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Al siglo veintiuno editores, sa CERRO DEL AGUA 248, MEXICO 20, D.F Tinian Uelnjlonn a siglo veintiuno de éspaiia editores, sa cP } MADRID 33, ESPARA Slolo veintiinn aronnn aaa siglo veintiuno argentina editores, sa — ee siglo veintiuno de colombia, Itda AV, do. 17-73 PRIMER PISO, BOGOTA, D.E. COLOMBIA Ase AAbl edicién al cuidado de jorge tula portada de anhelo herndndez primera edicién, abril de 1984 © siglo xxi editores s. a. de c. v. ISBN 968-23-1267-1 derechos. reservados conforme a la le . . ‘=:preso y hecho en México/printed and made in méxico INDICE PRIMERAS DELIMITACIONES: CONTRA LOS RIESGOS DEL PRINCIPIO EL SILENCIO EN CUESTION; ALGUNAS EXCLUSIONES NECESARIAS PARA SU DEFINICION I. El silencio previsto, 12; II. Contra la trivia- lidad, 18; III. La protesta silenciosa, 16; IV. El silencio de Jos otros, 21; V. La representacién del silencio, 22; VI. El silencio presente, 26; VII. El silencio final, 26 ACTUALIDAD DE LA RETORICA ELOGIO DE LA LECTURA EL SILENCIO Y SU DOBLE: HISTORIA DE LA LITERA- TURA O HISTORIA DE LA LECTURA? Definiciones: el riesgo de los limites, 52; Tér- minos en vigencia, 61 EL LECTOR E-LECTOR Los altibajos de la lectura, 73; Pertinencia de algunos antecedentes: Pierre Menard, “lector” del Quijote, 80 LA PROBLEMATICA DEL “DISCURSO REPETIDO” Otros palimpsestos, La (di)solucién repetitiva, 99; Tradici6n y ruptura: un “Ieitmotiv”, 105; La técnica como repeticidn, 108; Una estética de imitacién, 109; La lexicalizacién de la frase, 118; La repeticién como reflexién: el posible encuentro entre Eco y Narciso, 121 (5) 12 28 36 48 68 6 co- LA ((D1)VISION DEL HOMBRE Y LA CRISIS DE LA HERENCIA : 35 Lectura del texto: literatura y fragmentos, 1 « ON-FRAG- FAMILIARIDAD Y EXTRANEZA, LA REPETICION-FR MENTACION. NARRATIVA DE FELISBERTO HERNAN- . DEZ : . : ; ar- La imagen cinematogrdfica cs una imagen P' cial, 154 : LA POCA DEL LECTOR LA AVIDEZ crfTICA “LE STYLE, C'EST, AU MOINS DEUX HOMMES” TODO LECTOR LEE UN LECTOR LEfpo Los DERECHOS DEL LECTOR SOLIDEZ ¥ PRECARIEDAD DEL TEXTO LECTURA E INTERDICCION: ENTRE PALABRA Y PALA- BRA EL SILENCIO ESCRITURA E INTERDICCION RETICENCIAS DEL .TEXTO BIBLIOGRAF{A inDICE DE NOMBRES inpice 126 147 164 167 1 77 182 197 203 ai) 229° 234 245 253 Ahora quiero acordarme del porvenir y no del Pasado. Ya se practica la lectura en silencio, sin- toma venturoso. Ya hay lector callado de versos. De esta capacidad sigilosa a una escritura pu- Tamente ideografica —directa comunicacién de experiencias, no de sonidos— hay una distancia incansable, pero siempre menos dilatada que el Porvenir, . . Releo estas negaciones y pienso: ignoro si la musica sabe desesperar de la musica y si el mdrmol del mdrmol, pero la literatura es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habra enmudecido y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la propia disolucién y cortejar su fin, La supersticion ética del lector, JORGE LUIS BORGES ey francés, de Sste trabajo, fue pre- tesis de doctoradg al profesor Gérard Ge- quien €Xpreso todg i Feconocimiento_ en la TN Sciences Sociales de Paris, El Profesor Genette convocd yn jura Profesores Louis Ma °_ constituide por los rin y Jean-Yves Tadig, fe PRIME LOS Rees DELIMITACIONES: CONTRA ESGOS DEL PRINCIPIO A fi . : cat) de evitar dispersions que podrian compli- este ‘trabaio er esmesuradamente los limites de las derivacy , conviene prever desde un principio Ptopuesto anti conjeturales que arriesga un tema to que el Tae velad y controlarlas. Es cier- cién titulo formulado afirma una contradic- debe 4 es necesario hacer constatar, desde ya, que : una npr como tal, asi como s¢ anticipa: | na etérica del silencio. La retérica, una discipli- i valeate desde la antigiiedad se ha entendido ambi- ntemente, vale aqui em sus dos sentidos, como estudio de las especulaciones dialécticas de la men- te tanto como arte del decir y de Ja elocuencia. ste caso se trata de Es esa disciplina la que en ¢ aplicar al silencio verbal, un objeto tacito consi- derado también en su sentido propio porque apa- rece restringido sélo a Ja ausencia fonética, una forma parcial de Ia ausencia sonora; se designa as{ especificamente @l silencio de la lectura, la sus- pensidn de Ja voz por una palabra que no se ar- ticula, que no s¢ dice pero que esta presente. Estas precisiones S¢ anticipan sobre todo para no atenuar una contradiccion ques establecida por el titulo, no tiene por qué extrafiar ya que no hace mds que jnscribirse en una prolongada tradicién titular. Con regularidad