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Protección a palos
Tienen entre 9 y 16 años. El jueves por la noche estaban durmiendo en la calle y efectivos de la
comisaría 17ª los despertaron “a bastonazos”. Pasaron la noche en la seccional y casi veinte
horas después la jueza de menores Mercedes Sassano se aprestaba a tomarles declaración
indagatoria. Los chicos aguardaron su turno esposados, según denunciaron los abogados del
Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes porteño. Desde el Comité de
Seguimiento por los Derechos del Niño, que preside Estela de Carlotto, encendieron el alerta
por el caso.
Los chicos están en situación de calle y los vínculos familiares que conservan son tenues. En
ese desamparo irrumpieron los efectivos policiales que cerca de las 22 los despertaron “a
bastonazos, en inmediaciones del Patio Bullrich”, señaló a Página/12 María Elena Naddeo,
titular del Consejo. “Los detuvieron y caratularon el caso como resistencia a la autoridad”,
agregó.
“La metodología de levantarlos de manera compulsiva no es el camino adecuado. No sólo
porque es totalmente contrario a derecho, sino que empeora la situación –cuestionó Naddeo–.
Pero la ley 22.278 abre la intervención penal a los chicos, que son inimputables. En lugar de
detenerlos y procesarlos, deberían aplicarse medidas socioeducativas.” Esa propuesta “está en
discusión en el Congreso nacional, pero no avanza porque hay una cultura institucional tutelar
e intereses corporativos de por medio”, consideró Naddeo. Además, apuntó que modernizar el
sistema judicial “requiere un cultural”.
En el Comité de Seguimiento por los Derechos del Niño, Nora Schullman manifestó que están
“muy preocupados, tras esta intervención terrible de la policía que, agresivamente, caza a los
chicos como si fueran animales y los lleva a la comisaría, sabiendo que es una prohibición
expresa y no sólo eso, sino que pasan una noche allí”, subrayó. “Hay una jueza que no tuvo la
capacidad de dar la orden de sacarlos antes”, opinó.
“Nefasto.” Así calificó el episodio Mabel Gutiérrez, de la Comisión de Familiares de Detenidos y
Desaparecidos por Razones Políticas. En la ciudad de Buenos Aires “existe una ley buenísima,
que es la 114, pero como es municipal, los jueces no la aplican, porque son federales. En su
lugar, acuden a la Ley de Patronato, que es del siglo pasado”, acusó.
Informe: Daniela Bordón
1) Reconstruya el argumento de la nota y su relación con la discusión sobre las
concepciones de infancia.
2) ¿Cómo puede relacionarse con los conceptos analizados en las clases?
Para LA NACION
Noticias de Opinión:
El domingo 1° LA NACION publicó dos notas editoriales. Sus títulos, curiosamente, podrían fundirse en una
misma frase. El título de la primera nota es A diez años de la reforma educativa ; el de la otra, Cada vez más
chicos en la calle . En efecto, una ley federal de educación promulgada en 1993 y que extendió a un decenio la
asistencia obligatoria de los niños a clase depara hoy una evidencia paradójica: legiones cada vez más nutridas
de pequeños y desdichados vagabundos urbanos derivan sin rumbo por la vía pública o, directamente, viven en
ella, casi siempre en ejercicio de la mendicidad.
El fenómeno resulta patético en la ciudad de Buenos Aires, donde esa ley no se cumple, y extiende su
dramaticidad a cientos de ciudades y villorrios, sobre todo desde que el presupuesto de la enseñanza es asunto
de cada jurisdicción. Sospechas bien fundadas advierten que esa responsabilidad resulta a menudo indeseable
a los estados provinciales, sea por onerosa, sea porque los réditos del saber no se aprecian con la velocidad a
la que se suceden los gobernantes y ministros del ramo. No es casual que el país haya registrado el vaivén de
132 ministros de Educación en el último decenio y que apenas 68 provinieran de la docencia, ni resulta
antojadiza la presunción de que uno de cada dos haya sido puesto en funciones para aplicar políticas de ajuste,
para pauperizar el sistema e, indirectamente, para arrojar chicos a la calle.
Sospecha tan espantosa lleva a uno a preguntarse si en la Argentina la niñez no constituye, verdaderamente, un
ciclo natural y cronológico en extinción, si esos chicos desarrapados no son adultos precoces en tránsito a la
marginalidad, bisoños cartoneritos o piqueteritos a los que la falta de capacitación y la desesperanza quizás
induzcan a formas definitivamente perversas de subsistencia.
No son chicos los llamados chicos de la calle , y no hay más que mirarlos a los ojos para advertir que -en tanto
analfabetos funcionales, la mayoría de ellos- son alumnos avanzados de la peor universidad imaginable: la que
reparte títulos de doctores en desarraigo y ofrece licenciaturas aceleradas en ciencias insociales.
"Sin embargo -decía el segundo de aquellos editorales-, en los últimos años la sociedad parece estar
anestesiada ante esta realidad." Y éste es un fenómeno que se da por añadidura: curada de espanto,
encallecida en el descreimiento, la sociedad, o buena parte de ella, parece enjaulada en la indiferencia, casi tan
previsoramente como optó por salvaguardar con rejas, candados y perros guardianes su tranquilidad privada.
Los males de la deficiente educación y las precariedades que agobian la vida en el aula tienen vínculo estrecho
con la proliferación de tanto hierro forjado y con los miedos que deparan las sombras, las bandadas de
fantasmas jóvenes que pueblan la noche y la ausencia casi absoluta de policías de facción.
También el domingo 1° LA NACION publicó un reportaje a Augusto López-Claros, titular del Fondo Económico
Mundial, a quien se atribuye esta reflexión: "La Argentina es un misterio. Tiene todos los recursos naturales y un
capital humano muy sofisticado, pero..." Y ese pero abre el cauce a una duda existencial: ¿el misterio no residirá
en que tal vez sea éste un país masoquista?