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E HIPERCONCENTRACIÓN:
LAS VENTAJAS DE SER HIPERACTIVO (TDAH)
COLECCIÓN EDUCACIÓN ESPECIAL
Director: Francisco Salvador Mata
Catedrático de Educación Especial
en la Universidad de Granada
I.S.B.N.: 84-9700-355-1
Depósito legal: MA-1490-2006
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra
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derechos.
J. Francisco Guerrero López
(Coordinador)
CREATIVIDAD, INGENIO
E HIPERCONCENTRACIÓN:
LAS VENTAJAS DE SER HIPERACTIVO (TDAH)
EDICIONES
A L J I B E
ÍNDICE
CAPÍTULO I: Yo soy dos y estoy en cada uno de los por completo: de San
Agustín al gato de Schröndinger o las dos caras de la persona con hiperacti-
vidad (TDAH). J. Francisco Guerrero López .............................................. 9
CAPÍTULO II: Las satisfacciones de vivir con un hijo TDAH. María Bás-
cones Márquez .............................................................................................. 47
1
El psiquiatra E. Halowell incluso tiene una estadística de las personas con TDAH que le piden cita
por teléfono para ir a su consulta: casi la mitad se pierde por las calles cercanas y nunca llegan a su
consulta.
14 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
la cruenta batalla de Málaga que duraría alrededor de cuatro meses frente a todo
pronóstico– mientras Cristóbal Colón desplegaba su humor y su encanto y su ro-
manticismo de conquistar nuevas tierras en tanto que a la reina –que tenía que
viajar a Málaga precipitadamente– la están esperando (para reconquistar lo que
queda del Reino de Granada) urgentemente –al margen del rey Fernando que ya le
ha enviado varias cartas que hoy llamaríamos “urgentes”– cuatrocientos barcos de
guerra –que rodeaban la bahía de Málaga– veinte mil hombres en sus monturas,
sesenta mil soldados de infantería y todas las piezas de la artillería pesada que
había en España apuntando a Gibralfaro. Es decir, a la reina la espera sin demora el
mayor ejército del mundo que se encontraba expectante y nervioso por recibir la
órdenes para una ofensiva que hasta entonces nunca se había visto, y todo eso
ocurría más o menos en el mismo momento en el que la soberana estaba departien-
do con un tipo extravagante, de elevada estatura y singular atractivo. A mí me
parece raro que a nadie se le haya ocurrido la posibilidad de que la reina se sintiese
atraída por él pues tenía fama de seductor: “Hombre sensual, venal, temperamen-
tal (…) Su atractivo erótico y su irascibilidad pueden proporcionar pistas sobre su
pasado”, nos dice el escritor Luis Melero (2006: 32). Cristóbal Colón es un hom-
bre desconocido que quiere una ansiosa, inaplazable respuesta a sus peticiones y
que ha conseguido “la entrevista” gracias a la colaboración de algunos frailes cer-
canos a los reyes (especialmente el fraile Antonio Marchena). Vidal González
Sánchez, que ha estudiado a fondo la toma de Málaga nos dice (2004: 84): “Algu-
nos miembros del Consejo Real quedaron aún en Córdoba donde también estaba
Colón pendiente de respuesta a su proyecto descubridor”. “Pendiente de respues-
ta”, un hombre que se había ganado en toda Europa fama de chiflado (Pérez Díaz,
2006) y que para Luis Melero hubiera sido un individuo susceptible de recibir
ayuda psiquiátrica: “Muchos lo creyeron loco y no es una locura suponer que
tenían razón, porque si alguien con sus repentes y su espantadas llegase en la actua-
lidad a la consulta de un médico, lo atiborraría de Prozac” (Melero, 2006: 34). El
caso es que Colón hizo un accidentado viaje a través de la infinitud de un Océano
desconocido (quizás surcado antes por embarcaciones vikingas) y en su cuaderno
de bitácora nos dejó escrito su obstinación y sus distracciones por ejemplo cuando
se queda dormido en la Santa María, porque nunca ha visto “una mar tan calmado
y tan hermosa”, delegando en el capitán que delega a su vez en un grumete. Por
supuesto que la nave encalla y se hunde, y sus discusiones con Pinzón, sus dudas
de última hora –si regresar a España al empantanarse en el mar de los Sargazos.
Pero lo más extraño de todo es que pudo más su ingenio y la testarudez de llegar a
donde se había propuesto y logró, gracias a un despiste colosal, a una fascinante y
delirante distracción que cambió el curso de la historia– realizar una proeza incon-
cebible y arribar a una tierra que él por supuesto pensó que era Asia. Como dice
David Broggi: “Fue esta labor perseverante (…) lo que lo convirtió en el visiona-
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 15
rio que cruzó el atlántico y consiguió volver” (2006: 81). Colón siguió pensándolo
hasta el día de su muerte –a pesar de regresar varias veces al “nuevo mundo”–
cuando toda Europa sabía ya que “el chiflado” había descubierto un nuevo conti-
nente. El ahora admirado y famoso almirante Cristóbal Colón –si es que se llama-
ba realmente así– creyó haber llegado a una isla cercana a Japón. Y si no llega a ser
por ese tropiezo accidental llamado hoy “América”, en la dirección que iba, hubie-
ra llegado efectivamente a Japón. Pero es posible que al llegar a Japón hubiese pen-
sado que había llegado a un nuevo continente. Pero eso es irrelevante, y también
formaría parte de su encanto, de sus misterios y de su leyenda inmortal.
Pablo Picasso. Solamente nombrarlo y parece que estamos pronunciando
unas palabras que no pertenecen a este mundo. Un nombre que muchas personas
piensan que es sobrenatural. Un hombre desorganizado, inestable, impulsivo, caó-
tico. François Gilot, una de sus mujeres, recuerda el caos de su escritorio (McCu-
lly, 2003), un maremagnum de anotaciones, libros, documentos, papeles arruga-
dos, botes de pintura, pinceles, lápices, restos de esculturas... Picasso, como Eins-
tein, tampoco había sido un buen estudiante. Del examen que hizo para poder
matricularse en el instituto de La Coruña, que se conserva de su paso por el insti-
tuto Vicente Espinel (conocido en Málaga como “Gaona”) consistente en una divi-
sión y un dictado, Picasso siempre diría que le habían dicho los resultados, al
parecer el director del Centro amigo de su padre: “Refirió que todo fue una autén-
tica farsa, ya que le mostraron previamente los resultados que él copió de memo-
ria” (Inglada, 2005: 50).
Al poco de instalarse en París (“¿Dónde están las mujeres?” parece que fue
la primera frase que dijo Picasso al llegar a París) ya tiene un grupo de incondicio-
nales atraídos por su magnética personalidad. Este grupo es conocido como la
“Banda Picasso” y constituyen una serie de amigos que compartían una afición
común a la pintura y a la literatura y que se hicieron célebre en los ambientes
bohemios de París por sus coqueteos con algunas bebidas y sustancias y por la
desmesurada afición a las mujeres. En esto último Picasso era el líder indiscutible
porque vivió cientos de historias confusas y dramáticas, caóticas y apasionadas:
“Para amar a algunas mujeres me fue suficiente con unas horas e incluso con
unos minutos” dijo en alguna ocasión Picasso (Mamerto López-Tapia, 2003: 142).
A la edad en la que otros hombres viven una vejez estéril esperando la muerte,
Picasso se seguía enamorando y seguía pintando de forma compulsiva. A los cin-
cuenta años se enamoró de Marie-Thérèse Walter que tenía diecisiete años, a los
sesenta y dos, de François Gillot que tenía veintitrés, a los setenta y cuatro años se
enamoró y vivió con Jacqueline Rocque, que tenía casi cincuenta años menos que
él. Entre todas estas mujeres “oficiales” (ocho o nueve) al mismo tiempo compar-
tía su vida afectiva y tenía relaciones sexuales con otras mujeres “secretas”. Se
sentía eternamente joven (“Un hombre tiene la edad de la mujer que ama” –solía
16 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
decir–) y hubiera seguido pintando igual de frenéticamente (“Los últimos años los
paso recluido …pintaba obsesivamente para tachar el tiempo que se le echaba
encima”, Cruz, 2006: 39) si hubiera vivido doscientos años más y amando con la
misma pasión de siempre (“Estaba envejeciendo, era más orgulloso que nunca y
amaba a las mujeres tanto como lo había hecho siempre”, Berger, 2006: 40), por-
que Picasso es uno de los símbolos de la esencia misma de la creatividad y estuvo
creando y viviendo febrilmente hasta el último día de su existencia sin dejar ni un
solo momento de pintar, de esculpir o de escribir poesía generando a su alrededor
una especie de estimulante, irresistible torbellino. Un tornado que giraba en contra
de toda regla, de todo academicismo, de toda escuela, de todo pensamiento que no
fuera diferente, rompiendo el concepto del arte varias veces, inventando estilos,
tendencias, formas nuevas condenadas a establecer los criterios del arte a las gene-
raciones venideras hasta llegar a formar parte de la memoria colectiva de la espe-
cie humana. Como dice el escritor y periodista Manuel Alcántara: “Su huella pue-
de que sea eterna, llamando eternidad a la duración en la memoria de los hom-
bres” (Alcántara, 2003: 56). Como le ocurría a Mozart, Picasso no buscaba nada
“encontraba” (“Yo no busco, encuentro”: Cid Vives, 2003: 23) sólo tenía que su-
mergirse un poco en el pozo sin límites de su creatividad insondable. Sí, realmente
Picasso tiene algo de sobrenatural, de magia incandescente (Vargas Llosa, 2006: 39)
que ha hecho que constantemente se hable de él. El escritor Manuel Vicent piensa
que el pintor malagueño es uno de los iconos más universales de todos los tiempos:
“De Picasso se ha escrito más que de Napoleón y se han publicado más libros que
de la II Guerra Mundial” Vicent, 2006: 44).
Antes he comparado a Picasso con Mozart. E. Halowell y J. Ratey son dos
psiquiatras norteamericanos que publicaron un libro sobre la hiperactividad que
ha sido un éxito de ventas en Estados Unidos. Estos dos especialistas en el ámbito
de la salud mental que afirman ser TDAH en dicho libro, piensan que Mozart era:
“Impaciente, distraido, enérgico, necesitado de afecto, irreverente, impulsivo, in-
conformista, creativo, innovador” (2001: 74) y creen que era también TDAH
como ellos (y creen que también lo eran Abraham Lincoln, Edgar Allan Poe, Sal-
vador Dalí, Bernard Shaw, Harrison Ford, Dustin Hoffman, la poetisa Emily Dic-
kinson, el escritor John Irving, etc...).
Existe una creencia muy extendida de que Mozart fue muy apreciado por
sus contemporáneos. Y es posible que así fuera por algunos sectores, pero el hom-
bre que fue capaz de traducir el universo a la música para los mortales, en muchos
aspectos, fue considerado un espectáculo circense, provocaba risa en muchas re-
uniones y no fue lo suficientemente valorado (“Esta dinámica de infinita tristeza
por la hiriente incomprensión que le rodeó toda su vida”, Ayala-Dip, 2006: 74).
Es posible que sus risas desaforadas, su irreverencia, sus despistes, su inocencia,
su forma de gastar dinero (ganó mucho dinero pero gastó mucho más de lo que
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 17
gato”, sobre las dos formas de “estar en cada uno de los dos por completo”) más
adelante, antes voy a detenerme brevemente en las peculiaridades que puede pre-
sentar el funcionamiento cerebral de las personas con TDAH.
¿Es el TDAH un rasgo común de todos los seres humanos? ¿Un estilo cog-
nitivo? ¿Un modelo comportamental adaptativo? ¿Es una construcción social, un
acuerdo arbitrario sin base patológica alguna para clasificar a algunas personas?
¿Es una cierta forma de enfocar la vida? ¿Una actitud ante el mundo como la que
adopta el que es avaro-a, bondadoso-a, egoísta, generoso-a, enamoradizo-a, ansio-
so-a, vitalista, ambicioso-a, cruel, terco-a, lujurioso-a o voluptuoso-a? ¿Es una
mutación genética surgida en los albores del homo sapiens que le ayudaba en los
peligros del entorno? ¿No deberían tomar medicación las personas con TDAH de
la misma forma que tampoco lo hacen otras personas diferentes para “cambiar” su
forma de ser o sus tendencias más íntimas aunque éstas vengan derivadas de algu-
nos desajustes hormonales o bioquímicos?
