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10/5/2018 Migraciones en la Patagonia - Familias migrantes hortícolas en el Valle Medio del río Negro.

Cruces identitarios en las experiencias …

Editorial
UNRN
Migraciones en la Patagonia | Ana Inés Barelli, Patricia
Dreidemie

Familias migrantes
hortícolas en el
Valle Medio del río
Negro. Cruces
identitarios en las
experiencias de
vida y de trabajo
Ana Ciarallo y Verónica Trpin
p. 71-86
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Texto completo

Introducción
1 Este trabajo se enmarca en estudios1 iniciados recientemente
en el Valle Medio del río Negro, que tienen como propósito
explorar la dinámica de la horticultura de pequeña, mediana
y a gran escala, vinculada a circuitos de comercialización
locales, regionales e internacionales.
2 Se destaca que la horticultura se ha constituido en una
actividad productiva caracterizada por la conjunción de
trayectorias migratorias y laborales, en las que las familias
forman parte de redes que sostienen la producción y la
territorialización. Estos procesos son protagonizados por
familias y trabajadores en su mayoría provenientes de
Bolivia.
3 Las familias bolivianas llegan, circulan o se establecen en el
valle, luego de haber transitado itinerarios migratorios a lo
largo de los cuales van desplegando prácticas y acumulando
experiencias en el saber migrar y en el saber hacerse
horticultores. Como investigadoras, enmarcamos las
decisiones y proyectos de partir o de quedarse desde un
análisis situacional dinámico que dé cuenta de las
interseccionalidades de diversas identidades y jerarquías
relacionadas con los géneros, las generaciones, la etnicidad,
la condición migratoria y la clase, en contextos de
desigualdad. Desde esta perspectiva, el artículo propone
describir y analizar la construcción de identidades migrantes
en el territorio, desde la recuperación de experiencias de
vida y de trabajo de las familias hortícolas bolivianas.
4 Estas inquietudes reflejan una continuidad en las líneas de
estudio antes desarrolladas, en las cuales se abordaron las
relaciones entre mercado de trabajo y migración en la
producción agraria en la provincia de Río Negro, así como la
reestructuración productiva en la fruticultura y su impacto
en la organización laboral y residencial de los trabajadores
rurales, con énfasis en la vinculación entre la movilidad de
las poblaciones y la construcción de territorios (Radonich,
Ciarallo y Trpin, 2011). Por otro lado, en el Alto Valle del río
Negro se abordó la construcción de territorios hortícolas por

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parte de familias migrantes bolivianas, indagando en sus


trayectorias laborales y migratorias (Ciarallo, 2011).
Señalamos que este capítulo se basa en el trabajo de campo,
la elaboración de registros y entrevistas a informantes
calificados2 y en datos secundarios provenientes de estudios
anteriores realizados en el área de investigación y
estadísticas de organismos estatales.

La horticultura y los territorios migratorios


5 Estudios relevantes a nivel nacional dan cuenta de una
tendencia creciente de expansión de la horticultura en
diferentes puntos del país. El aumento del consumo interno
en fresco de verduras, así como la incorporación de
tecnologías y cambios en las formas de comercialización, han
sido factores que, según Pizarro (2011a), favorecieron la
dinámica del sector y la movilidad socio-productiva
ascendente de las familias dedicadas a esta actividad.
Benencia sostiene que las familias bolivianas han tenido un
papel central en estas transformaciones, ya que
«constituyeron una pieza clave de la estrategia productiva
necesaria para sostener el proceso de acumulación
capitalista que se dio en este tipo de cultivos» (2006, p. 138).
6 Consideramos que la relevancia de estudiar este proceso
productivo y su organización, así como su impacto en las
condiciones de trabajo y de vida de quienes llevan adelante
la horticultura se enmarca, en primer lugar, en la
importancia de esta actividad para la economía nacional en
diferentes puntos de la Argentina, los cuales aún distantes se
hallan relacionados por la circulación de familias bolivianas
que no tuvieron una migración lineal, sino más bien que
construyen territorios migratorios (Tarrius, 2000) en torno
a esta actividad.
7 Las transformaciones del sistema agroalimentario de
hortalizas comenzaron a expandirse dentro de los estudios
agrarios, y resultan una referencia aquellas investigaciones
socio-antropológicas que analizan la vinculación entre las
migraciones de origen boliviano y la conformación y
expansión de áreas hortícolas en Córdoba y Buenos Aires,
entre otras provincias (Benencia, 2006; Benencia y

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Quaranta, 2006; García y Mierez, 2007; Pizarro 2007,


