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El siglo XIX, inicio de la era

mediática
Jaimeduardo García

Cuando le pido a la traductora


Kenya Bello que le pregunte a
Marie-Eve Thérenty, doctora
en Letras Modernas por la
Université Paris 7, cómo
influyó la prensa a la sociedad
y a las instituciones en el
siglo XIX, la investigadora gala
abre sus ojos azules, me mira
y sonríe: “Es una respuesta
como de mil cuatrocientas
páginas. En unos días se
publicará La civilización del
periódico. Historia cultural y
literaria de la prensa, donde
trabajamos sesenta
investigadores durante cinco
años el tema.” Es la respuesta.

Pero la especialista en prensa El suicidio del General Boulanger


del siglo XIX adelanta que en el libro plantean la tesis que “la era
mediática inició en el siglo XIX. La civilización que representaron los
periódicos transformó profundamente la economía, la política, la vida
cotidiana y social”.

De visita en México, donde ofreció un ciclo de conferencias en el


Instituto Mora –en el marco de los treinta años de ese organismo– con
el título "La civilización del periódico. Prensa, sociedad y literatura en
Francia en el siglo XIX”, la profesora de literatura francesa en la
Université de Montpellier III y autora de Balzac y la políticaprecisa que
en esa centuria todo fenómeno social tuvo eco mediático:

“Los debates en la Cámara y las luchas sociales ocuparon un espacio


importante en la prensa.”

–¿Por qué define al siglo XIX como la sociedad del periódico?


–El fenómeno no se produjo en el siglo XVIII, donde existían periódicos
pero los tirajes eran austeros y la circulación restringida. En el
siglo XIX el periódico se insertó en la sociedad. A principios del XIX la
prensa estuvo restringida a las élites, pues la suscripción de un
periódico durante un año costaba 80 francos y el salario de un obrero
era de 2.50 francos diarios. Pero con la caída de Napoleón III en
Francia, la crónica dejó de ser para las élites y se popularizó. Por
ejemplo, en 1863 surge el periódico Le Petit Journal (El Periodiquito),
que costaba 5 centavos.

En el siglo XIX el periódico fue el principal medio de comunicación


masiva. Le Petit Parisien tiraba 3 millones de ejemplares diarios; hoy
ningún periódico puede hacerlo, porque en el siglo XX surgió la radio,
la televisión e internet.

Un ejemplo del fenómeno de la mundialización mediática fue la novela


de Eugenio Sue, Los misterios de París, que se publicó en la prensa
por entregas de 1842 a 1843. En 1844 se tradujo en todo el mundo.

–Qué tanto contribuyó la prensa del siglo xix al desarrollo de la


literatura?

–La aportación de la prensa a la literatura fue mayor, pues toda obra


(novela, teatro, poesía) se publicó primero en la prensa y después se
convirtió en libro. En el siglo XIX todos los escritores, salvo contadas
excepciones, fueron periodistas; muchos géneros surgieron en la
prensa, como la novela por entregas o la poesía en prosa. La novela
realista de finales del XIX retoma elementos del reportaje.

–¿La prensa en el siglo XIX fue un poder institucional?

–El cuarto poder nació en el siglo XIX. Existía una relación muy
estrecha entre la clase política y el periodismo. Por ejemplo, Alphonse
Marie Louis Lamartine (poeta y político, considerado como el primer
romántico francés), antes de ocupar un cargo político fue periodista;
su prestigio lo adquirió en la prensa. La prensa fue una fuerza muy
poderosa de denuncia y escándalo; se creaban fenómenos
mediáticos, como el del general Georges Boulanger (fue protagónico
en la Tercera República, marginado políticamente se exilió en Bélgica,
donde se suicidó ante la tumba de su amante. Le Petit Journal ilustró
una de sus portadas con su tragedia).

–¿La prensa del XIX le dio visibilidad a las mujeres o reforzó los
valores conservadores?
–Hay dos posiciones al respecto: una, representada por la
historiografía feminista, como Christine Planté, quien asegura que la
prensa sólo reforzó la exclusión de las mujeres al plasmar en sus
secciones las diferencias entre lo doméstico (la vida familiar, los
quehaceres, las emociones) y lo público (lo masculino, lo político, lo
racional). Sostiene que los periódicos colocaron en situación
de ghetto los discursos femeninos. En cambio, los especialistas
afirman que la prensa ayudó a modificar la relación entre los géneros y
las mentalidades, sobre todo a partir de la Tercera República, cuando
varias mujeres empiezan a ejercer el periodismo (como Delphine de
Girardin o Amandine Aurore Lucile Dupin, que firmaba como George
Sand) y se generan debates sobre los derechos femeninos, el derecho
al divorcio o al trabajo.

–El reportaje y la crónica fueron muy utilizados en el siglo XIX, ¿a


qué se debió?

–La crónica fue el género mayor en el siglo XIX en los diarios franceses
(y también mexicanos); se convirtió en el género emblemático de lo
cotidiano, el símbolo del desarrollo de la era mediática. La crónica
relató la vida parisina mundana, la actividad cultural; fue una especie
de contemplación de la vida intelectual. Quienes escribían crónicas lo
hacían desde los salones. En cambio, el reportaje obligó a los
periodistas a ir a la calle, a testimoniar, al principio fueron temas
menores hasta que ganó espacios y se convirtió en el género mayor.

–¿Cuáles son las características de la prensa francesa del


siglo XIX y cuál es la diferencia con la prensa contemporánea?

–A la prensa del XIX hay que pensarla en dos regímenes: el de opinión


y el de información. En el primer caso fue una prensa que se
construyó con un sentido militante, donde no importaba la objetividad,
pues fueron órganos partidistas.

A finales del XIX surgió la prensa moderna y con ésta el modelo de la


información, como los periódicos Le Petit Parisien y Le Matin, que
fueron portavoces de los sectores populares, trataron de aplicar la
objetividad informativa, como el reportaje. La mayor diferencia entre la
prensa del siglo XIX y la actual es el lugar que ocupó la hibridación
literaria; hoy no tiene cabida. Actualmente los periodistas se forman
con otros criterios, los géneros periodísticos no aceptan la ficción y la
literatura como elementos para escribir, en el XIX sí fue posible. Sin
duda, se debilitó el papel protagónico del periódico.

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