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miedo,..., tristeza y desesperación"
En homenaje al erudito Robert Burton.
Temor y temblor por doquier, terror por doquier, por doquier temor.
Miedos, temores y terrores por todas partes, en cualquier tiempo y estación .
Al igual que los zapateros, cuando llevan los zapatos a casa, se lamentan siempr
e de
que el cuero esta cada vez más caro, otro tanto podría yo hacer con estos síntomas
melancólicos, pues los que provoca la desesperación son sumamente violentos, trágicos
y
graves, superiores a todos los otros, y sólo puede describírseles en forma negativa,
como
privación de toda felicidad y, por tanto, insoportables.
«Pues ¿quién sostendrá el ánimo abatido?» ¿Qué otra cosa hizo Timantes en su retrato
de Ifigenia, sino representar el momento en que iba a ser sacrificada? Cuando ya
había
pintado el duelo de Calcas, la tristeza de Ulises y el sumo pesar de Menelao, cu
ando había
mostrado todo su arte en la expresión de una gran variedad de afectos, «cubrió con un
velo
la cabeza de Agamenón, el padre de la muchacha, y dejó que cada espectador imaginase
sus sentimientos», pues ese padecimiento auténtico y ese dolor extremo que el padre
sentía,
ningún arte podría describirlos.
Lo que el pintor hizo con su retrato es lo que yo quiero hacer al describir los
síntomas
de la desesperación.
¡¡Imagina lo que puedas: miedo, pesar, rabia, padecimiento, dolor, terror,
angustia lóbrega, horrible, tediosa, irritante, etc., nada será suficiente, todo será
poco,
no hay lengua que pueda describirlo, no hay corazón que pueda concebirlo.
Es un epítome del infierno, un extracto, una quintaesencia, un compuesto y una
mezcla de todas las enfermedades mortales, de todas las torturas tiránicas, de tod
as las
plagas y perplejidades.
No hay apenas enfermedad a la que no procure algún remedio la medicina.
Para cualquier llaga, la cirugía proporciona una cura. La amistad ayuda en la pobr
eza;
confiar en obtener libertad alivia en la prisión; la petición de ayuda y protección po
ne fin a
los destierros, y la autoridad y el tiempo hacen desaparecer los reproches.
Pero ¿qué medicina, qué cirugía, qué fortuna, favor o autoridad pueden aliviar,
ayudar a soportar, amenguar o eliminar una conciencia atormentada?
Un espíritu en paz lo cura todo, pero no puede confortar un alma abatida.
¿Quién puede acallar la voz de la desesperación? nos dice Burton-
Cuanto resulta específico de otros tipos de melancolía -«horrible, cruel, pestilente,
atroz, fiero» aparece en ésta. Es más que melancolía en el mayor de los extremos. Es una
fiebre ardiente del alma, dice Giachini, (*) causada por tal miserable estado; s
egún este
autor, miedo, tristeza y desesperación son los síntomas más habituales de la melancolía.
Séneca. (4 adC-Córdoba-65dC)
Escritos estoicos, Teoría de la consolación, sobre la brevedad de la vida .
-Teméis todas las cosas como mortales y todas las deseáis como inmortales.
-Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la bo
ca
para caer en ella.
-El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera.
Exhortación al suicidio:
...Hombre necio, ¿de qué te quejas y qué temes? Mires adonde mires hay un fin a los
males. ¿Ves aquel precipicio que abre su boca? Conduce a la libertad. ¿Ves ese
torrente, ese no, ese pozo? La libertad mora en ellos. ¿Ves ese árbol atrofiado, res
eco y
dolido? La libertad cuelga de cada una de sus ramas. Tu cuello, tu garganta, tu
corazón son otras tantas maneras de escapar de la esclavitud ... ¿Preguntas por el
camino a la libertad? Lo encontrarás en todas las venas de tu cuerpo.
(Es una pieza retórica bella y cadenciosa. Pero si la retórica suele ser una protecc
ión
contra la realidad, una armadura verbal que el escritor pone entre el mundo y él,
Séneca llevó sus preceptos a la práctica: se clavó un puñal para evitar la venganza de
Nerón, en otro tiempo discípulo suyo. No menos estoica, su mujer Paulina intentó
morir con él de la misma forma; pero la salvaron.)
