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UAPA
TEMA V:
Pensamiento Politico de los Pueblos Orientales y Grecomano
PRESENTADO POR:
PEDRO LUIS VALERIO
MATRICULA:
17-7972
ASIGNATURA:
HISTORIA DEL DERECHO Y DE LAS IDEAS POLITICAS
FACILITADORA:
LUZ BRITO
Pensamiento Político
Las mores eran de hecho las reglas de la comunidad romana arcaica, las
Roma costumbres y usanzas que hacían del romano un cives (ciudadano) si las
seguía con respeto, siendo ésta la mayor herencia dejada por los progenitores
y a transmitir a los descendientes. En su totalidad eran también símbolo de
integridad moral y del orgullo de ser ciudadano romano y por eso, a menudo
se contraponían a las costumbres helenizantes y a las corrientes de
pensamiento asiáticas
Redacte un informe resaltando:
Procedente de una familia noble arruinada, vivió en una época llena de caos y
corrupción, ejerció tanto de maestro como de funcionario. Vio la necesidad de
que la sociedad se rigiera bajo una moral de respeto, honestidad, educación,
bondad y dándole mucha importancia a las relaciones familiares. Las
enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas,
(Las Analectas recogen una serie de charlas que Confucio dio a sus discípulos
así como las discusiones que mantuvieron entre ellos).
El título original en chino, Lún Yǔ, significa “discusiones sobre las palabras” [de
Confucio]. Escritas durante el periodo de primaveras y otoños, las Analectas son
el mayor trabajo del confucianismo. Siguen teniendo hoy en día influencia entre
los chinos y también en algunos países asiáticos, y contienen algunas de las
discusiones que mantuvo con sus discípulos.
Una de sus grandes influencias habría sido Zi Zhaan, primer ministro de Cheng,
quien introdujo el primer código jurídico en China. También influyó en Confucio
el escepticismo de su época en lo concerniente a la religión, pues a causa de
haber sufrido muchas guerras se había perdido la fe en los dioses.
Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas
y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el principado de Lu, y luego a
toda China.
El Tao es un libro para quienes no confían en las palabras; un libro que se lee,
relee y disfruta durante toda una vida. Un libro de consulta que cambia con los
años, como el vino, destilando nuevos sabores, pensamientos no descubiertos.
Lao Tse nació en una pequeña aldea del reino de Tch’en (sur de China), en el
siglo VI a.C., así que fue contemporáneo de Buda, Zoroastro, Mahavira,
Pitágoras y varios de los filósofos presocráticos. No podemos determinar ni el
año de nacimiento ni el de su muerte, ni siquiera con una aproximación de varios
años. La única fecha que conocemos de su vida es el encuentro con Confucio,
en el que tuvo lugar un eclipse de sol. El cálculo nos da un eclipse de sol en el
518, visible desde China. Presumiblemente, Confucio tenía alrededor de treinta
y cuatro años, y Lao Tse unos cincuenta más, así que nació alrededor del 600
a.C.
Lao Tse (palabra que significa viejo maestro) fue bibliotecario en la corte de los
Chou. Un bibliotecario no era en la antigua China lo que hoy corresponde a ese
título. Le estaba encomendado un cargo sacerdotal y su misión consistía en
consultar los archivos, los oráculos, e indagar el sentido de la existencia, del éxito
y la decadencia: era un sabio de la antigua tradición.
Dicen que Lao Tse no quería hablar. Quería emprender un viaje hacia las
cordilleras del oeste para acabar sus días en paz. El guardián del paso de Huan-
Ku le observaba, el solitario centinela del paso de las montañas había vivido lo
bastante para conocer que aquel anciano reticente era un sabio: sus ojos lo
delataban, y el gesto de sus manos al sentarse, y la presencia que emanaba de
su cuerpo. Se veía que su casa era el ancho mundo, la tierra su almohada y las
estrellas sus sábanas. El guardián tomó una resolución, y empuñando su arma
le dijo: “No os dejaré marchar si no me dais una parte de vuestra sabiduría”.
Lao Tse, que había intuido hacía rato sus pensamientos, sacó un pincel y
comenzó a trazar caracteres, 5000 ideogramas, sobre la túnica de seda que le
ofreció el soldado, destilando en ochenta poemas una de las experiencias más
sensatas del conocimiento humano: el Tao Te King.