y frecuencia se observa la formula antitética como uno de los modelos mds aptos para esta redaccion paratextual, inserip- ciones .que, sin. constitu ir el texto mismo, lo intro- ducen sindpticamente. Entre tantos otros, los ti, tulos de Moliére pare cen proponer los ejemplos ge 19) ae S ATER SR ES Pi pincretO 10 CONTRA LOS RIESGOS DEL wo: ‘contra- mds caracteristicos de este “principlo de co diccién”. . sus titulo Un inventario poco pretencioso de de Mo mds conocidos cifra la clave de la obra is, live en una figura, precisamente Ja antitesiy 7 oe . cursore mds 0 menos explicita, muestra el Te mo § rrencia a términos que su teatro desarolla co: ds get provisionalmente contradictorios: El burgu 5 ridt- tilhombre, Médico a su pesar, Las precios® * culas, El enfermo imaginario, El misdntropy> | di- verdadero misintropo es un monstruo hal co? cho Rousseau). Un critico observaba hace E es “Cada vez que Molitre dice una palabra, 4 conde con otra.” n- La contradiccién formulan a menudo t ; que form L 10S tos titulos, y propuestos para tan diversos aera no se explica solamente por la mera observance del modelo antitético ni por Ja atraccién que i° 1 ce una figura particularmente Hamativa; tal ver 2 (di-)solucién antitética que aparece en_los ie ules pueda entenderse también como indice vente sion incoativa, previa y cataférica, int racion ale tentativas anticipatorias a toda ¢ we ; nacioy M89 88 como ct chaosmos de Joye, ds que vale tanto midad (polisemia original ante lar, tanto como inictag i Propiamente sing’ ciacion, el origen), a partir 8 primeras distinciones, U? ta cual se intentan la or «ae €n, los pasos iniciales hacia la creacién y el conocimiento, Paradoja conciliando entre términos i nado como contra: ee ban, consig- rios. Se insiste: 1, i -¢ insiste: los términos del titulo cuentan en su significado propio y corres- ponde mantener una posicién que no debe re My CONTRA LOS RIESGOS DEL PRINCIPIO solverse. Sobre todo, y es neccsario advertirlo OF plicitamente, el silencio no se entiende como o la silencio-que-vale-mas-que-las-palabras (ass ver- trivialidad del estereotipo y de sus eventua Siones posibles). EL SILENCIO EN CUESTION: . ALGUNAS EXCLUSIONES NECESARIAS PARA SU DEFINICION Le langage n'a qu’un contraire qui est Ie silence. BRICE PARAIN I, EL SILENCIO PREVISTO Queda descartado, por todo Io que antecede, el silencio elocuente: este oximoron, o sus formas equivalentes, formula la conciliacién prevista que podria haber resuelto la necesidad de superar una colisién ldgica. La colisién debe permanecer como tal, ya se dijo. Sin embargo, y aun para descartarlo, conviene rescrvar a este silencio un lugar preliminar, espe cialmente ahora cuando la cultura contemporanca acusa (porque posce y también porque se culpa) todos los excesos de Ja palabra; inconsistencias de discursos logorreicos, vacios ruidosos que preten den por todos los medios ocurrir en competencia contra el tiempo, con el tiempo, como el tiempo; acontece una verbalizacién sucesiva, rigurosa, Pel manente: el aturdimiento programado. Carencia y encarccimiento, esta civilizacién de medios masi- vos ha prestigiado, a su pesar, la eficiencia persua- siva y la fuerza de conviccién del silencio. Como en pocas otras épocas, Ia palabra oral, la palabra escrita, se usa tanto y al mismo tiempo s¢ desconfia tanto de su uso. Constituye uno de los rasgos caracteristicos de la cultura contempordnea Ogi EL SILENCIO PREVISTO 13 y, segtin Gérard Genette, quien atiende el fendéme- no desde un punto de vista estrictamente literario, es posible datar mucho antes la iniciacién de este aprecio por el silencio; aparece como la tendencia mas marcada de la preocupacién literaria actual, pero ya contaba con la decision de Flaubert quien “ahogaba las cosas que habfa que decir: entusias- mos, rencores, amores, odios, desprecios, sucfios, re- cuerdos [...] Pero un dia dio forma, como por aiia- didura, a ese proyecto de no decir nada, ese re- chazo de la expresién que inaugura la experiencia literaria moderna”.t JLa modernidad que radica Genette en Flaubert no sé restringe solamente a una austeridad emo- tiva, mas bien constituye una propiedad inheren- te al texto, y es en ese sentido que nos interesa: una sobriedad que anticipa otras abstinencias tex- tuales, el refugio del blanco y negro contra la obsesién de la opulencia, un horror pleni que su- era el horror vacui de otras épocas. “Ese regreso que remite el discurso a su revés silencioso, que es hoy para nosotros la literatura misma, evidente- mente ha sido Flaubert