-Consejo de Atalo, ascético amigo de Séneca, a cierto Marcelino que sufría de una
enfermedad incurable y contemplaba la posibilidad del suicidio:
No te atormentes, Marcelino , como si estuvieras deliberando sobre una gran
cuestión. La vida es cosa sin dignidad ni importancia. Hasta tus esclavos y tus an
imales
la poseen en común contigo: pero es cosa grande morir con honra, prudencia y valor
.
Piensa cuánto tiempo llevas comprometido en el mismo decurso opaco: comer, dormir
y consentir tus apetitos. Tal ha sido el círculo. No sólo el hombre prudente, el val
eroso
o el desdichado pueden querer morir, sino aun el fastidioso
(Tampoco aquí hay brecha alguna entre la retórica y la realidad.)
Marcelino adoptó el consejo de su amigo y se mató de hambre, respuesta fastidiosa a
la salvaje complacencia de la Roma de Tiberio .
Evolución de la melancolía:
Pronóstico de la desesperación: ateísmo, blasfemias, muerte violenta, etc.
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La mayoría de estas personas acaba con su propia vida; algunos
están locos, blasfeman, juran y niegan a Dios, pero la mayor parte se infiere a sí m
isma
violencia, y en ocasiones, también atacan a otros.
«¿Quién sostendrá el ánimo abatido?». Así fue como Caín, Saúl, Aquitofel y Judas
blasfemaron y murieron.
Beda dice que Pilatos murió desesperado ocho años después de Cristo
Felix Platter ha recogido numerosos ejemplos: «la esposa de un comerciante, que
desde hacía tiempo se sentía angustiada por tentaciones semejantes», se levantó una noch
e
de la cama, se arrojó por la ventana y se rompió el cuello contra el suelo; otra per
sona,
llevada por la desesperación, se arrojó al Rin.
Algunos se cortan la garganta, y son muchos los que se ahorcan. Mas para estas c
osas
no hacen falta ejemplos. Hay quienes plantean la duda siguiente:
¿un hombre que ha ejercido violencia contra sí mismo y muere
desesperado, puede o no salvarse?
-Si muere repentinamente y en completa obstinación, de forma que no tenga
posibilidad de implorar misericordia, cabe temer lo peor, pues ha muerto sin pen
itencia.
-Si la muerte es un poco más pausada y la persona tiene tiempo de implorar
misericordia en su corazón, la caridad emitirá una buena sentencia.
Son numerosos quienes se han salvado en el momento mismo en que se ahorcaban o
se ahogaban, y así reconducidos a la salud de espíritu, se han arrepentido profundam
ente,
han aborrecido su acción, han confesado que se han sentido súbitamente arrepentidos
y que
en sus corazones han suplicado misericordia.
-Si un hombre se da muerte a sí mismo movido por la desesperación, debido a la
locura o la melancolía, y antes de su acción da testimonio de estar regenerado, sign
ifica que
no obra así por voluntad propia, «sino por la violencia de su enfermedad»; debemos
interpretarlo del modo más favorable, como hacen los turcos, que creen que los loc
os y los
insensatos van directamente al paraíso. (Burton dixit).
Excelente descripción clásica de la melancolía suicida.
miedo, tristeza y desesperación son los síntomas más habituales de la
melancolía".
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"Mi tormento vivir ya no me deja.
Aborrezco la vida, de tan desesperado:
Dejadme, pues, la soga o el cuchillo.
Todas mis penas son, ante esto, alegrías,
no hay maldición más grande que la melancolía".
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Inconstante y por tanto desdichada es la condición del hombre.
En un instante, un cañón lo golpea todo,
Lo echa todo por tierra, todo lo derriba.
Una enfermedad nos requiere, nos apresa, nos posee,
nos destruye en un momento,......
-Melancolía religiosa:
Temor de haber ofendido a Dios, y merecer castigo eterno .
Sí, oye que es una bruja protestante, que el demonio la aguarda,..
-Melancolía demonofóbica. (transformación de la anterior).
Excesivas lecturas, confesiones frecuentes, miedo a pecar,...
Requiere el diagnóstico diferencial con:
La demonolatría (delirio religioso): el paciente se siente poseído, albergado
por el demonio, se rinde tributo de culto, sin expresar melancolía por ello.
Afectivas, sentimentales o pasionales.
-ver también la Monomanía religiosa, y sus tipo:
-La monomanía, o melancolía mística.
-La Theomanía.
-La Demonopatía, demonolatría, zoantropía, etc. (melancolías).
ESTUPOR:
Inhibición del pensamiento y trastorno de la voluntad.
