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Auge y caída de la hermenéutica:

la crítica literaria en Estados Unidos


luego del New Criticism
ELÍAS JOSÉ PALTI
Universidad de California en Berkeley·CONICET

Si comparamos con la situación reinante da 4. Así, a diferencia de lo que sucediera


en Norteamérica en disciplinas humanís- en Estados Unidos en otras disciplinas,
ticas más tradicionales, como la historia como en la antropología, donde, de la
y la filosofía (mejores representantes de mano de Geertz, la hermenéutica se aso-
lo que allí se llama el mainstream acadé- ciaría a las corrientes teóricas más radi-
mico), que continuaron siendo por largo cales, en el ámbito de la crítica literaria
tiempo bastiones del conservadurismo ésta aparecería como el espacio natural
intelectual y refractarias a las novedades desde donde forjar un middle ground entre
teóricas a las que supieron asimilar sólo las corrientes antinómicas que se dispu-
en sus márgenes, el ámbito de la crítica taban allí la primacía intelectual.
literaria se caracteriza allí por ser escenario Hirsch partiría de premisas afines a las
de tempranas intervenciones radicales. El establecidas por el New Criticism, especial-
tono iconoclasta que asume Susan Sontag mente aquella fundamental para esa escue-
(conocida como novelista y guionista de la que afirma la distinción radical entre
cine) en un artículo, cuyo título es ya elo- texto y contexto, para terminar, sin embar-
cuente, «Against Interpretation» (1964), go, enfatizando la importancia de la con-
resulta representativo del asalto global que sideración de la íntencionalidad del autor
se produce en los sixties contra el establish- en la comprensión de una determinada
ment académico representado por el New expresión literaria. Este autor aparece así
Criucism l. Dicho ataque resultará tan como abogando por un modelo estricta-
devastador (al punto de que aquella escue- mente filológico (por entonces, único
la ya no recobraría su anterior prestigio) modelo de respetabilidad académica) que,
como perturbador, puesto que llevaría a sin embargo, y aun cuando él mismo lo
cuestionar la misma legitimidad de la considera afín a los postulados del New
empresa crítica. «En lugar de una herrne- Criticism (Hirsch dedica su Validity in Inter-
néutica necesitamos una erótica del arte», pretation a Wimsatt y Crane), de hecho
son las palabras con que Sontag cierra su incorpora al mismo una dimensión prag-
artículo antes mencionado 2. Éste era aún mática (la consideración de la «intencio-
el clima general de ideas de los setenta, nalídad» del autor) completamente ajena
fuertemente polarizado entre corrientes a esta escuela. Pero, por otro lado, Hirsch
antagónicas, cuando, por vía principalmen- intenta evitar las consecuencias relativistas
te de la tradición hermenéutica, comienza a 'las que conduciría un contextualismo
la «invasión de la filosofía continental». radical distinguiendo la «intencíonalidad»
E. D. Hirsch, Jr. 3, será uno de los primeros del autor de su «contexto de emisión»
en apelar al conjunto de herramientas con- (manteniéndose, así, dentro del plano
ceptuales aportadas por la hermenéutica puramente formal de los textos, como exi-
continental para mediar en esta contien- gía el New Criticism). De este modo, Hirsch

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NOTAS Y DISCUSIONES

termina, en cierto modo, invirtiendo el sen- forma de distinguir a la verdadera Ceni-