Russell Barkley es una de las personas más influyentes en el estudio del
TDAH en el mundo. Desde su departamento de Psiquiatría del Centro Médico de
la Universidad de Massachussets investiga desde hace más de dos décadas sobre
este síndrome y sus publicaciones y conferencias cambian cada cierto tiempo to-
dos los conceptos –desde las causas hasta la intervención– que se suele tener sobre
el trastorno. Es además el asesor más seguido por la CHADD –Children with At-
tention Deficit Disorders–, la más importante asociación de Estados Unidos sobre
TDAH. Pues bien, para Barkley, este trastorno “Puede representar, sencillamente,
un rasgo humano y no una condición patológica” (Barkley, 2001: 115). Un rasgo,
una seña de identidad igual que la estatura o la habilidad lectora. En ese sentido
todos y todas presentamos alguna característica –negativa y positiva– del TDAH;
la diferencia estriba en que ellos y ellas “representan el extremo del continuum”
(2001: 116). En esa misma línea Barkleniana estaría J.J. Bauermeister (2002)
cuando nos advierte que las características del TDA se pueden ver como un patrón
de conducta que todas las personas tienen en diferentes grados. Y pone un ejemplo
curioso (apoyándose en Barkley) que más o menos viene a ser que todos y todas
tenemos una estatura y este hecho constituiría un rasgo común de la especie huma-
na evidentemente, lo que ocurre es que los muy altos-as o los muy bajos-as pueden
tener algún problema (de “tallas” en la ropa, de relaciones con los demás etc...).
Mucho más lejos en los argumentos que intentan legitimar la absoluta “normali-
dad” de las personas con TDAH llegan los psiquiatras E. Halowell y J. Ratey
20 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
(2001) cuando sostienen que en América hay más TDAH que en Inglaterra o en
otros lugares de Europa porque los norteamericanos descienden de los conquista-
dores, un grupo, digamos, que seleccionado de gente inquieta y aventurera, que
habrían transmitidos sus genes también inquietos. Claro que esto mismo podría-
mos decirlo de nuestros descendientes en Hispanoamérica (por ejemplo lo rápido
que hablan –taquilalia– un posible signo de hiperactividad) conquistada por perso-
nas de carácter más bien aventurero-hiperactivo.
Al margen del rasgo común, del estilo, de la forma de ser, quizás todo se
deba a un proceso más lento en la mielinización de las neuronas (Van-Wielink,
2005), ese prodigio evolutivo mediante el cual se van “envolviendo” con una espe-
cie de aislantes (la mielina) los “cables” necesarios (los axones) para la transmi-
sión de la información y hasta que no se completa este proceso alrededor de los
veinte años, la persona presenta una inmadurez con algunas similitudes con el
TDAH como ya estudiaran autores como Kinsbourne (1984). O quizás se deba a
problemas en el nacimiento (prematuridad, hipoxia... Lou, 1996). Fernández-Jaén
(2003) afirma que entre un 20 y un 30% de los niños TDAH fueron prematuros o
tuvieron bajo peso al nacer. O puede que sea una variante de la selección natural y
de la evolución. Antes me preguntaba si el TDAH era un modelo comportamental
adaptativo (Hartmann 1998, 2003). Si este trastorno no es más que un proceso
evolutivo con un cierto diseño adaptativo muy adecuado cuando el hombre era
cazador y las características de ser muy enérgico, muy impulsivo e incansable y
extremadamente hipervigilante le servía para nutrirse y salvarse y poder huir. Qui-
zás el primer Adán o la primera Eva –de los que todos y todas somos descendientes
actualmente– transmitieron unos genes de éxito para la supervivencia hace unos
sesenta mil años en África, con las características TDAH que la selección natural
hizo perdurar durante milenios hasta que surgió la agricultura y el sedentarismo y
todo lo que antes eran valores biológicamente deseables para la supervivencia de
las tribus se convirtió en algo más bien molesto y “biológicamente” incorrecto
dado esos rasgos –ya no tan necesarios– que permanecieron en algunos individuos
con más intensidad que en otros. Esto nos llevaría a los subgrupos que puedan
existir (subsistir) dentro de los descendientes de esos individuos que habrían con-
servado esa carga genética. A comienzo de los años 90 Eric Taylor, en un intento
de aclarar la discusión sobre los tipos de TDAH (antes hubo otros intentos por
parte de Safer y Allen en 1979 pero el de Taylor pienso que fue más sistemático),
distinguió entre niños con Sobreactividad, niños con Falta de Atención, niños con
Hiperactividad y niños con Síndrome Hipercinético (descripción que entonces
causaba “furor” en los pasillos de la OMS). Sólo estos últimos podrían padecer
–según Taylor y en eso coincidía con Safer y Allen– algún tipo de disfunción
cerebral mínima. Pero la polémica, continuó y ni siquiera el mismo Taylor yo creo
que respetó su propia clasificación al referirse indistintamente a cualquiera de los
subgrupos que él mismo había intentado “taxonomizar”.
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 21
concepción original, el año de su publicación en los Estados Unidos (como todas las
publicaciones de Strauss que son de los años cuarenta excepto alguna de los años
cincuenta). Pero lo más importante del libro tras su lectura es que Strauss no estudia
–ni pretende hacerlo– a los niños con TDAH. Él aborda el tema de los niños con
lesiones cerebrales. Ni un sólo capítulo del libro está dedicado a los niños con hipe-
ractividad más que de forma tangencial. Hay algunas referencias, por ejemplo, en la
página 96 de mi edición, cuando habla del niño con lesión cerebral que no tiene
“defectos físicos” y nos advierte que el examinador “no puede percibir la presencia
de un trastorno orgánico” (1970: 96). En esa misma página nos comenta que ese
tipo de niños realizará “acrobacias” en su asiento mientras espera la consulta. Pero
tenemos que esperar a la página 127 para encontrar la famosa y ambigua definición:
“En la actualidad se empieza a reconocer que la conducta y el aprendizaje llegan a
ser afectados por lesiones cerebrales mínimas sin un aparente descenso del nivel
intelectual” (1970: 128). En el resto del libro ya no vuelve a mencionarlo. Incluso en
las dos citas anteriores, si leemos el contexto semántico nos daremos cuenta que está
hablando de niños con parálisis cerebral, porque su famoso libro trata de déficits
motóricos derivados de la parálisis cerebral y de lesiones graves por traumatismos
encefálicos. Strauss, desde mi punto de vista, nunca se planteó estudiar la hiperacti-
vidad. A no ser la hiperactividad propia de los niños con parálisis cerebral (“Muchos
observadores notaron, en pacientes con parálisis cerebral una gran facilidad para
distraerse e hiperactividad” 1970: 126). Después de Strauss, Clements (1966), des-
de los Servicios de Salud Pública de los Estados Unidos, popularizó aún más el
término aunque centrándose más en la percepción, el control de la atención y la
impulsividad. Quizás sea verdad lo que dice Arveschoug (1995) de que llamamos
conocimiento al conjunto de ignorancia que somos capaces de ordenar y clasificar.
Porque en realidad y como dice Aguilera y Moreno (2003) disfunción cerebral míni-
ma “es decirlo todo sin comprometerse a nada” (2003: 13). En cualquier caso a mí
me parece un expresión que en realidad no quiere decir nada, una taxonomía más
bien inútil, una clasificación que pudo “ordenar la ignorancia” en el pasado pero que
actualmente, con todo lo que se ha avanzado en el estudio del TDAH ya no nos sirve
porque existen cuestiones mucho más concretas y menos “mínimas” y difusas en los
planteamientos sobre este trastorno.
Hace unos años, en un programa concurso de Estados Unidos, se daba por
correcta que la leche era la respuesta a la pregunta ¿qué produce el autismo?2. Y es
2
En los autistas un error en el mecanismo de los aminoácidos provocaría un exceso de una enzima
–la purina–. Los autista no producirían las enzimas necesarias para neutralizar ciertos péptidos (por
ejemplo los de la leche de vaca; aunque ello no sería la causa sino efecto de algún trastorno genético
previo). Desde los años setenta existe una línea de investigación compartida por los/las más impor-
tantes profesionales del ámbito del autismo (como Frith, Wing, Rimland, Hobson, Lovaas, Trevar-
then, Happé, Ozonoff, y en nuestro país por Ángel Díaz-Cuervo en otras dimensiones más cogniti-
24 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
que aún seguía influyendo en los medios de comunicación las hipótesis de Feingold
sobre la alimentación que desde sus publicaciones en 1975 y en 1976 se difundieron
rápidamente por ese país (también en España). En lo que concierne al tema del
TDAH y en síntesis lo que este autor venía a decir es que los niños y niñas hiperac-
tivos-as mejoraban (hasta un 50% alguno de ellos según Feingold) cuando se excluía
de su dieta aditivos alimentarios, como el colorante artificial (el mismo se le añade a
nuestras “paellas”; según estas teorías produciría, al menos, agresividad) y el azúcar
(que a juicio de este autor creaba una agitación incontrolada).
Pioneras en España en el estudio y la divulgación de la hiperactividad (junto
al tristemente desaparecido Jesús Garanto que publicó un libro sobre el tema en
1986), Ana Miranda y Mercedes Santamaría (1986), escribieron que Feingold lo
que afirmaba es que la hiperactividad podía ser una reacción alérgica que podría
tener unas consecuencias conductuales. Y yo no dudo de que los alimentos pueden
producir reacciones alérgicas ni que éstas pueden llegar a ser graves. Pensemos en
los celíacos (alérgicos al gluten) que pueden llegar a morir ingiriendo un simple e
inocente “bocadillo”. Pero comúnmente lo que se conoce de la dieta P-K (que así
se le denominó durante años) es que ciertos alimentos podían provocar la hiperac-
tividad. Y fue esa divulgación (causó especial hilaridad la eliminación de los to-
mates, las almendras y las fresas de la dieta de los niños y niñas que se sometieron
al estudio) lo que “desprestigió” al autor. Aunque hubo, en mi opinión, algún in-
tento de “resucitar” o “rehabilitar” al bueno de Feingold por parte de Taylor
(1991) e incluso antes que Taylor, Kaplan que en 1989 parece que hizo evidente
que los niños con TDAH que siguieron una dieta en la que no había azúcares
colorantes y conservantes, mejoraron –según él– en su comportamiento. Pero los
estudios posteriores fueron contundentes. Soutullo (2004) afirmó que, aunque de-
masiado azúcar en la alimentación podría empeorar los síntomas de la hiperactivi-
dad en algunos niños y niñas, en modo alguno tendría algo que ver con la etiología
vas y el hombre que hasta el día de su muerte dedicó su vida al autismo: el entrañable Angel Rivière)
que comparten la idea de que existen factores de desequilibrio de los neurotransmisores (algo que ya
descubrió Boullin en los años setenta) en las personas autistas. Concretamente la dopamina que parece
ser elevada en ellos. Esto sería exactamente lo contrario que le ocurre a las personas con TDAH.
Curiosamente se han encontrado los mismo síntomas entre los autistas y los adictos al opio. Es inquie-
tante el llamado “fenómeno Kindling” (Díaz-Cuervo, 1988): estimulaciones repetidas en determina-
das zonas del cerebro que van acompañada de descargas bioeléctricas. Estas alteraciones en las sinap-
sis dopaminérgicas son permanentes en los autistas y es posible que sus alteraciones de la teoría de la
mente se deban a este hecho (como Baron-Cohen en un artículo pionero ya estudiase en 1985). Según
esta teoría el autista sería incapaz de atribuir estados mentales a las demás personas, padecería una
especie de “ceguera mental”. A mí me gusta poner el ejemplo de que una persona con TDAH no
tendría “suficiente luz” para poder captar-ver algunos estímulos porque estos permanecerían en la
oscuridad por el déficit de dopamina. En el caso de los autistas habría demasiada “luz” para “ver” y
una persona delante de unos potentes focos no vería nada. Y esto podría suceder debido al exceso de
dopamina.
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 25
y que los cambios en la dieta no eran eficaces en el TDAH. Esto no quiere decir
que los niños y niñas con TDAH no mejoren con cambios en su nutrición (al igual
que el resto de las personas). Incluso es posible que las vitamina del grupo B6 y
B12, y minerales como el cinc y el magnesio sean capaces de estimular el flujo de
diferentes neurotransmisores como la Dopamina. O que el omega-3 ingerido de
forma natural o en pastillas podrían prevenir la ansiedad como parece que la pre-
viene en el resto de la población (resulta una lectura muy esperanzadora lo que
dice a ese respecto el psiquiatra David Servan-Schreiber, 2005) y pienso que la
actividad física intensa y la descarga que produce por el torrente sanguíneo las
betaendorfinas tenga también algún efecto en las rutas dopaminérgicas o al menos
en neutralizar la ansiedad y las pequeñas crisis de angustia que a veces manifiestan
las personas con TDAH. Esto podría explicar por qué hay tantos TDAH (sin diag-
nosticar) en los gimnasios o haciendo deporte y por qué se sienten tan “ajustados”,
tan acoplados a sí mismo después del ejercicio físico extremo.
