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1) Identifique las nociones / figuras de infancia en las que se basan las distintas

intervenciones institucionales de las que habla el artículo.


2) Reconstruya el debate sobre la concepción de infancia que está presente en el
argumento de la nota.
3) ¿Cómo puede relacionarse con los conceptos analizados en las clases de hoy?

Sociedad|Sábado, 19 de marzo de 2005

DETUVIERON A CHICOS DE LA CALLE

Protección a palos
Tienen entre 9 y 16 años. El jueves por la noche estaban durmiendo en la calle y efectivos de la
comisaría 17ª los despertaron “a bastonazos”. Pasaron la noche en la seccional y casi veinte
horas después la jueza de menores Mercedes Sassano se aprestaba a tomarles declaración
indagatoria. Los chicos aguardaron su turno esposados, según denunciaron los abogados del
Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes porteño. Desde el Comité de
Seguimiento por los Derechos del Niño, que preside Estela de Carlotto, encendieron el alerta
por el caso.
Los chicos están en situación de calle y los vínculos familiares que conservan son tenues. En
ese desamparo irrumpieron los efectivos policiales que cerca de las 22 los despertaron “a
bastonazos, en inmediaciones del Patio Bullrich”, señaló a Página/12 María Elena Naddeo,
titular del Consejo. “Los detuvieron y caratularon el caso como resistencia a la autoridad”,
agregó.
“La metodología de levantarlos de manera compulsiva no es el camino adecuado. No sólo
porque es totalmente contrario a derecho, sino que empeora la situación –cuestionó Naddeo–.
Pero la ley 22.278 abre la intervención penal a los chicos, que son inimputables. En lugar de
detenerlos y procesarlos, deberían aplicarse medidas socioeducativas.” Esa propuesta “está en
discusión en el Congreso nacional, pero no avanza porque hay una cultura institucional tutelar
e intereses corporativos de por medio”, consideró Naddeo. Además, apuntó que modernizar el
sistema judicial “requiere un cultural”.
En el Comité de Seguimiento por los Derechos del Niño, Nora Schullman manifestó que están
“muy preocupados, tras esta intervención terrible de la policía que, agresivamente, caza a los
chicos como si fueran animales y los lleva a la comisaría, sabiendo que es una prohibición
expresa y no sólo eso, sino que pasan una noche allí”, subrayó. “Hay una jueza que no tuvo la
capacidad de dar la orden de sacarlos antes”, opinó.
“Nefasto.” Así calificó el episodio Mabel Gutiérrez, de la Comisión de Familiares de Detenidos y
Desaparecidos por Razones Políticas. En la ciudad de Buenos Aires “existe una ley buenísima,
que es la 114, pero como es municipal, los jueces no la aplican, porque son federales. En su
lugar, acuden a la Ley de Patronato, que es del siglo pasado”, acusó.
Informe: Daniela Bordón
1) Reconstruya el argumento de la nota y su relación con la discusión sobre las
concepciones de infancia.
2) ¿Cómo puede relacionarse con los conceptos analizados en las clases?

Sociedad|Domingo, 26 de abril de 2009


OPINION
A quién se llama delincuente
Por Horacio Cecchi
Mano dura, pena de muerte, bajar la edad de imputabilidad. Los reclamos están a la orden del día. Los
medios no informan. Orientan, dan cámara y micrófono, abren espacios y titulares, incomodan, alientan al
reclamo de una sociedad denunciante pero acrítica. A esa parte de la sociedad que quiere que la dejen
tranquila, que los otros desaparezcan (qué palabra transparente para nosotros, hoy). Los “otros”. Y
quiénes son los “otros”. Los diferentes, los que los medios construyen en delincuentes, los olvidados, los
obscenos (por quedar fuera de escena), que quizá roben o maten porque es el único modo en que son
nombrados. Delincuentes.
A quién se nombra delincuente, a quién designan los medios con el nombre “delincuente”. A quién toma
la sociedad como “delincuente”. “El que delinque”, dice el diccionario de la Real Academia Española.
Delinquir, “cometer un delito”. Delito, “culpa, quebrantamiento de la ley”.
Pero no todos los que quebrantan la ley son delincuentes, o mejor, no todos los que quebrantan la ley son
designados como delincuentes. Un ex presidente en problemas con la Justicia es un ex presidente
procesado, no es nombrado en ningún medio como delincuente, aunque su condición agravaría
profundamente ese delito que se le imputa. Un banquero con una quiebra fraudulenta encima no es un
delincuente. Es un banquero que quebró, como mucho, prófugo de la Justicia. Un acaudalado que mató a
su mujer no es un asesino (versión grave del delincuente) sino un viudo que fue preso por el crimen de su
esposa, estará preso pero no por delincuente sino por matar a su esposa.
Y entonces, a quién se nombra como delincuente. Sospecho que al que rompe esa tranquilidad, a ese
“otro” al que no le está permitido molestar.
Dos casos vienen a cuento como ejemplo de esto que quiero señalar: el primero es el que todos
conocemos porque los medios le han dado cámara y es muy reciente. Capristo, y más que Capristo, el
caso del chico de 14 años que “le vació el cargador”. Las agencias de noticias desparramaron sus
antecedentes de boca del ministro de Justicia bonaerense: “dos robos, uno a mano armada”, y agregaban
que “vive en la villa Zavaleta”. La información se desparramó como “reguero de pólvora”. El juez intentó
echar leña al fuego y dijo que capaz que en un tiempo, si corregía las causas, el chico podría quedar libre.
Se armó tal revuelo periodístico (porque se lo dijo a los medios) que debió corregir y relativizar sus
dichos. Dio a entender que no, que este chico así como están las cosas, no sale más mientras dependa de
una evaluación que se puede demorar años.
Segundo caso: nadie lo conoce porque los medios apenas si le han dado cobertura, entre ellos y con
espacio destacado, Página/12. Ocurrió a fin de octubre pasado. Un chico también de 14 (esa edad de la
imputabilidad) mató a otro de 13 (edad por ahora de la inocencia). En La Plata. Ambos vivían o pasaban
buena parte del día en la calle. En pocas palabras, no eran de los “nuestros” sino de los “otros”. ¿Alguien
escuchó o leyó algo sobre alguna marcha exigiendo mano dura contra el delincuente? La víctima no fue
víctima porque nadie la designó como tal, aunque tuvo el mismo final que Capristo. Y el que cometió el
delito no fue nombrado delincuente o asesino como el chico de 14 del caso Capristo porque nadie sabe
que existe. Y a pocos parece interesarle. Curiosamente, como no hubo reclamos sociales de pena de
muerte ni de mano dura ni medios en el medio poniendo cámara, los jueces actuaron como indica la ley
del fuero juvenil bonaerense: al chico de 14 lo sacaron de la Justicia penal, lo trasladaron a la Justicia de
familia, lo internaron en una comunidad terapéutica adecuada, la Justicia convocó a su familia, trabajan
los motivos, los vínculos, los problemas, los orígenes del conflicto. Y el chico de 14, sin condena,
internado pero sin privación de la libertad, no intentó fugarse, no fue peligro para nadie, ni para sí ni para
terceros. Está allí aprendiendo límites y siendo escuchado para resolver su problema, que por ahora es de
él porque no lo conoce nadie.
1) Cuáles son las nociones de infancia que están presentes en esta nota de opinión?
2) Por qué el autor considera que “no son niños los chicos de la calle”?
3) Cómo podría relacionar este argumento con los conceptos analizados en las
clases?