2011a, 2011b; Rivera Sierra, 2008), destacándose para Río
Negro el estudio de Ciarallo (2011).
8 En segundo lugar, se trata de una actividad en la que se
conjugan trayectorias migratorias y laborales, en la que las
familias constituyen parte de redes que sostienen la
producción y la territorialización, en tanto mantenimiento
de relaciones que contribuyen a la llegada, el asentamiento,
el acceso y el uso de la tierra, así como a la organización del
trabajo estacional. La construcción social del territorio
hortícola que nos proponemos estudiar se ve atravesada por
la movilidad espacial de la población con condiciones de
trabajo y de vida que responden a una organización familiar
particular. En este sentido, proponemos una profundización
de la comprensión de la familia como red social primaria y
abierta, o sea, como un sistema de reciprocidades y de
pertenencias que involucra a sujetos unidos por lazos
consanguíneos o culturales en la resolución de los problemas
de la cotidianeidad (Martins, 2012).
9 El abordaje de la movilidad de las poblaciones ha sido una
constante a lo largo del siglo . En las últimas décadas, el
papel de las cadenas protagonizadas por los migrantes y sus
familias en el mercado laboral, así como en los circuitos
transnacionales, se convirtió en una temática que visibilizó
procesos antes no considerados por los estudios migratorios
a nivel mundial.
10 Conocer cómo los distintos desplazamientos poblacionales
conforman territorios migratorios implica entenderlos
como procesos de «apropiación real o simbólica de los
lugares por donde transitan, se instalan o simplemente
imaginan como posibilidad de un futuro» (Lara, 2010, p.
54). Es decir, esos territorios construidos forman parte de
las posibles respuestas de los hombres y mujeres y de las
familias ante sus condiciones estructurales de existencia en
sus lugares de origen así como ante su condición migrante,
étnica y de pobreza (Pedreño, 2011). El territorio migratorio
(Lara, 2010) constituye un espacio conformado por los y las
migrantes desde sus prácticas laborales y cotidianas, desde
su historia familiar, comunitaria; es el espacio diseñado y
sostenido en forma material o simbólica, abarca los lugares
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que transitan los migrantes y los saberes referidos al


desplazamiento, la residencia, el enganche; en definitiva
para saber moverse, circular, quedarse (Tarrius, 2000). A
pesar de los escasos márgenes de opciones para estos
trabajadores y sus familias, la movilidad espacial, su ir y
venir de un lugar a otro son estrategias sustentadas en
iniciativas individuales y colectivas y en la consolidación de
redes sociales. Desde miradas contrahegemónicas, las redes
son entendidas como dispositivos fenoménicos y discursivos
de emancipación de conocimientos y prácticas, en los que
cobran valor los elementos intersubjetivos y la experiencia
de lo cotidiano (Martins, 2012)3.
11 La modalidad que adopta la movilidad está asociada
fundamentalmente a la dinámica ocupacional, a cambios o
combinación de ocupaciones en zonas rurales y urbanas, a
cambios de residencia o residencias dobles, a
transformaciones en el espacio de vida y de trabajo. Sin
embargo, aun siendo desplazamientos por razones laborales,
«las migraciones de trabajo son hechos de movilidad, que
incorporan distintas dimensiones, no sólo económicas sino
también sociales, culturales y políticas, movilizando redes
sociales e intercambios de distinta índole» (Lara, 2010, p. 7).
En este sentido, la territorialidad construida desde la
movilidad se define como la estrategia espacial de sujetos o
grupos sociales para el acceso a los recursos a través de la
delimitación y el control de áreas específicas denominadas
territorios.
12 Así como la modernidad está marcada por el sedentarismo y
el nómade era una figura amenazadora que rompía con un
modelo de vida previsible, estos sujetos migrantes
construyen su territorialidad en la propia movilidad espacial.
En consecuencia, la territorialización engloba al mismo
tiempo aquello que es fijo (enraizamiento) y aquello que es
movilidad; en otras palabras, incluye tanto los itinerarios
como los lugares. Controlar el espacio indispensable para la
reproducción social no significa sólo controlar áreas o definir
fronteras, sino sobre todo vivir en redes, donde las propias
identificaciones y referencias espaciales y simbólicas están
hechas tanto en el enraizamiento y en la siempre relativa
estabilidad, como también en la propia movilidad.
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Territorializarse significa también hoy construir y/o


controlar flujos o redes y crear referenciales simbólicos en
un espacio en movimiento (Haesbaert, 2004, p. 280).
13 El dominio de fuentes de reproducción social como la tierra,
o la correlación entre los valores auto-atribuidos a un grupo
social y las condiciones de posibilidad que ofrece un
ambiente local para su reproducción, suscitan, por
oposición, la construcción de identidades territoriales de
resistencia. Este tipo de identidades es movilizado por
grupos que, conscientes de la situación de desigualdad en la
cual están inmersos, pasan a hacer referencia al territorio
como fuente de significado. El migrante hace uso con
frecuencia de un arsenal de múltiples identidades para hacer
valer sus intereses, aun de sus identidades territoriales
(Haesbaert y Santa Bárbara, 2001, p. 50), resignificadas por
ejemplo y tal como desarrollaremos, en celebraciones y
festejos colectivos.
14 En los últimos años son relevantes los estudios que
contribuyen a pensar las movilidades laborales desde
miradas descoloniales. Dentro de esta perspectiva, Quijano
(2000) sostiene que en los mercados de trabajo con
presencia de migrantes, se evidencia una división del trabajo
en la que el género y las pertenencias étnico-nacionales
replican la histórica colonialidad que atraviesa la propia
dinámica del capitalismo. Centrando el análisis sobre la
forma en que los sujetos vivencian la opresión múltiple,
Florya Anthias –desde los conceptos de interseccionalidad y
de translocalización–, contribuye a visualizar la
convergencia entre distintas formas de opresión y la
necesidad de conectar entre sí las divisiones y las
identidades de género, etnicidad y clase social, al sostener
que no se trata de adicionar subordinaciones en tanto éstas
no se experimentan de manera separada, por lo tanto
«ocupar un lugar es situarse en una intersección» (2008, p.
14). Posicionada en esta complejidad analítica, la autora
señala que en contextos migratorios las identidades
colectivas y las pertenencias se construyen de acuerdo a las
posibilidades y a los límites que ofrece el contexto. En tanto
las pertenencias son relacionales y se expresan a través de
las prácticas y los procesos experienciales, se desplazan y
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cambian dependiendo de las localizaciones por donde


transitan y se asientan los grupos migratorios en momentos
concretos, en términos de clase, género, momento del ciclo
de vida.