Antes he hablado de la dopamina y dado que éste es un neurotransmisor que
tiene una singular trascendencia en el TDAH voy a detenerme unas líneas para
hablar sobre ello. Yo no sé el poder explicativo que pueda tener, pero a mí gusta
comparar la dopamina con una especie de “combustible” responsable, entre otras
funciones, de provocar la inhibición de la conducta y de mantener un estado ópti-
mo de la atención. Las personas con TDAH tendrían una carencia biológica de
dopamina. Los niños y niñas hiperactivos no es que no quieran atender, no es que
quieran ser impulsivas-os o no controlar su conducta, es que ese déficit de dopami-
na les llevaría a todas esas manifestaciones que evidentemente no pasan desaperci-
bidas por los que los/las que les rodean. Para mí esto tiene mucha importancia
porque si las personas que conviven o tratan de enseñar a niños y niñas con TDAH
conocen ese déficit podrían ser mucho más comprensivos con estos alumnos y
alumnas, igual que se es bastante más tolerante con un alumno-a hipoacúsico-a o
sordo-a, con baja visión o ciego-a o con necesidades educativas motóricas. No me
imagino a alguien enfadándose con una persona ciega porque no “vea” algo o
increpándole a una persona con un problema motórico para que “corra” más o
amonestando a un niño o niña sorda porque cuando se le habla “parece que no
escuchara”. Entonces ¿por qué se le grita a un alumno o alumna con TDAH cuan-
do no atiende? ¿Por qué se le insulta o menosprecia cuando muestra su impulsivi-
dad cognitiva? ¿Por qué se le recrimina que no controla su conducta? Tiene un
déficit, le falta el “combustible” que le impide hacerlo a no ser que se intervenga
adecuadamente con él o con ella (o el TDAH lo descubra después de mucho tiem-
po y muchos errores) al igual que se le facilitan sistemas alternativos de comunica-
ción a una persona sorda o con parálisis cerebral, el sistema Braille a un alumno o
alumna ciego-a, programas de compensación educativa a alumnos-as desadapta-
dos, programas curriculares específicos a alumnos-as con síndrome de Down etc...
Pero volviendo al tema de la dopamina quisiera a continuación destacar la labor de
26 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
amplia difusión la “centramina” que ingerían los estudiantes de los años setenta
en sus noches de estudio un-día-antes-del-examen) para no quedarse dormidos
mientras atravesaban durante la noche las interminables carreteras americanas.
Estos pioneros del transporte nocturno ya habían observado como sus hijos –aque-
llos que tenían TDAH– parecían serenarse y concentrarse cuando accidental-
mente ingerían las pastillas. Así que tanto Bradley como los camioneros norte-
americanos sabían de los efectos de los estimulantes en los años treinta pero yo
creo que fue la neuróloga Isabelle Rapin quien expuso (cuando trabajaba en el
Albert Einstein Collage of Medicine, situado en pleno barrio del Bronx neoyor-
kino –a principios de los ochenta–) de forma magistral y en pleno auge de las
teorías ambientalistas sobre el TDAH, a qué se debía la acción casi milagrosa de
los estimulantes. Digo casi milagrosa ya que éstos producen en las personas no
TDAH una activación excesiva y euforizante y una hiperactividad temporal porque
las personas no TDAH tienen, digamos, lleno de “combustible”-dopamina los
“depósitos” de los circuitos cerebrales y cuando a ellos o a ellas llega una “dosis
extra” de “combustible” se activa más de la cuenta, pero a las personas que no
tienen la suficiente cantidad de “combustible”-dopamina en sus “depósitos” (los
que tienen TDAH) les proporciona (una vez que el especialista acierte en la
modulación de las dosis) la activación óptima de la que hablaba Luria (1979), la
“concentración justa” que Siddhartha Gautama, conocido como Buda, preconi-
zaba como antesala de la liberación hacia el año 400 A.C. Isabelle Rapin, en un
barrio que no incitaba necesariamente a la meditación budista, siempre estuvo
convencida de que algún proceso neuropsicológico, algún oculto recorrido por
las rutas bioquímicas del cerebro estaba detrás de la hiperactividad y mantuvo
además (y la llamaron despectivamente “organicista” en esos años junto a Tallis
–1982– que había publicado un libro con parecidos argumentos) que el hecho
que no se vean exactamente esos senderos, que ella llamó “dopaminérgicos” y su
relación con la hiperactividad no significaba que no existieran tal y como ha
ocurrido en otras enfermedades que hasta que no se han descubierto los instru-
mentos necesarios y más sofisticados y avanzados no se ha demostrado empíri-
camente la causa (así ocurrió con el síndrome de Down, cuando Penrose afirma-
ba en 1930 que era una enfermedad de origen cromosómico pero que no podía
demostrarlo al carecer de microscopios más potentes). De esta forma tímida y
puede que humilde, Isabelle Rapin nos advertía que las zonas ricas en las cateco-
lominas (dopamina y noradrenalina) podían estar implicadas en el TDAH: “Es-
tas conductas pueden reflejar unos sistemas inhibidores inadecuados (…) quizá
asociado a un déficit en el metabolismo de la dopamina” (1986: 172) para a
partir de esa página documentarlo profusamente con su experiencia de neurólo-
ga en un barrio conflictivo y olvidado que como Luria en su día (en el dramático
entorno de los bombardeos y obuses nazis destrozando cabezas) había visto in-
numerables cerebros humanos, muchos de ellos post-morten.
28 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
al nacer lo multiplicaría por tres, etc...). Afinando un poco más, Van-Wielink afir-
ma (2005) que en gemelos monocigóticos la concordancia es del 92% y en los
dicigóticos del 33 %. Pero ¿cuál es o cuáles son los genes implicados o “candida-
tos” a serlo en el TDAH? En la revisión que hace Soutullo (2004) de varios estu-
dios llega a la conclusión de que de que hay dos genes “candidatos”, cada uno en
cromosomas diferentes. El primero “es uno de la familia del gen que produce el
receptor de dopamina D4 llamado DRD*7 que está en el cromosoma 11” (2004:
33). Y el segundo sería el DAT1 (que está relacionado también con la dopamina)
que se encuentra en el cromosoma 5. Para Ferrando-Lucas (2006: 11) estarían
implicados genes relacionados tanto con los receptores de la dopamina como con
los transportadores de dopamina: “Alelos de riesgo para padecer el trastorno tan-
to en el gen DRD4 (receptores de dopamina) (…) como en el gen DAT1 (transpor-
tadores de dopamina”. (Por cierto que el El DRD4 también es posible que esté
asociado con la búsqueda de la novedad ¿apareció como una mutación adaptativa
en el homo sapiens? –recordemos los trabajos de Hartmann 1998, 2003 que co-
mentaba páginas atrás–). Pascual-Castroviejo piensa que, en general, los estudios
genéticos se focalizan más sobre el transporte de la dopamina que sobre los recep-
tores. Y también hay coincidencias (Hudziak, 2003) en que la mayoría de los estu-
dios genéticos sobre el TDAH se han centrado en el sistema dopaminérgico, si
bien, el mismo Hudziak sostiene que se debería tener más en cuenta el papel de los
receptores de la noradrenalina (más que como causa como factor de riesgo). Pero
no todo está tan claro si no podríamos decir taxativamente que el TDAH es un
problema genético que hace que exista menos dopamina de la que tendría que
haber (aunque yo creo que nos encontramos muy cerca de decirlo). El problema
surge porque muchas personas no TDAH tienen el alelo DAT1 y muchos TDAH
no tienen el alelo DRD4 (tampoco frecuente en la población no TDAH). Y este
hecho nos hace tener algunas dudas porque –y como bien dice la psicóloga María
Cavas Toledo en este mismo libro– aunque el receptor D4 dopaminérgico es un
candidato muy interesante, las evidencias muestran que ninguno de los genes que
hasta ahora se han ido identificando puede provocar en todos los casos el TDAH.
Y esto podría llevarnos a una situación algo similar a la que se produjo cuando se
supo que muchas personas sin TDAH tenían alguna alteración neurológica visible
y casi ningún TDAH lo tenía o, como grupo, lo tenían en mucha menor medida que
el resto de la población (Rapin, 1986).
Hemos visto sintéticamente qué genes podrían ser los responsables del
TDAH pero ¿En qué parte del cerebro se encontraría la “morada” –como dice
Halowell– del TDAH? Pascual-Castroviejo piensa que podría ser la corteza cere-
bral, los ganglios basales y el cerebelo que es donde los circuitos están modulados
“por neurotransmisores monoamínicos, especialmente la dopamina” (2004: 86).
Lo que es lógico es que las regiones cerebrales donde podría localizarse serían las
zonas por donde “circulan” las rutas bioquímicas de las que hablaba en los años
30 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
etc... Sánchez González, 2003). Todos estos procesos y alteraciones es obvio que
tienen unas derivaciones cognitivas-conductuales (negativas y positivas) en las
personas con TDAH. En el siguiente epígrafe voy a esbozar cuáles serían las re-
percusiones más negativas (y más conocidas).
Es posible que las personas con TDA al igual que todos los seres humanos
tengan su particular Mister Hyde. El ser oscuro que emergió de Jekill, un médico
que andaba investigando con unas sales y consiguió para su desgracia que surgiera
de él una personalidad monstruosa. Yo creo que la inmensa mayoría de los autores
describen solamente a Mister Hyde cuando definen uno de los estados en los que
puede encontrarse la persona con TDAH. Evidentemente que el peor de los “esta-
dos” puede existir –como en todas las personas– y como sucede en otros hombres
y mujeres sin TDAH, incluso puede empeorar si se cultiva o si las circunstancias
familiares, sociales, las tragedias o las más pura esencia de la mala suerte, aboca-
sen a las personas a profundizar en su lado más oscuro. Como ese 25% de personas
con TDAH que parecen que incurren en actos delictivos (Orjales Villar, 2003) o
que se encuentran en las cárceles y todos esos estudios que exponen la relación
entre hiperactividad y delincuencia. Rutter llegó a afirmar que “Los lazos (entre la
hiperactividad) y la delincuencia están indicados por cuatro resultados bien esta-
blecidos” (1988: 129). Unos lazos que el prestigioso director del Departamento de
Psiquiatría de la Universidad de Londres encontró entre hiperactividad, déficits
atencionales y trastornos de conducta, haciendo un seguimiento de chicos que iban
a algunas clínicas y observando que tenían mayor riesgo, más tarde, de ser delin-
cuentes. También realizó unos estudios familiares que le mostraron la asociación
entre hiperactividad, delincuencia, alcoholismo y sociopatía 3 y una serie de carac-
terísticas que Rutter había conocido de un estudio de Douglas y Peters (1979)
3
Una categoría diferente a la delincuencia y a la inadaptación y al TDAH sería el Trastorno Anti-
social de la Personalidad (TAP) en el que quizás coincidirían alteraciones bioquímicas (bajo nivel
de óxido nítrico, menores niveles de serotonina en alguno de sus catorce receptores) y en algunos
casos algunos factores ambientales (¿plomo ambiental?...). Otros científicos piensan que, simple-
mente, es un rasgo de personalidad, una forma permanente de “ser”. Esa es la tesis que defendía,
cuando era director del psiquiátrico de Nueva York, Luis Rojas Marcos, en su libro “las semillas del
mal” y otros autores. A estas personas se las conoce como psicópatas, aunque sería más correcto
denominarlos sociópatas o personas con un TAP. Porque el “psicópata”, en sentido estricto, sería la
persona con problemas mentales que asesina, algo muy poco habitual (sin embargo muy espectacu-
lar y cinematográfico. La sociedad “necesita” creer que los asesinos brutales tengan ciertos proble-
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 33
mas que les lleva a cometerlos). Se cree que solamente el 5% de los llamados “psicópatas” tendrían
realmente problemas mentales. Así prácticamente ningún asesino (en serie o en masa: los que matan
a personas individualmente o los dictadores que ordenan encarcelar, torturar, fusilar, bombardear,
etc…) famoso de cualquier época histórica y contexto político ha tenido problemas mentales. Estas
personas, que, en cierto modo, simbolizan la esencia misma de la maldad humana, se caracterizan
por una aparente conducta “normal” y por una frialdad y crueldad inimaginables. Además carecen
de sentimientos de culpa por la acción de sus crímenes. Algunos científicos han llamado a este
comportamiento “conducta reptiliana”, “afresión depredadora” o “agresividad incontrolada”. Ha-
bría que distinguir este tipo de comportamientos del de la delincuencia asocializada y muy agresiva
(la peor posibilidad de delincuencia agresiva; el desenlace final de una trayectoria vital llena de
violencia).
