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Epílogo

La nueva Argentina

Diez años de menemismo han revelado de manera inequívoca cuánto se trans-


formó el país en el último cuarto de siglo, 1976 es una bisagra en nuestra
historia. Los cambios sucedidos desde entonces, cuya profundidad quedó de
alguna manera disimulada durante la etapa de la ilusión democrática, se
manifestaron en la década de 1990: el país de 2000 se parece muy poco a
aquel que, en 1916, constituyó un sistema político democrático que corona-
ba la expansión de su economía y su sociedad, o a aquel otro que, hacia 1945,
asoció el crecimiento de su mercado interno con la promoción de la justicia
social desde el Estado. Con respecto a sus expectativas, ilusiones y utopías,
tampoco se parece al que, comenzando la década de 1960, se ilusionó con la
modernización y vislumbró un futuro promisorio. En el año 2000, el prospec-
to de la nueva Argentina presenta la incertidumbre de un futuro difícil, la
reaparición de algunos de los rasgos negativos de su pasado, pero también el
eficiente funcionamiento de un sistema político democrático.
En cierto sentido, esos cambios se ubican en la corriente general del mundo
occidental. El fin de la Guerra Fría por una parte, y la profunda reestructura-
ción económica, impulsada por el salto tecnológico, la ola de neoliberalismo y
lo que se ha llamado la globalización, por otra, provocan la desaparición de lo
viejo, su difícil sustitución por lo nuevo, y en la transición, incertidumbre,
desocupación, miseria. En todas partes el Estado renuncia a dirigir la econo-
mía y reduce su función providente y benefactora. En todas partes, también,
naufragan los grandes acuerdos sociales forjados en la posguerra y los fuertes
crecen a costa de los más débiles. En esta crisis general se manifiestan los dos
elementos que habitualmente la constituyen: la destrucción de lo viejo, vivi-
do por sus contemporáneos como derrumbe, y la lenta emergencia de lo nue-
vo, más difícil de percibir.
¿Cuánto hay de lo uno y de lo otro en la Argentina del último cuarto de
siglo? Un balance en la mitad del cruce de un río turbulento -así se mirarán,

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seguramente, estas décadas finales del siglo dentro de una centuria- debo mercado. Los sectores industriales de perfil exportador también se han rees-
tener en cuenta la profundidad de la crisis, que es diferente en cada país, y tructurado eficientemente, por la vía de la alta concentración y del aprove-
sobre todo la manera singular como se conduce el proceso de reestructura- chamiento de la asistencia del Estado, que no termina de cesar pese a la
ción. La experiencia de la Argentina en el siglo xx es la de Sísifo: sucesivos declamada liberalización. Ambos sectores suman tres cuartas partes de las
intentos, que arrancaron con brío y terminaron calamitosamente, lejos Je exportaciones, tienen un notable dinamismo pero su incidencia es baja, por
los objetivos que se habían fijado. Al comienzo de la década del nóvenla los limitados encadenamientos internos y porque su mayor eficiencia se basa
muchos pensaron que había una nueva oportunidad, que la otra orilla estaba a menudo en una drástica reducción de la mano de obra empleada, como
cerca, a tiro de un esfuerzo grande y definitivo. Diez años después, el interro- ocurre con la mecanización de las cosechas.
gante sigue abierto, pero los pronósticos son más pesimistas y faltos de i l u - El golpe fue mucho más fuerte para los empresarios orientados al mercado
sión: quizás otra oportunidad se ha perdido. interno, que experimentaron una situación darwiniana: algunos se adaptaron y
Lo que primero impresiona son los cambios en la economía: las cuestio- prosperaron, otros sobrevivieron con dificultad y un tendal quedó en la lona.