Este es un libro para quienes no confían en las palabras. Desde el inicio su autor
advierte: “El Tao que se puede nombrar no es el verdadero Tao”. Pero Lao Tse
hizo lo imposible, un libro que se lee, relee y disfruta durante toda una vida. Un
libro de consulta que cambia con los años, como el vino, destilando nuevos
sabores, pensamientos no descubiertos. La sabiduría que intenta comunicar Lao
Tse es el modo de ser de la Naturaleza y la manera en que debemos obrar para
asemejarnos lo más posible a ella.
¿Qué es el Tao Te King? Traducido, “el libro del sentido y de la vida”. Es probable
que nos gustase una explicación al estilo occidental: “el Tao es de tal y cual modo
y, en consecuencia, el sabio se comportará de este y aquel modo”. Imposible. El
lenguaje puede ayudarnos a entender un concepto, pero no la experiencia del
Tao. No en vano los filósofos taoístas decían que hay que transmitir lo que
armoniza y trasciende los contrarios mediante el silencio.
La confusión sobre esta palabra ha sido grande en Occidente desde que los
primeros jesuitas llegaron a China y la tradujeron con simplicidad por “Dios”, pero
no es ni una personificación de lo divino a semejanza del hombre ni la causa de
lo manifestado, sino que está más allá.
Lao Tse distingue desde el primer capítulo dos estadios diferentes del Tao:
Dice el Tao Te King: “Del Tao surge el 1, luego el 2, luego el 3 y los 10.000
seres”. Es un proceso de cosmogénesis presente también en filósofos griegos y
helenísticos.
Los chinos llaman a los dos aspectos de la polaridad el yin y el yang, que
literalmente significan el lado umbrío, oscuro de una montaña, y la vertiente
soleada. Representan las polaridades de la realidad sensorial: día y noche,
masculino y femenino, mente y materia, bien y mal, luz y oscuridad, fuerza y
debilidad, cielo y tierra. En el reino del pensamiento, yin es la compleja y
femenina mentalidad intuitiva; yang, el claro y racional intelecto. Yin es la
tranquilidad, la quietud contemplativa del sabio; yang, la fuerte acción creativa
del rey.
El conocido diagrama del yin-yang es explícito: todo es dual (de ahí las dos
lágrimas, blanca y negra). Los opuestos se complementan, forman un círculo, la
figura sin fin. Además, todo es dinámico. Es una simetría rotacional que sugiere,
de modo muy enérgico, un continuo movimiento cíclico. Y los dos puntos
simbolizan la idea de que cada vez que una de las dos fuerzas alcanza su límite,
contiene en sí misma la semilla de su opuesta.
Esta es una visión del mundo que no se ha tenido en Occidente desde que se
olvidaron las palabras de Heráclito: armonía en la diversidad como el arco y la
lira. No te bañarás dos veces en el mismo río. La noche empieza al mediodía.
No es la lógica aristotélica, las cosas no acaban nítidamente, sino que todo está
en todo. Todo desborda, fluye, cambia, se interpenetra.
La eficacia del Tao reside en su vacío. Sin vacío nada podría producirse. La
utilidad de la vasija no está en la arcilla sino en el hueco, en la falta de material.
Un vaso lleno de tierra no nos permite utilizarlo para beber. En una casa, lo útil
son los vacíos, los huecos, puertas, ventanas, habitaciones. Y en el hombre, lo
útil no son sus horas llenas, sino las vacías, las que tiene para dedicarse a sí
mismo o a otros seres humanos, aquellas en que estamos prestos a servir.
Cuando el agua está quieta es un espejo. Nadie se mira en aguas turbias. Así,
la mente solo entiende y refleja con precisión el mundo cuando está calmada.
Lao Tse nada ha dejado de sus ideas sobre el alma, la libertad o el conocimiento.
Se ha limitado a recomendar la conformidad con el Tao, cuidado de no arriesgar
la vida por la codicia y no gastarla en cavilaciones abstrusas para no enfermar.
Lao Tse, como muchos otros sabios orientales, tiene una única meta: la
transmutación, un aquietamiento físico y mental que facilite el ascenso a los
diferentes niveles de conciencia.
d) La propuesta política de Platón y Aristóteles sobre la estructura de
gobierno, a partir de la RepÚblica y la división del Estado en tres
poderes: