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Ekmekdjian c/ Sofovich

Hechos del caso

Los hechos del fallo en cuestión comienzan a partir de los dichos de


Dalmiro Sáenz sobre Jesús y la Virgen María en el programa televisivo
de Gerardo Sofovich. Miguel Ekmekdjian, quien se consideró
“profundamente lesionado en sus sentimientos religiosos” por los dichos
poco felices de Sáenz, dedujo una acción de amparo dirigida al conductor
del canal televisivo para que en el mismo programa leyera una carta
documento que contestaba a sus agravios. Ante la negativa del conductor
del programa de leer su carta, el accionante inició un juicio de amparo
fundado en el derecho de réplica basándose en el artículo 33 de la
Constitución Nacional y en el 14 de la CADH, también conocida como
“Pacto de San José de Costa Rica”.

Sentencias de Tribunales inferiores

El juez de primera instancia rechazó la demanda con los mismos


argumentos utilizados por la Corte Suprema en la causa Ekmekdjian c/
Neustad, donde argumentaban que el actor no tenía derecho a réplica
por no haber mediado una afectación a la personalidad, ya que el
derecho a réplica no podía considerarse derecho positivo interno
porque no había sido reglamentado hasta el momento. La cámara de
Apelaciones resolvió en este mismo sentido lo planteado. Como
consecuencia, el actor dedujo recurso extraordinario ante la Cámara el
cual no fue concedido, por lo tanto esto motivó la queja por denegación
del recurso ante la Corte Suprema.

Fallo CSJN

La Corte hace lugar a la queja declarando procedente el recurso


extraordinario, entendiendo que el mismo debía pronunciarse por
tratarse de una cuestión federal en cuanto se cuestionaban cláusulas
de la Constitución Nacional y del Pacto de San José de Costa Rica.
Se deja entonces establecido que el derecho a réplica integra nuestro
ordenamiento jurídico. Interpretó la CSJN que al expresar el Pacto de
San José de Costa Rica, Art. 14, “en las condiciones que establece la
ley” se refiere a cuestiones tales como el espacio en que se debe
responder o en qué lapso de tiempo puede ejercerse el derecho.
Por lo tanto, el derecho a réplica existe e integra nuestro ordenamiento
jurídico, sin necesidad que se dicte ley alguna.
La Corte se basó en el Art. 31 de la C.N. y en lo establecido por la
Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, donde se
confiere primacía al derecho internacional sobre el derecho interno.
Consideró la Corte que el actor estaba legitimado para actuar por verse
afectado profundamente en sus sentimientos religiosos por terceros.
Fundamentos del fallo

En consecuencia, la Corte resolvió hacer lugar al derecho a réplica ordenando la


aclaración inmediata y gratuita en el mismo medio en el que el actor había sido agredido,
y fue así que se condenó a Gerardo Sofovich a dar lectura a la carta documento en su
programa televisivo frente a todos sus televidentes y oyentes recompensando lo
sucedido.
Los Dres. Petracchi, Moliné O´connor, Levene y Belluscio, hacen lugar a la queja,
declaran admisible el recurso y confirman la sentencia apelada. La sentencia de la
CSJN y su fundamento, favorece y sostiene el monismo, en cuanto da por incorporado
el tratado en cuestión a nuestro orden jurídico interno, luego de que se hayan cumplido
las etapas necesarias para que esto suceda. La Corte Suprema considera que un
tratado internacional constitucionalmente celebrado, incluyendo su ratificación
internacional, es orgánicamente federal y, por lo tanto, es “ley suprema de la nacion”.

Café la Virginia

Hechos

e) “Cafés La Virginia”
La compañía “Cafés La Virginia”, en el año 1990, ingresa
granos de café crudo de color verde originarios de Brasil. El
Tribunal Fiscal de la Nación le exige por esta introducción
de café un importe, y “Cafés La Virginia”, en concepto de
gravamen con destino al Fondo Nacional de Promoción de
Exportaciones (ley 23.101, promulgada a fines de 1984,
creada con el objetivo de que se implementase el régimen
de la ley de Promoción de Exportaciones y se cree dicho
fondo), solicita la repetición de lo pagado por derechos de
importación y la devolución de lo abonado.

