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Volumen 47, Nº 1, 2015.

Páginas 7-11
Chungara, Revista de Antropología Chilena

† HENRIQUE URBANO (1938-2014):


DE LOS CICLOS MÍTICOS ANDINOS A LOS SENDEROS
DE LA IDOLATRÍA COLONIAL

Germán Morong Reyes1 y Alberto Díaz Araya2

Con sorpresa, el medio intelectual internacional realizados por el profesor Henrique Urbano como
vinculado a los estudios andinos, ha recibido la un intelectual perspicaz.
noticia del fallecimiento del investigador portugués Nacido en Portugal en 1938, tempranamen-
Henrique Oswaldo Urbano de Carvalho, quien te Henrique Urbano fue instruido en teología a
destacase como etnohistoriador, antropólogo y su ingreso a la Orden de Frailes Predicadores
sacerdote dominico. Su partida acaeció en Lima, (Dominicos) en Francia. Posteriormente, en su
Perú, el 24 de septiembre de 2014. paso por Université Laval (Quebéc), obtuvo el
Conocedor incansable del espacio andino, pasa grado de Doctor en Sociología, institución donde
a la lista de los desaparecidos investigadores que además fue catedrático por más de 20 años. Vivió
han contribuido de forma sustantiva en el desen- en el Perú desde mediados de la década de 1970,
trañamiento de ese escurrido y complejo problema avecindándose en el Cusco, lugar donde fundó el
que constituye el mundo andino prehispánico y su Centro Bartolomé de Las Casas y dirigió las revistas
articulación posterior en la Colonia. Su trayectoria Allpanchis y Revista Andina, como a su vez publicó
académica, sin duda, estuvo marcada por el ejercicio una serie de libros y textos sobre historia indígena.
crítico hacia cuanto investigador pisase los terre- Ciertamente, estos espacios académicos contribuye-
nos que consideraba como propios en los Andes. ron al desarrollo de una serie de investigaciones de
Valiéndose siempre de un particular estilo retórico, alto impacto en el terreno de la etnohistoria, a partir
él fue un locuaz contribuyente y un cuestionador de un desplazamiento progresivo hacia la situación
que supo imprimir en los estudios sobre las crónicas “andina” en el contexto colonial. Urbano advertía
y la evangelización colonial en el Perú una pers- que era necesario considerar las condiciones de
pectiva crítica, apuntalando insistentemente a los producción de los documentos coloniales, sugiriendo
aparatajes teóricos que intentaban leer y traducir precauciones metodológicas relacionadas con el
las fuentes coloniales en búsqueda de lo “andino” problema de la traducción (oralidad/escritura), y
y sus estructuras fundamentales. Más tarde, volcó en ella, la deformación estratégica del contenido
su interés en escudriñar los documentos vincula- andino en las textualidades hispanas. Al mismo
dos al proceso de extirpación de idolatrías y los tiempo, los trabajos dedicados al periodo precolom-
cronistas que se referían con peculiar interés a los bino evidenciaron mayor rigurosidad metodológica
ritos incaicos (en especial a Cristóbal de Molina y tomaron cierta distancia de los textos escritos,
“el Cusqueño” 1575 y al jesuita anónimo 1550, a considerándolos como “narrativas problemáticas”
quien vinculó con Blas Valera). Como ha sido un (Fossa 2006) y como continentes en que se articulan
referente sobre los estudios de la Colonia hispana, ciertas tensiones entre dos o más discursos, en una
y además de conocerlo durante nuestra etapa de situación caracterizada por la “polifonía de voces”
formación, asistimos a sus conferencias, clases y (Maingueneau 2008; Martínez 2011). Así, la Revista
fuimos lectores profusos de sus propuestas etno- Andina se transformó, sin duda, en un espacio de
históricas, nos permitimos con mucho respeto a su discusión contingente de las nuevas problemáticas
familia y a su significativa obra que nos orientó, que desde principios de 1980 comenzaban a instalarse
intentar consignar, en forma sintética, los aportes en la discusión de los “andinólogos”, al abordar

