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04-07-2007

Los dilemas de las izquierdas latinoamericanas en la lucha contra


el neoliberalismo
David Ángel Bonilla

Introducción

Desde un enfoque analítico marxista, podemos afirmar que, hoy día, América Latina experimenta
transformaciones tanto en el nivel estructural como en el correspondiente a la superestructura, lo
cual nos hace pensar que entramos a un momento histórico de enorme envergadura. A partir de
los planteamientos metodológicos de la obra de Marx sabemos que las relaciones fundamentales
de la sociedad y, de las sociedades, en particular, se explican por las continuidades y los cambios
en el sistema económico-social; este planteamiento implica que la historia es un continuum de
carácter dialéctico en el que para entender un momento determinado se debe entender el proceso
anterior que en su desenvolvimiento caracteriza al presente.

Es en este sentido que debemos analizar cuáles son los cambios que se presentan en la región
latinoamericana y cuáles son las posibilidades de que éstos cristalicen en la creación de
sociedades más equitativas y más justas para los pueblos y los oprimidos de Nuestra América.
Para ello, las acciones que lleven a cabo tanto los movimientos sociales como los partidos políticos
de izquierda deben ser tomadas en cuenta, partiendo de la consideración de que el orden
neoliberal instituido desde hace décadas en América Latina actualmente enfrenta una crisis frente
a la cual se encuentra, por una parte, el auge de movimientos sociales como el de los piqueteros
en Argentina, los Sin Tierra de Brasil o el zapatismo mexicano, y por otro, el arribo al poder de
partidos y/o coaliciones de centro-izquierda, reflejando en uno y otro caso el hastío de la gente

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frente a políticas económicas que dieron al traste con el nivel de vida de la población en los países
latinoamericanos.

Sin embargo, existe una cuestión imposible de soslayar: el hecho de que ambos -movimientos
sociales y partidos políticos de izquierda- se opongan a un mismo enemigo en común -el
neoliberalismo- no se traduce en que éstos construyan plataformas conjuntas de resistencia y
superación frente al Estado neoliberal; por diversas cuestiones, movimientos sociales y partidos
políticos de izquierda han diferido en sus propuestas de construcción de alternativas y dado lugar
a una diversificación en el seno de la izquierda: así, por un lado tenemos las acciones realizadas
por los movimientos de la llamada izquierda social, radical o movimientista que reniegan de la
toma del poder estatal y, por otro, las de aquellos actores insertos en la denominada izquierda
institucional o partidaria, es decir, los partidos políticos de esta filiación.

Es por ello que en el presente análisis buscamos problematizar acerca del contrapunteo que se da
entre estas izquierdas que, podría pensarse, ya que se encuentran en lucha contra un enemigo
en común -el neoliberalismo-, deberían enfrentarse a éste en comunidad de esfuerzos; sin
embargo, la realidad supera los ideales de una izquierda unitaria que haga frente común al
neoliberalismo que padecemos: en vez de ello, existen hoy por hoy en el espectro sociopolítico
latinoamericano una diversidad de izquierdas que no acometen dicha lucha de manera conjunta,
lo cual habremos de analizar a continuación a través de tres casos paradigmáticos en este
sentido: los casos de Brasil, Argentina y México, por ser en estos tres países donde la tensión
entre una izquierda y otra se hace más patente.

Las izquierdas latinoamericanas: tensión entre movimientos sociales y gobiernos "progresistas"

En la década de los ochenta comenzó la implantación del modelo económico neoliberal en los
países de la región latinoamericana, a la par que se instituían "regímenes democráticos" que
supuestamente llevarían a la región hacia el progreso, la modernidad y el desarrollo; hoy día, a
sólo unas décadas de que esto sucediera, el proyecto neoliberal hace agua y se hacen patentes
sus carencias para paliar la terrible desigualdad social y la pobreza que aquejan a nuestra región,
además de que la democracia formal muestra sus limitaciones y vicios. Asistimos, pues, a la