La Cámara hace lugar al pedido de la compañía basándose


en los derechos para la mercadería preexistentes en un
acuerdo firmado tanto por Argentina como por Brasil, pero
no hace lugar respecto del gravamen con destino al Fondo
Nacional de Promoción de Exportaciones por cuanto el
tributo había sido creado –dice la Cámara– por una ley
formal de igual jerarquía que el Tratado de Montevideo del
año 1980.
Ambas partes recurren entonces a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación que, por mayoría, ordena la
devolución total a la parte actora.

Asimismo, la Corte considera que “la aplicación por los


órganos del Estado argentino de una norma interna que
transgrede un tratado -además de constituir el
incumplimiento de una obligación internacional- vulnera el
principio de supremacía de los tratados internacionales
sobre las leyes internas”[11], velado por el art. 27 de la
Convención de Viena.
Los tratados tienen que velarse y tenerse en cuenta en todo
momento, y por eso, conecto como relacionados al caso
estos artículos de la Convención de Viena, que pienso es
importante analizarlos: en la sección primera se menciona
la observancia de los tratados en los artículos 26 y 27, que
tratan de, por un lado, que “todo tratado en vigor obliga a
las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”, lo que
se conoce en latín como “Pacta sunt servanda”, y por otro
lado, del derecho interno y la observancia de los tratados
que estipula que “una parte no podrá invocar las
disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado”, y que “esta norma se
entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46”, el
cual se refiere a la imposibilidad de un Estado para alegar
vicio de consentimiento excepto violación manifiesta que
afecte a una norma de fundamental importancia de su
derecho interno.

El caso se origina, cuando la firma Cafés La Virginia reclama la devolución de un


gravamen que le fuera cobrado en virtud de una resolución del Ministerio de Economía,
no 174/86, por la que se estableció un derecho de importación adicional, que se aplicó
por la Administración Nacional de Aduanas, a la importación de café crudo originado en
el Brasil, producto que conforme al acuerdo de alcance parcial firmado en el ámbito de la
ALADI, por la Argentina y el Brasil, gozaba del derecho a un arancel 0. También la firma
reclamó la devolución de importes abonados al importar el referido producto, en concepto
de gravamen con destino al Fondo Nacional de Promoción de Exportaciones (artículos
22 y 23 de la ley 23.101). La Corte Suprema confirmó el fallo de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal -Sala II- en cuanto hizo lugar al
reclamo de repetición de la suma oportunamente pagada a la Administración Nacional de
Aduanas, en concepto de "derecho de importación adicional" y revocó el fallo en cuanto
a que no había hecho lugar a la repetición de la suma abonada en concepto de gravamen
con destino al mencionado Fondo Nacional de Promoción de Exportaciones.

En la perspectiva de la cuestión planteada más arriba, el fallo de la Corte es importante


pues reitera la jurisprudencia ya establecida en los casos Ekmekdjian y Fibraca, en cuanto
a la primacía de los compromisos asumidos en tratados internacionales con respecto a
las leyes internas, incluso a aquellas sancionadas con posterioridad a la entrada en
vigencia del respectivo tratado. Lo relevante es que es la primera vez que se aplica tal
criterio a un acuerdo internacional de contenido económico, conduciendo al
reconocimiento del derecho de repetir sumas abonadas oportunamente al fisco.
Asimismo, lo es pues rechaza la interpretación del representante del fisco, en cuanto a
que "las limitaciones contenidas (en el Tratado de Montevideo de 1980) eran de carácter
ético y no imperativo", o sea que el acuerdo de alcance parcial firmado entre la Argentina
y el Brasil, "instituía un nuevo mecanismo flexible en donde los países podían modificar
unilateralmente los beneficios negociados". Esta ha sido una interpretación corriente en
nuestros países, no sólo en la Argentina, respecto a los compromisos asumidos tanto en
el viejo Tratado de Montevideo de 1960, como luego en el Tratado de Montevideo de
1980. Quizás pueda encontrarse allí una de las explicaciones del fracaso relativo de estos
intentos de avanzar en el libre comercio regional, ya que nunca los compromisos fueron
interpretados como verdaderas limitantes a la discrecionalidad de los gobiernas. Estos
por lo demás, quedaban así fácilmente expuestos a la presión de intereses empresarios
proteccionistas. La flexibilidad se transformó en la principal fuente de inseguridad jurídica,
tornando las reglas de juego en irrelevantes como pautas para orientar decisiones d

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