Embotados, no perciben ni elaboran las impresiones externas.
Palabras escasas y descosidas.
Ideas delirantes confusas: tienen el cerebro roto, hay ruido debajo de ellos.
No actos voluntarios.
Voy a ir a prisión .
-La religión: El enfermo es un gran pecador, no es capaz de rezar,
ha olivado los diez mandamientos, perdió la fe.
Está dedicado a Satán, forzado a hacer expiación.
Se va a ir al infierno, cargado con todos sus pecados.
-Extensión de la culpa: mi marido va a morir, ellos también están condenados.
todos condenados . mis hijos están enfermos, graves,.. .
Melancolía hipocondriaca:
Hipocondría:
Tengo un mal incurable ,.. sic
el pulmón, una lombriz, un cáncer en el cuello,
no puede tragar, no retiene los alimentos, no defeca,...
No tiene sangre en el cerebro, se vuelve loco, al asilo , (esta demente)
Chancro desde el nacimiento, sangre envenenada, contagia, no se le puede tocar.
La masturbación lo volvió impotente. (culpa moral)).
Los de su entorno enferman, se ponen amarillos, emanaciones repelentes que
exhala.
En cuanto a la melancolía:
El duelo: Reacción ante la pérdida de una persona querida, o la pérdida de
alguna abstracción que haya ocupado ese lugar como pueda ser el país de uno, la
libertad o algún otro ideal.
Esperamos que tras un cierto período de tiempo se venza, cualquier intervención en su
normal desarrollo es inútil o incluso perjudicial.
Los rasgos distintivos de la melancolía son aflicción profunda, abandono de
todo interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, inhibición ant
e
cualquier tipo de actividad y disminución del sentimiento de autoestima hasta el p
unto
del autorreproche y el autovituperio que culminan en una delirante expectativa d
e
castigo,...Freud dixit.
El propio ego se experimenta como pobre y vacío.
En el duelo está ausente la perturbación del sentimiento de autoestima, hay una
exclusiva dedicación al duelo que no deja resquicio a otros propósitos o intereses.
El mundo se ha quedado pobre y vacío . (En el duelo).
Peculiaridad singular de la melancolía: su tendencia a transformarse en manía .
¿El contenido de la manía es idéntico al de la melancolía?
-Que sojuzgará al yo en la melancolía, o quedará sometido o apartado por el yo
en la manía.
Todos los estados de alegría, exaltación y triunfo: misma condicionalidad
económica. Superfluo un gasto de energía psíquica, quedando tal gasto de energía
disponible. Así:
- Un pobre diablo, obsequiado por la Fortuna.
- Cuando una larga lucha se ve coronada por el éxito.
- Cuando nos desembarazamos de una coerción que nos atenazaba durante tiempo.
- Intoxicación alcohólica . ( paraísos artificiales )
Ánimo alegre, descarga de alegría e intensa disposición a la actividad.
Antítesis de la depresión e inhibición propias de la melancolía.
-La manía es un triunfo, salvo que el yo ignora nuevamente qué y sobre qué ha
conseguido.
-Suspensión del gasto de energía de represión.
-Ha dominado el yo la pérdida del objeto (o el duelo producido por dicha pérdida o
quizá el objeto mismo), quedando así disponible todo el montante que el doloroso
sufrimiento de la melancolía había atraído del yo y ligado.
-Emancipación del objeto que le hizo sufrir, hambre voraz para nuevas cargas de
objeto.
Qué es y cómo se define la melancolía, según la escuela.
Recurrimos a una descripción de la psicopatología clásica, con interés
fenomenológico, y que permite una adecuada comprensión empática del sentimiento de
tristeza profundo, prolongado y doloroso de los melancólicos.
Estado patológico caracterizado esencialmente por profunda tristeza,
pesimismo generalizado y empobrecimiento de todos los móviles de creación y
progreso
DESCRIPCIÓN. La tristeza del melancólico se aprecia a la primera ojeada en su
actitud de postración, en sus gestos indecisos, cansados, en su facies dolorosa, e
n las
comisuras caídas de los labios, en la mirada hosca, en la frente surcada de arruga
s
profundas, dispuesta a modo de omega. La voz es pálida, monocorde, apenas audible
en
ocasiones.