4
Hace ya tiempo que traté de acercarme al mundo de los menores desadaptados estudiando
(Guerrero López, 1991) los aspectos cognitivos, el autoconcepto y el comportamiento de un gru-
po de menores en situación de exclusión social institucionalizados. Evalué una experiencia que
se hacía en un centro de menores llevada a cabo por unos profesionales que partían de algunas
teorías (Fromm, 1980; Watzlawick y otros, 1985). Aunque el origen de la experiencia era el
pedagogo ruso fundador de la Colonia Gorki para adolescentes marginados, Makarenko y sus
talleres de trabajo (algo que trasladó magistralmente a su libro Poema Pedagógico). Los profesio-
nales del Centro consideraban los procesos comunicativos como determinantes en la configura-
ción del comportamiento humano. Esta idea había sido (y sigue siendo) defendida por muchos
autores; por ejemplo, para Escarpit (1981) cuando afirma que los seres humanos somos máquinas
biológicas que reciben información. Y podría sintetizar todas las teorías de Thayer (1980) en una
frase: un hombre es lo que se le ha comunicado. El mismo Piaget (1980) nos viene a decir que la
acción de los demás y la acción educativa del medio regula nuestro desarrollo y su maduración
biológica. En aquel Centro me di cuenta que la comunicación que ejercen los microgrupos fami-
liares configuran la conducta del sujeto y que existe una interacción multidireccional entre el
individuo y su contexto. Y algo que aprendía de Luria y Vygotski: que la interacción social y la
actividad comunicativa (interpsíquica) produce una integración del mundo en el sujeto (intrapsí-
quica). En cualquier caso con este tipo de adolescentes desadaptados y con muchos problemas de
conducta (y algunos de ellos con TDAH) se mostró que una reestructuración sintáctica adecuada
–en el centro existían talleres de trabajo de todo tipo que se encargaban desde hacer la comida
hasta construir mesas o limpiar– no existían puertas –los sujetos no se “podían escapar” solo
“irse” etc...–), una reestructuración semántica (la relación edificio-sujeto producía una redifini-
ción de significados en ellos, tenían clases de historia, literatura etc.. ellos mismos decidían en
asambleas todas las actividades del centro etc...) provocaba una reestructuración pragmática
(todo el proceso sintáctico-semántico incidía sobre su conducta). En resumen los resultados del
estudio (se compararon dos grupos: los que llevaban más tiempo en el centro y los que llevaban
menos o acababan de entrar) con mayor incidencia para el tema del que escribo en este capítulo es
que las conductas disruptivas relacionadas con la agresividad, la distracción y la impulsividad
disminuyeron espectacularmente (hasta un 50%).
34 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
latoria existan algunos con TDAH (a una edad de tal zozobra psicobiológica que
Shakespeare decía que entre los 15 y los 22 años la juventud tendría que estar
durmiendo). Pero yo creo que son entidades diferentes que pueden compartir algu-
nas características (fracaso escolar, aspecto descuidado, absentismo escolar, esca-
so rendimiento académico, reacciones vandálicas y agresivas, amenazas a profe-
sores y padres, poco autocontrol, no comprensión de las normas etc…) e incluso
pueden darse una mezcla “explosiva” entre jóvenes con conductas desadaptadas y
en situación de riesgo TDAH (como los del estudio de Rutter). La gran diferencia
desde mi punto de vista (Guerrero López, 1990) entre los trastornos por déficit de
atención y las conductas desadaptadas 5 es que ésta se deben más a factores socio-
ambientales que a alteraciones genéticas de los neurotransmisores. Por lo que en
este caso más que de causas (un principio causa-efecto) habría que hablar, en ge-
neral, de factores de riesgo (marginalidad, padres con antecedentes delictivos
etc...) para las conductas desadaptadas como afirman las teorías del aprendizaje
social (Bandura, 1978) o el propio Rutter que no estudia otros tipos de aspectos
más comunes y menos catastróficos (los que podrían relacionar a estas personas
con la creatividad y el ingenio). Porque casi todos los autores subrayan la parte
más negativa que se viene arrastrando desde que se “descubrió” en los colegios del
sórdido Londres de Dickens al Mister Hyde de los TDAH. Es como si viésemos
los aspectos más negativos de las personas sordas, ciegas, síndrome de Down,
autistas, con déficits motóricos o simplemente las relaciones entre ciertas conduc-
tas y las personas sin ningún tipo de déficit que manifestaron algunos comporta-
mientos antisociales (y ello no etiquetaría al resto de las personas). Y creo que
esos estudios se centran en un extremo de la conducta hiperactiva: en la de aque-
llos que cruzaron el umbral de una puerta que les llevó a lo peor que había en ellos
o en ellas. Y yo creo que esos trabajos son incompletos y se detienen en el lado
más oscuro y que en esas estadísticas se encuentran los más desafortunados
TDAH, esos seres que tenían ciertas predisposiciones como hemos visto anterior-
mente y se encontraron frente a las más adversas circunstancias, seres desvalidos
que teniendo un déficit se encontraron con el ambiente más terrible que les llevó a
5
Etimológicamente “inadaptación” es un derivado de “adaptare”. Según el diccionario el in-
adaptado sería el que no se adapta a ciertas condiciones y circunstancias. Desde ese punto de
vista, es posible que todos los seres humanos seamos inadaptados en algunos momentos de nues-
tra vida. Es posible que permanezcamos siempre es una especie de “inadaptación existencial”
(dudas sobre el origen de la vida, la enfermedad, el enigma de la muerte, etc...). Pero en el diccio-
nario no existen ni el término “Desadaptación” ni la expresión “Deprivación sociocultural” que
serían más adecuadas. Sin embargo, en la sociología sobre estos temas se suele distinguir entre
inadaptación: un proceso prolongado de un conjunto de problemas y de carencias y desadapta-
ción: una situación transitoria-provisional de esa problemática. Aunque quizás lo más apropiado
sería llamar a esta situación y a la situación que viven estas personas como jóvenes en situación
de exclusión social.
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 35
las drogas, al alcohol o a la conducta delictiva. Porque es evidente que las personas
con TDAH tienen tendencia (como todas las personas) a no controlar algunas si-
tuaciones. Ana Miranda, Laura Amado y Sonia Jarque (2001) siguiendo a Barkley
nos dicen que en los próximos años se denominará al TDAH “trastorno por déficit
en el control inhibitorio” (Barkley nos señala que: “Trastorno del Desarrollo del
Autocontrol (TDAC) puede ser el nombre más apropiado para el TDAH. El térmi-
no TDAH se queda corto”, 2001: 99). Para este psiquiatra el TDAH más que un
problema de déficit de atención sería un trastorno del autocontrol, de la organiza-
ción y dirección de la conducta hacia el futuro y de la fuerza de voluntad y de la
motivación. En la cita inicial de este capítulo escribí una frase de la cantante nor-
teamericana Janis Joplin que puede ser un exponente de cómo la creatividad y el
talento de alguien que no podía parar de moverse “y no lograba averiguar porqué”
no pudo evitar caer en una ceremonia absurda de descontrol y no-dirección de la
conducta y la mujer de voz desgarradora se perdió por los abismos de la droga y su
destino se unió para siempre al del mayor guitarrista de todos los tiempos, Jimi
Hendrix o al del cantante Jim Morrison que tampoco supieron manejarse bien con
su lado más desinhibido, más “buscador” de novedades. Al otro lado de la puerta,
más allá de la cara (y de los maullidos inaudibles pidiendo ayuda) más siniestra del
gato de Schröndinger, otros y otras posibles TDAH sucumbieron también después
de demostrar al mundo su inmenso poder creativo como el poeta romano Lucrecio,
la escritora Virginia Wolf, Truman Capote, o los poetas Arthur Rimbaud, Charles
Baudelaire o Paul Verlaine (este último quizás la persona TDAH en estado puro).
Pero ¿cuáles son los aspectos “ortodoxos” y negativos de los TDAH? ¿Cuál
es lado que aparece en casi todos los libros de las bibliotecas universitarias en el
que se enfatiza de forma recurrente solamente una parte de la idiosincrasia de estas
personas? ¿Cuáles serían algunas de las características que haría que estos jóvenes
tuvieran que estar “durmiendo” como decía el gran dramaturgo?
Quizás la característica más conocida sea la de la propia hiperactividad.
Pero ya hemos visto que el hiperactivo no es “hiperactivo” en sentido estricto. Es
hipoactivo. Es frecuente encontrar algunos libros que nos hablan del “motor” que
tienen los niños TDAH en su cerebro, pero yo creo que en el caso de que tengan un
“motor” éste se encuentra apagado. Le falta la “llave de contacto” o el “combusti-
ble” que lo “arranque” como hemos visto antes. Tienen un cortex “aburrido” en
términos neurológicos. Pero al margen de ese cortex “hipoactivado” no todos los
“hiperactivos” son “hiperactivos” desde el punto de vista de la motricidad (un
mecanismo puede que homeostático para reequilibrar la falta de “movimiento”
cerebral). Una de las mayores sorpresas que nos llevamos a la hora de evaluar las
conductas hiperactivas en mi ciudad (Guerrero López, Pérez Galán y otros, 1995)
fue los diversos subgrupos que nos encontramos en las aulas. El grupo que más
destacaba ante los maestros y maestras (y ante los que los evaluábamos) eran el
compuesto por los niños y niñas que saltaban constantemente, que salían de clase
36 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
sin pedir permiso, que daban carreras sin sentido y que hasta sentados o sentadas
se retorcían en la silla buscando un acomodo imposible. Sin embargo, en nuestra
evaluación final, fueron los menos numerosos del conjunto de TDAH. Esto ya lo
podíamos intuir porque en el año 1972, Virginia Douglas ya alertó –sin demasiado
éxito inicialmente– en un congreso celebrado en Canadá y en una posterior publi-
cación (1972), que lo realmente significativo de la conducta de estos niños y niñas
no era la hiperactividad sino la falta de atención. Pero aún sabiendo esto, nos im-
pactó comprobarlo con nuestras modestas estrategias metodológicas. Como tam-
bién nos impactó y entristeció que, debido quizás a ese concepto que aún existe
sobre la hiperactividad, no era infrecuente que a algunos de estos niños y niñas se
les recetase tranquilizantes porque ello les producía el efecto contrario puesto que
se está “tranquilizando” a un cerebro excesivamente “tranquilo” y este hecho hacía
que se autocompensaran, lo cual tenía como consecuencia inmediata una mayor
agudización de sus síntomas “hiperactivos”. Cuando entrevistábamos a las madres
y padres en nuestra evaluación nos comentaban preocupadas y preocupados que
sus hijos e hijas manifestaban un empeoramiento del nerviosismo, algo que coinci-
día con la información que nos transmitían sus profesores y profesoras. Pero si se
piensa que los niños hiperactivos son realmente “hiperactivos” (corticalmente ha-
blando) parece lógico administrarles fármacos que los “des-hiperactivizen” y
“tranquilicen” en lugar de fármacos que a otros tipo de niños los activarían como
son los estimulantes y que a los niños y niñas TDAH, al “activar” su córtex “dor-
mido” los serenan o los conducen a una bioenergía más normalizada, sobre todo a
ese subgrupo de niños y niñas que se mueven de forma innecesaria, arbitraria y
excesiva, debido probablemente a un proceso homoestático como he escrito antes.