El Valle Medio del río Negro y la


producción hortícola
15 El área en la que centramos el estudio se denomina Valle
Medio del río Negro y está localizada en la cuenca media de
dicho río, en el departamento Avellaneda, provincia de Río
Negro. La región abarca aproximadamente unos 2000
kilómetros cuadrados. El valle presenta dos subsectores de
características productivas bien diferenciadas. Uno de ellos,
el área irrigada, se desarrolla sobre la margen izquierda del
río Negro; representa una unidad socioeconómica en la cual
se ha desarrollado una intensa actividad agrícola bajo riego y
donde en los últimos años se advierte una importante
expansión de la fruticultura para exportación. El otro sector
corresponde a un área de secano destinado a la cría de
ganado vacuno y lanar (Kloster, Steimbreger, 2001).
16 Según el último censo realizado en el año 2005 en áreas bajo
riego de la provincia de Río Negro, la superficie cultivada en
el Valle Medio sumó 20064 ha, 6334 ha son aptas no
utilizadas, mientras que 30478 ha se destinan a otros usos
(pastizales naturales, bosques, no apta, etcétera). El número
de productores es de 1069, de los cuales el 78,2 %, tiene una
superficie menor a las 50 ha.
Imagen 1: Localización del área de estudio

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Fuente: Pérez, Germán, 2013.Fuente: Pérez, Germán, 2013.


17 La diversidad que presenta el Valle Medio no se circunscribe
sólo a aspectos productivos, sino también poblacionales, si
se considera que dada la circulación de hombres y mujeres
de origen boliviano y del Noroeste de la Argentina, se
constituye en un espacio de exploración privilegiado para
analizar trayectorias migratorias y laborales de familias que
en algún período de sus vidas han transitado por alguna de
las experiencias productivas vinculadas con la horticultura.
18 Según datos de los censos nacionales, la provincia de Río
Negro ha experimentado en el período intercensal 2001-
2010 un aumento del número de población extranjera
nacida en Bolivia,4 sin embargo, la distribución espacial de
esta población no es homogénea ya que más del setenta y
cinco por ciento se localiza en sólo tres departamentos
(Brouchoud, 2013).
19 En el cuadro 1 se observa que los departamentos General
Roca, Avellaneda y Adolfo Alsina concentran a más de tres
cuartas partes de la población boliviana que vive en Río
Negro, siendo el primero el más representativo con un 45,89
%.
Cuadro 1: Provincia de Río Negro. Población total
nacida en Bolivia por sexo según departamento
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Departamento Población total nacida en Total Total % del


Bolivia varones mujeres total
Avellaneda 746 392 354 18,34
Adolfo Alsina 449 258 191 11,04
Bariloche 317 195 122 7,79
Conesa 336 192 144 8,26
El Cuy 4 2 2 0,10
General Roca 1867 1012 855 45,89
9 de Julio 0 0 0 0,00
Ñorquinco 0 0 0 0,00
Pichi Mahuida 175 97 78 4,30
Pilcaniyeu 7 5 2 0,17
San Antonio 136 68 68 3,34
Valcheta 4 2 2 0,10
25 de Mayo 27 16 11 0,66
Total provincial 4068 2239 1829 100 %

Fuente: elaboración de Brouchoud (2013) en base a datos del


Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda, 2010.
20 Se destaca que los tres departamentos con mayor porcentaje
de población de origen boliviano coinciden con los tres valles
irrigados del río Negro, lo cual señala la relación entre la
expansión hortícola en esos espacios y la presencia de
migrantes bolivianos.
21 La horticultura de la provincia de Río Negro se encuentra
diferenciada por diversos niveles de desarrollo y de
especialización. Por un lado, se distingue una producción
especializada, concentrada en las zonas del Valle Medio y del
Valle Inferior del río Negro, y con menor incidencia en
algunas áreas hortícolas de los valles de Conesa, Río
Colorado y en segmentos del Alto Valle. Los principales
cultivos –en cuanto a superficie y volumen de producción–
son aquellos destinados a la exportación tales como la
cebolla y el zapallo, o los relacionados con la industria
procesadora: tomate y papa. Por otro lado, existe un
conjunto de producciones diversificadas para el consumo en
fresco y destinado al mercado local y regional que se
distribuye en todos los valles mencionados.
22 Datos de la Comisión Hortícola5 integrada por productores
de Viedma, Río Colorado y Valle Medio informan que en la
temporada 2009/10 se implantaron 2676 ha con cebollas,
1895 ha con tomates, 1121 ha con zapallo y 500 ha con
papas. Estos cultivos superan ampliamente a otras especies

