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Clara Navarro Ruiz

Sociedad de Estudios de Teoría Crítica (SETC)

Seminario Internacional-Teoría Crítica y política


12-13 Noviembre 2015

Totalidad negativa y «sujeto automático»: Robert Kurz y la crítica radical de la Modernidad


(Notas de lectura a propósito de No os salva ningún Leviatán)

En los siguientes minutos voy a realizar un pequeño resumen y análisis del texto de Robert
Kurz Es rettet euch kein Leviathan. A pesar de su carácter inacabado, constituye uno de sus
principales artículos, clave para comprender su pensamiento, junto a otros títulos, como pueden ser
Die Sustanz des Kapitals o Grau ist der goldner Baum des Lebens und grün die Theorie.
Como bien es sabido, este texto está dedicado, principalmente, a la reflexión sobre el Estado. No
obstante, creo que quizá sea pertinente comenzar esta presentación realizando una pequeña síntesis
de los puntos centrales de la crítica de la escisión del valor [Weltabspaltungskritik], línea teórica de
la que este autor es, sin duda, el principal representante. Sé que la mayoría de vosotrxs ya conocéis
sus líneas fundamentales, pero creo que no está de más realizar una presentación sintética1.

La reflexión de Kurz tiene su génesis en dos hechos fundamentales: 1) la constatación de la


crisis definitiva de la llamada «sociedad del trabajo» a partir de la tercera revolución industrial o
revolución microelectrónica, así como 2) una específica lectura de Marx que nos permite encontrar
en el mismo apuntes sobre una crítica radical del sistema productor de mercancías.
La constatación de la crisis de la «sociedad del trabajo» y sus consecuencias se materializa
principalmente en su crítica al pensamiento del movimiento obrero tradicional. El marxismo
tradicional, para Robert Kurz, ha evitado llevar al centro de la reflexión el concepto de «trabajo»,
céntrandose, más bien, en el concepto de «plusvalía» que lleva consigo el esquema tradicional de la
«lucha de clases». Para la crítica de la escisión del valor, y tal y como se puede leer en Marx, el

1 Esta presentación sintética, así como algunas otras partes de este escrito, se ha realizado a partir del texto «Pensar el
mal mayor. Apuntes sobre la reflexión del Estado en Robert Kurz», que aparecerá próximamente en la revista
Scientia Helmantica, en su monográfico Políticas Contemporáneas.

1
«trabajo» (acompañado del término «abstracto») no es otra cosa que la propia sustancia del capital,
inherente y co-originario al propio sistema productor de mercancías. Hay que comprender éste
término, junto a «riqueza» o «mercado», como los elementos fundamentales de la sociedad
capitalista, que conforman la ontología histórica de una socialización de carácter negativo (en la que
la totalidad no es meramente la suma de sus elementos) y fetichista.
Así, en la sociedad moderna, el elemento vertebrador de la civilización es el metabolismo con el
mundo, pero no al servicio de nuestras necesidades y disfrute, sino orientado únicamente al fin de
carácter automático y autotélico del aumento incesante de la riqueza abstracta 2. ¿Pero qué
significa esto exactamente? Voy a intentar explicar esta última frase de manera esquemática. Espero
no resultar demasiado escolar, pero es verdaderamente importante para comprender la
argumentación de Kurz.
1) Las relaciones de intercambio de energía con el mundo, son aquellas que conforman las
relaciones materiales con el mismo (relaciones que podemos dividir en relaciones de
producción y distribución de los recursos necesarios para la supervivencia) 3. Éstas son,
desde luego, condición necesaria para cualquier sociedad antropológica, pero no tienen por
qué conformar el fin único de la estructura civilizatoria. Ahora bien, las relaciones de
producción y distribución, dicho rápidamente, las relaciones económicas, son, en la sociedad
moderna, el elemento vertebrador de la civilización, que organiza y estructura las relaciones
de poder entre los hombres. Podemos anotar al respecto la conformación del campo híbrido
de la economía política.
2) Ricardo, economista clásico, cifró en el tiempo de trabajo la sustancia del valor, concepto
central de la economía política: la sustancia de la riqueza depende del tiempo de trabajo.
Pero con esto no hemos ganado todavía el concepto de riqueza abstracta, ni hemos captado
su carácter fetichista. Es Marx quien pone en la palestra, y reconoce como su mayor
descubrimiento, el concepto de trabajo abstracto: éste es el que conforma la sustancia del
valor en la sociedad capitalista. La distinción entre el concepto de tiempo de trabajo
ricardiano y trabajo abstracto marxista reposa en la contradicción existente entre relación
entre la producción privada y la producción social. Como sabemos, la producción social, en
el capitalismo, se da necesariamente mediada por productores privados, en relaciones de
competencia entre unos y otros. Observemos este hecho atentamente: las relaciones de
producción en sí mismas, son, evidentemente, un tipo de relación social, y de hecho han

2 Para la siguiente parte de nuestra argumentación Cf. KURZ, R. Geld ohne Wert. Grundrisse zu einer Transformation
der Kritik der politischen Ökonomie [en adelante Geld ohne Wert]. Berlín, Horlemann, 2012; pp. 86-88.
3 Por decirlo en términos de Hannah Arendt: lo que está puesto como fin de nuestra civilización es aquel conjunto de
actividades que conforma la esfera de lo social, no la esfera de lo político.

