Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
UN GRITO DE LIBERTAD
V. P. E. 17.
2
Dedico este trabajo, a
Marlo Morgan y su libro
“Las voces del desierto”
una obra que me guió y
me acompañó, en uno de
los peores momentos de mi
existencia.
3
Índice
4
1. Hasta que la muerte nos separe.
5
Pero: ¿Qué sucedería si el secuestrador tuviera la
paciencia necesaria, para disfrutar del trofeo
incautado, muchos años después? Y mejor aún, ¿y
si el secuestro no hubiese existido jamás? Por
cierto, me llamo Izent y esta es la historia de mi
vida. Si te interesa un viaje por la frontera entre el
bien y el mal, solo te puedo decir un par de cosas
antes de empezar: primero, no me gustaría ser
demasiado pedante, pero estoy convencido de que
nadie será capaz, de destramar los entresijos de los
últimos capítulos. Si quieres intuirlos, tendrás que
olvidar todo lo que has aprendido y empezar a ver
las cosas desde otra perspectiva. ¿Serás capaz? Y
dos, la narración tiene un final… bueno, lo cierto es
que como todo en esta sociedad, eso dependerá de
tus creencias, valores y principios, así que, lo mejor
es que tú decidas si termina bien o mal.
6
excedía con creces los límites del aforo. Deslizarse
entre tanta gente era casi imposible, pero éramos
jóvenes y teníamos muchas ganas de pasarlo bien.
Como tortugas a cámara lenta bajo una presión
asfixiante, nos desplazamos entre semejante
multitud hasta la barra más cercana a la entrada.
Salvado el primer escollo, buscamos una grieta
entre aquella muralla humana que rodeaba nuestro
objetivo, la tapia era tan densa que… Sin embargo,
mantuvimos las posiciones y esperamos con
paciencia nuestra oportunidad. Con la bebida en
nuestro poder, buscamos un lugar donde
asentarnos; por mi mente, pasó fugazmente la
imagen de una playa en pleno verano. ¿Seríamos
capaces de plantar la sombrilla entre tanta gente
bailando?
7
amigos. En mi caso era diferente, pese a mi eterna
timidez, la música y el baile siempre han sido un
poderoso estimulante. Unas notas bien colocadas,
bastaban para liberar los anclajes de mi cuerpo y
dejarme llevar por el ritmo de la música. Mientras
ellos permanecían sentados en unos taburetes, yo
seguía dejándome llevar por los últimos acordes de
la canción.
8
atrapó una vez más mi cuerpo. Mis amigos,
sentados todavía en los taburetes, buscaban
incesantes una grieta entre la barrera humana que
rodeaba a la chica, mientras que yo, me dejé llevar
por el sonido envolvente de la canción.
9
mismo escenario y los mismos acontecimientos.
Como era de esperar, los chacales escondidos entre
las sombras, salieron de sus agujeros, el acecho fue
abrumador, pero antes de que las fieras rodearan
por completo a la presa, pude sentir cómo esos
enormes ojos azules, se entrelazaban por un
instante con los míos. Desbocada, la sangre fluyó
con excesiva energía por mi cuerpo, bombeada por
mi descontrolado corazón.
10
cierro los ojos, siento las notas y me dejo llevar por
la música.
11
no tenía tiempo para comidas elaboradas, por eso
me preparé un bocadillo. En un suspiro, el
apreciado alimento se evaporó de mis manos. El
tiempo me pisaba los talones; una ducha rápida, un
afeitado express, la ropa y en marcha. Eran las seis
de la tarde, tenía media hora para llegar hasta la
cafetería donde había quedado.
12
necesitaba sentirme especial y nada de lo que
me ponía me gustaba. Sin exagerar, creo que
me he cambiado más de veinte veces.
- Con una sonrisa en los labios respondí: Las
rosa no necesitan más decoración, basta con
contemplar su belleza.
- Ya, pero las rosas no piensan y yo creo que
lo hago demasiado. -Replicó un tanto
ruborizada.
- Tienes razón, es una de las pegas de los
humanos, pensamos demasiado, cuando la
mayoría de las veces, tan solo tendríamos
que dejarnos llevar por el instinto.
- Con un gesto de su cabeza y sus hombros dio
su conformidad. -¿Nos vamos o quieres
tomar algo?
- Si nos encantamos no llegaremos a esa cita
con el sol.
- Entonces sube, conozco el lugar apropiado
para este tipo de acontecimientos.
- ¡Vale!
- ¿Te gusta? –Preguntó pasando su mano por
el volante–. Mis padres me lo regalaron
cuando cumplí los dieciocho.
- Un montón de preguntas se amontonaron en
mi cabeza. –Sí–. Respondí sin mucha pasión.
Ella se giró y me miró con un claro signo de
interrogación en su frente, sin duda no era la
respuesta entusiasta que esperaba. –Verás…
– Dije sopesando las palabras–. Los coches
no me gustan, como objetos útiles, vale, pero
no me transmiten nada, sin embargo las
13
motos…
- Entiendo, coches no, motos sí, pero… ¿Por
qué? Al fin y al cabo, ambas son máquinas
con motor y ruedas.
- Creo que es una cuestión de sensación,
cuando voy en moto, es como si estuviera
montando a caballo, sé que no es lo mismo,
pero es lo que siento.
- ¿Te gustaría montar a caballo? -Preguntó
entusiasmada.
- No. -Respondí tajantemente.
- Claro… te da miedo. Afirmó con seguridad.
- No, el miedo no es la razón.
- ¿Entonces?
- Una vez suba a caballo, cualquier vehículo
construido por los humanos, se volverá
insípido. De momento, me conformo con las
sensaciones que experimento cuando voy en
moto. Imagínate llegar al trabajo o al centro
comercial montado en mí caballo. -Durante
un buen rato nos reímos con entusiasmo,
contagiándonos la risa el uno al otro.
- ¿Estudias o trabajas? -Preguntó.
- Las dos cosas. Trabajo como fotógrafo en
prácticas en un periódico local, el sueldo es
deplorable, pero estoy adquiriendo mucha
experiencia, que al fin y al cabo, es lo único
que me importa. Más de la mitad de la
nómina, la invierto en cursos de fotografía.
- Eres un chico muy ocupado. –Respondió
pensativa–. En esa apretada agenda, ¿tendrás
un hueco para mí?
14
- De todas las tareas que tengo pendiente, tú
eres la más importante. –No dijo nada, tan
solo se giró un instante y me miró fijamente
a los ojos-. Y tú, ¿estudias o trabajas?
- Trabajo en la fábrica de mi padre desde los
dieciséis. Los estudios y yo, no nos llevamos
nada bien.
- ¿Qué construís?
- Piezas para diferentes modelos y casas de
coches, tenemos clientes en Asia, Europa y
América. La empresa la creó mi abuelo y
como es lógico, la heredó mi padre. La
secretaria de mi padre, que era la de mi
abuelo, se jubiló y yo ocupé su lugar.
- ¿Algún hermano?
- No, soy hija única. ¿Te gusta el lugar? -
Preguntó de repente.
- Estaba tan pendiente de ella, que apenas
reparé en el trayecto recorrido. Sin ninguna
duda, el lugar era increíblemente hermoso;
en lo más alto de una montaña, el mar se
extendía radiante a mi espalda y enfrente, el
sol se preparaba para esconderse detrás de
otra montaña. –Sí, aunque demasiado lejos
de tu belleza–. Ella me miró otra vez y no
dijo nada.
15
mi hombro.
- ¿Por qué? -Pregunté mientras la rodeaba con
mi brazo.
- Por tu manera de bailar.
- ¿Cómo? -No entendía bien su significado.
- Si no hubiese sido por tu manera apasionada
de bailar, jamás me habría fijado en ti.
- Gracias.
- ¿Por qué? -Preguntó incorporándose.
- Por fijarte en mí. -Respondí sonriendo.
16
me causaron impresión. Lo único que me mantenía
unido a tanta pomposidad, tenía nombre y
apellidos. Al final, pese al enorme escalón social
entre ambas familias, nuestra relación fue acogida
de buen grado por ambas partes.
17
enlace, una gigantesca carpa acogió a todos los
invitados al convite. Afortunadamente para nuestra
economía, todos los gastos de la ceremonia fueron
sufragados por sus padres. Como no, ese fue su
regalo de boda. Mi familia navegó en estas aguas
tan inhóspitas como pudo, humilde, sí, pero con la
cara bien alta. Al final, todos se fueron satisfechos.
18
2. Hasta que la vida nos separe.
19
Un día llegó muy excitada y bastante feliz, su
padre la había nombrado vicepresidenta de la
empresa. Sin mucho afán la abracé y le di la
enhorabuena. Tal y como sospechaba, sus nuevas
responsabilidades y tareas se habían multiplicado
por dos o puede que más. Aunque llegaba a la
misma hora, en su maletín de cuero negro,
amontonaba una pila de documentos que tenía que
revisar. La escasa comunicación que habíamos
conseguido mantener, se evaporó entre papeles.
Tan solo los domingos manteníamos una relación
de pareja, ya que los sábados trabajaba como si
fuera un día más. Resultaba irónicamente
perturbador, teníamos la cuenta bancaria a rebosar
y no teníamos tiempo para gastarlo.
20
Una mañana lluviosa de invierno, me reuní con el
director del periódico en su despacho. David, el jefe
del departamento gráfico, se jubilaba
anticipadamente, al parecer, algún problema de
salud. Entre los posibles candidatos, mi nombre
figuraba en lo más alto de la lista. La oferta era
tentadora, muchos privilegios y una retribución
económica considerable. Sin embargo, había un
gran inconveniente, tenía que sustituir mi querida
cámara, por un despacho privado y un flamante
ordenador de última generación. Las dudas me
asaltaban, por eso solicité un par de días para
reflexionar, mi jefe me dio todo el tiempo que
creyera oportuno, al fin y al cabo, David estaría un
mes más entre nosotros.
21
- Te está esperando. –Recalcó la chica sin más.
- Pasa, pasa. –Pude escuchar su voz que salía
del despacho.
- Buenos días.
- No te esperaba tan pronto. –Respondió con
una sonrisa.
- Lo sé, pero tengo clara mi decisión, así que
no tiene sentido esperar.
- ¿Y cuál es?
- Agradezco la oferta y la confianza que la
empresa ha depositado en mí, pero no estoy
preparado para dar un paso de semejante
envergadura.
- Estás más que preparado, de hecho eres el
mejor y único candidato.
- Puede que sea así, pero en este momento no
me siento preparado.
- Vale. –Dijo mientras jugaba con el bolígrafo
entre sus dedos-. Aun así, si cambias de
opinión, no dudes en comunicármelo.
- Gracias otra vez.
22
vez en nuestra relación. El caos y la sinrazón se fue
apoderando de nuestras vidas, hasta que la situación
se volvió insostenible.
23
bastante mosqueada.
- ¡Mírate! –Dije con firmeza–. Casi siempre
estás de mala leche, ya no recuerdo cómo es
tu sonrisa.
24
de cariño y algo de comprensión. Berreando desde
la cocina, abrí la puerta y salí de aquella
endemoniada casa, mientras sus palabras rebotaban
incesantes en mi cabeza. Sin duda, como todo ser
humano, tengo mis defectos, pero la envidia y los
celos, con total rotundidad no están entre ellos.
¿Qué imagen tenía Sandra de mí? ¿Tanto la había
consumido esta sociedad, que ya no era capaz de
reconocer al hombre con el que estaba casada? Su
errónea observación me dejó profundamente
preocupado, Algo en su interior había cambiado,
algo que no lograba comprender se transformaba
lentamente pero sin pausa.
25
estrenar se almacenaban en el armario y más tarde,
en el trastero. El pánico financiero me saturó por
primera vez en mi vida. ¿Cuánto tiempo podría
soportar nuestra economía este nuevo ritmo de
vida?
- ¿Izent?
- El mismo.
- Soy Héctor.
- ¡Joder, Héctor, cuánto tiempo! ¿Cómo has
conseguido mi móvil?
- Me lo ha dado un compañero de trabajo.
26
- Claro… ¿Todo bien?
- Sí, más o menos todo bien, ya quedamos un
día y nos ponemos al corriente mientras nos
tomamos unas cervezas.
- Por supuesto.
- Escucha, no sé por qué, pero hoy sin ton ni
son he recordado los buenos momentos que
pasamos.
- Muchos y muy buenos. –Repliqué.
- El caso, es que las fuerzas especiales, están
acordonando una calle de la zona rica de la
ciudad, desconozco cuál es el asunto, pero
estoy seguro de que se trata de algo gordo, tal
vez te interese cubrir la noticia y sacar las
primeras instantáneas de la operación.
- Me interesa, gracias por la información.
- De nada, todo sea por los viejos tiempos.
- ¿Lugar? –Pregunté.
- Junto al hotel Bahía.
27
lujoso de la ciudad, un recinto de cinco estrellas,
que alberga todo lo necesario para la gente más rica
y selecta de este planeta. Un nuevo movimiento de
la policía, ubicó al objetivo en un edificio
colindante al Bahía, un complejo casi tan alto como
el hotel, donde el metro cuadrado de la vivienda, se
encuentra al alcance de muy pocos bolsillos. Como
era de esperar, los curiosos y mis compañeros de
profesión, no tardaron en llegar, amontonándose en
las improvisadas barricadas que había montado la
policía. El ojo de halcón de mi cámara, enfocaba
nítidamente el patio de aquel ostentoso edificio.
Apresuradamente, los agentes apartaron a la gente
para crear un paso entre una de las barreras. Con
suma rapidez, dos furgonetas negras y relucientes
se introdujeron en el interior de la zona restringida,
estacionando enfrente del patio que antes señalé.
Un desfile de policías bien protegidos y con armas
automáticas, empezaron a salir del interior del
edificio, rodeando a varios hombres esposados. Una
captura exitosa, que al parecer se había saldado sin
ninguna baja aparente.
- ¿Héctor?
28
- ¿Dime, Izent?
- Te debo una.
- No me debes nada.
- Vale, pero espero que me dejes invitarte a
una cerveza.
- Eso está hecho, ¿te viene bien ahora?
- Por supuesto.
- ¿Dónde estás?
- Prácticamente en la puerta del hotel.
- Cinco minutos y me reúno contigo.
- Te espero.
29
señalando al hotel–. Lo siento, pero no tengo
mucho tiempo.
- Claro.
30
- Entonces, tiene una hermana gemela que
vive también en esta ciudad.
- ¿Cómo? –Pregunté desorientado.
- Gírate despacio y mira el mostrador de
recepción.
- Entre la doble puerta acristalada de la
cafetería, pude ver a una mujer que hablaba
con uno de los recepcionistas. –No es su
hermana gemela–. Respondí abatido. –Es
Sandra.
- ¿Qué hace aquí? –Justo en ese instante, un
joven trajeado y de muy buena presencia,
apareció en escena caminando hacia ella, él
le puso la mano en la cintura y le dedicó una
amplia sonrisa, un gesto que fue rápidamente
correspondido por ella–. No me gustaría
sacar conclusiones precipitadas, pero creo
que ya sé lo que hace aquí.
- Dos más dos son cuatro. –Puntualicé sin más.
31
época y el principio de otra.
32
claro que no han venido para hablar de
negocios.
- Si así fuera, no creo que ese sea el objetivo
principal de su encuentro, ya que se han
besado en el ascensor.
- (Un suspiro)… -Gracias.
- ¿Qué vas a hacer?
- Hasta que pueda hablar con ella, vigilaré el
hotel para ver si los veo salir.
- ¿Por qué?
- La charla de mañana será complicada,
cuantos más datos tenga mejor, pero antes
tengo que resolver un par de asuntos.
- Está bien, yo te cubro hasta que vuelvas.
- No es necesario, ya has hecho demasiado.
- Él sabía que en este momento lo necesitaba,
así que fue tajante. -Te espero aquí sentado,
no tardes mucho.
- Vale.
33
sentidos.
34
- Lo siento, estaba aburrido y tenía mucha
hambre. –Dijo con la mano levantada
buscando al camarero-. ¿Qué quieres comer?
- Nada, no era una respuesta que encajara con
él, por eso le solté una mentira piadosa,
además, lo que menos me apetecía en este
momento, era comer. –He ido a casa para
coger el coche y me he comido un bocata por
el camino.
- ¿Algo de postre?
- No, solo café. ¿Han salido del hotel?
- No, siguen en la habitación.
35
hombres con una pinta que no me gustaba un pelo,
me miraban desde el interior. Asustado, me quedé
petrificado, instintivamente presioné el seguro del
coche y cogí mi pesada cámara con firmeza. Los
dos salieron del vehículo, y se quedaron de pie
junto a mi puerta. Mientras uno buscaba entre su
chaqueta, el otro apoyó la mano en el techo de mi
coche. El terror se apoderó de mí en ese instante.
¡Qué sacaría? Un destornillador, una navaja o tal
vez una pistola.
36
hospeda en el hotel. Si tengo suerte, su cara
podía ser la portada de mañana. –Sin
preguntar nada más, le dio la acreditación a
su compañero.
- Tras un silencio incómodo preguntó por fin. -
¿Qué famoso?
- ¿Necesito un abogado? –Pregunté con ironía.