tido tradicional dado a aquellos conceptos cienta entre todas las contendientes... la
por las filosofías del lenguaje. nueva sandalia no calzaría más a la nueva
En efecto, la intencionalidad del autor Cenicienta» (Validity in Interpretation,
(normalmente considerada, en el ámbito p.46).
de la lógica pragmática, como una función Tal comprensión «en sus propios tér-
del contexto comunicativo en el. que una minos» no es, en realidad, más que un
expresión dada por el mismo tuvo lugar), ideal, probablemente inalcanzable; pero,
Hirsch la reinterpreta (siguiendo una lec- de todos modos, marca una direccionali-
tura personal de las ideas de Frege) como dad para el progreso de nuestro conoci-
el elemento invariable tras sus diversas miento. Aun cuando nunca podamos des-
posibles manifestaciones textuales. La prendernos completamente de nuestros
intencionalidad del autor debe ser, para preconceptos, podemos sí verificarlos y
Hirsch, parafraseable de modo tal que pue- modificarlos en el caso de que una expe-
da captarse su contenido semántico inde- riencia dada frustre nuestras expectativas
pendientemente de la expresión particular previas. Hirsch interpreta esto como un
en que ha sido emitida. «La sinonimia», proceso de aprendizaje (según la noción
dice, «depende de la determinación [en- piagetiana de corrigible schemata) por el
tendida como la propiedad de ser algo cual escapamos al círculo de hierro de
determinado J del sentido, la emancipación nuestras categorías actuales.
del pensamiento de la prisión de una par- El cuestionarniento, que pronto se pro-
ticular forma lingüística» (The Aims of duce, al supuesto básico de la hermenéu-
Interpretation; p. 10). La información con- tica, es decir, de la posibilidad de la com-
textual (el marco pragmático) importa, presión de una determinada cultura «en
para Hirsch, a la significación (significance) sus propios términos», instalaría una
de una expresión, no al sentido (meaning] auténtica fractura epistemológica en la dis-
de la misma. Sólo el primero es materia ciplina (e inicia lo que allí se conoce como
de interpretación, el segundo, en cambio, «el giro Iingüístico»), En la obra de David
hace al entendimiento. Mientras que el pri- Cousenz Hoy se pueden rastrear el tipo
mero se orienta a la explicación de un sen- de aporías a las que la hermenéutica se
tido, el segundo busca simplemente «en- ve enfrentada una vez que se problematiza
tender a éste en sus propios términos»; el supuesto de la transparencia al propio
y si bien ambos constituyen objetos legí- autor del significado de su obra. En The
timos de estudio, en todos los casos el pri- Critical Circle 5, Hoy contrapone a la ver-
mero presupone necesariamente al segun- sión hermenéutica «ingenua» de Hirsch
do. (que él entiende de matriz ricoeuriana) la
suya propia fundada en la idea hermenéu-
"Para comprender una expresion es, de tica «más sofisticada» de H.-G. Gadamer.
hecho, no sólo posible sino absolutamente nece- Hoy denuncia en Hirsch lo que llama la
sario entenderla en sus propios términos. Si no «falacia intencionalista» (aunque de un
podemos distinguir un contenido de conciencia modo distinto a como lo hiciera el New
de su contexto, no podemos conocer ningún Criticism) 6, que reduce el texto a su pro-
objeto en el mundo» (Validity in Interpretation, ceso de-producción, ignorando la serie de
p.134). sus efectos y realizaciones efectivas (el
«contexto de recepclón») como una
Lo contrario conduce, para Hirsch, a dimensión constitutiva del significado de
la «falacia de la Cenicienta»: si el sentido un determinado texto. Con ello disloca la
cambiara permanentemente, «no habría premisa básica de la hermenéutica de