el primero en empren- derlo.” * II. CONTRA LA TRIVIALIDAD Rs wna yoluntad de austeridad Ia suya que se co- 1 sefitouffait des choses 4 dire: enthousiasmes, rancocurs, ys, haines, mépris, réves, souvenirs... Mais il a formé amov’ ur, comme par surcroit, ce projet de ne rien dire, ce un j? de Yexpression qui inaugure Texpérience littéraire refus yne” (Figures, Parts, 1966, p. 242). mode retournement, ce renvoi du discours 4 son envers , jeux, qui cst pour nous aujourd'hui, la littérature silen Flaubert a été bien évidemment, le premier 4 V'en- menreniire” (loc. cit.). re ae pstiON EL sILENCIO EN cunst 4 del autor de Bow necta directamentc, por tratarse version vard et Pécuchet, con la creciente en de cons los estercotipos del lenguaje, €sa eeariag anteriores grar las practicas idiomaticas y litera la inevitabilr y, al mismo tiempo, renegar contra. eeme ‘dio. dad de pensar (no pensar) por su q Jos autores Una actitud muy caracteristica ¢¢ ente y OF del siglo es el reconocimiento co rece la post comitante de que sdJo el silencio ot 1 le nguaje bilidad de evitar los automatismos de abla © 60 “Cree Ud. realmente que se puede vestion aba otra cosa que con estereotipos?”, sé M Cerisy? Alain Robbe-Grillet en un Coloquio ja estupe’ y la interrogacién manifiesta mas bien tir co? faccién ante alguien que pudiera disen da una verdad tan trivial antes que la busquecl’ | una re iva de antema Spuesta que se sabe negativa , porque no puede ser de otra manera. ito del En la misma oportunidad, y a propésit la “combate perpetuo” que hacia Flaubert contra |" . wy Pe near aje imposicién intolerable de un lenguaje siempre ve no, la asociacién de palabras convencionales, P él existente, decfa Francoise Gaillard: “lo que is: designaba tonteria era esa voz del otro en si mi mo; €l como otro, extrafio a st mismo, por na sesapropiacién de ‘su palabra, Algdn otro habla por mi boca’ 4 La vigencia del con problema tolera una digresién- Utopia de un hombre que estd cat Borges Imagina el siguiente didlogo: —Duefio el hombre de su vida, lo es también de su muerte. * Colloque de Cerisy, Prétexte: 1978, p. 268. ““Ce qu'il nommait péti lui, lui comme autre, du étranger 4 lui-méme, par cette désappropiation de sa parole. Quelqu’un dantie parle par ma bouche” (ibid., p. 283). q me P a Roland Barthes, Paris, autre en CONTRA LA TRIVIALIDAD 15 ~Se tra : . cS ae aa ae len e. Ya no nos qued: : U : quedan mas que . gua cs un sistema de citas.5 que cia Ta Teort ., mismo; “in Gomostracien: las pruebas estan ahi cursiva, sin hacer a indicacién tipografica ni dis- acaba de citar a ningun marca distintiva, Borges tercero de sus eopoldo Lugones quien, en el “Dueko de su aes Estudios helénicos, decia: su muerte,” ida, el hombre, lo ¢s también de mene sélo gracias al azar de la lectura y de la de que abt el lector se encuentra al’ corriente viamente . ia sido Lugones quien escribiera pre- cualquier esa sentencia. Aunque sé descuenta que de discurs nunciado actual €s una transformacién currir a eS poéticos anteriores, no hace falta re- el sentito de se atirm: del texto para saber que de que se le la afirmacion cambia si me entero . trata de un enunciado de “discurso Te- Petido’.¢ . El sentimiento de abuso proviene de un lengua- Hodes obliga a decir lo que dicen otros. Ya es un © tan incontrovertible que Borges mi cree Ne cesario indicar la procedencia de su frase porque él la inscribe netamente en un lenguaje que, en- tiende, no es mas que un sistem? de citas. Si todos los enunciados no son mas que repeticiones, épara qué y cémo marcarlas? ¢Gomo determinar los enunciados nunca dichos? Si ya el Coheleth 10 Sa bia mds que de repeticiones, zcomo pretender, ahora, la novedad mas que el olvido? A pesar de que “Ja cita es una prictica lite- raria definida”, segin afirma Genette,” forma par- ® Jorge Luis Borges, El libro de arena, Buenos Aires, Emecé, 1975, p- 129. * Eugenio Coseriu, Problemas de sem Madrid, 1977, PP- 113 ss 7 Lg citation est une pratique i lim psestes, Paris, 1982, P- 15). dntica estructural, itiéraire définie”’ (Pa esTION 16 EL SILENCIO. EN CUES ” eos i estuosa te ineludible de una actividad “palimps veatopia necesaria, la misma que participa en ién perp, borgiana de una literatura en transfusidn P € . so hac tua (o perfusién transtextual)’.2 Por ¢ : ema falta dispensar una aténcién mas cuidadosa a e108 del discurso repetido y distinguir los dos a etico- de un mismo fendmeno literario y lingt » 10 Mas tarde se atendera la repeticién textual y por como uno de los blancos preferidos ataca + rel