Las chispas entre los dos cargaban el
ambiente. Aunque de malas maneras, sé que
solo hacía su labor, pero hoy no era el día
indicado para este tipo de estupideces.
Además, que yo supiese, no era ningún delito
estar sentado en el interior de mi propio
coche
- Todo en orden. –Dijo el policía que acababa
de salir del coche y me hacía entrega de
todos mis documentos.
- Paparazzi… –Replico su compañero con un
tono despectivo.
- Sin menospreciar la labor de mis colegas,
para usted fotógrafo de prensa, agente
numero 0398 de la policía secreta. –Respondí
aguantando la mirada desafiante. En mi
trabajo, la observación es una parte
importante de mis tareas. Tan solo un
instante necesité para memorizar el número
de identificación de su placa.
- ¡Vamos, aquí no hacemos nada! -Gritó su
compañero al ver la situación. El chulo y
prepotente capullo, escupía cuchillos por los
ojos. -¡Vamos!– Gritó de nuevo mientras lo
arrastraba del brazo.
37
El rottweiler se subió al coche con el rabo entre
las piernas. Sin prejuicios y con un poco de respeto
y educación, la conversación habría transcurrido
por otro camino. Lo siento, pero no soporto a las
personas prepotentes y menos aún cuando abusan
de su autoridad.
38
De regreso a casa, el cansancio una vez más se
aferró con firmeza a mi cuerpo. Cuando me
encontraba en el interior del patio, el móvil sonó
despiadadamente, era Héctor.
39
para darme una ducha, hacer la cena y retocar un
poco mi pálido y escuálido reflejo. Más o menos a
la hora indicada, Sandra entró por la puerta de casa,
después de un beso de cortesía y un par de
conversaciones rutinarias, nos sentamos en la mesa
para cenar. ¡Bienvenidos al circo, tomen sus
asientos, porque el espectáculo está a punto de
comenzar!
40
tarde,
- Para las seis de la tarde. –Recalqué con cierto
retintín.
- ¡A las seis! –Puntualizó con mala hostia.
- Ya… Si te fuiste ayer a las seis, ¿por qué
estabas esta mañana todavía en el hotel?
- ¡Joder, Izent!, ¿es que me has puesto un puto
detective?
41
padres y he vuelto al hotel a las ocho de la
mañana para cerrar el contrato con el cliente,
él necesitaba consultarlo con la almohada
antes de tomar una decisión. He salido del
hotel a las diez de la mañana y me he ido
corriendo al aeropuerto.
- Por fin algo que se ajusta a la realidad, pensé
mientras escuchaba su fantástico relato. -
¿Qué tal tus padres? Hace tiempo que no sé
nada de ellos–. Dije mientras me dirigía
hacia mi móvil.
- ¿Dónde vas? –Preguntó exaltada–. ¿No irás a
llamarles ahora?
- Solo voy a ponerlo a cargar. Si eso, ya les
llamo mañana a primera hora.
- No es necesario, si quieres, podemos quedar
con ellos este domingo.
- Vale. -A estas alturas ya tenía la respuesta
que andaba buscando. Sandra es de las que
tira la piedra y esconde la mano. Hasta que
no esté completamente acorralada, no
admitirá su engaño. Mientras pueda,
mantendrá su espléndida fachada de persona
y esposa perfecta. Un título honorífico que
no sé muy bien para qué sirve. Después de un
corto y molesto silencio, solté de sopetón–.
Quiero el divorcio.
- ¿Cómo? –Preguntó sorprendida y aturdida a
la vez.
- La próxima vez que te pegues el lote con
alguien en el ascensor de un hotel, asegúrate
de que en el interior no vaya algún conocido.
42
- ¿Qué mierda me estás contando?
- Cuando tú y tu acompañante subíais a la
octava planta del Bahía, para dirigiros a la
habitación 416- C, un amigo mío estaba justo
detrás de ti. No he contratado a nadie, pero
llevo casi un día pegado al jodido hotel. En
todo este tiempo, no has salido ni una sola
vez, así que no me cuentes más batallitas y
reconoce de una vez por todas, que estás
acostándote con otro tío.
- Una vez más, la mejor defensa siempre es un
buen ataque. –Eres un hijo de puta, todo es
por tú culpa, la envidia y los celos te corroen,
desde que me ascendieron, ya no eres el
mismo, porque tú… y además tú… y tú…
43
lleva a ningún sitio.
44
Según mis reflexiones, no podía juzgar ni
reprochar nada a mi mujer. Tan solo hubo una cosa
que me molestó y me dejó bastante tocado, cómo
no, me refiero a la relación que mantuvo con otro
hombre. Si ya solo era un compañero con el que
compartir el día a día, si ya solo era eso, me hubiese
gustado saberlo por su boca. Por mucho dolor que
pudiera sentir, habría aceptado que nuestro amor
había llegado a su fin. Lo que no acepté, es que ella
jugara con mi esperanza y la ilusión de recuperar lo
que un día tuvimos. Yo jamás habría empezado una
relación, sin antes terminar con mi matrimonio.
Pero tampoco debería sorprenderme tanto, ya que
esto en nuestros días, también forma parte de lo
normal y rutinario.
45
estrellas, tan solo soy un humano más. A las
pruebas me remito, hace muchos años, comparé una
foto de mi padre cuando era niño con una de las
mías. Si no fuera por la ropa y el color amarillento
de la foto, podría afirmar que era un clon de mi
padre o su hermano gemelo. Sin ninguna duda, el
mismo ADN circula por mis venas.
46
3. Demonio con piel de cordero.
47
escueta, le puse al corriente de mi vida
sentimental.
- Ahora entiendo tu cara, más que un médico
necesitas un abogado.
- Hasta ese momento, no había caído en la
cuenta. –Sí, supongo que tienes razón.
- Tengo un amigo que es muy bueno y no es
excesivamente caro, si quieres te puedo dar
su número.
- Claro.
- Apunta, se llama… y su número es el…
- Necesitaré unos días a cuenta de vacaciones.
No te preocupes, regresaré lo antes posible.
- Tómate quince días, resuelve tus problemas y
descansa unos días.
- Agradezco tu ofrecimiento, pero necesito
trabajar, no es una decisión económica, es
que necesito tener la mente ocupada.
- Entiendo…
- ¿Cómo lo llevas?
- Siento como si me hubiesen sustraído el
corazón sin mi consentimiento, con un bisturí
mellado y sin anestesiar.
- Lo siento, si no hubiese sido por mi
48
llamada…
- No te disculpes, si no hubiese sido por tu
altruista llamada, la farsa de mi matrimonio
seguiría adelante hasta vete tú a saber. Algún
día este dolor desaparecerá y yo podré
empezar de cero. Gracias a ti, ahora tengo
esa posibilidad.
49
despierte?
- No, déjalo descansar. – Pero justo en ese
instante, salió mi padre del dormitorio con el
pijama y las zapatillas de ir por casa. Con su
abrazo experimenté los mismos sentimientos
que con mi madre y curiosamente tampoco se
interesó por mi mujer.
- ¿Vino o cerveza? –Preguntó mientras se
sentaba en el taburete de la cocina.
- Vino.
- Tengo algo importante que contaros. -Dije
con firmeza, mientras mi padre buscaba en la
despensa y mi madre removía las patatas de
la sartén.
- Te vas a divorciar. –Dijo ella de sopetón.
- Sí. –Respondí confuso.
- Era la crónica de una muerte anunciada. –
Recalcó mi padre.
- ¿Tan obvio era?
- Sí. –Respondieron mientras se miraban entre
sí.
- Lo sabemos desde antes de tu boda. –Afirmó
mi madre.
- ¿Por qué?
- Esta vez, mi padre tomó la palabra. -Hay
parejas que encajan y aun así, algún día se
separan. Sandra y tú nunca habéis encajado.
- No lo entiendo.
- El amor lo nubla todo. –Dijo mi madre–.
Pero hay cosas que no se pueden mezclar,
por mucho que remuevas y por mucho
empeño que pongas, el aceite y el agua nunca
50
se fusionan.
- Ya, demasiada diferencia social.
- No hijo, el dinero no tiene nada que ver. –
Matizó mi padre.
- ¿No…? ¿Entonces?
- Mi madre suspiró y dijo mirándome a los
ojos. –Veis la vida de diferente manera, de
hecho, prácticamente sois polos apuestos.
- ¡Paparruchas! –Gritó mi padre-. Polos
opuestos se atraen, ya… eso será en la física,
porque con los humanos esta teoría deja
mucho que desear.
- Así es. –Razonó mi madre–. Antes o después
vuestras inquietudes, sueños y necesidades,
os llevarían inevitablemente por caminos
diferentes, si a esto le sumamos las
complicaciones que nos proporciona esta
“bendita” sociedad, las probabilidades de
éxito son escasas o prácticamente nulas,
- ¿Por qué no me avisasteis?
- ¿Habría servido de algo? –Preguntó mi
padre.
- Mientras buscaba una respuesta, recalcó mi
madre: ¿nuestras advertencias, habrían
truncado tu relación?
- No. –Respondí esta vez con firmeza.
- Mantener esta conversación en aquel
entonces, habría sido completamente
contraproducente. Queremos lo mejor para ti,
pero en aquel momento, habría sido peor el
remedio que la enfermedad. –Argumentó mi
madre con mucho pesar.
51
- Izent. –Prosiguió mi padre–. Hay lecciones
que solo se aprenden de la experiencia y por
mucho que nos duela a tu madre y a mí, esta
es una de ellas. Ahora que ya te has quitado
el velo, es cuando puedes entender el valor
de nuestras palabras.
52
rompió la llamada de mi abogada.
- ¿Dime, Erica?
- Tenemos que hablar, ¿Cuándo puedes pasarte
por el despacho?
- ¿Te viene bien esta tarde?
- Vale, te espero a las siete.
- Perfecto.
53
¿Existen las reglas en el deporte? Sí, pero al final es
el árbitro el que las aplica según su criterio, a veces
acierta y otras no, favoreciendo a un equipo y
perjudicando a otro. Cientos de partidos se juegan
todos los días en los juzgados. Las leyes están, pero
al final es un ser humano el que aplica la sentencia.
54
la persona indicada? Para la inmensa mayoría de
los mortales, la justicia es un billete de lotería; en
mi caso, el boleto no era claramente ganador. Yo,
un equipo de barrio, me enfrentaba a uno de los
mejores equipos de primera división. David contra
Goliat. Sí, todos conocemos la historia, pero no nos
equivoquemos, en la vida real, salvo raras
excepciones, es Goliat el que aplasta y machaca sin
piedad a David.
55
maquinaria ya se ha puesto en marcha. Te
seré franca. –Dijo mientras se frotaba la
frente con la mano–. Este divorcio te dejará
tocado, muy tocado.
- Lo sé. –Contesté con resignación.
- Intentaré defenderte lo mejor que pueda, pero
no te prometo nada. Este caso será
complicado y lo más seguro, es que mis
honorarios se disparen. Tal vez prefieras
buscar otro abogado que no te salga tan caro,
tal vez un novel que cumpla con el protocolo
y te cueste lo menos posible.
- Gracias por tu honradez y por hablarme con
tanta franqueza, pero ahora más que nunca,
quiero que seas tú.
- ¿Seguro?
- ¡Sí!
- Tenemos mucho trabajo por delante, mañana
te espero a la misma hora, ¿puedes?
- Sí.
- Entonces, hasta mañana.
56
con valentía. Tal vez, un reto que excedía de sus
limitaciones y le impulsaba enérgicamente a luchar.
Con una carga extra, se zambulló en la faena.
57
- ¿Le has pegado o insultado alguna vez?
- No, pero en casos puntuales he alzado
bastante la voz, soy muy tranquilo, pero
también tengo mis límites.
- ¿Algún lío extramatrimonial?
- No, fue ella la que dio ese paso.
- ¿Algún hobby que te mantenga fuera de casa
mucho tiempo?
- No.
- ¿Ayudas a tu mujer en las tareas de casa?
- Prácticamente, yo me encargo de la casa, ella
se pasa todo el día trabajando y mi horario es
más flexible y compatible con la casa.
- Su cara dibujó una mueca de desconfianza. -
¿Eres sincero?
- No… solo vengo a pasar el rato. –Respondí
con ironía-. Pues claro, no tengo especial
interés en poner obstáculos en tu trabajo,
además… no me interesan los títulos
honoríficos.
- ¿De qué planeta has salido?
- Eso me pregunto yo.
- No lo entiendo. – Dijo pensativa-. ¿Por qué
te fue infiel? ¿Eres impotente o algo así?
- ¡Erica…! no te andas por las ramas. –
Respondí sonriendo-. De momento, no. Que
yo sepa, creo que suelo apañarme bastante
bien en la cama o por lo menos, dentro de lo
normal.
- Siento ser tan directa, pero… es que no lo
entiendo. A ver Izent ¿por qué te quieren
machacar?
58
- He reflexionado mucho y sinceramente no lo
sé. –Musité cabizbajo. En aquel momento yo
tampoco entendía nada, por eso me
formulaba esa pregunta una y otra vez. (La
respuesta, cómo no, llegó muchísimos años
después).
- Una silenciosa pausa se adueñó por un
instante del despacho. -¿Algo que puedan
usar en tu contra? No sé… Alguna pelea con
un vecino, alguna amenaza…
- No se me ocurre nada. –Respondí pensativo.
- Vale, si algún día se te enciende la bombilla,
pégame un toque.
- Después de asentir con la cabeza, pregunté. -
¿Cómo lo ves?
- Por suerte, eres una especie en extinción.
Mira, Izent, todos los humanos tienen trapos
sucios y nuestro trabajo es encontrarlos.
Ahora entiendo lo del grupo de abogados.
Doblegarte en los juzgados no será tan fácil,
tienen un duro trabajo por delante.
- Hola, Erica.
- ¿Qué tal? ¿Algo relevante que deba saber?
- Puede…
- Dime.
- Lo siento, pero no he encontrado nada que
59
puedan utilizar contra mí. Pero… ¿Te
interesaría algo que podríamos utilizar contra
ella?
- ¡Claro!
- Verás… Como ya te dije la ultima vez, fue
ella la que tuvo una aventura. Sé dónde
tenían lugar los encuentros, mi amigo Héctor
y yo los pillamos de casualidad.
- Algo así, podría jugar a nuestro favor. Tu
amigo… ¿testificaría en los juzgados?
- Supongo que sí.
- Si está de acuerdo, reuniros conmigo lo antes
posible.
60
próxima vez que te divorcies. –Dijo
devolviéndome el gesto.
- Puede que me enamore otra vez, pero jamás
me volveré a casar.
- Ya sabes el dicho, los humanos son los
únicos seres que tropiezan dos veces con la
misma piedra. He conocido a varias personas
que han estado sentadas donde tú estás y han
hecho la misma afirmación, pero al
final…Aunque he de reconocer, que tú te
sales bastante de los parámetros habituales,
no sé, puede que tú…
61
- Soy el agente García.
- ¿En qué puedo ayudarle, señor García?
- Verá… mi compañero y yo hemos traído al
hospital Sagrario, a un individuo, que tan
solo portaba en su pantalón, un papel con su
nombre y este número de teléfono. Sería
usted tan amable de venir para identificarlo.
- ¿Está muy grave? –Pregunté exaltado.
- Sí, está inconsciente en este momento, le han
robado y le han pegado una paliza de muerte.
- Una angustia aterradora se aferró a mis
entrañas. –Salgo inmediatamente.
- Gracias, le espero en la puerta de urgencias.
62
identificarlo.
- Mi cuerpo se puso a temblar ante la
escalofriante noticia. –Eso… espero… –
Escupí las palabras a trompicones, mientras
mi mente seguía buscando un lógico
candidato.
- Entre batas, camillas y personas aceleradas,
llegamos a nuestro destino. -Por aquí–. Dijo
García con el brazo extendido.
- ¡Madre mía! –Grité de espanto, la cara estaba
hinchada, morada y ensangrentada. Las
palabras del policía fueron demasiado sutiles,
su rostro estaba completamente desfigurado.
Intenté encontrar una cara en aquella figura
desencajada, pero no pude, sin embargo, el
pelo desaliñado y revuelto arrojó una
diminuta posibilidad. Mientras observaba
atónito aquel cuerpo tumbado sobre la cama,
García esperaba expectante mis conclusiones.
–Puede que sea… o también podría ser… no,
seguro que es…- Mierda, empecé a divagar y
a balbucear como si fuera un bebé. El agente
me miraba fijamente, hasta que su cara
cambió cuando recordó una las piezas
importantes del rompecabezas.
- ¡Tenga! –Dijo entregándome el papel
arrugado y lavado, que contenía mi nombre y
mi número de teléfono.
63
Entre todo lo escrito, un número destacó como si
tuviese luces de neón, he visto muchos seises en mi
vida, pero solo conozco una persona que los
termina en una especie de pequeña espiral; ahora ya
no tenía la más mínima duda. Durante muchos
años, sus apuntes del colegio y el instituto pasaron
por mis manos. ¿Cuántas horas estuvimos situados
en la misma habitación, estudiando las mismas
cosas? Muchas más de las que puedo recordar.