1
Centro de Estudios Históricos, Universidad Bernardo O’Higgins, Santiago, Chile.
german.morong@ubo.cl
2
Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
albertodiaz@uta.cl
8 Germán Morong Reyes y Alberto Díaz Araya

temas como las identidades étnicas coloniales, los operó como formación discursiva en los siglos
deslindes lingüísticos de los grupos andinos, los XVI-XVII (Foucault 1988): el saber teológico
procesos de extirpación de idolatrías, la aculturación al interior de la matriz cristiano occidental. Todo
lingüística, las perspectivas regionales del dominio ello, al unísono con una convicción al considerar
hispano y su relación con las comunidades, entre que era posible constituir un corpus teórico y una
tantos otros tópicos. El Centro Bartolomé de Las exégesis metodológicamente correcta sobre la
Casas, a su vez, publicó bajo la dirección de Urbano tradición mítica andina, sin caer en lucubraciones
una serie de materiales compilatorios que hoy son poco rigurosas y sin seguir transliterando a los
considerados fundamentales para el estudio de la cronistas españoles de la temprana colonia. Su
historial del Perú virreinal. En el último tiempo y trabajo investigativo, entonces, intentó separar y
junto a Juan Carlos García inauguró la página virtual dejar de imbricar el pensamiento mítico andino
“Idolátrica”, plataforma en la que Henrique Urbano prehispánico con la reacomodación que de él efec-
publicará sus últimas intervenciones sobre Iglesia y tuaron los catequistas y letrados al servicio de la
religión colonial, además de entregar gratuitamente Iglesia y del imperio español. Ello impondría a la
al lector un número importante de fuentes prima- larga, una clausura metodológica: la imposibilidad
rias digitalizadas sobre extirpación de idolatrías y relativa de percibir los documentos manuscritos
evangelización, referentes al centro sur-andino1. Sus coloniales como reflejos directos de realidades
investigaciones tomaron diversas direcciones a lo precolombinas o como soportes de datos para una
largo de su vida académica, transitando los espacios historia prehispánica. Esta clausura reorientó las
antropológicos de la tradición mítica andina –que metodologías, puesto que la dirección que toma-
él denominaba ciclos míticos– hasta el ámbito de la ría la etnohistoria andina seguiría a la postre dos
etnohistoria, a partir del análisis crítico de obras que azarosos caminos: (1) el estudio de los contextos
hoy se consideran trascendentales para el estudio de producción colonial de los textos escritos y la
de la evangelización en los Andes. Como también, posibilidad certera de considerar sus relatos como
que discutiese desde sus trabajos peregrinos sobre representativos del proceso colonial y no como
la imposibilidad relativa de entender los relatos fieles reconstructores del pasado incaico y; (2) la
cronísticos como transparentes a la realidad que búsqueda de otros soportes de registro del pasado
referían, tópico que en las últimas décadas de su precolombino no necesariamente occidentales, que
vida cobrará particular relevancia. Así, su producción permitían entender y legitimar un registro alterno
se vio regularmente intervenida por cruzamientos a la hegemonía que había ostentado la escritura
temáticos que, con nuevas herramientas hermenéu- alfabética3. A nivel de relaciones académicas, su
ticas2, releían las fuentes hispanas (sobre todo las figura constituye controversias. Para un grupo de
eclesiásticas), asumidas como traductoras estraté- investigadores, Henrique Urbano fue el trickster
gicas de la cultura aborigen, en lo que hoy David andino que, valiéndose de la ironía, criticó perma-
Solodkow (2014:14) ha denominado “discurso nentemente las investigaciones y afirmaciones de
etnográfico” para referirse a la retórica que intentó sus pares. Trabajos variados de etnohistoriadores,
dibujar la alteridad. antropólogos y arqueólogos fueron objeto de la
Parte de la producción intelectual del profesor prosa sin tapujos que hasta rebajaba el estatuto inte-
Urbano estuvo orientada al estudio preliminar de lectual de muchos de sus “colegas”. A esta práctica
fuentes coloniales y su difusión, a una cantidad no se refería él mismo como “una visión irreverente
despreciable de artículos para revistas especiali- y moderna sobre los principales problemas de la
zadas, como también a la edición de libros sobre Antropología, Sociología e Historia, las crónicas
etnohistoria colonial. En tal sentido, notables son andinas y los textos clásicos europeos”4. Esta
las ediciones efectuadas a las obras de Blas Valera, declaración, casi de guerra, le valió una especie
Cristóbal de Molina, José de Arriaga y Cristóbal de de marginación de ciertos círculos académicos.
Albornoz. Sus aportes se amparan en los enfoques Para otros, en cambio, representó al intelectual
propios de la filología, la antropología y la historia crítico, que a fuerza de todo contratiempo y a falta
de las ideas, intentando desmantelar las estrategias de toda conveniencia, no fue un lector pasivo y
discursivas eurocéntricas y contextualizar sus re- complaciente de cualquiera que dedicase unas líneas
tóricas en una verdadera red epistemológica que a los cronistas y a la historia colonial peruana.
Obituario 9

