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Siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo

Como he dicho en otras ocasiones, la condición del mundo continua deteriorando. Con cada día que pasa las naciones
se acercan más a la guerras, y a situaciones económicas alarmantes; lo único que los políticos hacen son promesas
que no pueden cumplir, y continúan mal gastando el dinero.

Los valores morales continúan en decadencia, y el número de movimientos radicales (religiosos y seculares), quienes
buscan arrastrar al mundo entero a la anarquía y el caos continúa aumentando. Ahora pregunto, ¿por qué creen que
estas cosas están sucediendo? Les puedo decir que no es por casualidad, sino es porque el escenario está siendo
preparado para el inevitable inicio de la nueva orden mundial. ¿Por qué les he dicho estas cosas?

Quiero que quede muy claro que no les he dicho estas cosas para amedrentarles, o porque tengo algún tipo de
conocimiento profético del futuro. Sino que les he dicho estas cosas porque como fieles cristianos, tenemos que estar
muy conscientes del hecho de que estamos en medio de la guerra espiritual.

Ahora bien, en otras ocasiones nosotros hemos estudiado acerca de la guerra espiritual, la armadura de Dios, y la
espada que es la palabra de Dios. Hemos estudiado acerca de estas cosas porque la realidad es que el cristiano que
no esté consciente de la guerra en que nos encontramos, y que no use la armadura de Dios, siempre será un blanco
fácil para el enemigo. Y es exactamente por esa razón que el cristiano nunca puede ignorar, u olvidarse, del
conocimiento y los dones que hemos recibido a través de la palabra de Dios.

Pero hoy no voy a enfocar el estudio bíblico que compartiremos, en la guerra espiritual o la armadura de Dios. Hoy
deseo que estudiemos acerca de lo dones que quizás hemos ignorado, o no sabemos que tenemos.

Así que el estudio bíblico de hoy será para estudiar y aprender acerca de los dones espirituales que se nos han
entregado, porque como les dije, la condición del mundo continúa deteriorando, y es hora de que el Cuerpo de Cristo
entre en acción. Pasemos ahora a la palabra de Dios.

Romanos 12:4-8 – Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros
tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de
los otros. 6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Como acostumbro decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros hoy, nos será
necesario hacer un breve repaso de historia. La carta a los Romanos fue escrita por Pablo, y fue dirigida a los
cristianos que residían en la ciudad de Roma [1]. Esto es algo importante de notar porque Roma era el centro del
imperio, y era una ciudad étnica diversa. En el primer siglo d.C, esta ciudad tenía una población de alrededor de un
millón de personas, en un área de menos de diez millas cuadradas.

Dentro de esta población tan grande, se estima que había entre 40,000 y 50,000 judíos. Como podemos deducir
según el número de la población, la ciudad era predominantemente habitada por gentiles. Esto significa que la iglesia
cristiana en Roma estaba compuesta de ambos judíos y gentiles. Es importante también saber que Pablo le estaba
escribiendo a una iglesia que él nunca había visitado, y que él no estaba enfocando ningún problema específico en la
iglesia.

Pablo escribió esta epístola para revelarles la doctrina de soteriología (derivado del la palabra Griega “soter” que es
definida como salvador.) En otras palabras para enseñarles el plan de salvación a través de Jesucristo; para enseñarles
como los judíos y gentiles formaban parte del plan de Dios, y para exhortarles a que viviesen vidas justas y en
armonía [2]. Manteniendo estos breves detalles en mente continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
Lo primero que vemos aquí es que se nos dice: “…Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,
pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y
todos miembros los unos de los otros…” Como podemos ver, aquí Pablo compara el Cuerpo de Cristo, es decir la
iglesia, al cuerpo humano.

Si meditamos en esto solamente por un breve instante, todos veremos que aquí Pablo utiliza un tremendo ejemplo.
Como todos sabemos, cada parte de nuestro cuerpo tiene una función especial y necesaria. El corazón bombea la
sangre, la sangre suple los órganos con oxigeno, y los pulmones oxigenan la sangre. ¿Qué es el punto que estoy
tratando de hacer con todo esto? Lo que les estoy diciendo es que todos los órganos, y todas las partes del cuerpo
tienen una dependencia total de las otras para funcionar debidamente.

A pesar de que todas las partes del cuerpo son diferentes, todas tienen un propósito y necesitan funcionar en conjunto
para mantener a una persona viva y saludable. Los cristianos formamos el Cuerpo de Cristo, y tenemos que hacer
igual. Tenemos que laborar juntos si deseamos que el Cuerpo de Cristo se mantenga vivo y saludable. Y de la
manera que nosotros podemos lograr esto es a través del uso de los dones que Dios nos ha entregado.

Dios le ha entregado dones a todos los cristianos a fin de que podamos edificar Su iglesia, y para que la mantengamos
viva y saludable. Al igual que todas las partes y órganos del cuerpo humano tienen una función específica, todo
creyente tiene una función específica dentro del Cuerpo de Cristo [3]. Pero lo que sucede es que una gran porción
de los cristianos ignoran, o no están dispuestos a descubrir y usar los dones que Dios les ha entregado. ¿A qué se
debe esto?

Esto se debe en mayor parte a que una gran porción de los cristianos piensan, que los dones son algo reservados para los
que ocupan un puesto dentro de la congregación, pero esto no es verdad.

Dios le ha entregado dones a todos los miembros, y esto es algo que queda bien claro en 1 Pedro 4:11 cuando leemos:
“…Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios…” Dile a la persona que tienes a tu lado: tú tienes dones.

Quiero que nos fijemos bien en que aquí Pedro dijo: “…Cada uno…” Pedro no dijo que los dones habían sido
entregados a solo los obispos, pastores, diáconos, y cualquier otra posición que una persona pueda ocupar dentro de
una congregación. Y es exactamente por eso que en la epístola a los romanos vemos que Pablo dice: “…somos un
cuerpo en Cristo…” Dile a la persona que tienes a tu lado: somos uno en Cristo.

Continuando leemos: “…De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el
que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría…”

Les puedo asegurar que todos aquí hemos recibido todos los dones mencionados en esta porción de las escrituras. Y
quizás algunos piensen que esto no puede ser, ya que el primer don que vemos mencionado aquí es el don de
“profecía”. Pero les digo que todos aquí hemos recibido todos estos dones. Examinemos estos dones uno por uno
para que entiendan bien lo que les digo, y los descubran en su vida.

Para concluir. Como hemos podido ver, todos nosotros, y toda persona que forma parte del Cuerpo de Cristo, tiene
los dones mencionados en estos versículos. Y la razón por la que tenemos estos dones es para que a través de su uso,
mantengamos el Cuerpo de Cristo vivo y saludable.

Recordemos que los cristianos somos los órganos vitales del Cuerpo de Cristo, y usando la analogía del cuerpo,
Pablo nos demuestra la importancia de cada miembro.
Recordemos que los dones que Dios nos ha entregado no son para que los guardemos en una gaveta, o para que
los ignoremos. Los dones que Dios nos ha entregado son para que obremos en conjunto para mantener el Cuerpo de
Cristo vivo y saludable.

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