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Diagnóstico común de coyuntura

“Compartiendo diagnósticos, tejiendo nuestras luchas"


Actividad de Comisión Enlace de la NCCP

Casa de la solidaridad, 24 de febrero de 2018

1. Diagnóstico del desastre:

El diagnóstico se centró en la violencia del Estado contra las comunidades y sectores


organizados. En las formas violentas en que opera el estado. La imposibilidad de apostar a
un cambio desde las estructuras establecidas, pero también con la debilidad inmediata de
quienes nos proponemos hacer algo por fuera de ellas.

Coincidimos en que el Estado mexicano gobierna en contra del pueblo y desvía el poder
público en beneficio de intereses privados utilizando la violencia y el terror como método de
ocupación del territorio y contención de la resistencia. Coincidimos y muchos de nosotros
fuimos parte del proceso de diagnóstico construido por miles de víctimas de la violencia de
Estado, que se llevó a cabo al amparo del Tribunal Permanente de los Pueblos, ahí
pudimos entretejer nuestras experiencias y conocer la causa de las causas que nos ha
orillado a la situación de emergencia que estamos viviendo.

Sabemos que la ​violencia económica manifiesta en la pobreza, miseria, explotación


laboral, trata, en la privatización de las riquezas nacionales como es el caso de PEMEX; la
violencia política expresa en la obstrucción de los procesos de construcción de gobierno
desde el pueblo y del acceso a los espacios de representación pública; la ​violencia jurídica
manifiesta en la negación del acceso a la justicia y en la modificación de la ley a modo; ​la
violencia cultural que se ha articulado desde la negación y despojo de nuestra historia, la
destrucción socioambiental por la proliferación de megaproyectos, la migración forzada, las
desapariciones, feminicidios y asesinatos que ocurren diariamente en el país, ​son parte de
una estrategia política instrumentada desde el Estado, para poner el territorio, la
riqueza y la capacidad humana del país al servicio de intereses privados nacionales y
trasnacionales.

Nos queda claro que debemos empeñarnos en frenar el desastre y coincidimos en que la
democracia simulada de los partidos políticos no representan una opción para el pueblo.
Por tanto, se nos presenta como reto inmediato construir una alternativa por fuera de las
estructuras establecidas. Las divisiones al interior de los procesos organizados, las
traiciones, la compra de líderes y la ingeniería de conflicto sembrada por el Estado nos
debilitan y obstruyen la construcción de procesos de unidad desde el pueblo.

Las agresiones recientes contra diferentes procesos organizados (CECOP-CRAC-PC,


Mexicali Resiste, CNTE) y la aprobación de la Ley de Seguridad Interior (LSI) dan cuenta de
que el Estado y los partidos preparan una salida violenta a la enorme inconformidad y
explosividad que existe en el pueblo. Tenemos que apostar a encauzar esa explosividad
que tanto temen en un sujeto consciente, en un pueblo que recobre la confianza en su
capacidad para transformarlo todo.

2. Las fuerzas de nuestras luchas

Reconociendo que nuestros esfuerzos son débiles y menores en relación a nuestros


grandes objetivos y que nos encontramos dispersos, con variadas dificultades para unirnos
en lo inmediato, encontramos, en nuestra condición actual, fortalezas que nos permiten ir
más allá de ella y construir una sociedad diferente.

A lo largo de nuestra historia los que han derrotaron al gobierno son los pueblos que
conservan sus lazos de comunidad, y al día de hoy las comunidades indígenas, son los
guardianes de esa sabiduría popular de resistencia.

Estamos ciertos que tenemos que fortalecer una cultura de la solidaridad, fraternidad y
sororidad, capacidad de entendernos como hermanos, y para eso privilegiamos la unidad
con los pobres, con el pueblo, con las víctimas. No la de las organizaciones, grupos o
partidos.

3. Crítica de nuestras luchas

Reconocemos que hemos cometido errores. En parte, las incapacidades que hemos tenido
para enfrentar los problemas del país están relacionadas con errores que debemos exponer
y reconocer críticamente para que no se vuelvan a repetir.

Los movimientos populares hemos descuidado en lo externo cuidarnos de la cooptación y


represión del Estado que nos compra o nos mata. En lo interno no hemos podido
unificarnos por querer liderar sobre los otros. Muchas luchas se han especializado y han
perdido de vista la perspectiva nacional, que es base fundamental para la unidad.
Terminamos luchando por una sola cosa y dejamos de movilizamos por las problemáticas
que afectan a otros. En varios momentos hemos roto la unidad y nos hemos dispersamos
por aferrarnos a que “nuestra verdad es la única”. No podemos denominarnos como los
salvadores de los movimientos. La unidad se pierde cuando olvidamos que el protagonista
de los cambios tiene que ser del pueblo y no una sola organización o un frente de
organizaciones.

4. Grandes desafíos

Nos mueven grandes desafíos y ellos, junto con la situación tan grave que vivimos, son los
puntales que nos llaman a la unidad. Aspiramos a una nueva sociedad y para ello
reconocemos la necesidad de quitar del poder a los que están y lograr que el pueblo
gobierne para sí mismo. Para ello nuestra lucha debe prefigurar desde ya, la nueva
sociedad: priorizando la defensa y la reconstrucción de los vínculos comunitarios y
poniendo, por encima de todos nuestros propósitos, la vida de nuestras hermanas y
hermanos, así como la vida de la tierra. El pueblo gobernando, armado con un pensamiento
político recto y ético, en verdadera democracia, decidirá para qué y cómo usar sus recursos.

