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EL ESTRÉS Y LAS CONCEPCIONES REICHIANAS

Beltramino Sofía, Ledesma Alicia.

Ficha de Cátedra: Seminario “El cuerpo, registro de


una historia emocional (los procesos del enfermar).
Teoría de Wilhelm Reich”. UNC. Año 2018.

EL ESTRÉS: ESTRÉS AGUDO Y ESTRÉS CRÓNICO

El estrés es un término que se ha hecho sinónimo de vida moderna.


Afecta al ser humano en su totalidad, aunque algunas de sus
manifestaciones son más evidentes a unos métodos de observación que a
otros. La palabra se utilizó por primera vez en el siglo XIV en inglés, como
STRESS, pero en el idioma español se traduce como Estrés. Stress deriva
del griego stringere, que significa provocar tensión. El estrés es definido
como una respuesta general del organismo que ocurre cuando un individuo
percibe las demandas de una situación como amenazante o que excede sus
recursos, consistiendo en una movilización de recursos fisiológicos y
psicológicos para afrontar tales demandas.

Los seres humanos están expuestos al estrés desde el nacimiento y


se debe reconocer que cierta cantidad de estrés es beneficioso para la vida.
Este permite enfrentar con efectividad algunos desafíos importantes,
suministrando la excitación y la energía necesarias requeridas en
determinadas situaciones. El estrés se hace peligroso cuando es de
proporciones excesivas, que desbordan las capacidades de adaptación del
individuo o cuando se acumula sin salida adecuada. También son muy
nocivos los efectos del estrés de las madres sobre el feto en el periodo de
gestación.

Se debe distinguir el Eustrés del Distrés. El Eustrés o estrés


positivo, es un proceso natural y habitual de adaptación, que consiste en
una activación durante un período corto de tiempo con el objetivo de
resolver una situación concreta que requiere más esfuerzo. Es una condición
adaptativa que contribuye a dar la mejor respuesta ante una situación
determinada. Tiene una función clave para la supervivencia del ser humano,
ya que permite una rápida reacción a los problemas y peligros que deben
afrontarse, así como la adaptación a los cambios. Es importante y necesario
y suele ser vivido y percibido por la persona como una situación de reto,
que puede ser controlable y hasta placentero.

El Distrés o estrés negativo, es aquel que supera el potencial de


homeostasis o equilibrio del organismo, generando una adaptación
patológica. Es un estado de tensión, dificultad o desgaste que tiene su
origen en un funcionamiento exagerado y continuo del mecanismo natural
de protección y supervivencia del organismo, activado por la presión de los
estímulos externos y adversos del entorno, causándole fatiga, mayores
niveles de ansiedad, de irritabilidad y de ira. En este caso, la persona tiene
sensación de pérdida de control de la situación, puede ser emocional y
físicamente perjudicial.

Considerando esta última condición, Rivera (2010) establece la


clasificación de los síndromes de estrés en: Agudos (a corto plazo) y
Crónicos (a largo plazo), correspondiendo a los primeros el autoestrés, el
trastorno por estrés agudo, el trastorno de estrés postraumático, las crisis
emocionales o psicosociales y los trastornos adaptativos; y a los segundos,
el trastorno por estrés extremo y persistente, el síndrome de Estocolmo, el
síndrome de desgaste profesional o Burnout, el síndrome de acoso
psicológico en el trabajo o Mobbing.

En sentido general, el Eustrés, que se trata de una respuesta aguda y


funcionalmente adaptativa, produce liberación de adrenalina y
noradrenalina, fortalece el cuerpo y el cerebro, potencia la memoria y
aumenta la respuesta del sistema inmune. Se asocia en la biología a la
supervivencia del más apto, ya que potencia la respuesta exitosa ante las
amenazas. En cambio, el Distrés, que remite a un estado crónico de
activación exacerbada, produce una liberación nociva de glucorticoides,
debilitando el cuerpo y el cerebro, produce lesiones en el hipocampo,
debilitando la memoria y el sistema inmune. Se asocia en la biología a la
eliminación del menos apto, ya que la percepción de amenaza persistente
del ambiente sin poder lograr la relajación y equilibrio homeostático,
debilita el organismo progresivamente llevándolo a su propia extinción.

Hay estudios recientes que demuestran claramente una unión entre


el estrés y el desarrollo y curso de muchas enfermedades. El estrés crónico
puede incrementar la vulnerabilidad del organismo a ciertas enfermedades
ejerciendo un efecto inmunosupresor. Existe bastante casuística que
corrobora la influencia del estrés en aquellas enfermedades que están
conectadas directamente con los mecanismos inmunológicos, tales como las
infecciones, las enfermedades autoinmunes y las neoplasias, así como
también su efecto sobre las enfermedades cardiovasculares. El estrés
crónico puede conducir a presión sanguínea elevada y riesgo de ataque al
corazón, por su acción de activación del sistema simpático.