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constatación de que la "receta" que nos impusieron no sólo no cumplió con los objetivos que se
suponían eran su razón de ser, sino que además desató una severa crisis económica provocada
por la implementación de políticas económicas erróneas para nuestros países. Todo ello provocó
un agudo malestar social que se expresa en los movimientos de emancipación que acontecen en
toda América Latina y que cuestionan la estrechez que asume la política en el marco de los
regímenes neoliberales; de ahí que, para Atilio Borón, la crisis económica producida por el
neoliberalismo en la región latinoamericana:

"a) generó nuevos actores sociales como, por ejemplo, los piqueteros en la Argentina; los
pequeños agricultores endeudados de México, nucleados en "El campo no aguanta más"; los
jóvenes y una variedad de movimientos de inspiración identitaria (de género, opción sexual,
etnia, lengua, etc.) hastiados por la mercantilización de lo social y las políticas de supresión de las
diferencias promovidas por el neoliberalismo; y los movimientos "alterglobalización", (...), que
modificaron el paisaje sociopolítico de sus países;

b) potenció la gravitación de otras fuerzas sociales y políticas ya existentes pero que, hasta ese
momento, carecían de una proyección nacional al no estar suficientemente movilizadas y
organizadas. En una enumeración que no pretende ser exhaustiva señalaríamos a los campesinos
en Brasil y México, o los indígenas en Ecuador, Bolivia y partes de México y Mesoamérica;"[1]

Estos movimientos cuestionan lo limitado de la política partidaria, además de que responden al


desgaste de las prácticas de la izquierda que se desarrolló durante la mayor parte del siglo XX, la
cual se proponía como objetivo la toma del poder estatal para desde ahí transformar las relaciones
de poder en la sociedad. Su existencia responde a los cambios en la organización de la sociedad
donde, hoy día, la clase obrera industrial parece ceder el papel predominante que se le asignó en
las tareas emancipadoras de la misma. Como menciona Atilio Borón en el texto antes citado:

"Pocas dudas caben de que la nueva morfología de la protesta social en nuestra región es un
síntoma de la decadencia de los grandes partidos populistas y de izquierda, y de los modelos
tradicionales de organización sindical. Decadencia que, sin duda, se explica por las
transformaciones ocurridas en la "base social" típica de esos formatos organizativos debido a (...)
la aparición de un voluminoso "subproletariado" -denominado "pobretariado" por Frei Betto- que
incluye a un vasto conjunto de desocupados permanentes, trabajadores ocasionales, precarizados
e informales, cuentapropistas de subsistencia (los futuros "empresarios schumpeterianos", en la
delirante visión de Hernando de Soto) y toda una vasta masa marginal a la que el capitalismo ha

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declarado como "redundante" e "inexplotable" y que por lo tanto, en una sociedad basada en la
relación salarial, no tiene derecho a vivir.[2]

De ahí que en los últimos años se desarrollen en las calles latinoamericanas toda una serie de
protestas encabezadas por los movimientos mencionados, con lo que se busca regresar a la
política su sentido comunitario y de base. Dichos movimientos de izquierda se pueden englobar en
lo que Aguirre Rojas llama la nueva izquierda surgida en 1968:

"La revolución mundial de 1968 trajo [...] la irrupción de toda una vasta y compleja familia de
nuevos y muy diversos movimientos sociales antisistémicos, cuyo abanico cubre desde el
entonces emergente movimiento estudiantil, hasta los nuevos y ahora muy visibles movimientos
feministas, y pasando por movimientos urbano-populares, pacifistas, ecologistas, campesinos,
indígenas, antirracistas, étnicos, territoriales o de grupos como los de los prisioneros, los jubilados,
los homosexuales, los desocupados, los sin techo, o los sin tierra, entre toda una amplia gama de
los nuevos frentes y de las nuevas formas de la protesta social."[3]

Dado este carácter antistémico de los movimientos de la izquierda latinoamericana sus posiciones
se enfrentan con quienes buscan paliar los efectos de las políticas neoliberales en los marcos
institucionales, así, naturalmente reniegan de las formas de representación dentro de las
instituciones liberales. La relación que pueda existir de parte de los movimientos de izquierda con
el poder es siempre problemática ya que como indicábamos mucha de su razón de ser responde a
la crisis de las viejas formas de hacer política de la izquierda tradicional desde los espacios de
poder, donde, en la mayoría de los casos los resultados no fueron los esperados; para ilustrar
dicha situación analicemos la posición del movimiento de los Sin Tierra en Brasil con respecto al
arribo al poder de parte de Luis Ignacio "Lula" Da Silva.

