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Días de verano en Barcelona
Por Yolanda Vaccaro
Corresponsal del Diario El Comercio (Perú)
Es probable que la fama y la fortuna del Cholo Sotil en las filas del Barcelona Fútbol Club sea uno de los motivos por los que a los peruanos, especialmente a los limeños, nos atrae especialmente Barcelona, un gusto impregnado en una suerte de memoria colectiva. Sin duda también tiene que ver con ello el hecho de que la Ciudad Condal cuente con mar, algo que la acerca al paisaje de Lima. El caso es que Barcelona resulta siempre un destino atractivo para la gente de Perú. Me gustan los destinos que combinan playa y ciudad así que marqué Barcelona como el destino de mis breves vacaciones de este verano. Allí fui acogida en su hermoso piso del Eixample por una querida amiga originaria de Lérida.
Los periodistas nunca descansamos (no se exagera cuando se dice que el periodismo “es un apostolado”). Así que antes del viaje solicité al Departamento de Comunicación de la Generalitat entrevista con el Presidente Joaquim Torra. Por si acaso. Me respondieron muy amablemente con una negativa y prometieron que me avisarían cuando llegue el momento adecuado.
Traigo a colación este tema de la solicitud de entrevista porque, aunque he ido a Barcelona innumerables veces en los últimos años, esta fue la primera visita que hice a la hermosa ciudad tras los sucesos alrededor del “procés”. Así, no pude evitar que mis primeras miradas a la ciudad estuvieran condicionadas por ello. Mi agradable sorpresa fue que este tema no protagonizó en absoluto mi visita. Barcelona volvió a ser la ciudad acogedora y amable de siempre, abierta al turista.
Paseos por la ciudad y visitas diarias a la Barceloneta formaron el menú de estos días de vacaciones. La Barceloneta, como buena playa de ciudad, no es visitada precisamente por la población local, que suele preferir acudir a playas más alejadas del centro. Así que su ambiente resulta sumamente variado. Los días que pasé allí aún se celebraba el Mundial de Fútbol y, cada vez que jugaba Inglaterra, la playa se llenaba de una hinchada inglesa alegre aunque a veces algo pasada de copas. Nuestros vecinos en la playa, que rotaban de forma continua (distintivo de una playa de ciudad), eran estadounidenses, franceses, rusos, etc. Y alguno que otro español. En realidad, ese es el paisaje que se dibuja prácticamente en todo el centro barcelonés, algo típico sobre todo en verano, según me confirmaban mis amigos catalanes.
Guiada por mi anfitriona, eso sí, degustamos gastronomía española de la buena, no de aquella hecha “para guiris” que abunda en playas de este tipo. En un restaurante situado en el paseo marítimo, dimos buena cuenta de deliciosas paellas, parrilladas de pescado (al estilo del “pescaíto frito” andaluz), fideuás y otras delicias de la sabrosa y saludable cocina mediterránea. Una estupenda metáfora de la riqueza y la calidad de la cultura española con la que los latinoamericanos nos sentimos tan identificados y a gusto.
Días de verano en Barcelona
Por Yolanda Vaccaro
Corresponsal del Diario El Comercio (Perú)
Es probable que la fama y la fortuna del Cholo Sotil en las filas del Barcelona Fútbol Club sea uno de los motivos por los que a los peruanos, especialmente a los limeños, nos atrae especialmente Barcelona, un gusto impregnado en una suerte de memoria colectiva. Sin duda también tiene que ver con ello el hecho de que la Ciudad Condal cuente con mar, algo que la acerca al paisaje de Lima. El caso es que Barcelona resulta siempre un destino atractivo para la gente de Perú. Me gustan los destinos que combinan playa y ciudad así que marqué Barcelona como el destino de mis breves vacaciones de este verano. Allí fui acogida en su hermoso piso del Eixample por una querida amiga originaria de Lérida.
Los periodistas nunca descansamos (no se exagera cuando se dice que el periodismo “es un apostolado”). Así que antes del viaje solicité al Departamento de Comunicación de la Generalitat entrevista con el Presidente Joaquim Torra. Por si acaso. Me respondieron muy amablemente con una negativa y prometieron que me avisarían cuando llegue el momento adecuado.