Como si mis piernas fueran finos hilos de alambres,
se doblegaron ante el peso de mi cuerpo, de no ser
por los rápidos reflejos de García, mis rodillas
habrían terminado ancladas en el suelo. Ayudado
por los dos agentes, acabé sentado en una silla que
había situada en un rincón de la habitación.
64
pedir mi consentimiento (un valioso gesto que
aprecié mucho en ese momento), empezó a
formular todo tipo de preguntas. Algunas
obtuvieron respuesta, pero otras, debido a nuestra
larga separación, se quedaron sin contestar. El
bolígrafo apuntó en aquella minúscula libreta, toda
la información que les pude facilitar. Una vez
terminado el lógico proceso para la investigación de
los hechos, García me dio su tarjeta y ambos
agentes se despidieron con un fuerte apretón de
manos. Casi un instante después, apareció la
enfermera con un vaso de agua y un tranquilizante
para mí. Todavía algo conmocionado, me levanté
de la silla, dejé el vaso en una especie de mesa
auxiliar y agradecí el oportuno ofrecimiento.
65
Cuánto dolor puede soportar un ser humano, una
reflexión que realicé sentado en mi coche, mientras
introducía la llave en el arranque, en aquel
momento no era consciente, pero esto tan solo era
la punta del iceberg. Una sensación de asfixia se
apoderó de mí en ese instante, las paredes de mi
pequeño habitáculo se comprimían a mí alrededor,
saqué las llaves, abrí la puerta y salí con rapidez de
aquel claustrofóbico lugar. Miré al cielo claro
lanzando preguntas, pero aún no era el momento de
las respuestas, todavía quedaban muchos
acontecimientos y nuevas preguntas, que llevarían
mi vida hasta extremos inimaginables. Caminando
con parsimonia por las calles de la ciudad, llegué a
casa de mis padres.
66
dañado.
- Pese al lamentable aspecto físico que
presentaba, las palabras de su madre, sonaron
como una dulce melodía para mis oídos. Un
suspiro efusivo y contenido salió por mi
boca. –Menos mal, ayer me fui a casa
tremendamente preocupado–. Ella no dijo
nada, tan solo me miró y afirmó con la
cabeza. -¿Cuándo despertará?
- Mañana, pasado, dentro de cuatro días… no
se sabe, cuando su cuerpo esté preparado lo
hará.
- No tardará mucho. –Dije apretando sus
manos con fuerza –. Héctor es fuerte.
- Hola. –Sonó una voz femenina detrás de mí.
- Pensaba que sería la hermana de Héctor, pero
cuando me giré, pude ver a la amable
enfermera que me saludaba con la mano,
mientras avanzaba hacia el final del pasillo –
Hola–. Respondí también con la mano
levantada.
Después de saludar a las visitas, salí pitando hacia
el periódico. Siempre que el trabajo me lo permitía,
me pasaba por el hospital, por suerte, aunque
Héctor seguía inconsciente, se recuperaba a buen
ritmo. Casi tres días después de su lucha contra las
lesiones, mi amigo regresó de su letargo.
67
como para saber que algo estaba fuera de lugar,
algo entre aquellas paredes no fluía como debía.
Entre su madre (única acompañante), Héctor y yo,
mantuvimos una larga conversación, aunque él se
encontraba nervioso y ausente. En un par de
ocasiones intenté averiguar a qué se debía su
enigmático estado, pero en ambos casos se salió por
la tangente. Un sentimiento de incomodidad, se
aferró a mí desde que puse un pie en la habitación.
Hasta que Héctor sacó con sutileza a su madre y
nos pudimos quedar solos.
68
mientras mi mente intentaba buscar alguna
respuesta lógica y coherente para esta extraña
situación. Tal y como dijo, habló con su madre,
para que yo ocupara esta noche su lugar, una vez
establecido el horario de intercambio, yo regresé al
trabajo. El maldito día se hizo extremadamente
largo y agotador, tal y como habíamos acordado,
me presenté a las once de la noche en su habitación,
una especie de miedo e intriga me carcomía por
dentro.
69
significado de la palabra “odio”, la famosa frase:
“Del amor al odio solo hay un paso”, se materializó
en aquella habitación en un instante. El poco cariño
que aún sentía por mi mujer, se esfumó envuelto en
ira, cólera, decepción… Sandra y todo su entorno,
se habían convertido en mi único enemigo. Ni en la
peor y más oscuras de mis pesadillas, me habría
imaginado semejante crueldad. Mi caída hacia un
abismo negro e infinito, seguía sin paracaídas.
70
primero, no quiero que te acerques a mí hasta
que tenga una sentencia en firme de los
juzgados.
- Izent…
- Héctor, no pondré en riesgo tu vida,
prométeme que no te pondrás en contacto
conmigo hasta que yo te llame.
- Pero…
- ¡Dame tu palabra!
- Está bien.
- Segundo. –Dije mientras husmeaba los
alrededores del hospital desde la ventana de
la habitación-. ¿Algún dato relevante que me
puedas dar?
- Como ya le dije al poli, todos iban con la
cara cubierta, pero el único que se dignó a
hablar conmigo era extranjero, tenía un
ligero acento, que no logré identificar. Por su
aspecto físico y su manera de comportarse,
yo diría que son o fueron militares.
- Contratar a semejantes individuos, no debe
ser cosa fácil. – Musité pensativo.
- Ni barato.
- Tercero y último punto. Mañana mantendré
una extensa charla con mi abogada, tendré
que afinar bien mis sentidos si quiero
encontrar alguna respuesta.
- Ten mucha paciencia y no bajes la guardia.
- A estas alturas, bajar la guardia sería casi
imposible, si tuviera dientes y uñas afiladas,
seguro que andaría por la calle mostrándolos
sin tapujos. –No te preocupes estaré bien.
71
Y… siento que mi mierda te haya salpicado.
- Bueno… más que salpicado, me ha caído
encima. –Respondió con una leve sonrisa en
su rostro.
- Cierto. –Confirmé con la cabeza.
- Tranquilo, Izent, no es culpa tuya, sabía que
Sandra era un `poco cabrona, pero jamás
imaginé que fuera tan hija de puta.
- Gracias, amigo. –Respondí con mi mano
ligeramente apoyada en su pecho.
- Cuídate…
- Cuídate…
72
- Izent.
- Encantada. –Dijo mientras me daba dos
besos en las mejillas.
- Igualmente, -Respondí–. Lo siento Emily, en
otro momento de mi vida habría accedido
encantado a tu petición, de hecho, lo más
seguro es que te lo hubiera pedido yo, pero
ahora me encuentro en una situación muy
complicada.
- ¿Es por lo de tu amigo?
- Esa es una parte, la otra es que estoy en
pleno proceso de separación y por decirlo de
alguna manera, está siendo mucho más
complicado de lo que esperaba.
- Entiendo… Una lástima, porque tenia
muchas ganas de conocer…
- Si no te importa… podríamos tener esa cena
cuando haya solucionado mis problemas y mi
vida no sea un auténtico caos.
- Toma, este es mi número, llámame cuando te
sientas preparado.
- Gracias, Emily.
- No son necesarias, a mí también me gustaría
que respetaran mi espacio y mis decisiones.
- Respeto y comprensión, dos cualidades que
valoro mucho en una relación.
- Prométeme que me llamarás.
- Prometido.
73
hacia mi coche, con cierta paranoia, observé a la
gente y los coches que pasaban o estaban
estacionados, todos me resultaron sospechosos.
Calma, mucha calma, me dije a mí mismo; este no
es un buen momento para perder los papeles. A
media mañana mientras estaba en la redacción,
recibí una llamada de Erica.
74
tipo de objeción. Antes de llegar a mi destino, di un
largo rodeo por la zona y me aseguré de que ningún
vehículo extraño me siguiera. Todas mis preguntas,
planteamientos, estudios y posibles caminos, se
esfumaron cuando Erica me relató la urgencia de
nuestro encuentro. Después de las oportunas
presentaciones, mi abogada y yo nos sentamos en la
mesa del salón, mientras mi amable colega se iba a
su cuarto para ver la televisión.
75
ganar. Héctor está en el hospital, le han dado
una paliza de muerte, si aparece en los
juzgados o la policía investiga a los Parris, él
morirá. Y visto lo visto, no creo que esta
gente se ande con tonterías.
- Una cara indescriptible se esbozó en su
rostro, tras un largo silencio, balbuceó. –
Esto… esto lo cambia todo. Luchar contra
ellos dentro de la ley es difícil, pero fuera de
ella es casi imposible. ¿Sabes a lo que te
enfrentas?
- Ilumíname.
- Con testigos falsos, te pueden convertir en lo
que ellos quieran: un borracho, ludópata,
violador, drogadicto, maltratador… Con
tiempo, dinero y las personas apropiadas,
serás un títere en los juzgados.
- Vamos… que estoy jodido y no puedo
escapar.
- En pocas palabras, así es.
- Menudo panorama. –Suspiré desde el
infierno.
- Aceptaré su dinero. –Respondió ella ante
todo lo acontecido–. Pero les pediré el triple
de su oferta, si están tan desesperados como
para pegar una paliza a una persona, seguro
que aceptarán. Cuando me paguen, lo
repartiremos a partes iguales entre los dos.
- Joder… qué encanto de mujer, realmente la
había cagado con ella y una vez más, me
volví a sentir un ser despreciable. –Gracias,
pero no me interesa el dinero y mucho menos
76
el suyo.
- Lo siento Izent, este trato no es negociable,
además, cuando termine el juicio no pensarás
lo mismo.
- Vale. -Respondí sin mucho interés.
- Solo te pido una cosa. –Dijo ella mirándome
fijamente a los ojos–. Pase lo que pase y
hagan lo que hagan, nunca te salgas de la ley,
¡nunca! ¿Queda claro?
- Sí.
- Ellos tienen el dinero y los contactos para
moverse en ese cenagal, tú no. Un
movimiento en falso y el peso de la ley caerá
sobre ti con toda su fuerza y contundencia.
Por favor, Izent, no les des ese placer.
- Entendido… nada de estupideces. Por cierto,
como ya te habrás imaginado, nos están
vigilando.
- Después de todo lo acontecido, no tenía la
más mínima duda. Siempre soy cautelosa con
todos mis clientes, pero ahora tendremos que
serlo mucho más, con este tipo de personas,
lo mejor es que no dejemos nada al azar. Para
serte sincera, ya he vivido alguna que otra
experiencia desagradable y ya no me fío de
nadie ni siquiera de las personas que me
contratan para defender sus intereses.
- Conozco perfectamente esa sensación. –Dije
con resignación.
- Si nos están vigilando, lo mejor es que
sigamos quedando en mi despacho y que
llevemos este caso como si nada, de lo
77
contrario, podríamos generar algún tipo de
sospecha.
- Será lo mejor. –Respondí reflexionando.
- Suerte. –Dijo extendiendo la mano.
- Gracias. Y siento mucho todo este lío.
- No hay nada que lamentar, además, si todo
sale bien, dudo que vuelva a tener un cliente
tan productivo como tú.
78
- ¿Podemos quedar?
- Por supuesto.
- ¿Mañana a las siete en mi despacho?
- Vale.
79
después, recibí otro sms suyo: “Ya he fotocopiado
los originales, puedes venir a recogerlos cuando
quieras”. No había originales, así que entendí que
tenía preparado mi parte del dinero. “Gracias, pero
de momento no los necesito, ya los recogeré cuando
pueda”, contesté vía sms
80
4. Sintiendo las llamas del infierno
81
horno, le planté un pan demasiado duro de roer,
pude sentir cómo el agobio y la angustia le
consumía por dentro.
- Relájate y siéntate.
- No puedo defenderte, no tengo tiempo para
preparar un juicio decente. –Respondió con
honestidad.
- Escucha. –Dije con voz serena–. La sentencia
de este caso, creo que se cerró hace tiempo
en la trastienda, a mi entender, el juicio es
tan solo una pantomima. Estamos hablando
de una de las familias más poderosas de la
ciudad, así que seremos carne de cañón; lo
único que te pido, es que lo hagas lo mejor
que puedas y pase lo que pase, nunca te
reprocharé cómo lleves el caso. Piénsalo
bien, no tendrás muchos expedientes donde
el cliente no te exija resultados, además, todo
esto te servirá de experiencia.
- Reflexionó durante un instante y al final… –
Vale, lo haré.
- Gracias, cuento contigo.
- De nada. –Respondió con el pulgar alzado.
82
motivo de mí existencia! Ahora mis poros solo
sangraban odio y desprecio, una imagen de Héctor
tumbado en la cama del hospital, nubló mi mente
cuando me crucé con ellos. Yo no lo sabia, pero a
estas alturas, Erica ya había recibido la segunda
entrega del dinero.
83
Sandra se quedó sin trabajo y para rematar la faena,
su psicólogo particular declaró que tuvo que dejar
el trabajo porque estaba con una depresión
profunda, debido a los últimos años de convivencia
matrimonial. ¿Qué imagen tendrían de mí las
personas que se encontraban en aquella sala? Lo
cierto es que me daba lo mismo, porque la gente
que me apreciaba y se había tomado la molestia de
conocerme, sabía muy bien de qué pasta estaba
hecho. En este momento, me bastaba con su apoyo
incondicional, de hecho, gracias a ellas este tramo
de mi vida fue más llevadero.
84
juzgado con una palabra grabada en mi mente,
“perdón”. Ya en la calle, busqué a la propietaria de
aquella palabra. Un poco apartada del lugar, pude
ver cómo paraba un táxi, yo cogí mi moto y con
mucha cautela la seguí hasta lo que parecía ser su
lugar de trabajo. A simple vista, parecía una
agencia de modelos, pero una extraña sensación,
me indicó que algo más turbio se escondía tras esas
paredes. Ahora ya sabía dónde trabajaba, pero
necesitaba saber dónde vivía. Mientras la esperaba,
hombres y mujeres entraban y salían del lugar.
Después de muchas horas de espera, mi objetivo
salió acompañado de tres chicas más, todas
entraron en el mismo coche y emprendieron el
camino. Por segunda vez este día, la seguí por las
calles de esta ciudad. La conductora aparcó el
coche y las cuatro muchachas entraron en el mismo
patio, al parecer, todas vivían en la misma casa o
por lo menos, en el mismo edificio del extrarradio.
Archivé toda esta información en mi mente y me
fui.
- Sí.
- Hola, Izent, soy Pablo, tu abogado.
- ¿Ya tienes la sentencia?
85
- Todavía no.
- ¿Qué puedo hacer por ti?
- Necesito hablar con alguien, la verdad es que
no sé por qué he marcado tu número.
- Te invito a cenar. -Contesté con serenidad.
- ¿Cómo lo haces? Yo en tu lugar, estaría
hundido.
- Y lo estoy, pero no quiero que ellos lo sepan.
Venga… dentro de una hora y media paso a
recogerte.
- Vale.
86
corrompas y te pases al lado oscuro.
- Ese es mi tormento y mi inseguridad, no me
gustaría transformarme en el Dark Veider de
los abogados. –Respondió preocupado.
- Entiendo tu angustia, pero no te rindas con
tanta facilidad, lucha por lo que crees.
Pablo… ningún camino te resultara fácil,
fíjate en mí, fotógrafo de prensa, a simple
vista una tarea sencilla de realizar. Eso es lo
que la gente ve desde fuera, pero créeme, hay
días que me cuesta coger la cámara y salir a
la calle. Estoy harto de fotografiar la
decadencia de la humanidad, en esta jungla
de asfalto, hormigón y cristal, solo veo dolor,
sufrimiento, ansiedad, egoísmo y una lista
demasiado larga de enumerar.
- ¿Por qué continúas?
- Porque en contadas ocasiones, encuentro un
oasis que me da la fuerza para continuar. Sin
ir más lejos, te acabas de convertir en uno de
ellos. El camino es largo y tortuoso, si
quieres avanzar, tendrás que encontrar tus
propios oasis.
- Hace media hora tenía claras mis ideas, ahora
ya no sé qué hacer.
- En tal caso, como persona que te ha tomado
un cierto cariño, solo te pido una cosa.
- Dime.
- Cuando tengas mi sentencia y el caso esté
cerrado, llama a este número de teléfono y
habla con Erica, es abogada como tú. Dile
que vas de mi parte, te atenderá encantada.
87
- ¿Otro oasis en tu camino? –Preguntó con
perspicacia.
- Así es, uno inesperado y en el momento
oportuno.
- Vale, hablaré con ella.
88
recordé a la atractiva enfermera. Cogí el móvil que
estaba en la mesita y marqué el número que tenía
almacenado en la tarjeta.
- ¿Emily?
- Sí, ¿quién eres?
- Delante del hospital te prometí que cuando
estuviera preparado te llamaría.
- Ah… hola Izent cuánto tiempo.
- Supongo que sí.
- ¿Todo bien?
- Te invito a un café y te lo cuento.
- Mira… Lo siento pero no, te esperé durante
muchos meses, hasta que di por hecho que te
habías olvidado de mí. Hace apenas un par
de semanas que he empezado una nueva
relación.
- Lo entiendo, es perfectamente comprensible;
siento que mis asuntos se hayan alargado
tanto, me habría encantado conocerte. Te
deseo mucha suerte y espero que tu nueva
pareja te haga enormemente feliz.
- Gracias, te deseo lo mismo.
- Adiós, Emily.
