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cierto que le aguarda a la vida y el hombre es un ser finito, por ende su existencia en la tierra
tiene un límite de tiempo desconocido (Noemi, 2007). Hoy más que ayer nacen muchas
preguntas alrededor de la vida y la muerte, lo que es claro es que todos nacen para morir.
Entonces, ¿qué es la vida sin la muerte o qué es la muerte sin la vida? La muerte como tal es
un tema que muy pocas personas desean tocar, es un fenómeno que va mucho más allá de una
cuestión biológica y que muchas personas lo ven como un asunto divino. Si hablamos de la
vida, según Aramanoya (2016) consiste en tomar decisiones en cada segundo, todo lo que se
hace o se deja de hacer es producto del propio sentir con libertad del ser humano. Por
libertad las personas deben tener derecho a decidir cómo vivir y por amor a la vida, también
derecho a decidir cómo morir. De aquí nace la disyuntiva de poder disponer de la vida y la
los cuidados paliativos y evidenciando además algunos vacíos legales que se deben
considerar ante una muerte digna en pacientes con enfermedades terminales. “La palabra
Eutanasia viene del griego y etimológicamente significa buena muerte, aunque actualmente
ha adquirido un significado muy distinto. Hay definiciones diferentes y se han descrito varios
subtipos y otros términos relacionados con ella: eutanasia activa, pasiva, directa,
involuntaria, suicidio asistido, etc” (Campanario, Chirlaqué, Cuco & Santana, 2015, p.3).
La buena forma de morir es uno de los principales argumentos que se predica para
vida, incluso en personas con un deterioro grave y salvar muchas vidas que hace algunos años
no tenían esperanza de mejora. Sin embargo también se han evidenciado casos en los que
degradación del moribundo y el sufrimiento de su familia. Entonces, ¿es necesario morir con
un dolor evitable?
ocurría en el calor del hogar donde el enfermo partía de este mundo rodeado de su entorno
familia para ser internado en un frío establecimiento de salud, donde su deceso se produce de
forma solitaria y en la mayoría de los casos inconsciente y faltos de sentido debido a las
grandes proporciones de medicación y a los malos tratos que reciben. Escobar (2000)
menciona que el concepto de calidad de vida utilizada por los profesionales de la salud
implican ciertas acciones sanitarias y tecnológicas que llevarán a una prolongación de la vida
una muerte bienhechora (Sánchez, 1989). El paciente con enfermedad terminal y estado de
conciencia dispone del derecho de controlar su destino y solicitarle al médico que no tome
en el manejo apropiado del dolor y de otros síntomas en todas las fases que atraviesa un
paciente diagnosticado con una enfermedad crónica terminal. En el Perú no hay una ley que
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Peruana de cuidado paliativos y desde el 2007 existe un programa que privilegia únicamente
del Cáncer”, así como este, existen muchas publicaciones y normas respaldadas por
Lo cierto es que muy poco se ha hecho al respecto, lamentablemente hay puntos que
juegan en contra de acuerdo a nuestra realidad Nacional: a) los cuidados paliativos no son
reconocidos como una prioridad en la Salud Pública; b) existe muy poco personal de salud
La realidad está muy lejos de lo que se plantea y se podría decir que lo propuesto en
de ellos se encuentran en etapas terminales y a pesar de que este hospital de tercer nivel
cuenta con Unidad especializada según la Sociedad de cuidados paliativos, no hace falta
mucha investigación para saber que los enfermos se encuentran en los pasillos, que muchas
veces no cuentan con camillas y que los hacen pasar noches enteras pernoctando en sillas.
Más cruda aún es la realidad de saber que solo hay un médico de guardia y que los demás
solo son residentes y técnicos que muy difícilmente podrán manejar el cuidado de estos
pacientes. Tampoco es algo desconocido que faltan medicinas, que no permiten a los
familiares quedarse junto a sus enfermos y que para tener todo bajo control aplican la
sujeción mecánica. Una verdad que no podemos ocultar y una muerte tan fría y solitaria en
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los pasillos y pabellones de estos hospitales que nadie en su vida y su muerte puede desear.
Lo único cierto es que los cuidados paliativos no son suficientes para morir sin dolor.
religiones representan sin duda una de las construcciones humanas más influyentes, hasta el
punto de llegar a establecer lo que debe y no debe hacerse. Durante siglos las normas morales
se han desarrollado en el marco de lo sagrado y divino. Con el trascurrir del tiempo las
sociedades se han ido apartando de la tutela moral religiosa para elaborar su propio código
ético. A pesar de ello se mantiene que solo Dios es dueño de la vida, siendo esta una
propiedad divina que, como tal mantiene su valor incluso en medio de sufrimientos y el
hombre termina siendo un ser beneficiario, incapacitado para disponer de su vida por
voluntad.
