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Respuesta por el destacado apologista cristiano, Dante A.

Urbina:

En lo que respecta a comparaciones de Jesús con divinidades paganas como Horus, Krishna, Mitra,
Tammuz, Adonis y el propio Osiris, ello ya lo abordo con detalle en mi libro ¿Cuál es la Religión
Verdadera? (de próxima publicación), así que aquí aprovecharé básicamente para hacer algunas
aclaraciones puntuales respecto de los “análisis” de mitología comparada que hacen algunos
escépticos para pretender descalificar al Cristianismo como una mera “copia” señalando sus más
recurrentes falacias (1) y tomando como ejemplo el caso de Osiris:

1) La primera característica de este tipo de teorías es que caen en gran parte en una falacia de premisa
falsa o indemostrada pues son altamente especulativas. ¿Y cómo se mata a una teoría altamente
especulativa? Simple: demandándole evidencia. Uno se encuentra con ateos en Internet que,
siguiendo la línea de “documentales” sensacionalistas como Zeitgeist, afirman alegremente cosas
como que “Osiris nació de una virgen”.

A ello uno debe directamente responder: “¿Y dónde está tu evidencia documentada y fiable para hacer
esa afirmación?”. Nos encontraremos con que la mayoría de las veces… ¡simplemente no la hay! Y es
que aquí lo que se requiere son citas textuales y directas de documentos antiguos que avalen tal cosa,
no simples links de cualquier blog o foro de Internet que repite la misma tontería como en el juego del
“teléfono malogrado”. Así que, para este tipo de casos, uno que ya tiene una fe sólida y formada en
lugar de decirse ingenuamente: “Uy, este tipo ha presentado evidencia fuerte contra mi fe…” lo que
debe hacer es decirle: “Mira, primero preséntame citas textuales de documentos de mitología antigua
sobre este punto y no meras afirmaciones gratuitas o referencias a documentales sensacionalistas y
links de Internet, y recién allí hablamos”.

A los ateos les gusta presionar a los creyentes con la socorrida “carga de la prueba”. Pues bien, si ellos
están sosteniendo alegremente la afirmación de que la persona de Jesús se deriva de tal o cual dios
mitológico, ¿no deberíamos aplicarles del mismo modo una exigente “carga de la prueba” en vez de
creerles de buenas a primeras? Con esto bastará para ponerlos en jaque en varios puntos. Y es que
muchos no creyentes son tremendamente escépticos cuando se trata de argumentos a favor del
Cristianismo pero tremendamente ingenuos cuando se trata de teorías para refutar o descalificar al
Cristianismo, no importa cuán locas o descabelladas sean. Por ejemplo, hay algunos que dicen: “Jesús
aprendió magia en Egipto y con eso embaucó luego a sus seguidores”. Pero cuando uno les demanda
evidencia al respecto a lo más que atinan es a decir que en los Evangelios se dice que Jesús estuvo en
Egipto durante su infancia. Así que, como dice el Dr. Michael Brown, “la idea de que Jesús aprendió
artes mágicas en Egipto tiene tanto sustento histórico y fáctico como la afirmación de que Santa Claus
entrega regalos a través de la chimenea en Navidad” (2).

2) Otra falacia en que incurren estos planteamientos es en la conocida como falacia post hoc. Que un
hecho haya sucedido antes que otro no significa de por sí que el primero sea causa del segundo.

Esto aplica especialmente para aquellas creencias que es absolutamente normal esperar que sucedan
en diferentes religiones sin que haya tenido que haber un proceso específico de influencia o “copia”
entre ellas. Por ejemplo, hay escépticos que básicamente dicen: “Los babilonios y sumerios tenían
creencias como la inmortalidad del alma, el infierno, los espíritus, la dualidad bien/mal, etc., que es
básicamente lo mismo que creen los cristianos. Por tanto, la creencia cristiana se deriva de la de los
babilonios y sumerios”. Totalmente falaz. Esas son nociones espirituales básicas a las que es
perfectamente razonable que haya podido llegar independientemente cualquier religión de uno u otro
modo.

Ahora pongamos un ejemplo con Osiris. Allí tenemos que un paralelo que se aduce es que Osiris fue
llamado “Dios vivo”, “Rey eterno” y “Señor de Todo”, títulos que luego se atribuyeron a Jesús. Pero
eso no prueba nada: es absolutamente normal que hayan ciertos títulos genéricos para los seres
supremos o dioses en cualquier religión.

La racionalidad y cualidad espiritual son algo común a todos los hombres, así que es natural que
encontremos similitudes en ciertas cosas básicas y generales sin que tenga que haber necesariamente
una influencia específica o copia. El profesor Gregory Elder lo ilustra muy bien con el caso del álgebra:
“La ciencia del álgebra fue inventada tanto en la antigua Asiria unos mil años antes de Cristo como en
la Arabia medieval unos mil años después de Cristo. Pero no hay evidencia de que los musulmanes
árabes obtuvieron su álgebra de los asirios, cuyo idioma fue completamente intraducible para los
árabes de la época” (3).

3) Finalmente, estas teorías suelen incurrir groseramente en una falacia de falsa analogía. O sea:
apelan a semejanzas muy vagas dejando de lado las diferencias muy claras. Un excelente ejemplo se
puede poner precisamente con el caso de Osiris.

Los escépticos dicen que la creencia en la resurrección de Jesús simplemente sería una copia del dios
egipcio Osiris, quien también “resucitó”. Pero cuando uno, en lugar de quedarse en los meros
rumores, va a las fuentes se encuentra el siguiente relato sobre Osiris: que fue asesinado por su
hermano quien lo cortó en catorce partes y las esparció por Egipto. Luego de ello Isis, su esposa, juntó
las partes (excepto el pene, que se perdió) y lo devolvió a la vida. Eso no tiene ningún parecido con la
resurrección de Jesús: Jesús volvió a la vida como un ser glorificado; Osiris, como una especie de
“muerto viviente” (¡y sin pene!, todo hay que decirlo). Así, pues, como refieren los expertos Habermas
y Licona, “el retorno de Osiris a la vida no fue una resurrección sino una zombificación” (4). En
consecuencia, de ningún modo es el caso de que, respecto de Jesús y Osiris, “sus similitudes son casi
iguales” sino que ¡son claramente diferentes!

Con todo lo anterior queda suficientemente respondida la duda u objeción.

Es necesario refutar estas tonterías: no porque no sean tontas, sino porque -dado el contexto del
Internet- están muy extendidas y varios se las creen.

-Alex-

Referencias:

(1). Para un listado de las 50 principales falacias argumentativas con explicaciones y ejemplos, véase:
Dante A. Urbina, ¿Dios Existe?: El Libro que Todo Creyente Deberá (Y Todo Ateo Temerá) Leer, Ed.
CreateSpace, Charleston, 2016, Part. I, cap. 3.

(2). Michael Brown, Answering Jewish Objections to Jesus, Ed. Baker Books, Grand Rapids, vol. 4, 2006,
obj. 5.13.

(3). Gregory Elder, “Christianity´s similarities with and differences from ancient Egyptian
religion”,Redlands Daily Facts, October 9, 2013.
(4). Gary Habermas and Michael Licona, The Case for the Resurrection of Jesus, Kregel Publications,
Grand Rapids, 2004, chap. 5.

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