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Hirsch, que se funda en la idea de la exis- en juego en una situación dada» (The Cri-
tencia de «sentidos« culturales (individua- tical Circle; p. 58). Esta capacidad no se
les o colectivos) previos a toda interpre- orienta al «conocimiento» (la «compren-
tación (idea de la que deriva el concepto sión en sus propios términos») sino al «en-
de autonomía semántica del referente). tendimiento», El mismo presupone siem-
Para Hoy, en primer lugar, «es el len- pre la aplicación (Anwendung] de un marco
guaje el que hace posible algo como la categorial dado (lo que Gadamer llama
intencionalidad, y no a la inversa» (The pre-juicios). Pero estos pre-juicios no nos
Critical; p. 38). No hay acción que no sea encierran dogmáticamente en la celda de
significativa, y no hay significados articu- nuestros propios supuestos, éstos pueden
lab!cs fuera de las estructuras del lenguaje, ser, al menos, parcialmente clarificados en
El lenguaje viene a ocupar entonces el el proceso dialógico. Laphrónesis exige que
lugar del autor como horizonte último y esta «aplicación» se vuelque sobre sí a fin
soporte a la vez de la inteligibilidad his- de especificar el contexto comunicativo y
tórica; se convierte así en el fenómeno pri- posibilitar la comprensión mutua. De este
mitivo, autocontenido y constituyente (y no modo puede emerger «un diálogo genuino
sólo constitutivo) de nuestra realidad [en el que] los pre-juicios pueden ser traí-
social. Ahora bien, en segundo lugar, no dos a la conciencia y chequeados frente
hay tampoco para él «significados» fuera a sus ramificaciones en términos del asunto
de, o anteriores a, sus interpretaciones, es en cuestión mismo [la propia capacidad
decir, a las realizaciones verbales. El «len- para comunicarse, para sostener un inter-
guaje» de la hermenéutica gadameriana ya cambio mutuamente inteligible]: si el
no es, pues, el de la langue de Saussure, pre-juicio se muestra inadecuado, entonces
sino más bien el de su parole; la escurridiza la unilateralidad en la interpretación que
historia de las comunicaciones efectiva- éste introduce [y que produce la falla
mente realizadas, y no el universo ya dado comunicativa] puede ser expuesta, abrien-
de las combinaciones significativas estruc- do así el camino a nuevas interpretaciones»
turalmente posibles. En fin, la quiebra de (The Critical Circle, p. 77). Este mismo con-
la rígida distinción entre el texto y su con- cepto se aplica cuando se trata de hechos
texto de recepción conduce a la disolución o voces del pasado. El pasado, para Hoy,
misma del objeto como tal, a la paradoja como para Gadamer, no es algo cerrado,
de un textualismo sin texto. Como señala mantiene su capacidad de sostener un diá-
Stanley Fish en su provocativo libro ls The- logo con el presente en la medida en que
re a Tea in this Class? 7, no habría «obras» ambos forman parte de una «tradición»
sino únicamente la historia de sus lecturas (proceso comunicativo siempre en curso).
por parte de comunidades interpretativas El «entendimiento» supone la continui-
articuladas según sus propios estándares dad-discontinuidad de esta tradición.
de evaluación antes que por las propie- «Nosotros no vemos a Platón», ejemplifica
dades intrínsecas del texto o del acto inten- Hoy, «como lo hacían Descartes y Kant,
cional del autor cuya lectura aquéllos pero ciertamente vemos a Platón diferente
hacen posible 8. a causa de Descartes y Kant» (Tite Cruical
Esto no significa, sin embargo, para Circle, p. 41). La historia existe corno his-
Hoy, que tales modos de leer sean sub- toria de los efectos (Wirkungen), de la serie
jetivos e ídiosincráticos. Hoy sigue también de las modificaciones en la tradición que
aquí a Gadamer, quien explicara esto ape- ella misma produce. Y esta historia de
lando al concepto aristotélico de phronesis efectos es la que a la vez hace posible (ya
(sabiduría práctica), redefinido por él que articula dicha «tradición» como tal)
como la capacidad de «percibir [o que está y necesaria (debido a que la misma cambia

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a través del tiempo) a la hermenéutica (si el adoptar una postura esencialmente