2
estado tradicionalmente entreveradas con distintas funciones y roles sociales, integradas en
las mismas. El hecho de que las relaciones productivas de una sociedad estén
necesariamente mediadas a través de productores privados nos remite, no obstante, a un
paulatino desligamiento de las relaciones de producción respecto de las relaciones sociales
que la sustentan4. ¿Por qué? Porque el vínculo que se da entre productores privados no es
otro que el del intercambio de mercancías, esto es, un intercambio de equivalentes. La única
modalidad de relaciones que podemos tener en cuenta en un intercambio de equivalentes son
las cuantitativas, y no las cualitativas. La relación de producción es, sin duda, un tipo de
relación social, que, como tal praxis, sólo puede ser cualitativa. Pero lo único que vale en el
capitalismo es la reducción de la misma a la mercancía, esto es, a la relación de intercambio
que sólo atiende a su aspecto cuantitativo. En este sentido, nos dice Marx que el trabajo
abstracto es mero «gasto de nervio, cerebro, músculo», siendo no obstante evidente que eso
no es más que una abstracción respecto de las relaciones sociales de producción.
3) El intercambio de equivalentes es, con respecto al trabajo, lo que paulatinamente lo dota de
su carácter abstracto. Pero esta característica no dota por sí sola al capitalismo de dinámica
social fetichista, así, sería muy distinto si el mercado fuera exclusivamente la instancia de
provisión de recursos materiales, es decir, si estuviera exclusivamente dirigido a satisfacer
nuestras necesidades materiales. En el sistema capitalista, no obstante, el mercado no es más
que la instancia de realización del plusvalor, un paso más en su imparable proceso de
transformación. Ya lo hemos dicho, lo que hace a la sociedad moderna, una sociedad
capitalista, es estar orientada exclusivamente al fin automático del aumento incesante de la
riqueza abstracta o plusvalor (lo que expresa el famoso esquema D-M-D'), lo que significa
que todos nuestros esfuerzos como sociedad están únicamente dirigidos a mantener en
funcionamiento la incesante circulación del capital, a recorrer los distintos estadios de su
proceso de transformación, a obtener beneficios, para volver a iniciar un proceso productivo;
a obedecer la sola lógica del «dinero que engendra más dinero».

El conjunto de características que hemos explicado implican un determinado movimiento de


conjunto, una específica matriz de praxis social, que se divide a) en una lógica de cooptación: se
apoya en las relaciones sociales existentes, desligando y abstrayendo lo que puede ser reducido a
trabajo abstracto. Una importante consecuencia de este hecho es, por ejemplo, que las actividades
ligadas al plano de la reproducción van a quedar necesariamente escindidas del proceso de
4 Hay que tener en cuenta, asímismo, las posibilidades emancipatorias que este hecho contiene. El desligamiento de
las relaciones materiales y las funciones sociales abre la posibilidad de una elección consciente de las actividades a
llevar a cabo por parte de los individuos que forman parte de una sociedad determinada.

3
valorización del valor y van a caer fuera del concepto moderno de «trabajo», tal y como ha
denunciado Scholz; y b) una lógica expansiva: en tanto dicho movimiento se conforma como fin
exclusivo de la sociedad, tiende a su incesante reproducción, en un movimiento cuya dinámica se ve
recrudecido por las relaciones de competencia. Es este movimiento de conjunto total es lo que
Marx tiene en mente cuando dice que el capital es el sujeto automático de nuestra sociedad. Todo
individuo no puede sino pasar a considerarse como mero «funcionario» o «administrador» del
propio proceso en sí; sea ya en el papel de representante del capital constante (poseedores de
medios de producción) o del capital variable (poseedores de su sola fuerza de trabajo).

Pues bien, una vez explicado este pequeño esquema, podemos decir que el conjunto de
reflexiones de la crítica de la escisión del valor se centran, fundamentalmente, en la puesta de
manifiesto de esta totalidad negativa que conforma la praxis social de la modernidad, una vez que
no podemos comprender ésta sin comprender su carácter capitalista, sin tener en cuenta, por tanto,
que es el capital, y no los hombres, el verdadero sujeto de la misma, para lo que el análisis de Marx 5