- Adiós, Izent.
89
acerqué hasta el edificio donde supuestamente vivía
la mujer que testificó en mi contra. Metido en mi
coche esperé, las horas pasaban pero ella no daba
señales de vida, tal vez no vivía en ese lugar o a lo
mejor se había trasladado, por suerte, sabía dónde
encontrarla. Cansado de esperar, metí la llave en el
contacto y arranqué mi vehículo, pero justo en ese
instante, apareció caminando por la acera. Paré el
motor, bajé del coche y fui directamente hacia ella.
- Buenos días.
90
- Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?
- Necesito una chica… especial.
- Entonces, está usted en el lugar apropiado. –
Respondió con una extensa y postiza sonrisa.
- Supongo que sí. –Respondí sin más.
- ¿Qué busca exactamente?
- Verá… Tengo una cena de negocios y me
gustaría ir acompañado.
- Entiendo.
- Solo cenar, ¿o pasará más tiempo con usted?
- Solo la cena.
- Tenga, eche un vistazo. –Dijo dejando una
carpeta sobre el mostrador.
- Había chicas para todos los gustos, ¿estaría
su foto entre ellas? Una pequeña cifra
aparecía al final de la página, números que
oscilaban entre 100 y 200. ¿Sería ese el
precio del servicio? –Perdone, es la primera
vez que contrato este tipo de servicios, ¿me
podría explicar cuáles son las tarifas?
- Claro, es muy sencillo. –Respondió con su
fantástica sonrisa–. La cantidad que indica en
la hoja, es media hora de trabajo. El tiempo
que quiera, tan solo depende de usted.
- Gracias. –Respondí tragando saliva. Una tras
otra, pasé las hojas hasta el final. Mi
intrigante y misteriosa mujer, no se
encontraba entre ellas, aun así, volví a
repasarlas con más detenimiento.
- ¿No tiene más?
- Un cliente exigente, me gusta. –Respondió
mientras sacaba otra carpeta de debajo del
91
mostrador–. Tenga, espero que encuentre lo
que busca. Se puede sentar si quiere.
- Gracias. - En un rincón de la sala, cuatro
sofás individuales, con cierta tendencia
minimalista, rodeaban una mesa baja de
acero y cristal, la luz entraba a borbotones
por el extenso ventanal, sin embargo, un
vinilo traslúcido con un ligero toque
seductor, me ocultaba de los curiosos que
pasaban por la calle.
- ¿Quiere algo de beber? Invita la casa. –
Matizó después de su pregunta.
- ¿Un café?
- Por supuesto, enseguida se lo traigo.
92
- ¡Esta! –Dije señalando la foto con mi dedo.
- Iris. – Respondió–. Excelente elección, es
una de las más solicitadas.
- Supongo que su exótica piel morena y sus
ojos verdes como esmeraldas, la convertían
en una mujer deseada. –Sí, es exactamente lo
que busco.
- Un segundo. –Dijo mientras manipulaba las
teclas del ordenador.
- ¿Tiempo?
- Una hora será suficiente.
- Suele ser lo habitual. –Puntualizó ella-. ¿El
jueves a las once?
- Un poco tarde para cenar. –Ella me miró con
un cierto grado de asombro.
- ¿Viernes a las nueve?
- Perfecto.
- ¿Lugar?
- Restaurante el… -Esta vez su cara fue de
asombro total.
- ¿Tarjeta o efectivo?
- Gracias a Erica y a mi antigua habitación en
casa de mis padres, el dinero no fue un
problema en esta etapa de mi vida, aun así, el
divorcio me dejó con algo de liquidez en mi
cuenta. Supongo que el juez, tuvo en el
último momento un detalle de cordialidad. –
¡Efectivo!–. Dadas las circunstancias,
prefería pasar desapercibido, así que… nada
de datos personales. Saqué los 1.500 euros
que llevaba encima y le di a la chica la
cantidad estipulada.
93
- Recuerde. –Dijo la chica del mostrador,
mientras contaba el dinero–. Durante una
hora, Iris satisfará todos sus deseos.
- Aunque mis fines eran honestos, su
inapropiado comentario me hizo sentir un ser
despreciable. –Gracias– respondí con cierto
desagrado.
- Vuelva pronto, le estaremos esperando y si
tiene alguna otra “necesidad”, tenemos otra
carpeta con chicas muy muy especiales. –
Alardeó con su incómoda sonrisa, mientras
me daba una especie de recibo.
- Adiós. –Dije sin más.
94
traje negro que se ceñía como un guante a su
cuerpo, medias oscuras y zapatos de tacón del
mismo color. Su pelo largo, negro y rizado, era
acariciado por la suave brisa del momento. Por un
instante, recordé que todavía existía un corazón en
mi interior, roto, cuarteado y desgastado, pero
corazón al fin al cabo. Hasta ese momento, no fui
consciente de lo extremadamente bella que era esa
mujer. Cohibido, me acerqué, me presenté y
entramos en el restaurante.
95
- Mucho, pero no lo hice por dinero.
- Ya… -Contesté reprochando su afirmación.
- Puedes pensar lo que quieras, pero no lo hice
por la cuantiosa cantidad que me ofrecieron.
- ¿Entonces?
- Soy de un país del sur de África, si no
colaboraba me deportarían. Lo único que me
une a ese lugar es mi nacionalidad.
- ¿Y tu familia?
- Muertos.
- ¿Todos? –Una lágrima solitaria recorrió su
mejilla–. Lo siento, tal vez…
- Todos. –Ella se pasó la mano por su cara y
siguió con su tétrico relato–. Yo vivía en una
pequeña aldea perdida en medio de la nada,
cómo añoro esos años. –Afirmó con los ojos
encharcados–. Un día sin venir a cuento,
aparecieron tres vehículos y un camión, con
personas vestidas con batas blancas, aparatos
que no había visto en mi vida y mercenarios
armados hasta los dientes. Al parecer,
estaban investigando una nueva cepa de un
virus altamente mortal. No sé si el virus
estaba ya o lo trajeron ellos, el caso es que un
mes después, una extraña enfermedad que
nadie del lugar conocía, empezó a matar a los
habitantes de mi pueblo. Durante mucho
tiempo, personas cubiertas por unos trajes
raros, empezaron a experimentar con los
vivos y los muertos en el laboratorio que
estaba alojado en el interior del camión. Una
tras otra, las jeringuillas entraban y salían de
96
nuestros brazos. Al parecer, dos de nosotros
éramos inmunes a esa mierda ya que los
síntomas no se manifestaron en nosotros.
- ¡Qué hijos de puta! –Me salió, indignado–.
Os usaron como cobayas.
- El caso es que una noche, recogieron todos
los bártulos y se esfumaron. Al amanecer, los
mismos mercenarios, regresaron con
lanzallamas, lenguas de fuego devoraron con
rapidez toda la aldea. Todas las personas que
quería, desaparecieron entre los restos de esta
gigantesca tumba calcinada.
- ¡Joder! –Fue la única palabra que pude
articular.
- Llámalo suerte o destino, pero el caso, es que
esa noche tuve la necesidad de sentir el
amparo de las estrellas y la tierra bajo mi
piel. A unos trescientos metros de la aldea y
agazapada entre la maleza, pude ver unas
imágenes dantescas; nadie excepto yo,
escapó de aquel holocausto, los gritos y el
dolor, todavía resuenan en mi cabeza. Por
segunda vez en poco tiempo, había
esquivado el filo de la muerte, aunque a un
precio excesivamente elevado.
- Qué pedazo de cabrones, bajo un manto de
sufrimiento y calor, se deshicieron de todas
las pruebas.
- Hasta muchos años después, no fui capaz de
analizar todo lo que había sucedido en mi
pueblo. Algún gobierno o alguna compañía,
había estado investigando con mis seres
97
queridos y luego se deshicieron de ellos
como el que tira la basura al contenedor.
Todo el dinero que iba consiguiendo, lo
invertía en comida y cualquier vehículo de
transporte que me acercara a mi objetivo.
Después de una larga y accidentada travesía
llegué hasta aquí. –Mirándome fijamente a la
cara dijo–. Siento mucho lo de tu cliente,
pero por nada del mundo, regresaré con mi
hija a ese amargo lugar.
- Tu hija… ahora sé por qué me pediste
perdón, no querías hacerme daño, pero no
tenías más remedio que hacerlo.
- Tú… eres él, ¿verdad?
- ¿Cómo? –Pregunte confundido.
- Has dicho: “No querías hacerme daño”.
- ¿Puedo hablar con franqueza sin que salgas
corriendo?
- Sí.
- Tal y como has puntualizado, yo soy el
hombre contra el que testificaste.
- De verdad, lo siento mucho.
- No tienes que disculparte, yo en tu lugar
habría actuado exactamente igual. Pese a
todo lo que has vivido, sigue habiendo
bondad en tu corazón.
- No sé, hay días que no sé ni quién soy. Si no
fuera por ella…
- Te entiendo. Dime, ¿y el padre de tu hija?
- Encontrar el dinero para llegar hasta aquí fue
bastante complicado, por suerte, mi aspecto
físico atrae bastante a los hombres.
98
- Entiendo, no sabes quién es el padre.
- No, ni siquiera sé su nacionalidad. El viaje
fue largo con muchas paradas en el camino.
- Sabes Iris, la mierda de aquí esta decorada y
perfumada, pero por mucho que la disfracen,
no deja de ser mierda.
- Lo sé, pero de momento prefiero esta para mi
hija.
- Supongo… a ochocientos euros la hora…
- Eso es lo que tú pagas, yo solo veo una
migaja de esa cantidad.
- ¡Jodidos explotadores!
- Mejor esto que un club de carretera o la puta
calle.
- ¿Por qué no quedas tú con los clientes?
- Es justo lo que hizo Helena…
- ¿y?
- Al día siguiente apareció degollada en un
descampado en las afueras de la ciudad.
- ¡No me jodas! ¿Tan despiadados son?
- Sí, no se andan con tonterías, un desliz y…
- Entonces… ¿quedar contigo otro día, fuera
de tus horas de trabajo?
- Lo cierto, es que prefiero no saber las
posibles consecuencias.
- Será lo mejor. –Respondí reflexionando–.
Toma, esta es mi tarjeta, si algún día
necesitas algo, llámame. No me debes nada,
ni me deberás, mi única motivación, es poder
ayudarte.
- Gracias
- Gracias a ti, por no salir huyendo.
99
- Esta vez no tenía escapatoria. -Dijo con una
dulce sonrisa–. Durante una hora, estoy a tu
entera disposición.
100
5 Un oasis de esperanza
101
agradecido que me notificara cuáles eran sus
intenciones desde el principio, porque tal vez, a mí
no me interesaba entrar en su juego. Esta relación,
por llamarlo de alguna manera, no llegó a un mes.
102
perfecta, antes o después salieron sus notables
imperfecciones, en su caso mucho antes que
después. Mi “señora” además de ser una mentirosa
compulsiva, resultó ser bastante promiscua, una
práctica que respeto, pero que no encaja para nada
con mi manera de ser. Todavía hoy me pregunto
cómo pude iniciar algo con semejante individuo.
Tan solo necesité un mes y medio, para darme
cuenta de que este barco nunca llegaría a buen
puerto. Una cierta angustia y desesperación, se fue
apoderando de mí. Necesitaba un largo tiempo para
reflexionar, pero casi sin darme cuenta, me metí de
lleno en otra relación.
103
palpable el reparto. Sonia se acomodó a mi lado y
su amiga hizo lo propio con mi amigo. Lo cierto es
que al final resultó ser una noche bastante
agradable. Después de todo lo acontecido me sentía
bastante reacio, así que sin mucha prisa, Sonia y yo
empezamos a quedar. Pese a todas mis barreras, la
esperanza me lanzó de lleno a una nueva relación.
Una meteórica aventura, que no duró más de un
mes.
104
farmacias; aunque yo siempre lo miraba con
recelo, en el fondo sabía que tenía razón.
- Después de una pausada reflexión, dije
mirándolo como un lobo ve a un corderito. –
¡Prométeme una cosa!
- ¿Qué? –Preguntó con cara de asombro.
- Nunca dejes que los porros entren de lleno en
tu vida. De lo contrario, el placer o la
satisfacción, se convertirán en un problema.
Ya perdimos a un buen amigo del colegio, y
casi te pierdo por una paliza, no soportaría
pasar por esa experiencia una vez más.
- Cuenta con ello. –Dijo colocando una mano
sobre mi hombro.
- Tengo tu palabra, no lo olvides. –Él me
guiñó un ojo y confirmó con la cabeza.
- Ahora vuelvo, voy a ver cómo está el patio.
- Será lo mejor. –Él salio a la calle y yo me
quedé a solas con mis pensamientos.
- Un rato más tarde, Héctor regresó a mi lado.
–Tenías razón, la cocaína cabalga con
asiduidad por sus fosas nasales. Su amiga
dice que cuando lo mezcla con alcohol se
vuelve así de…
- Grosera, maleducada, estúpida, irritante,
demente, insoportable, detestable…
- Tranqui, tío, que ya lo he pillado.
- No se si lo sabe, pero esa chica tiene un serio
problema. –Pese a todo lo acontecido, solo
me transmitía lástima.
- Sí. –Respondió Héctor–. Y si no le pone
remedio, antes o después le pasará factura.
105
- Si no te importa, yo me marcho, mañana
intentaré hablar con ella.
- Será lo mejor.
106
tupido velo envolvió mis pensamientos. Llevaba
casi cuatro años sin ninguna relación, ya había
renunciado al amor, cuando una vieja conocida,
marcó las teclas de mi móvil.
- ¿Izent?
- Sí, soy yo…
- Hola, soy Iris, ¿te acuerdas de mí? –Fue
escuchar su nombre y las revoluciones de mi
máquina se aceleraron sin control, el
músculo de mi corazón empezó a palpitar
con excesiva frecuencia, una reacción
espontánea, que me dejó profundamente
sorprendido. Tal vez mi subconsciente me
estaba enviando un claro y contundente
mensaje.
- Iris… cuánto tiempo. –Ocho años y tres
meses aproximadamente, no sé por qué, pero
por alguna razón que no entendía, lo sabía.
Un cronómetro interno del cual no era
consciente, llevaba la cuenta por mí-. ¿Cómo
estás?
- Como siempre, ¿y tú?
- Estable… ¿Qué puedo hacer por ti?
- ¿Me darías tu dirección? Quiero enviarte un
regalo.
- No es necesario. –Recalqué.
- Créeme, este lo es. –Puntualizó con firmeza.
- Sus palabras me dejaron confuso. –Apunta.
- Dime.
- Calle… número… - Por aquel entonces,
seguía viviendo en casa de mis padres.
107
- Gracias, estoy en una cabina pública, se me
agota el tiempo, cuídate.
- Lo mismo digo.
Esta llamada, volvió a tambalear mi querido y
adorado equilibrio. La pequeña semilla que
permanecía aletargada dentro de mí, empezó a
desperezarse. Todos los días, miraba el correo con
mucha ilusión. Qué sería el regalo, un cd de
música, unas entradas para el cine o el teatro… Lo
cierto es que me daba igual lo que fuera, lo
importante era el remitente. El enigmático regalo
resultó ser más bello de lo que me imaginaba. Una
carta de su puño y letra.
Hola Izent:
108
cuerpo sin vida de un par de chicas, apareció flotando
en la orilla del mar, según se rumoreaba, planeaban
huir a otro país. Es su manera de decirnos que nos
están controlando y que nunca nos dejarán marchar.
Vivir todos los días con asco es complicado, pero
encima con el miedo metido en el cuerpo, imposible.
La tensa agonía me esta afectando y lo peor de todo,
es que lo pago con mi hija.
Un beso. Iris
109
tiempo, había guardado mi tarjeta. En la inmensa
mayoría de las ocasiones, las actitudes, los gestos y
las decisiones, suelen ser más reveladoras que las
propias palabras.
110
- ¿Qué dirá la gente?
- Qué gente Héctor, ¿esos que caminan por la
calle con sus trajes caros, sus vestidos de alta
costura, sus flamantes coches; esos que
roban, coaccionan y se llenan las carteras con
el sufrimiento de sus semejantes? La verdad,
me importa muy poco la opinión de la gente.
Supongo que no es el mejor trabajo del
mundo, pero ella le ha dado una vida digna a
su hija, sin necesidad de joder la vida a los
demás, cosa que no pueden decir otros.
Sabes… juzgar desde la lejanía es fácil y
muy cómodo, me gustaría ver a los que la
juzgan en su piel y que vivieran todas sus
experiencias, seguro que entonces no
hablarían con tanta ligereza. Esa mujer, se ha
ganado todo mi respeto. Resumiendo,
prefiero una puta, antes que una hija de puta
y nadie mejor que tú, para entender este
concepto.
- Después de un silencio reflexivo, respondió.
–Entiendo… La hija de puta que nos jodió a
los dos.
- Exacto.
- Si a ti no te importa, a mí tampoco. Qué
demonios, si tú eres feliz, el resto se puede ir
un poquito a la mierda.