Traigo a colación este tema de la solicitud de entrevista porque, aunque he ido a Barcelona innumerables veces en los últimos años, esta fue la primera visita que hice a la hermosa ciudad tras los sucesos alrededor del “procés”. Así, no pude evitar que mis primeras miradas a la ciudad estuvieran condicionadas por ello. Mi agradable sorpresa fue que este tema no protagonizó en absoluto mi visita. Barcelona volvió a ser la ciudad acogedora y amable de siempre, abierta al turista.
Paseos por la ciudad y visitas diarias a la Barceloneta formaron el menú de estos días de vacaciones. La Barceloneta, como buena playa de ciudad, no es visitada precisamente por la población local, que suele preferir acudir a playas más alejadas del centro. Así que su ambiente resulta sumamente variado. Los días que pasé allí aún se celebraba el Mundial de Fútbol y, cada vez que jugaba Inglaterra, la playa se llenaba de una hinchada inglesa alegre aunque a veces algo pasada de copas. Nuestros vecinos en la playa, que rotaban de forma continua (distintivo de una playa de ciudad), eran estadounidenses, franceses, rusos, etc. Y alguno que otro español. En realidad, ese es el paisaje que se dibuja prácticamente en todo el centro barcelonés, algo típico sobre todo en verano, según me confirmaban mis amigos catalanes.
Guiada por mi anfitriona, eso sí, degustamos gastronomía española de la buena, no de aquella hecha “para guiris” que abunda en playas de este tipo. En un restaurante situado en el paseo marítimo, dimos buena cuenta de deliciosas paellas, parrilladas de pescado (al estilo del “pescaíto frito” andaluz), fideuás y otras delicias de la sabrosa y saludable cocina mediterránea. Una estupenda metáfora de la riqueza y la calidad de la cultura española con la que los latinoamericanos nos sentimos tan identificados y a gusto.
Días de verano en Barcelona
Por Yolanda Vaccaro
Corresponsal del Diario El Comercio (Perú)
Es probable que la fama y la fortuna del Cholo Sotil en las filas del Barcelona Fútbol Club sea uno de los motivos por los que a los peruanos, especialmente a los limeños, nos atrae especialmente Barcelona, un gusto impregnado en una suerte de memoria colectiva. Sin duda también tiene que ver con ello el hecho de que la Ciudad Condal cuente con mar, algo que la acerca al paisaje de Lima. El caso es que Barcelona resulta siempre un destino atractivo para la gente de Perú. Me gustan los destinos que combinan playa y ciudad así que marqué Barcelona como el destino de mis breves vacaciones de este verano. Allí fui acogida en su hermoso piso del Eixample por una querida amiga originaria de Lérida.
Los periodistas nunca descansamos (no se exagera cuando se dice que el periodismo “es un apostolado”). Así que antes del viaje solicité al Departamento de Comunicación de la Generalitat entrevista con el Presidente Joaquim Torra. Por si acaso. Me respondieron muy amablemente con una negativa y prometieron que me avisarían cuando llegue el momento adecuado.
Traigo a colación este tema de la solicitud de entrevista porque, aunque he ido a Barcelona innumerables veces en los últimos años, esta fue la primera visita que hice a la hermosa ciudad tras los sucesos alrededor del “procés”. Así, no pude evitar que mis primeras miradas a la ciudad estuvieran condicionadas por ello. Mi agradable sorpresa fue que este tema no protagonizó en absoluto mi visita. Barcelona volvió a ser la ciudad acogedora y amable de siempre, abierta al turista.
Paseos por la ciudad y visitas diarias a la Barceloneta formaron el menú de estos días de vacaciones. La Barceloneta, como buena playa de ciudad, no es visitada precisamente por la población local, que suele preferir acudir a playas más alejadas del centro. Así que su ambiente resulta sumamente variado. Los días que pasé allí aún se celebraba el Mundial de Fútbol y, cada vez que jugaba Inglaterra, la playa se llenaba de una hinchada inglesa alegre aunque a veces algo pasada de copas. Nuestros vecinos en la playa, que rotaban de forma continua (distintivo de una playa de ciudad), eran estadounidenses, franceses, rusos, etc. Y alguno que otro español. En realidad, ese es el paisaje que se dibuja prácticamente en todo el centro barcelonés, algo típico sobre todo en verano, según me confirmaban mis amigos catalanes.