5 Bien es cierto que tampoco se puede reducir todo lo escrito por Marx a esta interpretación de la estructura profunda
de la sociedad capitalista. En este sentido, puede entenderse tanto el surgimiento histórico del llamado «marxismo
tradicional», como la posibilidad de hablar de un «doble Marx», uno esotérico -en el que Robert Kurz y la
Wertabspaltungskritik se fundamenta- y otro exotérico, el que afirmara la centralidad de la lucha de clases y el
proletariado como «sujeto revolucionario». Con esta distinción no se pretende diferenciar unas y otras
intervenciones teóricas de Marx como verdaderas o falsas. De hecho, no podemos considerar la figura de Robert
Kurz inscrita dentro de la filología marxiana, dado de lo que se trata es de dar cuenta de la exigencia de «una
explicación concreto-histórica de los procesos sociales». La aparente contradicción en Marx ha de comprenderse
más bien en los dos niveles distintos de crítica posibles en el capitalismo, el de carácter negativo y rupturista de la
crítica categorial, y otro de carácter inmanente y positivo, nivel al que se refiere el trabajo trabajo teórico que surge
como consecuencia de las contradicciones inherentes al propio desarrollo de modernización capitalista. En este
segundo nivel de crítica se encuentran desarrollos teóricos que no sólo provienen, como es evidente, de Marx o el
marxismo tradicional, sino que es el nivel en el que también puede incluirse el conjunto de las reflexiones de las
ciencias sociales de tradición académica. Es, precisamente, en la versión de raigambre marxiana de este tipo de
crítica positiva e inmanente donde podemos encontrar la explicación de la sociedad que se fundamenta sobre la base
de una eterna «lucha de clases» que constituiría la esencia de la sociedad al tiempo que el motor de la historia. Como
ya sabemos, ésta, en realidad, no es otra cosa que la consecuencia de la matriz fetichista de la sociedad moderna, y
no su fundamento, por lo que cualquier crítica desarrollada desde esta base sólo puede aspirar a moverse dentro de
las formas sociales de la sociedad capitalista, sin suponer una ruptura alguna con las mismas. Asímismo, dos
aclaraciones han de ser hechas en este punto. En primer lugar, es evidente que la crítica del capitalismo, sea ésta del
tipo que sea, ha de comenzar pensando las propias relaciones sociales existentes. La puesta de manifiesto de este
doble nivel de crítica no pretende censurar un punto de partida que, por otro lado, es el único posible. Se trata más
bien de tenerlo en consideración a la hora de tomar la referencia de la crítica a la totalidad: si lo que se pretende es
romper con el conjunto de las categorías profundas que componen la sociedad moderna, el sujeto al que apelemos
para ello no puede ser ya uno inherente a la estructura misma que se ha puesto en cuestión («la clase proletaria»,
pero también, en una vuelta de tuerca, «el precariado» o «el 99%»). En segundo lugar, la distinción entre estos dos
tipos de crítica no supone que se haya de impedir su coexistencia. Las intervenciones teóricas dirigidas a la
consecución de una mejor redistribución de la riqueza, son importantes y necesarias. A lo que se apunta es a
determinar en el plano de lo teórico el recorrido de ambas para evitar un recíproco quid pro quo, así como para
evitar elevar las categorías fundamentales de la sociedad capitalista a condiciones transhistóricas y existenciales. Por
último, es evidente que una discusión más extensa y específica acerca de este tema requeriría la valoración tanto de
las elaboraciones teóricas surgidas a partir de la reflexión del llamado «socialismo real» así como la propia
interpretación de la figura de Marx desde esta perspectiva. Al respecto y respectivamente, puede consultarse KURZ,
R.: Der Kollaps der Modernisierung. Vom Zusammenbruch der Kasernensozialismus zur Krise der Weltökonomie.
Reclam, Leipzig, 1991. y Marx Lesen! Die wichstigsten Texten von Marx für das 21. Jahrhundert. Eichborn,

4
es imprescindible. Una de sus consecuencias más obvias, y sin embargo más llamativas, es que,
según Kurz y la crítica de la escisión del valor no podemos pretender liberarnos del sistema
capitalista permaneciendo en el plano de la inmanencia: la única solución emancipatoria puede
darse no a través de la superación [Aufhebung], sino a través de la ruptura o abolición de las propias
categorías esenciales6. La crítica ya no es de carácter inmanente y positivo, sino categorial y
radical7.

Realizada esta pequeña introducción, pasemos ahora al texto Es rettet euch kein Leviathan.
La tesis central de Kurz respecto al Estado puede resumirse en lo siguiente, aún comentando a
Hobbes, en que «el estado no está [steht] más allá de la las relaciones de competencia universales,
sino que constituye el monstruo de su [propia] instancia, que integra y domestica hacia dentro,
mientras que al mismo tiempo prosigue en la relación exterior con otros medios, de carácter
homicida. La función domesticadora del Leviatán hacia dentro debe consistir en la garantía de la
propiedad[...]. Esta propiedad por su parte se remite al rendimiento propio del «trabajo». [...] La
legitimación ideológica [del paso de un concepto negativo de «trabajo» a uno positivo, proceso en
el que el protestantismo juega un importante papel] de la originaria representación religiosa remitía
a un conjunto real en proceso de formación, en el que el trabajo abstracto, el valor, y la forma de
representación social del dinero constituyen una relación fetichista que remite a sí misma, integrada
«políticamente» por el estado como instancia consciente»8. Parece claro, que para Kurz hay una
íntima conexión, de hecho, una relación de inherencia, entre la estructura estatal y el sistema
capitalista. Ésta es su tesis central: el Estado es inherente al sistema capitalista, y conforma el
espacio funcional extraeconómico que permite la reproducción sin fricciones del proceso de

Frankfurt a.M., 2006.