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y, tal como fuera señalado, están destinadas a exportación o


industrialización.
Cuadro 2: Provincia de Río Negro. Superficie
cultivada con especies hortícolas en la temporada
2009/10. En hectáreas y porcentaje
Especie Hectáreas Porcentaje
Cebolla 2676 33,45 %
Tomate 1895 23,68 %
Zapallo 1121 14,01 %
Papas 500 6,25 %
Otras especies 1835 22,61 %
Total 8027 100 %

Fuente: elaboración propia en base a datos de la Comisión


Hortícola Río Negro.
23 Desde los últimos diez años, la horticultura viene
registrando una lenta y constante evolución en cuanto a
superficie sembrada en los valles de la provincia de Río
Negro. Si bien este crecimiento es más importante en el
Valle Medio y en el Valle Inferior, el aumento de hectáreas
dedicadas a la horticultura ha sido sostenido en todas las
regiones de la provincia. El Censo Provincial de Agricultura
bajo Riego ( , 2005) reconocía un total de 8027 ha
dedicadas a la horticultura en el conjunto de los valles
rionegrinos. Las evaluaciones realizadas por técnicos del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria ( )
estiman que en las últimas temporadas, la horticultura en la
provincia mantuvo una tendencia ascendente.
24 Los datos son de relativa fiabilidad debido,
fundamentalmente, a la debilidad de las políticas públicas
orientadas tanto a la fiscalización como a la promoción de la
producción hortícola en la región.6 A las razones expuestas,
debe sumarse el carácter informal de la actividad y la
constante movilidad geográfica de los agentes que practican
horticultura. La información que merece mayor
confiabilidad es la que refiere al ingreso y egreso de
productos registrados tanto por la barrera de la Fundación
Barrera Patagónica (Fun.Ba.Pa.)7 como por el Control de
Ingreso Provincial de Productos Alimenticios ( ) en el
abastecimiento de verduras a la provincia del Neuquén.

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25 En referencia a la estructura productiva, para todo el


territorio de Río Negro, el 2005, último censo agrícola
realizado en la provincia,8 arroja información sobre la
estratificación de las explotaciones por superficie dedicada a
la horticultura:

El 64 % de los productores cultiva en superficies


inferiores a las cinco ha, y representan el 16 % de la
superficie total cultivada con especies hortícolas,
concentrándose mayoritariamente en el Alto Valle,
donde se han registrado 239 explotaciones dedicadas a
la actividad.
El 22 % de los productores maneja superficies entre
cinco y 15 ha, ocupan el 25 % de la superficie total
cultivada, concentrándose mayoritariamente en el Valle
Inferior, Conesa y el Valle Medio, con predominio de las
explotaciones de diez ha, y en general dedicados al
cultivo de una sola especie.
El 14 % cultiva en superficies mayores a las 15 ha,
representando el 59 % de la tierra cultivada. El 95 % de
estos productores se encuentra en el Valle Medio,
Conesa y el Valle Inferior.

Cuadro 3: Distribución de superficie hortícola neta


cultivada y cantidad de productores, según rango de
superficie y subregión. En porcentaje
Sub-región Rango de Superficie neta cultivada Cantidad de productores
superficie (en porcentaje) (en porcentaje)
Alto Valle 0,1 a 5 ha 61 % 88 %
5,1 a 15 ha 34 % 11 %
15,1 y más 4 % 1%
ha
Valle Medio 0,1 a 5 ha 9% 51 %
5,1 a 15 ha 20 % 27 %
15,1 y más 71 % 22 %
ha
Río Colorado 0,1 a 5 ha 14 % 58 %
5,1 a 15 ha 32 % 31 %
15,1 y más 55 % 11 %
ha
Conesa-Valle 0,1 a 5 ha 11 % 49 %
Inferior 5,1 a 15 ha 27 % 30 %
15,1 y más 62 % 21 %
ha

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Fuente: Santagni, A. (2009). , Alto Valle en base a


datos del 2005.
26 El cuadro 3 muestra claramente el perfil de los productores
hortícolas del Valle Medio, con una marcada presencia de
unidades productivas medianas y grandes para el desarrollo
de cultivos de carácter extensivo orientados a la exportación
y a la industria. Cabe remarcar que el 51 % de los
productores cultiva en superficies de hasta cinco ha, los
cuales ocupan sólo el 9 % de la superficie hortícola. Las
observaciones de campo permitieron constatar que estos
pequeños horticultores combinan la producción de verdura
en fresco con el cultivo de cebolla para ser entregada a los
agentes acopiadores, quienes comercializan en el mercado
nacional e internacional.
27 Un relevamiento realizado por técnicos de la Agencia del
de Luis Beltrán calculaba, para la temporada 2010, una
cantidad de 170 productores en el Valle Medio; aunque este
número varía cada temporada porque «siempre se están
moviendo, trasladando, porque no son propietarios de la
tierra, tienen contratos informales» (Pablo, entrevista de
marzo de 2013). La mayoría está en Lamarque y Luis
Beltrán.
28 Por otra parte, un informe de la «Red Tecno-Económica
para el cambio técnico en el cultivo de tomate para industria
en el Valle Medio del Río Negro» (2011) plantea que la
horticultura es dinamizada por una serie de actores locales e
inmigrantes principalmente de origen boliviano, quienes
desarrollan sus cultivos mayoritariamente en tierras de
terceros. Esta actividad demanda una importante cantidad
de mano de obra para atender las tareas básicas como la
siembra y/o el replante, los cuidados culturales y la cosecha
(Villegas Nigra et al., 2011; Villegas Nigra, s/f).
29 Resulta llamativa la falta de datos acerca de la cantidad de
trabajadores que participan anualmente en los diferentes
circuitos productivos de la horticultura. A pesar de la
existencia de maquinaria para la cosecha de tomate, técnicos
del señalan que los productores mantienen una
preferencia por la cosecha manual, que es altamente
demandante de mano de obra. Asimismo,