el silencio, la resistencia a hablar, el escripul fica, terativo, sino como parte decisiva y Pee ect uw constitutiva y esencial de la mecinica de la tiene Ta: esa accién literaria que apenas se aa eidi da en una dificil posicién de equilibrio, suspen s «as e entre la cita y la reticencia, la repeticién Y silencio. Ill. LA PROTESTA SILENCIOSA On ne peut que parler autour du silence et rares sont ceux qui peuvent tenir la gageure de par ler du silence dans le silence, Pp, poupotT Como variacién de esa misma aversién hacia los perable impotencia para elu- todo tipo de pronunciamiento, sistematica hacia la inflacién nat una actitud de rebelién contr, genuidad de creer que la ver una desconfianza ural del discurso, a el abuso o la in- dad esté en las pala- *“Utopie borgésienne d'un Perpétuelle (ou perfusion trai i littérature en transfusion mstextuelle)” (ibid. p, 458), La : PRoTESTA SILENCIOSA " bras, sin Mencidn: Tecelo hy, Prevenirse contra mentira, acia la j Tecelo hacia su ec "esgos que corr 4 desconfian: fnte aun le 'rticulacién di inevitable ~Piménides, 9 Cualquiera Buen renova la gran trampa de la El recelo es doble y se justifica: utilidad del decir pero un igual Oontrapartida semejante, hacia los € quien renuncia a hablar, 72 NO puede suspenderse sobre todo Nguaje que habilita sin reparos. la € afirmaciones como: “Yo miento”, paradoja atribuida algunas veces a algunas m4s a Eubulides de Megara de Jas variantes posteriores que si- cons} ndo esta formulacién; la paradoja 8na aforisticamente esa traba légica de don- © podria partir la contradictoria especie artistica y Verbal. Accién o diccién es, ademas, la falsa alter- Nativa Que aflige a toda interrogante faustica: una disyuntiva cerrada entre hacer y decir que se mani- testa en la desercién arquetipica de Rimbaud, por nn lado, 0 en Ja solucién més optimista de Sar- ery -] callarse no es quedarse mudo, es resis- Urse a hablar ys por eso, hablar todavia.” 9 ., ta Sartre, silencio y palabra pueden ser ac- “16n en la misma medida; ya se sabe: “El escritor “omprometido’ cree que Ja palabra es accidn. 1m embargo, una prestigiosa tradicién cuestiona 4 certeza de esta conviccién. En consecuencia, si 4 palabra puede ser como accién bastante dudosa Cjamos de lado por ¢l- momento el problema ith los verbos performativos, el How to do things wt . : én Quand Words de Austin, o su expresiva traducci 1 oa ire @ ; ién todo el expediente lin dive est faire, y también on"), el silem gilfstico-teolégico de la ‘‘verbocreacién”), : Clo puede ser mds dudoso 1 Saloni como. unico La-renuncia a hablar, el silencio « ia que ee formas de resistencia q pronunciamiento, son e Pp. Sar west-ce que littérature?, Pa 948, p. r Q ttérature?, Paris 1948, J tre. q la u 32 “ taire cest n’est pas étre muet, c’est refuser de: par- 2 “se P P 6 eS TION EL: SILENCIO EN cu deh pelisrosamente. con la abstencion, Ja in- puede cnvend esaparicion, un dejar de decir a ee posible enceuce o premami, (ae) hacer. Soe gesto heroico mer o presumir, Si) verificar, a ignorado -o te que, por no verbalizado, pas palabra no alean bien, no pasa. fis cierto que hacer para su anza, pero el silencio menos.. ¢com0 En todo casos ia vigencia del conflicto? \ eficacia de caller se _aceptaria la confianza en a que fuera posibl e esa que acredita Sartre, siempr? tagma-cero”, wu reconocer en ese silencio un “5 cero, de esos Sion especie combinada de signos “No es necesario un de los que hablaba Saussure: una idea; la len in signo material para expresat oposicién de algo gua puede contentarse com Roman J akobse con nada.” Mas tarde Ch. Bally» m y otros, retoman la misma no- cién. Reci » Recientement serva el valor di e Tadeus Kowzan también 0” 7 Le : : al andlisis del fonone ed estructural aplicad@ e la mis no teatral.le ma mi: oe . anera, el silencio de Sartre 5© ria significati BNiNcativo, en nunciamiento, 2 tanto que ausencia.de un pro , de un so alli donde estos hechg de un discurso,, PO efectivamente, el hechos estuvieran previstos i! : alto te, el silencio pre valor significativo” presentaria entonces “UD una i sa ap eee el Feanilestacién en su condi. a previsibilidad de TSO NO est: icién indi Si a i ispensable. 