el pasado fuera completamente transpa- conservadora) JO.
rente, no necesitaríamos una hermenéu- Estas tensiones parecen insuperables
tica; si nos fuera completamente extraño, para toda hermenéutica, puesto que el con-
sería inviable). cepto dialógico, al mismo tiempo que nece-
La «solución» que ofrece Hoy parece, sita de un «referente» externo (de lo con-
sin embargo, intentar sostenerse simultá- trario, sería un monólogo), lo debe negar
neamente en dos proposiciones contradic- como tal (de lo contrario, no habría un
torias entre sí. La primera, implícita en entendimiento mutuo, verdadero diálo-
la idea de que podamos «chequear» nues- go) 11. Hoy intenta, finalmente, escapar a
tros pre-juicios, afirma lo que podemos lla- este dilema introduciendo una distinción
mar la «independencia semántica del refe- entre niveles. La vuelta hacia sí que se pro-
rente». Como asegura Hoy en su respuesta duce con la phránesis envuelve un segundo
a Fish, toda «teoría de la recepción» pre- nivel de creencias de una naturaleza com-
supone un «texto» (en el sentido de algo pletamente diferente de la de aquellas
situado más allá del horizonte de nuestras «creencias de primer nivel», inmediata-
propias interpretaciones del mismo), de lo mente involucradas en el intercambio
contrario, «no habría nada a lo que res- comunicativo, dado que permiten su
ponder o al cual recepcíonar» (The Critical «puesta entre paréntesis». «La tesis his-
toricista», asegura, «involucra creencias de
Circle, p. 158). Sin embargo, en su discu-
segundo orden, o una "creencia acerca de
sión con Hirsch, insiste en la idea de que
creencias" (a veces llamada una "actitud",
«todo entendimiento presupone una inter-
como distinta de la "creencia"). Como tal,
pretación» (The Critical a-a« p. 51). Sos-
confundirla con las creencias de primer
tener, por un lado, la absoluta indepen- orden para extraer de ello conclusiones
dencia semántica del referente tornaría nihilistas es una falacia» (The Critical Cir-
imposible el entendimiento. Como señala ele, p. 139).
Hoy, para que exista comunicación, son Para Fish, lo que es falaz es esta misma
necesarios «significados compartidos», es distinción entre niveles de creencias. Tal
decir, significa afirmar que los participan- ideal de «apertura» que Hoy propone es
tes «comparten un lenguaje» (The Critical aún él mismo una creencia; y una creencia,
Circle, p. 62) 9. Pero, por otro lado, ya no además, ingenua. Toda «apertura» presu-
habría, en dicho caso, una verdadera pone ya un marco normativo, «uno no pue-
«apertura» (idea que presupone la de la de "desafiar las categorizaciones", sólo
independencia semántica del referente, un puede categorizar de un modo diferen-
«texto»), o, mejor dicho, una apertura par- te» 12. La decisión de «abrirse», ejemplifica
cial pero siempre dentro de la tradición Fish, lleva consigo la pregunta «¿abrirse
compartida. Aquellos pre-juicios funda- respecto a qué?» (uno no puede «abrirse»
mentales que están en la base del proceso en general); «tal tipo de apertura», pues,
comunicativo (la tradición, en tanto que «no es más (ni menos) que la resolución
condición de posibilidad del mismo) no de ser diferentemente cerrado» (The New
pueden ellos mismos convertirse en objeto Historicism; p. 310). Así como la distinción
de crítica. Toda comunicación sería, pues, entre «significación» y «sentidos de Hirsch
siempre inevitablemente confirmatoria de no era más que un recurso que le permitía
la propia tradición (con lo que la postura colocar al sujeto de una emisión por enci-
de Hoy se haría pasible de las mismas crí- ma de su contexto de emergencia, la dis-
ticas que recibiera su maestro, Gadamer, tinción en niveles que intenta Hoy no sería
ya las que él trata aquí de superar, a saber, más que un intento análogo de colocar,

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esta vez, al sujeto-intérprete por encima de la traducibilidad de los sentidos corres-


de su propio contexto de emergencia (es pondientes a comunidades lingüísticas
decir, de las condiciones de recepción del diversas (lo que Hoy llamara, siguiendo a
sujeto-emisor de Hirsch). Esta «ingenui- Gadamer, una «fusión de horizontes»), lo
dad» tiene, sin embargo, para Fish sus raí- que no significa, sin embargo, para él,
ces en el mismo contexto de emergencia renunciar al derecho a pretender que su
al que se pretende negar, puesto que cons- teoría (como pretende toda teoría) sea, al
tituye una de las condiciones necesarias menos temporariamente, aceptada como
al funcionamiento de la institución pro- verdadera.
fesional.
«Al final, he renunciado tanto como recla-
«Un profesional debe encontrar un modo de mado la generalidad; la he renunciado porque
operar en el contexto de propuestas, motiva- renuncié a tratar de identificar el modo ver-
ciones y posibilidades que lo preceden, e incluso dadero de lectura; la he reclamado porque sos-
lo constituyen, y aun así mantener la convicción tengo mi derecho, como cualquier otro, de argu-
de que él es "esencialmente el propietario de mentar a favor de un modo de lectura, la cual,
su propia persona y capacidades". El modo que si es aceptada, podría, por un tiempo al menos,
él encuentra es el anü-profesionalismo... El pro- convertirse en la verdadera. En síntesis, he pre-
fesionalismo es el emblema mismo de esta con- servado la generalidad por medio de retorizarlas
dición. El profesional que es "expresivo" en su (ls there?, p. 16).
propio pensamiento y acción de las institucio-
nes, y, sin embargo, se "expresa" en el nombre Sin embargo, aun la retórica presupone
de esencias que trascienden la institución y le cierta inteligibilidad a fin de operar per-
proveen un punto de mira para la crítica, no suasivamente. Fish mismo señala esto
está produciendo ninguna contradicción, sino cuando inmediatamente afirma que «ha-
simplemente actuando del único modo que pue- biendo redefinido la actividad crítica de
den hacerlo Jos seres humanos» 13. modo que ésta no sea más un asunto de
demostración sino de persuasión (infini-
Para entender este afán de «apertura», tamente negociada), me enfrento a la tarea
es necesario, pues, internarse en los meca- de dar cuenta, dentro del nuevo modelo,
nismos por los que tales discursos críticos de todo aquello que ha sido constitutivo
son intersubjetivamente producidos y de la institución literaria: textos, autores,
públicamente compartidos en el seno de períodos, géneros, cánones, estándares,
comunidades interpretativas. Ello no con- acuerdos, disputas, valores, cambios, etc,»
lleva, sin embargo, para Fish, una forma (Is there?, p. 17). Esto implica que la «ins-
de subjetivismo. «Los significados y los tex- titución literaria» proveería un conjunto
tos producidos por una comunidad inter- de categorías que servirían de sustrato
pretativa», asegura Fish, «no son subjetivos común a las diferentes teorías. De lo con-
porque no provienen de un individuo ais- trario, sí «todo aquello constitutivo de la
lado sino de un punto de vista convencional institución literaria» se viera completa-
y público» (ls theret, p. 14). Dicho con- mente redefinido dentro de cada comu-
cepto «también explica», dice, «por qué nidad interpretativa, no podría pensarse
hay desacuerdos y por qué ellos pueden siquiera en intentar dar cuenta, dentro de
ser debatidos de un modo regular: no debi- la nueva teoría, de conceptos tales corno
do a la estabilidad de los textos, sino a «texto», «autor», etc., que fueron forjados
la estabilidad de la constitución de la por paradigmas extraños a la misma y sólo
comunidad interpretativa» (ls therei, tienen sentido dentro de ella. Por otro
p. 15). Lo que para Físh definitivamente lado, con tal concepto de «comunidades
descarta tal explicación es la posibilidad interpretativas» Fish mismo parece intro-

