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Agosto, 2015

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RESUMEN

El   presente   trabajo   pretende   ser   una   propuesta   de   reflexión   filosófica   que   gira   en   torno   al
pensamiento   de   Teresa   de   Jesús   concretamente   a   través   de   su   escrito:   El   libro   de   la   Vida,
narración   de   una   vivencia   y   experiencia   pura.   Vivencia   entendida   desde   el   punto   de   vista
fenomenológico concebida por Edmund Husserl como unidad intencional donde se conjuntan
conciencia y mundo en sus contenidos. Vivencia que se manifiesta por sentimientos, recuerdos,
pensamientos, afectos, percepciones y sensaciones. Experiencia que hilvana vida y obras (escrita
y fundacional) de manera magistral de tal forma que no se encuentran a simple vista los límites
entre una y otras. Experiencia de la libertad porque como dice Husserl en su libro de Ideas I:
“sólo por medio de actos de experiencia reflexiva sabemos algo de las corrientes de las vivencias
y de la necesaria referencia de ellas al yo puro”.1 Experiencia fenomenológica porque Teresa, al
escribir el Libro de la Vida, nos enseña lo que Husserl siglos después en su libro Investigaciones
Lógicas denominó como “retroceder a las cosas mismas”,2 llegar a la esencia, al origen del sí
mismo. A través de un ejercicio  que Husserl llamó  epojé, actitud  crítica ante lo que se nos
aparece, para ir más allá, y que Teresa logró compartir en este escrito. En el presente ejercicio
tanto el método como la filosofía fenomenológica, nos ayudan a comprender la vida y obra de
Teresa de Jesús en el Libro de la Vida. En este documento, todos los caminos nos llevan a la
libertad,   a   la   felicidad,   al   amor,   a   la   vida.   Ya   sea   desde   la   realidad   humana,   ya   desde   el
conocimiento y expresión, ya desde la acción. Teresa una mujer que trascendió su tiempo y su
espacio   histórico,   con   su   peculiar   manera   de   ver   la   realidad,   su   coherencia,   su   claridad   y
determinación hacen de ella una mujer renacentista, moderna y definitivamente contemporánea.
Teresa escritora, maestra, mística, forjadora de vida y pensamiento, definitivamente nos hereda
su testimonio de vida: prudente y subversiva buscadora de la verdad En este contexto, la libertad
deja de ser idea, concepto y se transforma en experiencia viva. Aunque el Libro de la Vida se
encuentra enmarcado en un contexto místico y religioso, la experiencia teresiana, trasciende sus
espacios originarios para insertarse en el terreno filosófico, con su propuesta de método y modo
de ver y pensar la realidad.

(Palabras clave: experiencia, conocimiento, libertad)
1 Husserl, E. Ideas I, o.c., p. 179 2 Husserl, E. Investigaciones Lógicas I, o.c., p. 218

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ABSTRACT

This paper is a proposal of philosophical reflection that revolves around the thought of Teresa de
Jesus, specifically through her work: El libro de la Vida (The Book of Life), which is a narration
of   a   life   lesson   and   pure   experience.   A   life   lesson   understood   from   the   phenomenological
perspective   conceived   by   Edmund   Husserl   as   an   intentional   unity   where   consciousness   and
world come together in their contents. A life lesson that is manifested by feelings, memories,
thoughts, affection, perceptions and sensations. Experience that outlines life and works (written
and   foundational)   masterfully   so  that   the   boundaries   between   one   and  other   are   not  at   first
glance. Experience of freedom because as Husserl says in his Book of Ideas I: "only through acts
of reflective experience we know something about the tendencies of life lessons and the required
reference of them to the ego pure".3 Phenomenological experience because when Teresa wrote
El libro de la Vida, she teaches us what Husserl centuries later in his book Logical Investigations
referred to as "back to the things themselves"4, to reach the essence, to the origin of oneself.
Through an exercise that Husserl called epoché, a criticism of what appears to us in order to go
further, and that Teresa was able to share in her work. In this exercise, both the method and the
phenomenological philosophy help us to understand the life and work of Teresa de Jesus in El
libro de la Vida. In this document, all roads lead us to freedom, happiness, love, life. Either from
human reality, from the knowledge and expression or from the action. Teresa, a woman who
transcended   her   time   and   historical   space,   with   her   peculiar   way   of   seeing   reality.   Her
consistency,   clarity   and   determination   definitely   make   her   a   contemporary,   modern   and
renaissance   woman.   Teresa,   a   writer,   teacher,   mystic,   forger   of   life   and   thought,   definitely
inherited us her testimony of life: wise and subversive truth seeker. In this context, freedom is
not longer an idea or concept since it becomes a living experience. Although El libro de la Vida
is framed in a mystic and religious context, Teresa's experience transcends its original spaces to
be inserted at the philosophical level, with her proposed method and way of seeing and thinking
about freedom.

(Key words: experience, knowledge, freedom)
3 Husserl, E. Ideas I, o.c., p. 179 4 Husserl, E. Logical Investigations I, o.c., p. 218

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INDICE
PRESENTACIÓN 7
Capítulo I. INTRODUCCIÓN Y ESTRUCTURA TEÓRICO METODOLÓGICA
8
A. Antecedentes y justificación 8
B. Formulación del problema e hipótesis 10
C. Referentes teóricos 13
D. Metodología 14
Capítulo II. HACIA LA COMPRENSIÓN FILOSÓFICA DE TERESA DE
JESÚS, A TRAVÉS DEL LIBRO DE LA VIDA 16
A. La persona de Teresa, forjadora de su vida y pensamiento 20
1. Como mujer 20
2. Como escritora 24
3. Como maestra 26
4. Como mística 34
B. La vida de Teresa de Jesús como ejercicio filosófico 37
1. ¿Quién soy? 38
2. ¿De dónde vengo? 42
3. ¿A dónde voy? 43
C. El libro de la vida de Teresa de Jesús 46
5
Capítulo III. EJES CONCEPTUALES Y CATEGORÍAS FILOSÓFICAS
DERIVADAS DE SU VIDA Y QUEHACER 51
A. Eje conceptual de la realidad humana 52
1. Experiencia 53
2. El discernimiento 56
3. El sentido de la vida 60
4. La naturaleza humana 62
B. Eje conceptual del Conocimiento / Expresión 64
1. Lenguaje / comunicación 66
2. Cultura, política y educación 70
C. Eje conceptual de la acción 73
1. Unión 75
2. Desapego: epojé - desasimiento - purificación -
purgación 78
3. Mística: totalidad - cuerpo - alma - espíritu -
reflexión 79
Capítulo IV. ÚLTIMAS CONSIDERACIONES Y CONCLUSIONES 81
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 86
6
PRESENTACIÓN
El objetivo principal del presente trabajo es reflexionar sobre la
experiencia
fenomenológica de la libertad que Teresa de Jesús nos ofrece en el
Libro de la Vida.
El primer escrito de su extensa obra, fue escrito en el primer convento
fundado por
ella misma en San José de Ávila y realizado por instrucción de su
director espiritual.
Aunque este documento se encuentra enmarcado en un contexto
místico y religioso,
la experiencia Teresiana, trasciende sus espacios originarios para
insertarse en el
terreno filosófico, con su propuesta de método y modo de ver y pensar
la realidad,
como ya lo hiciera Edith Stein en su obra de Las Moradas, a la luz de la
filosofía
moderna, cuyo análisis fenomenológico lo hace patente de manera
magistral.
En un segundo momento, se desprende de este documento, que las
tres
preocupaciones de Teresa al escribir el libro de su vida coinciden con
los tres
grandes problemas de la filosofía de manera interrelacionada, como
son: la realidad,
el conocimiento y el actuar o la acción humanos bajo contextos
históricos
específicos. Partiendo de la experiencia de la realidad del ser en su
perspectiva
antropológica, considerando al ser en cuanto humano. El
conocimiento, como un
proceso de re-consideración de los contenidos de la conciencia y
examinarlos como
puramente dados. Y finalmente, la propuesta del actuar que nos
introduce en el
terreno de la libertad, los valores y la mística como una cultura
humanística
determinada. Así, los abordajes antropológico, epistemológico y ético
enmarcan la
reflexión filosófica de este trabajo.
Así pues, el Libro de la vida es también una invitación a considerar el
terreno de la mística, como un terreno fértil donde la realidad, el
pensamiento y la
libertad se experimentan y funden de manera diáfana y comprensiva
para toda
aquella persona que guste de la lectura, de la reflexión, de la
observación de la
realidad intersubjetiva y que quiera encontrarse consigo misma, bajo
una conciencia
situada en el mundo.
7
Capítulo I. INTRODUCCIÓN Y ESTRUCTURA TEÓRICO METODOLÓGICA
A. Antecedentes y justificación
A lo largo de la historia del pensamiento, desde los griegos y hasta la
actualidad, el concepto de libertad ha sido reflexionado, entendido y
aplicado de
diferentes maneras: como posibilidad de autodeterminación; como
posibilidad de
elección; como acto voluntario; como espontaneidad; como margen de
indeterminación; como ausencia de interferencia; como liberación
frente a algo;
como liberación para algo; o como realización de una necesidad. Los
autores
cristianos por su parte, como San Agustín o Santo Tomás de Aquino
vieron a la
libertad como una cuestión relacionada con la gracia y la elección de
algo
trascendente. Sin embargo, ejercitar la libertad en el mundo, en la
actualidad se
presenta como un conflicto en el que no se encuentra el punto medio.
Hemos llegado a un momento de la historia de la humanidad en el que
más
que llegar a un punto de encuentro sobre el ejercicio de la libertad,
hemos llegado
al tiempo donde todo se ha relativizado, propiciando con ello que la
verdad, la
felicidad, la libertad, la justicia, por mencionar algunos tópicos
humanos, sean
interpretados a la luz de los intereses personales, sin que haya una
conciencia
amplia y crítica de lo que significan en realidad y mucho menos, sin la
posibilidad
de experimentar cada uno de estos valores de manera cotidiana. Como
en una torre
de Babel, donde todos hablan, nadie se entiende y la convivencia se
hace imposible,
en el mundo actual se presenta la intolerancia, el egoísmo, la falta de
solidaridad, la
falta de comprensión del otro, en síntesis, la deshumanización.
La fundamentación teórica de este trabajo estará basada en la
fenomenología de E. Husserl y en las aportaciones fenomenológicas
que hace E.
Stein sobre la comprensión de la persona y las vivencias espirituales.
Dentro de las
categorías que serán aplicables al presente trabajo se encuentra
como eje principal,
la experiencia como posibilidad de conocimiento. Donde la estructura
de la persona
8
humana se encuentra conformada constitutivamente por cuerpo, alma
y espíritu en
correlato con la totalidad del mundo, tanto circundante como
intersubjetivo.
La intuición, la sensación, el sentimiento, la intencionalidad, la
empatía y el
sentido del ser finito en contraposición con el ser eterno, también
juega un papel
central en esta experiencia fenomenológica de la libertad, ya que a
través de ella se
puede captar la esencia y los sentidos de la vivencia.
Debido a que la experiencia de la libertad en Teresa de Jesús va de la
mano
de la fe experimentada por Dios como trato de amistad y de la
elección constante
de algo trascendente, expresada en formas concretas de compromiso
y entrega
amorosa personal, también esa experiencia se encuentra relacionada
con el
desapego de las cosas del mundo y con el hecho de que nuestra
libertad está
vinculada con la entrega gratuita de Jesucristo en la cruz a los
hombres. Por ello, el
desarrollo del Libro de la Vida es una expresión e invitación a
experimentar la
libertad en el mundo, bajo lo divino y lo humano, lo infinito y lo finito,
como sentido
que ilumina y da fuerza en la vida.
El mundo contemporáneo está sufriendo una serie de
transformaciones en
estos primeros años del siglo XXI, donde las estructuras políticas,
sociales,
culturales, económicas se encuentran enfrentando una severa crisis,
las cuales
están presionando a las diferentes instituciones como la familia, la
escuela, el
entorno laboral y social a realizar cambios abruptos en sus formas de
ser y hacer
las actividades que a cada ámbito competen. La tecnología ha
irrumpido en el
panorama social con tal fuerza que, el impacto que el ser humano
sufre en la
actualidad, nos enfrenta a fenómenos nunca antes vistos como: el de
las redes
sociales, la despersonalización, individualización y en síntesis, otra
vez, a la
deshumanización.
Por tanto, es un momento importante en la historia de la humanidad,
para
que se analice la realidad a la luz de conceptos que a lo largo de la
historia han
9
preservado su vigencia y que nos orienten sobre cómo resolver los
problemas que
se presentan en nuestra sociedad actual. De tal forma que lo que se
propone en el
presente trabajo es un estudio filosófico que gire en torno al
pensamiento de Teresa
de Jesús, no como santa, sino como portadora de un corriente mística
que ha
trascendido con el paso de tiempo y que conserva su vigencia por su
concepción
del ser humano, su propuesta de acceder al conocimiento, sus
elementos
integradores de la realidad, su forma de entender la política y las
orientaciones que
nos da a través de su vida y obra para comprender la totalidad de las
estructuras
del ser humano en sus relaciones al interior y exterior del ser mismo.
Mucho se ha estudiado ya la vida y obra de Teresa de Jesús desde
diferentes perspectivas, desde el aspecto meramente histórico,
contextual, literario,
teológico hasta psicológico. En ese sentido, el presente trabajo no
pretende
descubrir el hilo negro de las aportaciones teresianas. Más bien tiene
la intención
de hacer un ejercicio filosófico que nos permita adentrarnos en el
concepto de la
libertad humana y a ese “Castillo Interior” al que E. Stein le llama el edificio físico ­
síquico - espiritual que llamamos hombre a la luz de la filosofía
moderna, con los
estudiosos de la ciencia del espíritu y del alma como Dilthey,
Brentano, Husserl y
sus escuelas. Asimismo, se revisan las aportaciones filosóficas a la
mística por parte
de pensadores contemporáneos, tales como Bergson, Unamuno,
Vasconcelos y
otros, a fin de explicitar la repercusión cultural de la experiencia
mística en el mundo
contemporáneo.
B. Formulación del problema e hipótesis
A lo largo de la historia del pensamiento, las diferentes corrientes
filosóficas
han realizado propuestas que giran en torno a temas centrales de la
existencia
humana y abordan los tres problemas centrales de la filosofía, como
son la realidad
del ser, como llegamos al conocimiento de la realidad y la acción o el
actuar del ser
humano en un espacio y un tiempo determinado. De tal forma que,
desde esta
perspectiva filosófica, trataremos de analizar la contradicción que se
presenta en la
10
época actual entre vida - palabra - acción del concepto de libertad, a
la luz del
pensamiento de Teresa de Jesús.
La libertad no es sólo una idea, es un concepto que al igual que la
justicia,
la felicidad y el amor tienen su razón de ser y existir en el día a día,
que se aplican,
se conocen y existen a través del tiempo y el espacio por medio de la
experiencia
humana para una mejor convivencia.
En la actualidad existen muchas maneras de entender al sujeto, las
ciencias sociales y humanísticas a través del tiempo, nos han
proporcionado las
herramientas conceptuales para aproximarnos a su comprensión. Sin
embargo, en
estos diferentes esfuerzos muchas de las veces la realidad rebasa a
las corrientes
de pensamiento haciendo imposible que se logre una comprensión
integral del
sujeto en la actualidad. Logrando únicamente adaptar realidades a
conceptos sin
llegar a una comprensión de la totalidad.
Para poder llegar a este objetivo, necesitamos una perspectiva del
sujeto
que integre su ser, su expresión y su acción como un todo, que nos
permita acceder
a su pensamiento y a la comprensión de su realidad, sin forzar a las
categorías a
adaptarse a la realidad o viceversa.
La idea de la libertad, en ese sentido, adquiere un matiz diferente,
debido
a que el camino de la experiencia que propone Teresa nos lleva a la
comprensión
de la idea, desde el sujeto y al mismo tiempo nos orienta sobre como
poder
experimentar la realidad en el mundo.
Como la presente investigación tiene la condición de ser básica, por
las
características de la disciplina, la pretensión está orientada a aportar
elementos
teóricos y metodológicos que permitan estudiar filosóficamente el
fenómeno de la
libertad, desde la experiencia humana y mística, a través de una
autora (Teresa de
Ávila) que ha sido reconocida por intelectuales, artistas, políticos y
diversas
11
tradiciones religiosas como un personaje relevante en la cultura
española e
iberoamericana.
Para encontrar un sujeto completo no podemos encontrar su
fundamento
en la ciencia. En ese sentido, Teresa de Jesús, a partir de su mirada
femenina nos
ofrece a través de su obra una propuesta epistemológica para
recuperar al sujeto
en su concepción integral y actual, al tiempo que nos ayuda a
identificar las
limitaciones que hay sobre la visión del ser humano especialmente a
través de la
libertad y la trascendencia. Al mismo tiempo, en el presente trabajo se
pretende
investigar el pensamiento basado en la experiencia y obras donde se
clarifique la
libertad y la trascendencia
Por otro lado, también se propone en el trabajo sugerir aportaciones
antropológicas, gnoseológicas, axiológicas y éticas que tengan un
impacto en
materia de educación, cultura y comunicación, y sus diversos
programas y
expresiones, donde el concepto de la libertad humana, la naturaleza
humana,
empatía y sentido de vida son claves para promover el desarrollo de la
persona de
manera individual, grupal o colectiva.
Problema: La evolución de las sociedades y la fragmentación de la
ciencia
para el estudio, abordaje y comprensión de las actividades y
comportamiento
humanos ha traído como consecuencia un problema de reduccionismo
donde por
lo general se mutila el objeto de estudio, para su comprensión
provocando con ello
que los elementos integradores y constitutivos del ser humano se
estudien y
analicen desde perspectivas limitadas ya sea como evolución (historia,
demografía,
arqueología), como interacción social (sociología, economía,
antropología), como
ciencias aplicadas (derecho o pedagogía) o de manera genérica en el
área de las
humanidades (ciencias políticas, de la comunicación, semiología, etc.)
perdiendo
así el sentido de la totalidad.
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Hipótesis: el conocimiento, comunicación y la acción fundamentada en
la
experiencia permiten una visión de totalidad del ser humano y de la
sociedad
cimentado en la libertad y la trascendencia como elementos que
definen su sentido.
Por ello, la intención del presente proyecto, es explorar el pensamiento
y
las aportaciones de Teresa de Jesús, para la comprensión del sujeto,
de la libertad
y la trascendencia, debido a la vigencia de su pensamiento que por su
fuerza,
coherencia y lo contundente de sus aportaciones la convierten en una
mujer que
trascendió su tiempo y espacio haciendo de ella una mujer
renacentista, moderna y
desde luego netamente contemporánea.
C. Referentes teóricos
En este aspecto, la perspectiva fenomenológica como posibilidad de
conocimiento nos lleva a la percepción de la persona con una
estructura integral
donde el cuerpo, el alma y el espíritu forman una totalidad y la
integración de
categorías como la sensación, el sentimiento, la intuición, la
intencionalidad, la
empatía forman parte de los diferentes planos de la estructura de la
persona, capaz
de conocimiento que posibilitan el acceso a las reflexiones filosóficas
del ser, la vida
y el mundo.
A diferencia del empirismo, funcionalismo, materialismo y
positivismo,5 el
método fenomenológico nos ofrece con todas sus categorías la
posibilidad
comprender nuestra realidad interna y externa y la de los otros, en un
todo armónico
que incluye conocimientos, valores costumbres y formas de actuar.
En el Libro de la Vida de Teresa de Jesús, se nos comparte la
experiencia
de la libertad humana y de cómo conceptos tan antiguos y a la vez
actuales como:
la naturaleza humana, los valores, la educación, la cultura, la
comunicación y el
5 Reale, Giovani. Antiseri, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico, Editorial Herder, Barcelona, 
1991.