En base a la doctrina cristiana, el dolor sobre todo el sufrido en los últimos momentos
de vida representa un significado importante en el plan de salvación de Dios, pero ¿es eso lo
que realmente desea Dios? Hay una frase muy conocida “El hombre solo puede ver bien a
Dios a través de lágrimas, lo cual da a entender que a mayor sufrimiento, mayor será el grado
de arrepentimiento y entrega a Dios con la esperanza de la vida eterna, sin embargo es difícil
entender esta posición cuando somos la mayor creación de Dios por amor.
La sacralidad de la vida tendría una fuerte convicción, siempre que pudiera ser
aceptado como principio ético universal, pero no lo es si esta emana de su origen divino y no
del valor de intrínseco de toda existencia. Cuando se pretende argumentar desde el principio
de las decisiones morales incluidas las relacionadas a la propia vida reside en la conciencia
individual. Si alguien cree que la vida es una propiedad divina y la muerte un designo de
Dios, estará moralmente obligado a prolongar su vida hasta su fin biológico, pero no puede
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ella responsablemente cuando el temor de vivir es más impetuoso que el de morir. Derecho
que también reclaman muchos quienes consideran su propia vida como una donación
generosa de Dios, en quien creen totalmente (Kung, 2016). Haciendo un contraste entre la
moral religiosa y la ética social el sacerdote franciscano Lluis Villa (2005) sostiene que los
derechos humanos son universales, mientras que los derechos y deberes religiosos son de
grupo o individuales. La opinión de las religiones es muy respetable pero no debe imponerse.
“Homicidio por piedad” como un delito contra la vida, el cuerpo y la salud; en el artículo 112
se prescribe: “El que por piedad mata a un enfermo incurable que le solicita de manera
expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena
cuestionarse si es justo que una persona desahuciada sufra una dolorosa enfermedad y que no
tenga derecho a decidir sobre su muerte. Si una muerte digna, por definición, es la que ocurre
rápido y sin dolor, ¿qué es una vida digna? Todos tenemos derecho a una vida y muerte digna
y el Estado debería garantizar que esto suceda (Delgado & Lescano, 2015).
tomar como ejemplo países en los que su manejo tiene un respaldo legal. Gracias al
que algunos de los estados de Estados Unidos como Washington y California se han sumado
a los países del mundo como Canadá, Suiza, Bélgica y Holanda, que por ley regulan y
insoportable que de igual forma le causará la muerte en poco tiempo, procurándole un bien y
rechazado por la ley divina, sino más bien lo convertirá en una persona que por amor a su
vida y al de los suyos decide vivir la muerte y no padecerla. La realidad Peruana dentro del
marco de la medicina y la salud, puede hacer reflexionar a las personas y al estado ante este
hecho. El Perú no cuenta con un sistema integral y social de Salud apropiados para ofrecer
ha hecho muy poco por legalizar el manejo de la eutanasia, a pesar que se trató de promover
un proyecto ley en el Congreso. Con suerte en los próximos años alguno de estos dos puntos
será tomado como una prioridad, considerando que la obligación del estado es garantizar el
Referencias
Aramanoya, A. (2016). La utopía es necesaria. Último y final: Mi último artículo, para ti.
Recuperado de
http://lautopiaesposible.blogspot.pe/2016/07/ultimo-y-final-mi-ultimo-articulo-
para_5.html
Campanario, A., Chirlaqué, V. I., Cuco, S. L., & Santana, E. L. (2015). La buena muerte,
https://www.oas.org/juridico/mla/sp/per/sp_per_cod_pen.pdf
http://larepublica.pe/impresa/opinion/727113-eutanasia-en-el-peru
Escobar, J. (2000). El morir como ejercicio final del derecho a una vida digna. Bogotá,
Kung, H. (2016). Las religiones en contra de la Eutanasia (Vol 73), Asociación Federal
http://www.plagscan.com/highlight?doc=114622223&source=1&hl=textonly#1
Noemi, J. (2007). Vida y muerte: una reflexión teológico fundamental. Teología y Vida. doi:
10.4067/S0049-34492007000100004
Pastrana, T., De Lima, L., Wenk, R., Eisenchlas, J., Monti, C., Rocarfort, J. & Centeno C
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http://cuidadospaliativos.org/uploads/2012/10/atlas/19_Peru.pdf
Sánchez, F. (1989). Reflexiones en torno del derecho de morir dignamente. La Eutanasia (pp.