9! de contraste, ba previsto, se pierde la sa ion . el silenci cién, ACO se pi + escapa a las necesatiat ons para la significa: Pero +a : es otro posicion > mejor de los ¢: el problema que se es del sistema. sicién a un disens. aun como sign, plantea, En el . O- y por el hecho misma ee pero que; Por op. Smo de qi no ocurre, se inicia la tencin ete Je isi experiencia estéticn ee la previsién —de recepcién tea- tral o di i le cualquier otro tipo— el sil Silenci. % En Ja revista Degrés, . _ , zéro de la parole.” mum. 31, verano de 1982 2 “Signe LAs PROTESTA SILENCIOSA 19 someti : quien, 2 as intenpretacione del receptor, @ 80 se entera el. rec irigido como mensaje. ¢Aca- cativa de ese sile eptor de la naturaleza comunt- Pretacién del re ncio? Cémo provocar la inter- cia de un obiets bn si no sabe de la existen- Ppreta de acuerdo. a interpretar? Cada uno inter- ¢s asi, pero par 0 con su horizonte de expectativa; Presente com a eso, es necesario que el silencio se ver alpin hon un acontecimiento 2 fin de entre- cidencia o fu: wonte, a fin de que ocurra la coin: hay ninguna see indispensable ala recepcion. No interpretacié seguridad de que se conjeture una dice, de an @ partir de un discurso que no s¢ todo por na intenciém que no s¢ conoce, sobre Por al que tampoco se sabe st existe. . por las go el narrador de Cervantes toma partido fensa J armas y no por Ja literature: pero esa de- capitulo asume precisamente Don Quijote en e tioso di xxxvi de Ja novela “que trata’ del cu- iscurso que hizo Don Quijote de las armas y las letras”, Por algo también ¢s justamente ese capitulo el que prefiere Pierre Menard para © ctibir su propio Quijote. Es sabido que Cervantes, © su narrador (como Quevedo en el pasaje anilogo Y posterior de La hora de todos), falla el pleito contra las letras yen favor de Jas armas. “Cervantes era un viejo mili- tar: su fallo se explica. \Pero que el Quijote de Pierre Menard —hombre contem: trahison des cleres y de Bertram cida en esas iepulosas sofisterias! | Madame Ba- chelier ha visto en ellas una admirable ¥ tipica la psicologia del héroe subordinacién de] autor & . [...]” comenta e] narrador de Borges + . as Interesa examinar esta inversion en t 1 Del jsmmo modo q Rolz t jcular. De. mist ue KO. and Bart ies pro en Ficciones, Obras re Menard, autor del Quijote, Buenos Aires, Emecé, 1974. a Pier’ completas, 20 EL SILENCIO EN cunsti6N ponia orientar Ja investigacién de Ja imaginacio? de Proust a partir de un régimen de contrarios la “enantiologia” (del griego enantion: contra rio, enantiosis: oposicién),!2 0 un discurso dé i versiones, se reconoce también aqui que entre Sposicién de términos se encuentra el orige? toda cosa, Las imagenes de Borges, de Quevedo, de Cer vantes, corresponden —con mayor nitidez tod® via que en Proust— a una estética especular, monde renversé. i inativa de '? . » una constante imaginativa d€ © revelacién 8 dencia artivien el espejo que compromete la ath ficio o del acierto. hea Tes ae ee Ponte De- termina una cosin Vision e thi procedimien’o- los riesgos natcisistas a estetica pero escapa # bir (a)negado por la seduccids. cligro de sacar Narciso vivirg si no ncae n de 1 a propia edi vinado Tiresias, petsigue su imagen, habia @ LSt: ica : cognoscitivo, even asimismo un instrumen’® otras “manciag” ef ‘Catoptromancia” que, come de conocimiento tome ativinacién, una suctt® Pejo. En el universe borers Ror medio del © nera que en cl Sig} Orgiano, de la misma ma sdlo per speculum, de Oro espafiol, no se ve espejo mismo ¢] m aenigmate sino que es el Pero atin est4 etter de los enigmas. Por teflexién aparece inven verdad que aparey imagen revela. “Ah, . pesar de eso, 44 Pable om? hoy s0y consesg re ne ee carne oy a de ys 2 » también dice ‘Wa’. Gomo ésa, la revelacié son ad “cara a bilateral. Fascinado por e] te R por la imagen es mina, pero al mismo tiempe cl Tector Io exa- al lector. La reflexign, come la wee examina we ’ , © axolotl de Cortd- ‘Une idée d rs, 1980. pth le recherche” » €n Recherche de Proust, Pa , Pa- Q Te SILENCIO DE Los OTROS Zar, eg una Poe et a larva que fascina, otra mascara ‘de los muertos “OS, un fanta: i ifi i © piensa, Sma que se identifica con quien Por yr . reflexi¢ : , see Proceso de iden el espejo y la limpara inician un la distanci identificacién y extrafiamiento a la vez, pieza a ten como distincidn, ce moi-la que se em- a cer . . habilit conocer a partir de una semejanza que 21 a, preci : : Tente: Precisamente, la advertencia de lo dife- bivalente eq momen de la identificacidn, tan am- Se identifica ta la palabra que lo designa, ya que que se asim anto porque se diferencia tanto por- ila, jo es eens en la imagen: por medio del espe- descubrir la orientarse en le monde renvers¢ y invertida C verdad que alli se encuentra pero articula onforma asi la logica paradojal que ginacién Pensamiento borgiano y, activa su ima- lares, fig generando estructuras