Su personalidad y carácter discursivo lo tuvieron con positivas consecuencias etnológicas, al permitir


siempre en estado de alerta a la contingencia conocer con más detalle las prácticas rituales y
editorial de las producciones intelectuales más los relatos míticos de los indios en un contexto
progresistas y que se adjudicaban cierta novedad colonial. La naturaleza institucional de muchos
al interior de los estudios coloniales. de los informes sobre idolatrías los convertía, hasta
El periplo intelectual del Dr. Urbano, como cierto punto, en relatos un tanto más fiables en
ya advertimos, comienza a principios de los años función del requerimiento obsesivo de la Iglesia
70. Bajo el influjo hipnótico de la antropología de “ser informada”, para así erradicar la “pestilencia
estructural levistraussiana y las perspectivas ins- idolátrica”. La intención siniestramente destructiva
taladas por Dumézil –en el tratamiento del cuento, de la Iglesia con los rituales andinos se transformó,
la fábula y el mito–, el campo de las tradiciones irónicamente, en un beneficio para la etnohistoria,
mitológicas americanas cobró pertinencia inves- abocada al período de la consolidación de la matriz
tigativa. En los Andes, este impacto caló hondo europea de la colonialidad (Mignolo 2007). Por
en algunos investigadores que cuestionaban algunas otra parte, cuestionó la premisa de considerar que
interpretaciones poco rigurosas, por decir lo menos, los llamados cronistas indios o mestizos eran los
de los historiadores que depositaban una confianza máximos exponentes del pensamiento andino
excesiva en la crónica hispana que relataba con (Urbano 1981:XVII). Insinuaba una cierta paradoja
entusiasmo el origen mítico de los pobladores en el requerimiento hermenéutico de este tipo de
andinos. Junto a Tom Zuidema, Pierre Duviols y investigaciones al comprobar, siguiendo un estudio
Alejandro Ortiz comenzó a precisar que el discurso de las fuentes escolásticas, que los “escritores
mítico andino, más que permitir un tipo de recons- andinos” eran ardientes defensores de la ortodoxia
trucción histórica (sobre todo de la genealogía cristiana; como fueron los casos de Pachacuti
real incaica y sus hechos de relevancia), daba Yamqui o Guaman Poma de Ayala. Su posición
cuenta de la “lógica del pensamiento andino” y crítica al respecto puede ser contextualizada en el
expresaba “las estructuras más profundas de su ambiente intelectual que vivía la etnohistoria
organización sociopolítica” (Duviols 1973; Urbano peruana durante las décadas 1965-1975 de la que
1981; Zuidema 1995). Inscrito en la hegemonía él mismo formó parte. En ese entonces, el indige-
que comenzaba a ostentar la antropología en los nismo permeaba las agendas políticas e imponía
estudios andinos, llamó la atención sobre la ne- soberanía sobre programas de investigación en las
cesidad de desentenderse de la tradición mítica Ciencias Sociales, destinados a visibilizar y rei-
como una tradición histórica o como una inter- vindicar la agencia del indígena en lo político y
pretación literal de acontecimientos reales en el papel jugado por este en etapas decisivas de la
tiempos prehispánicos. Con ello, desataba su crítica historia peruana5. Muchos historiadores y antro-
contra una etnohistoria que heredaba los vicios pólogos construyeron categorías analíticas por
hermenéuticos de la historiografía decimonónica. medio de las que podía ser “comprensible” la
La excursión sobre la tradición mítica le impuso cosmovisión andina prehispánica a partir, casi
tempranamente el problema de las traducciones, exclusivamente, de los textos escritos en las cró-
operados por la ortodoxia cristiana (temática que nicas. El paradigma del indigenismo había orientado
nunca abandonará hasta el final de sus días). Esta el ejercicio hermenéutico hacia las matrices andinas
manipulación del relato mítico, al ser incorporado precolombinas presentes en los textos hispanos,
a una tradición veterotestamentaria, problematizaba enarbolando los enfoques esencialistas/culturalistas
todo intento interpretativo de la lógica del pensa- al momento de proyectar un pensamiento andino
miento andino. De esta manera, tras la llegada del invariante a la desestructuración colonial. Entre
virrey Francisco de Toledo (1569-1581) y la 1988 y 1994 edita, junto a Duviols, Sánchez y
progresiva presencia jesuita, se desarrollan las Ramos, textos fundamentales para el estudio de
primeras encuestas para la extirpación de idolatrías la evangelización en el Perú. Algunos son nuevas
emanadas de la autoridad que tuvieron los concilios ediciones a las obras de Cristóbal de Albornoz,
limenses (en especial el último; 1581-82). Para Cristóbal de Molina, Juan de Santa Cruz Pachacutti
Urbano, los nuevos métodos inquisitoriales de y Blas Valera. Paralelamente, editó y compiló
indagación produjeron un vasto corpus documental obras temáticas de gran aporte al conocimiento
10 Germán Morong Reyes y Alberto Díaz Araya