6 Respecto a la ruptura ontológica v. KURZ, R. «Der ontologische Bruch. Vor der Beginn einer anderen
Weltgeschichte», disponible en: [http://www.exit-online.org/link.php?tabelle=autoren&posnr=188]
7 Dadas las consecuencias de una teoría que se mueve en un plano de muy alta abstracción conceptual, la crítica de la
escisión del valor puede parecernos una teoría autocomplaciente. Las intervenciones teóricas que bajo esta
perspectiva puedan desarrollarse no buscan tener carácter premonitorio. Esto implicaría un determinismo histórico
que el propio Kurz cree falso: querer «deducir» la superación efectiva del capitalismo supondría caer en una
objetivización teórico-estructural que ya ha sido fuertemente criticada en el pasado. El impulso teórico, antes bien,
«debe ponerse en contra de la falsa, dominante objetivización; y eso es sólo posible en tanto la reflexión teorética
avance interpérrita y más allá de sí» (KURZ, R.: «Grau ist des Lebens», en loc. Cit., pág. 104).
8 KURZ, R.: «Es rettet euch kein Leviathan. Thesen zu einer kritischen Staatstheorie», pág. 31. Primera parte en
EXIT! Krise und Kritik der Warengesellschaft, 7. Berlín, Horlemann, 2010; Segunda parte en EXIT! Krise und Kritik
der Warengesellschaft , 8. Berlín, Horlemann, 2011. Texto original: «Der Staat steht nicht jensets der universellen
Konkurrenz, sondern er bildet das Monstrum ihrer zusammenfassenden, nach innen domestizierenden Instanz,
während er sie gleichtzeitig mit anderen, mörderischen Mitteln im Außenverhältnis fortsetzt. Die domestizierende
Funktion des Leviathan nach innen soll in der gewaltsamen Garantie des Eigentums bestehen,[...]. Dieses Eigentum
wiederum wird auf die Eigenleistung der «Arbeit» zurückgeführt. [...] Die ideologische Legitimation aus der
ursprünglich religiösen Vorstellung verwies auf einen sich herausbildenden realen Zusammenhang, in dem sich
abstrakte Arbeit, Wert, und die gesellschaftliche Darstellungsform Geld als ein auf sich selbst rückgekoppeltes
fetischistisches Verhältnis konstituieren, das vom Staat als bewusste Instanz «politisch» zusammengefasst wird.»

5
valorización.

Pues bien, ¿cómo se ha pensado hasta ahora esta relación entre Estado y capitalismo? No
podemos buscar en nuestra tradición de pensamiento. La Ilustración no fue nunca capaz de atisbar
su inherencia. Puede decirse, de manera algo general, que el reto principal de la Modernidad fue el
de la estatalidad, esto es, el problema del paso de la oikonomía ligada a relaciones fetichistas
personales a la economía política y, con ella, la aparición del fetichismo de las cosas 9. Pero en los
pensadores ilustrados, la constitución del conjunto de relaciones como totalidad negativa de la
«riqueza abstracta» y su materialización en la dualidad Estado/Mercado, no fue ni siquiera nunca
conceptualizada como tal. Éstos se ocuparon desde el principio en el tratamiento de las distintas
contradicciones a que daban lugar las nuevas relaciones fetichistas anclándose a un pensamiento
cuyas limitaciones los llevó a inclinarse intermitentemente a uno de los dos polos de la encarnación
de la constitución negativa como foco de reflexión.
De este modo, el pensamiento de la Ilustración conformó tres tradiciones distintas: 1) la inglesa-
escocesa, de carácter funcional frente al problema de la propiedad burguesa, con su mayor
representante en Adam Smith10. En éste, como fundador del liberalismo, puede verse con claridad el
9 Cf. KURZ, R.«Es rettet euch kein Leviathan», loc. Cit; p. 33 y ss.
10«Auch wiederholt oder besser verdoppelt sich bei Smith die paradoxale Zurückweisung des «bloß subjektiven»
persönlichen, individuellen Willens und Handeln zugunsten des allgemeinen transzendentalen «Subjekts» in Form der
vorausgesetzten, «unsichtbaren Hand»; das «freie Subjekt» enthüllt hier ebenso seinen Zwangschrakter, dessen
Funktionäre die individuellen, empirischen Einzelsubjekte nur sein können. Nicht umsonst gilt Smith gleichzeitig auch
als eigentlicher Begründer des Liberalismus. Mit seiner ökonomischen Theorie des «allgemeinen Willens» gab er den
Ansprüchen der besitzbürgerlichen Konkurrenzsubjekte gegenüber der unumschränkten «souveränen»
Entscheidungsfreiheit des Leviathan hinsichtlich der Eigenlogik der Marktes dieselbe objektiven, transzendetalen
Begründung wie Rousseau und Kant hinsichtlich der Staatlichkeit und Rechtsform. Auch hier geht es nicht um eine
tatsächliche Autonomie der gesellschaftlichen Individuen, sondern um die Versachlichung des Autoritätsprinzips, das
jetzt von der «unsichtbaren Hand» repräsentiert wird. Die ökonomischen «Freiheit» besteht gerade in der
Selbstunterwerfung unter die Marktgesetzte, ökonomisch «mündig» ist, wer diese Pseudo-Naturgesetze verinnerlicht
hat und von sich aus ohne äußere «Anleitung eines anderen» dem «stummen Zwang» (Marx) des
Konkurrenzmechanisus gehorcht und auf die «Signale» der «unsichtbaren Hand» achtet. Das ist die Orwellsche Formel
des Liberalismus.
Damit ist gleichzeitig die immanente Polarität von Staatlichkeit und Ökonomie, von (jeweils als «männlich»
bestimmtem) homo oeconomicus und homo politicus, von Bourgeois und Citoyen gesetzt; allerdings völlig bewusstlos
als gegensätzliche Verdoppelung des «allgemeinen Willens» in die transzendentale Staatlichekeit bzw. die «leere Form»
eines «Gesetzes überhaupt» einerseits und die ebenso transzendentale Maschine der «unsichtbaren Hand» andererseits.
Beide Momente des «allgemeinen Willens» verweisen aufeinander und gehen auseinander hervor. Der objektivierte
gesellschaftliche Mechanismus der «unsichtbaren Hand» bedarf der politischen Unterwerfungsgewalt des Leviathan,
der die Gesellschaft in diese Form zwingt, und der allgemeinen Rechtform der «Subjekte» weil die Waren, wie es Marx
später formulierte, «nicht ohne ihre Hüter zu Markte gehen können» und letztere in regulierten Vertragsverhältnissen
agieren müssen um Funktionäre der Pseudo-Naturgesetzlichkeit sein zu können. Umgekehrt haben Staatlichkeit und
Rechtsform die «unsichtbare Hand» des Marktes, in Wirklichkeit das «automatischen Subjekt» der fetischistischen
Reproduktion insgesamt, zu ihrer eigenen Voraussetzung, die ihnen den Rahmen der «Entscheidungsgewalt» und der
Verrechtlichung diktiert.
Die innere Notwendigkeit dieser Verdoppelung kann aber nicht durch ein affirmativ-apologetisches Denken erkannt
werden, sondern nur duch einen kritischen Begriff des negativen Ganzen, der mit dem transzendentalen und
androzentrischen Prinzip der kapitalistischen Aufklärungsvernunft überhaupt bricht. Da dies in den Denkformen dieser
Vernunft selber ausgeschlossen ist, gab die Smithsche Begründung der Volkswirtschaftslehre den Startschuß für einen
ewigen Clinch zwischen Liberalismus und Etatismus auf dem Boden der einmal konstituierten «objektiven

