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¿Menos impuestos, más empleo, mejores salarios? Un cuentazo.

En los últimos 30 años, se han aprobado 14 reformas tributarias. La última empezó a


regir el primero de enero del año 2017, y contrario a lo que afirmaba el exministro de
hacienda, Mauricio Cárdenas, en menos de cuatro años ya se empieza a configurar
una nueva reforma en manos del ministro del nuevo gobierno, el tecnócrata
Carrasquilla. Uno de los puntos principales de esta, es aliviar la carga tributaria de las
empresas; para ello, el ministro tiene como punto de partida el ingreso medio del
trabajador; serán las personas naturales las que aporten el 85% de los recursos del
impuesto a la renta, y el 15% restante saldrá de las empresas del país.
La ecuación del gobierno Duque es sencilla: menos impuestos para las empresas, más
empleo y mejores salarios. Sencilla, pero errada; el gobierno desestima los grandes
aportes empíricos de una abundante literatura académica, que coincide en no
encontrar impactos reveladores sobre el empleo -tanto en calidad como en cantidad
de este- a consecuencia de reducir impuestos a las empresas. Es evidente, por ejemplo,
que un aumento del salario mínimo está estrictamente ligado a la inflación y a la
productividad del trabajo; no a la voluntad de los empleadores.
Por lo anterior, no se está solo frente a un recaudo significativamente menor -por lo
que la clase media entrará a tapar ese hueco- sino que, además, se profundizará la
brecha económica y social del país. Una reducción de la tarifa de renta corporativa,
profundiza la concentración del ingreso; en Colombia, el 30% más rico, posee unos
ingresos trece veces superiores al 30% más pobre. Y, además, limita al Estado en
materia de avances sociales, dotar al país de bienes públicos como educación de
calidad, se vuelve una quimera.
El cuentazo está echado, un gobierno del perfil neoliberal de su antecesor, que
reproduce el discurso vacío de las oportunidades y el emprendimiento para justificar
la pobreza de muchos; que defiende a ultranza el sistema de salud de las EPS; un
programa que libera a los grandes capitales de impuestos y que además encabeza una
lucha sin escrúpulos contra el proceso de paz, contra la verdad y la reparación de las
víctimas. Una verdadera afrenta contra la Colombia profunda.
Se vienen años difíciles, estamos frente a un Estado corporativo, las políticas en
cualquier ámbito serán hechas a la medida de la fuerza empresarial, disfrazadas
obviamente con el tufillo de la tecnocracia; y todo esto, en detrimento de los
trabajadores, los mismos que pusieren ese corporativismo a gobernar en las pasadas
elecciones.

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