histórico-antropológico de los Andes coloniales. justificar la positiva religiosidad de los indígenas


En las últimas dos décadas, su preocupación se en torno a la convicción de un supuesto Dios
concentró en el análisis de los textos referentes a creador andino, símil del judeo-cristiano. A partir
la evangelización y extirpación de idolatrías, los de las lecturas comparativas de los eclesiásticos
informes eclesiásticos y la manipulación estratégica que se ocuparon de la evangelización y posterior-
del pasado andino con fines a la conversión de los mente de la extirpación definió un campo ideológico
naturales y la erradicación de los vestigios tam- al interior del que pueden inscribirse relatos tan
baleantes de la religión nativa, y todo aquello que disímiles en su intencionalidad, producto de la
tuviese olor a heterodoxia. Las propuestas de adscripción de los autores a la red lascasiana o al
lecturas incorporaron la categoría de idolatría (la proyecto contrarreformista de la Iglesia conciliar.
que hundía sus raíces en la larga tradición cultural De esta manera, cuestionaba de paso las preten-
europea, desde San Agustín, los Cátaros y Valdenses, siones metodológicas de la etnohistoria por
hasta la creación de la Inquisición) y reforzaron considerar a los documentos manuscritos coloniales
la idea de que las descripciones escriturales de los como recipientes de datos para proyectos de “re-
religiosos españoles recurrieron a una tradición construcción histórica”, sin considerar que los
literaria escatológica que se esforzaba por dividir actos de enunciación individual obedecían a
el tiempo bíblico en eras sucesivas marcadas por prácticas de traducción cultural, en las que los
un evento excepcional, desde Adán hasta Jesucristo. autores de los textos se vieron rodeados de cir-
Así, los mitos prehispánicos funcionaron como cunstancias políticas que terminaron por ser
símiles de los macrorrelatos de la tradición judeo- determinantes en sus relatos. Su última contribución,
cristiana. En esta dirección investigativa participó junto a Julio Calvo Pérez, fue la publicación del
de varias compilaciones historiográficas, sobre “Lexicon o Vocabulario de la Lengua General en
todo con colegas españoles entre los años 2000 y el Perú” [1560] de Fray Domingo de Santo Tomás,
2011, con aportes referidos a la escritura de Arriaga editado por la Universidad San Martín de Porres
(1621), el Corpus Christi y nuevamente la idolatría en 2013.
colonial. De acuerdo con los antecedentes biblio- Con todo, la obra de Henrique Urbano, más
gráficos que disponemos, durante los últimos años allá de las pugnas academicistas, sentó las bases
de su vida dedicó atención exclusiva a la obra del de muchas direcciones investigativas, sugiriendo
religioso Cristóbal de Molina, “el Cuzqueño” interesantes orientaciones para el abordaje de la
(1529-1585). Su interés por este personaje, inscrito documentación colonial. Sus últimas publicacio-
en el proceso mismo de reorganización toledana, nes definieron con astucia las ideas y tradiciones