6
carácter orwelliano del concepto de libertad del sujeto liberal. Y es que este sujeto, en tanto
sometido a las reglas de la «mano invisible», está de facto sometido al dictado de las relaciones de
competencia del mercado mundial: toda la autonomía y libertad del sujeto se reduce, en realidad, a
la interiorización y naturalización de las leyes económicas de la competencia, eso sí, sin tutela de
ninguna instancia exterior, y así, de lo único de lo que éste se habría liberado sería de algo tan
modesto, en realidad, como es la tutela del Estado (instancia extrafuncional que en cualquier caso el
mercado mundial necesita para funcionar, tal y como Kurz muestra en El capital mundial y ya
hemos dicho). 2) La francesa, que pone el acento en el carácter político del ciudadano burgués
frente a los intereses económicos individuales ocultando con ello el principio de competencia. El
ejemplo que aquí nos ofrece Kurz es el de Rousseau, en quien, recordemos, la determinación de la
voluntad general está determinada de manera trascendental y se trata de un principio que está
presupuesto a los representantes del Leviatán11. La libertad de decisión, así, se conforma sobre un
principio de razón abstracto, más allá de toda relación empírica de facto. En opinión de Kurz, en
este principio de razón abstracto, que excluye de antemano toda expresión fáctica de las
necesidades humanas —en tanto toda expresión de la voluntad ha de ser sometido de antemano a la
razón, constituyendo una forma general de la voluntad— hemos de leer en realidad una
«mitologización de la abstracción de valor como forma de reproducción y «principio de razón»
capitalista, pensado desde el lado estatal.»12
3)Por último, la tradición alemana, se caracteriza por su insistencia en el Estado, que no aparece
como énfasis de lo político frente a los intereses económicos, sino como superación [Aufhebung]
afirmativo-dialéctica de las categorías económicas, concepción cuyo surgimiento se explica por la
tardía modernización de Alemania y su carácter centralizado mediante el Kaiserreich. En este
sentido ha de leerse, según Kurz, la discusión de Hegel frente a Kant (que remitiría a una mayor
atención a las determinaciones empíricas por parte de Hegel, sí, pero sólo en tanto éstas están
subordinadas al principio transhistórico de la razón, esto es, a la forma valor, en el vocabulario
ilustrado) o las discusiones del idealismo alemán. Un último paso en esta tradición la constituiría la
figura de Carl Schmitt, en quien se podría ver con claridad el carácter vacío y núcleo de violencia
Daseinsformen». Die philosophisch-ideologische, ökonomischen und politischen Akteure der
«Widerspruchsbearbeitung» bewegen sich wie Hamster im Käfig des «Allgemeinen Willens», dessen immanente
Polarität stets von neuem je nach Lage des objektivierten Prozeßes scheinbar gegensätzliche Handlungsoptionen
hervorbringt, die gleichermaßen das «automatische Subjekt», den verselbständigten Selbstzweck des «abstrakten
Reichtums», zur Grundlage haben und deshalb ineinander übergehen und umschlagen können.» (Ibid., pp. 39-41).
11 Cf. íbid., pp. 35-36.
12Ibid., pág. 36. Texto completo: «Es handelt sich um die Mythologisierung der Wertabstraktion als Reproduktionsform
und kapitalistisches «Vernunftprinzip», nach der staatlichen Seite hin gedacht. Der objektivierte Wert ist der «göttliche
Gesetztgeber» der eine «allgemeine Form des Willens» konstituert, die wiederum vom Staat formal zusammengefasst
wird. Das «Volk» ist nur insofern «souverän» als es sich a priori diesem «Allgemeinwillen» unterwirft und seine
«freien» Entschedungen ausschließlich in dieser vorausgesetzten Willensform und nach deren Kriterien bzw. als
Reaktion auf die damit gesetzten Gegebenheiten fällt».