abismales, especu- rio. sguras antitéticas, los aciertos contradicto- «1s Gel oximoron, los opuestos, por simeétricos, entificados, Pero la identificacién de Jos contrarios accidn/ ‘ccidn acentiia todavia mds la clausura de la dis- yuntiva inicial que se proponia sélo aparentemen- te opcional porque, observada como equivalencia, Ya.no da alternativa alguna. No hay salida. No €s tampoco la desesperacion de ese silencio el que aqui se plantea. IV. EL sILENCIO DE LOS OTROS ¢ i i that Like murderous Cordelia, children ine OF mee her human being: ‘ i can clestroy anot! ce nate, they remember that several have survt afka a ed the songs of the Sirens, but nonc t GEORGE STEINER heir silence. E 22 : enté SOsF Ese silencio voluntario, dob Spero es ob tC ~ya que sospecha de la para » contrapartid® es0 sospecha a su vez— tiene por, conspirato™ ¢s de lencio de los otros, un silencio x to avia an i160 que los alemanes supicron Hamar 9 con prec pis la segunda década del siglo —P sho, mucho” 2 : igentaktth Or” uning anticipatoria— la Totschweig a‘iol, recientemente, el equivalente esp sit? neo”, ar Vor Se trata de una concesién, pero aeni0s co i sabe pero ignora; la falta de core Frew , ene se pretendié aniquilar los escritos longa amentes © principio, de Karl Kraus, mas pro’0 er a oer todos los discursos que nose ajustar ntidos” © zado establishment vienés eran oes ; discusién, tacitamente, para suprim to de anu El silencio suele ser un procedimient? ons lacién eficaz y, sobre todo, no deja ras e man tituye una z ion discreta, que NO 8 cia tuye una aceptacién ’ aadverte fiesta, destinada a neutralizar por inad mente dialéctica el discurso del otro; accede pas dej# en silencio, con Ia certeza de que un tex tin por de existir o, mas todavia, ni empieza a exis ag oe carencia de un lector cuya recepcidn sea cap! - desencadenar los seguros “transtextuales” —¢ edio Jetivo es de Genette— que continiien por ™ a de una lectura-escritura ‘(aun refutativa, aun P rédica) la existencia del texto. Vv. LA REPRESENTACION DEL SILENCIO. Puissance du langage; c avec mon langage je Puls tout faire: méme et surtout ne rien dire. ROLAND BARTHES Los ejemplos que siguen, Proporcionados abun- ee REPRESEN ESENTACION DEL SILE) i NCIO 23 dantement e : Presentan “eee at literatura y el arte del siglo, ten por medio del di xmas de un silencio elabo- ente, del sile | discurso, © bien, mas frecuen- rente. Entre ncio que aparece como su refe- de John Ca; ° OS mis claros bastaria la mencién te representative musico precursor ¥ singularmen- Su 433", ol f ivo de la “estética del silencio”, ¥ bien) de ‘leno concierto (o des-concierto, mas Positor, silencio d superpuestos: silencio del com- que se exti cio del intérprete, silencio del oyente, cién, duran ende simultineamente, sin interrup- y tres segund ese lapso de cuatro minutos y treinta El prime OS anunciado por el titulo de la obra. partieron oe ocurrié en 1952 y come David Tudor no-cjecuch Merce Cunningham, tarde, en 196). obert Rauschenberg. Afios mas partir de ou , Cage crea un nuevo, concierto a cios orquestados pe architexto: 0°00”. Esos silen- tados come dos por Cage pueden ser interpre especie de a representacion de nada, de una bien C208, de mundo no organizado, 0 mas la wz blanc a la organizacion. Algo semejante a los cole anca de Newton: una con-fusién de todos tural res Ys al mismo tiempo, la propiedad na- uN e indispensable para apreciarlos: Ja ilumt nacién que habilita su vision; algo asi come una condicién de la que depende toda percepcin, Ja hace posible, pero que, al mismo tiempo, es SU con- secuencia. Si vale 1a comparacion mas alla de estas presunciones, el silencio que s¢ jnterpreta en los conciertos de John Case representar{a —como ima- gen y realizacion— por via estética, “gn-estésica’’s ese silencio que permite Negar Jo esencial el sonido y al que dedicaremos mds adelante —su- perados los reparos de la metodologia negativa de esta jntroduccion— Ja mayor atencién. Un silencio similar —aunque registrado— tam- pién aparece e] marco de esparcimientos, mas curstt6X ER siLencio EN spur 24 ; ajstrib® : rciales, G15 cio populares, de distracciones he grabado e ne ve. do en discos donde sélo se ion mas, algun se ell Y que ofrecen como otra ope equipos que os cotecas en sus juke boxes, esos T Estados cuentran con tanta frecuencia e 5 discos y en ciudades de otros paises. - mismo PT cio pueden ser ofdos mediante namiento de miento que se aplica al funcio int uier otro disco.18 ciona 3 Por otra parte la literatura Peokdo pero, ae merables