- No esperaba menos de ti, pero no vendamos
la piel del oso antes de cazarlo, la situación
es muy compleja, así que vamos a ver cómo
se desenvuelven los acontecimientos. En
cuanto a lo de enviar a la gente con
111
prejuicios a la mierda, creo que no les costará
mucho, ya que esta ruinosa ciudad la supura
por sus innumerables grietas, aunque creo
que ya hemos convertido el mundo en un
jodido estercolero. Bueno… dejémonos de
chácharas y centrémonos en el problema,
¡toma, léela!
No estoy del todo seguro, pero creo que la leyó
un par de veces, aunque quizás fueran tres. Un
largo silencio se adueñó del lugar, acompañado por
las diferentes muecas de su cara. Finalmente, la
metió en el sobre y la dejó encima de la mesa. Su
rostro había sufrido un drástico cambio.
112
- ¡Héctor!
- Vale tío… solo pensar.
- No te cortes y dime todo lo que se te ocurra.
- Necesitará dinero para salir y empezar en
otro país.
- No hay problema, tengo algunos ahorros. –
En la caja fuerte de Erica, seguía almacenado
todo el dinero que los Parris tan gratamente
me donaron, por fin había encontrado un
motivo para gastarlo.
- ¿Idiomas?
- Lo desconozco.
- Pregúntaselo, es importante.
- Vale.
- Si quiere entrar de manera legal, el trabajo
será fundamental.
- ¿Qué tal su propio negocio?
- No está mal, ¿alguna idea?
- Una carnicería, papelería, panadería… algo
que pueda usar como negocio y casa.
- Suena bastante bien –respondió pensativo-.
El mayor escollo será el pasaporte.
- ¿Y eso? –Pregunté intrigado.
- Los tentáculos de estas mafias, llegan hasta
los lugares más insospechados, apostaría mi
culo respingón, a que tienen a una o varias
personas infiltradas en la policía.
- Sus palabras estaban cargadas de razón. –Por
eso… las dos chicas que Iris mencionó en su
carta…
- Desconocemos los datos exactos, pero yo
diría que sí –reflexionó.
113
- Entonces… ¿Qué podemos hacer?
- Falsificación. Una solución que se emplea
desde tiempos inmemorables.
- ¿Falsificar el pasaporte?
- Puestos a falsificar, yo entraría en un
territorio sin ser visto, con un documento
nacional de ese país falso. Luego me perdería
en medio de la nada o me iría a algún pueblo
con muy pocos habitantes. Por cierto, cuanto
más humilde sea ese país, mejor.
- ¿Y una casa apartada, cerca de un pequeño
pueblo?
- Perfecto.
- ¿Y si la pillan?
- No lo sé, pero supongo que la deportarán.
- Cagada. Tendré que estudiar muy bien todas
las opciones, antes de elegir su destino. ¡Tío,
te quiero!, eres mí frasco de inspiración.
- Colega… No sé qué harías sin mí.
- Eso me pregunto yo… Pero que no se te suba
a la cabeza.
- Tranquiiii… Cuando sepas algo, avísame.
- Gracias.
- Para eso están los amigos.
114
que cuando dejé a Héctor, me marché directo a la
piscina municipal.
- Buenas tardes.
- Hola, ¿en qué puedo ayudarle?
- Me gustaría nadar, ¿qué opciones tengo?
- Si viene asiduamente, yo le recomiendo que
pague la cuota mensual, además con esta
opción, se le asignará un número de taquilla
personal. Si viene de forma esporádica,
puede pagar la hora o sacar un bono para
diez días que puede usar cuando usted quiera.
Además con esta opción la hora le sale más
barata, con estas dos últimas opciones, tendrá
que usar las taquillas que queden libres.
- Genial, un bono es perfecto. ¿Puedo venir a
cualquier hora?
- Sí, aunque dependiendo del día y la hora,
dispondrá de más o menos calles e incluso
pueda que tenga que compartir la calle.
- Gracias.
Hola Iris:
115
y tampoco entrego mi tarjeta a diestro y siniestro, pero
algo en mi interior me impulsó a hacerlo. Puedes
contar conmigo, hasta donde lleguen mis recursos te
ayudaré.
116
El martes a las seis menos cuarto, me planté en la
piscina. Todas las taquillas estaban situadas en una
zona común; a la izquierda una puerta daba acceso
al vestuario de las chicas y a la derecha el de los
chicos. Tal y como ella me dijo, la taquilla 331
quedaba bastante resguardada. Me cambié, dejé mis
pertenencias en una de las taquillas que estaba libre
y me puse a nadar. Busqué a Iris con la mirada,
pero los niños realizaban sus clases en otra piscina
más pequeña, que se encontraba al otro lado de los
vestuarios. A las seis menos veinte salí del agua,
cuando entré en el vestuario, vi la puerta que daba
acceso a la piscina donde se suponía que estaban
Iris y su hija; un fuerte impulso me arrastró hasta la
puerta, un envite que pude controlar con mucho
esfuerzo. Una vez vestido, cogí la carta y con
muchísima precaución, la metí en la taquilla por
una de las ranuras de ventilación. Antes de irme,
tire del pomo para comprobar que estaba bien
cerrada.
117
Solo me quedaba una opción, su trabajo. Una
enorme losa de piedra me sepultó cuando llegué al
lugar. Correduría de seguros… ponía en el cartel de
la fachada. Tomé aire con fuerza y entré en el local.
118
- Nada. – Contesté decaído.
- Él bebía y miraba sin saber muy bien qué
decir. - ¡Esta noche nos vamos de fiesta!
- Gracias, pero no.
- Tío, no seas muermo, si te encanta bailar.
- Sí, pero últimamente no tengo el cuerpo para
muchos trotes.
- Ya te dije que te metías en un pozo de
mierda.
- Lo sé, pero esta vez tengo esperanza.
- Esperanza… Esa palabra la borré de mi
vocabulario hace mucho tiempo.
- Yo estoy a un paso, pero aún no.
119
Me faltan palabras para mostrar todo mi
agradecimiento, ahora mismo eres mi único bote
salvavidas y el único rayo de esperanza. También
quiero agradecer tus emotivas palabras, he leído tu
carta tantas veces, que al final he perdido la cuenta,
me sorprende encontrar humanos como tú, en un
lugar como este.
Hola Iris:
120
documento donde se redacta las ventajas e
inconvenientes de cada lugar. Espero y deseo, que tú
y tu hija podáis pasar desapercibidas, de hecho, ese
ha sido el objetivo principal de todas mis
indagaciones.
121
simple vista, una foto normal de una mujer normal.
Irónico, verdad, en su vida había de todo, menos
normalidad. Esta carta fue bastante diferente a las
demás.
Hola Izent:
122
tarea asquerosa y muy complicada de realizar. Pero
gracias a ti, el interruptor ha vuelto a aparecer y su
poder e influencia es mil veces mayor. Sin embargo,
ahora no viajo a lugares lejanos, en esos momentos,
siento que son tus manos las que recorren mi cuerpo,
tu boca la que me besa con ternura, para terminar
fundiendo nuestros cuerpos en una espiral de placer y
emociones desatadas. No tengo mucha experiencia
en este tipo de sentimientos, pero creo que me he
enamorado. Sé que asumo mucho riesgo guardando
tus cartas, pero soy incapaz de deshacerme de ellas.
123
Liberadas las cadenas, el amor fluyó por todas las
células de mi cuerpo. Una energía limpia, que se
había quedado olvidada en lo más profundo de mis
recuerdos. Ni siquiera volví a leerla, cogí un papel
y un bolígrafo, y mi desatada mano se puso a
escribir.
Iris…
No me debes nada, no preguntes por qué, ya que ni
yo mismo lo entiendo, pero esto era algo que tenía
que hacer. Empecé por una cuestión de principios,
ahora sé, que en realidad era un acto de amor.
124
encontrado. Envíamelas para que te las guarde, te las
devolveré cuando estéis a salvo.
125
me lo pueda llevar y espérame en la parte de arriba.
TQ – Iris
126
pecho, un calor intenso que calentaba, pero que no
hacía daño, una sensación extraña y reconfortante.
Y entonces, no tuve la menor duda, por primera vez
en mi vida, había visto los auténticos ojos del amor.
127
bastante complicado, por no decir imposible, hay
ciertas emociones que rebasan los sentidos, que no
se pueden explicar con palabras, tan solo se pueden
vivir. Pero si tuviera que elegir una palabra que
englobara todo lo sucedido, esa sería “intensa” y si
tuviera que elegir una frase, sin duda sería: “Pura
magia en estado natural”.
128
6. Profunda metamorfosis
129
era coser y cantar.
130
Dos horas y media después, me desperté
conmocionado en la camilla de un hospital, la
nefasta revelación, dejó mi cuerpo fuera de juego.
Por un instante, tuve la sensación de que todo había
sido un espeluznante y terrorífico sueño, pero
desgraciadamente volví a poner los pies en el suelo,
cuando Eva me dijo que me había quedado
inconsciente en la azotea del edificio. Por segunda
vez en mi vida, el dolor y el rencor emergieron por
todos los rincones de mi cuerpo. Un odio tan
intenso como el amor que sentía por ella, sin duda
el otro lado de la moneda. Aquel día no fui
consciente, pero un nuevo ser empezó a formarse
dentro de mí, una metamorfosis, que no quedaría
completa hasta once meses después.
131
Entregar sus fotos, fue el momento más duro de mi
profesión. No quería, pero sabía que debía de
mostrar a las personas, el dantesco mundo que
hemos creado. Aunque para ser sinceros, nos hemos
vuelto insensibles, a no ser que nos dé de lleno, ya
nada nos sorprende ni nos afecta. Supongo que con
aguantar nuestra propia miseria, es más que
suficiente, el resto, tan solo es la rutina del día a día
en este vertedero que llamamos ciudad.
- ¿izent?
- Sí.
- Tenemos a la niña.
- Gracias. ¿Lo sabe?
- Puede… está ahora mismo con la psicóloga.
- Voy…
132
hombro y preguntó con educación y todo el respeto
que merecían dichos acontecimientos.
133
- ¿Estamos solos? O hay algún micrófono
enchufado o alguien detrás de ese cristal.
- ¿Por qué?
- Lo que le voy a contar, pone en peligro una
vez más la vida de mi amigo. Confío única y
exclusivamente en usted. En sus manos dejo
el futuro de Héctor.
- No entiendo qué relación hay entre ambos
casos.
- Lo entenderá todo cuando se lo explique,
siempre y cuando me garantice, que mi
amigo no sufrirá ningún daño.
- Sígame. -Caminamos por un pasillo y
subimos unas escaleras hasta un despacho de
la planta superior. Después de cerrar la
puerta, nos sentamos y emprendimos la
conversación–. Continúe.
- Siento ser tan pesado, ¿este lugar es seguro?
- Si no fuera así, no estaríamos aquí, no
cargaré con una muerte en mi conciencia.
- Gracias… Héctor era mi principal testigo en
el juicio contra la familia Parris.
- ¡¿Parris?!
- Sí, Sandra, su hija, era mi mujer. Mi amigo la
vio cómo se besaba exaltadamente con otro
hombre en el ascensor de un hotel.
- Siga, por favor. –Dijo mientras apuntaba en
su minúscula libreta.
- La paliza, no fue un acto de diversión, sino
una advertencia, para que se apartara del
caso, pero bueno… eso es agua pasada.
- Sigo sin entender nada.
134
- Los Parris presentaron testigos falsos, gente
que no había visto en mi vida; Iris fue la
única persona que me miró a los ojos y se
disculpó. Creo que ella y mi abogado, eran
las únicas personas honradas de toda la sala.
Si tuviera que matar por venganza, la lista
sería bastante larga y ella, ni siquiera estaría
incluida. Necesitaba saber cuánto le habían
pagado, en cuanto estaba valorada mi
reputación, por eso varios meses después,
tuve una reveladora charla con ella. No fue
por dinero, tan solo lo hizo por su hija.
- ¿Mantenía una relación con la víctima?
- ¡Sí!, mantenía una complica relación con
ella.
- Complicada no suena nada bien, ¿no la
mataría por celos?
- Una sonrisa irónica se dibujó en mi cara. –Lo
mejor es que se lo cuente ella... ¿no le
parece?
- García apartó la vista de la libreta y
sorprendido, me miró con una ceja levantada.
-¿Me está vacilando?
- No señor, tengo toda la correspondencia que
manteníamos entre los dos, cartas escritas a
mano en ambos casos. Cuando las lea,
entenderá por qué era una complicada
relación.
- Vale, pero quiero las cartas lo antes posible.
- Entendido. ¿Le puedo hacer una pregunta?
- Usted dirá…
- ¿Cuáles son las primeras conclusiones?
135
- Todo indica una violación, que terminó en
homicidio.
- Las apariencias engañan, señor García,
cuando lea las cartas lo entenderá.
- Entonces no perdamos más tiempo, tráigame
esas cartas.
- Hoy sin falta las tendrá. Otra cosa, más allá
del nexo de unión, Héctor y los Parris creo
que son irrelevantes en este asunto, espero no
encontrar a mi amigo otra vez con la cara
desfigurada.
- Tranquilo, si no es estrictamente necesario,
no pienso meter a la familia Parris en este
asunto.
- No es la respuesta que esperaba, pero me
sirve.
- Perdona, a veces hablo sin pensar. No te
preocupes, Héctor está a buen recaudo.
- Gracias, cuento con ello. Si no quiere nada
más, voy a por las cartas.
- Adelante.
136
Tan solo una hora y media después, me reuní de
nuevo con García, en una de las cafeterías que
estaban cerca de la comisaría.
137
- ¡Qué cabronada!
- Y de las grandes; toda la vida buscando, para
perderla cuando la has encontrado.
- ¿Tiene los documentos falsificados?
- Todavía no.
- Mejor… Yo, como ciudadano de este país, le
recomendaría a un buen amigo, que se
deshiciera personalmente de esos nocivos y
comprometedores documentos.
- Por eso confío en usted, gracias por el
oportuno consejo. ¿Llevará usted el caso?
- Gracias a su llamada, localicé a la niña, ya
estoy involucrado en el asunto, así que…
supongo que sí, pero nunca se sabe…
- ¿Su compañero es trigo limpio?
- Esa es una pregunta complicada. Yo diría
que sí, pero después de lo vivido, no pongo
la mano en el fuego por nadie.
- Lo suponía…
- Le seré franco, este tipo de casos, siempre
terminan en una vía muerta. Salvo a la
prensa, a nadie le interesa este tipo de
sucesos, nadie pregunta. Se emplean los
mínimos recursos, y las investigaciones
suelen ser bastante superficiales.
- Tal vez alguien influyente mueva los hilos
para que sea así.
- Supongo que sí. En tal caso, entregarán la
investigación a un par de agentes con poca
experiencia, rellenarán el expediente y darán
carpetazo al asunto.
- ¡Joder! ¿Puede hacer algo?
138
- Esperemos a ver qué sucede.
- Será lo mejor… ¿Necesita las cartas?
- No, pero quiero que haga una cosa.
- Usted dirá.
- ¿Sabe qué es una copia compulsada?
- No.
- Es una fotocopia, donde un notario acredita
personalmente, que está hecha del original.
- Entonces… ¿La fotocopia se convierte en un
documento original?
- Exacto. No será barato, pero te recomiendo
que hagas una copia de las más relevantes y
que las guardes en un lugar seguro. Nunca se
sabe cómo puede evolucionar la
investigación, mejor asegurarse.
- Muchas Gracias.
- Es mi trabajo.
- Por favor, si no es mucha molestia, avíseme
cuando sepa algo.
- Lo haré.
139
caros documentos y me fui directamente a una
serrería que estaba cerca del periódico, y donde
conocía a la inmensa mayoría de los empleados. En
este lugar, los troncos se transforman en finas
láminas, los restos que no son aprovechables, se
calcinan en un enorme horno. Una cierta amistad de
polígono, me mantenía unido al encargado de los
desperdicios. Bajé la cremallera de mi chaqueta y
personalmente lancé las pruebas del delito por la
apertura que comunicaba con el interior. Los
pequeños documentos, se perdieron enseguida entre
las llamas, cenizas que según me contó en su día,
terminarían transformadas en abono para los
campos. Una de las tareas estaba finiquitada; las
fotocopias y localizar a Silvana, lo dejé para el día
siguiente.
140
que nuestra “enriquecedora civilización” nos ofrece
un amplio surtido de sentimientos desnaturalizados,
que dejan el sueño en un segundo o tercer plano.
Algo tan natural y esencial como el dormir, se ha
transformado en un serio problema para muchas
personas. Un dato digno de ser estudiado, un
síntoma dañino, que nos grita con claridad que algo
en este jodido sistema no funciona como debe.
Aunque… puede que solo sean los desvaríos de una
mente perturbada por el profundo dolor.
- ¡¿Sí?!
- Hola izent, soy García.
- Buenos días, ¿algo nuevo?
- Sí, como ya suponía, han entregado el caso a
agentes con poca experiencia.
- ¡Mierda! ¿Puedes hacer algo?
141
- La orden llega de las altas esferas. Mi
petición ha sido rechazada.
- Una vez más, un delito que se queda sin su
castigo.
- Puede que no.
- Mis ojos se abrieron como platos. -¿Alguna
solución?
- Puede que sí.
- Ilústrame. –Respondí intrigado.
- Vamos por partes, ¿has hecho las copias?
- Sí, salgo ahora del notario.