DSM-IV

El DSM-IV describe y clasifica la sintomatología del Estrés y lo


diferencia en los siguientes cuadros psicopatológicos:

1.- TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMATICO (TEPT):

Es un cuadro que se define por la aparición de una serie de síntomas


característicos, desencadenados por la exposición a un acontecimiento
traumático.

Estos síntomas incluyen fenómenos de: re-experimentación del


trauma. Evitación de situaciones relacionadas. Embotamiento emocional.
Aumento de la actividad neurovegetativa.
Si bien está calculado que la posibilidad de sufrir un evento
potencialmente traumático es del 40 al 75% a lo largo de la vida (para la
generalidad de las personas), la prevalencia vitalicia del trastorno concreto,
suele ser alrededor de 8-12%. Evidentemente estos números varían de
acuerdo a la exposición a riesgo de la población estudiada.

El TEPT es uno de los pocos cuadros que el DSM-IV define por su


etiología, esto es, la exposición a un acontecimiento traumático que actúa
como detonador. Sin embargo, queda claro que el impacto que tenga este
acontecimiento está determinado por factores previos de vulnerabilidad,
como los biográficos y las características de su personalidad.

2.- TRASTORNO POR ESTRÉS AGUDO (TEA):

La reacción aguda a este tipo de estrés severo, puede comprender


distintos tipos de síntomas, similares a los que presenta el TEPT. Sin
embargo los fenómenos disociativos aparecen como los más frecuentes y
peculiares de este cuadro.

Puede haber alteraciones de la memoria, vivencias de extrañamiento


y alejamiento emocional, distorsiones en la percepción del tiempo y de los
estímulos dolorosos (especialmente analgesia), desrealización y
despersonalización. Muchas veces aparecen vivencias de culpabilidad,
ánimo depresivo y total negligencia en el autocuidado.

Así como para el TEPT el DSM-IV establece un mínimo de un mes en


la duración de los síntomas para el TEA plantea un mínimo de duración de
dos días y una máxima de cuatro semanas, pasadas las cuales se
diagnostica como TEPT.

3.- TRASTORNOS ADAPTATIVOS (TA):

Es un grupo de cuadros psicopatológicos, reactivos a situaciones


vitales estresantes o crisis biográficas, en las cuales la reacción emocional y
conductual del individuo es suficientemente importante como para producir
un intenso malestar (mayor a lo esperable en relación al factor estresante)
o la afectación de distintas áreas de la vida del individuo (sociales,
laborales, familiares, académicas, etc.).

El mencionado cuadro tiene un curso temporal dependiente de la


situación que lo desencadenó y no implica la presencia o la reactivación de
otro trastorno mental específico.

El CIE10 le da una gran importancia a la predisposición y los


antecedentes individuales, en la reacción desadaptativa que va a dar lugar
al cuadro. Se puede agregar que la percepción de los recursos personales
(relacionados tanto a factores psicológicos individuales como a la red de
contención social) que el paciente siente que tiene a su alcance, juega un
rol fundamental en el desencadenante o no del trastorno.

Es un cuadro más frecuente en personas solteras o divorciadas, con


historia personal de apegos deficientes, con enfermedades mentales o
físicas. La experiencia de haber manejado situaciones similares en el
pasado, suele ser un factor protector. En cambio cuando éstas no pudieron
ser sobrellevadas, la experiencia actúa como un factor de vulnerabilidad.
Otros factores de protección son el buen nivel intelectual, una efectiva
regulación emocional, la apertura y la capacidad de trabajar en equipo.

El CIE 10 también relaciona el estrés crónico con el TRASTORNO DE


ANSIEDAD GENERALIZADA (TAG), más predominante en mujeres. La
característica esencial de este trastorno es una ansiedad generalizada y
persistente, que no está limitada y ni siquiera predomina en ninguna
circunstancia ambiental en particular. Su curso es variable, pero tiende á
ser fluctuante y crónico. Entre las pautas para su diagnostico se encuentran
los rasgos permanentes de Aprensión (preocupaciones acerca de
calamidades venideras, sentirse "al límite", dificultades de concentración,
etc.); Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de
tensión, temblores, incapacidad de relajarse) y de Hiperactividad vegetativa
(mareos, sudoración, taquicardia o taquipnea, molestias epigástricas,
vértigo, sequedad de boca, etc.).

Abandonamos la clasificación del DSM-IV y retornamos a los


mecanismos psicofisiológicos de estrés y su relación funcional con las
enfermedades clínicas.

LOS MECANISMOS PSICOFISIOLÓGICOS DEL ESTRÉS

Dentro del sistema nervioso, la amígdala, que forma parte del lóbulo
temporal del cerebro, es el área más importante para percibir los eventos
estresantes, ya que ésta posee un grado considerable de aprendizaje,
memoria, y monitorea la entrada de información sensorial ante cualquier
signo de daño potencial. Desde el punto de vista funcional la amígdala
participa en la integración de la variada información sensorial con la esfera
autonómica corporal y endocrina, que se traduce en respuestas de
autoconservación en las esferas sexual, alimentaria, de agresividad y, en
definitiva, con el comportamiento emocional.