El discurso está de acuerdo con la apariencia exterior. Es una tristeza
fundamental, independiente en realidad de todas las razones que el enfermo invoc
a para
justificarla; se la ha denominado hipertimia dolorosa, de pasado triste, de humo
r
disfórico, pero con mayor acierto, sin duda, se conoce por dolor moral . Coincide,
de modo bastante paradójico en apariencia, con anestesia afectiva: los sentimiento
s, los
impulsos afectivo se muestran embotados, y el enfermo se lamenta de no poder
interesarse, participar, amar, como antes lo hacía.
Los acontecimientos, importantes o fútiles, producen una repercusión excesiva,
penosa siempre: irritación, impaciencia defraudada ante el incidente más anodino;
enfoque de todo en función de un pesimismo sistemático y de una amplificación
peyorativa desmesurada. Para el melancólico todo es materia de aflicción; aumenta si
n
duda las proporciones de los sucesos adversos y analiza sus consecuencias a la l
uz más
desfavorable. Hasta los hechos afortunados dan pretexto a su tristeza, y la inge
niosidad
morbosa del enfermo se esfuerza por encontrarles una significación desastrosa; su
pesimismo se extiende a todo, a veces de la manera más ilógica e imprevista; jamás se
desarma. Como los sucesos exteriores, las sensaciones provenientes de su propio
cuerpo son para el melancólico motivo de aflicción y de inquietud; dice que se sient
e a
disgusto, se queja de una fatiga a veces extremada y sus órganos son asiento de
cenestesias penosas, que evoca en apoyo de ideas hipocondríacas.
Otro elemento característico de la melancolía, la pérdida de iniciativa, no es, al
menos solamente, una consecuencia lógica de pesimismo; se manifiesta igual en el
dominio de la acción que en el del trabajo intelectual. El deseo de emprender, de
actuar,
de prodigarse, está ausente, o al menos embotado.
Cuando la melancolía es profunda, la consecuencia de ello es una inacción total, que
a veces llega hasta el estupor; en las formas más ligeras el enfermo sigue actuand
o, pero
dice (y esta queja es característica), que «todo lo hace a la fuerza».
-Los contenidos de pensamiento del melancólico se caracterizan por su
monotonía; se mantienen acantonados en un círculo estrecho, el mismo poco más o
menos para todos los enfermos. Habitualmente no se trata de ideas delirantes
propiamente dichas, pues éstas caracterizan una forma particular de melancolía, sino
la
machaconería incoercible y dolorosa en preocupaciones cuya exageración e
inaccesibilidad al razonamiento comprueban el carácter patológico, que quedan más acá
del delirio por su relativa verosimilitud, pero cuyos temas son ya los del delir
io
melancólico:
1) Ideas de culpabilidad y de indignidad: el enfermo es responsable de la
desgracia de los suyos; abulta desmesuradamente tal o cual falta cometida muchos
años
antes; se tiene por un ladrón, un asesino, un individuo indigno de ser estimado, d
e ser
amado, de vivir. 2) Ideas de ruina; está reducido a la miseria; no se atreve a com
er
porque no podrá pagar su pensión; su mujer o sus hijos van a morirse de hambre. 3)
Ideas hipocondríacas: está atacado de veinte enfermedades mortales, tiene obstruidos
los intestinos, y se le coagula la sangre en los vasos. 4) Ideas de persecución pa
siva:
ha provocado la legítima reprobación, la cólera o la hostilidad de personas que se
comportan ahora como enemigos, la justicia va a ocuparse de sus quejas y condena
rlo.
Aparte los trastornos del juicio, que entrañan tales figuraciones, se advierte la
retardación de todos los procesos intelectuales, y sobre todo su polarización bajo
la influencia de la perturbación afectiva. Es difícil despertar y fijar su atención; r
ecuerda
bien hechos antiguos, pero suele ser deficiente la memoria de lo sucedido a part
ir del
comienzo del acceso. En conjunto, sin embargo, el dominio intelectual está menos
alterado que el de la afectividad.
La personalidad moral, por el contrario, está profundamente afectada: no halla
acceso a sus modos de existencia más elevados, y aunque el melancólico invoca en tod
a
ocasión la ley moral, es incapaz de ponerla en práctica. Es egocéntrico, su sentimient
o
de responsabilidad se pervierte en una autoacusación estéril; permanece inactivo, inút
il,
parásito, y toda veleidad de conducta positiva termina en dimisión y en abandono. A
veces se percibe un hedonismo efectivo del sufrimiento moral, con matiz visiblem
ente
masoquista.
El humor melancólico rige igualmente la conducta y las reacciones.