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… el cultivo de cebolla requiere de una gran cantidad de


mano de obra, ya que la cosecha se realiza en forma manual
y actualmente los pequeños y medianos productores deben
cosechar, armar parvas para que se seque y luego se clasifica
para embolsar. En algunos casos se realiza una pre-
clasificación manual por tamaño y en pocos casos se cuenta
con alguna máquina clasificadora antes de realizar el
embolsado. (Diario La Mañana de Neuquén, 10 de
septiembre de 2013)

Sujetos que se mueven, festejos que


circulan
30 La horticultura en el Valle Medio presenta una complejidad
de la que participan familias de origen migrante que cultivan
para diferentes circuitos: tomate para las plantas
procesadoras, cebolla para la exportación o para el mercado
interno y verduras para el consumo en fresco. Las opciones
son dirimidas anualmente y se destaca que en sus
trayectorias productivas han experimentado la vinculación
con alguna de estas producciones, tanto en el Valle Medio
como en otros puntos de la Argentina. En los últimos años,
la posibilidad de participar en ferias, venta de canastas de
verduras, intercambiar semillas y ser asesorados por agentes
del o de los municipios, da cuenta de la presencia y de
la relación de organismos y entidades del Estado con los
pequeños productores. Estas iniciativas abren el
fortalecimiento de la producción en pequeña escala, a pesar
de que los propios agentes estatales manifiestan la
limitación de sus formaciones y de la dirección de la mayoría
de los financiamientos provinciales y nacionales
concentrados en la fruticultura y en los productores
establecidos y los propietarios de la tierra. La reciente
organización de la Asociación de Horticultores del Valle
Medio, integrada en su mayoría por tomateros de origen
boliviano, habilita un marco institucional de negociación con
las empresas procesadoras de tomate y de relaciones con el
Estado que está en proceso de construcción. Los feriantes
comenzaron a integrarse a la Asociación también como un
modo de representatividad de sus demandas particulares.

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31 Por otro lado, observamos que la movilidad territorial y la


construcción de un territorio hortícola trascienden los
parámetros locales. Las familias migrantes contactadas no
llegaron para asentarse definitivamente a la zona estudiada,
están siendo móviles al participar en ferias de distintas
localidades, al arrendar tierras con menores valores en el
precio por hectárea, al solicitar asesoramiento a organismos
del Estado con representatividad en distintas ciudades, al
contactar distribuidores y proveedores de diferentes zonas.
32 En los territorios migratorios los horticultores experimentan
la circulación como un modo de sostener una horticultura,
ellos conocen cómo moverse en los términos planteados por
Tarrius (2000), se mueven en circuitos productivos no
exclusivos dentro de la actividad.
33 En un contexto en el que el nicho hortícola está asegurado
por la presencia de migración boliviana, las redes posibilitan
la emergencia y expansión de este fenómeno que involucra a
familias migrantes y a trabajadores estacionales en
situaciones de gran vulnerabilidad. Sin embargo, esta
capacidad de circulación y sostenimiento de redes no sería
eficaz sin la construcción de espacios que se refuerzan más
allá de los vínculos económicos: las celebraciones como
momentos de encuentro y festejo reflejan la posibilidad de
moverse también para bailar, rezar, agradecer por las
cosechas, compartir comidas y reforzar los lazos familiares y
de amistad.
34 En el Valle Medio, dos celebraciones suelen convocar a las
familias de origen boliviano: el Día de la Independencia y la
Virgen de Urkupiña. En agosto del año 2013 ambas se
conmemoraron el mismo fin de semana y distintos
integrantes de las familias circularon durante el sábado y el
domingo a lo largo de las localidades para participar de uno
u otro evento. En el marco de los festejos del Día de la
Independencia de Bolivia, durante el fin de semana se
disputó el Torneo de Fútbol y el sábado por la noche, el
Festival de Saya en la localidad de Chimpay; mientras que la
celebración de la Virgen de Urkupiña se concentró en Luis
Beltrán, a 80 kilómetros de la localidad anterior.
35 Durante el Torneo de Fútbol, los equipos que disputaban la
copa representaban a distintas localidades del Valle Medio,
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del mismo modo que en el festival de Saya, donde estuvieron