En la respuesta de estrés, la amígdala envía proyecciones al


hipotálamo, encargado de la activación del sistema nervioso autónomo y de
los núcleos del tallo encefálico para incrementar los reflejos de vigilancia,
paralización y escape/huida, las expresiones de miedo y la activación de
neurotransmisores de dopamina, glucocorticoides, noradrenalina y
adrenalina. El hipotálamo, principalmente a través de la liberación de la
hormona CRH (Factor de liberación de Corticotrofina o ACTH), que
constituye uno de los neurotransmisores más influyentes en el cerebro y el
mediador central en la respuesta al estrés, coordina entonces el
comportamiento, la activación autonómica, y la neuroendocrina. También se
produce a partir de este proceso la activación del sistema inmunológico.

El distrés o estrés nocivo para el organismo se produce por la


exacerbación de estos mecanismos, ya sea en tiempo o en intensidad. El
estrés crónico aumenta la irritabilidad, que es una condición seriamente
dañina y está unido a un incremento en la reactividad. La irritabilidad está
estrechamente asociada con muchas formas de enfermedad, que van desde
la depresión y la adicción a drogas hasta la diabetes y la enfermedad del
corazón.

Teniendo en cuenta la perspectiva integradora de la Psico-neuro-


inmuno-endocrinología (PINE), el Dr. Pablo R. Colica, (2017), explica el
proceso del estrés como sigue. Comenta que hablamos de estrés en función
de una amenaza para la integridad física o psicoemocional, algo que se
percibe como una amenaza. Ante cualquier situación que provoca estrés, se
produce siempre un impacto sobre la amígdala, el hipotálamo y una zona
del tronco cerebral, que está entre la medula y el cerebro.

Desde el cuerpo amigdalino se activa el hipotálamo y este a su vez,


entre otras funciones, genera la activación del tronco cerebral, que son una
serie de centros o núcleos, desde donde se activa el Sistema
Neurovegetativo (SNV), Simpático y Parasimpático. Lo que se activa ante
una situación estresante es fundamentalmente el sistema simpático, desde
donde parte la orden de que se inunde el cuerpo de los neurotransmisores
adrenalina y noradrenalina (NA) para enfrentar la situación que me está
atacando.

El hipotálamo es un centro regulador de todas las actividades que


hacen a lo que llamamos los signos vitales, regula la temperatura, el sudor,
el funcionamiento del intestino y los ritmos biológicos como los circadianos
(los ritmos circa del día, cada 24 horas, como el sueño-vigilia), los
ultradianos (varias veces al día, como la alimentación) y los infradianos
(periodos de tiempos más prolongados, como el ciclo menstrual). También
se descubrió que el hipotálamo produce hormonas, formando parte del
sistema endocrino. Como el hipotálamo es un núcleo cerebral que forma
hormonas y también las genera la glándula pineal, el cerebro no es
solamente el sistema nervioso, también es parte del sistema endocrino, por
lo que actualmente se denomina sistema neuroendocrino.

Es a partir del hipotálamo que se activa entonces también el sistema


neuroendocrino, activando la segregación de hormonas desde la hipófisis (o
glándula pituitaria), la glándula tiroides y la glándula suprarrenal, el cual
finalmente produce una hormona que se llama Cortisol, conocida como la
hormona del estrés, aunque también se movilizan muchas otras.

Por otro lado también desde el hipotálamo y desde el sistema


simpático, desde la propia adrenalina, se activa el sistema inmunológico. El
sistema inmunológico es el sistema de las defensas, aquello que nos va a
defender contra todo lo que venga de afuera, virus, bacterias, hongos, etc.

De esta manera, cuando se produce la respuesta de estrés se


activan, el eje simpático del sistema neurovegetativo, el sistema
neuroendocrino y el sistema inmunológico. Se le llama a esta situación
“estado de alerta o de hípervigilancia” para reaccionar ante una situación de
estrés, que provoca en los animales primitivos, como los reptiles, la
conducta defensiva instintiva de fuga o de lucha. Los reptiles no tienen
corteza cerebral, ni sistema límbico, pero deben sentir algo pero debe sentir
algo parecido al miedo para fugar y algo parecido a la ira para luchar, por
eso podemos pensar que el miedo y la ira serian las emociones más
primitivas, que comparten también los organismos superiores, como los
seres humanos. Pero en los seres humanos, unas fracciones de segundos
después, desde la amígdala y desde el hipotálamo parten conexiones al
Lóbulo Prefrontal (LPF), del cual los animales carecen.

El lóbulo prefrontal y la corteza cerebral es lo que nos hace humanos,


lo que nos permite el pensamiento superior, y entonces en lugar de la
conducta instintiva directa de fuga o lucha lo que se produce es la conducta
cognitiva. Entonces empezamos a pensar en el problema, analizarlo, darle
una magnitud, ver si vale la pena luchar o no, etc. y también va a
desencadenar la ansiedad, que también es meramente humana porque
implica un proceso cognitivo, anticipatorio de hechos negativos, la cual
aumenta y prolonga la respuesta de estrés. Por lo tanto en el ser humano la
respuesta de estrés es mucho más compleja.