Guiada por mi anfitriona, eso sí, degustamos gastronomía española de la buena, no de aquella hecha “para guiris” que abunda en playas de este tipo. En un restaurante situado en el paseo marítimo, dimos buena cuenta de deliciosas paellas, parrilladas de pescado (al estilo del “pescaíto frito” andaluz), fideuás y otras delicias de la sabrosa y saludable cocina mediterránea. Una estupenda metáfora de la riqueza y la calidad de la cultura española con la que los latinoamericanos nos sentimos tan identificados y a gusto.
MIERCOLES
228.2018
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MARAVILLOSOS GUIRIS fel YOLANDA VACCARO | CORRESPONSAL
_La «alegre» parroquia
de la Barceloneta
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a Lima. Esta periodista
peruana busca en
Barcelona los rincones
que le transportan a
su tierra natal
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sea uno de los motivos por los que a
los peruanos, especialmente a los li-
mefios, nos atraiga tanto Barcelona,
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de memoria colectiva. Sin ligaradu-
das, también tiene que ver con ello el
hecho de que la Ciudad Condal cuen:
te con mar, algo que la acerca al pai:
saje de Lima,
El caso es que Barcelona resulta
siempre un destino atractivo para la
gente de Pert, Me gustan los destinos
que combinan playay ciudad, asi que
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caciones del presente verano. Alli fui
acogida, en su hermoso piso del
Eixample, por una querida amiga ori-
ginaria de Lérida.
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< Los periodistas nunca descansamos
~no se exagera cuando se dice que este
oficio es, en realidad, «un apostola-
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Departamento de Comunicacién dela
Generalitat una entrevista con el pre-
sidénte Quim Torra. Por siacaso. Me.
respondieron muy amablemente con
una negativa y prometieron que me
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adecuado».
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solicitud de entrevista porque, aun-
que he ido a Barcelona en innumera-
bles ocasiones a lo largo de los ulti-
*~ mos afios, esta era la primera visita
que hacia a esta hermosa ciudad tras
los sucesos alrededor del «procés».
Asi que no pude evitar que mis prime-
ras miradas ala localidad estuvieran
condicionadas por todo ello. Mi agra-
dable sorpresa fue que el «procés» no
ha protagonizado en absoluto mi vi-
sita, Barcelona volvié a ser para
mila ciudad acogedoray ama-
ble de siempre, abierta al tu-
rista.
Paseos por sus calles y
plazas, asi como visitas
diarias ala Barceloneta,
formaron parte del ment
de esos dias de descanso.
Como buena playa de ciudad,
no es precisamente frecuentada por
la poblacién local, que suele preferir
alejarse del centro si se trata de dis-
frutar del mar. Asi que su ambiente re-
sulta sumamente variado. Los dias que
pasé alli atin se celebraba el Mundial
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gaba Inglaterra, la playa se Ilenaba de
una alegre hinchada inglesa, aunque
en ocasiones algo pasada de copas.
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PLAYA URBANA Au paso por la Barceloneta, Vaccaro observa que
«como buena playa de ciudad, no es frecuentada por locales. Ingleses,
estadounidenses, rusos y algiin espafiol rotaban de forma continua»
Nuestros «vecinos» en la Barcelone-
ta, que rotaban de forma continua so-
bre la arena, eran estadounidenses,
franceses, rusos... Y algtin que otro es-
Pafiol. En realidad, ese es el paisaje que
se dibuja précticamente en todo
el centro barcelonés, algo t-
pico sobre todo en verano,
‘segiin me confirmaban mis
‘amigos catalanes.
Guiada por mi anfitrio-
na, es0 sf, degustamos gas-
tronomia espafiola de la
buena, no de aquella hecha
«para guiris». En un restauran-
te situado en el paseo maritimo dimos
buena cuenta de deliciosas paellas, pa-
rrilladas de pescado -al estilo del «pes
caito frito» andaluz- fideus y otras
delicias de la sabrosa y saludable co-
‘cina mediterrénea. Una estupenda me-
téfora de la riqueza y la calidad de la
cultura espafiola con la que los latino-
americanos nos sentimos tan identi-
ficados y tan a gusto.