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lenguaje, el desapego y el sentido de la vida, la libertad, la felicidad y
el amor son
los elementos claves para una armoniosa convivencia humana. Sin
embargo, en
nuestra realidad actual el uso de las innovaciones tecnológicas y el
menosprecio de
los valores humanos, nos ha llevado a un sinsentido en las
experiencias de la vida,
generando con ello una sociedad caótica que se manifiesta en
problemas como la
desintegración familiar, el aborto, los problemas de “preferencia sexual”, el suicidio,
el racismo, la intolerancia entre otros muchos signos característicos
del mundo
contemporáneo.
D. Metodología
En un primer momento, se pretende realizar un análisis
fenomenológico de
la vida y el libro de la vida de Teresa de Jesús para definir los ejes de
su
pensamiento, utilizando las categorías fenomenológicas propuestas
por E. Husserl
y E. Stein como son la estructura de la persona humana (cuerpo, alma
y espíritu),
la conciencia, la experiencia como posibilidad de conocimiento, la
intuición, las
vivencias, la empatía, sensación, sentimiento, intuición,
intencionalidad, esencia y
sentido que participan en el proceso cognoscitivo.
Se realizará un análisis contextual histórico y literario, de los
elementos
que giran en torno a la vida y el libro de la vida de Teresa de Jesús
para desvelar la
esencia de la libertad y, por analogía, intentar comprender que es lo
que ha sucedido
con esta idea en el transcurrir del tiempo.
El libro de la vida será el centro y el eje de la vivencia de libertad,
como
experiencia fenomenológica, para profundizar en los diferentes
aspectos que la
conforman. Aquí se revisan las aportaciones de filósofos
contemporáneos
(Unamuno, Bergson, etc.) en sus repercusiones contemporáneas.
Como la presente investigación tiene la condición de ser básica, por
las
características de la disciplina, la pretensión está orientada a aportar
elementos
14
teóricos y metodológicos que permitan estudiar filosóficamente el
fenómeno de la
libertad, desde la experiencia humana y mística, a través de una
autora (Teresa de
Ávila) que ha sido reconocida por intelectuales, artistas, políticos y
diversas
tradiciones religiosas como un personaje relevante en la cultura
española e
iberoamericana.
Por otro lado, también se propone en el trabajo sugerir aportaciones
antropológicas, gnoseológicas, axiológicas y éticas que tengan un
impacto en
materia de educación, cultura y comunicación, y sus diversos
programas y
expresiones, donde el concepto de la libertad humana, la naturaleza
humana,
empatía y sentido de vida son claves para promover el desarrollo de la
persona de
manera individual, grupal o colectiva.
Metodológicamente también se propone abordar la vida de Teresa de
Jesús como mujer, escritora, maestra y mística, ámbitos en los que se
desenvolvió
y desarrollo su potencial humano. Facetas todas ellas que nos hablan
de una sola
persona y a través de los cuales, ella misma accedió al conocimiento
así como a la
recuperación del sujeto no sólo de su tiempo, sino del sujeto histórico,
antropológico,
filosófico. Trascendiendo así en el tiempo y el espacio, para heredar a
la humanidad
una concepción completa, integradora y acabada del ser humano para
la
interpretación de fenómenos y problemáticas contemporáneas en
nuestra sociedad
actual.
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Capítulo II. HACIA LA COMPRENSIÓN FILOSÓFICA DE TERESA DE
JESÚS, A TRAVÉS DEL LIBRO DE LA VIDA
Hablar de Teresa de Ahumada es hablar de una persona común, que
existió en un tiempo y un espacio determinado de la historia de la
humanidad, igual
que Aurelius Augustinus Hipponensis o Agustín de Hipona (354 - 430),
Jerónimo
(342 - 420), Ambrosio (340 - 397), Tomas de Aquino (1225 -1274) o Juan
de Yepes
(1542 - 1591) por mencionar algunos. Vidas ordinarias todas ellas que
se
caracterizaban por la búsqueda de sentido, el sufrimiento, la miseria
humana pero
sobre todo, una familia piadosa que trataba de inculcar el ellos la fe.
Cada uno con
sus características particulares y su contexto histórico determinado,
antes de
transformar su vida en virtud, se enfrentaron a circunstancias que
hasta el día de
hoy son familiares para la humanidad.
Tal es el caso de Agustín que vivió una vida de excesos durante su
juventud
y una lucha consigo mismo entre la fe y la razón o Jerónimo que
poseía una
sensualidad muy fuerte, un terrible mal genio y su gran orgullo, Tomas
de Aquino
un alma rebelde con una aguda intuición o Juan de Yepes un joven
frágil que parecía
incapaz de aprender algo y que sufrió al lado de su madre y sus
hermanos
dificultades económicas y la pérdida de su padre. Así Teresa vivió una
niñez y
juventud como cualquiera, en el seno de una familia que quedó
incompleta tras la
muerte de su madre cuando ella apenas contaba con catorce años.
Luchó desde
muy joven en contra de la vanidad del mundo, contra la autoridad de su
padre que
se oponía a su ingreso al convento, contra la fragilidad humana a lo
largo de su
enfermedad y finalmente contra los excesos de la Iglesia y de la vida
monástica
buscando el retorno de la Regla primitiva y el abandono de la regla
mitigada en los
monasterios.
Así Teresa pasa a la historia al lado de tantos hombres que supieron
superar las adversidades de la vida y se permitieron escuchar su voz
interior en la
que se hacía un llamado constante a una vida nueva, a una vida de
virtud. En estas
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vidas coincide el antes y el después. Una vida ordinaria y una vida
nueva en Cristo
Jesús. Vidas que escucharon el llamado a la libertad, a la felicidad, al
amor.
Para conocer la vida de una persona cualquiera que esta sea
invariablemente comenzamos por preguntar quién es, de donde viene,
quiénes son
sus padres, dónde vive, a qué se dedica, qué piensa, qué siente, para
ver si nos
identificamos con ella e iniciamos una nueva relación. En el caso de
las obras
literarias las más de las veces hacemos el mismo procedimiento, a
veces por
recomendación o a veces por instrucción, pero nos acercamos a un
texto para que
nos hable de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que deseamos, y
si no lo hace
así, nos quedamos dormidos en la lectura o lo desechamos. En la
academia sucede
exactamente lo mismo, conocemos una gama importante de corrientes
de
pensamiento y al final del camino ejercemos con la corriente con la
que nos hemos
identificado, la más familiar a nuestra forma de ser y estar en el
mundo.
En este contexto es importante considerar la vida que nos habla de un
yo
en el mundo, de una conciencia, de una memoria, de una mismidad que
se
conforma, se define y se identifica en relación con los otros, no de
manera individual.
Y al mismo tiempo destacar el valor de la biografía o la autobiografía
como
herramienta fundamental en el acceso al pensamiento de otro. No
como un
elemento subjetivo desde la perspectiva que lo ve como propio del
sujeto, sino como
sujeto y objeto del propio conocimiento.
Cabe señalar que esta reflexión surge a partir de la revisión de los
estudios
sobre los escritos autobiográficos a los que se les asignan una
categoría de género
literario, crónica, narración, testimonio o descripción sin validez
objetiva. Calificando
los textos autobiográficos de especulaciones, fantasías, deseos e
incluso mentiras
u ocultamiento de información intencional siendo la puerta de acceso
al
pensamiento de una persona, una obra o una corriente de
pensamiento.
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Ya Paul Ricoeur señala con precisión y agudeza la complejidad y
riqueza
que posee la autobiografía en tres sentidos:
“Una autobiografía es ante todo un relato de una vida; como toda obra
selectiva
es selectiva, y en tanto tal inevitablemente sesgada. Una autobiografía es
además, en sentido preciso una obra literaria; en tanto tal, se basa en la
distancia
a veces benéfica, otras perjudicial, entre el punto de vista retrospectivo del
acto
de escribir, de escribir lo vivido y el desarrollo cotidiano de la vida; esta
distancia
distingue la autobiografía del diario. Una autobiografía, finalmente, se basa
en la
identidad, y por ende en la ausencia de distancia entre el personaje principal
del
relato, que es uno mismo, y el narrador que dice yo y escribe en primera
persona
del singular”.6
Aunque el género autobiográfico tiene datado su origen a principios
del
siglo XIX como tal, el ejercicio de escribir sobre la propia vida lo
encontramos en el
año 397 y el 398 d. C tiempo en el que fue escrito el libro de las
Confesiones de
Agustín de Hipona y posteriormente el libro de la vida escrito en el
siglo XVI por
Teresa de Jesús. Tanto Agustín, como Teresa y posteriormente Edith
Stein que
escribió su autobiografía de infancia y juventud entre los años 1933 -
1935 y 1939
los retomo como ejemplos, porque tienen algo en común: el encuentro
con Dios.
Estos ejercicios autobiográficos también coinciden en que no fueron
realizados como propuestas literarias ni para obtener fama ni
reconocimiento.
Agustín en sus confesiones declara: “Son, pues, nuestros sentimientos
hacia ti los
que manifestamos, confesándote nuestras miserias y tus
misericordias para con
nosotros...”.7 Edith Stein por su parte señala: “Cuando recuerdo la temporada de

Hamburg me parece que fue una etapa de juego de muñecas... No pensaba en mi
porvenir, pero seguía viviendo con la convicción de que se me había
asignado algo
grande”8 y Teresa en su prólogo al libro de la vida comienza: “Quisiera yo que, como
6 Ricoeur, Paul. Autobiografía intelectual. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1997, p. 13 7 San Agustín. 
Confesiones, Ed. Porrúa, Colección “Sepan Cuantos”, México, 2007, p 239 8 Stein, Edith. Estrellas amarillas, 
Editorial de Espiritualidad, 1973, p 112

18
me han mandado y dado larga licencia para que escriba el modo de
oración y las
mercedes que el Señor me ha hecho”.9
Otro elemento que destaca en estos tres ejercicios es el cambio de
mentalidad y de vida que se manifiesta a partir de su encuentro con un
ser supremo
y a partir del cual se comienzan a desplegar sus obras desde diversas
perspectivas:
filosóficas, apologéticas, dogmáticas, epistolares, morales y
pastorales; que son
motivo de innumerables estudios desde su origen hasta nuestros
tiempos.
Es así que la autobiografía para estos tres personajes de la historia
que
vivieron en diferentes espacios y tiempos, el escribir sobre su propia
vida los llevo
en un primer momento a reconocerse a sí mismos, a tomar conciencia
del rumbo
que había tomado su vida en la búsqueda de sentido y de la verdad, a
mostrarse
públicamente con sus defectos más que con sus virtudes, a identificar
la dignidad
de seres humanos y a desprenderse de los afectos que el entorno
social, las
costumbres, la cultura van inculcando como valores para vivir en el
mundo.
Tomar conciencia del yo no es empresa fácil y compartirlo en un
escrito es
digno de reconocimiento. Pensar en Teresa que a la edad de 47 años
en un acto de
obediencia está obligada a escribir y a reflexionar en retrospectiva
prácticamente
más de la mitad de su vida, re-vivir experiencias dolorosas como la
muerte de su
madre, su enfermedad, la muerte de su padre, el sin sentido, la
soledad, el vacío, el
dolor de la propia existencia definitivamente no tenía otra posibilidad
de salida más
que emerger de las profundidades, romper con el pasado, desasirse de
la oscuridad
y emprender un nuevo camino hacia el yo trascendental, hacia la
libertad.
La autobiografía no es una crónica de sucesos, es un acto donde
emergen
las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad; para
proyectar la
interioridad del yo.
9 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 33

19
A. La persona de Teresa, forjadora de su vida y pensamiento.
1. Como mujer
Para Teresa, ser mujer en una sociedad con dos posturas radicales
acerca
de su deber ser, no ofrecía ser nada sencilla. Por un lado, una que
pretende sujetar
a la mujer a la casa y sus labores y por otra parte, la que eleva al sexo
femenino
hasta las nubes, con lo que en ningún caso fomenta una auténtica
emancipación.
Ante esta situación, la actitud de Teresa, una mujer educada en los
valores, en la
fe, en el conocimiento de la cultura, no resultó difícil evadir los
obstáculos que se le
presentaban por su condición de mujer.
Prudente y subversiva a la vez, Teresa aceptó su circunstancia de ser
mujer
con sus ansias y prejuicios. La muerte de su madre, fue un
acontecimiento
determinante para que el rumbo de su vida se orientara en el camino
que la llevaría
al encuentro con la verdad. Y que a partir de ese momento al cobijo de
la iglesia y
de Dios se fuera perfilando su ser y estar en el mundo.
Su humildad y docilidad, la llevaron al conocimiento de sí misma, de
los
otros y del mundo como son en realidad y como ella misma señala “humildad es
andar en verdad”.10 Esta actitud, definitivamente, fue el elemento
clave que le
permitió transitar por el mundo sin mezclarse con él. Observa y
comprende los
acontecimientos del mundo sin mayores complicaciones. A través de
lo simple.
Adquiere una confianza en sí misma, que proviene de la experiencia de
la
libertad y del amor que le da su relación con el ser Supremo. Sin
miedo, con fuerza,
en equilibrio y con la certeza de que el camino por el que transita es el
correcto.
10 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 562 (6M 10, 8)

20
Teresa es definida por sus biógrafos como “una persona eufórica
extravertida, entrañable, circunspecta, conversadora feliz, adaptable a
cualquier
persona y circunstancia, honrosa y muy entera, hábil en el manejo de
la pluma,
aguja y labores caseras”,11 sin embargo, sus escritos nos hablan de
una mujer con
claridad de pensamiento, segura de sí, piadosa, con fortaleza,
coherencia,
humildad, y un carácter enérgico. Esto es lo que aparece.
Introducirnos en el pensamiento y en el ser de Teresa como mujer
implica
hablar de la dignidad de la persona humana, esa dignidad que se
experimenta al
sentirse plenamente amado por haber sido creado a “imagen de Dios” y no sólo eso,

sino que debe entender también que “los creó hombre y mujer”,12 porque para poder
reconocer en su totalidad el ser mujer es imprescindible reconocer la
contraparte, lo
opuesto, lo inverso, lo diferente. “el hombre por su misma naturaleza,
es un ser
social, y sin la relación con los otros no puede vivir ni desarrollar sus
propias
cualidades”.13
Comencemos por el amor. ¿Cómo experimenta Teresa el sentirse
amado?
al haber experimentado el dolor de perder a su madre en la edad que
más la
necesitaba, al tener una salud frágil, al tener que separarse de sus
hermanos, al
perder a su padre y al sentir que enfrentaba una lucha con ella misma
y con el
mundo porque su realidad en el colegio de Santa María de Gracia y el
monasterio
de La Encarnación no eran lo que ella deseaba.
Para comprender este aspecto en la vida de Teresa es necesario partir
de
la necesidad que todos los seres humanos persiguen satisfacer desde
que nacen
hasta que llega el momento de la muerte, “¿qué era lo que me
deleitaba sino amar
y ser amado?”,14 la búsqueda del amor, que inicialmente se persigue
de manera
intuitiva como una inclinación a algo o a alguien, un afecto, un apetito,
una pasión,
11 Teresa de Jesús, Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 2 12 Nueva Biblia de 
Jerusalén, Editorial Desclée de Brouwer, tercera edición, 1998, p. 11 13 Documentos del Concilio Ecuménico, 
Vaticano II, Ediciones Paulinas, 2007, p. 177 14 San Agustín, Confesiones, Ed. Porrúa, Colección Sepan Cuantos, 
México, 2007, p. 25

21
pero sobre todo, como una aspiración a experimentar la plenitud del
ser. Quizá
podamos comparar analógicamente la experiencia del amor con el
sentirse
protegido, halagado, acompañado, con un sentido de pertenencia a
algo o a alguien,
etc. Sin embargo, el amor como la justicia, la libertad, la verdad, la
felicidad es un
concepto que históricamente hace referencia a una idea.
Pero la búsqueda del ser humano por alcanzar esa idea que da sentido
y
razón de ser a la humanidad, ha existido desde antiguo. De tal forma
que con la
intención de delimitar lo que en el presente documento entenderemos
por amor y
para aproximarnos a la idea y la experiencia de Teresa, hemos de
partir de las
consideraciones de San Agustín sobre el amor, que lo clasifica como
humano y
divino. Idea que Platón anteriormente ya había planteado en términos
de un amor
terrenal y de un amor celeste. Cabe señalar que sólo tomaremos de los
pensadores
la clasificación que es lo que nos es de utilidad para ubicarnos en el
contexto
teresiano, porque el sentido está determinado en términos
fenomenológicos
retomando la idea de Brentano, que consideran al amor como un “proceso
intencional que trasciende hacia lo amado”.15
Mientras el amor humano puede caracterizarse como limitado, que
tiene un
valor de cambio, que está condicionado y se busca invariablemente al
exterior de
uno mismo, por ello ocasiona siempre un sin fin de frustraciones,
cuando la persona
da y no recibe. El amor divino es infinito, no tiene límites y es
manifestado y
expresado sin condiciones, a diferencia del amor humano es sólo
viendo al interior
de una mismo como se encuentra, es un amor que surge de la muerte
y del dolor,
de la entrega total e incondicional, del miedo, de la fragilidad, de la
donación y del
servicio. De tal forma que experimentar el amor es un proceso largo y
difícil, primero
hay que identificarlo y aún en esos momentos, cuesta vivenciarlo en la
cotidianeidad.
15 Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Tomo I, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964, p. 90

22
Teresa a lo largo de su vida vivenció los dos tipos de amor, la
búsqueda y
la pérdida del amor, del amor humano, desde su nacimiento hasta los
39 años, fecha
que se identifica como su primera conversión. Sin embargo, también
se identifica
en la vida de Teresa, que la conversión es un proceso, que inicia con
su encuentro
con Dios y que concluye justo al finalizar su ciclo de vida en este
mundo. Es en este
proceso de conversión que la vida, la mente, los sentimientos,
emociones,
percepciones de Teresa se transforman y ese cambio de vida sólo
pudo
experimentarlo por el amor. El encuentro con el amor divino. Fue como
nacer de
nuevo a la vida, pero una vida nueva, diferente, plena y llena del amor
de Dios que
se convierte en un impulso para donarse a los otros.
“Si para poder llegar a Dios, es necesario liberarse plenamente de las
ataduras
pecaminosas que nos ligan a las cosas del mundo, ese sustraerse no es meta
sino camino”.16 Este es el camino de Teresa hacia la verdad absoluta,
experiencia
interior, desasimiento, que la lleva a concluir que "Dios está en todas las
cosas
por presencia y potencia y esencia”.17
Esa es la dignidad humana de Teresa que se proyecta por amor y que
la
hace resurgir de las cenizas “parece que consume al hombre viejo de
faltas y
tibiezas y miseria; y a manera de cómo hace el ave fénix - según he
leído - y de la
misma ceniza, después que se quema, sale otra, así queda hecha otra
el alma
después de diferentes deseos y fortaleza grande”.18 Ella ve como fin
de ese camino
de gracia no sólo “la divinización de las almas”, sino que las gracias sirven “para

fortalecer nuestra flaqueza”19 y concluye: “Para esto es la oración...; de esto sirve
este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras”.20
Y cuando se realiza el proceso de conocimiento y reconocimiento de sí
mismo, es posible el encuentro con Dios, es posible experimentar el
amor para sí
mismo y para los demás porque:
16 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 100 17 Stein, 
Edith. O.c., p. 87 18 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p 222 (V 
39, 23) 19 Teresa de Jesús. O.c., p 579 (7M, 4, 4) 20 Ibidem. p. 579 (7M, 4, 6)

23
“una posibilidad de entrada en su interior, se la ofrece el trato con los otros
hombres. La experiencia natural nos da una imagen de ello y nos dice que
también ellos tienen una imagen de nosotros. Y así llegamos en cierto modo
a
vernos a nosotros desde fuera”.21

Así es pues, como Teresa vive y experimenta su ser mujer en un


contexto
de adversidad. Recuperando el conocimiento que posibilita la
experiencia de lo
vivido e identificando la dignidad que al ser humano le ha sido dada.
Rompiendo las
cadenas que le ataban al mundo para iniciar el camino hacia la
trascendencia.