Otras características de las personas con TDAH son las deficiencias en el
control de las emociones y la falta de atención. Al regular la dopamina todas esas
funciones o los procesos bioquímicos que se encuentran previos al ajuste de esas
funciones (y otras como las habilidades sociales), es normal que éstas no sean lo
suficientemente eficientes. Aunque es posible que, al menos en lo que respecta al
mundo de las emociones, todos los seres humanos pueden estar “programados”
para deslizarse hacia ciertas “trampas” evolutivas. El psicólogo Daniel Goleman
(1998) ya nos advirtió que las terminaciones nerviosas que conectan el sistema
límbico y la amígdala (donde más o menos residen nuestras emociones) con el
neocórtex (el último diseño de la evolución del cerebro) son muy largas. Esto
quiere decir –según este psicólogo– que nuestras respuestas ante estímulos aversi-
vos, que nuestros “estallidos de ira”, son impulsivos por naturaleza ya que se tarda
algún tiempo en reelaborar una respuesta racional y reflexiva y se necesita muy
poco tiempo para que se “dispare” nuestro cerebro más primitivo, el que compar-
timos con otros animales. En el caso del TDAH esto ocurre con mayor celeridad
porque tienen menos posibilidades bioquímicas de inhibir una respuesta impulsiva
(que puede llegar a ser agresiva) y la persona con TDAH parece encontrarse “po-
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 37
seído” y “esclavizado” por ese estado que si bien es común a todas las personas,
parece adquirir un aura, un pathos envolvente y sin control en el TDAH. En una de
las entrevistas que hicimos a unos padres, estos nos decían: “Con seis años se
enfadó y se fue para un cristal rompiéndolo de un puñetazo (…) pero es sólo el
impulso y de ‘boquilla’, después es muy inocente y cualquiera lo engaña”. Yo creo
que esa frase sintetiza muy bien ese comportamiento transitorio ya que se trata de
una especie de “autointoxicación” que llega a “envenenar” la parte más lúcida de
las personas con TDAH, que ve cómo el tiempo lo paraliza en una atmósfera “con-
taminada” y le lleva al “estallido”, a la descarga momentánea de la que luego se
arrepienten. Barkley ha observado (2001) que estos niños y niñas y que los adultos
tienen más dificultades para inhibir la conducta que las demás personas y que se
adaptan mal a las circunstancias que necesitan de calma y frialdad (una respuesta
reflexiva frente a otra impulsiva) y piensa que el tiempo para las personas con
TDAH va más lento de lo que en realidad transcurre y que esa incapacidad de
futuro, ese problema con el tiempo (Einstein no aprendió a decir la hora hasta bien
entrada su adolescencia) es acaso la base de que no sepan retrasar las gratificacio-
nes. Y esto les ocurre a muchas personas con TDAH: no saben ni en qué día están,
no logran ser puntuales, las coordenadas espacio-temporales artificiales de los co-
legios o los trabajos pueden ser un problema para ellos y ellas. Este problema con
el tiempo yo creo que lo es en todos los niveles: en el plano metafísico, en el
tiempo objetivo, en el cósmico. En su reloj vital. Son tantas las actividades que
tienen que hacer (o que son incapaces de dejar de hacer o de empezar a hacer) que
siempre les “falta tiempo”. “Tempus Fugit”, decían los latinos. El tiempo va dema-
siado deprisa para los TDAH, para sus emociones y su discurso interior, para su
mundo mental y para su habla interna –que tiene dificultades para controlarlas– y
esa rapidez e inquietud cognitiva les puede llevar a lo que el famoso terapeuta
Albert Ellis ha venido conceptualizando (2003) –en un contexto diferente al
TDAH– como supergeneralizaciones antiempíricas: un “remolino” que forma
nuestro “rumiativo” o “masturbary” –como lo llama Ellis– monólogo interior, un
encadenamiento ad absurdum de creencias irracionales y cognitivas que hace que
se vea el mundo y los problemas mucho peor de lo que son en realidad y que se
sientan subyugados por un arrebato de pesimismo irreal que yo pienso que es lo
hace que algunas personas con TDAH experimenten ciertas crisis de ansiedad.
Pero esto era algo que le pasaba a todos los existencialistas desde Soren Kierkee-
gard hasta Jean-Paul Sartre y que puede desaparecer gracias a las técnicas de rela-
jación y respiración, a la meditación, a las técnicas de autocontrol o a la propia
terapia Racional-Emotiva (RET) de Ellis y de otros enfoques cognitivos-conduc-
tuales como los de Arnold Lazarus (2003), Aaron Beck (2003) y otros (véase nota
número 7).
La falta de atención, es decir, el ensimismamiento y la ensoñación, el aisla-
miento y la necesidad de evadirse de la realidad circundante (y de sus estímulos
38 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
6
Algo muy valioso para mí consiste en explicar al niño o niña las personas famosas que han sido
TDAH, decirles que, en cierto modo, es una “suerte” que él o ella lo sea también. Luego les hablo de
los aspectos positivos deteniéndome en ellos con minuciosidad y en último lugar les comento bre-
vemente los aspectos negativos (los que hay que modificar).
Después de esa primera fase de la entrevista/diagnóstico/valoración inicial aportan mucha infor-
mación los autoinformes y las historias de vida con una larga tradición en los modelos etnográfi-
cos (las personas escriben sobre su propia vida) y son útiles para personas que no han sabido hasta
ese momento que tenían TDAH. Y es un trastorno que mejora solamente sabiendo que se tiene. El
psiquiatra E. Halowell después de asistir a un congreso en Estados Unidos –cuando tenía treinta
años– salió eufórico al saber que él tenía TDAH (“¡Existe un nombre para lo que yo tengo, y yo que
pensaba simplemente que era un poco tonto!”, 2002: 4).
Las entrevistas trianguladas (entrevistar a un mínimo de tres personas sobre el comportamiento
TDAH), las observaciones participantes en el contexto donde se encuentra el niño o niña (colegio,
hogar...), un seguimiento a través de un diario de campo y observaciones en vídeo complementado
con las entrevistas en profundidad a los padres son técnicas de adecuación referencial muy prác-
ticas para conocer a estas personas (tampoco se suelen utilizar en este campo). Un abordaje singular
para acercarse a los procesos de pensamiento del niño o niña hiperactivo-a es a través de la Estimu-
lación del Recuerdo y las fotografías (utilizadas en otros ámbitos y no con los TDAH). También se
puede observar al niño o niña en las situaciones cotidianas en la que se desenvuelvan –barrio, hogar
y escuela a través de registros observacionales. Todos los instrumentos que he enumerado hasta
ahora supondrían un acercamiento menos intrusivo, más original y más comprensivo y humano a la
conducta del niño-a con TDAH. Aunque siempre se puede recurrir para complementar y evaluar
más “objetivamente” a las técnicas más clásicas existentes: por ejemplo la Consulta de los DSM de
los ICD, y de las Escalas diagnósticas, cuestionarios, inventarios etc… (Inventario de situaciones
en el hogar (ISM) de Barkley, Escala de puntuaciones de autocontrol (E.P.A.) de Kendall y
Wilcox, Escalas de atribución, Escala para la evaluación del trastorno por déficit de atención
con hiperactividad de Farré y Carbona, Inventario de Conners compuestos por dos escalas la
TRS (39 items) –para profesores– y la PSQ (93 items) para los padres, Cuestionario Revisado
de Problemas de Conducta de Achenbach, El CCB (cuestionario clínico-biográfico) cátedra de
psiquiatría de Sevilla y la Escala Magallanes de Atención Visual (EMAV) entre otras muchas.
También se pueden “ecologizar” otros test y cuestionarios que sean de nuestra invención (relati-
vamente fáciles de construir si no requieren más validez que la ecológica) y se pueden construir
cuestionarios “cualitativizados”. No considero necesario pruebas de alergias alimentarias, ni elec-
troencefalogramas, PET, ni pruebas similares (tampoco los actómetros ni los cojines establimétri-
cos etc…).
40 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
dos-as de los déficits. Especialmente las niñas, porque hay que tener en cuenta ade-
más, que dentro de los TDAH, las niñas están poco diagnosticadas, si tenemos en
cuenta que aproximadamente hay una proporción de 3 niños TDAH por cada niña y
que en las consultas aparece solamente una niña cada diez niños quiere decir que
muchas niñas TDAH pasan desapercibidas en cuanto al origen de su comportamien-
to (Idiazábal Alecha, 2004). Y, si bien las niñas con TDAH tienen menos riesgo de
presentar trastornos de conducta que los niños, no obstante, tienen más trastornos de
pánico y más riesgos de padecer depresión y también es posible que sean más pro-
pensas al abuso de sustancias (Idiazabal Alecha dice que un 4% de niñas con TDAH
presentan algún abuso de sustancias y de alcohol y más tabaquismo que los niños).
Evidentemente que una intervención psicopedagógica7 complementada por
una ayuda farmacológica constituirían la mejor forma de que estos niñas y niños se
optimicen y mejoren. Y sobre todo que encuentren sus potenciales desconocidos
para ellas y ellos mismos y para los demás y su lado más positivo, la otra cara del
“gato”, el otro “retrato” de Dorian Grey, en el que se ve una persona radiante y con
una bioenergía deslumbrante. Sobre esa lado que reflejaría más globalmente a es-
tas personas es sobre lo que voy a escribir sintéticamente (porque ya escribí sobre
ello al comienzo del capítulo) en el próximo epígrafe.
7
Después del diagnóstico (consultar la nota 4) y de una primera entrevista podemos realizar una
intervención educativa a través de varios programas psicopedagógicos. Antes de comenzar a aplicar
algún programa basado en la intervención relacionada con los modelos que estén relacionados con lo
Cognitivo-el autocontrol y la metacognición, yo creo que hay que repasarse las obras de Luria y
Vygotski (1983) porque están basados en ellos. Los autores incardinados en este modelo piensan que
el cambio terapéutico en los niños hiperactivos se consigue alterando sus procesos metacognitivos y
cognitivos (percepción, atribuciones, expectativas, estrategias, etc...). Dentro de este tipo de tratamien-
to destaca el Entrenamiento en Autoinstrucciones (Meichembaum). Muy resumidamente este sería
el esquema a seguir: el terapeuta ejecuta una tarea mientras habla consigo mismo – el niño ejecuta la
misma tarea bajo las instrucciones del terapeuta – el niño ejecuta la tarea mientras se instruye a sí mismo
en voz alta – el niño se recita a sí mismo en voz alta las instrucciones en lugar de hablar en voz alta –
el niño ejecuta la tarea mientras se autoguía la ejecución por medio del habla internalizada. En parecida
concepción resaltaría la Terapia de Control Cognitivo (TCC), diseñada por Santostefano.
Un programa “clásico” es el que propuso Barkley en 1987 y que denominó Entrenamiento de
Padres (para realizarlo una familia o un grupo de ellas). No hay que olvidar tampoco las Técnicas
de Autocontrol, por ejemplo la propuesta por Valett, consistente básicamente en ejercicios de rela-
jación, actividades físicas etc.. que el niño va “autoevaluando” (se ven los resultados desde el pri-
mer día de aplicación). La Economía de Fichas de Safer y Allen suele ser una técnica muy exitosa
(y cualquiera que se tome en serio los contratos previos puede comprobarlo) y tiene tal moldeabili-
dad que se pueden adaptar a casi todos los programas. Relacionado con el anterior aunque mucho
menos conocido sería el Programa Helping the Noncompliant Child (enseña a los padres la mo-
dificación de conducta). A mí también me parece conveniente, especialmente para las niñas con
TDAH cuya autoestima es muy baja, el Programa de Actividades para el Desarrollo de la Au-
toestima de Marchargo Salvador, el Programa de Autocontrol del prolífico Vallés Arándiga, el
entrenamiento de Autocontrol de Kendall, Entrenamiento en Habilidades Sociales (por ejem-
plo el de Goldstein, el Programa de Enseñanza de Habilidades de Interacción Social –PEHIS–
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 41
Es posible que el caos que inunda las vidas de algunas personas con TDAH
tenga algo de positivo. Ponga un poco de caos en su vida, podíamos decir, que de
esa entropía, de ese desorden indiferenciado podrá llegar al orden diferenciado
(así ocurre en el universo como ya observó –antes que la física actual– hace dos
mil años el poeta griego Hesíodo que poetizaba sobre cómo surge el orden del
caos). Dewey (1989) solía decir que sólo pensamos cuando tenemos un problema.
Las personas que en el inicio de este capítulo citaba estuvieron envueltas en cierta
forma de caos buena parte de sus vidas. En alguna medida sus trayectorias vitales
fueron impredecibles. Jorge Wagenberg (1998) nos dice que hay pocas cosas me-
nos previsibles que un péndulo: derecha, izquierda, derecha, izquierda. Compara
ese movimiento repetitivo al del ejército o las repeticiones universales de las litur-
gias religiosas y dice “Es el pleno sopor de lo ya predicho cuando el cerebro se
relaja hasta vaciarse” (1998: 25). ¿Hubiera llegado Colón a América haciendo
caso de los mapas de la época? ¿Hubiera cambiado la historia Alejandro Magno
sin un poco de su caos? ¿Se puede innovar algo sin caos entendido éste como un
sistema dinámico cuyos estados no pueden predecirse? ¿Es posible cocinar diez
platos simultáneamente sin que una cocina aparezca desordenada? ¿Se puede tra-
bajar ordenadamente sin una etapa previa de caos? Cuando un periodista entrevis-
tó a Jean Piaget (uno de los psicólogos que más han influido en la psicología del
siglo XX) éste le recibió en un despacho con una mesa donde se amontonaban
carpetas, archivadores, papeles, bolígrafos etc... entonces, casi al comienzo de la
talentos pueden llegar a ser los mejores deportistas y los más grandes y audaces
empresarios. O los mejores en concursos de monólogos debido a su profundo senti-
do del absurdo. Sencillamente pueden llegar a donde nadie puede llegar. Afortuna-
damente ha habido gente en la historia con TDAH que no inhibía adecuadamente su
conductas y gracias a ese espíritu libre, indomable y divergente el hombre se ha
“humanizado”, ha obtenido mayor bienestar o simplemente ha sido más feliz disfru-
tando con el arte. Puede que esas sean las ventajas que le da quizás la falta de dopa-
mina o procesar la información más con el hemisferio derecho que con el izquierdo.
¿Será esa la ventaja neurológica de los TDAH? ¿Será una compensación a
los otros déficits? ¿Constituirá un regalo de su biología si se sabe aprovechar?