nes que se debatían apenas un cuarto de siglo atrás nos resultan hoy extrañas, Los cambios afectaron tanto a la primitiva industria nacional, surgida en la
La apertura de la economía, y la retirada del Estado, que regulaba, asistía n posguerra, como al segmento desarrollado luego de 1958, con fuerte participa-
participaba directamente, han cambiado las reglas. Otro cambio decisivo 11 ir ción de las empresas multinacionales. Unos y otros crecieron gracias a un mer-
la estabilidad de precios: hace casi diez años que no se viven aquellos violm cado interno cautivo y una sistemática asistencia del Estado; sin embargo, en
tos tironeos sectoriales, que acompañaban los golpes inflacionarios y u u r los años anteriores a 1976 ya se habían reducido los efectos perniciosos de este
formaron el sustrato de la historia política. El dato decisivo es sin duda rl modelo para la eficiencia y la competitividad: como señaló Bernardo Kosacoff,
endeudamiento externo, que crece de manera sistemática desde 1977. Hoy en muchos sectores se había producido el pasaje del "mundo de lo electrome-
impresiona menos que hace diez años, y ha desaparecido del temario de ilis cánico" al "mundo de lo electrónico". Ese desarrollo se frustró con la gran
cusiones: es evidente que la deuda externa no se pagará nunca, que el paí.s apertura económica iniciada en 1976 y completada en 1991; sometidas de gol-
dependerá indefinidamente de la renovación de sus créditos, en manos dr pe a una fuerte competencia -mayor eficiencia, menores costos laborales- sólo
acreedores volátiles y desconfiados, y que, en suma, la Argentina es un país sobrevivieron algunas empresas, que modernizaron sus procesos productivos.
vulnerable. Cumplir con los servicios de la deuda requerirá de una eficiencia Simultáneamente, hubo una presencia creciente del capital extranjero, que se
exportadora que parece remota, y de un ajuste permanente en los gastos ilrl extendió al campo de los bancos y las cadenas de comercialización, donde la
Estado, una libra de carne reiteradamente exigida por los acreedores, con !< >,s concentración fue muy fuerte. Entre los empresarios locales, pasaron la prueba
que el país no se puede malquistar, so pena de ser declarado insolvente r darwiniana los grandes grupos económicos, crecidos sobre todo después de 1976,
ingresar en alguno de los círculos del Infierno. que participaron activamente en la privatización de las empresas del Estado,
Mientras tanto, la política que inició Martínez de Hoz y remató Cavallo diversificaron su actividad y hasta se hicieron internacionales.
ha sacudido fuertemente el aparato productivo. La desocupación resalta con No es fácil vislumbrar el resultado final de estas transformaciones, que en
nitidez y parece ser ya un dato estructural, pero en otros aspectos el dibnj" el discurso de sus promotores habría de servir para restaurar el dinamismo
general de la nueva economía no es claro. Con la convertibilidad -un cursi- capitalista, atrofiado por décadas de intervención estatal, y para producir el
que sostiene y asfixia la vez- la sobrevaluación del peso condiciona la intr reencuentro entre el interés privado y el interés general. No hay dudas de
gración a la economía mundial. Inicialmente ésta se manifestó en el boom dr que las transformaciones han beneficiado a un segmento -pequeño pero sig-
las importaciones, que golpeó a infinidad de empresarios incapaces de com nificativo- de los actores económicos: los "ganadores" triunfaron en toda la
petir. Más lentamente, se notó el estímulo a las exportaciones, principal línea; pero eso parece haber generado poco beneficio general, como lo mues-
mente en productos agropecuarios, petróleo, gas, rubros en que el país tenia tra la elevada desocupación. Quienes sustentan un diagnóstico optimista
ventajas relativas. El principal aporte viene del agro, en plena transforma -que al final de la década son menos, y menos entusiastas que al principio-
ción: agroquímicos, semillas hibridadas, mecanización. Al notable crecimiento deben confrontar con dos grandes interrogantes, uno estructural y otro refe-
de su capacidad productiva se suma el Mercosur, que abrió un importan ir rido a los actores. "<¡" ,
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IWliVI- 1 HISTORIA (X1NTEMPORANEA HELA ARGENTINA

Por una parte, es evidente que la Argentina no puede retomar la rura Ji-l sos: las retenciones cambiarías, la emisión monetaria, las cajas de jubilación,
crecimiento, ni siquiera sobrevivir al ahogo del endeudamiento, sin mejorar la deuda externa. Solo la situación de vulnerabilidad extrema provocada por
sus exportaciones; pero no está claro qué lugar hay para ella en el mundo: el endeudamiento externo, y la decisión de "autoatarse" con la convertibilidad
qué es lo que el país puede hacer mejor que otros, para quién puede hacerlo, para calmar las exigencias de los acreedores, pusieron freno a esta tendencia,
y de qué manera esas actividades pueden tener efectos virtuosos para elcon- que sin embargo reapareció cada vez que los gobernantes encontraron algún
junto de la economía. No es una duda nueva: se planteó por primera vez margen para la prebenda, distribuida ahora entre beneficiarios cada vez más
entre las dos guerras mundiales, y entonces se resolvió por el atajo del merca- singularizados.