- Estupendo, ¿y ese escabroso asunto de los
documentos?
- Resuelto.
- A eso le llamo yo eficacia. Vale, no te
prometo nada, pero tengo un buen amigo en
asuntos internos, que podría ayudarnos y
antes de que me lo preguntes, sí, es de
confianza.
- Gracias.
- Izent… tan solo hago mi trabajo.
- Lo sé, pero me siento agradecido.
- No hay de qué.
- Cuando puedas, tráeme una fotocopia normal
de las cartas y hablaré con él lo antes posible.
- Paso por la comisaría en una hora.
- No, lo mejor es que nos veamos en la
cafetería donde estuvimos ayer.
- ¿A las tres?
- Mejor a las tres y media.
- Vale.
142
Antes de mi cita con el agente, (aunque creo que
a estas alturas, ya era subinspector o inspector) me
reuní con una vieja amiga.
143
- Cariño es un poco ambiguo.
- Izent… ¡te habías enamorado!
- Otra observación acertada.
- No lo sabía…
- Últimamente he estado muy ocupado con los
preparativos, he tenido poco tiempo para
hablar con las personas de mi círculo de
confianza. –Ella no dijo nada, tan solo me
miró–. Cambiando de tema, ¿está Pablo?
- No, hoy tiene un dia complicado. –Me
respondió mientras cogía las copias para
guardarlas en la caja.
- Salúdalo de mi parte.
- Vale. ¿Comes conmigo?
- No puedo, ya he quedado, pero te prometo
que la semana que viene te llamo y
quedamos, tengo un montón de cosas que
contarte. ¿Tú estás bien?
- No me ves… Divina como siempre. –Incluso
en un momento tan malo, consiguió sacarme
una sonrisa–. La semana que viene, no te
olvides, me lo he apuntado en la agenda.
- Prometido.
- Ten.
- Perfecto. –Respondió mientras le echaba un
144
vistazo–. Por cierto, haré todo lo posible para
que tú y estas cartas, quedéis fuera de la
investigación.
- Gracias, pero si necesitas algo, no lo dudes.
- Vale, de todas formas, te llamaré cuando
sepa algo.
145
fuerte y espontáneo vínculo de cariño se creó entre
los dos. Sin la más mínima duda, solicité su
adopción, pero fui rechazado. Según los asuntos
sociales, no cumplía los requisitos mínimos
establecidos. Maldita burocracia, nadie en este
mundo, quería a Silvana como yo, pero claro, yo no
era el candidato adecuado. La lógica, la razón y
sobre todo, los vínculos afectivos, deberían estar
por encima de cualquier requisito burocrático.
Aunque puede que este razonamiento, también sea
el desvarío de una mente perturbada por el odio y el
dolor. Afortunadamente, fue entregada a un
matrimonio de mi ciudad; una agradable pareja, que
me abrió las puertas de su casa, cuando vio el
cariño que existía entre los dos. Así que con el
tiempo me convertí en el tío Izent, un postizo
familiar, que la visitaba casi todos los martes y
algún que otro fin de semana. Hablábamos de
muchas cosas, pero Iris era siempre el centro de
atención. Superar su muerte fue muy complicado,
pero los dos nos dimos fuerza mutuamente para
salir adelante.
146
- Sí, aunque la suerte ha intervenido poco.
Esto que te cuento es confidencial, ni
siquiera yo lo tendría que saber, pero uno
tiene sus influencias, así que te pido máxima
discreción. Ya se estaba buscando a una o
varias manzanas podridas en la comisaría, las
cartas solo han abierto una nueva vía de
investigación.
- Me acabas de alegrar este tormentoso día.
¿Cómo lo ves?
- Muy bien, los de asuntos internos son muy
tenaces; antes o después, llegarán al fondo
del asunto. Espero que sus indagaciones, nos
lleven hasta el asesino de las chicas.
- Ya sé que es tu trabajo, por eso no te voy a
agradecer nada; pero espero que un día me
dejes que te invite a comer. Sin ti, nada de
esto habría sido posible.
- Cuando esté resuelto el caso, aceptaré la
invitación.
- Te tomo la palabra.
147
nómina?
- No, supongo que será un error, cuando llegue
al trabajo lo preguntaré.
- Gracias.
148
toda regla. También nos notificaron que algunas
empresas o entidades, estaban interesadas en el
periódico. No sé de dónde, pero empezamos a
cobrar parte de los atrasos.
149
- ¿Cuándo quieres que me pase? –Pregunté.
- ¿Te viene bien ahora?
- Estoy en el paro, así que, dispongo de todo el
día para ti.
- Ya… vi la noticia en la televisión. Menudo
año…
- Ni te lo imaginas. Ya no puedo caer más
bajo. –Qué fácil es hablar. En esta sociedad
sin valores ni principios, donde la única ley
la marca el dinero, siempre se puede caer
más bajo, casi diría yo, que hasta las
mismísimas brasas del infierno.
- Nunca se sabe. –Respondió sabiamente.
- Y si… ¿quedamos para comer?
- El caso está cerrado, así que… acepto.
- ¿Cómo está?
- Mira Izent, está muy bien este aire de
cordialidad y respeto, pero… ¿no crees que
ya va siendo hora de que empecemos a
tutearnos?
- Supongo que tienes razón.
- Antes de nada, quiero que sepas que esta
comida la pago yo, la próxima vez te toca a
ti.
- Un trato es un trato.
150
- Pero si estás en el paro.
- Agradezco tu gesto, pero ahora me paga el
estado, llevo casi doce años trabajando, así
que me corresponde el máximo tiempo de
cotización. Aunque espero encontrar pronto
algún trabajo. Ten en cuenta, que antes era
mucho peor, trabajaba sin saber si cobraría a
final de mes.
- ¿Cobraste todas las nóminas?
- No, algunas se quedaron en el aire.
- Qué marrón.
- Eso no fue lo peor, lo realmente jodido, fue
ver cómo mis compañeros se consumían
lentamente. ¿Tiene la policía alguna pista del
dueño del periódico?
- Creo que no y si yo fuera él, me iría a algún
lugar, donde no existiera acuerdo de
extradición con nuestro país. Salvo que
cometa algún error, ese pájaro, se quedará
para siempre fuera de la jaula.
- Sus palabras me carcomían por dentro. –
¡Encima se saldrá con la suya!– Respondí
irritado.
- Qué vamos a hacer, la vida es así.
- No, García.
- Dejemos lo de García para los transeúntes,
llámame Jorge.
- No, Jorge, no te equivoques, la vida es
milimétricamente justa. Con mucho tesón y
años de evolución, ha creado un perfecto
equilibrio, que el ser humano se ha
encargado de desmantelar sin ningún tipo de
151
miramiento. Dejemos de echar la culpa a la
vida y empecemos a señalar con el dedo al
verdadero culpable.
- Sin duda, una reflexión cargada de razón.
Desde hoy cambiaré el argumento de mi
razonamiento. Qué le vamos a hacer, el ser
humano es así.
- No suena nada bien, pero nos guste o no, es
la pura verdad. –Recalqué.
- El ser humano es demasiado egocéntrico,
nunca admitirá ni asumirá sus errores.
- Desgraciadamente, tu reflexión también está
cargada de razón.
- Cambiando de tema, ¿por dónde quieres
empezar?
- Lo dejo en tus manos.
- Esta conversación es personal, espero que se
quede entre tú y yo.
- No tengas la menor duda.
- Mañana habrá una rueda de prensa, donde se
darán a conocer los detalles de la operación.
- Deduzco… que me vas a revelar información
que no se dará mañana a los medios.
- Sabía que captarías el mensaje. Hemos
detenido a siete personas, cinco hombres y
dos chicas, que se hacían pasar por
prostitutas, y que mantenían una relación con
dos de los detenidos.
- ¿Qué cabrones! Así se enteraban de todo.
- Sí. En la comisaría han habido un par de
detenciones. Todos los meses recibían un
sobre en metálico, y mantenían relaciones
152
gratuitas con las prostitutas.
- La cantinela de siempre. –Respondí sin
inmutarme.
- Alan Martins, apodado el Yunque, era la
mano derecha del cabecilla, y como es
lógico, el que sacaba la basura.
- Vamos, el desgraciado que mató a Iris.
- No, èl se encargó de las otras, pero no de
ella.
- ¿Entonces? -Pregunté sorprendido.
- El mandamás Carlos Nabas, apodado el Rey,
se encargó personalmente de ella.
- ¿Por qué?
- Todo indica que fue por un amor no
correspondido.
- ¿Cómo?
- Al parecer, nunca descubrieron vuestro plan.
Por las declaraciones de varios de los
detenidos, todo hace pensar que el capullo de
Carlos, se enamoró de Iris. Mantenían
relaciones sexuales, pero lo que él buscaba,
nunca lo encontró. Por desgracia, este tipo de
personas siempre actúa igual, si no eres para
mí, no eres para nadie.
- Nuestro amor la empujó a los brazos de la
muerte.
- Izent no te equivoques, por lo poco que sé y
he leído, ella nunca se habría enamorado de
semejante individuo. Aunque tú no hubieses
existido, el resultado antes o después, habría
sido el mismo. –Yo no respondí. Me quedé
inmóvil mirando fijamente en el vació-.
153
¿Quieres verlo? He traído una foto.
- No gracias, no quiero ponerle cara a mi odio.
- ¿Cómo estás?
- Bien, no te preocupes… aunque es bastante
complicado de digerir.
- ¿De verdad que no quieres verlo?
- Si no quieres que me detengan por asesinato,
lo mejor es que no lo vea.
- Ya, pero antes o después saldrá su cara en los
medios.
- Entonces, tendré que apartarme por una
temporada de ellos, por lo menos hasta que
amaine la ira de mi interior. Ahora mismo
me resultaría muy fácil arrebatarle su vida. Y
pensándolo bien, no me gustaría ponerme a
su altura.
- Mensaje recibido. –Dijo mientras se daba
unos golpecitos en la chaqueta donde
guardaba la foto–. Todavía queda una cosa
más. Pero dado tu estado emocional, creo
que no es lo aconsejable.
- ¿Es mala?
- Para ti, sí.
- Para mí… Agradezco tu preocupación, pero
si queda más mierda, prefiero llevármela
entera el mismo día, y no por partes.
- Vale, pero no cometas ninguna estupidez,
¿me das tu palabra?
- Te doy mi palabra.
- Algunas de las pistas, nos llevaron hasta dos
de los empresarios más distinguidos y
reconocidos de esta ciudad. Justo en ese
154
instante se dio el caso por cerrado.
- Déjame adivinar, uno de ellos era Parris.
- Sí.
- Una vez más, abría las páginas de un libro
que no quería leer. –Por eso Iris testificó
contra mí.
- Supongo que sí.
- Bueno… Gracias a ese capullo, pude conocer
a uno de los seres más puros de este jodido
planeta.
- ¡Pufff! –Exhaló Jorge con fuerza–. Me daba
miedo tu reacción.
- No te equivoques, odio a los Parris con todas
mis fuerzas y este hecho, lo refuerza todavía
más. Pero tranquilo, no haré ninguna
tontería.
- Por favor… Me caes bien y te he cogido un
cierto cariño, no me gustaría usar mis
esposas contigo.
- Acabar en la cárcel por semejante individuo,
no está en mi lista de tareas pendientes.
155
repulsivo hedor, terminó de cerrar el capullo de mi
metamorfosis. La separación de Sandra, fue un duro
episodio, nada comparado con este trágico y
desgarrador año.
156
7. Fuera de la ley
157
quebrantaría las leyes de la vida. Todos los seres
vivos nacemos en libertad, esa es una ley universal
que la vida aplica a todos por igual. Así que, por
mucho odio que sintiera, no privaría a ningún ser
humano de su libertad. En mi lista de posibles
candidatos, solo existía un nombre, un “privilegio”
que la familia Parris se había ganado a lo largo de
los años, con sus exquisitos y entrañables actos
sobre mi persona.
158
planes. Nada, no encontraba una vía adecuada, sin
embargo, cuando caminaba por la calle, un cartel en
una fachada, iluminó la bombilla de mi negra
cabeza. “Agencia de viajes…”, se podía leer con
facilidad. Una nueva idea empezó a tomar forma en
mi sesera, podía pedir el rescate, mientras ella
estuviera de viaje, pero… ¿cómo? Con esta nueva
chispa y todos los datos obtenidos, me puse a
evaluar el que sería mi primer delito serio, real y
consciente, al margen de la ley. Aunque estudié
todas las variantes y posibles imprevistos, nunca
existe nada seguro, todo está sujeto a una
casualidad o un golpe del destino que lo cambie
todo. Aun así, había encontrado un camino, que
cumplía todos los requisitos que me había marcado.
159
desmesurada obsesión por comprar y poseer,
existían un par de locales vacíos, en teoría,
disponibles para alquilar.
- Buenos días.
- Hola, ¿en qué le puedo ayudar?
- Estoy interesado en alquilar un local, ¿con
quién puedo hablar?
- Yo soy la persona que anda buscando. –
Respondió con su amplia sonrisa.
- Estupendo, ¿puedo montar una agencia de
viajes?
- Claro, mientras que no se dedique a asuntos
turbios, usted puede establecer el negocio
que crea oportuno.
- Muy legales no eran mis asuntos, pero eso
era cosa mía, así que, puse mi sonrisa de gala
y contesté. –Nada fuera de lo normal, una
simple y modesta agencia de viajes.
- En estos momentos, la oferta es bastante
limitada, solo disponemos de dos locales.
Como es lógico para este tipo de negocio,
usted querrá saber el del local más pequeño.
- Así es.
- Antes de nada, debe saber que el tiempo
mínimo de contratación es de un año.
- ¿Y si el negocio no funciona?
- Es un riesgo que tendrá que asumir.
- La cantinela de siempre, si alguien pierde,
siempre es el mismo. –Vale. Estoy buscando
un nuevo banco, así que si no le importa, le
pago la fianza y dos meses por adelantado en
160
metálico. Cuando tenga el nuevo número de
cuenta, me acerco y se lo doy.
- Sin problema, pero necesitaré un documento
de identidad para formalizar el contrato.
- Aquí tiene.
161
caras y si tienes suerte, te puedes llevar un
buen pellizco. -Lo sentía por la chica, pero
solo la foto de Sandra era real, las otras las
encontré en los rincones más insospechados
de Internet y modificadas posteriormente con
mi ordenador.
- ¿Sandra Parris?
162
- Dígame.
- Hola, le llamo de la nueva agencia de viajes,
que se abrirá dentro de poco en el centro
comercial Las… Enhorabuena, ha sido la
ganadora del sorteo para un viaje a África,
que se celebró ayer ante notario.
- ¡Sí! ¿Yo, de verdad…?
- Sí, usted. Como supongo ya le informarían,
el destino es un parque natural, ¿está
interesada?
- Claro.
- Tenemos dos posibles fechas, Si le encaja
alguna, necesitaremos los datos suyos y de su
acompañante, y la dirección donde quiere
que le enviemos los folletos y toda la
documentación.
- Dígame las fechas.
- Una sería el viernes… y la otra el viernes…
En ambos casos, regresaría el martes por la
mañana.
- Un segundo que mire mi agenda –un silencio
que rompió sutilmente el paso de las hojas–.
Me interesa la segunda opción.
- Estupendo, le llamo mañana y me da todos
los datos necesarios para contratar el viaje.
- Un segundo, que creo que tengo toda la
información apuntada en la agenda.
- ¿No prefiere consultarlo antes con su
acompañante? –sabía quien era él, y sabía
todos sus datos, pero tenia que desempeñar
mi papel–. El viaje se sale un poco de lo
normal, ya que tenemos que solicitar varios
163
permisos y acreditaciones, que son bastante
complicados de modificar.
- Muchas gracias, pero no será necesario. –
Qué espléndida educación, una bonita
fachada, que escondía un ser aterrador.
Durante un buen rato, los datos que yo ya
poseía, fluyeron por el aparato.
164
mientras aminoraba la marcha.
- Cierra bien todas las puertas, yo llamaré a la
policía. –Dijo Parris.
- En muy poco tiempo, se presentó un coche
patrulla. Ambos agentes bajaron del vehículo
y se aproximaron con cautela hacia el
aparente niño. –Esto es muy raro.
- Sí, va completamente tapado en pleno
agosto.
- Dile al conductor del coche, que retroceda.
- Por favor, aleje el vehículo –dijo mirando al
conductor.
- La ventanilla trasera descendió. –soy Parris,
¿algún problema?–. Justo en ese instante,
empecé a escuchar la sirena de otro coche de
policía.
- Buenas tardes, la escena es un tanto
perturbadora; por precaución, aléjense hacia
atrás y no bajen del vehículo.
- Vale.
165
muñeca en una mano y el sobre en la otra.
- El señor del coche se apellida así.
- ¿Qué hacemos?
- Entregársela.
- ¿Señor Parris, sería tan amable de bajar del
vehículo? Tranquilo, todo está en orden, tan
solo era un muñeco.
- Si no le importa, regresamos a casa.
- Verá, debajo del objeto, había una carta para
usted.
- ¿Para mí?
- Sí, eso pone en el sobre.
- ¿Sería tan amable de entregármela?
- Por supuesto.