2. Como escritora
Para comprender la obra de Teresa como escritora es necesario
ubicarnos
en la etapa que va de los 39 a los 47 años, en que se da el proceso de
transformación de su vida. Proceso de conversión y etapa de
desprendimiento de
las cosas del mundo. Etapa en la que Teresa experimenta el amor, la
libertad, la
felicidad y el encuentro con Dios mismo. Primera fase del camino que
la llevaría a
la eternidad, a vivir como una auténtica “hija de la iglesia”. Momento
en el que “se
restituyen al alma todas sus fuerzas naturales para que pueda trabajar
en el servicio
del Señor”.22
Es así como en un acto de obediencia, comienza a fluir la obra de
Teresa de
Jesús. Y cabe reflexionar aquí la importancia de la obediencia, que no
es posible
equipararla con sumisión, sometimiento, subordinación o sujeción,
sino todo lo
contrario. Sólo quien obedece es capaz de dominarse a sí mismo y en
ese sentido
es signo de fortaleza.
Y fruto de esa fortaleza de Teresa, el libro de la Vida, fue sólo el
comienzo
de una gran obra que sigue dando frutos hasta nuestros días. Porque
su obra no se
21 Stein, Edith. O.c., p.100 22 Ibidem, p. 100

24
resume en sus escritos, sino en sus fundaciones. Que dejó para su
comunidad
cristiana un legado de aproximadamente 2 mil páginas autógrafas En
la actualidad,
la comunidad de las carmelitas descalzas la conforman
aproximadamente 14,000
personas en 835 conventos en el mundo y los carmelitas descalzos
son 3,800 en
490 conventos. Además es importante señalar la conversión al
catolicismo que este
texto produjo en la vida de la filosofa judía Edith Stein, y que también a
través de
ella se ha podido acceder a la obra de Teresa de Jesús con sus
trabajos filosóficos

sobre el “Castillo Interior”, “las Moradas” y “la Ciencia de la Cruz”, a propósito de la
vida de San Juan de la Cruz, nos hablan de la grandeza de este
servicio.
Teresa no escribió para ser reconocida, para publicar sus obras o para
ocupar posiciones de prestigio en una sociedad. Escribió en un primer
momento
para aclararse ella misma y, posteriormente, compartir con sus
hermanas de
comunidad lo que resultaba de la comunicación y amistad que entabló
con el Dios
creador y sobre las dificultades que encontraba en el camino. Se
ofreció como
instrumento para continuar su obra en este mundo en acción de
gracias por todas
“las mercedes que el Señor me ha hecho”. Y así lo expresa en las
Moradas al
referirse al primer efecto del matrimonio espiritual:
“un olvido de sí, que verdaderamente parece ya no es...: porque toda está de tal
manera que no se conoce ni se acuerda que para ella ha de haber cielo ni
vida ni
honra, porque toda está empleada en procurar la de Dios, que parece que las
palabras que le dijo su Majestad hicieron efecto de obra, que fue que mirase
por sus
cosas, que El miraría por las suyas”.23

Fue capaz de enfrentarse a la Inquisición por el Libro de la Vida, que


no pasa
de mantener el texto en “secuestro” sin ningún rastro de miedo. Mas con esa
seguridad que sólo proviene de Dios, Teresa no se amedrenta y
continúa
compartiendo sus experiencias para el bien de las almas y para gloria
del Señor.
23 Teresa de Jesús, O.c., p.574 (7M 3, 2)

25
3. Como maestra
El magisterio de Teresa ha quedado patente a lo largo de la historia, en
la
formación espiritual de la comunidad carmelitana, no sólo en España
sino en todos
los lugares del mundo donde se encuentran asentados los monasterios
y centros
de espiritualidad que han hecho suyos los preceptos instituidos por
esta excepcional
mujer, que con sensibilidad y visión, supo plasmar de una forma
sencilla un proceso
humano tendiente a la transmisión y aprehensión del conocimiento.
Así mismo,
desde el siglo XVI su magisterio ha trascendido su pensamiento y
figura a otros
ámbitos eclesiales y universitarios, demostrado por su patronazgo de
España en
1627, el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad de
Salamanca en
1922 y nombrada la primera mujer Doctora de la Iglesia en 1970, con la
repercusión
mundial que esto significa.
Para conocer la faceta de Teresa como maestra, hemos de señalar que
su
propuesta pedagógica se conforma de tres elementos: conocimiento,
discernimiento
y expresión. Es pues en el proceso de “Sentir, entender y comunicar” que radica su
“magisterio místico”.24 En el libro de la vida, Teresa sienta las bases
de esta
pedagogía en una simple y sencilla frase, pero contundente a la vez: “Una merced
es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué
gracia, otra es
saber decirla y dar a entender cómo es”.25
Hablando en términos del proceso educativo, toda pedagogía y
estrategia
didáctica, está fundamentada en una teoría de la educación. Así, en
Teresa, el
fundamento se encuentra en su motivo, su intención, su meta, su
objetivo, su
“determinada determinación”. No fue casualidad que las obras que la llevaron a
trascender en el tiempo y en el espacio comenzaran a escribirse a la
edad de 47
24 Blázquez Pérez, Ricardo. El libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, Actas del I Congreso Internacional 
Teresiano, Ed. Monte Carmelo, Universidad de la Mística ­ CITeS, España. 2011, p.29 25 Teresa de Jesús. O. c., p 
97 (V 17, 5)

26
años, ocho años después de haber tenido su primer encuentro con
Jesús crucificado
(V. 9, 1), cuando tenía 39 años de edad.
En ese momento de su vida Teresa ya no observa las cosas del mundo
bajo otra lente que no sea Dios mismo, ni su experiencia pasada, ni su
presente, ni
su futuro:
“Que escribiendo esto estoy y me parece que con vuestro favor y por vuestra
misericordia podría decir lo que San Pablo, aunque no con esa perfección,
que no
vivo yo ya sino que vos, Criador mío, vivís en mi, según ha algunos años que,
a lo
que puedo entender, me tenéis de vuestra mano y me veo con deseos y
determinaciones y en alguna manera probado por experiencia en estos años
en
muchas cosas, de no hacer cosa contra vuestra voluntad, por pequeña que
sea,
aunque debo hacer hartas ofensas a vuestra Majestad sin entenderlo”.26
Su determinación se encontraba fundada por la humildad, por el
reconocimiento de su ser como nada:
“Estas primeras determinaciones son gran cosa, aunque en este primer
estado es
menester irse mas deteniendo y atados a la discreción y parecer de maestro;
mas
han de mirar que sea tal, que no los enseñe a ser sapos, ni que se contente
con
que se muestre el alma a solo cazar lagartijas. ¡Siempre la humildad delante,
para
entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras”.27
Desprendida totalmente de las cosas del mundo, viviendo en el mundo,
pero observándolo desde fuera:
“Queda el ánima animosa, que si en aquel punto la hiciesen pedazos por
Dios, le
seria gran consuelo. Allí son las promesas y determinaciones heroicas, la
viveza
de los deseos, el comenzar a aborrecer el mundo, el ver muy claro su
vanidad,
esto muy mas aprovechada y altamente que en las oraciones pasadas...”.28
26 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p 52(V 6, 9) 27 O. c., p. 78 
(V 13, 3) 28 O. c., p. 103 (V 19, 2)

27
Y abandonada completamente a la voluntad divina, confiando en que
esta
determinación provenía únicamente de Dios y ella tan pequeña en el
mundo había
sido elegida para transmitir esta enseñanza a su comunidad. “Es
excelente doctrina
ésta, y no mía, sino enseñada de Dios. Y ansí querría que personas
ignorantes,
como yo, la supiesen”.29
Por eso, cuando Teresa refiere que “Una merced es dar el Señor la

merced”, acepta con humildad, obediencia y amor la misión que le ha sido
encomendada como una determinación. De tal forma que la
experiencia de vida que
comparte en el libro de la vida tiene como características elementales
la humildad,
el desasimiento y el amor. Virtudes que promueve a lo largo de su obra
y con las
que experimenta el día a día de su existencia.
En este contexto, es pues, como se desarrolla su propuesta educativa
donde el conocimiento se fundamenta en la experiencia de la propia
existencia.
Cuando Teresa proyecta la interrogante para “entender qué merced es
y qué
gracia”, por simple que parezca el planteamiento, está íntimamente relacionada con
el conocimiento. Para poder entender, Teresa debió aprehender,
elementos de la
realidad externa e interna y conjugarlos con su determinación.
Entendió y diferenció
la estructura de la persona como cuerpo, alma y espíritu, dando a cada
parte de la
estructura su justo valor y su función específica: “A la que esperaban muerta,
recibieron con alma; mas el cuerpo peor que muerto, para dar pena
verle”.30
Es pues, por la propia vivencia que Teresa toma conciencia
inicialmente de
la existencia del alma y el cuerpo, dimensiones distintas del ser en el
mundo y a
través de las cuales ella entiende y aprehende su realidad circundante, “...después
de haberme resucitado alma y cuerpo, que todos los que me vieron se
espantaban
de verme viva!”.31 Asimismo, es por medio de esta estructura que ella
accede
también al conocimiento de Dios, como objeto de conocimiento, sin
juicios de valor,
29 Teresa de Jesús. O. c., p. 107 (V 19, 14) 30 O. c., p. 49 (V 6, 2) 31 O. c., p. 51 (V 6, 9)

28
sólo la simple descripción de lo que aparece ante sus ojos y con la
certeza de que
son sus ojos del alma quienes le han proporcionado esta imagen:
“...representóseme Cristo delante con mucho rigor, dándome a entender lo que
de aquello le pesaba. Vile con los ojos del alma más claramente que le
pudiera
ver con los del cuerpo, y quedóme tan imprimido, que ha esto más de veinte
y
seis años y me parece lo tengo presente”.32
Es en esta experiencia que Teresa se va ejercitando y diferenciando
las
partes de esta estructura por la que se accede al conocimiento de la
realidad y de
la trascendencia, en la medida que avanza por el camino de la vida:
“porque muy muchas veces (yo tengo grandísima espiriencia de ello, y sé
que es
verdad, porque lo he mirado con cuidado y tratado después a personas
espirituales) que viene de indispusición corporal; que somos tan miserables,
que
participa esta encarceladita de esta pobre alma de las miserias de el
cuerpo”.33

De tal forma que lo que pareciera ser una simple propuesta, se


convierte
en un proceso mucho más complicado que “entender qué merced es y
qué gracia”,
porque para ello se requiere saber cómo conozco y qué quiero
conocer. Un proceso
de conocimiento donde la relación del sujeto que conoce y el objeto
por conocer
tienen las mismas características y por ello al mismo tiempo que
Teresa conoce a
su objeto de conocimiento, que es Dios, por medio de Jesús, ella
también se
objetiviza y se conoce a sí misma. Todo esto, sucede para Teresa, no
por merito
personal, sino por determinación de aquel que todo lo puede:
“Mas pensar que nos podemos esforzar, con el favor de Dios, a tener un gran
desprecio de mundo, un no estimar honra, un no estar atado a la hacienda
(que
tenemos unos corazones tan apretados, que parece nos ha de faltar la tierra
en
quiriéndonos descuidar un poco de el cuerpo y dar a el espíritu); luego
parece
ayuda a el recogimiento tener muy bien lo que es menester, porque los
cuidados
inquietan a la oración”.34
32 Teresa de Jesús. O. c., p. 54 (V 7, 6) 33 O. c., p. 74 (V 11, 15) 34 O. c., p. 78 (V 13, 4)

29
El discernimiento por su parte, es en Teresa, un ejercicio cotidiano
para
saber qué, de todo lo aparecía ante ella, provenía de la voluntad de
Dios, que del
demonio y que de los hombres:
“Hízome mucho daño no saber yo que era posible ver nada sino era con los
ojos
de el cuerpo, y el demonio que me ayudó a que lo creyera ansí, y hacerme
entender era imposible, y que se me havía antojado, y que podía ser el
demonio,
y otras cosas de esta suerte, puesto que siempre me quedava un parecerme
era
Dios y que no era antojo”.35
La experiencia del discernimiento Teresiano surgía desde lo más
profundo
de su alma y antes de juzgar lo que sucedía a su alrededor, partía del
análisis de
sus sentimientos, emociones, percepciones, de su realidad; para elegir
cuál de las
circunstancias que enfrentaba emanaba de quien la determinaba. De
tal forma que
su discernimiento provenía de su propia conciencia:
“Quisiera yo saber figurar la cautividad que en estos tiempos traía mi alma,
porque
bien entendía yo que lo estava y no acabava de entender en qué, ni podía
creer
del todo que lo que los confesores no me agraviavan tanto, fuese tan malo
como
yo lo sentía en mi alma”.36

El discernimiento de Teresa tiene como fundamento la voluntad divina.


Si
bien es cierto que aprendió a diferenciar la procedencia de las cosas
que pasan en
el mundo como de los hombres, del demonio y de Dios, también es
cierto que para
ella el camino correcto o su meta, era agradar y obedecer a Dios en
todo cuanto
pensaba, hacía o hablaba. No como un logro personal, sino como una
merced
obtenida de su bien supremo:
“Tengo para mí que quiere el Señor dar muchas veces a el principio, y otras a
la
postre, estos tormentos y otras muchas tentaciones que se ofrecen, para
provar
a sus amadores y saber si podrán bever el cáliz y ayudarle a llevar la cruz,
antes
que ponga en ellos grandes tesoros”.37
35 Teresa de Jesús. O. c., p. 54 ­ 55 (V 7, 7) 36 O. c., p. 63 (V 8, 11) 37 O. c., p. 73 (V 11, 11)

30
Por tanto, la distinción entre las diversas opciones que se le
presentaban
tenía su origen en el autoconocimiento de su ser en tanto persona, que
procedía del
conocimiento de Dios, que se manifestaba como el efecto de un espejo
a través del
cual ella se miraba y se reconocía como un ser pequeño en contraste
con la
grandeza del Señor. Ese efecto le permitía actuar con humildad y
desasimiento de
las cosas del mundo y en consecuencia en un completo abandono de
la voluntad
divina:
“Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y
mucho tiempo que, aunque me lo dava Dios, palabra no sabía decir para darlo
a
entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando su majestad
quiere,
en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto”.38
La experiencia como posibilidad de conocimiento, es para Teresa, la
puerta
de acceso al conocimiento de sí misma, de Dios, de los otros, para el
ejercicio del
discernimiento y desde luego para la acción de la comunicación. Es en
la
experiencia donde ella visualiza y establece la comunicación con el
maestro y
realiza, a través del impulso de la voluntad, el cumplimiento de los
mandatos divinos.
Experiencia personal, conocimiento y magisterio en Teresa, son actos
y
expresiones de la subjetividad plena característica del renacimiento
europeo que ha
sido reconocido actualmente por estudiosos del tema, como es el caso
de García
de la Concha: la apelación a la propia experiencia es lo que de hecho “constituye
su más directo entronque con la modernidad renacentista: la
valoración de la
experiencia personal consagrada como punto de partida y eje de
aquélla”.39
Las constantes frases teresianas sobre la experiencia son
contundentes
como criterio de verdad convicción: “Esto visto por experiencia...”40, “No diré cosa

que en mí o en otras no la tenga por experiencia...”41, “Yo sé mucho de esto por
38 Teresa de Jesús. O. c., p. 77 (V 12, 6) 39 García de la Concha, V. Un nuevo estilo literario, en “Historia 16, n.78, 
octubre (1982), p. 54 40 Teresa de Jesús. O. c., p. 263 (CV 6, 3) 41 O. c., p. 238 (CE pr. 3)

31
experiencia, y así os sabré decir, aunque no tan bien como
quisiera”.42 “Esto he
probado; de este arte ha llevado Dios mi alma; otros irán como he
dicho, por otro
atajo”.43
Es pues, la experiencia probada la que se integra en convierte en
Teresa
una convicción y modo de ser que guía la forma en que se comunica y
responde a
los demás: “junto con los años y experiencia que tengo de algunos
monasterios
podrá ser aprovechado para atinar en cosas menudas más que los
letrados”.44
Reconoce que este tipo de experiencia es aprendida y recibida de Dios
como
maestro:
“...como su Majestad fue siempre mi maestro ­ sea por todo bendito, que harta
confusión es para mí poder decir esto con verdad -, que no tuviese a nadie
que
agradecer; y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa -
porque
fuera virtud serlo -, sino en otras vanidades), dármelo Dios en un punto a
entender
con toda claridad y para saberlo decir, de manera que se espantaban y yo
más
que mis confesores, porque entendía mijor mi torpeza. Esto ha poco, y ansí lo
que el Señor no me ha enseñado, no lo procuro, sino es lo que toca a mi
conciencia”.45

De tal forma que para “saber decirla y dar a entender cómo es” Teresa
ha
fundamentado sus criterios de verdad en un solo camino, que le
proporciona la
certeza de las cosas que suceden a su alrededor, esa es la clave para
desarrollar
su estrategia didáctica y de comunicación de lo que experimenta por
gracia de Dios,
y la humildad con que lo proyecta. “Quierome declarar más, que creo
me meto en
muchas cosas. Siempre tuve esta falta de no me saber dar a entender
- como he
dicho - sino a costa de muchas palabras”.46
42 Teresa de Jesús. O. c., p. 400 (CE 66, 5) 43 O. c., p. 123 (V 22, 11) 44 O. c., p. 237 (CE pr. 3) 45 O. c., p. 77 (V 
12, 6) 46 O. c., p. 82 (V 13, 17)

32
La experiencia mística es también otra posibilidad de conocimiento de
donde proviene su sabiduría y que al igual que su experiencia humana
requiere de
humildad, desasimiento y de amor para poder comprenderla y
compartirla con los
otros. Silencio en el corazón, los ojos del cuerpo y el alma bien
abiertos,
desasimiento de las cosas del mundo y una verdad como fundamento
de su ser y
hacer en el mundo, es lo que la lleva a declarar con claridad su
vivencia de Dios:
“Querría saber declarar con el favor de Dios la diferencia que hay de unión a
arrobamiento o elevamiento, u vuelo que llaman de espíritu u
arrebatamiento, que
todo es uno. Digo que estos diferentes nombres todo es una cosa, y también
se
llama éstasi”.47

La narración de vivencias significativas de forma “pura”, al estilo
propiamente fenomenológico, sin juicios de valor, sin interpretaciones
teóricas,
describiendo sólo lo que aparece a la intuición y la conciencia, ya
sean sucesos,
emociones, sentimientos, percepciones de la realidad, como lo haría
un niño, sin
prejuicios. Es pues la estrategia didáctica que Teresa comparte en el
libro de la vida
para transmitir el conocimiento, pensamiento y experiencia humana y
mística que la
han hecho ser hija y maestra de la Iglesia:
“Saber escrivir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma, y es
una
de las grandes mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me han
hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he
hecho”.48
47 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 108 (V 20, 1) 48 Teresa de
Jesús. O. c., p. 225 (V 40, 9)