representadas las mismas localidades y al que se sumó un
grupo de caporales de la ciudad de Cipolletti, ubicado en
otro de los valles irrigados del río Negro.
36 En el campeonato de fútbol, las banderas de Argentina, la
nacional de Bolivia y la Wipala fueron izadas y dieron color a
las canchas agrestes rodeadas de polvo. Las camionetas, cual
improvisadas tarimas, rodeaban el predio y las mujeres
aguardaban en su interior los resultados de los partidos.9 Un
puesto de venta de comida armado con maderas anunciaba
en carteles pintados a mano el menú: «Venta de chicharrón
con mote y pollo picante»; mientras en el baúl de un auto
otro cartel promocionaba «Tamales envueltos en chala». El
público circulaba conversando, comiendo y tomando,
comentando la continuidad del festejo con el Festival de
Saya.
37 A la noche, las familias de origen boliviano de Chimpay y de
otras localidades se convocaron en el gimnasio de un colegio
secundario, engalanadas para el festejo nocturno.
Funcionarios municipales y vecinos de la localidad también
se sumaron al espectáculo que desbordaba de música y color
al compás de los grupos caporales y una demostración de
tinku. El chicharrón con mote, el pollo picante y las
empanadas circulaban por las mesas forradas en papel junto
a cervezas y gaseosas, mientras los niños y las niñas corrían
por el salón explotando los globos con los colores de las
banderas de Argentina y de Bolivia. La fiesta avanzó en la
noche y el baile luego del anuncio de los ganadores convocó
a los espectadores.
38 Ese mismo día, a 80 kilómetros, los vecinos y padrinos del
barrio Fernández –más conocido en la localidad como Barrio
de los Bolivianos10– realizaban la vigilia de la Virgen y
terminaban de ordenar el salón en el que se realizaría el
almuerzo convocado después de la misa de la Virgen de
Urkupiña. Una libreta detallaba los compromisos asumidos
hace un año por los distintos padrinos: «padrinos de pollo»,
«padrinos de decoración», «padrinos de pan», deberes que
garantizaban la celebración y el almuerzo para todos los
paisanos. El domingo, en la capilla de Luis Beltrán las
mujeres concentraron el protagonismo: la presentación de la
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Virgen de Urkupiña ubicada a un costado del altar de la


iglesia, era vigilada para arreglar cuidadosa y
permanentemente el vestido, el pelo, los adornos. A la salida
de la iglesia, los petardos y los aplausos se combinaron con
los cánticos religiosos que se sucedieron a lo largo de varias
cuadras en las que se extendió la procesión hasta el barrio
Fernández. La caravana –compuesta casi exclusivamente
por mujeres– avanzó en forma lenta por las calles de la
localidad llamando la atención de los vecinos que circulaban.
39 Una vez en el salón, algunas vecinas cantaron en quechua y
con cuidado, entre bocanadas de incienso, ubicaron a la
virgen con sus arcos adornados en un rincón, junto a
suvenires y velas encendidas. Algunas personas se acercaban
a la virgen para orar, mientras el resto comenzaba a ubicarse
en las mesas preparadas con los platos, vasos, pan y
recipientes con picante. Todos los paisanos y las paisanas
disponían de lugares para el almuerzo, quienes llegaban más
tarde se ubicaban en los espacios que quedaban
desocupados al rotar los comensales. Las bandejas con pollo,
carne asada y ensaladas circulaban por las mesas, así como
las bebidas. Algunas mujeres almorzaban mientras
aguardaban a los hombres de su familia que en Chimpay
disputaban la final del campeonato de fútbol.
40 Tal como describimos, los integrantes de las familias
permanecían en uno u otro evento compartiendo con
familiares, vecinos y paisanos los festejos del fin de semana.
Las responsabilidades asumidas por los organizadores del
campeonato de fútbol, el Festival de Saya y por los distintos
padrinos de la celebración de la Virgen de Urkupiña
denotaban una dedicación impregnada de valoración social:
todo estaba preparado con programación y con tiempo de
trabajo. Así como comprar camisetas para un equipo de
fútbol refleja cierto poder adquisitivo asociado a la
producción hortícola,11 los compromisos de los padrinos son
evaluados, en palabras de un productor «según cómo me
vaya a ir con las verduras, a veces se puede, otras no tanto»
(Entrevista, agosto 2013).
41 Martha Giorgis, en su análisis de la celebración de Urkupiña
en la ciudad de Córdoba, señala que participar de la
organización de las celebraciones involucra asumir
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responsabilidades y refleja «un “camino” ascendente que


lleva cada individuo hasta alcanzar su plena madurez y
aceptación dentro del grupo» (2004, p. 100).12 ¿Qué
reconocimientos se dirimen en estas festividades replicadas
en el Valle Medio?
42 La construcción de territorios migratorios involucra, tal
como desarrollamos, saber moverse, en el que el
reconocimiento es valorado en vinculación a la producción:
las mujeres comentaban en el almuerzo de la festividad de
Urkupiña que siempre hay que agradecer a la virgen por la
temporada13 y que los paisanos a los que les fue bien «se van
hasta Cochabamba a agradecer», ciudad de origen de la
virgen de Urkupiña.
43 Ese saber moverse, dar para en algún momento recibir,
también se expresa en la celebración: el traslado por diversas
localidades de la región a lo largo de kilómetros para alentar
al equipo de fútbol, o acompañar a los caporales de la
localidad en Chimpay y a la mañana siguiente participar de
la procesión. Sus organizadores y participantes en uno u otro
evento se encuentran en la semana en las ferias, en las
reuniones de la Asociación o del , en las negociaciones
de precios con los compradores de tomate. Sin embargo, en
la celebración se recuperan responsabilidades que los ubican
como sujetos productivos y como hombres y mujeres
atravesados por experiencias culturales que se resignifican
en el encuentro, en el camino para ser reconocidos. Los
hombres que en la semana curvan sus cuerpos en los bordos
plantando o cosechando verduras componen los equipos de
fútbol junto a sus hijos, sus sobrinos, mientras que en los
caporales las hijas e hijos de bolivianos muestran las
destrezas en el baile, la alegría en los rostros. Por otro lado,
las mujeres que se encuentran semanalmente en la feria
marchan con devoción pidiendo a la virgen «porque ella
siempre te da», cantando en quechua, propagando incienso,
agradeciendo la cosecha que tuvieron o pidiendo por una
mejor, en el próximo cultivo.