En el caso del Brasil la posición del Movimiento de los Sin Tierra ha sido siempre de un contenido
bastante crítico hacia el poder estatal, debido al predominio que sobre éste han tenido los grandes
latifundistas, con lo que han impuesto su visión de la economía brasileña y la consecuencia
inmediata de ello, la falta de una profunda reforma agraria que garantice un acceso equitativo a la
tierra.

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Asimismo, han tenido un severo enfrentamiento con los cuerpos represivos promovidos por los
latifundistas, por tanto, no es de extrañar que al conocerse los datos de los luchadores sociales
muertos a manos de los paramilitares durante el gobierno de Lula[4] la posición del movimiento
haya sido de crítica y deslinde del gobierno, así como ante la política macroeconómica seguida
por el ministro de economía del gobierno de Lula. Por ende, numerosas críticas se han vertido
sobre el accionar del gobierno petista de Lula, quien alguna vez, cuando hubo llegado a la
presidencia de Brasil generó toda una serie de expectativas que lo llevaron, incluso, a ser
aplaudido en el Tercer Foro Social Mundial de Porto Alegre[5] y que al cabo de algunos años en
ella puede ser visto como el ejemplo de los yerros cometidos con la institucionalización; a este
respecto, Aguirre Rojas señala que:

"[...] se ha repetido el hecho de que los líderes o dirigentes políticos llevados al poder o al
gobierno o a la cúspide de esos vastos movimientos populares de contestación y de protesta
social, no han estado siempre a la altura de las exigencias y de la fuerza y energía de dichos
movimientos populares, haciendo que esos líderes, situados ante determinadas elecciones o
encrucijadas fundamentales, hayan abandonado, o contenido, o en algún caso incluso
traicionado, o también decepcionado en distintas medidas, a esas mismas masas populares que
los apoyaron y que les permitieron llegar, ya sea al gobierno, o bien a esas encrucijadas políticas
decisivas para los propios destinos generales de sus respectivas naciones."[6]

Como hemos visto, la crisis de las viejas formas de representación ha propiciado el surgimiento de
movimientos potencialmente transformadores que mantienen una actitud crítica con el poder
estatal; asimismo, ante la crisis de los sistemas tradicionales de partidos políticos en América
Latina se abrieron grietas entre las que surgieron nuevos actores políticos que en mayor o menor
medida buscan limitar los estragos de las políticas neoliberales. Analicemos otra experiencia en
este sentido, esto es, la pérdida de legitimidad de la política provocada por la crisis económica
en Argentina y la consiguiente elección de Nestor Kirchner.

Después de la terrible noche que significó para los argentinos la política neoliberal encabezada
por Carlos Menem y las posteriores decepciones representadas por Fernando De la Rúa y Eduardo
Duhalde y como respuesta a la inmovilidad de la clase política argentina después de la conocida

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crisis económica del 2001, en las elecciones presidenciales realizadas dos años después resulta
electo Nestor Kirchner, ante la amenaza de que Menem resultara reelecto.

No obstante que Kirchner representa el ala centro izquierdista del peronismo sus posiciones no
han resultado del todo claras, ya que si de una parte ha realizado algunos avances con respecto a
los crímenes del pasado cometidos durante la dictadura militar, así como ha tenido una política
internacional más autónoma con respecto a los Estados Unidos; por otra parte, se muestra reacio
a las movilizaciones realizadas por organizaciones piqueteras no alineadas a su política, lo que lo
muestra renuente a atender las demandas sociales de los argentinos. Sobre el primer punto,
Daniel Kersffeld señala:

"Importantes medidas como la necesaria remoción de la cúpula militar y de la Suprema Corte


adicta al menemismo, junto con el impulso de la derogación de las leyes de amnistía a los
responsables de crímenes cometidos durante el último gobierno militar, contribuyeron a
fortalecer la imagen de un "Kirchner zurdo" [...] hubo un claro interés por modificar la política de
relaciones "carnales" con Estados Unidos para llevarla a un plano más regional, aunque, en el
seno del Mercosur, una fuerte rivalidad llevó al gobierno argentino a más de un corto circuito con
su par brasileño [...]"[7]