radicó en el conocimiento que demostró el religioso escolásticas que comportaban los eclesiásticos que
por el quechua y por su acabado manejo de la constituyeron al mundo andino como objeto de
religión y los ritos de los habitantes del antiguo discurso. Sin abandonar nunca su peculiar estilo,
Perú. Estas apreciaciones de la obra de Molina lo dejó en nuestras manos un arsenal de publicacio-
llevaron, junto a Julio Calvo Pérez, a editar, nue- nes y una no menor cantidad de aproximaciones
vamente “Ritos y Fábulas de los Incas”6. Los teórico-metodológicas para el desentrañamiento,
estudios realizados sobre el párroco del Cuzco nunca acabado, de la cronística hispano-colonial.
permitieron sostener su carácter no mestizo y la Solo el tiempo podrá ponderar la dimensión de
influencia retórica que tiene sobre los escritos de sus aportes.
Cobo (1653) y Cabello Valboa (1586). Además le
permitieron generar, consecuentemente, valiosas Santiago/Arica, noviembre de 2014.
consideraciones sobre otros corpus documentales
que manipularon la tradición mítica, pero con fines Agradecimientos: Al Dr. Luis Galdames Rosas
contrarios a los desafíos hermenéuticos de la prosa por motivar y orientarnos en las lecturas de Henrique
toledana. Los análisis, por ejemplo, a la obra del Urbano durante nuestra formación académica, y
jesuita anónimo (identificado por Urbano como a los proyectos FONDECYT Nº 1120530, UTA
Blas Valera), nos ilustraron la incidencia gravitante Mayor 5730-14 y al Convenio de Desempeño
del pensamiento lascasiano en su intento de UTA – MINEDUC.
Obituario 11

Referencias Citadas

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Notas

1 Entre ellas, los valiosos textos de Cristóbal de Molina “el Levi-Strauss, Marcel Detienne, Emile Durkheim, Marcel
Cusqueño”, “Relación de las fábulas y ritos de los Incas” Mauss, entre otros.
(1575), José de Arriaga, “Extirpación de la idolatría del 3 Para los soportes “textuales” de las memorias precolombinas
Perú” (1621), Fernando de Avendaño, “Sermones” (1648), (en tanto registros alternativos a la escritura alfabética)
Francisco de Ávila, “Tratado de los evangelios” (1648), pueden revisarse las interesantes propuestas etnohistóricas
Bartolomé Lobo Guerrero, “Constituciones Sinodales” de José Luis Martínez (2005, 2009, 2010, 2012) y Gary
(1613) y Fray Jerónimo de Oré, “Símbolo Católico Indiano” Urton (2003).
(1598). 4 Esta frase figura como eslogan en su blog personal en la
2 Sus investigaciones e interpretaciones se vieron página “Idolátrica”.
constantemente auxiliadas por un campo de referencias 5 La rebelión de Túpac Amaru II, en 1781, es un claro ejemplo
teóricas de probada autoridad; son característicos en sus de esta afirmación.
estudios sobre tradición mítica, simbología y ritualidad las 6 Paloma Jiménez del Canto, en la nueva edición realizada
referencias a Georges Dumézil, Vladimir Propp, Claude el 2010, critica la versión de Henrique Urbano de 1989.

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