do interno protegido; clausurada esa vía, reaparece hoy con toda su agudeza. La crítica neoliberal, que circuló por todo el mundo occidental, no solo
Por otra parte, los empresarios han sido liberados de la tutela del Estado, que afectó al Estado dirigiste sino al providente, empeñado en el bienestar de la
siempre denostaron, aun cuando se aprovecharon muy bien de ella. Luego del sociedad. En este segundo aspecto, la reducción de gastos acompañó la tenden-
banquete final, con la privatización de las empresas públicas, todavía algunos cia a interesarse menos por sus funciones sociales: no sólo las específicas del
aprovechan los restos del festín y gozan de distintos tipos de asistencia. ¿Se incli- Estado benefactor sino aquellas otras que, según cualquier concepción
narán en el futuro por aquellas conductas reclamadas, por la asunción de riesgos del Estado, son irrenunciables. El Estado redujo su participación en el desa-
y la búsqueda de beneficios por la vía de la innovación y la eficiencia, o encon- rrollo y hasta en el mantenimiento de las obras públicas, la salud, la educa-
trarán alguna nueva variante de aquellas conductas calificadas como "perver- ción, el sistema jubilatorio, la defensa y la seguridad. Trató de transferir la
sas"? Es poco probable que esta reconversión, de la economía y de las conductas, responsabilidad a los usuarios, según sus respectivas posibilidades, y de asu-
sea exitosa si no es orientada por vigorosas políticas públicas. mir solamente la parte destinada a los pobres o indigentes. El principio de
Esta posibilidad ha sido descartada con la versión local de la reforma del que el Estado tiene una función en relación con la equidad y la justicia so-
Estado, un programa común a todos los países del mundo occidental, aplica- cial, una de las más importantes conquistas de la sociedad argentina en el
do aquí con una característica combinación de urgencia, desprolijidad e in- siglo xx, fue abandonado.
sensibilidad. En poco tiempo, el Estado ha abandonado casi todos los recur- Pero además, hubo una corrosión del instrumento mismo del gobierno:
sos de intervención o regulación económica construidos desde 1930. Renun- durante décadas se produjo una lenta destrucción de la maquinaria del Es-
ció a controlar las grandes variables y los instrumentos financieros que tado, realizada desde dentro de él. Sin declaraciones, hubo un empeño sis-
posibilitan las transferencias intersectoriales; descartó las políticas de pro- temático por alejar a los funcionarios eficientes, desarmar oficinas, perver-
moción, los subsidios y también las prebendas sectoriales; se deshizo de las tir las normas e instalar la corrupción. En los últimos años quedaron expues-
empresas públicas, que después de un proceso de desmantelamíento fueron tas, de manera cruda, prácticas largamente instaladas en la administración,
transferidas a propietarios privados, con el argumento de la mayor eficiencia que la reducción burocrática, al concentrar las facultades decisorias en me-
y los menores costos fiscales. Pero a la vez, renunció en buena medida a con- nos manos, hizo todavía más visibles. La gravedad y profundidad de ese
trolar el funcionamiento de los servicios públicos. En general, renunció a la proceso es testimoniada por el empeño que pusieron en contrarrestarlo los
posibilidad misma de regular a los actores económicos, aun desde una concep- presidentes Perón en 1973 y Alfonsín diez años después, y por su instala-
ción mínima del interés público. En suma, tiró por el desagüe el agua sucia y ción en la agenda de las reformas encaradas en los últimos diez años.