Sin embargo, a pesar de que el gobierno de Kirchner se quiera diferenciar de los anteriores
gobernantes neoliberales su posición frente al movimiento piquetero ha sido en la mayoría de los
casos selectiva sino es que abiertamente desmovilizadora; ello porque ha tratado de manera
diferenciada al movimiento según para él se trate de "piqueteros buenos" o "piqueteros malos".[8]
Dada esta relación conflictiva con el gobierno de Kirchner, el movimiento piquetero asume
posiciones encontradas, dividiéndose entre quienes son adeptos al gobierno, quienes le son
adversos y los que asumen una posición intermedia.[9]

No obstante que el gobierno de Kirchner representa una posición tendiente al centro y que no
busca cambios sustantivos dentro del sistema capitalista; al movimiento piquetero no le
conviene realizar una estrategia que lo aísle del grueso de los argentinos mediante una
confrontación sectaria; al respecto, la Anred señala:

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"Sin duda, el actual es otro Gobierno que se diferencia bastante del de Duhalde, pero que en
esencia defiende intereses similares. Además de su dependencia de las estructuras del
duhaldismo, presenta como principal limitación que las expectativas que despierta en términos
políticos difícilmente puedan ser satisfechas en el terreno económico: la desesperante realidad
material del pueblo trabajador no variará demasiado por un largo período, siendo éste es su talón
de Aquiles. [...] Ante este panorama, las organizaciones en lucha deberán - en primer lugar - evitar
la trampa desmovilizadora y fragmentadora que tendió el Gobierno. Esto exige encontrar el
equilibrio entre la necesidad de mantener importantes niveles de movilización, porque las
demandas de los sectores populares no esperan, sin que esto conduzca a una situación
involuntaria de aislamiento político y social."[10]

El caso de México

Para el caso de México se presenta una situación particular: 1988 y 1994 significan dos años
paradigmáticos para las izquierdas de nuestro país. Del primero nace el llamado Partido de la
Revolución Democrática, cuyas filas se conformaron por el ala disidente del otrora partido político
hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional, y una base del movimiento social mexicano
formada por líderes de la izquierda radical de aquel entonces -entre otros-; del segundo año,
1994, nace el movimiento social más importante para el país en la última década, el zapatismo.

Si bien hubo algunos años en que ambos caminaron por el mismo rumbo, éstos llegaron a un
estado de confrontación resultado de los errores cometidos por el PRD en su proceso de
institucionalización y participación de fondo en la política partidaria, y a decir del EZLN, por
errores imperdonables tales como el voto a favor de la contrarreforma indígena -lo cual es bien
cierto- y por la cercanía de su actual candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador con
personajes salidos de las filas del salinismo. De esto se deriva que en la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona, en la cual el EZLN se define claramente como anticapitalista y de izquierda, se
haya dado pie a la ruptura total y a la confrontación con quienes forman parte del perredismo. En
este sentido, Concheiro Bórquez menciona que:

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"No han sido pocas las expresiones de preocupación por la división que significa la posición del
EZLN y quienes han expresado su protesta, declaran su convicción de votar por AMLO y seguir
apoyando la lucha zapatista. Con esa posición, llaman en los hechos a la unidad de dos fuerzas
que, siendo distintas, debieran confluir ante un momento político tan significativo para el país."
[11]

Ahora bien, el ideal de una izquierda unida se enfrenta en los hechos con cuestiones como la
transformación de fondo del sistema capitalista, objetivo de la izquierda social, y la participación
en las instituciones emanadas de éste, práctica de la izquierda partidaria o institucional, que lo
lleva a cabo en búsqueda de reformas que palien la desigualdad social y la pobreza, pero sin
objetivos de fondo que busquen eliminar las causas estructurales que las generan. En este
sentido, Gutiérrez Aguilar afirma que:

"Por el lado de lo que podemos llamar "izquierda partidaria", ni en México ni en Brasil, donde
tenemos expresiones nítidas de esta tendencia, en un gobierno local y en el gobierno federal,
respectivamente, los partidos en cuestión presentan proyectos donde se propongan caminos de
superación del neoliberalismo, entendido en sus múltiples significados de ofensiva global del
capital. Tanto el PRD mexicano como el PT en Brasil, van ajustándose a lo que consideran
"posible", intentando negociar límites y ambicionando quizá lo que se podría entender como un
"capitalismo regulado".[12]

De esto se deriva que aunque para algunos idealmente ambas izquierdas debieran confluir en
aras de superar al Estado neoliberal y construir alternativas a éste, en la práctica se presentan
un sinnúmero de contradicciones que hacen imposible su convergencia. Más aún, los militantes
del zapatismo y la Otra Campaña en México nunca verían con buenos ojos ningún tipo de alianza
con el otrora partido político de la izquierda mexicana; como nos recuerda el mismo
Subcomandante Marcos en sus comunicados, el movimiento social que él representa y aquel otro
que se arremolina alrededor de la figura de López Obrador, de filiación partidista, se encuentran
en las antípodas de la búsqueda de soluciones al neoliberalismo que a todos aqueja. De esto se
desprende que aquellos que creían en los principios y valores del zapatismo desde hace años, y
que en los momentos más álgidos del proceso de desafuero en contra de López Obrador
expresaron su apoyo también a éste, en un momento dado se vieron obligados a la disyuntiva
entre el EZLN y la opción que pueda representar la candidatura presidencial de López Obrador,
cuando el primero lanzó feroces críticas en contra del último y de su partido. A ello se aúnan,
además, las acciones erróneas llevadas a cabo por parte de algunos gobiernos de filiación
perredista -caso Sicartsa en Lázaro Cárdenas, Michoacán, y más recientemente el caso de San
Salvador Atenco y Texcoco en el Estado de México- que han dado al traste con la tensa relación

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entre el movimiento zapatista y el PRD. Así, quienes piensan que ambas opciones de lucha
pueden converger para combatir juntos al enemigo neoliberal, se encuentran en los hechos con
una tensión enorme y muy difícil de superar, aún sea con anhelos genuinos de lucha conjunta y
de construcción de alternativas frente al Estado neoliberal.

Conclusiones

En el curso de este ensayo se analizaron diversos casos de América Latina en los que se muestra
la tensión existente entre la izquierda social y la izquierda partidaria, concluyendo de todo ello
que, no obstante las posiciones que buscan desvanecer las contradicciones entre ambas para que
coincidan en un movimiento más o menos homogéneo, vemos que en un sinnúmero de ocasiones
esto no es posible. En los casos analizados las aspiraciones de una izquierda antisistémica chocan
con los programas que presentan las izquierdas institucionales; pensamos que la imposibilidad
de dicha coincidencia se da sobre todo por una razón, la cual nos lleva a un debate mucho más
profundo: que dada la coyuntura provocada por el neoliberalismo se estableció que pertenecían al
espectro de la izquierda, por una parte, los movimientos que aspiran a una profunda
transformación de las estructuras económicas en nuestras sociedades, y por otra, algunos
movimientos de corte nacionalista y "progresista" (un sector zurdo del peronismo argentino, por
ejemplo), los cuales defienden un capitalismo regulado pero no atacan lo que los movimientos
sociales consideran la principal causa del malestar en nuestras sociedades: la explotación de unos
seres humanos sobre otros. Por otra parte nos encontramos con el caso de Brasil, que es bastante
sui géneris, ya que ahí no llega al poder un partido con una ideología progresista que se limite a
algunas reformas como puede ser el peronismo de izquierda, sino un partido con un origen
marxista que aspiraba a la transformación del sistema capitalista, por lo cual su actuación
gubernamental es aún más decepcionante. En el caso de México, éste se encuentra en un
momento fundamental con miras a las elecciones de julio de 2006 y las opciones del zapatismo y
el perredismo-lopezobradorismo contienen cada una por su lado proyectos que difieren de fondo,
por cuanto, el primero tiene un perfil netamente anticapitalista y el segundo busca paliar la
pobreza sin combatir la explotación, es decir, en el marco de las instituciones del sistema
capitalista. Por último, somos conscientes de que no hay que olvidar experiencias y procesos
como los vividos actualmente en Bolivia y Venezuela, mismos que, por su especificidad, ameritan
otro espacio de análisis, pero que podrían ser la excepción a esta ostensible tensión entre las
izquierdas latinoamericanas.