¿Será un efecto maravilloso derivado de su hipoactividad cortical que le empuja
hacia fines imposibles? ¿Procesan la información las personas con TDAH con el
hemisferio derecho, el de la emoción, la intuición, la creatividad más que con el
izquierdo? ¿Y si ese hecho fuera determinante? Suzanne Stevens ya esbozó esa
idea en 1999 después de analizar los trabajos de Sperry, el gran neurólogo que las
mayores aportaciones sobre los hemisferios cerebrales y la parte que los une (el
cuerpo calloso) en la década de los sesenta. Las personas con TDAH es probable
que piensen y actúen como si los dos hemisferios cerebrales fueran derechos (y la
escuela y el trabajo y puede que muchos aspectos de la vida están programados
para los hemisferios izquierdo, el de la lógica, la segmentación estructurada, la
atención, la organización, la astucia, la prudencia, etc...). Puede que el hemisferio
izquierdo de las personas con TDAH no funcione como tendría que hacerlo pero
cuando descubren los enormes potenciales de su hemisferio derecho (aunque mu-
chos no lograran descubrirlo por circunstancias adversas, procesos educativos,
ambiente familiar, etc...) pueden llegar más lejos que los procesadores más predo-
minantes del cerebro izquierdo. En la frase de San Agustín con la que he querido
dar nombre a este capítulo veíamos que el obispo metido a filósofo tenía esa pecu-
liar dicotomía (“Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo”). No sé
que hubiera pensado Sperry de esa frase pero sé lo que pensaba el cantautor L.A.
Aute sobre San Agustín; creía que estaba completamente esquizofrénico. Pero
quizás el obispo-filósofo dio en la clave: ¿Puede alguien encontrarse el TDAH y
ser él mismo en los dos hemisferios cerebrales? ¿Puede, como el gato de Schrön-
dinger, encontrarse en dos estados simultáneamente? Las personas con TDAH
¿están conectadas al mundo principalmente a través del hemisferio derecho? ¿Tie-
nen una extraña asimetría y una dominancia tan peculiar que ven la realidad desde
la emoción, la intuición y la vitalidad que son dependientes de estructuras locali-
zadas especialmente en el lado derecho de su cerebro? ¿Puede ser que las personas
TDAH funcionen como un gran cerebro derecho con un funcionamiento más débil
de la lógica, el análisis, la capacidad de organización y la abstracción propias del
hemisferio izquierdo? ¿Por eso son más creativos y desorganizados?
El neurobiólogo John Eccles y el filósofo Karl Popper se reunieron durante
un mes en Villa Serbelloni, a orillas del lago Como para hablar del cerebro. En uno
Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo... 45
control del aparato lograron paralizarle. El comandante de vuelo casi se vio obli-
gado a efectuar un amerizaje forzoso sobre el Atlántico, pero nosotras respiramos
profundo durante unos minutos, mientras dábamos gracias al cielo porque las pa-
lancas de apertura de las salidas de emergencia no habían cedido a su manipula-
ción insistente.
Daniel fue un niño cariñoso, encantador y totalmente feliz hasta los 3 años
en que comenzó su escolaridad. Decir que sus padres también lo éramos es otra
verdad, aún cuando obedecía muy poco, apenas seguía instrucciones, no podía
controlar muchos de sus impulsos y se activaba en exceso en fiestas de cumplea-
ños o en compañía de amigos. Para recargar nuestras baterías contábamos con la
bendición de la fantasía “Disney”, que le mantenía absorto durante hora y media,
mientras su padre o yo nos dábamos un respiro o apurábamos una siesta. Cuando
salíamos de paseo con él en su cochecito, se impedía a sí mismo dormirse frotán-
dose los ojos enérgicamente con sus puños, manteniendo el torso erguido y sin
relajar su cuerpecito en ningún momento. A pesar de todo, para nosotros era un
niño simplemente inquieto y vivíamos con normalidad sus peculiaridades.
Poco a poco comienzo a prestar atención a mi intuición materna que me dice
que algo no va del todo bien y temo que tenga algún problema de audición, pues
parece no escuchar cuando se le llama y no atiende a órdenes. En esa fase descubrí
que tomándole la cara con las dos manos y buscando su mirada cuando le hablaba
parecía atender mejor, aunque la mayoría de las veces contemplaba asombrada
como él forzaba sus ojos girándolos casi 180º para abstraerse fijándose en cual-
quier otro punto de su entorno. Las dificultades escolares comienzan a manifestar-
se desde los 3 años, además Daniel caía a menudo enfermo con amigdalitis y otitis,
tenía vegetaciones y una ligera hipoacusia, lo que derivó nuestras preocupaciones
hacia el terreno médico, que finalizaron con la extirpación de amígdalas y vegeta-
ciones cuando tenía 5 años. Pero las dificultades en el colegio continuaron.
Cursó los dos primeros años de Educación Infantil en un colegio dónde
lejos de motivarle, se le presionaba a trabajar, a terminar la tarea, amenazándole
con que si no lo hacía, su madre no vendría a recogerle a la salida de clase o con
que los “Reyes Magos” no le dejarían ningún juguete. A Daniel sólo le daban ceras
duras para pintar, lo que aún hacía más torpe su ejecución y su rapidez motora,
generando en él una notable ansiedad, sudoración de manos y rechazo a las tareas
escolares, lo que derivó hacia una fobia escolar en el segundo curso, a pesar del
cambio de clase y de profesora. A duras penas, terminó este curso acudiendo a
clase con una foto mía oculta en el bolsillo del babi, que el niño miraba varias
veces cada mañana para calmar su ansiedad y lograr acabar cada jornada escolar.
Era obvio que el siguiente cambio tenía que ser de colegio.
El nuevo centro escolar, a pesar de estar lejos de casa e implicar transporte,
comedor y jornada hasta las cinco de la tarde, fue no sólo un alivio, sino todo un
acierto, y una valiosa oportunidad para un primer y único encuentro con la sensibi-
Las satisfacciones de vivir con un hijo TDAH 49
hasta la hora del baño y la cena, pero... la sombra de la tarea escolar se ciñe sobre
nuestras cabezas con sólo seis años. Te dicen: “son solamente diez minutos... para
crear el hábito”... Lejos de utopías, lo que sin desearlo creas es tensión y conflicto.
No puedes entrar en su cabecita y no comprendes cómo es incapaz de respetar los
márgenes, no organiza la letra en cada renglón, arruga la hoja al borrar, ensucia lo
escrito con la goma, olvida las indicaciones, etc. Se lo has repetido mil veces y
acabas levantando la voz, pierdes los nervios y te enfadas. Así el niño comienza a
rechazar hacer la tarea mientras los padres ejercemos equivocadamente nuestra
autoridad: el caos ya se ha instalado en nuestra vida.
Por aquella época, Daniel decidió que quería ser cantante de rock y aprove-
chamos su motivación para que comenzara su formación musical, con la expecta-
tiva de que mejorara su motricidad fina, de torpe ejecución en algunas tareas, así
como su atención concentrada. En ese primer año, comenzó a fraguarse lo que
tiempo atrás yo venía intuyendo. Careciendo de información suficiente sobre el
tema, aún habiendo cursado las carreras de Magisterio y Psicología, era incapaz de
reconocer en lo que más quería –mi propio hijo– que su problema podría tratarse
de un TDAH.
Buscando resolver interrogantes, llegó a mis manos un libro de Isabel Orja-
les (2003), y, en ese momento, comencé a comprender lo que sucedía, a aceptar las
dificultades del niño, a adaptarme a algunas situaciones y a controlar mínimamen-
te mi desesperación. Esta lectura me hizo comprender que existían otros modos de
aprendizaje para un niño y, no necesariamente, se aprende únicamente permane-
ciendo sentado, sin levantarse y sin salir de la habitación mientras se hace la tarea
escolar. Aquel libro fue una puerta abierta hacia el conocimiento específico del
TDAH, tarea en la que continúo inmersa todavía, mientras voy intentando encajar
día a día, año tras año, las piezas del puzzle de la vida de mi hijo.
Tener un hijo con TDAH supone un gran estrés para los padres, a menudo
comparable con el que experimentan padres de hijos que padecen autismo u otros
trastornos del desarrollo más serios. También implica un mayor esfuerzo para diri-
girle, ayudarle y supervisarle. A menudo provoca desatinos en padres y profeso-
res, que no se pueden evitar, sólo reconducir. Es habitual que los padres experi-
menten agotamiento físico y psicológico, pues estos niños “chupan” las energías,
necesitan más atención, hablan sin parar, piden más ayuda, se mueven más, entran
y salen del cuarto de estudio demasiado a menudo y, en los descansos, el soniquete
de la pelota chocando contra los muebles de la habitación aturde y dispara el siste-
ma nervioso hasta que... ¡¡¡Daniel!!!... “Necesito moverme mamá, llevo mucho
rato sentado, no aguanto más...” Y la pelota cobra un protagonismo ensordecedor.
En una de estas ocasiones en que las pelotas fueron confiscadas, no tardó en
fabricarse una con papeles arrugados y cinta adhesiva, que sonaba menos al cho-
car. La ternura y la compasión que esto me produjo, hicieron que entrase en su
juego y la mantuve escondida durante semanas.
Las satisfacciones de vivir con un hijo TDAH 51
Aquella fue sin duda, y hasta la fecha, la época más difícil a nivel académi-
co. Desde los diez a los doce años, Daniel se fue quedando sin tiempo para jugar y
la jornada escolar se distribuía entre el colegio, el conservatorio y algo de deporte.
Constantemente recibíamos notas en la agenda con quejas escritas en bolígrafo
rojo, pero las peticiones de tutorías no se nos concedían y, si lo hacían, eran de diez
minutos y nunca en la privacidad de un aula. Se ponía en tela de juicio tanto el
informe del diagnóstico como las recomendaciones de una reconocida especialista
en el tema, porque la tutora “con sus muchos años de experiencia educativa, estaba
perfectamente capacitada para tratar a toda clase de niños...”.
Mientras, las ridiculizaciones, las ofensas y los insultos hacia el niño, por
parte de la tutora y algún profesor, eran habituales. No sirvió de nada hablar con el
psicólogo del colegio, ya que se limitó a charlar en una sola ocasión con Daniel
para que no tomara en cuenta esos comportamientos y aprendiera a no esperar
ningún refuerzo por parte de la tutora, que parecía ser intocable. No aportó nada
nuevo al niño, ya que Daniel con su habilidad innata para manejar conflictos ya
había descubierto por sí mismo que esa era la única alternativa que le quedaba:
“–Mamá, si yo ya estoy acostumbrado a que me traten así y no me importa...”. El
colegio carecía de Asociación de Padres que pudiera asesorarme o apoyarme y
mientras buscaba soluciones comencé a poner en práctica una “economía de fi-
chas” en casa, ya sin la colaboración del centro.
Conseguimos éxitos notables con las rutinas de casa al llegar de clase. Pero
Daniel comenzó a manifestar problemas los domingos por la noche, al regreso de
las vacaciones o sólo cuando pensaba en la vuelta a clase. Las medidas que adop-
taban en el colegio eran cada vez más inadecuadas para el niño, como, por ejem-
plo, ridiculizarle delante de sus compañeros, o sacarle al pasillo hasta el punto de
pasar horas fuera del aula. Daniel no quería que fuera a quejarme porque eso reper-
cutía negativamente en su relación con los profesores y como la situación se hacía
insostenible pactamos un acuerdo: si yo no intervenía, tendría que hacerlo él. Fue-
ron muchas las horas de charla nocturna para lograr calmar su ansiedad y preocu-
pación, trabajando habilidades sociales, capacidad de empatía, solución de proble-
mas, autocontrol y relajación, subiéndole la autoestima, abrazándole y besándole.
Daniel llegó a pensar que dependía de mí para resolver su vida: “–Que haría yo sin
ti, mamá, si no pudieras hablar conmigo para calmarme...”. Pero yo sabía que su
propio proceso evolutivo le haría, llegado el momento, probar suerte a él solo, de
modo independiente, si yo conseguía transmitirle toda la seguridad, el apoyo y la
información que necesitaba. Afortunadamente, así ocurrió. El entrenamiento dio
su fruto y Daniel fue capaz de expresarle sus sentimientos a la profesora, que
escuchó asombrada las repercusiones que estaban teniendo sus métodos en el
niño, y Daniel, por luchar por su derecho a permanecer en el aula como los demás
niños, se ganó unas botas de fútbol.
Las satisfacciones de vivir con un hijo TDAH 53
Como cada hijo para cualquier padre o madre, Daniel para nosotros es úni-
co, pero intensamente vivido. En ocasiones, le digo que es mi obra de arte, y dis-
fruto de él cada vez que se manifiesta en todo su esplendor; por ejemplo, con una
dedicatoria improvisada en nuestro aniversario o con una carta a los Reyes Magos
el día de la entrega de notas, cediendo todos sus derechos a su hermana porque él
“no se merece nada, tan solo otra oportunidad”.