33
4. Como mística
Para hablar de la mística en Teresa, hemos resaltar su camino de
experiencia de Dios, como experiencia de fe y camino de santidad.
Entendiendo la
santidad, por un lado como el trabajo en la virtud y la lucha interna
con ella misma
para mantener bajo control el lado oscuro que alberga el ser humano,
la inclinación
al mal. Y, por otro, su lucha constante y apertura a la acción de Dios,
sin perder de
vista los ejes que rigen su vida a partir de su encuentro y unión con
Dios.
El acontecimiento místico de mayor trascendencia en su vida,
definitivamente es su encuentro con Dios, porque “como el Señor mismo llama al
alma de su extravío en el mundo exterior, como le atrae más y más a si
misma,
hasta que finalmente Él pueda unirla aquí en el centro interior de ella
misma”.49
Este encuentro en Teresa, que transforma su vida, en un antes y un
después, es producto de la entrega de su voluntad y la razón. Ese
encuentro que
surge del conocimiento del otro, de la identificación, del
reconocimiento del sí
mismo, de un acto de entrega y de amor.
Se dice que no se puede amar lo que no se conoce y Teresa durante 39
años, en su búsqueda de respuestas ante los sucesos que aquejaban
su vida como
la devoción de sus padres, la muerte de su madre, la necesidad de
pertenencia a
algo o a alguien, la lectura de la vida de los santos, la enfermedad, su
ingreso al
monasterio; la llevaron por esa continua exploración sobre el sentido
de la vida que
finalmente la llevó a encontrarse con Cristo. Ese Dios hombre que
vivía, amaba y
sufría igual que ella.
Conocimiento, razón, voluntad, decisión fueron pues los elementos que
se
conjugaron para que Teresa tomara la decisión más importante de su
vida: servir a
Cristo. Desde su niñez, en Teresa, fue sembrada la semilla de fe que la
acompañó
49 Stein, Edith. O. c., p. 100

34
durante toda su vida, semilla que día a día se fortalecía por haber sido
depositada
en tierra fértil, en espera de los frutos que algún se darían. Fe
compuesta por la
razón y voluntad de Teresa caracterizadas por la tenacidad, rebeldía y
perseverancia. Así jugaba a ser monja, leía la vida de los santos,
deseaba ser
ermitaño y buscaba soledad para hacer sus devociones como lo
cuenta en el
capítulo 1 del libro de la vida.
Ahí comenzó el camino del conocimiento de Dios, en un escenario
propicio,
después en su adolescencia se aleja de la virtud. La muerte de su
madre y el ingreso
al monasterio de Santa María de Gracia la llevaron al encuentro con el
Evangelio.
A partir de esos momentos, comenzó una lucha constante entre su
razón y su
voluntad, entre las cosas del mundo y la realidad que le mostraba el
Evangelio, la
vida de los santos y las lecturas que le proporcionaba su tío D. Pedro
de Cepeda
con tintes de espiritualidad, una disputa entre dos mundos por definir
su vocación.
Un camino que la llevará finalmente al encuentro con Cristo a través
del
constante discernimiento entre lo que sucedía en el mundo de lo
humano y en el
divino. Ese Cristo muy llagado que a su edad adulta se le revela con
toda la
fragilidad propia de la humanidad de Teresa y la lleva a tomar la
decisión de seguirle
para conocerle más sin la certeza aún de lo que esa decisión le
depararía en su
vida.
El cambio en la vida de Teresa, vendrá pues, de la decisión. Surge del
conocimiento y del amor que experimentó al estar al tanto de lo
amado. La lleva a
internarse en el misterio de la Santísima Trinidad, un Dios hombre que
sirve de
puente entre el mundo de lo humano y lo divino, camino para llegar al
Padre. Un
Padre creador de todo cuanto existe y un Espíritu Santo que es
promesa cumplida
de la presencia de Dios en el mundo. Tres personas distintas y un sólo
Dios, que
logran consolidar la unión con Teresa a través de su oración.
35
Oración que se transforma en diálogo, comunicación, relación, vinculo
de
amor entre Teresa y el ser amado. La oración es precisamente el
camino que la
lleva al encuentro con Dios, no un camino externo, sino un diálogo al
interior de ella
misma que se realiza en un proceso escalonado, paulatino, sin prisa,
atento a la
escucha; no es arbitrario que Teresa dedicara más de diez capítulos
(del 11 al 22)
en el libro de la vida a compartir los grados de oración, ni otros tantos,
(del 23 al 31)
a los regalos, comunicación y unión que estableció con su redentor.
La unión en el libro de la vida es para Teresa sólo el comienzo de este
proceso que durará desde ese encuentro, pasando por su conversión y
culminará
hasta el día de su muerte. El proceso de la unión lo describirá
posteriormente, de
manera magistral, en las Moradas. Sin embargo, toda su obra, va dando
cuenta de
cada paso, en que el ser divino se iba haciendo presente en su vida y
de cómo ella
iba identificándolo para actuar en el mundo.
El camino a la santidad en Teresa deriva, también, de su actividad
ordinaria
al servicio de la comunidad, no sólo de sus experiencias de gracia
dadas por Dios
y que sobresalen las más de las veces por lo extraordinario. De su
entrega a los
otros como un signo de amor, del servicio que ofreció a sus hermanas
en Cristo y a
su comunidad. De los kilómetros que recorrió para realizar las
fundaciones a pesar
de su fragilidad humana, de su cansancio, de su enfermedad, de su
edad.
Es una comunicación de almas, de potencias, de esencias que se
sucede
sólo entre almas blancas, humildes, inocentes, como de niños. Dios
habla a través
de todas las cosas que Él mismo ha creado y sólo pueden ser captados
esos
mensajes por quienes con humildad se abandonan y confían en su
Santo Espíritu,
quien infunde los dones que se requieren para la comprensión de esta
comunicación, de su amistad.
Se dice que nadie puede amar lo que no conoce y en Teresa esta
máxima
aplica a la perfección. Su camino de oración no es más que una
respuesta a este
36
acto de amor, es comunicación con el amado, porque le conoce se
dirige a Él en
términos de entrega absoluta y sin condición. Tal como Jesús se
entregó por ella y
por toda la humanidad para la redención del mundo. Pero ella lo captó,
consiguió
en su oración materializar - por así decirlo - la figura de su amado.
Logró darle
cuerpo, alma y espíritu a Dios para establecer con Él una relación de
igual a igual.
Porque con esta acción Teresa nos enseña que Jesús es Dios hombre
con
toda su naturaleza y como dice la Sagrada Escritura es igual a los hombres “menos

en el pecado” y que es el camino para llegar a Dios Padre. Así “ese Cristo muy

llagado” que experimenta Teresa se convierte en el puente que establece la
comunicación entre el mundo humano y el mundo de lo divino. El
camino para llegar
a Dios y el cumplimiento de la promesa de presencia de su Santo
Espíritu. Y ella
señala:
“cuando el Señor da Espíritu, pónese con facilidad y mijor. Parece como
quien
tiene un dechado delante, que esta sacando aquel labor; mas si el espíritu
falta,
no hay mas que concertar este lenguaje que si fuese algarabía, a manera de
decir, aunque hayan muchos años pasado en oración”.50
B. La vida de Teresa de Jesús como ejercicio filosófico
El libro de la Vida de Teresa de Jesús, es un relato de la experiencia
fenomenológica de la libertad, porque desde que se nace hasta que se
muere se
inicia una búsqueda de sentido de la vida que obliga a responder las
preguntas
filosóficas fundamentales de quién soy, de dónde vengo y a dónde voy.
Teresa en
este libro, que realiza en un acto de obediencia al P. Ibáñez, quien le ordena “escribir

una relación extensa de su vida”, plasma un recuento de ese camino que todos los
seres humanos estamos llamados a recorrer: la vida. Y desvela los
procesos más
íntimos de esta búsqueda personal que la llevan a mostrar todo su ser,
externa e
internamente, las respuestas a las preguntas fundamentales y la
forma en que
50 Teresa de Jesús. O. c., p. 86 (V 14, 8)

37
establece su comunicación con Dios; por ello es comprensible que
Teresa llamara
a este escrito como “el libro grande”, “mi alma” o “De las
misericordias de Dios”.
1. ¿Quién soy?
El lugar que ocupa Teresa en la historia de la humanidad como mujer
lo
ganó a pulso como señala Juan Antonio Marcos en su libro “Teresa de Jesús,
Mística y subversiva”, por su “marcada intencionalidad de autora, toda
una
estrategia discursiva encaminada a persuadir al lector y captar su
benevolencia ante
los recelos y suspicacias que, en pleno siglo XVI, pudieran despertar
tanto el tema
tratado (la oración mental, visiones o audiciones) como la propia
condición de mujer
de la autora”.51
El abundante uso de “yo” en todas las obras de la Santa obedece, en buena
medida, “a una elección estratégica de la misma autora”52 señala
Marcos. Estrategia
o no, la habilidad de Teresa para expresar su experiencia en esos
términos, logra
que el contenido doctrinal que comparte inicialmente con su
comunidad espiritual y
posteriormente con el mundo, sea fuerte, contundente, imperativo por
momentos y
en consecuencia sus enseñanzas se reciban con un rango de autoridad
y
legitimidad.
Como escritora y fundadora es pues la experiencia probada la que
refuerza
su autoridad, según García de la Concha: “de hecho constituye su más directo
entronque con la modernidad renacentista: la valoración de la
experiencia personal
consagrada como punto de partida y eje de aquella”.53
Teresa recupera al sujeto completo por la libertad, a través de la
experiencia, se adelanta a la modernidad comunicando su obra,
porque la figura es
51 Marcos, Juan Antonio. Mística y Subversiva: Teresa de Jesús. Las estrategias retóricas del discurso místico. 
Editorial de Espiritualidad, Madrid, 2001, p. 21 52 Ibidem. p. 22 53 García de la Concha, V. “Un nuevo estilo 
literario”, en Historia 16, n. 78, octubre (1982), 51 ­ 58: 54

38
actual y nos habla de la naturaleza humana que pervive en el tiempo,
señala
Salvador Ros García:
“El libro de la vida es un alma por cuanto en él se expresa un sujeto
moderno que se ha ido constituyendo al filo de sus experiencias,
narrativamente,
con una forma paradigmática de vivir y comunicar la experiencia religiosa en
los
albores de la modernidad, adelantándose a la vía introspeccionista de
Montaigne
y Descartes”.54
Esta experiencia fenomenológica necesariamente tiene su origen en
un
tiempo y un espacio determinado, una ubicación en las coordenadas
de la vida, que
hacen que todos y cada uno de los seres humanos que habitan en el
mundo y en el
devenir de la historia, posean la condición de ser únicos e irrepetibles,
donde la
existencia no es producto de la casualidad, sino de un proyecto más
grande: el plan
de Dios. Y la misión que cada persona tiene encomendada por ese Dios
creador,
que provee a cada uno de aptitudes y capacidades, sentimientos,
emociones y
percepciones del mundo, dotados de cuerpo, alma y espíritu hacen de
cada persona
un instrumento para que la maquinaria del mundo funcione de manera
perfecta.
La respuesta a esta primera pregunta ¿Quién soy? en el libro de la vida
comienza con una descripción minuciosa de lo que todos podemos
reconocer: la
familia. Los abuelos, los padres, los hermanos, el lugar geográfico del
nacimiento,
las condiciones económicas, el escenario político y cultural de su
tiempo y su
momento y desde luego, este será el principio del reconocimiento de
su “yo y su
circunstancia” parafraseando a Ortega y Gasset. Sin embargo, ese sólo es el
principio necesario para responder a la pregunta que la vida nos
plantea, el exterior,
“el traje”, la máscara con la que se transita por el mundo, el caparazón con que se
protege de las adversidades, la apariencia. Lo que es y no es, en tanto
no se
descubre lo que se encuentra en el fondo del ser, de la mismidad, de la
totalidad.
54 Ros García, Salvador. Conferencia, Teresa de Jesús: mujer que vive, piensa y comunica experiencias, Congreso 
latinoamericano de espiritualidad, México, 2013, p. 30

39
En estos primeros aspectos, Teresa no se detiene mucho, no porque no
sea importante, sino porque como se ha mencionado, es sólo lo que
aparece. Casi
de manera inmediata en el texto, comienza a introducirse en el terreno
de la
interioridad y nos muestra a través de su experiencia de vida como
nuestro ser
interior está formado por dos planos: uno que lleva a actuar con virtud
y otro que
inclina a la maldad, que lleva incluso a la destrucción de lo que ha sido
dado de
manera gratuita, por ejemplo la vida.
Pensemos en el nacimiento de un nuevo ser, de una nueva vida, que
surge
a partir de una relación entre dos personas como un acto de amor. Dos
células que
se juntan, un óvulo y un espermatozoide, y que a partir de ellas se crea
una persona
diferente, con un corazón que late en el vientre de una madre en las
primeras
semanas de un embarazo y que a lo largo de cuarenta semanas se va
formando
una cabeza, una columna vertebral, extremidades superiores e
inferiores, huesos,
órganos como los pulmones, riñones, el hígado, estomago, vías
respiratorias,
articulaciones, músculos, en fin, toda la maquinaria que conforma el
cuerpo
humano. Si analizamos seriamente este acontecimiento, nos damos
cuenta que el
misterio de la vida y la vida misma, no es algo que quienes vivimos
hayamos pedido,
en ese sentido podemos argumentar que nos ha sido dado y por eso
existimos.
Caso contrario es, cuando una mujer toma la decisión de interrumpir
un embarazo
y la vida de ese nuevo ser se termina cuando apenas empieza. Así
pues, no se pide
nacer, ni se pide morir. Simplemente se nace o se muere y es algo que
no se decide.
Ese es el principio de la gratuidad de ese camino que se llama vida y
que
se desenvuelve en el seno de una estructura social que llamamos
familia,
comunidad, sociedad. Con valores, costumbres, tradiciones, idioma,
raza,
constitución física - síquica - social, creencias y con cinco sentidos
que nos permiten
disfrutar de todo cuanto al exterior ha sido creado, como la naturaleza,
el aire, el sol,
el mar, la luz y la oscuridad, el día y la noche, la vida y la muerte. No
ha sido decisión
nuestra venir al mundo, ni estar conformados de tal o cual forma, el
don de la vida
nos ha sido dado de forma gratuita, sin pedirlo.
40
La vida es, pues, el sentido de la propia existencia. La búsqueda que
se
inicia cuando se comienza a hacer uso de la razón se encuentra justo
en cada
momento, en cada instante del transitar por la vida misma, desde que
se nace hasta
que se muere. Un camino que según Teresa no debe desperdiciarse en
buscar la
vanidad del mundo, sino en aceptar que el ser humano es nada ante la
grandeza y
el poder de Dios.
En el camino de la vida también se va desvelando la estructura de la
naturaleza humana, estos dos planos que llevan a la persona a
inclinarse al bien o
al mal. Para Teresa una incansable lucha a lo largo de su vida fue este
continuo
enfrentamiento entre la educación en la virtud que recibió de sus
padres y la
naturaleza ruin que a lo largo de su vida fue descubriendo dentro de
ella, como un
sello que le imprimía el mundo.
Este conflicto entre los dos planos de una persona, se hace presente,
cuando se inicia el camino de autoconocimiento del sí mismo, no es un
conocimiento
que provenga del exterior, ni es una fórmula que pueda ser aplicable a
un
determinado grupo de personas. Es un conocimiento único e
irrepetible y depende
de la circunstancia que rodea a cada ser humano en el mundo, con una
familia
específica, una historia, una ubicación espacio temporal,
sentimientos, emociones,
sensaciones, percepciones diversas.
De igual forma, este conocimiento del sí mismo (autoconocimiento) no
es
una acción que pueda realizarse de un día a otro, es un proceso que se
realiza a lo
largo de toda la vida, desde que se nace hasta que se muere. Por
tanto, la lucha
entre ambos planos de la naturaleza humana, es una batalla constante
donde
irremediablemente son más las veces que se termina inclinándose al
mal que a la
virtud.
Por ello, a la pregunta de quién soy, Teresa responde, soy un pecador,
que
no he sido abandonada por la misericordia de Dios a pesar de mi
flaqueza, de mi
41
vida ruin, de no hacer el bien que debo, sino el mal que no quiero,
como diría San
Pablo. Una mujer con defectos y virtudes y una gran necesidad de
amar y ser
amada.

2. ¿De dónde vengo?


“Todo es dado de Dios”55, nos dice Teresa, no hay frase más
contundente
para explicar el origen de todo cuanto existe, el cielo y la tierra, el día
y la noche, las
plantas y los árboles, las aves del cielo y los peces del mar, el hombre
y la mujer.
Así la vida y la muerte, la alegría y la dificultad, la misión y el camino
adquieren el
sentido de todo cuanto la persona experimenta cada momento, cada
instante de la
existencia.
Así pues, la descripción del libro de la vida, es rico en acontecimientos
que
nos hablan de todas las mercedes que Dios le dio. El ser y haber sido
creados de
la nada, el tener padres virtuosos y temerosos de Dios, la muerte de
sus padres, la
enfermedad, la persecución, la tribulación, el desasosiego, todos los
caminos que
llevan a la oración. Sí, todos los caminos que dan sentido a la vida, son
oportunidades para elevar una acción de Gracias al Dios creador por
todo cuanto
hace en la vida de Teresa, lo bueno y lo malo, los momentos de luz y
los de
oscuridad, la vida y la muerte; porque como ella misma lo dice, “antes sacaría el
Señor bien de el mal que él quería hacer a mi alma”56
En la lógica de Teresa lo que sucede en la vida es invariablemente
bueno
para el alma y por tanto es motivo para agradecer a Dios. Esta
comunicación se
establece a partir del autoconocimiento y aceptación del sí mismo, del
reconocimiento del plano humano en el que se desenvuelve la vida de
todos los
mortales y el divino en el que se encuentra el Creador. De la empatía
que se
establece cuando se reconoce que Dios es el origen de todo cuanto
existe y que
55 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 66 (V 10, 2) 56 O. c., p. 
153 (V 28, 15)

42
como ella señala, “mas parece para esto nos podemos mucho ayudar
con
considerar nuestra flaqueza y la ingratitud que tenemos con Dios”.57
En el mundo es difícil comprender este tipo de pensamiento, porque
los
momentos de dificultad se consideran pasajes amargos en los que
Dios brilla por su
ausencia, pensemos en la muerte de un ser querido, en la enfermedad,
en las
dificultades económicas, conflictos familiares, laborales entre otros
muchos casos
en los que se pierde la estabilidad. Normalmente se tiende a justificar
estos eventos
por la acción de algo o alguien externo, como buscando siempre a un
responsable
de los momentos de tribulación, nunca pensando en que existe una
voluntad divina
que mueve la maquinaria de la vida. Sin embargo para Teresa, los
momentos de
prueba, son procesos de purificación en los que el Señor va eliminando
del ser lo
que no necesita, lo que le estorba para ser cada día una mejor persona
y cumplir la
misión que Dios le ha encomendado.