ejemplos de silencio rete: se observa! algunas madalidades artisticas que nia mas; : mis adelante, se trata de una refere de un silen forma verbal, apenas contradictoria, inbrado, de cio que se menciona. El silencio no: tiempo en crito, narrado, que ocupa su lugar y to discret el discurso: Ia denotacién de un obje mas, Por ejemplo, Herndndez se o ese: silencio en un Personaje ocedi: cual + herto Felisbert el narrador uruguayo eeeribit cupa con frecuencia de dado" Sus cuentos. En El acom s e su S €n sus asientos porqu Ojos “poseen 1 i 2 , rafio uz propia”, describe asf el ext cua 4 que se iniciaban las cenas a las les, Caritativamente, cra invitado: 1 “Primero se entraba a un hall casi tan grande como fo de un teatro; ¥ después se pasaba al lujoso silence’ del comedor, Pertenecia 9 un hombre que ofrecer! aquellas cenas hasta el fin de sus dias. Era una pro- mesa hecha por haberse Salvad, ij del rfo. Los comensales éran €xtranjeros abrumados de recuerdos. Cada uno tenfa amigo dos veces Por semana; yel €n esa mesa una vez rector de orgtesta después REPRE ENTACIO} N DEL SILEI NCIO 25 los. Pero lo tini Ocho, la gan pant que él dirigia eva el silencio. A las 32 y aparecta E rtada blanca del fondo abria una ho- contigua; y q vacio en penumbra de una habitaci6n figura alte € esta oscuridad salia el frac negro de una enta levanton la cabeza inclinada hacia la derecha. debiamos Nando una mano para indicarnos que no 3 pero ne ees todas las caras se dirigian hacia tos que en ae ojos: ellos pertenecian a los pensamien- irector hee momento habitaban las cabezas. El cabexas hacia si saludo al sentarse, todos dirigian las Nlonces cada os platos y pulsaban sus instrumentos. principio ce at profesor de silencio tocaba para si, Al Cos instante a picotear los cubiertos; pero 2 los po- es aquel ruido volaba y quedaba olvidado.1# - ° tea sCormespondencias plisticas de esta version tos de Tohn Cove avant la musique los concier- sencia simil age, multiplican formas de una au- negro de Karin esos silencios: desde el_cuadrado lanco azimir Malevitch, las exposiciones en las ne. © monocromaticas de Yves Kicin, las te- titled oe de Frank Stella o el mds reciente Un- el ace el norteamericano Robert Ryman, donde clay €so a una sensibilidad inmaterial se hace mds lara _y mas evidente la correspondencia con ¢ silencio: Ja tela blanca, en blanco, no se explica Por el horror mistico de Mallarmé sino como una exasperacién postergada, la expectativa pura, que vale como una propuesta © una provocacion: el contemplador enfrentado a una experiencia esté- tica suspendida: “Puede ser aburrido y vacio. Pue- de colmar con sensaciones € ideas. Puede ser Us- ted."15 Es el comentario que se reproduce en el catalogo. : ndez, “EL acomodador” en Nadie en- 44 Felisberto Hernal cendta las ldmparas incluido en Obras completas, yol, 2, México, Siglo .X T, 1983. ; nd blank. It can brim with sensations and ideas. It js you” (Edward Lucic-Smith, art in the se venties, N' aha ON N CUES ; SILENCIO © 96 EL VI. EL SILENCIO PRESENTE ra este Dadas las circunstancias en las que se Sear ac estudio (Montevideo, 1981-1982), €s mY no se ir vertir también, desde el principio, que en, com tenta examinar las variantes que Pen, el si pulsivamente, histéricamente, sin BPE ta lencio obligatorio o las consiguientes 1 ciertas €stéticas o semidticas que suelen provocal cuen- formas de cemsura oficial. Por eso tamp en que tan en este caso las elusiones y alusiones col cas’ el discurso sabe prevenir la prohibicion y tigo. de Si bien se tomara en cuenta —porque no P on ser de otra manera— Iq irrecusable verdad ica que Ludwig Wittgenstein concluye tautol6g mente el Tractatus logico-philosophicus: uss “Wovon man nicht sprechen kann, dariiber ™ - man schweigen” [Donde no se puede hablar, ta debe callar], se hace constar que no se inte? reducir Jos aspectos €pistemoldgicos de esta 5°? tencia a las eventuales adecuaciones politicas — (0 policiales) a las que podrian aplicarse, taxativa e sin duda trascienden. Pero cs¢ 5 Esta presente, mente, aunqui lencio existe, Vo. EL SILENCIO FINAL Es Jecesario extender mas todavia la cautela an- terior marcando otra limitacién (la Ultima exclu’ sidn de esta Instancia inicial), Tampoco se abor- dara —aunque se asuma en ‘form, t ‘ a. mis i- daria— el silencio fraternal cul ake que solk hos aflige desde 1 “El hombre que oye, currentemente > Pable que, re- biblicas, as Predicaciones que es testigo, que EL SILENCIO FINAL 27 ve y que sabe Cal ui de ty beste entonces. haste, i Ta See ee a son W. Adorno: “No a