también el niño. El proyecto de la reforma estatal en curso no avanza en la dirección de
Esta renuncia no se explica por las razones ideológicas generales: el consen- mejorar la eficiencia en aquellas cuestiones que competen irrenunciablemente
so neoliberal y el éxito de sus predicadores locales; fue sobre todo la constata- al Estado. La capacidad para cobrar sus impuestos sigue siendo mediocre; se
ción de que ya no había más para repartir. Hasta 1930, el Estado redistribuyó ha avanzado muy poco en el campo de la reforma judicial, las administracio-
parte de los beneficios extraordinarios generados por el sector agropecuario; nes provinciales y el sistema político en general, donde los costos de su faz
luego de esa fecha, pese a haber concluido el período de prosperidad excep- lícita son altos, y los de la faz espuria son incalculables. Donde se avanzó,
cional, repartió más que antes, distribuyendo asistencia y prebendas a quie- como en la educación, se eligió el poco recomendable camino de destruir lo
nes pujaban con éxito por ellas. El Estado apeló a distintas fuentes de recur- que había -un ejemplo es la escuela media- con la ilusión, malograda a mi-
UKI; VI: HISTORIA U iNTIiMI'OUANI'A I A NUiVA AKlil-'NTINA
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rad de camino, de edificar otra cosa sobre sus ruinas. En suma, antesde que ¡i 1955, pese a su fuerte conflictividad, pero cambió de sentido, de manera
cualquier afirmación programática lo postulara, eí Estado ya resultó incapaz clara y brusca, luego de 1976.
El mundo del trabajo, donde el pleno empleo había sido siempre un dato
por sí solo de imponer en la sociedad normas racionales y previsibles, orien-
tar a los actores, mediar en sus conflictos o velar mínimamente por los inte- central, se encuentra erosionado por una alta desocupación, que afecta su
reses públicos. Carente de poder, el Estado dejó proceder a los actores socia- corazón: el empleo industrial. El sector de los trabajadores del Estado, cuya
les según sus fuerzas respectivas, y hasta utilizó sus últimas energías para apo- expansión compensó durante bastante tiempo la contracción de aquel, tam-
yar a los más fuertes. bién se redujo drásticamente con la privatización de las empresas públicas.
Sólo creció el sector de los trabajadores por cuenta propia, lo que en otros
Esta vasta transformación se apoyó en el llamado neoliberalismo, nueva creen-
cia colectiva que aquí también logró instalarse en el sentido común de la socie- tiempos indicaba un paso en la movilidad ascendente y hoy encubre la
dad. La versión local es pobre, se nutre sobre todo de las fuentes manchesterianas desocupación. Esta ya ha superado ampliamente el 10%, se instala firme-
mente en torno del 15% y sube en los picos recesivos por encima del 18%; a
y debe poco al liberalismo originario: mucho mercado y poca libertad política.
Su avance ha sido arrollador desde 1976: en esos años aprovechó la eliminación ella debe agregarse una proporción quizá similar de subocupación. No es un
de otros discursos alternativos, realizada por la última dictadura militar, que con problema de crisis o coyuntura, sino un dato estructural de la economía. Los
que tienen empleo sufren distintas formas de deterioro, precarización o "tra-
frecuencia eliminó también a sus emisores. Durante los años de la recuperación
democrática compitió con el discurso de la ética, la equidad y la solidaridad bajo en negro".