3. ¿A dónde voy?
Para Teresa el principio y el fin de todo cuanto existe es Dios, pero no
sólo
en la eternidad en el plano de lo divino, sino que aquí en el mundo de
lo humano es
posible tener un encuentro con Él. “En especial lo dice el glorioso san
Agustín, que
ni en las plazas, ni en los contentos, ni por ninguna parte que le
buscava, le hallava
como dentro de sí”.58
Es precisamente en este punto de encuentro donde la persona llega a
la
experiencia del amor, de la felicidad, de la libertad. Donde se ha
llevado a cabo el
desprendimiento de todas las cosas, personas y afectos que atan al
mundo y como
conclusión de un proceso de conocimiento del yo y de la interioridad,
porque para
Teresa “no era posible dar a entender los sucesos que acaecen en el
interior del
57 Teresa de Jesús, O. c., p. 66 (V 10, 2) 58 O. c., p. 224 (V 40, 6)

43
hombre, sin antes aclararse a sí misma en que consiste exactamente
ese mundo
interior”.59
Pero ¿Cómo comprender este proceso de liberación en el mundo?
Algunos
estudiosos de Teresa al referirse a su sentido de la vida la califican
como una
persona con un problema de autoestima o un complejo de inferioridad,
cuando al
referirse a ella misma se describe como “una mujercilla ruin y flaca
como yo”,60 “sin
letras ni buena vida”.61 Sin embargo, estas expresiones de Teresa al
contrario de lo
que aseveran algunos estudiosos, otros confirman lo contrario: “la confesión de las
propias limitaciones no pasa de ser en Teresa una manifiesta
estrategia destinada
a predisponer favorablemente al lector o destinatario de sus obras,
estrategia que
no tiene nada que ver con la humildad”,62 sostiene Juan Antonio
Marcos.
En otros casos, utiliza una aparente minusvaloración para adelantarse
a las
réplicas que le pueden hacer, cuando dice “Mucho me he divertido, mas muy mucho
queda lo que queda dicho, si por decirlo yo (una mujer) no pierde”.63
“Mas que bien
se escribe esto y qué mal lo hago yo”.64 Por ello, confirma Marcos que
se trata “de
una estrategia intencionada con la que Santa Teresa se anticipa a las
críticas que
previsiblemente iba a suscitar su obra (que con todo, no la libraría de
ser delatada
al Santo Oficio”.65
Son, pues, definitivamente su mayor fortaleza, donde ella toca su
interioridad, donde se conoce y reconoce en el mundo desprendida
totalmente de
todo cuanto existe en El. Y ubicada precisamente en el primer paso del
camino que
lleva al encuentro con el Creador, Stein afirma “es el conocimiento de sí mismo. No
59 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 81 60 Teresa de 
Jesús. O. c., p. 154 (V 28, 18) 61Teresa de Jesús. O. c., p. 68 (V 10, 7) 62 Marcos, Juan Antonio. Mística y 
Subversiva, Teresa de Jesús. Ed. Espiritualidad, Madrid, 2001, p. 35; Esto lo sostiene Marcos basándose en V.19,2; 
19,4;21,2; 34,11 63 Teresa de Jesús. O. c., p 53 (CE 9,1) 64 Teresa de Jesús. O. c., p 294 (CE,22,4) 65 Marcos, Juan
Antonio. O. c., p. 37

44
se pueden levantar los ojos a Dios sin ser conscientes de la propia
bajeza. El
conocimiento de Dios y el conocimiento propio se sostienen
mutuamente”.66
Es un transitar por el mundo de la propia existencia, como verdad, sin
ataduras, sin lazos, sin afectos que ofrecen falsas seguridades en el
camino de la
vida, afirma Teresa: “Entendí qué cosa es andar un alma en verdad
delante de la
mesma Verdad. Esto que entendí es darme el Señor a entender que es
la mesma
Verdad”.67 Es alcanzar la plenitud de la propia humanidad para
lanzarse a la
conquista del mundo. Es a partir de este momento en que el impulso
de Teresa se
proyecta en su obra, donde se desprenden sus escritos mayores, (Vida,
Camino,
Moradas, Fundaciones) sus obras menores, (Relaciones, Conceptos,
Exclamaciones, Constituciones, Modo..., poesías...,escritos humorísticos), Cartas
y los Carmelos fundados en la última etapa de su vida (Ávila, Medina
del Campo,
Malagón, Valladolid, Duruelo, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de
Tormes,
Segovia, Beas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria
y Burgos).
“La más cierta señal que hay de que amamos a Dios es el amor al
prójimo”68
y en ese sentido, Teresa es una gran maestra, porque con el ejemplo
nos ha
mostrado que es posible amar hasta el límite y nos ha heredado un
legado que
cumple ya 500 años y que a pesar de su muerte física y su ausencia en
el mundo,
las semillas que sembró siguen dando fruto y su testimonio de vida
aún en nuestros
días nos muestra que, como bien lo dijo E. Stein en el apéndice de su
libro Ser finito
y ser eterno que denominó Castillo Interior:
“Existen claramente dos caminos para la unión con Dios, y a la vez para la
perfección del amor: una vida fatigosa con el propio esfuerzo, cierto no sin la
ayuda de la gracia; y el ser llevados hacia lo alto, con gran ahorro de gran
trabajo
personal, pero en cuya preparación y realización se le exige muchísimo a la
voluntad”.69
66 Stein, Edith. O. c., p. 82 67 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p.
223 (V 40, 3) 68 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 89 ­ 
90 69 Ibidem. O. c., p. 90

45
C. El libro de la vida, de Teresa de Jesús
El libro de la vida de Teresa de Jesús es una ‘autobiografía’ que nos habla
propiamente de la vida de Teresa, la importancia de la familia, de la
oración, de
“tener padres virtuosos y temerosos de Dios”70 que le enseñaron la
caridad con los
pobres y la piedad con los enfermos, el valor de la honestidad, la
vanidad, las
conversaciones y las malas compañías y al mismo tiempo nos habla
del camino que
recorrió para llegar al conocimiento de la fortaleza, la paciencia, la fe,
la caridad, el
entendimiento, la voluntad, el yo trascendental, la verdad y al
encuentro con Dios.
De forma paralela se va desvelando cómo, a través de la experiencia
en
ambos planos, se llega al conocimiento de sí mismo que se conforma
por una
dualidad interior. Por una parte, el amor propio y la vanidad que es lo
que la liga al
mundo; y, en segundo término, el trabajo en la virtud que es lo que la
lleva a la
comprensión, comunicación y relación con el mundo en el plano de lo
humano y con
Dios en el plano divino.
En este contexto, es pues, pertinente señalar que vida y obra no son
aspectos que puedan ser disociados con el objeto de pretender mayor
objetividad
en la comprensión de las aportaciones teóricas, académicas,
científicas o filosóficas
de algunas corrientes de pensamiento. Antes bien, estos dos
elementos nos
proporcionan información y criterios de carácter contextual, histórico,
literario y
filosófico que nos llevan a la comprensión de la totalidad de una
circunstancia
específica en la que se desenvuelven personas, en una ubicación
espacio -
temporal, marcos de referencia, fenómenos sociales, corrientes de
pensamiento,
hechos históricos y que al mismo tiempo nos permiten acceder a la
unidad que tales
aportaciones dan al conocimiento del mundo y no solamente de sus
partes como
cosas. La historia de la iglesia, la reforma, el protestantismo, los
modos de ser, de
pensar, de actuar entendidos como expresiones culturales, problemas
de carácter
ético, la educación, el papel de la mujer y del hombre en la sociedad,
la política, el
70 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 34 (V 1, 1)

46
poder son perspectivas de análisis que se desprenden de la reflexión
de la vida de
una persona, de una mujer, de una religiosa conocedora de su ser
interno que lo
proyectó para la comprensión de su entorno y no sólo eso, sino que
tuvo como
objetivo primordial en su vida la transformación de su realidad a través
de sus
acciones.
Por tanto, vida y obra en el presente trabajo se convierten al mismo
tiempo
en herramientas metodológicas que de la mano con las categorías
fenomenológicas
como la experiencia, la epojé, la esencia, el sentido, la empatía nos
llevan, no sólo
a la comprensión del concepto de libertad, sino a la puesta en práctica
de un valor
que en la actualidad se ha demeritado y confundido con tantas
expresiones,
sentidos e interpretaciones que se ha perdido la esencia del concepto
mismo.
Edith Stein, en el ensayo titulado la Ciencia de la Cruz, elaborado con
motivo del 400 aniversario del nacimiento de Juan de la Cruz, Padre de
los
Carmelitas, sostiene que se puede llegar a la esencia de la persona
como unidad,
a partir de la vida y su obra: “Se hará el intento de comprender a San
Juan de la
Cruz en la unidad de su esencia, tal como se desprende de su vida y
obras, desde
un punto de vista que haga posible percibir esta unidad de una sola
mirada”.71
Asimismo, Stein nos comparte un análisis minucioso y magistralmente
descriptivo cómo a través de la experiencia es posible llegar al
conocimiento de la
verdad:
“cuando hablamos de ‘Ciencia de la Cruz’, no ha de entenderse en el sentido

corriente de la ciencia; no se trata de una simple ‘teoría’, es decir, ni de una pura
relación - verdadera o pretendida - de proposiciones auténticas, ni de una
construcción ideal en base a pensamientos coherentes. Se trata de una
verdad
bien conocida - una teología de la cruz -, pero verdad viva, real y
operante...”72
71 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, O.c., p. 201 72 Stein, 
Edith. O.c., p. 205

47
La experiencia que Teresa que nos comparte en este libro, es
estrictamente
fenomenológica y en adelante explicaremos por qué. Hemos dicho ya
que este libro
de la Vida fue escrito a la edad de 39 años, cuando ella ha tenido su
encuentro con
Jesús, identificado por los estudiosos como el momento de su
conversión, en un
acto de obediencia.
El ejercicio que realiza para comenzar a escribir la lleva a ubicarse
metafóricamente hablando como “fuera de sí” y en retrospectiva, con el uso de la
memoria, observa sus primeros pasos por el camino de la vida. Cabe
reiterar que
en el momento de este recorrido visual e imaginativo Teresa ya no
posee la
perspectiva del mundo natural, sino que observa su vida con la visión
de un mundo
espiritual donde Dios se le ha revelado. Hablando en términos de la
fenomenología
de Husserl, Teresa por medio de la epojé o “puesta entre paréntesis” procede a
abstenerse sobre la existencia espacio - temporal del mundo de tal
forma que
reconsidera los contenidos de la conciencia y los examina como
puramente dados,
en el fluir de su vivencia, pero llenos de intencionalidad. De tal forma
que al
comenzar a escribir la experiencia de su vida vienen a su mente
momentos que
marcaron el rumbo de su historia como la familia, la vocación
religiosa, su
enfermedad, la muerte de sus padres, sus deseos de oración, sus
distracciones y
describiéndolas en su pureza intencional como “las mercedes recibidas de Dios”.
Este primer encuentro literario vivencial con su vida, además de
servirle
para conocerse, desprenderse de ella y de todo cuanto pudiera
causarle dolor o
frustración por sucesos vividos en el pasado, sirve a Teresa de impulso
para
continuar en el camino que para ella ahora lo sabe, es el correcto y
comienza su
labor doctrinal hablando a partir del capítulo 11 de los grados de
oración. Si bien,
Teresa en estos momentos de la historia aún no experimenta los
regalos místicos,
su encuentro con Jesús ha sido determinante en el nuevo rumbo de su
vida como
intencionalidad de dirección y cumplimiento, y esa alegría y
convicción la quiere
compartir a través de la oración. De tal forma que poco a poco Teresa
va
compartiendo, lo que Husserl llama, “lo dado o datidad”, donde aparece a la

48
conciencia la intencionalidad el correlato relacional de su persona con
el mundo
espiritual. La oración además de ser una alabanza a Dios por las
“mercedes”
recibidas, es un diálogo empático con el Amado, con el amigo y un
proceso de
conocimiento de ese quien es capaz de transformar la vida.
A partir del capítulo 23 escribe experiencialmente sobre la presencia
de
Dios en su vida, las manifestaciones de su amor, sus comunicaciones
con Él y la
misión que le ha encomendado. En este punto del camino, ya Teresa se
ha hecho
empáticamente una con Jesús. “Ya no vivo yo, pues es Cristo que vive
en mi”,73
como diría San Pablo.
En otro apartado, Teresa al compartir la experiencia de la fundación
del
convento de San José en los capítulos 32 al 36, finaliza esta
experiencia, con la
invitación a conocer a quien ha sido capaz de transformar su vida.
Desnuda su alma
para mostrar el camino que lleva a la salvación, a la libertad, a la paz,
a la felicidad.
Reconoce que todo cuanto le ha sido dado ha sido sin mérito y sólo por
pura gracia
y misericordia divinas. Y comparte, el inicio del camino de la
esperanza hacia el
encuentro, dando la clave para transitar en el mundo. “...adónde se ha
de buscar a
Dios. En especial lo dice el glorioso San Agustín, que ni en las plazas,
ni en los
contentos, ni por ninguna parte que le buscava, le hallava como dentro
de sí”.
Porque “no es menester ir a el cielo, ni más lejos que a nosotros
mesmos, porque
es cansar el espíritu y destraer el alma y no con tanto fruto”.74
En síntesis, el libro de la vida o la vida de Teresa de Jesús, que para el
caso es lo mismo; es un documento histórico, que nos habla del
pensamiento de
una mujer que superaba con mucho la comprensión del ser humano, de
su tiempo,
de su espacio, de la realidad, de las formas de conocer, de cómo
transmitir el
conocimiento y un ejemplo de coherencia entre las palabras y lo
hechos. Una mujer
que sin pretenderlo, dejó los cimientos de una escuela, para la
humanidad. No sólo
73 Nueva Biblia de Jerusalén, Editorial Desclée de Brouwer, tercera edición, 1998, p. 1707 74 Teresa de Jesús. 
Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 224 (V 40, 6)

49
para los monasterios, sino para todo aquel que se interese por conocer
los
elementos constitutivos del hombre; ¿Quiénes somos?, ¿qué hacemos?
¿Porqué
lo hacemos? ¿Para qué hacemos lo que hacemos? En fin, para
comprender la
cultura, la educación y las ideas que han llamado la atención de los
filósofos a través
de la historia como la libertad, la felicidad, el amor.
50
Capítulo III. EJES CONCEPTUALES Y CATEGORÍAS FILOSÓFICAS
DERIVADAS DE SU VIDA Y QUEHACER.
De tal forma que para realizar una aproximación filosófica a la vida de
Teresa de Jesús es imprescindible identificar su obra como un sistema
que aborda
de manera interrelacionada los tres grandes problemas de la filosofía:
la realidad
del ser en cuanto humano, el conocer (cómo abordamos y
comprendemos la
realidad) y el actuar (cómo la transformamos). Comencemos por
descifrar la
humanidad de Teresa, como camino para conocer al ser humano.
Ejes Conceptuales Teresianos
Eje: REALIDAD HUMANA Experiencia Discernimiento Sentido de vida Naturaleza humana

Eje: ACCION Libertad Valores Unión Desapego Oración Mística

Vida Amor Felicidad

51
Eje: CONOCIMIENTO/ EXPRESION Lenguaje/ Comunicación Educación/ Formación Cultura/
Política
A. Eje conceptual de la realidad humana
Para comenzar a dilucidar los puntos relevantes de la reflexión teórico
-
filosófica del “libro de la Vida” parafraseando a Ricardo Blázquez Pérez, en el
Proemio El libro de la vida: un ejemplo de teología narrativa, diremos
que este libro

de Teresa “...no es un diario de su alma ni un libro de viajes”,75 “no es un libro de
aventuras”, “no es una autobiografía”, “no narra el desarrollo completo
de su vida
hasta el momento de la redacción”, “para ser biografía faltan hechos,
concatenación
entre ellos y descripción del ambiente general, por más que dé
pinceladas
extraordinariamente elocuentes”. Es, señala Blázquez, “narración de
acontecimientos y experiencias de vida”, “es testimonio”, “es
invitación a los
destinatarios”, “es un diálogo con Dios” y es una narración donde
“recuerda, escribe
y reza, fundiéndose los niveles histórico, vivencial y trascendente”.76
De igual forma, agrega Blázquez, según Santa Teresa se requieren tres
condiciones para transmitir lo que narra el libro de la vida: “Una merced es dar el
Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia; otra
es saber
decirla y dar a entender cómo es”.77 Es pues en el proceso de “Sentir,
entender y
comunicar” que radica “el magisterio místico” que ejerce Teresa desde el Libro de
la vida.
Y es precisamente con estos tres elementos, experiencia,
discernimiento y
comunicación que comenzaremos la reflexión del libro de la vida a la
luz de la
filosofía moderna.
75 Blázquez Pérez, Ricardo. El libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, Actas del I Congreso Internacional 
Teresiano, Ed. Monte Carmelo, Universidad de la Mística ­ CITeS, España. 2011, p.30 76 Blázquez Pérez, Ricardo. 
O. c., p. 25 77 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 97 (V 17, 5)

52
1. La experiencia
Históricamente el término de experiencia ha sido usado e interpretado
en
varios sentidos en el ámbito filosófico, desde Platón, Aristóteles,
Roger Bacon, Kant,
Hegel, Dilthey, Bergson y Husserl, ya como un hecho de “sufrir” algo, como medio
de verificación o confirmación de un juicio sobre la realidad, ya como
una enseñanza
adquirida con la práctica, o como una aprehensión de la realidad
realizada por parte
de un sujeto. De igual forma cuando se habla de la experiencia se le
atribuye un
carácter ya sea interno o externo según sea el caso. En la actualidad
incluso se ha
tipificado a la experiencia como: metafísica, sensible, artística,
científica, natural,
religiosa entre otras. Sin embargo, para el presente proyecto la
acepción de
experiencia que hemos de retomar es la experiencia fenomenológica
que para
Husserl es como una experiencia primaria, anterior a la experiencia
del mundo
natural. Aprehensión sensible de la realidad externa, antes de toda
reflexión, en la
que propone como fundamento de su teoría ‘regresar a las cosas mismas’,
recuperar la experiencia originaria para sentir las cosas como tales y
al sí mismo.
Experiencia fenomenológica, es pues, una condición única e
irrepetible
para cada persona que habita en el mundo, es una serie de sucesos
que dan cuenta
de vivencias, sentimientos, percepciones, sensaciones que nos hablan
de una
historia personal, de una vida. Es un proceso que hace ver la propia
vida en
retrospectiva como si fuera la de otro, sin juicios de valor, sin ideas
preconcebidas,
es una descripción de sucesos que sólo puede realizarse de manera
individual y
únicamente de sí mismo. Aún cuando los términos historia y vida se
aplican
comúnmente para enunciar procesos colectivos, la experiencia
fenomenológica es
una herramienta metodológica que es aplicable, tanto de manera
particular, como
en grupo, según tantas vidas y tantas historias como personas hay en
el mundo.
En ese sentido, la vida de Teresa y la narrativa de la misma, en el
documento que hoy nos ocupa, es un ejemplo de cómo se realiza esta
experiencia
humana y espiritual desde el plano fenomenológico, de una manera
espontánea sin
53
pretenderlo, por parte de la autora. El libro de la vida de Teresa de
Jesús, nos da
cuenta de su historia a partir del momento en que ella tuvo conciencia
de la misma,
alrededor de los seis o siete años - así lo manifiesta ella, sin precisión
-, cómo era
afecta a la lectura de los libros de caballería, propios de la literatura
de su época, la
relación con sus hermanos y sus primos, la educación que recibió de
sus padres,
cómo fue marcada su vida con la muerte de su madre a la edad de
catorce años, el
ofrecimiento de su vida a la virgen María cuando estuvo consciente de
su orfandad,
la importancia que dio a la oración espiritual a su corta edad, el
descubrimiento de
su vocación, su larga enfermedad y el camino de santidad que
emprendió a partir
de su encuentro con Dios.
Edith Stein, en la introducción a su ensayo sobre Juan de la cruz,
señala
que es en esta experiencia donde se encuentra el sentido y
fundamentos del origen
de la ciencia de la cruz, donde “la imagen interior sólo está totalmente
formada y es
interiormente apropiada con la formación externa; con ello, si no
encuentra ningún
impedimento en el camino, se convierte en forma interior, que se
manifiesta en la
conducta, es decir, impulsa al camino del seguimiento. La imagen
externa, la creada
por uno mismo, puede servir siempre de acicate a la
autoconfiguración en sentido
propio”.78 Así pues, la experiencia fenomenológica, se convierte en el
fundamento
de todo autoconocimiento y al mismo tiempo al conocer al sí mismo se
posibilita el
conocimiento de los demás.
Es pertinente señalar que la experiencia que comparte Teresa en el
Libro
de la Vida es a la luz del encuentro que ha tenido con Jesucristo y que
se manifiesta
en un antes (del capítulo 1 al 9) y un después (del capítulo 11 al 31).
Experiencia
que la orienta en un primer momento, hacia el conocimiento de sí
misma en
retrospectiva y con visión de futuro. Es en palabras de Unamuno, un
combate
consigo mismo por la verdad, afrontando la responsabilidad de la
existencia, que se
puede sentir como un naufragio.
78 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 208