Reflexiones finales

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44 En el mercado productivo y laboral de la horticultura del


Valle Medio del río Negro, la etnicidad y el origen nacional
se convierten en instrumentos de segmentación de la fuerza
de trabajo. La «condición inmigrante» (Pedreño, 2011) de
estos trabajadores agrícolas constituye una particular
configuración modelada por la inserción de mano de obra
extranjera en la sociedad receptora, que ha venido a
satisfacer las necesidades expansivas de trabajo en este
sector de la economía, por lo tanto, como señala Pierre
Bourdieu (2006, p. 73) «no es el trabajador quien elige el
trabajo, sino el trabajo quien elige al trabajador». En
consecuencia, el cruce de condiciones tales como el origen
nacional, la etnia, la clase y las redes sociales,
sobredeterminan la inserción de los migrantes en los
contextos de las sociedades de recepción, al menos en la
primera generación. En el análisis de la construcción del
territorio hortícola protagonizado por las familias bolivianas
en el Valle, hemos recopilado elementos que nos permiten
asegurar que el complejo entramado de relaciones sociales
juega un papel fundamental en el surgimiento, consolidación
y reconfiguración de los espacios en los que se localizan las
familias migrantes. Las redes migratorias son el principal
mecanismo por el cual la migración es un fenómeno que se
sostiene a sí mismo más allá de las causas que llevaron al
desplazamiento inicial. En la tensión y el manejo estratégico
y combinado de las redes parentales y otros agentes del
entorno, estos sujetos son capaces de potenciar los recursos
económicos, culturales, sociales y simbólicos que detentan.
45 Así, los horticultores bolivianos que han migrado y están
asentados en el Valle mantienen una vinculación activa y
estratégica con los integrantes de la familia que quedan en el
lugar de origen y también con aquellos residentes en otras
regiones de la Argentina. En los momentos de mayor
demanda de mano de obra –trasplante y cosecha– se
convoca a integrantes de las familias que viven en otras
provincias para sumar su trabajo a la red; así como otros
miembros viajan directamente desde Bolivia para incluirse
como trabajadores tanteros. También ocupan un lugar
central los agentes que, aun sin desplazarse, vinculan las
necesidades de mano de obra en el Valle Medio con la
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disponibilidad de trabajadores en las localidades de origen


en Bolivia. De esta manera, los migrantes están situados
dentro de diversos campos sociales en múltiples grados y
lugares, lo que permite incorporar tanto a los que migran
como a los que se quedan en el lugar de origen.
46 En consecuencia, los hechos de movilidad por motivos
laborales complejizan la definición de migrante, que ya no
puede fundarse exclusivamente en el concepto de residencia
habitual. La condición migratoria se define más bien a partir
de la incorporación y participación de sujetos en un sistema
de redes sociales, en el cual la migración es un aspecto
constitutivo en la reproducción social de estos agentes. La
red, como experiencia, invita a valorar su carácter innovador
en tanto marco interpretativo de las nuevas expresiones de
movilidad territorial para dar cuenta de la complejidad de
las prácticas sociales.
47 La construcción de identidad de los sujetos en contextos de
migración resulta un dispositivo en el intento de buscar
«raíces imaginarias para tener un refugio seguro» (Anthias,
2008, p. 5), en tanto se refuerza el sentido de pertenencia
como sujetos étnicos o nacionales en situaciones de
segregación. La creación de institucionalidad, materializada
en asociaciones culturales y productivas, encuentros
deportivos, celebración de fiestas religiosas y patronales
entre otras, es una manifestación de prácticas
transnacionales tendientes a hacer visible la bolivianidad en
situación de migración y de constituirla en un dispositivo
eficaz para posicionarse en el campo social. En la actualidad,
estas estrategias organizativas también se presentan como
herramientas válidas para poder acceder a los recursos
financieros, asistenciales y tecnológicos disponibles en el
sistema institucional estatal.
48 En síntesis, el desarrollo de estas prácticas es resultado de
una combinación de elementos como la apropiación de un
espacio físico, la construcción de un territorio productivo y
laboral y el uso que los migrantes le dan a ese territorio. Así,
ese territorio va adquiriendo una identidad específica que
permite ser reconocida por los otros.

Bibliografía
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Notas
1. Proyectos «Mercado de trabajo en la horticultura del Valle Medio de
Río Negro» dirigido por Ana Ciarallo y «Movilidad y territorio:
condiciones de vida y de trabajo de familias hortícolas en el Valle Medio
de Río Negro», dirigido por Verónica Trpin; ambos aprobados y
financiados por la Universidad Nacional del Comahue.