El fin del pleno empleo sacude la identidad trabajadora: la idea del dere-
social, pero la desilusión subsiguiente, y sobre todo las dos hiperinflac iones, fue-
ron decisivas para convencer de que no había alternativa a la propuesta de los cho al trabajo y de las garantías anexas a él deja lugar a la "flexibilización" y
al empleo estatal concedido como asistencia social. La representación de los
neoliberales. Al tiempo que se rompían los grandes acuerdos sociales, explícitos
o tácitos, del último medio siglo, ante eí avance liberal cayeron el discurso trabajadores sufre una transformación similar: los sindicatos tienen menos
del Estado de bienestar y sus valores de equidad y justicia social, y también cotizantes y las obras sociales menos recursos; las posibilidades de presión o
los del populismo, conexo con él, y de la izquierda, que había propuesto una puja corporativa, características de la etapa posterior a 1945, se han reducido
utopía alternativa. considerablemente. Muchos sindicalistas optaron por plegarse a los cambios
Durante los decisivos años de la primera mitad de la década de 1990, el y buscan el beneficio personal o el de su organización, que en algunos casos
neoliberalismo impuso en la opinión sus propuestas y su agenda de proble- se ha transformado en empresaria; mientras, un segmento menor de los diri-
mas. Todo el debate público se redujo a la economía, y toda la economía a la gentes, de índole combativa, protesta con energía en la calle pero carece de
"estabilidad". La nueva creencia fue eficaz para la confrontación y para el capacidad para incidir en el lugar de la negociación laboral.
control ideológico: así se abandonaron ilusiones caras a la sociedad, como Paralelamente, se ha consolidado el mundo de la pobreza, nutrido de tra-
la del buen salario o el pleno empleo, el derecho a la salud, la educación, la bajadores precarios, pequeños cuentapropistas, jubilados, desocupados, jóve-
jubilación y en general a la igualdad de oportunidades, garantizada por el nes que nunca tuvieron un empleo, marginales de distinto tipo y un sector
Estado. Luego de 1995, ante las consecuencias reales de la reforma y el ajus- "peligroso" cada vez más amplio, que vive con un pie dentro de la legalidad y
te, se recuperaron aquellas aspiraciones, pero de manera casi nostálgica, li- el otro fuera. Se trata de una identidad social parcialmente superpuesta con
mitada por los parámetros del pensamiento neoliberal. la de los trabajadores, que es más atribuida que asumida: se reconoce la exis-
tencia de un sector muy amplio -entre una tercera y una cuarta parte de la
La sociedad difiere sustancialmente de aquella constituida a finales del
siglo XiX; desde entonces, el largo ciclo expansivo fue conjugando crecimien- población total- que se encuentra por debajo de lo que la misma sociedad
acepta como nivel mínimo de consumo. Producto legítimo e indudable de la
to económico, pleno empleo, una fuerte movilidad y una sostenida capaci-
dad para integrar nuevos contingentes al disfrute de los derechos, civiles, reestructuración de la economía y el Estado, es hoy un tema de estudio aca-
políticos y sociales. Fueron oleadas sucesivas de movilización e integración, démico, un campo de trabajo para numerosas organizaciones no guberna-
que alcanzaron en las últimas décadas del siglo XX incluso a los migrantes de mentales, y una inquietante realidad, cuando se toma noticia de saqueos a
los países limítrofes. La tendencia se mantuvo en las dos décadas posteriores supermercados, cortes de rutas, ocupaciones de inmuebles, una mendicidad
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que crece incesantemente o la proliferación de los niños sin hogar. Frente rrios- donde grupos reducidos viven en un mundo ordenado, seguro, próspe-
a ellos, el Estado ensaya tímidamente algunos planes de promoción social, ro y eficiente.
que son apenas asistencialismo o clientelismo electoral. La percepción del Igual que en las ciudades, en la sociedad lo público está desapareciendo
problema es aguda, pero en el fondo se lo encara con un poco de resigna- como espacio de responsabilidad común, construido y mantenido por la ac-
ción cristiana, como la del presidente Menern, cuando decía: "pobres ha- ción solidaria. La educación común en la escuela pública, la salud pública en
brá siempre". el hospital, la seguridad pública protegida por la policía, y aun los espacios
Las clases medias, lo más característico de la vieja sociedad móvil e públicos, las plazas y las calles, que habían estado en el centro de una socie-
integrativa, han experimentado una fuerte diferenciación interna, particu- dad fuertemente integrada, se van erosionando; avanza sobre ellos lo privado
larmente en sus ingresos. Los límites de la clase media están desdibujados; -la escuela, la clínica, la seguridad, el barrio cerrado-, a lo que tienen dere-
hoy es difícil saber qué actividades indican pertenencia: a diferencia de lo cho quienes pueden pagarlo. Arrasada la ciudadanía social y afectada la igual-
que ocurría a principios de siglo o en 1950, una profesión o título universita- dad civil, la nueva sociedad alienta pocas prácticas que, más allá del acto
rio no dice mucho sobre los ingresos, aunque es claro que hay grupos profe' electoral, puedan sustentar la democracia.