Cuando se activa el estrés la adrenalina va a actuar sobre todos los


órganos, produce taquicardia, aumenta la frecuencia cardiaca, aumenta la
frecuencia respiratoria, produce vasoconstricción en la piel, el sistema
gastrointestinal, etc., dilata la pupila, aumenta la glucosa, porque el
organismo esta activado para vigilar y para eventualmente fugar o luchar.
El organismo necesita respirar más porque hay que incorporar mas oxigeno,
para los músculos, el cerebro y el corazón, que van a necesitar tener mas
glóbulos rojos que les transporten oxigeno y por eso toda la circulación deja
de pasar por otros sistemas, nos ponemos pálidos, el aparato digestivo se
ralentiza porque queda isquémico, etc., porque la sangre tiene que ir a los
músculos, al cerebro, o al corazón, porque tenemos que luchar o tenemos
que huir. El sistema se ralentiza, la presión se eleva porque se produce la
vasoconstricción. El aumento de glucosa es porque se exprime el hígado
fundamentalmente por la adrenalina, para que libere la glucosa que tiene
guardada, la glucosa es azúcar, lo que necesitamos para tener energía, para
prepararnos para luchar, una combinación dentro de la célula de azúcar y
oxigeno.

Por otro lado el hipotálamo que va a producir una hormona que se


llama Factor de liberación de Corticotrofina o ACTH (CRH), y esta va a
desencadenar toda la activación de las glándulas endocrinas. Este CRH
rompe una molécula que hay entre en hipotálamo y la hipófisis, la “Pro Opio
Melano Cortina (POMC)”, que por una parte produce en la glándula
suprarrenal secreción de Cortisol (un glucocorticoide), y por otra parte
también genera endorfinas, que actúan como anestésico natural, y
melanocitos en la piel, que dan el color tostado cuando tomamos sol y a su
vez producen también endorfinas.

El sistema nervioso y la piel tienen el mismo origen biológico, se


generan de la capa externa ectodérmica del embrión, entonces en la piel se
encuentran todo tipo de neurotransmisores, de neurohormonas, de
receptores para todos los neurotransmisores y neurohormonas, etc. La piel
es el órgano inmunológico más extenso, con el que hace mas de 200.000
años los seres humanos primitivos andaban desnudos y esto era lo que los
protegía de lo externo. La piel tiene funciones similares al sistema nervioso.
El sentido del tacto, es un sentido muy desarrollado que no tiene una
localización en el cerebro muy específica. Hay un centro para la audición, un
centro para la visión, etc., pero no hay un centro del sentido del tacto, está
prácticamente difundido por toda la corteza.

Este CRH que produce el hipotálamo, además de su acción para


generar otras hormonas, tiene receptores en todo el organismo. En el
cerebro específicamente, es anorexigeno; aumenta la defecación; disminuye
la sexualidad; aumenta la agresión, porque hay que luchar, esto esta
potenciado por otra hormona que se llama Vasopresina (VP); disminuye el
sueño, manteniendo el estado de alerta, evidentemente uno está alerta; y
es antigénico, aumenta lo que se llaman interleuquinas o citoquinas
inflamatorias (IL-1, IL-6).

El CORTISOL que es la hormona estrella en el estrés, sus funciones


normales son aumentar la glucosa para tener más energía; es un corticoide,
tiene una actividad antiinflamatoria fundamental; aumenta los Aminoácidos
Excitatorios (Glutamato, Aspartato), generando mayor actividad cerebral y
mejorando la cognición, es decir que nos ayuda a comprender y aprender
con mayor rapidez, por eso en las situaciónes de estrés normal, por ejemplo
cuando estamos estudiando y nos acercamos al examen tenemos más
capacidad cognitiva que al empezar, porque el cortisol incrementa los
aminoácidos excitatorios; y tiene una Actividad Mineralocorticoide, que
significa que retenemos sodio y agua para tener mayor volumen circulante.

Ahora cuando se prolonga el estrés, cuando ya el cuerpo pasó la


etapa en la que puede tolerar estos procesos de emergencia, el cortisol se
transforma en un enemigo muy poderoso, ya que si tenemos el cortisol alto
por un tiempo muy prolongado se generan otros procesos que pasan a ser
patológicos y nocivos para el organismo. Se produce insulinoresistencia,
una condición en la cual los tejidos presentan una respuesta disminuida
para disponer de la glucosa circulante ante la acción de la insulina, que
puede desembocar en la diabetes; va a aumentar el acido clorhídrico en el
estomago, generando gastritis; la actividad antiinflamatoria se transforma
en una actividad inflamatoria, produce inmunosupresión; y empieza a haber
neurotoxicidad, ya sea por el propio cortisol y también porque los
aminoácidos excitatorios cuando están aumentados mucho tiempo por
encima de lo normal empiezan a hacer daño, a nivel de las dendritas, a
nivel de las conexiones sinápticas, y por ultimo también sobre las propias
neuronas; disminuye la serotonina y melatonina porque interfiere en el
metabolismo del tryptofano, y sobre todo disminuye los factores que tienen
que ver con el crecimiento del cerebro, con el neurodesarrollo y la
neuroplasticidad (STH, BNDF, NEUROTROFINAS, REELINA); también
produce interferencia en el metabolismo de la tiroides (T3/T4);
osteoporosis; e incremento de grasa visceral, etc.