Fuentes de consulta

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1. Agencia de Noticias Red Acción (ANRed), Argentina: La respuesta de las organizaciones
piqueteras ante la estrategia desmovilizadora de Kirchner, en Rebelión:
http://www.rebelion.org/argentina/031110anred.htm, 10 de noviembre del 2003.

2. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. América Latina en la encrucijada. Los movimientos sociales y la
muerte de la política moderna. Contrahistorias. La otra mirada de Clío, México, 2005.

3. Borón, Atilio. Neoliberalismo vs. movimientos sociales en América Latina, en Indymedia:


pr.indymedia.org/news/2004/08/4536.php}

4. Concheiro Bórquez, Elvira. "Viraje a la izquierda", en Memoria, Número 200, octubre de 2005:
http://memoria.com.mx/?q=node/665

5. Díaz Polanco, Héctor. "La izquierda: desafíos y perspectivas", en Memoria, Número 166,
diciembre de 2002.

page 10 / 13
6. Gutiérrez Aguilar, Raquel. "América Latina: notas para entender qué significa, hoy, "izquierda",
en: Las izquierdas en México y América Latina, desafíos, peligros y posibilidades. Fundación
Heberto Castillo, A.C., México, 2004.

7. Kersffeld, Daniel. "Néstor Kirchner y los límites de la centroizquierda", en Memoria, Número


202, diciembre de 2005.

8. Modonesi, Massimo. "¿Dónde quedó la política?", en Memoria, Número 169 marzo de 2003:
http://memoria.com.mx/?q=node/100&PHPSESSID=8bdb57a80140ca0053f2946d8421fab9

9. Ortaloni Saavedra Luis. "Crisis y reorganización de los movimientos piqueteros argentinos", en


Revista de los pueblos: http://www.revistapueblos.org/article.php3?id_article=327 30 de diciembre
de 2005.

10. Petras, James, Los derechos humanos en Brasil bajo el régimen de Lula, en Rebelión:
http://www.rebelion.org/petras/031113petras.htm, 13 de noviembre del 2003.

[1] Borón, Atilio. Neoliberalismo vs. movimientos sociales en América Latina, en Indymedia:

page 11 / 13
pr.indymedia.org/news/2004/08/4536.php

[2] Ídem.

[3] Aguirre Rojas, Carlos Antonio. América Latina en la encrucijada. Los movimientos sociales y la
muerte de la política moderna. Contrahistorias. La otra mirada de Clío, México, 2005, p. 68.

[4] Cfr. Petras, James, Los derechos humanos en Brasil bajo el régimen de Lula, en: Rebelión,
http://www.rebelion.org/petras/031113petras.htm, 13 de noviembre del 2003.

[5] Cfr. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Op. cit., p.52.

[6] Ibídem, p. 60.

[7] Kersffeld, Daniel. "Néstor Kirchner y los límites de la centroizquierda", en Memoria, Número 202,
diciembre de 2005.

[8] Ortaloni Saavedra Luis. Crisis y reorganización de los movimientos piqueteros argentinos, en:
Revista de los Pueblos, http://www.revistapueblos.org/article.php3?id_article=327

30 de diciembre de 2005.

[9] Ídem.

[10]Agencia de Noticias Red Acción (ANRed), Argentina: La respuesta de las organizaciones


piqueteras ante la estrategia desmovilizadora de Kirchner, en: Rebelión,
http://www.rebelion.org/argentina/031110anred.htm, 10 de noviembre del 2003.

page 12 / 13
[11] Concheiro Bórquez, Elvira. "Viraje a la izquierda", Memoria, Número 200, octubre de 2005,
en: http://memoria.com.mx/?q=node/665. -Las cursivas son nuestras-.

[12] Gutiérrez Aguilar, Raquel. "América Latina: notas para entender qué significa, hoy,
"izquierda", en: Las izquierdas en México y América Latina, desafíos, peligros y posibilidades.
Fundación Heberto Castillo, A.C., México, 2004, p. 220.

*Autor: David Ángel Bonilla, Sociológo por la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales de la
UNAM.

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