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ducir (esta vez, subrepticiamente) una dis- contexto de emergencia llevó primero a
tinción de niveles similar a la propuesta tema tizar las relaciones entre aquéllos y
por Hoy. Cabe al menos preguntarse si las su contexto de recepción. En un estadio
mismas constituyen «referentes extra-lin- subsiguiente, Fish viene finalmente a pro-
güísticos» (con lo que toda su teoría se blematizar el propio contexto de recep-
derrumbaría) o son sólo proyecciones ción: este mismo se convierte entonces en
Intra-paradigrnáticas (con lo que.también objeto de interpretación por parte de las
toda su teoría se derrumbaría). En defi- diversas y particulares comunidades inter-
nitiva, la apelación de Fish a la «retórica» pretativas. Es entonces que emerge la pre-
deja aún pendiente el problema de cómo gunta relativa a las condiciones de pro-
identificar y distinguir tajes (comunidades ducción e intercambio de la propia empre-
interpretativas»; es decir, no alcanza aún sa crítica. Ésta debe, pues, volverse sobre
a explicar los mecanismos de cómo las mis- sí, tornarse doblemente reflexiva, y comen-
mas emergen, se modifican y transforman zar a interrogarse respecto de los marcos
históricamente. teórico-institucionales en los que la disci-
Esto parece devolvernos a una proble- plina puede desenvolverse como tal; en fin,
mática análoga a la planteada originaria- hacer explícitos sus fundamentos enraiza-
mente por Hirsch, es decir, la de la nece- dos en los modos particulares en que los
sidad de buscar tras los textos la huella dicursos pueden hoy interpretarse y cir-
del autor a fin de fijar su contenido semán- cular en el medio académico y en el tipo
tico. Sin embargo, la quiebra de la her- de exigencias que tal medio impone a sus
menéutica se expresaría en una serie de miembros.
desplazamientos decisivos. El más funda- Sin embargo, según Jo visto aquí, lle-
mental es que el «autor» al que se refiere gado a este punto, la crítica parece enfren-
Fish ya no es el de los textos analizados tarse a una serie de aporías que (como
sino el de sus propios intérpretes. La legi- las observadas en el caso Fish) la tornan
timidad de la empresa critica ya no se fun- inevitablemente autocontradictoria. Ésta
daría tanto en la posibilidad de acceder no parece capaz de dar cuenta de sus pro-
al significado «oculto» tras los textos, sino pios fundamentos. La quiebra de la her-
en su capacidad para dar cuenta de sus menéutica parece, pues, arrastrar consigo
propios fundamentos epistémico-institu- la de la critica literaria toda en una pen-
cionales. Esto significa un desplazamiento diente fatal hacia el Máelstrom del rela-
del énfasis de los estudios desde los objetos tivismo más absoluto. Claro que todavía
textuales y, eventualmente, su relación con puede, quizás, argumentarse que tal con-
sus contextos particulares de emergencia, clusión relativista no es incscapable; que
al de los mecanismos constructivos de tales las aporías señaladas estarían simplemente
objetos por parte de la crítica y de sus pro- revelando una limitación sólo inherente al
pias condiciones histórico-institucionales presente «giro lingüístico»: su incapacidad
de producción. Llegado a este punto, la de servirse de sus propias categorías de
crítica se convierte en una metacrítlca, análisis a fin de dar cuenta de su propia
Pero, para llegar a este grado de autorre- discursividad, es decir, de convertirse en
flexividad, la misma debió pasar previa- su propio metadiscurso (tarea cuya rea-
lización nos exigiría movernos más allá del
mente por una serie de estadios sucesivos.
horizonte definido por la «Iingüistícali-
dad»). De hecho, el relativismo no es tam-
En la trayectoria descrita que lleva de poco sostenible, puesto que conduce siem-
Hirsch a Hoy vimos cómo la problema- pre a la conocida «falacia relativista». De
tización de la relación entre el texto y su ser así, el presente «giro lingüístico» habría