sionales enteros, como los docentes o los militares, cuya situación se ha dete- En el terreno de la democracia el balance es complejo, pues los logros
riorado en bloque. Se trata más bien de historias personales: algunos logra- recientes no son pocos. El Proceso ayudó a remover algunos elementos nega-
ron incorporarse al mundo de los ganadores, otros a duras penas mantienen tivos de nuestra tradición democrática, como la recurrente tendencia de los
la respetabilidad y otros se han sumergido en el mundo de la pobreza; pero en actores a considerarse la encarnación de la Nación, y a tratar a sus adversa-
conjunto las clases medias han perdido su prestigio. También cambiaron los rios como enemigos de la patria; en su caída, el régimen militar abrió las
valores que las estructuraban. En un mundo darwiniano y cambiante, las puertas a la construcción de un orden democrático fundado en el respeto
clases medias perdieron la capacidad de proyectar su futuro o el de sus hijos. absoluto de los derechos humanos y la valoración de la pluralidad, la discu-
La previsión -una de sus virtudes clásicas- deja lugar a una suerte de vivir al sión y las formas institucionales. Desde diciembre de 1983 el país viene acu-
día, aprovechando las ocasiones cuando se dan: un viaje al exterior o la ad- mulando récords: cuatro elecciones presidenciales y varias legislativas, y tres
quisición de un aparato electrónico. En cambio, desaparece del horizonte de traspasos presidenciales, todos ellos en favor de candidatos opositores; otro
expectativas la casa propia, base del hogar burgués. dato significativo: el peronismo ha perdido dos elecciones presidenciales, y
Vista en su conjunto, la sociedad se ha polarizado. Desaparecidos los ins- una de ellas mientras ocupaba el gobierno.
trumentos y los canales de negociación y de redistribución, queda claro que También se ha entrado en una suerte de normalidad electoral. En 1983 el
hay ganadores y perdedores. Un vasto sector se sumerge en la pobreza o ve destino del país parecía jugarse en una elección. Existía entonces una gran
deteriorado su nivel de vida, mientras que "los ricos", un grupo que incluye confianza en la capacidad regenerativa del sufragio; a la distancia quizá resul-
una porción no desdeñable de los sectores medios, prospera ostentosamente te algo ingenua, pero fue fundamental para la reconstrucción de las institu-
y exhibe sin complejos su riqueza, en muchos casos reciente, de modo que las ciones democráticas, cuya legitimidad descansa solamente en esas convic-
desigualdades no se disimulan sino que se escenifican y se espectacularizan. ciones. Ya en las elecciones siguientes la tensión disminuyó, y desde enton-
La antigua sociedad, continua y relativamente homogénea, igualitaria en ces gradualmente el acto electoral genera menos expectativas. Los votantes
muchos aspectos, deja paso a otra fuertemente segmentada, de partes inco- aprendieron a meditar su decisión, a alternar premios y castigos, y habitual-
municadas, separadas por su diferente capacidad de consumo y de acceso a mente el resultado es definido por un sector fluctuante de votos indepen-
los servicios básicos, y hasta por desigualdades civiles o jurídicas. Graciela dientes. El acto electoral es hoy una rutina, poco apasionante pero segura:
Silvestri y Adrián Gorelik han mostrado en las ciudades -las llaman "máqui- nadie duda de la continuidad democrática, y cualquier propuesta alternativa
nas de dualizar"- un reflejo de estos cambios, que expresan a la vez el con- -el golpe de Estado o la movilización revolucionaria- ha desaparecido del
traste y la exclusión: deterioro de la infraestructura urbana y de los servicios, escenario.