lapidaria negacién | Mumerosos } . poetry after Auschwitz.”, e tinie os silencios que hay que negar y un abstr cualquier con ndolos, estos silencios abruman Y Si bien no eracién preliminar sobre el tema Parte de nue se examinarin porque no forman cir que ones ne objeto de estudio, no quiere de- aisaje, en el ausentes. Al contrario, son nuestro Sion con cual también se inscribe Ia conclu- tique pee Paul Verlaine clausura su Art poé- scribe cor out le reste est littérature” que se tual, sobre s necesaria transformacién hipertex- nce”, reno mids famoso: “And the rest is si- ¥ no decir, ‘ues al juego dialéctico entre decir y esonancias, odavia no ha agotado sus ecos as negecenente apofintico no pretende agotar ra aparece Se Por ahora, el silencio de Ja lectu- contraste, Se ava sélo por eliminacién 0 nes de silen sabe que son numerosas Jas variaclo- particulag nclo a las que s¢ opone este silencio una vasa oda afirmacion es, antes que nada, no es Serie de negaciones pero, sabiendo que de Ie Posible atenderlas por la misma vastedad cedims xclusién, mis alli de los ya excesivos pro- seed ientos preliminares, permanecen —no puede le otra manera~ como margen, también silen- Cioso, de este trabajo. ACTUALIDAD DE LA RETORICA . ituirse en U" La obra literaria tiende a constituls a, pero momento de reticencia y de en decirlo, €se€ objeto silencioso lo fabrica, velaci én es ua _ ©on palabras, y ese trabajo de a eaible ‘como tf Proceso tpicamente semioldgico, pas literatura ¢ de un anilisis del mismo orden: la una retérica del silencio. pITE GERARD GENET! tee : eticen: Un proceso semiolégico de anulacién, de 1 : Ge: cia y de ambigiiedad similar al que atribuye también aqui como punto de partida para gata diar el silencio de la lectura, Para ello se inte io elaborar una Tetérica, una retérica del silent ~Segtin dice Genette_ Pero partiendo de las ina vindicaciones Con que se actualiza esta discip aio en las Ultimas décadas, es decir como un estu oe de las €speculaciones dialécticas que la mente ¢ ; : : As capaz de concebir y el discurso de representar, ma que esas téenj cas y practicas de un arte oratoria que registraba Quintiliano, : A manera de a una publicacién dedi- cada a Recherches thetoriques, decta hace algunos afios Claude Bremond: “Ocuparse de retérica ya no puede pasar en Francia ni por un anacronis- mo ni por un desafio de vanguardia [...] Sabe- mos que la retérica no es un adorno de] discurso sino una dimensién €sencial de todo acto de sig- nificacién,” 1¢ * “Stoccuper de thétorique ne peut éia pins Passer en AcTuUALL LIDAD DE LA RETORICA 29 At de can ge, conocer algunos aspectos particulares aqui la retérica y esencial se tratara de aplicar de la lectura . a estudio de algunos mecanismos Uctiva, De 1 n tanto que actividad literaria pro- tido, a lo que dive se atienda, en el mismo sen- que “esta vtévicn Michel Charles con respecto a pattir de Ja a no puede constituirse sino a al de la otter tica. No es de un orden diferente tica sin eration’ m todos los casos, no existe poé- La inversion 3 0 contrario es verdad”’.** temente co ‘ el punto de vista es sélo aparen- que la aay nn ya que de la misma manera principios a tradicional describe y prescribe los vista del e la composicion desde el punto de de el oer se intentara hacer otro tanto des- hay ine nto de vista del lector. Por lo tanto no te a tsién sino —provisional y operacionalmen- toma na indistincién de funciones valida si’ s€ com en cuenta que ambos, autor ¥ lector, estan ” prometides por la existencia de la misma obra: ee) la retérica no ha sido nunca Ja elocuencia una teorfa del discurso.” decia también Mi- chel. Charles.'8 Sin embargo, y siempre a titulo de precaucién delimitativa, se deja constancia de que Jas fun ciones del critico no seran abordadas mds que sub: sidiatiamente aunque se reconozca asimismo —como France ni pour un anachronisme, ni pour un défi. d’avant- garde [...] Nous apprenons gue la rhétorique n'est pas un ornement du discours mais unc dimension essentielle 4 tout ‘acte de’ signification mond, Communica tions, nvim. 16, Paris, 1970:. 1 “C'est pourquoi cette rhétorique ne peut s¢ constituer im autre ordre qu’) partir de Ja poétique. Elle n’est pas d’v que la poétique. Dans tous les cas, il n'est pas de poétique sans rhétorique —et Yinverse est vrai—” (Michel Charles, op. cit, p- 62). A ft yhétorique n’a jamais été J'éloquence, mais w“T...J la '¢ du discours” (M. Charles, Rhétorique de la 1977). (Claude Bre une théori lecture, Paris,

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