El comportamiento del enfermo no es desordenado ni extravagante; en ocasiones
aparece incluso particularmente normal y correcto; pero en todos los casos se im
pone
una desconfianza extremada, pues siempre es de temer un suicidio, a veces impuls
ivo,
en el curso de un paroxismo de dolor moral, pero a menudo premeditado,
minuciosamente preparado y disimulado, y que ejecuta con increíble sagacidad un
sujeto que ha tenido la suprema habilidad de mostrarse más tranquilo, más razonable,
a
fin de adormecer la vigilancia de quienes lo rodean.
La negativa a alimentarse, aunque menos temible que el suicidio, por no ser tan
brutal, es asimismo una reacción frecuente y que conviene advertir cuanto antes.
Determinadas particularidades de la sintomatología a veces observadas, conducen a
individualizar tres formas clínicas distintas de la forma habitual de «depresión
melancólica», que acabamos de describir:
1º. A veces, la disminución de la actividad psíquica y física se exagera hasta dar
lugar a un estado de completa inercia acompañada de mutismo más o menos total y a
veces incluso de demencia : es el estupor melancólico.
2.° En el lado opuesto se sitúa la melancolía ansiosa o agitada; la ansiedad se
manifiesta al despertar, asaltando al enfermo en el momento en que toma concienc
ia o
bien aparece por accesos más o menos largos y repetidos, frecuentemente provocados
por un acontecimiento exterior, una conversación que trae un recuerdo penoso; pero
en
la forma ansiosa, no da tregua al enfermo que vive en un estado perpetuo de «dolor
activo», de desvarío, de desesperación.
3.° En la melancolía delirante las preocupaciones pesimistas comunes a todos
los deprimidos toman una amplitud, una fijeza y una inverosimilitud que hacen de
ellas
verdaderas ideas delirantes, sin alejarse, empero, de los temas habituales:
-la autoacusación conduce al enfermo a reconocerse como un criminal; la ruina es
total y consumada; el médico es un policía o un juez que no puede más que condenar;
los órganos internos se hallan paralizados o podridos.
-Pueden aparecer ideas de negación que se dirigen sobre el cuerpo (ya no hay
estómago, ya no hay sangre en los vasos, ya no hay cerebro), sobre la misma existe
ncia
del enfermo que cree estar muerto, sobre la de sus próximos o sobre el mundo exter
ior
(el universo no existe, la nada está en todas partes); se puede confrontarlas con
las ideas
de condenación, de enormidad, de inmortalidad, especialmente marcadas en el síndrome
de COTARD (ver y revisar apuntes).
-El delirio melancólico se enriquece a veces con alucinaciones o más a menudo con
ilusiones sensoriales: el enfermo oye hablar de él, se dice que va a ser ejecutado
, se
levanta el patíbulo, el espectro de un ser querido viene a reprocharle su conducta
.
Un conjunto de signos físicos completa el cuadro clínico de la melancolía.
Tales signos, por lo demás, no tienen nada de patognomónico: el insomnio es casi
constante, y se manifiesta con predilección en la segunda mitad de la noche; se no
tan a
veces cefaleas y algias diversas, viscerales o periféricas; los reflejos están dismi
nuidos
a veces, y con más frecuencia frenados por un estado de tensión muscular permanente.
Muchas veces hay estreñimiento y un estado digestivo saburral; la circulación está
retardada a nivel de las extremidades, que se hallan frías y cianóticas; el pulso es
débil, y los ruidos del corazón están apagados, pero la tensión arterial suele estar
por encima de lo normal (P. ABÉLY). Finalmente, se observa un adelgazamiento
rápido, y en mujeres, la supresión habitual de las reglas. ......
--------------recordar, texto de 1962,.....................................
Hasta aquí, el saber psicopatológico sobre la melancolía, siguiendo las
grandes figuras de las ciencias y humanidades de la práctica médica.
Recordar, desde le lamento de Robert Burton, a las clasificaciones de
Guislain y nuestro Giné y Partagas, el trabajo seminal de Kraepelin, con su
correlato en la obra de Freud, - duelo y melancolía -y para concluir, una
excelente descripción clínica, actualizada de los tipos de melancolía según la
escuela de H. Ey , por Antoine Porot.
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(...)
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este
mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
Como si fuera un promontorio o la casa de uno de tus amigos o la tuya
propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque
me encuentro unido a toda la humanidad;
[revisar y modificar]
Bibliografía utilizada en Psicopatología de la melancolía .
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