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El uróboro que dejó de morderse

Entre todas las creaturas mitológicas existe una que ha llamado la atención de varias
culturas a lo largo de toda la historia, ya sea por su apariencia, o por lo que estas creaturas
representan. Estoy hablando de los uróboros, criaturas serpiformes, algunos tienen patas, otros
tienen alas y hay algunos que carecen de cualquier apéndice, excepto su cola la cual siempre están
mordiendo sin importar que tengan extremidades o no, siempre están mordiéndose su cola; si un
día te topas con una serpiente que esté mordiendo su propia cola puedes estar seguro que estás
contemplando a un uróboro.

Pues bien estas particulares creaturas representan, por su peculiar habito, el eterno siclo de la vida,
el inmutable ritmo de la vida, que siempre regresa donde comienza. Para los magos alquímicos
representa la unidad de lo material y lo espiritual, unidad que nunca desaparece pero es
transformada.

Pero todas aquellas culturas que han admirado la rareza de estos seres nunca se cuestionaron
porque tienen la usanza de morderse la cola y a mi parecer ni siquiera se preguntaron si les llegaba
a causar dolor. Pues esto fue lo que comenzó a cuestionarse uno de ellos, que entre los de su
especie era conocido como Alexsdras.

Todos los uróboros al momento de nacer inmediatamente muerden su cola, pero cuando nuestro
personaje hizo lo propio pudo reconocer un cierto pinchazo al comenzar a morderse. Para Alexsdras
le resultaba incomodo sentir eso, y parecía ser el único que lo sentía puesto que los demás no
reflejaban ninguna expresión de desagrado.

-¿por qué sentiré esto?- se cuestionaba. -¿Será normal sentirse así?

Y como los uróboros siempre tienen su cola en la boca no pueden hablar, así que estas interrogantes
se las dejaba para sí mismo.

Con el paso de los años, los uróboros, al igual que todos, van creciendo y adquieren un cuerpo más
largo a medida que mudan su piel, cómo lo hacen las serpientes comunes. Pero el hecho de alargarse
solo provoca que su cola se introduzca más y más en su boca.

Cuando esto le sucedió a Alexsdras pudo notar como sus dientes, dispuestos a lo largo de toda su
mandíbula iban encarnándose en su cola, lo cual cómo podremos sospechar resulta sumamente
doloroso, imagínense cómo se sentirá estar sumido en una situación que al paso del tiempo te va
provocando de incomodidad a dolor, una situación que no entiendes, pero sientes que se te
demanda estar en esa situación, porque es lo que aprendimos a ser desde pequeños ¿resulta
acongojante, verdad?

Alexsdras solo sentía ese dolor, e incluso manifestó una actitud que para los demás uróboros
resultaba completamente extraña y desconocida.
-¿Qué es esto? Parece agua, pero está saliendo de mis ojos se siente frio y no me gusta. A los demás
no les pasa esto. ¿Habré nacido mal?-

Alexsdras pasaba todos los días cavilando sobre esas cosas que sentía, ese líquido que salía de sus
ojos resultaba que era llanto, lagrimas que eran señal del dolor que sentía.

Al ir pensando sobre su sentir poco a poco Alexsdras se fue dando cuenta que este dolor se
relacionaba directamente con la incomodidad y el dolor que sentía al permanecer siempre de la
misma manera.

-¿Qué sucederá si abro mi boca y suelto mi cola?- y entonces abrió lentamente su boca, no lo
suficiente para liberar su cola, pero si para que la presión de sus dientes contra su cola se relajara.
Entonces fue el momento en que sintió una especie de fuerza proveniente de sí mismo, justo de la
parte posterior de su cuello. Esta fuerza logró alzar un poco su cabeza y al no reconocer de qué se
trataba, inmediatamente volvió a cerrar su boca con la misma fuerza de siempre, hecho que le
provocó más dolor a Alexsdras, por fin después de tantos años pudo tener una sensación diferente
a la de su dolor, pero al no reconocerla obviamente le resultó atemorizante, sin embargo novedosa.

-¿Si suelto mi cola, si lo hago una vez más, pasará algo malo? ¿Qué harán los demás?- Se preguntaba
atemorizado, con justa razón pues si uno vive en un mundo donde todos hacen lo mismo, puede
pensar en recibir una represalia por hacer algo distinto. Por otra parte, estaba aquella sensación
nueva y excitante, sensación que por un momento alivió su dolor.

Pasaron varios meses, vinieron los cambios de estación y Alexsdras seguía pensando en ese
momento. Entonces un día sucedió lo que probablemente ya muchos de ustedes estarán pensando.

Estaba llorando desconsoladamente, pues sentía la comparación de sentir alivio y dolor. Y en ese
momento, sin que fuera un arranque, más bien una petición natural de sus emociones Abrió la boca
tanto como pudo, y de sus fauces salió su cola a la par de que su cabeza iba ascendiendo. Suspiro
por ya no sentir el dolor en su cola. Y notó que dejó de sentir, poco a poco la tierra en la cual había
estado postrado por alrededor de 240 años, notó que comenzó a flotar, aunque su cuerpo
permanecía en una posición similar, iba ascendiendo por sobre la tierra en forma de espiral, su
cuerpo no podía adoptar una posición recta ya que al estar en una posición circular durante toda su
vida su cuerpo terminó adaptándose a esta forma.

Al ir subiendo miró hacia abajo viendo a los demás uróboros que no hicieron nada en particular, lo
único que hicieron fue dirigir su mirada hacia donde iba él, y ellos con un cierto brillo parecían estar
alegres por él, sin embargo ellos no lo siguieron. Eso le provocó otro tipo de dolor a Alexsdras, pero
este resultaba más soportable que el anterior.

Algo que se desconoce de estás magnificas criaturas es que tienen la habilidad de la ingravidez; por
eso se les ha pintado muchas veces con alas. el primer momento en que sienten esta habilidad es
inmediatamente después de nacer, pero instintivamente, al reconocer esa señal como algo,
probablemente peligroso, por ser desconocido, muerden su cola, la única manera en que pueden
anclarse al suelo para evitar irse flotando.
Así fue como Alexsdras dejó el lugar que tuvo desde su nacimiento, para llegar a donde tuviera que
llegar.

Muchas veces necesitamos dejar de morder nuestras colas, dejar de


repetir ciertas cosas que las hacemos sin darnos cuenta, pero es el
dolor el amigo avizor que nos dice “suelta tu cola y comienza a
flotar”.

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