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que considerarlo como un mero estadio época de florecimiento de la hermenéu-


hacia algún otro modo de la crítica sus- tica, certidumbres a las que (como la idea
ceptible de dar cuenta de la serie de pro- de la transparencia al autor de la signi-
blemas que éste plantea sin llegar a resol- ficación de su obra) las nuevas corrientes
ver. El presente «giro lingüístico» sería, críticas vinieron definitivamente a desman-
pues, un ejemplo, quizás excepcional, de telar desde el momento en que pusieron
una corriente crítica que llega a definir una de manifiesto aquello que hasta entonces
problemática a la que, sin embargo, las
aparecía como sus aprioris (y, por lo tanto,
categorías de análisis que ella misma apor-
ta no ofrecen respuestas válidas. En cual- impensables dentro de su horizonte de
quiera de los casos, Fish parece estar en pensamiento dado): los mecanismos cons-
lo cierto (por perturbadora que resulte esta tructivos de la propia crítica y su relación
conclusión, a la que él mismo resistió aun- con aquellos marcos epistémico-institucio-
que sin éxito) cuando afirma que éste ha nales dentro de los cuales la actividad crí-
hecho ya imposible un simple regreso al tica puede desenvolverse en tanto que dis-
tipo de certidumbres que acompañaron la ciplina académica.

NOTAS

I La New Critical School florece en los años 1930 ¡ Sontag, Against Interpretation and Other Essays