En cuanto al sistema inmunológico innato, que son células o linfocitos


que nacen con nosotros (linfocitos citotóxicos, linfocitos Natural Killer,
células dendríticas, linfocitos T reguladores), que son capaces de destruir
todo lo que viene de afuera, virus, hongos, etc., y también destruyen (los
Natural Killer) las células que toman el camino de la reproducción anormal,
es decir el cáncer. Si el sistema inmune se deprime, como ocurre en el
estrés crónico, estas células empiezan a disminuir, no solamente en
cantidad sino en función y van a aparecer una serie de enfermedades
habituales cuando “se nos caen las defensas”, como por ejemplo, resfríos,
virosicas, anginas, bronquitis, etc. Pero también puede pasar que el
organismo este en un proceso de crear un cáncer, y si se encuentra en un
estado de estrés crónico el cáncer va a progresar, porque las células propias
que intentan controlarlo y destruirlo no funcionan. El estado de estrés
crónico genera propensión a enfermedades tanto a corto como a largo
plazo.

En este sentido es importante aclarar, según señala el Dr. Cólica


(2017) que Estrés, Ansiedad y Depresión es un continuo neurobiológico. Los
mismos fenómenos neurobiológicos se los puede aplicar si se habla de
depresión.

Todos los órganos que forman parte del sistema inmune, Adenoides;
Médula ósea; Ganglios linfáticos; Vasos linfáticos; Placas de Peyer; Bazo;
Timo; y Amígdalas, se comunican entre sí. Cuando viene algo de afuera, un
hongo, una bacteria y entra al organismo, instantáneamente todos estos
sistemas se comunican entre sí y se movilizan, para tratar de fabricar las
sustancias que necesitamos para poder neutralizarlo. Esa comunicación da
por unas sustancias que se llaman citoquinas, que se las llamo primero
interleuquinas, el nombre hace referencia a que a los globulos blancos se
los llama leucocitos, entonces la comunicación entre leucocitos se llamo
interleuquinas, después se van a llamar citoquinas. Todos los órganos del
sistema inmunológico, fundamentalmente los glóbulos blancos específicos
que se llaman linfocitos, producen citoquinas, entonces instantáneamente el
cuerpo se inunda de citoquinas y todo el sistema se conecta y se moviliza.
Pero se descubrió que otros órganos que no son del sistema inmunológico
también producen citoquinas, prácticamente las citoquinas las producen casi
todos los sistemas, y van a actuar sobre el mismo sistema o sobre el
sistema inmune. Además, se descubrió que una de estas citoquinas que se
llama interleuquina 1 (IL-1), cuando llega al cerebro en un nivel
determinado, desencadena todos los fenómenos antes explicados, activa el
hipotálamo y se produce toda esa cascada neuroendocrina de la respuesta
de estrés. Después se descubrió que el cerebro en las células gliales puede
producir sus propias citoquinas, por lo tanto el cerebro aparte de ser un
órgano endocrino, es también un órgano inmunológico, y las citoquinas del
cerebro pueden ser inflamatorias, produciendo lo que se llama,
Neuroinmunoinflamacion, que actualmente está en la génesis de casi todas
las enfermedades cerebrales e incluso algunas psiquiátricas.

LOS EFECTOS DEL ESTRÉS MATERNO PRENATAL Y PERINATAL

Enfocándose en el tema del estrés de la mujer embarazada, el estrés


materno prenatal y perinatal, el Dr. Cólica (2017) comenta que la mujer
puede estar sometida a muchas situaciones estresantes antes de tener un
hijo o al momento de tener un hijo, como la violencia (cualquier acto de
maltrato físico, sexual, psicológico, económico o sobre exigencias, presión,
acoso u hostigamiento laboral contra la mujer), sobre-exigencias laborales;
los conflictos familiares o de pareja; condiciones de pobreza y
vulnerabilidad, etc.

En una serie de trabajos muy importantes que fueron publicados,


(Barker, 1988; Weinstock, 2003 – 2005) se demostró que el estrés materno
pre y perinatal puede alterar la expresión de neurotransmisores,
neuromoduladores y sus receptores. El estrés y la desnutrición, ambas
cosas de la madre, y del niño en las primeras etapas posteriores al
nacimiento, o sea lo perinatal, inhiben los factores de crecimiento que
hacen al neurodesarrollo.