crisis del control y el orden público, ruptura del espacio urbano homogéneo Indudablemente el fuego sagrado se ha reducido considerablemente: los da-
y desarrollo de algunos espacios aislados -el shopping, el country, ciertos ba- tos básicos de la realidad parecen inamovibles, y el margen para el voluntarismo
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es reducido. El ajuste y la reforma sólo despertaron resistencias aisladas,que En el mismo sentido, las relaciones entre los poderes se han hecho más flui-
no lograron alcanzar una expresión política. En parte se debe a las transfor- das. Desde 1853, la práctica fue adecuando los preceptos constitucionales a las
maciones de la sociedad, que afectaron las formas clásicas de formación y necesidades del gobierno, y en general se acentuaron los rasgos presidencialistas.
agregación de las voluntades políticas: hoy son difíciles de imaginar las redes Con la reconstrucción democrática, el cuidado por preservar los derechos de
de participación que se iniciaban en una sociedad de fomento o en una coope-
cada poder del Estado chocó a menudo con las exigencias de un mundo en
rativa rural y culminaban en el partido político, o los encadenamientos de cambio acelerado, y en particular por la aguda crisis desencadenada al fin del
protestas, sociales y políticas, como los que se sucedieron a partir del Cordobazo.
gobierno de Alfonsín. Las urgencias de la crisis, sumadas a la concepción
Pero en parte también se relaciona con la manera en que se institucionalizó peculiar del mando que tenía Menem, tensaron al límite la relación entre los
la práctica política desde 1983.
poderes: al fin de su primer mandato, lograda la reelección, la República
A diferencia de los sindicatos, los partidos políticos gozan de una salud parecía amenazada de extinción, avasallada por la voluntad del "jefe". Sin
excelente. No son los espacios de discusión, participación y elaboración de embargo, la sangre no llegó al río: en momentos significativos, el Congreso y
propuestas que se imaginaron en 1983; más simplemente, son organizaciones la Justicia marcaron límites al Ejecutivo, la opinión pública se manifestó, y el
dedicadas a reclutar el personal político y ganar las elecciones: presentar can- "jefe" tascó el freno. La reforma constitucional, por otra parte, da pie para un
didatos, construir su imagen y su discurso, hacerlos populares y colocar a la ajuste de las relaciones, que equilibre las necesidades del gobierno en tiem-
gente en disposición de votarlos. En el caso de radicales y peronistas, la fuerte pos de emergencia con las exigencias republicanas de controles, balances y
identidad política les da una base electoral, importante pero insuficiente: para contrapesos. Como ocurre entre los partidos, entre los poderes parece predo-
ganar, la máquina partidaria debe atraer el voto independiente. Lo hace con
minar un acuerdo pragmático.
los recursos de la política actual: la movilización en la calle, que todavía pesó En los años recientes se asistió a un despertar de la sociedad y a una
durante la transición democrática, importa mucho menos que la televisión. La recuperación de conductas que eran comunes durante la reconstrucción
red clientelar sigue cumpliendo una función importante, sobre todo para con- democrática y se adormecieron en los años de apogeo de Menem. Fue una
servar el voto propio, pero la imagen del candidato es decisiva, así como su nueva "primavera", más modesta que las anteriores, pero indicativa de que
capacidad para interpretar en, palabras o gestos la sensibilidad ocasional del la sociedad seguía viva. Un dato característico fue el afianzamiento de la
electorado; para eso están las encuestas de opinión. Los partidos se han memoria del Proceso: veinte años después, la conmemoración del golpe de
profesionalizado, recurren a asesores de imagen y de discurso, y ya no es nece- 1976 se ha instalado en las escuelas del Estado, las organizaciones de dere-
sario el militante que pegue carteles. Luego de las elecciones, los ganadores no chos humanos siguen vigorosas y ha aparecido una brecha legal -la sustrac-
se sienten particularmente obligados por las cosas dichas en la campaña.