2. En el año 2013 se realizaron cuatro salidas de campo al área de


estudio, en las que se tomaron cinco entrevistas semiestructuradas a
funcionarios públicos y tres a representantes del . Por otro lado, se
han tomado registros de un encuentro con personal jerárquico de una
empresa procesadora de tomate. Con diez productores y productoras
relacionados con la actividad hortícola se han mantenido charlas durante
sus jornadas de trabajo, las cuales constituyeron parte de los registros.

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Uno de dichos horticultores fue organizador de la Asociación de


Productores Hortícolas del Valle Medio.

3. No nos situamos en una postura «celebratoria de las redes», en tanto


consideramos las consecuencias duales, e incluso contradictorias, que la
acción de las redes puede tener sobre las personas en los mercados de
trabajo. Por un lado, resultan una ayuda, pero también pueden propiciar
el enclaustramiento en puestos de trabajo de baja calidad debido a la
inexistencia de lazos débiles (en el sentido de Mark Granovetter [1973],
son aquellas que se establecen con el Estado y con otros agentes externos
al grupo familiar y de paisanaje) que permitan el acceso a otros nichos de
trabajo capaces de ofrecer mejores condiciones laborales (Herrera Lima,
2005).

4. «Dentro del grupo de migrantes provenientes de América, los


bolivianos ocupan el segundo lugar luego de los chilenos. Con respecto al
censo de 2001, se observa un importante aumento de la población
oriunda de Bolivia, la cual casi se duplica (pasando de 2099 a 4068
personas). Este aumento se observa de forma homogénea tanto en
hombres como mujeres: los hombres pasan de ser 1204 a 2239 y las
mujeres de 895 a 1829» (Brouchoud, 2013, p. 3).

5. Esta comisión se propone incentivar el desarrollo sustentable de la


actividad hortícola en la provincia mediante la implementación de
programas de interés para el sector, que integren los esfuerzos de
distintas instituciones que actualmente se encuentran trabajando en la
provincia ( , entes locales, oficinas de desarrollo, municipios,
etcétera). Desde el año 2003 se lleva adelante el Programa de Vigilancia
Fitosanitaria en Cultivos Hortícolas orientado a promover la exportación
de los productos.

6. En este aspecto hay evidentes diferencias entre la provincia de Río


Negro y la de Neuquén. En esta última, en los últimos años se diseñó un
Plan Hortícola Provincial que incluye capacitación, gestión y ayuda
crediticia.

7. Desde el 1 de enero de 2015 el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad


Agroalimentaria (Senasa) se hizo cargo del Sistema Cuarentenario
Patagónico, en cumplimiento de la resolución 422/2014, de acuerdo a lo
establecido por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la
Nación. Fue así que Senasa tomó las funciones que cumplía la
Fun.Ba.Pa.

8. El Censo Provincial de Agricultura bajo Riego constituye una


herramienta fundamental en términos de diagnóstico de la situación
agropecuaria de la provincia de Río Negro. Sin embargo, se considera
necesaria la implementación de un censo hortícola específico.

https://books.openedition.org/eunrn/528 23/25
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9. Registros similares han sido descriptos por Fulvio Rivera Sierra


(2008) en la provincia de Tucumán.

10. El barrio se localiza en un sector difuso entre lo rural y lo urbano de


la localidad de Luis Beltrán. Las familias que lo habitan provienen en su
mayoría de la misma región cercana a Tupiza, Potosí. Las trayectorias
migratorias y laborales de estas familias serán objeto de indagación en el
presente estudio.

11. Uno de los equipos de fútbol es nombrado con el apellido de una de


las familias de origen boliviano de mayor prestigio.

12. Para la autora, las responsabilidades asumidas por los organizadores


de los eventos, o por los padrinos denota la circulación de «dones y
contradones», en tanto que sistema de reciprocidad en el que «los
contratantes no verbalizan sus deudas y todos actúan como si se tratara
de actos de cortesía, espontáneos y desinteresados» (Ibídem, p. 100).

13. Por la producción que se obtuvo en una temporada de cosecha.

Autores

Ana Ciarallo

GESA-FADECS-UNCO

Verónica Trpin

CONICET-GESA-UNCO
© Editorial UNRN, 2015

Creative Commons - Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0


Unported - CC BY-NC-ND 3.0

Referencia electrónica del capítulo


CIARALLO, Ana ; TRPIN, Verónica. Familias migrantes hortícolas en el
Valle Medio del río Negro. Cruces identitarios en las experiencias de
vida y de trabajo In: Migraciones en la Patagonia: Subjetividades,
diversidad y territorialización [en línea]. Viedma: Editorial UNRN,
2015 (generado el 10 mayo 2018). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/eunrn/528>. ISBN: 9789873667435.
DOI: 10.4000/books.eunrn.528.

https://books.openedition.org/eunrn/528 24/25
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Referencia electrónica del libro


BARELLI, Ana Inés (dir.) ; DREIDEMIE, Patricia (dir.). Migraciones en
la Patagonia: Subjetividades, diversidad y territorialización. Nueva
edición [en línea]. Viedma: Editorial UNRN, 2015 (generado el 10 mayo
2018). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/eunrn/515>. ISBN: 9789873667435.
DOI: 10.4000/books.eunrn.515.
Compatible con Zotero

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