David Barker (1979) que era un pediatra y epidemiólogo ingles


comenzó a estudiar qué paso con los niños que nacieron en Ámsterdam en
los años de la hambruna de Holanda, y los siguió durante 30 o 40 años, y
vio que todos esos chicos que tenían un bajo peso al nacer, tuvieron mayor
riesgo de padecer enfermedad coronaria, hipertensión, diabetes y accidente
cerebrovascular, y eso se llamo “Fenotipo Ahorrador” (Gluckman et. al.,
2016), esto se debe a que esos chicos segregan menos insulina mientras
están en el vientre de la madre para ahorrar glucosa y después van a sufrir
todas esas consecuencias. Martha Weinstock (2003 – 2005), después pudo
determinar que esto que decía Barker, también le producía a estos chicos
aumento de la ansiedad, disminución del metabolismo de la dopamina,
alteraciones de la conducta social, etc.

Los Factores de Crecimiento Nervioso (FSN o NGF) son proteínas


presentes en el sistema nervioso y otros sistemas del cuerpo humano
necesarias para la supervivencia y desarrollo de las neuronas en el periodo
embrionario. Regulan síntesis noradrenalina fetal; dirigen la migración y
crecimiento de las vías neuronales; y de las neuronas del hipocampo. Estos
son: Factor de Crecimiento Nervioso (NGF); Factor Neurotrofico Derivado
del Cerebro (BDNF); REELINA (Neuronas Gabaergicas – Migración);
Neurotrofina 3 (NT-3); Factor Neurotrofico Ciliar (CNTF); la Hormona del
Crecimiento STH; Factores de Crecimiento Simil Insulina 1 y 2 (IGF 1 y 2).
Son todos estos factores que se alteran por el estrés de la mamá y que van
a afectar el neurodesarrollo y el desarrollo posterior del niño.

Los IGF son importantes en la promoción de la proliferación celular y


la muerte celular (apoptosis), su inhibición favorece la senescencia
(envejecimiento celular). El IGF-1 (somatomedina) está involucrado en la
regulación del neurodesarrollo, incluyendo: neurogénesis; mielinización y
sinaptogenesis; ramificación dendrítica; y neuroprotección. El IGF-2 es un
factor de crecimiento primario requerido para el desarrollo fetal y necesario
en el hipocampo del adulto.

La REELINA aumenta la neuroplasticidad. La Neuroplasticidad es la


capacidad del sistema nervioso para adaptarse al entorno, cambiando su
estructura y funcionamiento. Las neuronas pueden remodelarse tanto
anatómica como funcionalmente y formar nuevas conexiones. Neuronas
generadas durante el desarrollo embrionario mantienen características
inmaduras durante la vida adulta. Estas células se encuentran ampliamente
distribuidas por la corteza cerebral. Posteriormente pueden madurar e
incorporarse a los circuitos cerebrales. Muchas enfermedades neurológicas
están relacionadas con la disminución de la expresión de REELINA, una de
las neurotrifinas, que tiene que ver con la migración de las neuronas, que
en un momento del desarrollo van migrando hasta ubicarse en el lugar que
deben tener en el cerebro. Una alteración en la secreción de reelina, en la
cantidad que se produce en el organismo, tiene relación con todas estas
enfermedades: enfermedades psiquiátricas (esquizofrenia, autismo,
alzheimer, trastorno bipolar, desorden depresivo mayor); epilepsia;
lisencefalia; microcefalia.

El estrés prolongado disminuye la neurogenesis en el Gyrus Dentado


y el Hipocampo por incremento de Glucocorticoides (Gc), Aminoacidos
Exitatorios (Glutamato) y diminución de niveles de Neourotrofina o Factor
Neurotrofico de crecimiento Derivado del Cerebro (BDNF). Esto es
importante porque se descubrió que hay neurogénesis en el gyrus dentado
(Talesnik, 2012). El gyrus dentado es una zona de la corteza que esta
encina del hipocampo que tiene que ver con nuestra memoria. El gyrus
dentado le proporciona células que se transforman en neuronas al
hipocampo. Esto es bastante nuevo y significa que en el cerebro puede
haber zonas donde se regeneren neuronas. Este proceso de regeneración
neuronal a partir de Gyrus dentado y mantenimiento por tanto de la
memoria o mejoría de la memoria se ve interrumpido por estas sustancias.

Las amígdalas cerebrales estan desarrolladas desde el tercer


trimestre de embarazo, por eso son muy importantes los recuerdos
emocionales que se suscitan en los primeros estadios de la vida. El cortisol
materno en exceso, pasa a la placenta y afecta al desarrollo del hipocampo
y las amígdalas fetales. Lo que pasa en la madre se va a gravar en las
amígdalas cerebrales como un recuerdo emocional, entonces la violencia, el
estrés, la ansiedad, las carencias, el rechazo de ese niño, todo esto que
puede sentir la madre se fija durante el embarazo en las amígdalas
cerebrales y debemos recalcar que todo esto que el niño esta
emocionalmente captando cuando está en gestación y cuando nace, y
después que nace, se da sobre un individuo que no puede enfrentar ni
luchar, que esta impotente ante el sufrimiento.

