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¿Cuál es el principio que rige la lógica de las prácticas sociales? ¿Qué es lo que
explica la regularidad y la homogeneidad de los grupos sociales? ¿Cómo se reproducen
las formas de la existencia colectiva en las diferentes construcciones sociales?
En la sociedad actual, la institución educativa y la familia, son los lugares
fundamentales donde se reproducen las estructuras de la sociedad. Es decir, en ambos,
se generan formas de actuar y de pensar, se construyen, perpetúan y “oficializan” las
diferencias sociales. El ingreso a la escuela implica de por sí el primer contacto del sujeto
con la sociedad por fuera de la familia, el ingreso a un ámbito con sus jerarquías, con sus
formas de hacer y con un lenguaje propio. El egreso proporciona una transformación del
estatus social (el sujeto pasa a estar capacitado para insertarse en el aspecto económico
de la sociedad, recibe un título que lo habilita para ocupar determinada posición, etc.). y
a su vez, en las sociedades occidentales, también constituye (aunque cada vez menos) el
paso de la adolescencia a la adultez y la posibilidad de formar una nueva familia, de tener
hijos, casarse, votar, tener una propiedad, etc.
Así como la familia instituye una forma de perpetuar la posición social, mediante
el matrimonio (el cual permite la alianza del capital económico entre dos sujetos) y de
perpetuarse mediante la herencia con la reproducción biológica; la escuela funciona como
un dispositivo similar que, como veremos a continuación, entra en conflicto directo con
el anterior.
Por último, llegamos al capital cultural, concepto sobre el cual haremos un mayor
énfasis puesto que es fundamental para pensar en la dominación y en la violencia
simbólica. El capital cultural constituye las formas mediante las cuales los sujetos acceden
a los bienes culturales, es decir, bienes simbólicos cuyo valor procede de una convención
social a la vez ligada a los otros dos tipos de capitales. La posibilidad de acceso a
determinado bien cultural no se haya solamente en las capacidades económicas y sociales
(aunque tienen gran incidencia) sino en una disposición o capacidad del sujeto en relación
con sus condiciones concretas objetivas de vida y las capacidades subjetivas, es decir, las
estructuras mentales a través de las cuales el sujeto se relaciona con el mundo físico y el
mundo social (la identidad, el lenguaje, los discursos que circulan en relación, etc.). Estos
bienes culturales, dentro de los cuales el lenguaje ocupa un rol preponderante, no
siempre saltan a la luz de una forma explícita, sino que se encuentran plasmados en la
estructura mental, cognitiva de los sujetos: aparecen naturalizados como prácticas,
formas de interpretar, juicios de gusto, formas de trabajar, de expresión, etc.
Ahora bien, las escuelas, en este sentido, son los dispositivos ideales de
producción de capital cultural. En estas se reproducen tipos específicos de bienes
culturales que se les exigen a los alumnos, a menudo, sin proporcionárselos. Se construye
un sentido común, una ideología (en el sentido de representación ideal del mundo), un
esquema de verdades.
Por lo tanto, frenar la eficacia de estos mecanismos, conllevaría desligar los lazos
que constituyen el habitus, nuestra moldeada disposición para percibir el mundo y a
nosotros mismos.
BIBLIOGRAFÍA