7
del concepto de la soberanía moderna, lo que puede verse ejemplificado en su determinación del
estado de excepción, así como en su discusión sobre el derecho con Kelsen 13. Y esto, porque en la
época de las guerras mundiales «el núcleo de violencia de la forma derecho general y la «soberanía»
se desplazó hacia dentro de manera latente, mientras que en el exterior en la guerra nacional-
imperial y la garantía mundial de la «voluntad general» se dirigía retórica y militarmente a la
manifiestamente previsible colisión con el «estado de naturaleza» de los Leviatanes entre sí,
postulado ideológicamente [...]. La objetividad negativa del «principio de razón» a priori, por
mucho tiempo negado y ocultado ideológicamente, se hizo patente como una catástrofe natural. En
esta situación histórica debía aparecer el constitutivo estado de excepción directamente como una
desnuda relación de violencia. [...]Como teórico del estado de excepción, el jurista y filosófo del
derecho Carl Schmitt, fue famoso y desacreditado; él, proveniente de la teología y por lo tanto
cercano al problema de la forma de voluntad transcendental, no contaba no obstante con el nivel de
la reflexión de la teoría del estado burguesa clásica (o ni siquiera su crítica). Por ello Schmitt
tampoco intentó determinar el problema conceptualmente y explicarlo teóricamente. En lugar de
eso, vinculó de manera directa el carácter trascendental de la forma presupuesta ciegamente, de una
manera hasta entonces nunca vista, con la pura subjetivización del «estado de cosas» decidido
arbitrariamente»14.

Puede decirse, así, que cada una de las tradiciones ilumina alguno de los aspectos propios de
la nueva configuración fetichista, sin llegar a alcanzar la conceptualización de la cualidad propia del
conjunto societario: la síntesis social que conforma el trabajo abstracto al servicio del fin autotélico
de la sociedad productora de mercancías. Un caso excepcional lo conforma Marx, a quien hemos de
considerar pensador moderno y crítico de la Modernidad al mismo tiempo. Por un lado, desarrolla
el análisis necesario para conformar una crítica radical y categorial de la sociedad de mercancías.
No obstante, su pensamiento no se reduce a este análisis, y Marx puede considerarse como un
pensador moderno en tanto: 1) Queda anclado en el pensamiento androcéntrico de la Ilustración, lo
que se ve confirmado por los problemas de la tradición política emancipatoria con respecto a la
13 Cf. ibid, pp. 142 y ss.
14 Ibid., p. 142-143. Texto original: «Der Gewaltkern von allgemeiner Rechtsform und staatlicher «Souveränität» trat
nach innen in Latenz, während er nach außen im nationaimperialen Kampf um die Weltgarantie des «allgemeinen
Willens» rhetorisch und militärisch auf den absehbaren manifesten Zusammenstoß im ideologisch postulierten
«Naturzustand» der Leviathane untereinander zusteuerte. [...] Die negative Objektivität des ideologisch ausgeblendeten
und längst verleugneten apriorischen «Vernunftsprinzips» machte sich bemerkbar wie eine Naturkatastrophe. In dieser
historischen Situation musste der konstitutive Ausnahmezustand als nacktes Gewaltverhältnis wieder in unmittelbare
Erscheinung treten. [...] Als Theoretiker des Ausnahmezustands wurde der Jurist und Rechtsphilosoph Carl Schmitt
berühmt und berüchtigt, der von der Theologie herkam und insofern dem Problem der transzendentalen Willensform
nahe stand, ohne dennoch die Reflexionsbene der klassischen bürgerlichen Staatstheorie (oder gar deren Kritik) zu
erreichen. Deshalb versuchte Schmitt auch gar nicht erst, das Problem begrifflich zu bestimmen und theoretisch zu
erklären. Stattdessen verband er den transzendentalen Charakter der blind vorausgestzten Form auf bislang unerhörte
Weise unmittelbar mit der reinen Subjektivierung zur willkürlichen «Setzung».