Entonces si hay una situación muy grave de carencia, de rechazo de


ese niño, eso se va a fijar en las amígdalas cerebrales del niño, no se va a
fijar el recuerdo consciente, se va a fijar el sufrimiento, se va a fijar la
emoción negativa con sufrimiento, y ese niño puede tener situaciones
durante su vida que lo van a hacer sufrir mas allá de lo normal, se van a
manifestar quizás como trastornos de pánico en algún momento y no vamos
a saber que ocasionó el trauma, porque el trauma estaba en este momento
temprano de la evolución, pudiendo generar TEPT a lo largo de la vida. De
manera que existe un determinismo biológico de la vulnerabilidad al estrés,
proveniente de estrés de la madre, pero este determinismo puede ser
absoluto o relativo, porque si luego de nacer este niño es tratado con afecto
y rodeado de cariño, se lo va a alimentar adecuadamente y se lo saca del
ambiente hostil, de violencia, etc. ese niño puede tener un desarrollo
normal, pero si continua este escenario, esto se fija alrededor de los tres
primeros años y es muy difícil que se modifique. Son los niños que no
pueden desarrollar bien su lóbulo frontal, que no pueden controlar los
impulsos, etc. El determinismo existe y recién cuando las madres
embarazadas sean protegidas, cuando el estado cree un sistema de
protección de madres embarazas y de niños recién nacidos ahí entonces si
vamos a estar modificando verdaderamente esta cuestión desde lo social.

Otra consecuencia tiene que ver con el triptófano, que se asocia a los
abortos. Se producen tres veces más abortos espontáneos en las madres
estresadas que en las normales, los abortos espontáneos se producen antes
de la semana 17. En el estrés crónico, se altera metabolimo del triptófano
(un aminoácido), que en lugar de generar serotonina y melatonina, toma un
camino que no debe fabricando enzimas que no corresponden que van a
generar acidos kinurenico y quinolinico, los cuales son terriblemente
neurotóxicos. Los niños recién nacidos que tienen altos niveles de estos
ácidos terminan muriendo. La placenta genera y requiere tryptofano como
mediador inmunológico para evitar el rechazo del feto, su disminución se
relaciona con mayor frecuencia de abortos, partos prematuros y
alteraciones del neurodesarrollo. La alteración del triptófano además genera
el insomnio.

El estrés materno por tanto afecta los factores del neurodesarrollo y


del crecimiento que desembocan en enfermedades neurológicas,
metabolicas y cardiovasculares. El estrés prenatal produce en el niño:
reducción del peso al nacer; enfermedades alérgicas (atopias dérmicas,
bronquiolitis, asma); alteraciones conductuales y del neurodesarrollo; son
más propensos a la obesidad infantil. En el adulto: causa
insulinoresistencia; hiperglucemia; hipertensión arterial (HTA); dislipemia
(síndrome metabólico de alteración de las concentraciones de lípidos y
lipoproteínas –colesterol y triglicéridos- en la sangre); mayor reactividad del
eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), que genera mayor
vulnerabilidad al estrés; inmunoinflamación; mayor ansiedad y
enfermedades psiquiátricas desde la adolescencia; alteraciones cognitivas y
enfermedades neurodegenerativas.

Existen estudios desde el 2014 (Bock et. al. 2014) donde se ha


descubierto que estas alteraciones que produce el estrés materno en el niño
se pueden transmitir transgeneracionalmente, y esto se llama transmisión
epigenética, es decir, no solo se transmite lo que traen los genes, lo
hereditario, las enfermedades genéticas, se descubrió luego del genoma,
que lo externo puede alterar lo que los genes producen. Cada gen esta
codificado para producir proteínas que en el organismo se van a transformar
en enzimas, en hormonas, en neurotransmisores, etc., pero ocurre que lo
externo, desde lo físico pero también lo emocional, va a alterar la
producción de esas proteínas. El gen que tenía que producir tal proteína, es
influenciado por algo que viene de afuera y se altera la transcripción de
esas proteínas dentro de la célula, entonces la proteína que se iba a formar
sale mal formada y no actúa como debe. La enzima que se tenía que
transformar, por ejemplo, en tryptofano y en serotonina no funciona y
aparece otra que estaba reprimida, oculta, que toma poder y lleva el
tryptofano hacia otra vía. Ese fenómeno ocurre en todo el organismo, se
llama epigenético, y eso ocurre por factores físicos, químicos, virósicos,
etc., pero también por factores psicoemocionales, que también producen
alteraciones epigenéticas, lo cual fue probado en el laboratorio recién hace
alrededor tres años. Hay documentación de estudios de descendientes de
mujeres que estuvieron en el holocausto, embarazadas en ese momento o
que quedaron embarazadas después de estar en los campos de
concentración y que demuestran las consecuencias de los traumas que
sufrieron esas mujeres se transmitieron a los hijos, a los nietos y a los
bisnietos. Ya es algo probado que todo aquello que este modificando
nuestro mapa genético desde lo epigenético se lo podemos transferir a los
hijos, nietos, etc., se pueden transmitir enfermedades autoinmunes, hay
familias que tienen más suicidios, hay cuestiones que no se pueden explicar
genéticamente pero si desde la epigenética.