5. Hacia la unidad

La unidad es el problema central. No sólo de quienes luchamos, sino de toda la sociedad.


Lograr unidad es una de nuestras más grandes motivaciones. Sabemos que sin ella el
pueblo no podrá triunfar y alcanzar los grandes objetivos. Pero sabemos que es muy difícil
de alcanzar. Todo lo que hemos comentado hasta ahora constituye el suelo sobre el que
tenemos que abordar este gran problema.

Hay la necesidad de entramar una unidad del pueblo en torno a un proyecto común
construido desde el propio pueblo que tenga una estrategia política unificada. En este
sentido es necesario reconocer que hemos tenido dificultades para articular la unidad
porque hemos caminado con distintas formas y estrategias que no abonan a ese propósito.
Por lo mismo, esta unidad debe debe articularse respetando la diversidad.

La verdadera unidad ha de forjarse desde los pueblos, tierras, colonos, y barrios; desde las
grandes mayorías; incluso debe darse desde “los acarreados”, desde los pobres que cada
vez que hay elecciones, son movilizados como clientela.

Si logramos esbozar un proyecto desde los movimientos sociales capaz de generar un


auto-reconocimiento en estas grandes y diversas mayorías, estaremos construyendo una
genuina ​unidad desde abajo, de los pobres; una unidad obrero-indígena-campesina
que no se destruya. No podemos seguir esperando una salida mágica, en la que que
alguien haga lo que a todas y todos nos corresponde: cada quien debe asumir
individual y colectivamente la responsabilidad de lograr la transformación de este
país.

Los partidos no presentan un horizonte que vaya más allá de las elecciones. ​Articular
un proceso de unidad desde el pueblo, que vaya configurando un proyecto común es ​la
única posibilidad que tenemos para trascender la coyuntura electoral. Pero ¿cómo lo
hacemos? ​Un primer paso es reaprender de los pueblos y de sus formas de organizarse,
de representarse y articularse territorialmente. También revisar los esfuerzos que hemos
hecho hasta ahora, qué hicimos, qué no hicimos, qué nos falta por hacer; reconocer que
tenemos una gran riqueza de experiencias y fortalezas que es necesario entretejer;
comprender que las luchas sectoriales y gremiales son insuficientes en tanto no se
comprenda que la lucha general es por toda la nación, por todo el pueblo. Tenemos que
tejer vínculos de solidaridad entre las luchas del pueblo, nuestras luchas; tomar con
seriedad la construcción de análisis y propuestas.

La unidad solo se puede construir a través de un proyecto que surja del movimiento, de los
sentimientos y de las necesidades del pueblo. En este proyecto todos podemos aportar. El
cambio solo se puede lograr si nos complementamos y nos enriquecemos. Si avanzamos
en esto, podemos encontrar un accionar conjunto durante este año, trazar una
articulación, algunos acuerdos y agendas comunes, basándonos en principios firmes
y sin perder nuestra identidad.

Este primer espacio de encuentro puede sentar las bases de la construcción de un


proyecto común que tenga como raíz y motor al pueblo y que nos permita un accionar
conjunto. ​La NCCP puede ser un referente que llame a una convergencia más amplia.

6. Propuestas de trabajo puntual

Se hicieron varias propuestas de trabajos puntuales que pueden ser asumidas por los
diversos actores.
● Necesidad de vincular y fortalecer los sistemas comunitarios de agua
● Comités de defensa del agua: autogobierno del agua y campaña por el agua en los
estados: ley del agua (democratización del agua)
● Paro nacional de pago de impuestos

7. Acuerdos de seguimiento

● NCCP realizará una relatoría y la compartirá con los asistentes.


● La próxima reunión se realizará el sábado 5 de mayo a las 9 hrs. en la Casa de
la Solidaridad (Patricio Sanz #449, Colonia Del Valle).

Diagnóstico realizado por el compartir de:


Agua para Todas y Todos, Asamblea Nacional Popular, Asamblea Nacional de Usuarios de la
Energía Eléctrica- Ajusco- DF, Centro Nacional de Apoyo a Misiones Indígenas, Consejo Supremo
Indígena de Xochicuautla, Comunidad Indígena de Xochicuautla, Comunidades Eclesiales de Base
“Quédate con nosotros” de Hidalgo, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Elige
Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, Frente Popular Revolucionario, Frente
de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, Jóvenes ante la Emergencia Nacional,
Madres y Padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Mujeres por el Diálogo, Nueva Constituyente
Ciudadana Popular (Chiapas, Morelos, Michoacán, Distrito Federal, Xochimilco, Sur DF, Coahuila),
Organización de la Resistencia Civil “Luz y Fuerza del Pueblo”, Partido Comunista de México
Marxista-Leninista, Pastoral Social Indígena- Hidalgo, Sección 9 CNTE-SNTE, Servicio Internacional
Cristiano de Solidaridad con América Latina “Oscar Arnulfo Romero”. (SICSAL), Tlachinollan- Centro
de Derechos Humanos de La Montaña, Trabajadores de Base del Sindicato Mexicano de
Electricistas, Unión Proletaria Pedregales de San Nicolás, DF (UPPESAN).

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