Conociendo Daniel que su madre estaba escribiendo su historia y su lucha
con el TDAH, quiso participar y se encerró en su cuarto por un breve espacio de
tiempo. Al salir, me entregó un folio escrito en un impulso no elaborado, improvi-
sado, sin corregir, que transcribo literalmente:
“Soy déficit de atención, y no porque quiera. Los padres no son los que más
sufren con un ‘hijo vago’ o un ‘hijo tonto’... Al ver que no te sale nada bien, que se
te olvidan las cosas, que no se te queda lo que estudias, etc., te creas, si no se trata,
además de mal autoconcepto, rechazo ante los estudios y finales de curso catas-
tróficos.
No digo esto porque lo haya copiado de algún libro. Lo sé, además de por
que me ha tocado la mejor madre en las mejores circunstancias (ya que es psicó-
loga), porque lo he vivido. Por aquí empiezo, pero aún me quedan bastantes co-
sas más que me gustaría que vieseis desde el punto de vista de un niño de 14 años
con déficit de atención.
No me considero víctima, me siento incomprendido. Los profesores se que-
jan de que soy inquieto, me distraigo y a veces se me olvida hacer los deberes... Yo
me quejo de que no saben cogerme el punto para que trabaje y esté motivado en
las clases. No es mucho pedir, ya que algún que otro buen profesor ha sabido qué
hacer para que me interese su asignatura. A mí, me cuesta estar atento, a lo mejor
2 ó 3 veces más que cualquier joven normal.
Estaba yo un día en clase, como todos los días, ya que yo no me escapo del
colegio, y las niñas que tenía detrás hablaban como cotorras. La profesora estaba
corrigiendo exámenes y al escuchar el murmullo, sin mirar, gritó mi nombre, y
seguido: ‘–¡Sal de la clase ahora mismo!’. Cómo mi déficit viene en un paquete
con muchos pluses, y uno de ellos es la impulsividad, dije muy seguro de mí mis-
mo: –‘Señorita, yo no estaba hablando’. Eso ayudó a que me echase más rápido y
más bruscamente. Ese día teníamos dos horas con ella seguidas. Pues bien, se
olvidó de mí y me tuvo hora y media de pie en la puerta de la clase. ¿Sabéis que
soltó cuando salió del aula porque tocó la campana?:
–‘Ostras, ¡me olvidé de ti fuera!’.
Y se empezó a reír. No me molestó el hecho de tenerme de pie, me molestó la
sensación que se tiene cuando te echan de clase sin haber hecho nada, y no hablo
56 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
del ‘nada’ que se minimiza para que tus padres no te regañen cuando se lo tengas
que contar.
Lo que suele pasar, es que los profesores ponen ‘carteles’ a los niños. Por
ejemplo, a la lista de clase nunca le preguntan la primera, sino cuando el compa-
ñero que no ha estudiado ha fallado en la respuesta. Así la lista queda como lista
y el tonto como tonto. Eso es principalmente lo que más me molesta, no ser com-
prendido.
Es verdad que hay ciertos profesores que van a por algunos niños, también
es cierto que hay algunos que regañan y con razón, y, lo más importante, sé per-
fectamente que un profesor cuando termina de dar clase, va a comprar al súper,
llega a casa, habla con su familia o le hecha de comer al perro. También tiene
sueño, también necesitan comer y también tienen malos días. Lo que quiero decir
con esto, es que no quiero que parezca que le hecho la culpa a los profesores de mi
dificultad. Nunca tiene la culpa el profesor o el niño, suelen tener 50% de RES-
PONSABILIDAD cada parte, y no culpa.
El mejor amigo del Déficit de Atención es el apoyo de sus familiares, de sus
amigos e incluso de los profesores. Un entorno de cariño forja la necesidad de
demostrarle al mundo, y a uno mismo, que se puede hacer lo que uno se proponga
con un poco de ayuda.
La sensación que tengo cuando saco un curso con buenas notas, o simple-
mente un examen aprobado con éxito, me hace estar más feliz que a cualquier otro
niño. ¿Por qué? Porque A MI ME CUESTA MÁS. Porque tienes la sensación del
deber cumplido y porque disfrutas más de la recompensa.
Pero ahora os voy a hablar de cosas por las que no cambiaría por nada del
mundo ser Déficit. Para empezar, soy creativo, se me da muy bien escribir, organi-
zar, dirigir y sacar ideas cuando hay que ver qué se hace, por ejemplo, con un
trabajo de tecnología. Siento un estado de ebullición de ideas cuando hay que
proponerlas, suelo ser quien dirige el cotarro, la gente se divierte conmigo, no soy
aburrido, os lo aseguro…
Anécdotas familiares
Recuerdo una vez que me hice una herida y mi abuela me curó. Venía de un
campamento y tenía la herida muy mal. Pues bien, mi abuela me puso una crema
y a los 10 minutos me viene diciendo:
–’Cariño, ¿has visto la crema?’...
Mi madre, mientras, llamó por teléfono y le dije una frase que siempre se
quedará en nuestra memoria:
–’Mira mamá, estamos dos déficit de atención en una casa buscando algo
que hemos perdido, esto es un caos’...
Pues bien, a los dos días me dice mi abuela:
Las satisfacciones de vivir con un hijo TDAH 57
– Poseer una actividad superior que le hace afrontar con mayor eficacia los
problemas que se derivan de su estancia en el medio.
– Acometer la solución de los problemas con un espíritu compulsivo pro-
pio de aquellas personas cuyo componente creativo determina la estruc-
tura de las personas inteligentes.
Renzulli (1978), persona relevante que nos habla continuamente en sus es-
critos sobre superdotación, acierta notablemente cuando incluye en su concepción
de la inteligencia componentes tan destacados en la personalidad de los niños con
sobredotación como la fluidez, flexibilidad, originalidad, apertura a la experien-
cia, receptividad a lo nuevo y diferente, curiosidad, especulación, espíritu aventu-
rero y gusto por asumir riesgos. Si somos capaces de desenmascarar poco a poco
cada uno de estos componentes nos daremos cuenta que se ajustan perfectamente
a las cualidades, que en tiempos de cambio, reforma y apertura a un conocimiento
más profundo e innovador, dentro de esta sociedad enloquecida por los nuevos
retos del conocimiento, nos conducen a una definición más genuina de lo que es
ser una persona con TDAH. Navegar en la incertidumbre exige afirmar, sin conce-
siones, el objetivo de la igualdad y poner en práctica un conjunto de operaciones,
jamás equidistantes entre estos dos polos –la homogeneidad y la diferenciación–,
pero cuyo objetivo debe ser siempre el mismo: el incremento de la igualdad (Car-
bonell I Paris, 2005).
Sólo las personas emprendedoras, impulsivas y las que asumen riesgos, di-
rían Hallowell y Ratey (2001), son las que pueden llevar la denominación de
TDAH, algo inquietante y no exento de retos e incertidumbre; aunque lo que real-
mente se reclama, de forma inexorable, a estas personas en su tránsito permanente
entre lo que se es y lo que pueden llegar a ser es que seamos capaces de ajustar y
canalizar debidamente las potencialidades ocultas que manifiestan. Ajustar su
conducta y comportamiento a la variabilidad emocional como situación que prece-
de a todo hecho relevante; es decir, poseer un estado de ánimo y un autoconcepto
sin límites que genere situaciones de compromiso y asertiva participación en cues-
tiones de gran relevancia. Si esto es así, atrás quedan las repetidas manifestaciones
y discursos retorcidos sobre lo que es una persona con TDAH, y que empezaron
con diversos autores como Strauss (1947), Chess (1960), Werry (1968), Douglas
(1972), Campbell (1972)... que nos hicieron pasar por un ilimitado campo de de-
terminaciones propias de los desajustes evidentes de la personalidad y conducta de
los sujetos con TDAH. De ahí, que hayamos tenido que transitar por conceptos tan
ambiguos como disfunción cerebral mínima, problema neurológico, trastorno de
aprendizaje de carácter discreto, trastorno de conducta e impulsividad exagera-
da, para explicar, entre otras cosas, qué es lo que se entendía por ser hiperactivo y
por presentarse con unas características disfuncionales específicas. Todo hasta
poder encontrar, como resultado último, que todo era consecuencia de una falta de
atención que provocaba que el sujeto no mantuviera una acertada predisposición
La redefinición teórico-práctica del trastorno TDAH desde una perspectiva... 61
para aprender debido a su falta de quietud física e intelectual. Llegados aquí, creo
necesario hacer justicia con estos sujetos con problemas como también se hace
con ciertos momentos de nuestra historia, algunas veces no tan comedida como
cuentan. Si seguimos los criterios que propone el DSM-IV para su diagnóstico, y
observándolos desde una consideración más asertiva y funcional, podemos decir
lo siguiente:
A. UNA PERMANENCIA DEL SÍNDROME DURANTE TODA LA
VIDA, CON PRESENCIA DE POR LO MENOS DE LA MAYORÍA
DE LOS SÍNTOMAS SIGUIENTES:
1. Inquietud frecuente, sin la cuál no puede accederse a ninguna situa-
ción que comporte un grado suficiente de estabilidad emocional.
2. Permanencia constante de alerta ante situaciones que lo requieran.
3. Facilidad para atender a más de un estímulo sin mantener una clara
con ciencia de ello.
4. Espontaneidad ante situaciones de grupo, juego; y facilidad e inquie-
tud por dar respuestas con prontitud sin que otros le marquen momen-
tos de actuación.
5. Aceleración en las respuestas, incluso antes de que se terminen la
formulación de los interrogantes/preguntas.
6. Deseos de acometer otros itinerarios de aprendizaje diferentes, con
una insistencia en mantener a la vez distintas tareas de aprendizaje.
7. Hiperconcentración en tareas que son de interés y asertiva conducta
en juegos que le son atractivos y de interés.
8. Capacidad demostrada para afrontar tareas diversas y mantener un
proceso constante de secuenciación compartido.
9. Facilidad para manifestar conductas de competencia en el juego sin
límites.
10. Manifiesta obsesión por no estar callado: siempre quiere que los de-
más sepan lo que el piensa.
11. A menudo, participa y se implica en actividades de otros niños; inte-
rrumpiendo el juego para aclarar o para definir situaciones de realiza-
ción novedosas.
12. A menudo, sabe qué hacer y dónde acudir cuando no tiene materiales
para realizar ciertas tareas o actividades escolares.
13. A menudo, escucha lo que se dice aunque prefiere mantener una si-
tuación de espera permanente.
14. A menudo, le gusta los juegos de riesgo y siente placer en todo lo que
desarrolla y reinventa.
NOTA: Se considerará reunido el criterio sólo si la conducta se presenta de
esta forma y no de otra con respecto a sus compañeros y amigos.
B.COMIENZO DESDE EL NACIMIENTO.
62 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
interpretar lo más valioso de las aportaciones de todos los individuos, sin ningún
tipo de exclusión, para formalizar un tipo de sociedad donde se creen espacios
irrenunciables de convivencia, solidaridad y colaboración mutua. Canalizar ade-
cuadamente y con esmero el potencial de todos los individuos con trastornos en
general, y aquellos con TDAH en particular, es obligación no sólo de la familia
sino también de la escuela y de los espacios de recreación cultural y de ocio, como
premisa única y válida para proponer y repensar en ámbitos sociales y culturales
de convivencia, ajustados siempre a la creación de valores democráticos y de
igualdad en personas, espacios y contextos diferentes. La escuela que nace en este
final de siglo es horizontal y no vertical, democrática y nunca jerárquica, fundada
no sobre la transmisión de una cultura, sino sobre el intercambio, la comunicación,
el reconocimiento de las identidades, culturas y proyectos personales (Fin-
kielkraut, A., 1998).
el texto que hay que estudiar. Las preguntas e interrogantes que suscitan tales
propuestas son evidentes, desde un análisis positivo de la manifestación conduc-
tual del alumno con baja concentración: ¿Se ha tenido en cuenta el interés del niño
en el tratamiento de ciertos aspectos curriculares? ¿Forman parte de sus escalas de
valores tópicos con significados que escapan a su nivel de expectativas y experien-
cias personales? ¿Hemos considerado y tenido en cuenta sus experiencias previas
en la construcción personal de la cultura relevante? Más bien diría lo contrario, y
así lo manifiestan hechos palpables que se pueden encontrar en una investigación
y contexto concreto con diferentes sujetos (X, S y M) con TDAH, y recogidos en
el libro: “Las conductas hiperactivas en el colegio a través de los diarios de cam-
po” (Cebrián Garrido, I. y Pérez Galán, R., 2005) donde se analizaron las distintas
conductas que manifestaban estos alumnos en clase con sus compañeros y en as-
pectos concretos: afectivos, académicos y cognitivos; y la capacidad de integración
al sistema, o al contrario. Entre otras tenemos las siguientes, a modo de ejemplo:
tablemente la capacidad positiva que puede derivarse del tratamiento de los suje-
tos con TDAH, desde otra perspectiva distinta, y que hasta ahora aún no hemos
podido descubrir, dada nuestra visión totalmente reduccionista y sincrética del
trastorno TDAH. Comentarios como: “alumno que comprende muy bien”, “atri-
bución de significado a lo que ocurre junto a él”, “definición de algo a través de
un acto reflexivo”, “realizar con prontitud todo aquello que se le pasa por la
imaginación”, “romper con la armonía del contexto”, “guiarse por sus intereses
y sus intuiciones...”, nos hacen pensar que la realidad presenta ciertas evidencias
que la ciencia oculta. Ocultar significa no sacar a la luz cosas que parecen o son
evidentes y que por circunstancias no responden a criterios de sentido común, y
queremos que permanezcan siempre ignoradas. Dice, y con acierto, Carbonell
(2005) que hay que subrayar enfáticamente que somos más iguales que diferentes.