Si se puede modificar por factores emocionales lo que los genes


producen y entonces producir una enfermedad o un trastorno, también
sabemos entonces que desde afuera, tratando lo psicoemocional podemos
modificar en un sentido positivo lo que antes se desvió, y entonces vamos a
evitar que esa modificación epigenética se vaya transmitiendo y aparezcan
en bisnietos, los traumas de los bisabuelos.

RELACION ENTRE EL ESTRÉS Y LAS CONCEPCIONES


REICHIANAS

A partir de los desarrollos anteriores se puede conjeturar que el


estrés crónico es la actitud crónica de contracción comandada por el
sistema simpático, es decir el acorazamiento o “la simpáticotonia crónica”
que menciona Reich, el cual es fundamento de todas las enfermedades
biopáticas, como este autor las llama.

Por lo tanto el individuo crónicamente acorazado sin posibilidad de


pulsación y descarga adecuada de su energía vital es un individuo
vulnerable al estrés patológico o distrés en cualquiera de sus
manifestaciones como síndromes o trastornos y también vulnerable a
cualquier tipo de enfermedad que este estado predispone. De este modo,
como opina el Lic. Crociara el concepto de estrés puede tomarse como un
eufemismo, ya que se utiliza en el ámbito médico para hablar del impacto
emocional de las experiencias del sujeto en su organismo, de la generación
y modos de tramitación de las emociones y sus consecuencias funcionales o
disfuncionales pero sin referirse específicamente a ellas.

Los organismos primitivos contaban con un sistema de defensas


instintivas restringidos ante el peligro o los depredadores para conservar su
supervivencia, es decir la activación para la huida o la lucha. Diferentes
organismos se fueron complejizando hasta llegar al organismo humano que
al contar con la corteza cerebral pudo aprender a generar una amplia gama
de mecanismos defensivos y de afrontamiento de las situaciones para la
adaptarse a las condiciones de vida que les toque enfrentar.

Considerando la unidad psicosomática, los mecanismos de defensa


psíquicos o la coraza caracterial, pueden pensarse unidos a procesos
biológicos del sistema inmunológico, del sistema simpático y del sistema
endocrino en el afrontamiento de las situaciones estresantes que pueden
relacionarse a conflictos psíquicos o ambientales, o ambos
interrelacionados. Cada mecanismo de defensa posee entonces un
componentes orgánico que estaría relacionado a la coraza muscular.

Todos los mecanismo defensivos, según Crociara, tienen en su base


lo disociativo, por lo tanto en la respuesta crónica de estrés o destres, lleva
implicados los mecanismos disociativos para cortar contacto con los
insoportable.

El contexto actual es favorecedor del estrés crónico o patológico, o


del acorazamiento en el sentido reichiano, ya que existen mayores
demandas sociales y laborales en condiciones desfavorables y complejas de
violencia, labilidad vincular, vulnerabilidad social y económica, favoreciendo
personalidades con estructuras psíquicas con deficiencias en su
estructuración, vulnerables y con vínculos escasos y deficientes. Esto
produce un círculo vicioso, ya que tiende a generar estructuras
psicosomáticas cada vez más frágiles que se estresan con mayor facilidad,
con mayor predisposición a la enfermedad de cualquier tipo.

La posibilidad de flexibilizar el sistema orgánico psicosomático, para


que pueda responder a las demandas del medio sin estresarse
crónicamente, a partir de la resolución de conflictos emocionales y el poder
disponer de variedad de recursos psicofísicos para afrontar las situaciones y
regularizar los estados emocionales, sirve tanto para prevenir como para
favorecer la curación de enfermedades ya desencadenadas, que de lo
contrario empeoran si el organismo se mantiene en situación de estrés o
contracción crónica.

A mayor prematuridad de las experiencias estresantes, menor es la


capacidad del organismo para enfrentarlas y superarlas, generando mayor
vulnerabilidad y debilidad del organismo para enfrentar las situaciones a lo
largo de su desarrollo, y por tanto, mayor predisposición a la enfermedad.
Esto remarca entonces la importancia de la promoción y el cuidado de la
salud de los niños y las madres embarazadas.

REFERENCIAS

 Cólica Pablo (2017). Psiconeuroinmunoendocrinología (PINE) del Estrés.


Desgravación inédita de conferencia en Jornada de extensión: Stess: un
flajelo en nuestra época. Fac. de Psicología, UNC, 2017.

 De Rivera Luis (2010) Los síndromes del estrés. Madrid, España.


Editorial Síntesis.

 CIE 10

 DSM-IV

 Reich, Wilhelm (1980). Análisis del Carácter. Buenos Aires, Argentina:


Editorial Paidós.

 Reich, Wilhelm (1985). La Biopatia del Cáncer. Buenos Aires, Argentina:


Ediciones Nueva Visión.

 Reich, Wilhelm (1983). La Función del Orgasmo. Buenos Aires,


Argentina: Editorial Paidós.

 Wikipedia: Estrés

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