8
introducción del pensamiento feminista, así como 2) en ciertas afirmaciones de caracter antisemita
en su texto La cuestión judía, y 3) por último, siendo este el punto más importante, pensador
moderno en tanto «Marx, a pesar del cambio «materialista» deja su nueva formación teórica
atrapada en rasgos esenciales a la metafísica hegeliana de la historia y el progreso de carácter
transhistórico, de modo que se da una paradoja en su argumentación: el capitalismo y sus
determinaciones formales elementales, aunque objeto central de la crítica por un lado, aparecen por
otro como «históricamente necesarios» y por tanto, en primera instancia, deben imponerse; y eso al
fin y al cabo también vale para la estatalidad moderna y la esfera política que le copertenece.»15
Sea como fuere, el carácter supuestamente contradictorio de los distintos escritos de Marx, tal y
como demuestra Kurz a lo largo de su texto, no se puede realizar de manera sencilla y exige
contraponer muchos de sus textos. Sólo diremos aquí que ese problema no se puede reducir
meramente a la distinción entre un Marx joven, que todavía se tendría que desarrollar más allá de
las categorías recibidas y las exageraciones propias de un pensamiento poco desarrollado, y un
Marx maduro que, gracias a su colaboración con el movimiento obrero de su tiempo habría
cambiado su parecer hacia un pensamiento «más correcto», «mejor» o «más adecuado».

Pero volvamos a la cuestión de la síntesis social, esto es, la totalidad negativa que conforma
el conjunto de categorías capitalistas en su dinámica automática. Ésta es la que nos va a acercar al
tipo de preguntas a formular a los movimientos de la izquierda estatal tradicional y el anarquismo,
así como a las ciencias sociales de tradición académica. En el caso de las ciencias sociales, pensar la
totalidad social y su específica cualidad se ha tornado prácticamente imposible tras la irrupción del
individualismo metodológico. Y es que éste pretende «explicar aquel «principio de razón»
trascendental a través del «caso» modélico[...]. Aquella, ya bosquejada, síntesis social [que se da] a
través del «trabajo abstracto» y la forma mercancía del capital conforma no obstante un conjunto
total, que es más y cualitativamente distinto al caso individual ideal-típico fenoménico del
intercambio o su mera agregación externa. El «modelo» ideal-típico no puede reproducir el
conjunto real, porque el intercambio individual sólo se puede explicar por el conjunto total y su
lógica propia, no al revés»16.
15 Ibid., pp. 63. Texto original: «Drittens schließlich bleibt Marx trozt der «materialistischen» Wende in wesentlichen
Zügen seine neue Theoriebildung der Hegelschen transhistorischen Geschichts- und Fortschrittsmetaphysik verhaftet,
sodass sich eine Paradoxie seiner Argumentation ergibt: Der Kapitalismus und seine elementaren Formbestimmungen,
obwohl einerseits zentraler Gegenstand der Kritik, erscheinen andererseits als «historisch notwendig» und erst einmal
durchzusetzen; und das gilt dann letzlich auch für die moderne Staatlichkeit und die dazugehörige politischen Sphäre.»
16Ibíd, pp. 138-139, subrayado nuestro. Texto original: «Dieser später so gennante «methodologischer
Individualismus» wollte also jenes transzendentale «Vernunftprizip» am modellhaften «Fall» erklären, meistens in
Bezug auf die Zirkulationssphäre[...]. Jene bereits skizzierte gesellschaftliche Synthesis durch «abstrakte Arbeit» und
Warenform des Kapitals stiftet aber einen Gesamtzusammenhang, der mehr und etwas qualitativ anderes ist als der
erscheinende idealtypische Einzelfall des Handelns oder seiner bloß äußerlichen Aggregierung. Das idealtypische

9
Exactamente la misma falta de reflexión encontramos en los movimientos emancipatorios ligados a
la constitución política de un partido y la toma de poder estatal. Para Kurz, es evidente que sea cual
sea la constitución política ante la que nos encontremos, es necesario realizar una defensa y luchar
por la mejora de las condiciones de vida. Ahora bien, esto no significa de manera inmediata tener
que constituirse como partido. Del mismo modo que exigir un salario justo no tiene porqué llevar al
reconocimiento del capital como condición de posibilidad de la satisfacción de nuestras necesidades
materiales en general, tampoco la exigencia de legislación de ciertas propuestas (Kurz nombra aquí
la posibilidad de un salario mínimo) significa aceptar la forma política de esa «voluntad general
transcedental» de la forma valor. Pero, de nuevo, la falta de reflexión sobre la totalidad social
negativa es lo que conlleva a un concepto equívoco que impide la crítica radical. Si ésta se llevara
verdaderamente a cabo, se reconocería que «la autoconstitución en partido político y con ello como
agente estatal in spe, tan sólo constituye la otra cara de la autoconstitución de la «propiedad privada
sobre la mercancía trabajo», en el papel de representante sindical, y con ello [se] reproduce
precisamente el desdoblamiento hegeliano en «sociedad civil» y Estado, en burgués y ciudadano.»17
Sólo una vez nos hayamos librado de tal concepción, podemos comenzar a desligar la mejora de
nuestras condiciones de existencia del marco capitalista que las condiciona, en tanto vemos a estas y
a su poder coercitivo en su especificidad histórica, y, al tiempo que se supera la vieja tensión entre
el plano sindical y el estatal, podemos verdaderamente desarrollar una forma de socialización más
allá de las formas capitalistas.
Por último, y por lo que respecta al anarquismo —sin duda una oposición que Kurz debería haber
pensado con mayor profundidad— la crítica de Kurz se limita a poner de manifiesto el carácter de
mera negación abstracta del mismo. De nuevo, como en el caso de la tradición política
emancipatoria ligada al movimiento obrero, en los movimientos anarquistas no se habría pensado
suficientemente en la cualidad específica de la socialización capitalista, lo que les habría llevado a
enarbolar la negación de todo poder estatal, pero dejando en la indeterminación su carácter
específico, y dejando, también indeterminado, cuál es el tipo de poder que se pretende negar, así
como la especificación del tipo de relaciones entre los hombres que habrían de constituírse tras la