y 1940 (aunque reconoce sus antecedentes en los escri- (Nueva York, Delta Books, 19M), p. 14. Sontag fue
tos de la década anterior de T. S. Eliot, l. A. Richards acompañada en su radicalismo contra el New Criticism
y Wilíiam Empson, en Inglaterra, y Crowe Ransom y las escuelas tradicionales por autores diversos, como
y Allen Tate en Estados Unidos). Además de los men- J. Hillis Miller, Paul Brodtkrob y Geoffrey Hartman.
cionados, participaron de la misma R. P. Blackmur, J Eric Donald Hirsch, Jr. (1928), es William R.
Cleanth Brooks, René Wellck, W. K. Winters y, en Kenan Professor of English. en la Universidad de Vir-
alguna medida también, Kenneth Burke, F. R. Leavis, ginia y miembro del Comité Editorial de New Literary
y Yvor Winters, El movimiento contó con varias publi- History. Es también autor de lnnocence and Experience;
caciones afines, como Tire Cnterion (1922·29), dirigida An Introduction lo Blake (New Haven, Yale University
por Eliot; Scrutiny (1932-53), dirigida por Lcavis, en Press, 1964); Validity in Interpretation (New Havcn,
Inglaterra; la Southem Review (1935·42), editada por Yale University Press, 1967); TheAims ofInterpretation
Brooks y Warren; la Canon Review (1938-59), dirigida (Chicago, University of Chicago Press, 1976); The Phi-
por Ransorn, y la Sewanee Review (t944A5), dirigida losophy ofComposition (Chicago, University ofChícago
por Tale en Estados U nidos. Hacia la década siguiente, Press, 1977); «The Politics of Interpretation», en
la New Ctitical School pierde su aura «revolucionaria» W. J. T. Mitchell (comp.), The Politics of lnterpretation
y pasa a integrarse al establishment. La escuela adopta (Chicago, Thc University of Chicago Press, 1983),
un tono «profesionalista», que se conecta con Su enfo- pp. 321-334; «Beyond Convention?», New Literary His-
que formalista. Entonces se producen también sus tex- tal}) 14.2 (invierno 1983), pp. 389-398; «On Theories
tos teóricos más importantes, como Theory 01Luerature and Metaphors: A Comment on Mary Hesse's Paper»,
(1949), de Warren; The Verbal Icon (1954), de W. K New Literary History; 17.1 (otoño 1985), pp. 49-59 (en
Wimsatt; The NewApologists[or Poetry(1956), de Krie- ese mismo número aparece la respuesta de Mary Hes-
ger, y Literary Criticism: A Short History (1957), de se, pp. 57-60); «Transhistorical Intentions and the Per-
Brooks y Wimsatt. Para una buena síntesis de las ideas sistence oí"Al1egory»,New LüeraryHistory, 25.3 (verano
fundamentales del grupo, ver la entrada «New Cri- 1994), pp. 549-67. Hirsch estudia actualmente asuntos
ticism», escrita por Cleanth Brooks, en Alex Preminger relacionados con la enseñanza de la literatura.
et al. (cd.), Princeton Encyclopaedia of Poetry and Poe- • Hirsch es asociado con la «vieja hermenéutica»
tics (Princcton, Princcton University Prcss, 1974), (Schleiermacher, Dilthey). La «nueva hermenéutica"
pp. 567·56B. de Heidegger y Gadamer es introducida por Richard

