que ve, con ganas
de saber y conocer qué hay a su alrededor, con preguntas cada minuto y demasiado amigable y hasta
coqueta.
Tenía tanto interés en conocer a Adán y sentirse acompañada que terminó ahuyentándolo por un
tiempo.
Bastante perseverante, paciente y con buen ánimo, tenía claro lo que quería y lo consiguió.
Adán dejó de lado esas actitudes de desprecio y rechazo, para convertirse en un agradable y muy
enamorado compañero de Eva.
Estas dos posiciones representan como se crea el amor de pareja, pasando de un odio al principio de
la obra por parte de Adán y solo la intención de conocerlo por parte de Eva, a un entrañable amor
que, aún destituidos del glorioso edén y con el castigo de Dios, es más que suficiente para ellos.
El amor cambia y llena.

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