166
acompañado por la policía, bueno… era inevitable que
entraran en escena antes o después. En su país
puede hacer lo que quiera, pero en el nuestro…
podemos decir que nosotros somos la policía. Si
vemos algo sospechoso o no cumple con nuestras
exigencias, su hija se convertirá en el almuerzo de los
numerosos depredadores que hay en este lugar.
167
nuevo.
168
- Ya, pero sé que puedes hacerlo.
- Este favor te saldrá caro.
- Lo sé, pero creo que mi vida está en juego,
aunque puede que solo sea una broma de mal
gusto.
- Entendido, no te preocupes, mis chicos se
encargarán de tu seguridad.
- Gracias, sabía que podía contar contigo.
- Reúno al equipo y nos vemos esta noche en
tu casa. ¿Alguna otra cosa?
- Esta noche te daré una muñeca, cuando
puedas, comprueba si hay huellas o algo que
se salga de lo normal. No tengo prisa.
- ¿Te están amenazando?
- Sin preguntas, necesito máxima discreción.
- Lo siento, es la inercia. Nos vemos esta
noche.
- Vale.
169
estudiadas. Desde lo más alto de una colina y
usando un potente telescopio, que compré de
segunda mano y pagué en metálico, observé cómo
el señor Parris, introducía las tres bolsas en su yate,
zarpando posteriormente hacia los puntos
indicados. Con mi útil objeto para ver, localicé a
dos francotiradores cerca de la costa, desconocía la
indumentaria, pero yo diría que eran de las fuerzas
especiales. Si había revelado lo que estaba haciendo
en el mar a alguien más, mi plan se podía ir al
garete, ya que la discreción de Parris en este asunto
era fundamental. Todo ese dinero, desperdigado por
el fondo del mar, puede ser un buen cebo para
cualquier humano que sepa su ubicación, aunque
este pez pertenezca a la policía.
170
preocupaba.
171
quince millones de euros en metálico, declarados
oficialmente. ¿Cuánto dinero negro tendría
almacenado en la caja fuerte de su mansión? No lo
sabía, pero estaba convencido de que superaba
ampliamente la cantidad del rescate. De todas
formas, me centraré en el efectivo que estaba
declarado. Para la gente que no maneja estas
cantidades, pueda entender este concepto básico,
¿si tuvieras quince mil euros y te pidiesen
trescientos euros por la liberación de tu hija,
aceptarías? Salvo que no te importara nada esa
persona, cualquier humano en su sano juicio,
aceptaría la demanda de los secuestradores.
Obviamente te jodería entregar el dinero a unos
extorsionadores, pero seguro que no arriesgarías la
vida de tu hijo por esta pequeña cantidad. Este pago
insignificante para ellos, me garantizaba en cierta
manera, el pago del rescate. Aunque podría haber
pedido cinco millones perfectamente, al final
desestimé esta posibilidad, ya que cuanto más
abusara, más probabilidades tenía de fracasar. Un
riesgo que crecía exponencialmente con el importe
del rescate.
172
comercial, buscando al supuesto propietario de la
agencia de viajes. Una vía muerta, que no les llevó
a ningún sitio, ya que el documento falsificado que
le entregué, identificaba a un varón mauritano, con
datos y números completamente al azar. El mismo
falsificador que realizó los documentos de Iris y su
hija, hizo un estupendo trabajo con mi nuevo
documento, identificación que también utilicé para
alquilar el vehículo. Intentaron sacar alguna huella
del local, pero no encontraron nada relevante, ya
que nunca tocaba nada y si lo hacía, antes me
colocaba unos guantes. La muñeca tampoco les
otorgó ninguna pista viable, lo único que tenían de
mí, era una imagen en un monitor, de un señor con
una abundante y larga barba, bigote, pelo largo con
un turbante en la cabeza y unas gafas oscuras, que
cubrían gran parte del rostro. Un estudiado
personaje, que ocultó sobradamente mi verdadero
aspecto. Si no había algún cabo que se me escapara,
al parecer, había salido indemne de mi primer delito
serio fuera de la ley. Trescientos mil euros
reposaban ahora bajo las aguas del mar.
- ¿Dígame?
- No cuelgues por favor, necesito hablar
contigo, creo que te mereces una disculpa.
173
- ¿Señora Parris?
- Sí Izent, soy yo.
- Lo siento, pero usted y yo no tenemos nada
de qué hablar.
- Sospecho que Sandra no es la persona que
siempre he pensado que era.
- No la entiendo.
- Cuando habla, ya no sé si es cierto o es otra
de sus elaboradas mentiras. ¿Engañaste
alguna vez a mi hija?
- Señora Parris… tuve mis oportunidades, pero
nunca puse una mano sobre otra mujer, ni
siquiera cuando las cosas iban mal. Agatta…
fue ella la que me engañó.
- Me lo imaginaba. Si no quieres verme estás
en tu derecho, pero hay cierta información
que deberías saber.
- Estoy intrigado, ¿dónde nos vemos?
- Hola Izent.
- Señora… -respondí con recelo.
- No sé por dónde empezar.
- Por el principio.
174
- Lo haré por el día que Sandra llegó a casa
llorando, porque tú la estabas engañando con
otra mujer. Según ella, te habías convertido
en una persona completamente diferente,
siempre estabas de mal humor, le insultabas,
le chillabas y nunca le ayudabas en casa, tan
solo bebías cerveza mientras veías la
televisión. Al margen de todas sus historias,
lo que más nos dolió a su padre y a mí, es
que estuvieras con otra mujer.
- Señora Parris…
- Hoy no vengo en nombre de los Parris, hoy
simplemente soy Agatta.
- Agatta… ¿realmente busca la verdad? O solo
quiere que le desmienta lo que usted ya sabe.
Le anticipo, que el relato no le gustará y si
honestamente me cree, ya no volverá a ver a
su hija con los mismos ojos.
- Si estoy aquí, es porque ya no veo a Sandra
como antes, de hecho, hay veces que no sé
quién es. Aunque para ser del todo sincera,
me pasa igual con mi marido.
- Entiendo… Espero que no sea demasiado
doloroso. Sandra invirtió los papeles, todo lo
que dijo de mí en realidad era ella quien lo
hacía, a excepción de la cerveza, ya que ella
solía beber vino. Ahora viene la parte más
cruel de la historia, ¿continúo?
- Continúa.
- Mi amigo Héctor y yo, pillamos a Sandra con
su amante en un hotel de esta ciudad. Él era
mi principal y único testigo en el juicio. Si su
175
marido, ni usted lo sabían, entonces fue
Sandra la que contrató a unos matones para
que le dieran una paliza a Héctor, acto que
vino acompañado por una amenaza verbal
bastante contundente Si testificaba, el
próximo encuentro seria mortal.
- ¡No puede ser!
- Es usted la que busca respuestas, a estas
alturas, no tengo ningún interés en
transformar la realidad, pero si no me cree,
puede buscar en los registros del hospital y la
policía. –Supongo que la noticia, superó
todas sus expectativas. Un largo e incómodo
silencio se adueñó de la conversación.
Digerir este relato, no debe ser nada fácil
para una madre.
- Lo siento Izent, desconozco si mi marido
estaba al corriente, supongo que sí, pero
yo… te juro que no sabía nada, jamás habría
consentido tal atrocidad.
- Gracias, pero eso ya es agua pasada.
- ¿Nos odias?
- Desde la paliza, les odio con todas mis
fuerzas.
- ¿Por qué no lo dijiste?
- Agatta… piénselo con frialdad, ¿me habrían
creído?
- Lo cierto es que no, me cuesta asimilarlo
ahora, en aquel momento, imposible.
- A veces, la mejor solución es dejar que las
cosas sigan su curso, hasta que la vida pone a
cada persona en su lugar.
176
- Supongo que ahora le toca a mi familia.
- ¿Qué sucede? –Pregunté intrigado.
- Los gastos de Sandra se han descontrolado y
su actitud al cargo de la empresa, es
detestable, por su mala gestión estamos
perdiendo clientes importantes, empresas que
trabajaban desde hacia muchos años con
nosotros. Mi marido, ha retomado las riendas
del negocio y para salvar lo que queda,
hemos tenido que invertir una cantidad
considerable de nuestro propio dinero. Su
padre le ha quitado todos los accesos a las
cuentas bancarias. Tiene un techo donde
vivir, pero si quiere comer, tiene que ayudar
en casa como si fuera una sirvienta más. Los
dos nos sentimos muy decepcionados, mi
marido por el dinero perdido y yo, por la
total ausencia de valores y principios, hechos
que se acentúan aún más, desde tu
escalofriante relato.
- Me complace comprobar, que entre las
lujosas paredes de su mansión, aún queda un
rastro de decencia y humanidad.
- No te equivoques, hace mucho tiempo que
dejé de ser humana y me convertí en un títere
más del dinero y el poder. Sin darme cuenta,
renuncié a mi verdadero yo, por un sin fin de
objetos materiales. Posesiones, que en
realidad enmascaran el auténtico camino de
mi felicidad. Desgraciadamente, cuando eres
capaz de hacer esta reflexión, ya es tarde para
volver atrás.
177
- Nunca se sabe, tal vez esta conversación, sea
el inicio de un nuevo camino, como ya le he
dicho, al final la vida nos pone a cada uno en
su lugar. –Ella no dijo nada, solo reflexionó
durante un buen rato.
- Fuiste tú, ¿verdad?
- No la entiendo.
- Tú nos hiciste creer que Sandra estaba
retenida.
- No sé de qué me está hablando.
- Tranquilo, lo entiendo, pero sé que fuiste tú.
- Como ya le he dicho, no sé de qué me está
hablando.
- Izent… Solo conozco a una persona que
organizaría un secuestro sin secuestro y solo
tú serías capaz de pedir una cantidad tan
pequeña. Mira… si fuiste tú, me alegro,
después de lo que me has contado, lo tomaré
como una minúscula indemnización por todo
el daño que te hemos hecho. Solo espero que
no actúes como Sandra y empieces a
malgastar el dinero sin sentido. –Yo no dije
nada, tan solo la mire–. Lo siento con todo
mi corazón, espero que algún día seas capaz
de perdonarme. No busco tu amistad, me
conformo con que dejes de odiarme.
- No hay nada que perdonar.
- Sí Izent, sí que lo hay. Durante mucho
tiempo te odié y ni siguiera me molesté en
buscar la verdad.
- Yo la odié a usted y tampoco me molesté en
buscar la verdad, nos encontramos en la
178
misma situación.
- Agradezco tu gesto, pero tu odio fue
fundando, el mío no.
- En su situación, yo hubiese actuado igual, así
que... Que esté hoy aquí, dando la cara y
asumiendo sus errores, dice mucho de usted.
Y no se preocupe, que no es odio lo que
siento ahora mismo por usted, sino una
mezcla de cariño y lástima a partes iguales.
- Gracias.
- Eso sí, no me pida que perdone a Sandra…
- Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza.
¿Nos volveremos a ver?
- Seguro que sí. –No sé por qué, pero sabía
que ese no seria nuestro último encuentro.
- Vale, cuídate.
- Lo mismo digo.
179
180
8. Revelaciones
181
invierno, mis enclaves se quedaban desangelados,
una época perfecta para un chapuzón en el mar. El
tiempo amenazaba tormenta, las nubes negras de
una tarde de invierno, marcaron el día de la
extracción. El mar estaba movido, pero no
enfurecido, en mis caras clases de buceo, me había
enfrentado al mar en condiciones mucho peores,
que las que tenía en esos momentos frente a mí.
Casi ocho años después de mi golpe, me sumergí en
las frías aguas del mar. ¿Llevarían los paquetes
algún sistema de rastreo? Yo diría que sí, en
cualquier caso, este largo tiempo, me garantizaba la
descarga total de cualquier batería.
182
entrega junto al sillón y empecé a extender por el
suelo los paquetes que sacaba de las bolsas. Esa
noche dormí en el sofá, mientras el calor intenso
caldeaba el lugar y un par de veces durante la
noche, tuve que alimentar las ansias de fuego de la
chimenea.
183
- Hijo… es mucho dinero. –Dijo mi madre.
- Llévatelo, te hará falta. –Replicó mi padre.
- Ellos conocían el pacto que hice con Erica,
pero desconocían mis asuntos fuera de la ley.
–Ya tengo trabajo, no necesito el dinero–. La
versión oficial, es que había encontrado
trabajo de fotógrafo en otro país. –El dinero
es vuestro, haced lo que queráis, eso sí, tened
mucho cuidado y no lo ingreséis en el banco.
184
vez ubicado, empecé a practicar el idioma del lugar.
Todas las semanas me gastaba una cantidad
considerable, en loterías, apuestas y quinielas.
Cuando llevaba cuatro meses en mi reciente
estrenado país, la frase: “El dinero llama al dinero”
se materializó ante mí y la diosa fortuna me colocó
en lo más alto de la cúspide, ya que fui el único
acertante de un bote de doce millones de euros.
Este inesperado acontecimiento, me catapultó de
nuevo a mi país.
185
escritorio, una pantalla de ordenador
reflejaba una hilera de números que no
dejaban de bailar. -¿Sabes lo que es?
- No es que sea un experto en la materia, pero
yo diría que son los índices de la bolsa.
- Correcto, la semana que viene, compraré
bastantes acciones de esta empresa. –Dijo
mientras señalaba con el puntero del ratón.
- Yo de usted no lo haría. –Respondí con
mucha confianza.
- ¿Por qué no? -Preguntó con prepotencia uno
de los presentes.
- Sin ninguna duda era el hombre que había
aconsejado a mi suegro. –Aunque todas las
noticias indican que será un negocio
redondo, leí un artículo en una revista de
escasa tirada, que de ser cierto, pondría en
peligro las probabilidades de éxito de esta
operación.
- Tonterías. –Replicó con cierto desprecio. Ni
si quiera me preguntaron por el artículo.
- Si me disculpan… -Ya había respirado
suficiente ego por un día entre estos grandes
tiburones, aunque yo los veía como sardinas
nadando en un charco.
186
leí se transformó en realidad y tal y como supuse, la
compra de acciones de la empresa se convirtió en
un auténtico fiasco. Aunque cerré esta puerta
muchos años atrás, ahora la iba a abrir para seguir
haciendo más grande mi fortuna.
187
primer vehículo blindado con una parte de mi
fortuna. Los notarios, comprobaron uno por uno,
que el dinero que se introducía en la jaula de metal
era auténtico, hasta que el último de los billetes, fue
introducido en el interior. La gente observaba
expectante, mientras unos aspersores colocados en
el techo del cuadrilátero, rociaban el dinero con un
producto muy conocido por todos, un líquido que
usamos normalmente cuando cogemos nuestros
vehículos. Una minúscula chispa que detoné a
distancia, envolvió en llamas los veinte millones de
euros, que amontoné aquel día en billetes de todos
los países. La cara de incredulidad se reflejaba
claramente en el rostro de todos los presentes.
Como era de esperar, la noticia se divulgó
rápidamente por todos los rincones de este planeta.
Escuché muchos adjetivos hacia mi persona,
aunque loco fue la más solicitada. No me interesaba
la fama, así que, camuflado detrás de un cristal
traslúcido, respondí a las preguntas de los medios.
Fueron muchas las interrogaciones y por desgracia,
la inmensa mayoría irrelevantes; quién era, de
dónde venía, cómo había conseguido el dinero, si
estaba casado… Todo este tipo de cuestiones,
carecían de importancia. Por eso, solo contesté, las
que consideraba trascendentes.
- ¿Era auténtico?
- Lo mejor es que responda el portavoz de los
notarios.
- Buenas tardes, Me llamo… y soy notario
desde hace más de veinte años. Mis colegas y
188
yo, hemos comprobado todos los billetes y
podemos acreditar que eran auténticos.
- ¿Por qué no invertirlo en los pobres?
- En su día, me planteé tal posibilidad, pero
solo habría aliviado su miseria durante una
temporada y aun así, tampoco habría llegado
a todos los lugares donde hace falta,
favoreciendo a unos y discriminando a otros,
hasta que al final, todo este dinero habría
regresado de una manera u otra, a las manos
de los más poderosos. Necesitaba una
solución que fuera equitativa y que eliminara
a los ricos de la ecuación. Mientras intentaba
resolver el enigma, la vida me marcó el
camino correcto, Así no discrimino a nadie y
envío un mensaje a todos los humanos del
planeta.
- ¿Y cuál es el mensaje?
- El dinero se ha convertido en las cadenas
invisibles de nuestros días. Para que exista un
rico, deben de existir muchos pobres,
personas que abrirán todos los días el buzón
de sus hogares, con el corazón encogido.
Para que yo siga en lo más alto, muchos
tendrán que sufrir, no cargaré el peso de su
angustia sobre mi conciencia. No soy quién
para juzgar a mis semejantes, sin embargo,
me puedo juzgar a mí mismo. No podría
comprar un coche de alta gama, un yate o
una lujosa casa, mientras el hambre mata a
un niño cada quince segundos. El poder y
solamente él, os ha vendido el mundo que le
189
interesa, un lugar donde los ricos creen ser
libres y el resto sueña con serlo algún día. De
ahí el éxito aplastante de las loterías y
apuestas del estado, los desterrados al olvido,
no buscan el dinero, sino la libertad.