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NOTAS V DISCUSIONES

Palmer, Hermeneutics: Interpretation Theory in Schleier- suasíon in Freud's the "Wolf-Man". A Response to
macher, Diuhey, Heidegger, and Gadamer (Evanston, Stanley Fish», Minnesota Review, 34.3 (primavera
Northwestern University Press, 196'1). 1990), pp. 118-134; M. Spíkes, «A Kripkean Critique
s David Couzens Hoy, The Cruical Circlc (Berkeley of Stanley Fish», Soundings, 73.2-3 (verano-otoño
y Los Ángeles. University of California Prcss, 1978). 1990), pp. 327·341, YJ. Michael, «Rheturical Ouestions
Hoyes profesor de Filosofía en la Universidad de Cali- in Stanley Fish's Doing what Comes Naturally», Dia-
fornia en Santa Cruz. Ha publicado: con Thomas critics, 20.1 (verano 1990), pp. 54-73; R. Dworkin «My
MeCarthy, Critical Theory (Oxford, Blackwcll, 1994); Reply to Stanley Fish (and Walter Benn Míchaels):
«Is Hermeneutics Ethnocentric?», en D. Hiley, J. Boh- PIcase Don't Talk About Objectívity Any More)" en
mand y R. Schusterrnan (cornp.), The Interpretative W. J. T. Mitchel1 (comp.), The Poluics ofInterpretotion
Turn. Philosophy, Science, Culture (Ithaca, Corncll Uní- (Chicago, Thc Chicago Univcrsity Press, 1983),
versity Press, 1991), pp. 155-178, Y «Deconstructing pp. 287·314.
"Ideoíogy?», Philosophy and Luerature, 18_1 (abril 8 «No hay un modo único de lectura», dice Fish,
1994), pp. 1~17. También haeditado The Foucault Rea- "que sea correcto o natural, s610 modos de leer que
der (Oxford, Blackwell, 1986). son extensiones de las perspectivas de las respectivas
• Ver W. K. Wimsatt, Jr., The Verbal lcon: Studies comunidades» (18 There a Text in this Ciasst, p. 16).
on the MeaningofPoetry (Nueva York, Noonday Press, • Lo contrario supone, como señala Jay respecto
1954). En particular el capítulo de Wimsatt Ir. y M. de la noción de "fusión de horizontes», la posibilidad
Beardsley, «The Intentional Fallacy». de algo parecido a, según postulara Maunheim, «una
7 Stanley Eugene Fish, Is there a Text in this Class?
totalización "relacíonísta" de puntos de vista en con-
The Authority of Interpreuuive Communities (Cambrid- flicto por parte de una iruelligentsia colocada por cnci-
ge, Harvard University Press, 1980). Fish es Jefe del ma de los mismos (a free-ftoating ínreJligentsiaj» (Jay,
Departamento de Artes y Ciencias Tnglesas, Profesor «Should Intcllccrual History?», en LaCapra-Kaplan,
Distinguido de Literatura Ingles'! y Profesor de Leyes
Modern Europcan; p. 103).
en la Universidad de Dukc. Otras obras de este autor
10 Al respecto, ver la reseña del debate entre
son: John Skelton s Poetry (New Haven, Ya le Univcrsity
Habermas y Gadamer en Jay, «Should Intellectual His-
Press, 1965); Surpnsed by Sin: The Reader in Paradise
tory?» (en La Capra-Kaplan, Modern European,
Lost (Berkelcy, Uníversity of California Press, 1971);
pp. 89·11 O).
Self-Consumíng Artifacts; The Experience of Seven-
11 Fish relata, en su introducción a ls there a Text
teenth-Century Litcrature (Berkeley, University 01'Cali-
in this Class? la historia de cómo fue también víctima,
fornia Press, 1972); The Living Temple: George Herbert
en sus escritos tempranos, de una ambigüedad similar.
and Catechizing (Berkeley, University of California
"Lo que no veía es que no podía sostener consisten-
Press, 1978); Doing Whal Comes Naturally: Change,
temente los dos argumentos al mismo tiempo... Cuando
Rhetoric,and the Practice 01 Theoryin Literaryand Legal
alguien me acusaba de que mi énfasis en el lector lle-
Studies (Durham, Duke Uníversity Press, 1989), y The-
vaba directamente al solipsismo y la anarquía, respon-
res no Sucn Thing as Free Speech, and It's A Good
día insistiendo en las limitaciones impuestas sobre los
Thing; Too (Nueva York, Oxford Univcrsity Press,
1994). Algunos de los estudios sobre la obra de Fish lectores por el texto; y si alguien caracterizaba mi posi-
ción como s610 la más reciente vuelta de la tuerca
son: D. Parterson. «You Made Me Do it. My Reply
to Físh», Texas Law Review, 72.1 (noviembre 1993), del New Criticism; replicaba que en mi modelo el lector
pp. 67-77; R. Lanha, «Introduction to Stanley Fish», era liberado de la tiranía del texto y se le otorgaba
Milton Qtwrterly, 26.3 (octubre 1992), pp. 96-98; J. un rol central en la producción de sentido. En síntesis,
Forcman, «Theory, Language-Games, and Fish", New me estaba moviendo en dos direcciones (incompatí-
Odeafls Review, 18.4 (invierno 1991), pp. 15-27; blcs) al mismo ticmpo» (pp. 7-8).
12 Stanley Fish, «Commentary: Thc Young and thc
G. Curríe "Text without Context, Sorne Errors of Stan-
ley Fish". Philasophy and Lilerature, 15.2 (oetubre ResHcss», en H. Aram Veeser, The New Hisloricism
1991), pp. 212-228; S. Barber, ,<Stanley Fish and the (Nueva York, Routledge, 1989), p. 312_
Fulure of Pragmatism in Legal Theory», University J.' Fish, «Anti-Profesionalism», New Literwy His·

of Chícago Legal Review, 58.3 (verano 1992), tory, 27.1 (otoño 1985), p. 91. Ver también, en el mismo
pp. 1033·1043; J. Worthen, "On lhe Malter of the Text número (pp. 109·117), la respuesta de Gerald Graft
(AStudyon Stanley Pish's LiteraryTheory)>>, Un{¡'ersity (<<Yntcrpretation on non: A Response. to Stanley
01 Taranta Quarler{y. 60.3 (primavera 1991), Fish»), seguida por la réplica de Fish (<<A Reply to
pp. 337-353; C."Longines, "Powcr, Meaning and Per- Gemid Graff", pp. 119·127).

184 ISEGORIA/17 (1997)

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