Espanto, anestesia y misterio


Por Norberto Firpo

Para LA NACION
Noticias de Opinión:

Sábado 14 de febrero de 2004

El domingo 1° LA NACION publicó dos notas editoriales. Sus títulos, curiosamente, podrían fundirse en una
misma frase. El título de la primera nota es A diez años de la reforma educativa ; el de la otra, Cada vez más
chicos en la calle . En efecto, una ley federal de educación promulgada en 1993 y que extendió a un decenio la
asistencia obligatoria de los niños a clase depara hoy una evidencia paradójica: legiones cada vez más nutridas
de pequeños y desdichados vagabundos urbanos derivan sin rumbo por la vía pública o, directamente, viven en
ella, casi siempre en ejercicio de la mendicidad.

El fenómeno resulta patético en la ciudad de Buenos Aires, donde esa ley no se cumple, y extiende su
dramaticidad a cientos de ciudades y villorrios, sobre todo desde que el presupuesto de la enseñanza es asunto
de cada jurisdicción. Sospechas bien fundadas advierten que esa responsabilidad resulta a menudo indeseable
a los estados provinciales, sea por onerosa, sea porque los réditos del saber no se aprecian con la velocidad a
la que se suceden los gobernantes y ministros del ramo. No es casual que el país haya registrado el vaivén de
132 ministros de Educación en el último decenio y que apenas 68 provinieran de la docencia, ni resulta
antojadiza la presunción de que uno de cada dos haya sido puesto en funciones para aplicar políticas de ajuste,
para pauperizar el sistema e, indirectamente, para arrojar chicos a la calle.

Sospecha tan espantosa lleva a uno a preguntarse si en la Argentina la niñez no constituye, verdaderamente, un
ciclo natural y cronológico en extinción, si esos chicos desarrapados no son adultos precoces en tránsito a la
marginalidad, bisoños cartoneritos o piqueteritos a los que la falta de capacitación y la desesperanza quizás
induzcan a formas definitivamente perversas de subsistencia.

No son chicos los llamados chicos de la calle , y no hay más que mirarlos a los ojos para advertir que -en tanto
analfabetos funcionales, la mayoría de ellos- son alumnos avanzados de la peor universidad imaginable: la que
reparte títulos de doctores en desarraigo y ofrece licenciaturas aceleradas en ciencias insociales.

"Sin embargo -decía el segundo de aquellos editorales-, en los últimos años la sociedad parece estar
anestesiada ante esta realidad." Y éste es un fenómeno que se da por añadidura: curada de espanto,
encallecida en el descreimiento, la sociedad, o buena parte de ella, parece enjaulada en la indiferencia, casi tan
previsoramente como optó por salvaguardar con rejas, candados y perros guardianes su tranquilidad privada.
Los males de la deficiente educación y las precariedades que agobian la vida en el aula tienen vínculo estrecho
con la proliferación de tanto hierro forjado y con los miedos que deparan las sombras, las bandadas de
fantasmas jóvenes que pueblan la noche y la ausencia casi absoluta de policías de facción.

También el domingo 1° LA NACION publicó un reportaje a Augusto López-Claros, titular del Fondo Económico
Mundial, a quien se atribuye esta reflexión: "La Argentina es un misterio. Tiene todos los recursos naturales y un
capital humano muy sofisticado, pero..." Y ese pero abre el cauce a una duda existencial: ¿el misterio no residirá
en que tal vez sea éste un país masoquista?

Por Norberto Firpo Para LA NACION

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