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Si pudiera tener la oportunidad de escribir nuevamente inventaría mil maneras de

enamorarme de mil viajes diferentes de mil horas tomando vino y café frente a mi amada
ventana junto a las montañas. ¡¡Que delirio vida mía!! Que idilio tan grande imaginar
que vivo justo luego de un océano inmenso dentro del bosque junto a un bello riachuelo
con miles de sonidos tan fantásticos y familiares. Donde habrá quedado aquel recuerdo
de mi adorado maletín. Como lo extraño como extraño soñar con el con su color con su
olor con su forma con las fotos que divisaba a diario de su interior con todos los lugares
a los que me teletransportaba. Definitivamente esto es vivir sacar todo de ti, deleitar la
mente de tus lectores y enriquecer sus sueños e ilusiones. Los he extrañado tanto, pero
han acontecido muchas cosas o quizás he sido yo quien le he dado la espalda a aquello
innato que me caracteriza. ¿Después de todo que somos? Un cúmulo de sueños y
esperanzas pérdidas robots en anonimato que luchan incesantemente por cumplir los
sueños de alguien más, muñecos estandarizados por una sociedad a la cual le importan
2 cacahuetes sus ineptos esclavos. "Esclavos" definición de todo aquel que abandonó su
alma y cerró sus ojos por complacer a alguien más por encajar en un estúpido
rompecabezas llamado sociedad.
Aun lo recuerdo muy bien en días anteriores vino a mi mente el sabor y el olor de aquel
semáforo en verde. Yo de pie frente a varios caminos cerrando mis ojos para cruzar en
amarillo. Desechando letreros para crear mis propios senderos. Que mágico fueron
aquellos tiempos en los que bastaba una mirada para convertir a la naturaleza en
millones de pétalos de colores revoloteando alrededor de ti. Un papel, una pluma, varios
números que hoy en día me invitan a preguntarme. Que haría yo con tantos números si
mi falta de valor no uso ni el primer dígito para buscar al interlocutor. Pero es en cierta
manera muy halagador pensar que en otras vidas he podido tomar ese teléfono y
marcarlos todos. Llevar una conversación inmensa de todos los detalles de mi día y
simplemente sonreír. Algún día quizás la vida traiga a mi nuevamente a mi querido
maletín. Algún día quizás el destino permita que ese papel vuelva a mí. No con el fin de
cambiar el destino, sino con el fin de entregarlo y sacarlo de mis expedientes. Contar
desde mi alma todo lo que ocurrió por mi mente, sincerar al viento y a la lluvia de que yo
decidí echar atrás todas las calles en verde y cruce ignorando a todos no me lo tomes
personal aquella archivadora doscientos cincuenta años atrás no es la misma de hoy en
día. Todos deseamos salir de nuestro círculo y emprender el viaje, todos soñamos con
encontrar algo que nos reconozca del otro lado del océano. En fin, todos en algún
momento deseamos encontrarnos a nosotros mismos.

Carolina Torres Ramírez

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