54
La experiencia según Bergson es intuición y al mismo tiempo filosofía
debido a que “es la intuición y no la razón el principio para dar cuenta
de lo real”79
señala J. Ezcurdia. Esta intuición como método intenta comprender la
profundidad
de lo real y a través de imágenes y muestra lo que los conceptos no
pueden revelar
en plenitud. El método intuitivo, representa, lo que la reducción
fenomenológica de
Husserl nos propone como “una inversión de la dirección habitual del
pensamiento”.80
Así encontramos como nos dice Husserl que los actos como la
abstracción,
el juicio, la inferencia no son actos empíricos, sino de naturaleza
intencional, lo
dado es el correlato de la conciencia intencional, donde toda intuición
primordial es
una fuente legítima de conocimiento. Teresa se coloca “antes” de toda creencia y

de todo juicio para explorar simplemente lo dado, realiza la “reducción eidética, lo
que resulta de ella - su residuo - son las esencias”, unidades ideales
significativas -
“de sentidos” u “objetos sentidos” - de “universalidades”.
San Pablo, María Magdalena, San Agustín, Santa Teresa, Edith Stein
son
ejemplos de experiencias que a lo largo de la historia en el puro flujo
de lo vivido o
puro tejido de vivencias de la conciencia intencional han encontrado
expresiones y
significaciones, “residuos del yo trascendental”.
El conocimiento de sí mismo que comparte Teresa y que se
fundamenta en
la experiencia, nos habla de un proceso de experiencia de lo “externo” en los

primeros capítulos del libro y un proceso de experiencia “interno” que vivencia a
partir del capítulo 11 en adelante. Una experiencia que no comparte
desde la
experiencia misma, sino desde este desprendimiento de su “yo”, intimista, subjetivo,
egocéntrico, sin prejuicios que la inclinen a realizar juicios de valor
sobre lo que es
su propia vivencia. Es lo que Husserl identifica como el cambio radical
de la “tesis
natural”, donde la conciencia se sitúa frente al mundo. Como señala Dilthey, los
79 Ezcurdia, José. Mística y Filosofía, Universidad de la Mística ­ CITeS, Ávila 2009 p. 226 80 Husserl, E. Ideas 
relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, editorial FCE, 4a reimpresión 1997, p. 131

55
hechos espirituales no nos son dados, como procesos naturales, a
través de un
andamiaje conceptual, sino de un modo real, inmediato y completo.
La epojé teresiana se convierte así en un modo de ver la realidad y de
un
método a la vez. El Libro de la Vida es un ejemplo de la reducción
eidética de
Husserl una “inversión de la dirección habitual del pensamiento”. Es la
intuición de
Bergson y, por tanto, susceptible de ser reflexionado por la filosofía. A
través de la
suspensión de su vida, de la puesta entre paréntesis se conoce a sí
misma y
encuentra el sentido. Sus potencias, emociones, sentimientos,
percepciones
convergen en un solo punto y brota la fuerza interior que la llevará a
continuar el
camino hasta el fin de su vida.
La libertad en este contexto, emerge en Teresa, al observar desde
fuera de
sí, todas las ideas preconcebidas con las cuales fue educada y
formada en un
escenario cultural determinado, como “puestas entre paréntesis”. Desprendiéndose
así, de emociones, sentimientos y percepciones de la realidad que se
presentaban
como obstáculos para que su “yo” brotará con un impulso natural, con la visión de
la totalidad del ser y las potencias del alma dirigidas a un único
sentido.

2. El discernimiento
El discernimiento en Teresa de Jesús, dice Blázquez Pérez, es un
proceso
escalonado entre el sentir, entender y comunicar: “lo primero es recibir o tener la
experiencia del misterio de Dios, no provocada artificialmente sino
venida del Señor;
después entenderla y discernirla como gracia de Dios y por fin
comunicarla, hallar
las palabras adecuadas y también los símbolos para darse a entender,
para
expresar lo que ha vivido”.81 De tal forma que para entender y
discernir Teresa de
manera intuitiva, realiza lo que José Ezcurdia en sus reflexiones sobre
Bergson
81 Blázquez Pérez, Ricardo. El libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, Actas del I Congreso Internacional 
Teresiano, Ed. Monte Carmelo, Universidad de la Mística ­ CITeS, España. 2011, p. 29

56
denomina como, el “método de una ontología experimental”, y señala,
“es la
intuición y no la razón el principio para dar cuenta de lo real”.82
Si bien Teresa entiende y discierne su vida por gracia de Dios, hemos
de
aclarar que la gracia no es producto de la imaginación, ni está
relacionada con
aspectos mágicos, ni eventos sobrenaturales. La gracia en Teresa es
un don
gratuito que recibió sin haberlo pedido, “sin merecerlo”, y que supo explotar al poner

sus sentidos y potencias al servicio de un Dios que la ha “salvado”. De tal forma que
su memoria, entendimiento y voluntad de Teresa fueron explotados en
su máxima
expresión para comprender la realidad de su tiempo y trascender en el
tiempo y el
espacio.
Teresa, en el libro de su vida, nos remite a un espacio y un tiempo en
el
curso de la historia. Nos comparte modos de ser y estar en el mundo.
Nos habla de
instituciones que conforman la realidad como la familia, la educación,
la religión, la
política, la comunicación, el lenguaje y las expresiones culturales. Sin
pretenderlo
nos orienta en la comprensión de su momento histórico y nos permite
acceder a la
explicación de fenómenos de nuestro tiempo. “La intuición se
constituye, dice
Ezcurdia, como una función anímica capaz de instalarse en el corazón
de sus
objetos para dar cuenta de su forma peculiar en tanto intensidad y
proceso creativo.
Es por ello por lo que Bergson hace de la intuición el método de la filosofía...”.83
Discernir también nos remite al concepto del entendimiento que
Spinoza
propone en el Tratado de la reforma del entendimiento como una “facultad de

conocimiento”. Esta facultad según Spinoza puede ejercitarse de cuatro “modos”:
por “lo que se dice”, “por aprehensión de la esencia de una cosa
concluida de otra
esencia”, “por percepción de la sola esencia de la cosa” o “por el conocimiento de
la causa próxima”.84
82 Ezcurdia, José. Mística y Filosofía, Universidad de la Mística ­ CITeS, Ávila 2009. p 225 ­ 226 83 Ibidem. p 227 
84 Spinoza, B. Tratado de la reforma del entendimiento / Principios de filosofía de Descartes / Pensamientos 
metafísicos, Alianza Editorial, Madrid, 1988 , p. 81 ­ 82

57
El procedimiento que Teresa realiza para entender y discernir que se
obtiene a través del estudio y la reflexión, por lo tanto es un “conocimiento” humano.
Es un proceso de comprensión y acción del entendimiento. Sabemos
por los datos
que nos ofrecen los estudiosos de la vida de Teresa, que ella gustaba
de la lectura
de la vida de los Santos y de otros libros espirituales que la llevaron al
encuentro
con Dios. Es una lucha entre el bien y el mal donde el espíritu del mal
habla sólo a
la imaginación y los sentidos, mientras que el espíritu bueno actúa
sobre la razón y
la conciencia:
“Queda aquí entendido - y nótese mucho por amor de el Señor - que aunque
un
alma llegue a hacerla Dios tan grandes mercedes en la oración, que no se fíe
de
sí, pues puede caer, ni se ponga en ocasiones en ninguna manera. Mírese
mucho, que va mucho; que el engaño que aquí puede hacer el demonio
después,
aunque la merced sea cierto de Dios, es aprovechase el traidor de la mesma
merced en lo que puede...”85

Asimismo, para realizar esta diferenciación entre lo que escuchan la


imaginación y los sentidos en contraposición con la conciencia y la
razón, Teresa
propone a lo largo de su obra cuatro pasos para poder entender y
discernir el rumbo
que debe seguir en el camino de la vida:
a) encontrar el valor absoluto sobre el cual se valoran las demás
cosas;
b) el autoconocimiento o conocimiento de sí mismo;
c) la oración, como diálogo, comunión y amistad con Dios; y
d) el cumplimiento de la voluntad divina, que da paz y tranquilidad al
corazón.
El entendimiento y comprensión que propone Teresa es un proceso que
se
fundamenta en un acto de la conciencia y que tiene repercusiones en
el
comportamiento humano. Para ella, el valor absoluto es Dios y a través
de su
relación con Él estable su relación con las demás personas y con las
cosas del
85 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 107 (V 19, 13)

58
mundo. Es el punto de orientación en el que convergen su ser, su
pensar y su actuar
en su realidad cotidiana. En el encuentro con Dios Teresa llega
también al
conocimiento de sí misma y en consecuencia a la comprensión de
todo lo que le
rodea:
“No sé si queda dado bien a entender, porque es cosa tan importante este
conocernos, que no querría en ello huviese jamás relajación, por subidas que
estéis en los cielos; pues mientras estamos en esta tierra no hay cosa que
más
nos importe que la humildad. Y ansí torno a decir que es muy bueno y muy
rebueno tratar de entrar primero en el aposento a donde se trata de esto,
que
volar a los demás; porque éste es el camino, y si podemos ir por lo seguro y
llano,
¿para qué hemos de querer alas para volar?, mas que busque cómo
aprovechar
más en esto. Y a mi parecer jamás nos acabamos de conocer, si no
procuramos
conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza, y mirando
su
limpieza, veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos
cuán
lejos estamos de ser humildes”.86
Es en una relación de amistad con Dios que Teresa realiza su oración,
se
entrega, le cuestiona, le pide orientación, le consulta, le habla de
amor, sobre todo
le escucha. Está siempre atenta a su voz y a su mensaje para poder
actuar en
consecuencia. Pero esta comunicación que establece con su Salvador
no es una
acción sobrenatural, Dios le habla de múltiples maneras: la Sagrada
Escritura es
una de ellas, en el sacramento de la reconciliación, en una homilía, en
la comunión,
a través de sus directores espirituales, de su comunidad, en las
lecturas que
gustaba:
“Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo que
he
dicho, y aún algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la
presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estava dentro de
mí,
y yo toda engolfada en Él”.87
86 Teresa de Jesús. O. c., p. 478 (1M 2, 9) 87 Teresa de Jesús. O. c., p. 66 (V 10, 1)

59
En Teresa el producto de la oración es la misión y por tanto cumplir la
voluntad de Dios. Reconociendo su pequeñez y la grandeza de un Dios
vivo que
camina a su lado Teresa emprende la tarea más importante de su vida.
Sus escritos
que conforman el testamento más grande para la humanidad y las
fundaciones que
hasta nuestros días representan una aportación significativa para la
Iglesia en el
mundo.
Una espiritualidad producto de su comprensión y entendimiento al
servicio
de Dios y del amor que fue llamada a transmitir a la comunidad de su
tiempo y de
la actualidad. Un llamado a la humanidad a experimentar esta
espiritualidad en el
mundo, no en el cielo, que esa es otra historia, un llamado a cambiar
las pautas de
comportamiento, de relación con los otros, de actuar fundamentados
en el amor, en
libertad. En poner las potencias del alma al servicio de mundo con la
mirada en el
cielo, y así lo expresa:
“En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos
interiores ni
en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía, sino en estar
nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos
que
quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente
tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere su majestad.
Esto parece dificultosísimo... más esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que

olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos...”88

3. El sentido de la vida
Para Teresa el sentido de la vida es, vivir, con todas las implicaciones
que
conlleva. Cada segundo, minuto, de la propia vida, en el cumplimiento
de los
mandatos divinos, aceptando los periodos de tribulación, y
depositando la confianza
total y absoluta en la voluntad divina. Disfrutar del don de la vida, la
conciencia de
la existencia del cuerpo y de todo lo que nos rodea como gracias
dadas por el
creador sin un costo extraordinario, la familia, los amigos, el trabajo,
las cosas
88 Teresa de Jesús. O. c., p. 691 (F 5, 10)

60
materiales son los elementos que sirven de base para encontrar ese
sentido de la
propia existencia donde se conjugan todos los ámbitos de la
estructura de la
persona humana. Teresa por su parte lo dedicó al servicio, a la
caridad, a la idea de
reformar la Iglesia y volver al sentido original como fue establecido
por Dios.
El ser humano, por naturaleza, desde el momento del nacimiento hasta
la
muerte misma, se encuentra en una constante búsqueda de sentido.
Cuando se es
recién nacido, busca satisfacer las necesidades más primordiales
como comer,
dormir y estar aseado y cómodo. Cuando se es niño, sus
preocupaciones, no van
más allá de jugar, investigar y conocer su entorno inmediato y seguir
cubriendo sus
necesidades básicas. En el momento de la adolescencia, ya con el uso
de la razón
comienza a realizar preguntas con un tinte más filosófico cómo:
¿Quién soy? ¿De
dónde vengo? y ¿A dónde voy?, entrando en una etapa de rebeldía e
inconformidad
por todo lo establecido. Ya en la edad adulta se continúa la búsqueda
del sentido
pero de forma más mesurada.
La respuesta que cada persona encuentra en el proceso de búsqueda
es
completamente variada, porque cada experiencia es única e
irrepetible, por ello
puede darse el caso que algunos encuentren a una edad determinada
el sentido de
la existencia y otros nunca lo logren encontrar.
En el caso de Teresa, su espíritu rebelde, su actitud de humildad y los
valores que sus padres le inculcaron desde pequeña, fueron el
contexto propicio
para que su sensibilidad siempre despierta ante todos los
acontecimientos que
sucedían a su alrededor le llevaran en todo momento en dirección
hacia el Señor.
Su experiencia de la vida y de la muerte, del pecado y de la virtud, del
bien y del
mal, de la alegría y el sufrimiento, del cuerpo y del espíritu, en fin, los
polos opuestos
de la vida fueron los marcos de referencia que le orientaron en su
búsqueda de la
verdad, con la certeza de que detrás de la oscuridad existía la
posibilidad de un
camino de luz.
61
Es en esta perspectiva de posiciones opuestas que la experiencia de
Teresa va definiendo su conocimiento y experiencia. El cuerpo le
remite a las cosas
del mundo con todas sus implicaciones y necesidades, como comer,
dormir,
relacionarse con los otros, trabajar. El espíritu por su parte, la lleva a
recordar,
pensar, percibir temer, aspirar y finalmente decidir sobre su objetivo
específico de
vida. El conocimiento adquirido por su experiencia en el plano familiar,
social,
cultural la lleva a la decisión más importante de su vida en la que
dispone sus
potencias y sus actos al servicio del Señor. Esta decisión es
determinada por la fe
en aquello que la ha llevado a descubrir la esencia de un Dios que la
ha redimido
de todo lo que le afectaba y percibía de las cosas del mundo.
Así pues, es su conciencia del pecado, que desde pequeña le
inculcaron
sus padres, la determinante para que su experiencia se orientara
definitivamente en
el camino del Señor. De tal forma que, a partir de que aparece ante ella
esta realidad
espiritual, experimenta, conoce y vive de una forma diferente; decide,
toma partido
y encuentra el sentido de la vida que la lleva a la felicidad, a la
libertad, al amor y
finalmente a la verdad, que la llevan a un cambio radical en su vida.
Este momento, identificado por los estudiosos como el momento de su
conversión, muestran a una Teresa segura de sí misma, con firmeza de
carácter, y
una fuerza que la llevan a emprender una empresa muy ambiciosa:
compartir su
experiencia de vida con alegría a través de sus escritos, la fundación
de sus
monasterios y a iniciar una reforma de la iglesia para volver al
fundamento que su
‘maestro’ le enseñó.

4. La naturaleza humana
Ya lo proponía el filósofo ateniense Sócrates hacia el año 470 - 399 a.
C.
con la frase que ha trascendido a través del tiempo y que en la
actualidad tiene una
vigencia invaluable, ‘conócete a ti mismo’. Es la premisa inicial que Teresa de Jesús
nos propone para iniciar este camino hacia la libertad. El
conocimiento de nosotros
62
mismos nos lleva a desvelar en nuestra propia humanidad esos dos
polos distintos
que nos conforman: la tendencia hacia el bien y hacia el mal, que
conforman nuestra
propia naturaleza. El libro de la vida nos introduce en el conocimiento
de la virtud
propia del hombre y los atractivos que nos ofrece el mundo que nos
inclinan al mal.
La soberbia, la avaricia, la lujuria o impureza, la ira, la gula la envidia y
la
pereza son las imperfecciones que nos llevan a romper la armonía con
el ser interior,
que se restablecen con el trabajo en virtud como la humildad, la
justicia (largueza),
la pureza, la templanza, la paciencia, la caridad y la diligencia.
El conocimiento de sí mismo es el camino a la conciencia que nos
permite
identificar la forma de actuar en circunstancias determinadas, E. Stein
lo
conceptualiza como el flujo de vivencias, percepción interna y
representación
expresa, que junto con las sensaciones son elementos constitutivos
reales de la
esencia y pertenecen al yo.
La naturaleza humana, entonces, es para Teresa ese cuerpo, alma y
espíritu que desde antiguo se encuentra dividida en dos: con un lado
que se inclina
al bien o la virtud y otro que se orienta al mal o al pecado o en
palabras de San
Agustín “un movimiento de alejamiento de la fuente creadora”.
Creados por Dios por
amor y para ser amados. Y dador al mismo tiempo de todo cuanto tiene
y es.
Vida y muerte, luz y oscuridad, esa es la trayectoria que transitan
todos los
seres en el mundo, dice Agustín, “porque si fuesen sumamente buenas,
serían
incorruptibles y si no fuesen nada buenas, no habría en ellas nada que
corromperse.
Por lo que, o la corrupción no daña nada, lo cual no es posible, o, y
esta es la
verdadera realidad, todas las cosas que se corrompen se privan de un
bien”.89
El hombre tiene una naturaleza corrompida por el pecado; que
necesita
conversión y gracia:
89 San Agustín. Confesiones, Ed. Porrúa, Colección Sepan Cuantos, México, 2007, p. 139

63
“¡Qué, manera para creer que, cuando él quiere, espera a que vuele el sapo
por
si mesmo! Y aun mas dificultoso y pesado me parece levantarse nuestro
espíritu,
si Dios no le levanta; porque está cargado de tierra y de mil impedimentos, y
aprovéchale poco querer volar; que, aunque es mas su natural que de el
sapo,
está ya tan metido en el cieno que lo perdió por su culpa”.90

Sin embargo, la naturaleza humana aunque se inclina algunas veces al


pecado y otras al bien, tiene la posibilidad de transformar su vida y
terminar con esa
lucha interior en que se encuentra la humanidad a lo largo del camino,
ese es el
llamado a la conversión al que Teresa se refiere: “deseava vivir - que
bien entendía
que no vivía, sino que peleava con una sombra de muerte - y no había
quien me
diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar, tenia razón
de no
socorrerme, pues tantas veces me había tornado a sí y yo dejádole”.91
Este cambio de vida es posible, cuando se llega al conocimiento de sí
mismo y se identifica plenamente cuales son las acciones y
reacciones que tiene el
cuerpo, el alma y el espíritu en diversos momentos; sentimientos,
emociones,
sensaciones, percepción de las cosas del mundo. Un estudioso de la
mística, nos
ilustra al respecto: “Para un sujeto sin vida anímica - espiritual este
estar sumido en
el cuerpo es lo único posible; no puede ponerse frente a él y no tiene
una interioridad
más profunda a la que pueda retirarse. Su vida interior se limita a
notar sus estados
corporales... En cambio para un sujeto que tenga alma y espíritu el notar los estados
corporales constituye la periferia más externa de su vida interior”.92
B. Eje conceptual del conocimiento/ expresión
En el terreno de la comunicación y el lenguaje, Teresa, como en todos
los
ámbitos fue una mujer que de manera osada escandalizó a la sociedad
de su
tiempo. Estableciendo antes que nada, una comunicación clara,
directa y abierta
90 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 124 (V 22, 13) 91 O. c., p. 
63 (V 8, 12) 92 Stein, Edith. Naturaleza, libertad y gracia, Obras Completas, Tomo III, Ed. Monte Carmelo, Burgos 
2004, p. 104