«Modell» kann den [139]wirklichen Zusammenhang nicht wiedergeben, weil das einzelne Handeln nur aus dem
Gesamtzusammenhang und dessen Eigenlogik zu erklären ist, nicht umgekehrt.»
17 Ibid. pág. 119. Texto original, en el Kurz sigue argumentando: «Dann würde auch erkennbar, dass die Selbst-
Konstitution als «politische Partei» und damit als Staatsagentur in spe nur die Kehrseite der Selbst-Konstitution als
gewerkschaftliche Repräsentanz des «Privateigentums an der Ware Arbeitskraft» bildet und damit eben in sich die
Hegelsche Verdoppelung in «bürgerliche Gesellschaft» und Staat, in bourgeois und citoyen reproduziert.[...] Die linke
Emphase des «Politisch-Sein-Müssens» ist auch deshalb so doppelbödig, weil sie nicht nur den verkürzten
Emanzipationshorizont der alten Arbeiterbewegung (den Kampf um die «Anerkennung» als Staatsbürger und insofern
als Funktionssubjekt der «abstrakten Arbeit») reproduziert, sondern damit auch die Differenz zwischen der Verteidigung
von Lebensbedürfnissen gegen den Staat bzw. durch die politische Form hindurch einerseits und dieser Form selbst
andererseits verwischt.»

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caída del mismo, esto es, cuál sería el tipo de vínculo social que los uniría. Y es que no sólo se trata
de negar el Estado o proponer la constitución de pequeñas comunidades productivas, sino de pensar
la relación que va a existir entre las mismas, así como de pensar las propias relaciones de
producción que van a estar a la base de las comunidades. En el texto, Kurz utiliza Anarquismo y
estatalidad de Bakunin, al que desde luego se puede criticar fácilmente, pero la literatura anarquista
ha de ser, sin duda algo más extensa que eso.

En definitiva, para Kurz, no hay más posibilidad que analizar la estructura profunda del
sistema capitalista y abolir las mismas. En el desarrollo de este ejercicio, advertimos, descubriremos
(tal y como en la actualidad la crisis, por cierto, está poniendo de manifiesto) que el Leviatán que
tantos temores ha inspirado a lo largo de la Modernidad, no es tan temible como parecía, dado que
su poder está formado y anclado a la estructura capitalista que lo conformó, y no se le puede
adscribir, por tanto, un carácter omnipotente. En palabras del propio Kurz: «un Estado lo hay sólo
como momento constituyente de la moderna «economía política» y su movimiento autotélico de la
«riqueza abstracta» y en esta relación, la objetualización del Estado frente a la sociedad tiene un
carácter muy distinto al de una institución de mera «distribución del trabajo» que muta [en una
distribución de] «intereses particulares propios». Más bien se trata aquí desde el principio de una
forma de determinación real-metafísica y transcendental, [que se da] como una cara de la
socialización fetichista a través del capital, que en sus formas de aparición institutionales, tan sólo
puede hacer valer su «propio interés particular» de manera dependiente, concretamente determinado
por el principal fin en sí mismo del movimiento de valorización»18. A pesar del nivel de abstracción
de la argumentación de Kurz, creo que en el contexto merece la pena pensar su doctrina, más
cuando las lógicas de la soberanía parecen, hoy en día, más amenazadas que nunca por los
movimientos del mercado. Otra pregunta, no obstante, es si sus palabras acerca del Estado pueden
constituir una doctrina específica de su corpus (recordemos que, al fin y al cabo, No os salva
ningún Leviatán es un texto inacabado) o, si, más bien, esa tarea está todavía por realizar. Podemos
comenzar a discutirlo.

18 Ibid., pág. 127. Texto original: «Einen Staat gibt es erst als konstituierendes Moment der modernen «politischen
Ökonomie» und ihrer Selbstzweck-Bewegung des «abstrakten Reichtums» und in diesem Verhältnis hat die
Verselbständigung des Staates gegenüber der Gesellchaft einen ganz anderen Charakter als den einer zu «eignen
Sonderinteressen» mutierten Instituions bloßer «Arbeitsteilung». Vielmehr handelt es sich von vornherein um eine
realmetaphysisch-transzendentale Formbestimmung als eine Seite fetischistischer Vergesellschaftung durch das Kapital,
die in ihren institutionellen Erscheinungsformen auch ihr «eignes Sonderinteresse» nur als unselbstständiges, nämlich
als durch den übergeordneten Selbstzweck der Verwertungsbewegung bestimmtes, geltend machen kann.»

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