ción de niños- que, más allá del Punto Final y el indulto a los ex coman-
La clase política ha ganado en eficiencia, al precio de distanciarse de sus dantes, permitió retomar la acción penal contra los genocidas. Otro dato es
mandantes, y potencia las tendencias a la desmovilización de la sociedad, tal la sistemática acción de los medios de prensa para avivar la discusión sobre
como se manifestó en la larga primera parte del período de Menem. Como en
la injusticia social, la corrupción, el abuso de poder y la impunidad; por sus
todo proceso de construcción democrática, existen aspectos positivos y negati- razones, en parte profesionales, los periodistas se han hecho cargo de una
vos: el vaso medio lleno o medio vacío, que suele diferenciar a optimistas de tarea que los partidos cumplen mal. Por otra parte, comenzaron a producir-
pesimistas. La eficiencia de los políticos, casi despojada de pasiones, facilita el se episodios de reacción social; el contraste entre la condena global del
ejercicio del gobierno. Los políticos pertenecen a una misma profesión, tienen modelo y lo rudimentario de las demandas concretas muestra la abismal
problemas similares, como la retribución por su tarea, y llegan con facilidad a desorganización de la protesta social, pero también la existencia de fuer-
entendimientos, que a veces resultan escandalosos. Pero esto facilita los acuer- zas que quieren manifestarse y actuar. Finalmente, fue significativo el
dos políticos, indispensables para la gestión gubernamental. En la tradición desarrollo del Frepaso, una fuerza política nueva que dio forma al clima
democrática previa, los acuerdos tuvieron siempre mala fama -eran "espurios", de- disconformidad; su propuesta, débil en lo político y en lo discursivo,
se hacían "a espaldas del pueblo"-, pero hoy se considera que son más útiles y alcanzó sin embargo para conformar brevemente un entusiasmo y una
constructivos que la irreductibilídad facciosa y la negación del otro.
voluntad colectivos.
(OH BRBVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA I W L A AROBNTINA

Quien pueda comparar este entusiasmo colectivo, que culminó con Ui


elección presidencial de De la Rúa, con [os de los años setenta u ochenta,
advertirá sin duda su menor envergadura, y la enorme brecha existente entre
la aspiración a un cambio y las posibilidades de concretarlo, así sea en alguna
medida. Esto le plantea algunos dilemas al sistema democrático. Instalados
en la realidad, conscientes del escaso margen de acción que cualquier gobier-
no tiene hoy, los partidos políticos tienen poca capacidad para dar forma al
descontento, todavía vago, que genera el modelo, y mucha más dificultad
para canalizar y procesar los estallidos de protesta social que, sin la conten-
ción y el encauzamiento político, es posible que se hagan rnás violentos e
inconducentes a la vez. Hoy los partidos privilegian sus responsabilidades de
gobierno, más que la conquista fácil de votos, quizá porque son conscientes
de que con los votos solamente no podrían sostenerse en el gobierno. Pero
con el realismo sacrifican su reponsabílidad de pensar un país diferente.
Esta situación facilita la normalidad democrática: no hay una oposición
extraparlamentaria, ni quien quiera "patear el tablero". Pero a la vez va con-
formando un problema de ilegitimidad, por el debilitamiento de las convic-
ciones fundadotas. Es probable que algunos datos gruesos de la realidad social
perduren, y hasta que se profundicen: desocupación, polarización, marginalidad,
en suma: desigualdad. Si bien la democracia se funda sólo en la igualdad
política, requiere un cierto soporte mínimo de igualdad social, más allá del
cual deja de ser creíble: como se decía en 1793, la República no puede limi'
tarse a proclamar la igualdad, debe hacer algo por la igualación real. Hoy
no sólo no lo hace, sino que, por alguna razón, profundiza las desigualdades.
Ese es el riesgoso punto en que está nuestra experiencia democrática, que
paradójicamente es exitosa desde el aspecto institucional cuando la socie-
dad, que tradicionalmente fue democrática, ha dejado de serlo.

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