64
con Dios como creador, dador de vida y fuente de amor y misericordia;
que por
momentos se asemejaba a los sentimientos y emociones que hablan
más de un
amor humano y no divino, como es el caso.
Teresa de Jesús es claro ejemplo de que es posible lograr la empatía
con
Dios, que se proyecta a través de sus escritos y nos muestra cómo se
crea y se
desarrolla una intimidad entre ambos en los tiempos de oración.
Además de que
cuando a través de la experiencia se conoce el mecanismo de
comunicación o
comunión con el Ser Divino, es posible establecer esa misma
comunicación o
comunión con los otros seres humanos.
¿Cómo conozco?, ¿cómo me relaciono con el mundo?, ¿cómo
aprehendo?
Estas interrogantes forman parte del conocimiento de sí mismo que
son de utilidad
para el proceso cognoscitivo. Teresa de Jesús en el libro de la vida nos
enseña
como para dar respuesta a estas interrogantes además del
conocimiento de sí
mismo se requiere cierta docilidad para domar a ese ser interior que
obstaculiza el
proceso de aprendizaje, ella le llama obediencia. E. Stein, mujer y
filósofa judía,
convertida al catolicismo por su encuentro con Cristo vivo a través de
la lectura de
la obra de Teresa de Jesús, nos dice que para llegar a ser maestro se
necesita
“liderazgo natural nato, clarividencia de espíritu, ardor del corazón,
voluntad
dispuesta a actuar, espíritu de grupo y poder de encanto sobre las
almas”,93 todas
éstas características de la personalidad de Teresa que sirven de base
para analizar
la pedagogía educativa en el proceso de formación del ser humano.
En el presente trabajo, entenderemos por cultura, todo lo que somos,
lo
que pensamos, lo que sentimos y hacemos. En el momento histórico
que le toco
vivir a Teresa de Jesús, con pensadores como Erasmo de Rotterdam y
Martín
Lutero en el escenario político, social, cultural, religioso, incluso
económico en el
declive de la Edad Media en la Europa de aquellos tiempos y el inicio
de la edad
moderna; las ideas que permearon aquella época necesariamente
tuvieron una gran
93 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 57

65
repercusión en su percepción del mundo y desde luego en su
formación. Su
propuesta de Reforma de la Iglesia basada en la coherencia entre lo
que se dice y
lo que se hace, represento para ella un largo y continuo conflicto en la
fundación de
los conventos de Carmelitas descalzos que a decir de ella, era una
misión inspirada
por Dios.
La perspectiva de Teresa como mujer de su tiempo, es digna de
resaltarse,
ya que en el trabajo realizado de manera cotidiana se muestra una
mujer que pugna
por la igualdad de las personas sin menosprecio de nadie, y más
cercano al
mandato divino, prueba de ello es la relación que establece al conocer
a Antonio de
Heredia, prior de Medina, y a San Juan de la Cruz, con quienes empezó
su reforma
de los frailes (28 de noviembre de 1568), creando los primeros
conventos, de
Duruelo (1568), Pastrana (1569), Mancera, y Alcalá de Henares (1570).
Este hecho
nos muestra la visión de persona que poseía Teresa sin tintes sexistas,
resaltando
el valor de lo humano y apegadas en todo momento a lo establecido
por Dios.

1. Lenguaje / comunicación
El problema de la comunicación en Teresa radica en “saber decir y dar a
entender como es”94 la realidad que ella experimenta: la presencia de
Dios en su
vida. Para ello tiene que buscar palabras, signos y símbolos para
expresar lo vivido.
Sin embargo, la comunicación que establece con el otro, no es en
función
propiamente del lenguaje, sino de la propia vivencia, estableciendo
una relación
empática con el otro en una experiencia antropológica:
“si queremos saber que es el hombre, tenemos que ponernos del modo mas
vivo
posible en la situación que experimentamos la existencia humana, es decir,
lo
que de ella experimentamos en nosotros mismos y en nuestros encuentros
con
otros hombres”.95
94 Teresa de Jesús. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 97 (V 17, 5) 95 Stein, 
Edith. La Estructura de la Persona, Editorial BAC , Madrid, 2007, p. 49

66
El tema de la comunicación ha sido abordado desde muy diversas
perspectivas, aunque la realidad lo convierte en un problema
difícilmente acabado.
Vayamos a una percepción filosófica contemporánea, como es la
perspectiva de
Gadamer, quien consideró que la expresión comunicación “representa más bien la
forma abstracta de comunidad, como lo que refleja el flujo entre los
vasos
comunicantes. Mirar al interior de las expresiones nos permite así
percibir los
matices de nuestra manera de pensar en su conjunto, y de sus
transformaciones en
la era de la técnica”.96 En este sentido, la comunicación se nos
muestra a través de
elementos adicionales como son, las expresiones, los gestos y
actitudes, que como
él mismo lo dice nos permiten percibir diferentes matices de
pensamiento dentro de
una totalidad.
También podemos acceder al ámbito de la comunicación a través de la
diferenciación entre la comunicación animal y la comunicación
humana. La primera
caracterizada por la emisión y percepción de señales, la segunda, por
el
entendimiento, percepciones sensoriales, información y ‘medios’ que utiliza el
hombre para llevarla a cabo. Ambas perspectivas aún cuando nos
proporcionan
elementos adicionales para comprender el acto de la comunicación
nos remiten más
a la forma en que se transmite la información, a los signos y su
significado que es
materia de la semiología o de la lingüística y que no son objeto de este
trabajo.
Asimismo, la teoría de la comunicación que tiene como antecedente la
teoría de la información propuesta por el ingeniero Claude E. Shannon
en su
artículo “Teoría matemática de la comunicación” escrito en 1948, nos sugiere la
existencia de cinco componentes de un sistema de comunicación: la
fuente, el
transmisor, el canal o medio, el receptor y el destinatario. Esta teoría
ha sido
retomada por varios autores haciendo ciertas consideraciones e
incorporando otros
elementos para entender la realidad de los ‘instrumentos de difusión de

información’, así como la comunicación misma, tales como la codificación y
decodificación del mensaje, el emisor y receptor de las señales, la
transferencia
96 Gadamer, Hans George. Acotaciones Hermenéuticas, Ed. Trotta, Madrid 2002, p. 203

67
entendida como sustancia codificada, entre otras. Dicha idea de ‘comunicación’ nos
remite a una imagen con dos flechas paralelas que se dirigen en
ambos sentidos
(de ida y vuelta) para comprobar que efectivamente se realice el acto
comunicativo.
El modo de abordaje puede ser, darse en dos sentidos: el sentido
lingüístico
o el existencial. El sentido lingüístico, ya lo mencionamos no se
acerca a la
pretensión de Teresa, es más bien experiencial. Aunque esta
clasificación no nos
ayuda lo suficiente para comprender la perspectiva Teresiana,
comenzaremos con
las aportaciones que se han realizado en el campo de la comunicación
existencial.
Jaspers señala que la comunicación existencial se encuentra en el “limite
de la comunicación empírica” y dice que “la comunicación existencial,
única e
irrepetible, tiene lugar entre seres que son sí mismos y no representan
a otros”97
como sucede en el caso de Teresa ser “si ­ mismo” no es ser aisladamente, sino

serlo con otros “si mismos” en libertad.
Es precisamente esta consideración de la que Teresa parte para
comunicar
a los demás lo que ha sentido, pensado y entendido de su experiencia
de vida.
Recurre a la descripción de lugares comunes en la vida cotidiana de
cualquier ser
humano como la familia, la educación, la religión, la muerte, la
búsqueda de sentido,
la existencia de Dios, sus lecturas que alimentan el espíritu y se
muestra una
identificación con otros seres humanos que viven, que sueñan, que
sufren y que
comparten sentimientos, emociones, percepciones de la realidad y
diversas formas
de ser y estar en el mundo, aclara, González Vega: “El mundo en que se vive, no
es sólo un mundo de cuerpos físicos, sino hay también hombres que
tienen
vivencias intencionales, que son objeto de conocimiento”.98
Todas estas datidades de vivencias de otros, nos dice Stein, “nos remiten
a un género básico de actos en cuya vivencia extraña se expresa y
que nosotros
97 Jaspers, Karl. Razón y existencia, versión digital, Editorial Nova, Argentina, 1935 p. 87 98 González Vega, 
Fernando. Mística y Filosofía Ed. CITeS, Universidad de la Mística, Ávila 2009, p. 273

68
queremos designar como empatía”.99 Ésa es precisamente la forma
como Teresa
encontró que era posible llegar a tocar el corazón del otro. Como podía
transmitir su
experiencia y que otros pudieran entenderla en su entera magnitud.
Una
comunicación empática que se fundamenta en la experiencia y que se
escribe como
se habla. Con un lenguaje sencillo, abierto, directo, claro, sin
complicaciones, ni de
forma rebuscada que tenga la característica de “saber decir y dar a entender cómo
es”.100

E. Stein al referirse a la empatía nos remite a “la manera en que conocemos
el mundo exterior a través de la intersubjetividad en la experiencia los
otros”,101 nos
dice González Vega. Además nos explica, que dentro de las
aportaciones filosóficas
de Stein para la fundamentación de la empatía se encuentran en “el papel de la
experiencia y la vivencia como instancias originarias para el
conocimiento del ser
humano, el tema de la sensación y los sentimientos (desde los físicos
hasta los
espirituales) los análisis sobre la volición y decisión ligadas a la
libertad, los valores
y al poder, así como la propuesta antropológica de la estructura de la
persona
teniendo como base al cuerpo y al espíritu como lo propiamente
humano”.102
De tal forma que esta relación intersubjetiva lleva al ser humano a
establecer un proceso de comunicación en el que la persona se
conoce a si misma
a través de los otros, como en un espejo en el que se refleja una
imagen que nos
habla de un algo y un alguien, así esa imagen nos remite a
sensaciones y
sentimientos que se identifican en el sí mismo, en el plano interior del
ser. Se
comunica, porque, en la experiencia y la vivencia del mundo existen
valores,
decisiones y voluntades que se mueven y se asemejan de una persona
a otra
logrando el conocimiento y reconocimiento del ser en relación con los
otros, en el
plano exterior de la persona. Y al mismo tiempo, permite la relación
con los otros
desde su particularidad como humanos dotados de cuerpo y espíritu. “la empatía,
99 Stein, Edith. La Estructura de la Persona, BAC , Madrid, Ed. 2007, p. 2325 100 Teresa de Jesús. Obras 
Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, p. 97 (V 17, 5) 101 González Vega, Fernando. La 
decisión humana en Edith Stein y Paul Ricoeur, Tesis de Doctorado en filosofía, Universidad Iberoamericana, 
México 2005. p. 141 102 O. c., p. 142

69
pues, se manifiesta como una forma de experiencia subjetiva que
posibilita la
constitución de un mundo objetivo”.103
2. Cultura, política y educación
La realidad del ser que nos propone Teresa es una propuesta
antropológica
que tiene su raíz en el ser en cuanto humano. Su comprensión de los
diferentes
ámbitos de la realidad de la España del siglo XVI la llevan a consolidar
su ser en el
mundo y su relación con los otros. En el entorno social de Teresa,
desde pequeña
tuvo la referencia de las clases sociales “era mi padre hombre de mucha caridad
con los pobres y piedad con los enfermos, y aún con los criados; tanta,
que jamás
se pudo acabar con él tuviese esclavos”.104
La alta nobleza, la nueva burguesía y los marginados son los niveles en
los
que se divide la sociedad de su tiempo. De niña se relaciona con los
mercaderes
por las actividades de su padre y en la edad adulta mayormente con “señoras” de
la nobleza, en Ávila con doña Guiomar de Ulloa, en Alba con los
Duques y el
enfrentamiento que vivió con la princesa de Eboli.
Una de las expresiones que nos hablan de la percepción de Teresa
respecto a la sociedad clasista de su tiempo es la que hace cuando
tuvo la
encomienda de acompañar a doña Luisa de la Cerda en el año de 1561:
“Es ansí que de todo aborrecí el desear ser señora - ¡Dios me libre de mala
compostura! -, aunque ésta, con ser de las principales del reino, creo hay
pocas
más humildes y de mucha llaneza. Yo la havía lástima, y se la he de ver cómo
va
muchas veces no conforme a su inclinación por cumplir con su estado”.105
103 Sancho Fermín, Francisco Javier. Filosofía y vida: el itinerario filosófico de Edith Stein, en Anuario Filosófico, 
O. c. p. 674 104 Teresa de Jesús. O. c., p. 34 (V 1, 2) 105 O. c., p. 185 (V 34, 4)

70
En el mismo capítulo concluye con la aseveración que muestra ya
afianzada una perspectiva que será característica importante en el
legado que
Teresa deja a la humanidad: el desapego de las cosas del mundo “Ello es una
sujeción, que una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores
a las
personas semejantes, que no me parece son sino esclavos de mil
cosas”.106
En el ámbito cultural y educativo el escenario de Teresa es poco
alentador.
Según M. Fernández - Álvarez “la masa aplastante de analfabetos (a
mediados del
S. XVI) podría llegar hasta el 80 y el 85 por ciento de la población”. El
nivel cultural
de entonces se media por la capacidad de leer y escribir. Esta
orientación en la
medición de las expresiones culturales procede básicamente de la
introducción de
la imprenta que procede de Europa y se traslada a las ciudades
españolas del S.
XVI.
La lectura y escritura estaba destinada en su mayoría a los niños de
tres a
cinco años de las clases acomodadas. Teresa accedió a esta
formación alrededor
de los seis o siete años. Los libros que circulaban en ese tiempo eran
algunos libros
clásicos como la Biblia, Cicerón, Séneca o Virgilio, libros de
espiritualidad
franciscana y los más difundidos entre los sectores humildes eran los
libros de
oración como “las horas”, “diurnales” o “meditaciones”.
En el terreno cultural se presentaba el mismo fenómeno que el de las
clases
sociales. En el ámbito restringido a los menos se encuentran los
letrados,
universitarios y escritores. En el nivel medio los lectores y aprendices
y en el nivel
más bajo los analfabetos y marginados. Este hecho, puede ser un
indicador de las
iniciativas de Teresa al fundar el Carmelo. Ella como buena lectora,
considera como
un elemento importante para su comunidad, el alimento espiritual a
través de los
libros.
106 Teresa de Jesús. O. c., p. 185 (V 34, 4)

71
Su actividad en el plano político, la desarrolla con el clero, que en ese
tiempo estaba dividido en clero secular y regular. En la base del
primero, estamento
del bajo clero se encontraban: curas rurales, párrocos urbanos,
capellanes. Alto
clero de Obispos, Arzobispos y Abades exentos y en la capa más alta
se
encontraban los ministros representantes del centro eclesial romano,
nuncios,
curiales romanos y el Sumo Pontífice.
En el caso del clero regular estaban los religiosos de las diversas
órdenes
mendicantes, de la Compañía de Jesús y monasterios de clausura.
Aquí no existía
tanta división, ya que los superiores son elegidos y algunos de ellos
interactúan con
el alto clero, como el caso de los provinciales religiosos, que también
intervienen en
la autorización de las fundaciones de Santa Teresa. Cabe mencionar
que Teresa
tuvo una relación constante con las diversas órdenes, tanto en
aspectos de
discernimiento de su experiencia, de formación y aclaración teológica,
como de
gestión de asuntos de administración y gobierno de sus conventos.
Estas relaciones las establece especialmente con el alto clero de
quienes
depende la autorización para su proyecto fundacional, con algunas
complicaciones
con el cabildo y Felipe II para el convento en Ávila y con el gobernador
de Toledo
para conseguir el permiso de fundación. Pero en general, Teresa tuvo
el tacto y la
sensibilidad para llevar a buen término su labor de fundadora,
contando con la
simpatía de 23 prelados.
Cabe destacar que otra de las aportaciones en el terreno político fue
su
toma de posición en el Concilio de Trento, en el momento de crisis de
la unidad
eclesial, en contra de la propuesta protestante de Lutero, la
profanación de

imágenes y de la eucaristía. “...sabía bien de mí que en cosa de la fe contra la
menor cerimonia de la Iglesia que alguien viese yo iva, por ella u por
cualquier
verdad de la Sagrada Escritura me pornía yo a morir mil muertes”.107
107 Teresa de Jesús. O.c., p. 179 (V 33, 5)

72
En torno al lenguaje y comunicación de Teresa podemos decir que es
experiencial. No pretende proponer un estilo, ni observa reglas de
redacción, ni
pretende escribir grandes obras literarias. La escritura, el lenguaje y el
objetivo
comunicativo de Teresa es, en el Libro de la vida, conocerse a sí
misma y comunicar
a otros sus certezas, consejos e ideales, encontrar el valor absoluto a
través del
cual transitará en adelante el camino de la vida, amar a Dios y cumplir
su voluntad.
Cabe señalar que hay numerosos estudios de los estilos literarios que
utilizó Teresa
de Jesús que van desde la descripción autobiográfica, hasta la prosa
pedagógica,
los poemas y las cartas. Para el caso que tratamos, en el libro de la
Vida escribe
como habla y siente, piensa y argumenta. Integra su sentir, pensar,
actuar y
comunicar.
Es en la vivencia cotidiana, que observa, escucha, medita e interpreta
su
realidad a la luz de su amistad con Jesús. Toma partido en todo
momento por los
necesitados, por los “pobres de corazón”, en esa sociedad dividida en la que le tocó
vivir. Su lenguaje es el amor por la humanidad. Con amor educa, con
amor defiende
sus fundaciones y a la iglesia, con amor se dirige a quien comparte su
experiencia
en el camino de la vida y tiene la humildad que se requiere para
escuchar el
mensaje.
C. Eje conceptual de la acción
Cuando se tiene un profundo conocimiento de sí mismo es posible la
comprensión de los otros y desde luego, esto redunda en una mejor
convivencia de
la persona consigo mismo y con el entorno. En este punto, toma
relevancia la
formación de la conciencia que comprende el flujo de vivencias,
percepción interna
y representación expresa, de que es capaz el ser humano. De ahí, se
desprenden
una serie de valores como: el respeto, la responsabilidad, el amor a sí
mismo y a
los demás, la justicia, la felicidad, la tolerancia, la honestidad y la
lealtad. Teresa de
Jesús, en su libro de la vida, lleva de manera magistral a los lectores a
conocer en
el trayecto de su vida está serie de valores que se van mostrando a
través de sus
73
incontables experiencias en sus diferentes etapas: la niñez, la
adolescencia, su
juventud, su madurez y su edad adulta. Asimismo va mostrando como
la familia
(tanto secular como religiosa) es la portadora y transmisora de tales
valores que
tienen su impacto en el pensar, en la formación y en el actuar
cotidiano de la
persona.
El ser humano tiene por naturaleza una gran necesidad de amar y ser
amado, por ello, el hombre en el continuo devenir de la vida realiza una
incesante
búsqueda que satisfaga esa necesidad, que lo lleve a la felicidad en
completa
libertad. En el trayecto se da una acumulación de sentimientos de
frustración,
soledad, tristeza, vacío como consecuencia de depositar la confianza
en cosas
materiales, personas, ideas como fuentes de felicidad. En ese sentido,
el libro de la
vida, se convierte en un manual de cómo buscar ideales altos y
desprenderse de
todas las cosas que proporcionan felicidad temporal que Teresa llama
la vanidad y
a través de la virtud de la paciencia y la bondad y misericordia del
Dios creador, el
amor, la felicidad, la libertad se darán. Ejemplo de su pensamiento y
del
desprendimiento de todas las cosas del mundo se refleja en su poesía:
“Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta...

...¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa...

74
... Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza...

...Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta”.
La libertad, la felicidad y el amor es el punto donde convergen todas
las
categorías antes descritas, tienen cabida, se sintetizan, se cruzan, se
dan forma.
Impactan a cada uno de los seres humanos porque es el origen y el fin
al que todos
aspiran llegar. Desde que se nace hasta que se muere se inicia esta
búsqueda que
por obvia es difícil de encontrar.

1. Unión
En el terreno de la acción las potencias de Teresa vienen del impulso
de la
mística, de la unión y el desapego. Si bien es cierto que la fortaleza y
la sabiduría
de Teresa provienen de una fuente divina, también es cierto que la
pretensión que
la lleva a realizar su obra es propiamente un acto de obediencia a la
voluntad de
Dios, como una manera de comprender para si la experiencia y
compartir con su
comunidad el gozo de su encuentro.
La vida de Teresa está plagada de momentos en que su realidad da
giros
de 360 grados por diversas circunstancias, la muerte de su madre a
los 14 años, el
ingreso a la Encarnación, la enfermedad en Becedas, la muerte de su
padre cuando
contaba ya con 28 años de edad, y el periodo de lucha consigo misma
al intentar
75
comprender el sentido de lo que en su vida ocurría. Circunstancias
todas ellas que
en cuestión de segundos la orientaron su camino a la vida consagrada.
Su sensibilidad y su atenta escucha, la llevan a iniciar la búsqueda de
sentido y de la verdad de lo que ocurría en su vida:
“Como comencé a leer las ‘Confesiones’, paréceme me vía yo allí. Comencé a
encomendarme mucho a este glorioso Santo. Cuando llegue a su conversión
y
leí como oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me la
dio
a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato que toda me deshacía en
lágrimas y entre mí mesma con gran afleción y fatiga”.108
Teresa escucha el llamado interior en el que se hace presente Dios en
su
vida y comienza a sanar sus heridas:
“Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo que
he
dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la
presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estava dentro de

u yo toda engolfada en Él”.109

Estos acontecimientos marcan el inicio de su encuentro con Dios y


consigo
misma con la consecuente transformación de su vida y abandono en la
voluntad
divina:
“Para Bergson la intuición mística implica una transformación radical del
sujeto y
un reordenamiento de su vida espiritual en el que su voluntad se ve
absorbida en
la voluntad de Dios. La vida, al afirmar su fuerza creativa en la intuición,
muestra
su forma como Dios hecho hombre, como una amorosa voluntad
sobreabundante
que transforma la existencia del hombre individual informando también a la
colectividad” 110

La unión con Cristo es un proceso, que se da a través de la lectura de


la
Sagrada Escritura y de escritos espirituales que la llevan a identificar
si esas cosas
108 Teresa de Jesús. O. c., p. 65 (V 9, 8) 109 Teresa de Jesús. O. c., p. 66 (V 10, 1) 110 Ezcurdia, José. Mística y 
Filosofía, Universidad de la Mística ­ CITeS, Ávila 2009 p. 335

76
del “espíritu” son o no venidas del Señor. La ayuda que implora a sus confesores
es otra herramienta de las que hace uso Teresa para realizar el
discernimiento. Su
mirada analítica del entorno social y de la misma comunidad a la que
pertenece. Y
sobre todo, la disposición de escucha, obediencia, abandono y
humildad ante el
Señor para cumplir su palabra. Estos elementos todos, son los que le
llevan a
afianzar su unión con Cristo, a sanar sus heridas de la vida pasada y a
proyectar
todas sus habilidades al servicio de la comunidad.
De esta nueva actitud de Teresa viene el conocimiento de sí misma
que la
lleva al desapego del mundo y de todo cuanto perturbe su paz y
contento. Es en
este contexto que se inicia el proyecto de su obra, no con la intención
de fama y
vanagloria, sino en un ejercicio de libertad que Dios le ha dado. Su
obediencia y
humildad, no son signos de debilidad o fragilidad humana. Son por el
contrario
muestra de una dignidad plena que proviene de sentirse amada por
Dios y de tener
una misión para la que ha sido creada.
La libertad que nos propone Teresa es una decisión. Una libertad que
se
fundamenta en el amor que Dios tiene a todo lo que ha creado. Una
libertad que
proviene del conocimiento de sí mismo y en consecuencia de los otros,
que
entrelaza la finitud humana con la infinitud de la experiencia como
proceso de
gnoseológico que sustenta y trasciende filosóficamente una certeza,
una fe y una
entrega. José Ezcurdia lo aclara:
“la intuición mística aparece como la prolongación y la culminación de la
intuición
filosófica. El místico ha avanzado un recorrido y ha realizado una
experiencia. Es
sobre esta experiencia que la filosofía ha de articular sus sistemas, en la
medida
que la propia intuición mística representa la forma de lo real que se muestra
y se
devela en la conciencia del hombre que no ha limitado la articulación de su
conciencia a los meros cuadros de la razón”.111
111 Ezcurdia, José. Mística y Filosofía, Universidad de la Mística ­ CITeS, Ávila 2009 p. 230

77
Este ejercicio de libertad que Teresa nos comparte, no es una libertad
conceptual, ni ideal, es una invitación a la práctica en la vida
cotidiana, a transitar
en el mundo libre de todas las ataduras que nos impiden vivir en el
sentido extenso
de la palabra. Ezcurdia señala la trascendencia de la libertad que
rompe límites al
ser vivida como experiencia trascendente, que a su vez se afirman
mutuamente el
hombre y Dios el encuentro de voluntades:
“el vínculo del hombre a Dios, se traduce no sólo en éxtasis y contemplación,
sino
en una afirmación de Dios en el hombre, en la afirmación de un Dios que es
amor
en el hombre. Así, la voluntad del hombre se diviniza, en la medida que la
voluntad de Dios se humaniza. La mutua promoción entre Dios y el hombre
aparece como corazón de una mística completa que no se detiene en la
propia
contemplación, sino que hace de la acción - y todas sus consecuencias - el
ámbito
en el que encuentra su cabal cumplimiento”.112

2. Desapego: epojé - desasimiento - purificación - purgación


Otro de los instrumentos metodológicos que la fenomenología nos
proporciona para “construir y abordar el conocimiento del mundo y del
hombre
contemporáneo”, es la epojé que según Husserl es la “puesta entre paréntesis”, es

dejar “suspendidas” todas las creencias, experiencias relativas al mundo “natural”,
así como todas las proposiciones de las ciencias. Es lo que San Juan
de la Cruz
denomina la “noche oscura” donde se purgan las potencias del alma: memoria,
entendimiento y voluntad, para llegar a un punto en el que el ser llega
a la nada.
Esta fase de camino al conocimiento de las esencias, sirve sólo para
preparar el
terreno de la reducción eidética.
En Teresa la epojé se manifiesta en la renuncia a las cosas del mundo,
el
demonio y al sí mismo, orientada a una apertura sin límites a lo
trascendente e
infinito. Es la soledad y el silencio que se requiere para establecer una
relación más
112 Ezcurdia, José. Mística y Filosofía, Universidad de la Mística ­ CITeS, Ávila 2009 p. 232

78
cercana con el Dios creador, es una forma de desprenderse de todo
cuanto le rodea,
sean personas, cosas, actitudes, sentimientos, ideas, para
experimentar
espiritualmente la totalidad surgida de la nada, a fin de darle a cada
situación su
justo valor. Sólo mediante la epojé es posible a la conciencia
fenomenológica
atenerse a lo dado en cuanto tal y descubrirlo con amplitud en su
pureza,
intencionalidad y sentido.
Soledad y silencio por analogía se experimentan como desasimiento
conforme a la voluntad de Dios “debe ser un morir y aniquilarse a todo
lo que la
voluntad aprecia en lo temporal, natural y espiritual”.113 E. Stein Es
un padecer,
carecer y negarse a sí mismo para abrirse a la experiencia de
totalidad. Es la fase
del desapego de todo lo material y de los afectos.

3. Mística: totalidad - cuerpo - alma - espíritu - reflexión


La reducción eidética es para Husserl el camino hacia la esencia
como
unidad ideal de significación. 114 En la desnudez de las potencias
espirituales como
camino y muerte de cruz, como ‘noche activa y pasiva’ es donde se da en San Juan
de la Cruz esta reducción eidética. Los residuos, lo llevan a una
categorización
minuciosa de la constitución y estructura de la persona, a través de
sus potencias
(memoria - entendimiento y voluntad), así como las posibilidades de la
intuición
eidética para apropiarse de la esencia de experiencia mística, como
encuentro y
unión.
En el caso de Teresa la unidad de significación se concentra en “las

moradas”, partiendo de la estructura de la persona como cuerpo, alma y espíritu y
el proceso que sigue para llegar al castillo interior. Que inicia con el
conocimiento
113 Stein, Edith. Obras Completas, V, Escritos Espirituales, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 228 114 Husserl, 
E. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, Editorial FCE, 4a reimpresión, 1997, p 
137

79
de sí mismo, la sensibilización del alma y el encuentro consigo mismo
y con Dios.
Stein señala que:
“entrar en sí mismo significa acercarse gradualmente a Dios... ese sustraerse no
es meta sino camino. La conclusión viene a demostrar que, al fin, se
restituyen al
alma todas sus fuerzas naturales para que pueda trabajar en el servicio del
Señor”.115
Así las cosas, al llegar al conocimiento de las unidades de
significación y
por tanto a la comprensión del hombre en su totalidad, es posible
retornar al mundo
y seguir en la búsqueda de un conocimiento pleno:
“Una posibilidad de entrada en su interior, se la ofrece el trato con otros
hombres.
La experiencia natural nos da una imagen de ello y nos dice que también
ellos
tienen una imagen de nosotros. Y así llegamos, en cierto modo, a vernos a
nosotros desde fuera” 116 afirma Stein.
115 Stein, Edith. O. c., p. 100 116 Ibidem. p. 100

80
IV. ULTIMAS CONSIDERACIONES Y CONCLUSIONES.
¿Es posible estudiar el mundo de la experiencia y de la mística desde
el
punto de vista filosófico? Si la filosofía no es una ciencia como
conocimiento limitado
y es una reflexión sobre totalidades, la respuesta es sí. Porque el
pensamiento no
es uno sólo, existen tantas formas de ver y actuar en el mundo, como
arena existe
en el mar. Cada una de estas expresiones es única e irrepetible, pero
siempre
vinculadas al ser en el mundo como finitud y totalidad. Expresiones y
acciones
dotadas de una capacidad de reflexión de lo esencial, donde interviene
la persona
con memoria, entendimiento y voluntad, así como cuerpo, alma y
espíritu y en una
constante búsqueda por la verdad. Por tanto, la experiencia y la
mística
simplemente son formas de transitar por el mundo en esa búsqueda
por la verdad
y la sabiduría que permitan una existencia en paz, sorteando los
diferentes
conflictos y dificultades que se presentan a la humanidad en el
tránsito por el mundo.
Es pensamiento que se transforma en acción y que permite interactuar
con
los otros, comprenderse a sí mismo, entender la realidad y explicar los
diferentes
sucesos que afectan a la colectividad. La experiencia de lo
profundamente humano
en el mundo y la mística son actividades que caracterizan a lo
propiamente al
hombre y la sociedad que no pueden ir desligadas del pensamiento,
como parte de
un ejercicio filosófico.
Aun cuando la experiencia humana y la vivencia mística son una
fuente
importante de conocimiento del ser humano, como sujeto abierto a la
intersubjetividad. Sin embargo, su aparente carácter individual y
subjetivo es puesto
en duda y vigencia por una sociedad que establece la validez del
conocimiento en
función de la ciencia y de su método de un supuesto conocimiento
objetivo,
relegando las aportaciones posibles de la experiencia y la mística
solamente al
terreno de la religión y no al de la vida cotidiana y del ser en el mundo.
Tal parece
que con intenciones de manipulación y control del poder.
81
El monopolio de la verdad es una empresa que a lo largo de la historia
ha
sido sumamente rentable para los diferentes grupos que buscan el
poder político y
social en detrimento de las personas y de la humanidad. Así, el Estado,
la Iglesia y
los medios de comunicación a lo largo de la historia han desatado una
pugna por la
concesión de la verdad que ha afectado al terreno de la educación y
con ello a las
formas en que el ser humano se relaciona con la realidad.
El pensamiento positivo, vigente en el modelo educativo de los últimos
siglos, mutila al ser humano, al hacerlo solamente sujeto cognoscente,
despojándolo del cuerpo, alma y espíritu, con el único poder de la
razón para poder
relacionarse con su objeto de estudio. Lamentablemente esta actitud
académica ha
afectado el ambiente social, cultural, económico, político del mundo
transmitiendo
esa lente a la sociedad que la lleva a un continuo enfrentamiento.
Por ello, el pensamiento de Teresa puede ser ajeno a esta estructura
de
ser humano que orienta el tiempo contemporáneo. Limitando su
permanencia y
existencia al ámbito estrictamente religioso. Sin embargo, ante la
convulsión social
y la despersonalización del ser humano es vital volver los ojos a un
pensamiento
que ha trascendido el tiempo y el espacio y nos habla con un lenguaje
actual de las
cosas que pensamos, sentimos y vivimos aún en la actualidad. Un
lenguaje que nos
habla de nosotros mismos, de lo que somos, hacemos y pensamos.
Una experiencia fenomenológica de la libertad, como experiencia que
afirma al yo y lo abre a los demás y el mundo, la encontramos en
Teresa de Jesús,
que aún cuando ella escribió el libro de la vida en el siglo XVI y
Edmund Husserl
elabora su teoría a fines del siglo XIX y principios del XX, ‘volver a las cosas mismas’
se convierte en un llamado a la humanidad para resolver los problemas
fundamentales de la existencia humana y la paz en el mundo. Dos
miradas que se
encuentran en el espacio y en el tiempo para encontrar la libertad, la
felicidad, el
amor en el mundo contemporáneo donde la ciencia, la técnica la
economía y la
82
política requieren buscar un nuevo centro que lo sitúe para tomar
decisiones que lo
afirmen y transformen el mundo circundante.
Un método que nos invita a ser como niños, con esa capacidad de
asombro
ante las cosas que suceden en el mundo, filósofos natos, haciendo las
preguntas
más elementales para encontrar las repuestas en lo simple. Ir del
Sujeto al Objeto
y regresar al Sujeto enriquecido de una nueva experiencia sin
conceptualizaciones
complejas. Más bien con un estilo narrativo propio de la cotidianidad,
descriptivo,
que capta las esencias del ser no sólo de lo que aparece a los ojos del
mundo.
Teresa de Jesús, puente entre en mundo de lo humano y lo divino, es
una
mujer al servicio de los hombres y Dios, que puso a todas sus
potencias, su esencia,
su sensibilidad para escuchar la voz interior donde habita el Creador.
Por tanto, Teresa, nos constata a través de su obra que no sólo es
renacentista y moderna, sino contemporánea. Porque al proponer el
rescate de la
experiencia como posibilidad de conocimiento, nos ha orientado en la
recuperación
del sujeto por el camino de la libertad. Adelantándose con ello, a las
propuestas
filosóficas de pensadores renacentistas, modernos y contemporáneos, “quince años
antes de que aparecieran los ensayos de Montaigne y más de medio
siglo con
respecto a la publicación del cartesiano Discurso del Método”117
como señaló
Salvador Ros García en una conferencia sobre las etapas de la
experiencia
teresiana.
El camino por donde Teresa nos orienta a la recuperación de ese
sujeto en
su totalidad, de ese sujeto en libertad, de ese sujeto vivo, feliz y con
esa capacidad
humana de amar y ser amado, se encuentra en el cruce de tres ejes
fundamentales
en el que convergen todas las posibilidades del ser y estar en el
mundo. El eje de
la realidad humana, del conocimiento y expresión, así como el eje de
la acción.
117 Ros García, Salvador. Conferencia, Teresa de Jesús: mujer que vive, piensa y comunica experiencias, Congreso 
latinoamericano de espiritualidad, México, 2013

83
Para explicarlo mejor diremos que todos los seres humanos nos
encontramos en una búsqueda constante de sentido que nos lleve a
experimentar
el amor, la felicidad y vida. Esa exploración la realizamos de manera
permanente
en los diferentes ámbitos de la vida en los que cada cual se
desenvuelve de manera
única e irrepetible en el mundo. Para ello contamos con tres
posibilidades de acceso
a ese fin último que pretendemos como seres humanos: la realidad
humana
(experiencia, discernimiento, sentido de vida y naturaleza humana),
Conocimiento
y expresión (lenguaje/comunicación, educación/formación,
cultura/política) y
finalmente la acción (libertad, valores, unión, desapego, oración y
mística).
Estos son los caminos que nos propone Teresa para recuperar al sujeto
con toda su capacidad de ser libre en el mundo. Sin embargo, no son
vías de acceso
que puedan utilizarse separadas una de otra, más bien, son
interrelacionadas.
Proporcionando una visión de totalidad del ser tanto interior como
exterior. Cada
uno de estos ejes es una posibilidad de manera indistinta. Sin
embargo, la
convicción de Teresa es como dice Ros García “sin experiencia no puede haber
verdadero conocimiento, pues la experiencia es la clave de toda
comprensión”.
Y aunque todos los caminos llevan al centro, porque cada persona
tiene su
propia y muy personal vía de acceso para aprehender su realidad. La
experiencia
definitivamente es el principio y fundamento del verdadero
conocimiento del sí
mismo y de su realidad.
La libertad en Teresa a través de este camino se convierte en algo real
y
verdadero. No sólo una idea, sino una forma de ser y estar en el
mundo, a través
de la cual somos seres humanos en plenitud, nos relacionamos,
correspondemos,
afectamos y pertenecemos a una realidad en movimiento. Las
enseñanzas que
Teresa comparte acerca de la libertad, llevan a la verdad, y por tanto a
la autoridad,
a la fuerza, a la determinación a la certidumbre. No es un
conocimiento que sea
exclusivo de personas espirituales recluidas en un convento o
dedicadas
exclusivamente a la oración. Como fue su intención inicial. Es una
invitación a
84
cualquier persona sin distinción de raza, sexo, religión, cultura,
educación o posición
social. Un llamado a experimentar la libertad en el mundo de cualquier
persona que
busque la verdad, el sentido, el amor, la felicidad y que quiera sentirse
vivo.
85
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Blázquez Pérez, Ricardo. Proemio: El libro de la vida: un ejemplo de
teología
narrativa.
Álvarez, Tomás. El autógrafo del ‘Libro de la vida’.

Marcos, Juan Antonio. ‘Concertar esta mi desbaratada vida’ (El círculo
hermenéutico vida - lenguaje)
89
Sancho Fermín, Francisco Javier. Objetivos e intencionalidades del
libro de
la vida.
Aróstegui Gamboa, Luís. Un aparecer de lo divino en la subjetividad:
La
experiencia mística de Santa Teresa.
Amengual Coll, Gabriel. La experiencia en el libro de la vida. Una
Lectura en
clave filosófico - teológica.
SARTRE, Jean Paul. Reflexiones sobre la cuestión judía, ediciones
Gandhi, México,
2013
SPINOSA, Baruch. Tratado de la reforma del entendimiento/ Principios
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Descartes/ Pensamientos metafísicos, Alianza Editorial, Madrid, 1988.
STEIN, Edith. La estructura de la persona humana, Biblioteca de
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Sobre el problema de la empatía, prefacio, traducción y notas de José
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Caballero Bono, Editorial Trotta, Madrid 2004.
Ser finito y ser eterno, Ensayo de una ascensión al sentido del ser,
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Alberto Pérez Monroy, FCE, México 1994.
Escritos Espirituales, coordinador Teodoro H. Martín, Biblioteca de
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STUART MILL, John. Sobre la libertad, Ed. Tecnos, España, 2009.
TERESA DE JESÚS, Obras completas, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 1967.
TOMÁS DE AQUINO, Suma teológica, cuarta reimpresión, Biblioteca de
Autores
Cristianos, Madrid, 2004.
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