- ¡Pero el dinero es necesario! –Protestó uno
de los presentes.
- Lo único estrictamente necesario para vivir,
es comer y beber, el resto, solo son añadidos
que nos hacen la vida más cómoda, pero
como todo, siempre hay un precio que pagar.
Desde pequeños nos han inculcado que el
dinero es la base de todo, da igual cómo lo
emplees, el caso es gastarlo. Curiosamente,
él es el causante de prácticamente todos los
males de esta sociedad y del planeta; usarlo
para hacer el bien es una actitud muy loable,
pero no olvidemos que seguiremos creando
el mismo círculo vicioso. Nos guste o no, el
dinero lo corrompe todo. Decidme: ¿Curarías
una infección con otra infección? –Un
minúsculo silencio dio paso a una nueva
pregunta
- ¿Qué piensa hacer con este solar?
- Nada, se quedará tal y como está, será mi
pequeño monumento a la libertad.
- ¿Cree que toda esta locura servirá para algo?
- Ese no es mi problema, el mensaje no es mío,
yo solo soy una de las numerosas
herramientas, que la vida emplea para
comunicarse con nosotros. Que los humanos
quieran o no escuchar, ya no está en mis
190
manos.
191
no pueden hacer la vista gorda. Incluso los ricos,
tienen límites que nunca deben rebasar, por
desgracia, el señor Parris los superó holgadamente.
Un día estás en tu lujosa mansión y al día siguiente,
estás detrás de unos barrotes. Cómo no, la noticia
fue divulgada por todos los medios locales y
nacionales. Un circo para mostrar al populacho, que
la justicia es igual para todos. No te equivoques,
ellos pueden llegar mucho más lejos que tú, sin
ningún tipo de consecuencia o repercusión. Cuando
terminó el juicio, el señor Parris estaba
completamente arruinado, eso sí, tenía pagado el
alojamiento en la prisión. Por suerte, Agatta salió
indemne de todo este jaleo. Gracias a mi buen
amigo el inspector García, pude encontrarla
malviviendo en una habitación de una andrajosa
vivienda, un lugar que pagaba limpiando inmuebles
de toda índole.
- ¡Agatta!
- ¡¿Izent?! –Me miró un tanto confusa.
- Sí. –Respondí mientras avanzaba con los
brazos abiertos. Ella me abrazó con fuerza y
se puso a llorar. Nadie en este jodido mundo,
se había preocupado de su bienestar. Todos
sus “amigos” se esfumaron cuando el señor
Parris perdió su fortuna. Qué es real y qué
no, por desgracia la única realidad la marca
el dinero, sin él, todo nuestro entorno se
desmorona.
- ¿Qué haces aquí? –Preguntó entre sollozos.
- Vamos, recoge tus cosas, te vienes a mi casa.
192
La llevé a mi modesta casa alquilada y le
entregué una de las habitaciones que estaba vacía.
La mujer se desvivía por mantener la casa
impecable, era su manera de agradecer todo lo que
estaba haciendo. Aunque le dije por activa y por
pasiva que no me debía nada, ella seguía en sus
trece. Cuando llevaba un mes instalada en mi casa,
una noche después de cenar dejé una maleta encima
de la mesa.
193
- Ella sonrió y contestó. –Vaya… un buen
consejo que di hace muchos años a una
buena persona.
- Bueno o malo siempre es relativo. Lo único
que importa ahora es que usted rehaga su
vida. ¿Le importa si le hago una pregunta
personal?
- Sandra se fue un día de casa y ya no la he
vuelto a ver. –Contestó con pesar–. Lo único
que sé, es que se subió a un coche y se fue a
un país del este de Europa. Todos los
esfuerzos de su padre y míos por encontrarla,
resultaron inútiles. Sé que ha causado mucho
dolor, pero aun así, sigue siendo mi hija.
- En este jodido mundo, Sandra era la persona
que más daño me había hecho de manera
gratuita, sin embargo, una pincelada de
tristeza y dolor, recorrió el rojo de mis venas.
Me gustara o no, ella era en realidad un
producto más de este endemoniado sistema,
un método donde la ausencia de valores y
principios, está por encima del daño que
podemos infligir a nuestros semejantes. –Lo
siento–. No fueron las típicas palabras que se
suelen decir en estos casos, ya que lo cierto
es que podía sentir la pena de Agatta.
- Izent… - Sus ojos negros irritados por los
acontecimientos del momento, se anclaron
con firmeza a los míos. –La vida, antes o
después, nos coloca a cada uno en su sitio.
- Lo sé. –No dije nada más, la abracé e intenté
transmitirle todo mi afecto y mi cariño.
194
Al poco tiempo, mi adorable anciana se compró
una casita cerca de la playa, con un bonito jardín
trasero. Un par de veces por semana, me dejaba
caer por su casa para tomar un té o café y
contemplar las hermosas vistas que tenía desde el
comedor de su vivienda. Una gran parte de su
fortuna, la invirtió en los más desfavorecidos.
Ayudar a los demás, cuidar su jardín y contemplar
el paisaje que le rodeaba, se convirtió en su nueva
vida.
195
196
9. Los caminos del destino.
197
conocéis, al otro aún no os lo he presentado
oficialmente, aunque sí de manera extraoficial.
198
duro trance, que intenté soportar con entereza. No
fue fácil, ya que la única persona que me aportaba
equilibrio y estabilidad, casi había salido de mi
vida.
199
Antes de hablar de la muerte de Nazant, os
hablaré de su vida. El paso del tiempo transcurría
con normalidad, hasta que cumplió los doce años, a
partir de aquí las cosas empezaron a cambiar. Sin
entender muy bien por qué, su salud empezó a
trastocarse drásticamente. Náuseas, dolor de cabeza
e insomnio, lo acompañaban todos los días. Todas
las pruebas para encontrar el problema, siempre
daban negativo. Según los resultados, Nazant
disfrutaba de una excelente salud, sin embargo,
algo perturbaba su estabilidad y yo no era capaz de
encontrar la respuesta. Descartada cualquier
enfermedad, la médica que lo atendía, me dijo, que
el problema de mi hijo era puramente emocional.
Intenté encontrar el problema que lo atormentaba,
sin embargo, no tuve éxito.
200
antes y después de encontrar su tormento. En esta
sociedad, nadar en sentido contrario es bastante
complicado, ya que la única educación posible, es
aquella que nos impulsa a generar más dinero para
el día de mañana. Ese es el principal pilar sobre el
que se sostiene la educación actual. Por mucho que
lo intentó, al final, no pudo luchar contra su propio
yo. Rápidamente, se convirtió en uno de esos
chicos listos, que se negaban a estudiar. Algunos
educadores, catalogaron a Nazant, como una
persona inmadura, cuando el problema real, era que
había madurado demasiado rápido. Las reflexiones,
los razonamientos y las conclusiones a las que
llegaba, no eran las típicas de un chico de su edad,
con él mantenía conversaciones, que eran inviables
con la inmensa mayoría de los adultos que me
rodeaban. Seis horas al día, treinta a la semana y
ciento veinte al mes, es mucho tiempo para que te
exijan estar en un aula donde no te sientes
precisamente identificado. Es fácil exigir respeto,
¿pero quién lo respetaba a él? ¿Alguien le preguntó,
cuáles eran sus ilusiones, deseos, motivaciones…?
Nadie se molestó en conocerlo ni siquiera un
poquito.
201
por hecho, que todos tenemos que tener las mismas
necesidades, los mismos objetivos, sueños y metas,
y como corderitos bien amaestrados, tenemos que
bajar las orejas y seguir el camino establecido,
anulando o inhibiendo, nuestra propia naturaleza.
Algunos de esos corderitos, levantan las orejas y se
revelan contra el destino que tan sutilmente, se les
está exigiendo.
202
En gran medida, gracias a él, Agatta y yo
retomamos años más tarde nuestra relación.
203
es así”, repateaba mis entrañas.
204
habría hecho todo lo que aconteció después de sus
muertes. Puedes llamarlo destino o como tú creas,
el caso es que las cosas sucedieron tal y como ya
estaban escritas. He reflexionado mucho los
acontecimientos de mi existencia y es cierto que
durante algunos años, odié a la vida por
arrebatármelos. Pero mi dolor es una mota de
polvo, comparado con el suyo, toda su creación y el
equilibrio que creó con tanto tesón, es destruido y
devorado sin miramiento por nuestra especie. Cada
año extinguimos entre diez mil y cincuenta mil
especies, básicamente por acciones directas o
indirectas del ser humano. Tal es la extinción, que
los científicos ya hablan de una desaparición de
especies en masa. Un dato oscuro que enturbia una
vez más el negativo currículum de la humanidad.
Cómo reprocharle algo a la vida, cuando ella lleva
siglos, sufriendo el acoso indiscriminado de las
personas. El odio se esfumó, cuando comprendí lo
que necesitaba de mí. Soy humano, pero no me
siento especialmente orgulloso de lo que soy. Un
punzante y agudo dolor acompañado de una
profunda tristeza, empañaba ahora el ocaso de mi
existencia, con el deseo de que las personas
despierten de sus oscuros sueños de poder y riqueza
y den un pequeño margen a este hermoso planeta,
que grita enérgicamente algo de libertad.
205
cumplidas, a los cincuenta y seis años, decidí que
había llegado el momento de reunirme con ellos.
206
sitios que puedas. Por favor, no intentes
ganar dinero con esto, tú solo cubre gastos e
intenta sacarlo al más mínimo coste para el
lector. ¿Me harás este pequeño favor?
- Y tú, ¿qué vas a hacer?
- Los humanos no suelen aceptar la muerte y
menos aún, cuando es el propio individuo el
que toma la decisión, así que le conté una
pequeña mentira, unos hechos ficticios, que
me sirvieron para hacer el camino más
llevadero a mis seres queridos. –Lo siento
amigo… cáncer, los médicos no me dan más
de un mes de vida.
- Un tupido silencio se adueñó del lugar. –No
es posible–. Respondió con los ojos
vidriosos. –Eres la persona más sana que
conozco.
- La porquería está en el aire, el agua, los
alimentos… Dime alguna cosa que no
corrompa nuestra especie. Nuestro cuerpo
recibe muchas más agresiones de las que nos
podamos imaginar, supongo que el cáncer, es
una de las consecuencias.
- Joder, Izent… tú no.
- La muerte es el ciclo vital de la vida, sin ella
la vida no se podría regenerar. Ahora ha
llegado mi momento. En la parte trasera de la
editorial, hay un pequeño terreno que
almacena trastos inútiles, prométeme que
despejaras el sitio y que me enterrarás en ese
lugar.
- ¿Y no prefieres un cementerio o incinerado?
207
- Héctor, ¿sabes cuánta vida he consumido
para llegar hasta aquí?
- No.
- Muchísima, ya va siendo hora de que
devuelva algo de lo prestado. El lugar donde
reposen mis restos es lo de menos, solo
quiero que mi cuerpo esté en contacto directo
con la tierra, nada de funerales, velatorios,
cajas de madera, lápidas, cruces ni
incineraciones. No será fácil, te dejo una
dura batalla, ya que mucha gente que me
quiere y aprecia, intentará que se me
apliquen los protocolos establecidos,
dictados que se alejan mucho de mis
creencias… confío en ti.
- Dalo por hecho.
- Gracias. Una cosa más, dado que el libro es
autobiográfico, mi muerte impulsará su
distribución y venta, aprovecha este hecho y
sácale el máximo partido.
- Tío… hablas de tu muerte con tanta
naturalidad, que si no te conociera tanto,
pensaría que me estás vacilando.
- Una tierna sonrisa se dibujó en mi mejilla, -
¿Sabes cuánto tiempo he esperado este día?
Por fin podré abrazar a mi hijo y saborearé
una vez más los labios de Iris. Quién me diría
a mí, que aquél beso en la librería sería el
último de mi vida. En ninguna mujer, volví a
experimentar lo que sentía cuando miraba los
ojos de Iris. Llevo muchos años viviendo de
recuerdos, ya va siendo hora de sentir nuevas
208
experiencias. –No pude seguir hablando, él
me abrazó con fuerza y se puso a llorar con
energía.
- Después de todo… este es el fin.
- No hermano… este es el principio. Gracias
por cabalgar a mi lado, gracias por tu amistad
incondicional, gracias por ser quien eres. –
Tenía buenos amigos, pero él era especial.
Un hermoso y bello oasis, que rara vez suele
aparecer en nuestras vidas y yo tuve la
inmensa fortuna de que estuviera en la mía.
209
todo menos cobardía. ¿Por qué los soldados
sacrifican sus vidas? Simplemente porque creen en
lo que hacen, sin vacilaciones luchan, matan y
mueren por un ideal. Como un soldado lucharía una
última vez por mis creencias, valores y principios,
sin embargo, no mataría como hacen ellos, ya que
mi fusil estará cargado con palabras de libertad.
Pero como en todas las guerras, siempre tiene que
haber un sacrificio, en mi caso fue vivir muchos
años sin mis seres queridos, la muerte tan solo es el
merecido reposo del guerrero. ¿Podía eliminar la
muerte de esta ecuación? Por supuesto, podía dejar
que la vida siguiera su curso hasta que mis
recuerdos consumieran lentamente mi existencia,
pero ya no me quedaban fuerzas para continuar, mis
baterías estaban completamente agotadas.
210
sentimientos que te impulsaron a tomar un camino,
tendré que respetar tú decisión sin reproches,
aunque esta no coincida con la mía. Para valorar mi
decisión, tendrías que vivir lo que yo he vivido y lo
más importante, tendrías que ser yo. Miles de
muertes caen cada día en el olvido, yo había
decidido morir por mis creencias, no me preguntes
por qué, ya que ni yo mismo lo entiendo, pero lo
cierto, es que una fuerza en mi interior me decía
con claridad que estaba haciendo lo correcto.
211
resulta más o menos sencillo, pero… ¿y por alguien
completamente desconocido y ajeno a nuestra vida?
Esa es la barrera que nunca nos dejarán rebasar,
simplemente porque no les interesa, simplemente
porque tienen miedo de perder el control y en
consecuencia el poder que ejercen sobre nosotros.
212
donde se encuentran los cajeros, para reunir a un
buen número de coches policía en el lugar, luego
solo tengo que salir, disparar unos cuantos balines y
las fuerzas del estado, desempeñarían el papel que
les había adjudicado.
213
vida, antes o después, tuvieron su contestación,
todas menos una, un enigma que al parecer, se
quedaría sin su respuesta. ¿Para qué enviar este
mensaje a los humanos? Aunque seguía teniendo
esperanza, sabía de sobra, que el elaborado mensaje
de la vida, no produciría ningún cambio
significativo sobre esta sociedad. Entonces… ¿para
qué? Intenté entenderlo, pero no encontré ninguna
respuesta coherente y sensata. Sin duda, no era el
momento de formular este tipo de cuestiones, pero
a mí, si la vida me lo permitía, se me agotaba el
tiempo. Tal vez al otro lado o en un futuro no muy
lejano, conseguiría encontrar la pieza que me
faltaba para dar por zanjado el puzzle de mi
existencia.
214
10. Epilogo.
215
rincones del planeta.
216
Cumplir su última voluntad no fue una tarea fácil,
pero al final conseguí que sus restos reposaran
directamente sobre la tierra, tal y como me suplicó,
su cuerpo fue entregado al ciclo vital de este
planeta. Llevé a cabo todas sus solicitudes sin
titubeos, sin embargo, organicé una comida y reuní
a todos sus seres queridos. Un último adiós, para
una persona, que sacrificó los últimos veinticinco
años de su vida, para enviar un mensaje de libertad.
217
Yo no he leído todas las cartas que han llegado
hasta este momento ni creo que lo haga jamás, sin
embargo, los padres de Izent las han leído todas,
incluso han traducido las que están escritas en otras
lenguas. El término “perder un hijo”, es un
concepto que nunca podré comprender, ya que
nunca tuve descendencia. Por desgracia, en la
familia de mi amigo siempre estuvo demasiado
presente. Desde mi ignorancia, creo que nada
justifica la pérdida de un hijo, aunque para los
padres de Izent, leer las cartas le daba un cierto
significado, de alguna manera él seguía viviendo en
cada una de ellas. Con mucho orgullo y
satisfacción, contemplaron día tras día el enorme y
asombroso legado de su hijo.
218
Amigo, estés donde estés, espero que ya tengas tu
respuesta. No tenías que cambiar el mundo, tan solo
tenías que crear nuevos caminos de armonía, paz,
respeto, esperanza y libertad.
219
220
Algunas cosillas del autor
221
nada, por lo menos espero que hayas pasado un rato
entretenido.
222
formar parte de vida? Un dilema que supongo que
algún día resolveré. Mi hijo, la mayor inspiración
de mi existencia, sigue a mi lado, un duro y sólido
pilar que constantemente me impulsa a continuar.
En cuanto a Iris, sigue siendo uno de esos esquivos
deseos que no he logrado alcanzar. Una personal
utopía, que sigue encabezando mi lista particular.
Por desgracia, la visión de la vida tal y como la
entiendo, me aleja muchísimo de esta básica
necesidad. Me gustaría decir que sigo intentándolo,
pero lo cierto es que hace algunos años que dejé de
buscar.
223