Que es mucho más importante aquello que nos hace iguales en dignidad que todo
el anecdotario que nos hace distintos, por tanto el empeño pedagógico, y más hu-
mano, debería centrarse en educar en (y para) igualdad, reduciendo al máximo
todos los factores de discriminación negativa. Sin embargo, la escuela como ins-
tancia mediadora de conocimiento y de aproximación a valores cada vez más so-
cializadores y éticos, no descansa en considerar, por su falta de espera, que hay
sujetos que pertenecen a un grupo llamado con dificultades en el aprendizaje
(TDAH), porque las respuestas que deben darse en los espacios escolares requie-
ren de un tiempo preciso y concreto, dado que las respuestas son únicas y verdade-
ras siempre y se producen en contextos determinados de aprendizaje; por tanto,
por qué detenerse (según, siempre, el conocimiento experto que se instaura en las
instancias educativas) en atender a otros criterios que definen potencialidades que
requieren de otra mirada y fundamentación (creatividad, imaginación, impulsivi-
dad). Visto así, todo esto supone anclarse en ciertas propuestas que requieren otro
tratamiento desde una perspectiva más positiva y desde una visión más centrada en
el individuo como ente singular, particular y que puede aportar algo valioso al
conjunto de la sociedad. Las pretensiones de la escuela de ahora continua con las
pretensiones de la escuela decimonónica, ya que define con antelación, anticipa y
estructura hechos y situaciones en tiempos reales, con un carácter homogeneiza-
dor y con unas metas prefijadas de antemano para poder controlar de manera efi-
caz y eficiente todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es, por tanto, un error y
un equívoco empeñarse en defender cosas desde la teoría y desde la ciencia cuan-
do la práctica nos introduce incansablemente en supuestos y en consideraciones
que nada tienen que ver con los hechos empíricos y demostrables de una ciencia
teorética anclada en suposiciones alejadas de la sensibilidad, creación, imagina-
ción e hiperconcentración de sujetos que manifiestan un interés ilimitado por
aprender. Hace falta tan sólo adquirir el carácter empatético del que aprende (en
estas situaciones) y situarse únicamente en el papel que ellos asumen cuando in-
tentan apoderarse de la cultura creada por otros; de esta forma, podremos darnos
66 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
era el último de su clase. Y, sin embargo, nadie pone en cuestión o duda del poten-
cial de cada uno de ellos.
Algo que sí nos ha llamado poderosamente la atención y que la práctica ha
desvelado últimamente con respecto al síndrome TDAH, y que ha servido para no
desdibujar, aún más, dicho trastorno y centrarse en un aspecto central y muy posi-
tivo ha sido la “hiperconcentación”. Algunas investigaciones teórico-prácticas,
como las efectuadas por Cebrián Garrido, I. y Pérez Galán, R. (2005), han mani-
festado que la mayoría de alumnos que sienten interés por todo lo que hacen y que
la tarea encaja perfectamente con sus preferencias y expectativas se encuentran
más calmados cuando están en pleno desarrollo de la tarea, llegando incluso a
olvidarse de que hay un momento y un tiempo concretos para cada actividad. Val-
gan algunos ejemplos:
Sujeto de estudio S
“(...) Demuestra un gran interés por los temas referidos a los vehículos
de motor. Imagina y vive la complejidad del vuelo de los aparatos. Vivencia
y simula con sus manos cada una de las acrobacias, piruetas y movimientos
que realizan (...)”. (pág. 190)
Sujeto de estudio S
Sujeto de estudio S
Sujeto de estudio S
No puede negarse que la conducta inicial de los padres ante cualquier pro-
blema que manifiesten tempranamente sus hijos es de desesperanza, preocupa-
ción, y muchas veces de reiterada búsqueda de antecedentes que reflejen clara-
mente la culpabilidad del síndrome que se instaura en la vida de sus hijos y, tam-
bién, en su propia vida. Esto es así y debe ser así, ya que todo este proceso atravie-
sa una de las etapas propias en el devenir de nuestra propia vida general (filogéne-
sis) y particular (ontogénesis). Lo contrario sería preocupante. La manifestación
de dolor, tristeza, inseguridad, culpabilidad se deriva, en la mayoría de los casos,
del nivel de expectativas que generamos ante el comienzo de una nueva vida, o
ante el principio de algo en el que proyectamos la mayor de nuestras ilusiones sin
detenernos en pensar que las cosas pueden generar cambios repentinos que trun-
quen verdaderamente, en un primer momento, todas nuestras expectativas. Dice, y
con razón, Santos Guerra (2002) que la escuela debería ser un lugar de encuentro
para todos (es decir, para cada uno) y no para un determinado tipo de individuo,
varón, blanco, sano, normal, culto, autóctono, castellanohablante, con lo cual mi-
nimizaríamos el nivel de ansiedad que genera en los padres ese prototipo de ser,
que en la mayoría de las veces no se asemeja a estos estereotipos, y que son perso-
nas únicas, singulares e irrepetibles... Visto así, la tarea de los padres con niños
con problemas, carencias y necesidades educativas especiales, en general, y suje-
tos con TDAH, en particular, es crucial y relevante. Lo primero que deben desarro-
70 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
llar los padres ante sus hijos con TDAH es una capacidad de asertividad (entendi-
da como una actitud muy positiva ante todo) y diálogo que rompa cualquier barre-
ra infranqueable, derivada de posibles desajustes tempranos del trastorno. Esta
adecuada canalización del comportamiento de los padres hace más favorable cual-
quier comunicación e interacción con sus hijos y facilita poderosamente una de las
herramientas primordiales para el hallazgo a las soluciones posibles compartidas:
la intercomunicación. Esta adecuada intercomunicación, entendida como la capa-
cidad para abordar de forma conjunta situaciones fáciles y complejas a las que se
van a enfrentar, forma parte de todo un repertorio de manifestaciones donde tie-
nen, probablemente, cabida: la comprensión mutua, la ayuda paralela, la empatía,
la capacidad para solucionar problemas juntos, la creencia en la autorrealización
de demandas, la provocación de situaciones que transfieran contextos diferentes
de actuación común. Algo de esto puede verse reflejado en la investigación etno-
gráfica-cualitativa, Cebrián Garrido y Pérez Galán (2005), cuando hablan del suje-
to S y de su padre en la resolución de tareas: “El padre cada vez que no hace las
cosas bien, le modifica la conducta a través de la utilización de algunos refuerzos
negativos: no ver la televisión, retirada de algunos juguetes, no ir al cine, no
comprarle objetos prometidos (...)” (pág. 148).
Está comprobado, científica y estadísticamente, que los padres que mani-
fiestan este tipo de creencias y actuaciones elevan potencialmente la capacidad y
marcos de actuación de sus hijos, y contribuyen a mejorar poderosamente su au-
toestima y su capacidad de adaptación a una escuela y sociedad con exigencias
que, muchas veces, nada tienen que ver con las consideraciones estructurales de su
personalidad. Atrás queda la actitud manifiesta de creer que todo obedece a un
problema de inadecuada adaptación, desajuste personal, mala educación y desobe-
diencia permanente; donde los padres planteaban el problema desde una óptica
puramente reaccionaria según la manifestación y repercusión de la conducta de los
hijos. Los padres a menudo se cuestionan a ellos mismos, así como la eficacia en el
rol parental, y probablemente llegan a la conclusión errónea de que tendrán más
éxito aumentando los castigos. Enfrentarse a situaciones de este tipo en pleno si-
glo XXI requieren de otros marcos de actuación en la familia, y por supuesto de
otro tipo aseveraciones y acciones que sólo pueden justificarse en función de cada
situación particular y de la atención que prestamos a estos sujetos que tienen, entre
otras particularidades, un potencial encubierto, y no nos olvidemos de esto nunca,
que entre todos tenemos que entretejer y darle el espacio y lugar que se merece. De
todas las actuaciones que los padres deben llevar a cabo con sus hijos, siempre
desde una mirada comprensiva y una conducta positiva, nos parece importante
reflejar las que utilizan Miranda Casas y cols. (2001), de forma sucinta y resumi-
da, por su enfoque novedoso, práctico, funcional y comprensivo, y que presenta-
mos a continuación:
La redefinición teórico-práctica del trastorno TDAH desde una perspectiva... 71
Después de todo esto, los padres deben entender, sobre todo, que estos niños
tienen bastantes características que aunque son molestas, pueden ser útiles: mucha
energía, capacidad de persuasión, tenacidad, son arriesgados, creativos, indepen-
dientes, todas ellas son habilidades que pueden ayudar a tener éxito en el camino
que elija. La preocupación de los padres ante este tipo de niños con TDAH debe
ser la de generar situaciones óptimas de aprendizaje y situaciones de comprensión
conducentes al éxito personal y social. Probablemente, una de las conductas que
no deben estar ausentes en las actuaciones de los padres es su capacidad de escu-
cha y, por supuesto, su capacidad de alerta ante los problemas de sus hijos, por su
facultad o potencial encubierto que poseen. Somos responsables directos de la
canalización de su conducta y de su acertada inserción social y laboral. Y si somos
capaces de entender y observar el síndrome desde esta óptica y perspectiva asegu-
raremos plenamente no sólo su acertado ajuste personal, sino que también acepta-
ríamos con todas las garantías la idiosincrasia de este tipo de niños con cualidades
y condiciones que aún quedan por manifestar, y que probablemente le lleven a la
consecución de todo aquello que se fijen de antemano. Pero todo esto debe ir
unido con la estimable ayuda de toda la comunidad y, en particular, también de la
escuela, como poderosa herramienta de transformación. La enseñanza comprensi-
va debe asentarse sobre la concepción de que todas las personas somos iguales,
por lo que debemos tener los mismos derechos. La educación es la llave para en-
trar en la sociedad cultural que hemos inventado y recreado, por lo que será nece-
sario que todas las personas tengan aseguradas unas bases culturales que les per-
mitan la inserción en la sociedad y la actividad autónoma en ella, idea que, por otra
parte, constituye uno de los pilares centrales de la democracia (Calderón Almen-
dros y Habegger Lardoeyt, 2005).
CAPÍTULO IV
Durante los últimos 30 años, los científicos han intentado encontrar el ori-
gen del comportamiento hiperactivo. Esta búsqueda ha sido especialmente intensa
en la última década, y actualmente la mayoría de los investigadores considera que
el Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de
origen neurobiológico. La evidencia experimental indica que es muy probable que
exista un circuito neuronal definido que se relaciona con las manifestaciones del
TDAH, aunque aún no disponemos de datos suficientes para delimitar completa-
mente este circuito. Además, empezamos a comprender que el TDAH no tiene una
única causa, ni dos, ni tres, sino que posiblemente sea un gran número de factores
el que de modo conjunto lleve a la expresión del trastorno.
Figura 1. La figura 1 muestra tres células neuronales y sus estructuras. Se señala el lugar donde se
establece la comunicación neuronal o sinapsis.
78 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
técnicas de neuroimagen funcional han proporcionado datos acerca del flujo san-
guíneo y consumo de glucosa, indicativos de actividad neuronal, en varias regio-
nes cerebrales. En adultos con TDAH, la corteza prefrontal muestra una disminu-
ción del flujo sanguíneo así como menor consumo de glucosa, de modo que parece
que la corteza prefrontal funciona a nivel más bajo respecto a las personas sanas.
El tratamiento con metilfenidato aumenta el flujo sanguíneo en la corteza prefron-
tal y simultáneamente mejora la respuesta a una tarea de inhibición en niños con
TDAH (Vaidya et al., 1998). Las técnicas electrofisiológicas, que muestran la ac-
tividad eléctrica cerebral, han aportado también datos acerca de alteraciones en el
funcionamiento de la corteza prefrontal. Los cambios observados en el electroen-
cefalograma no se eliminan posteriormente durante la adolescencia, sino que los
adolescentes con TDAH muestran alteraciones en la actividad eléctrica y menor
conductancia de la piel, lo que indica una disminución del estado de alerta. Con
metodologías diferentes se han confirmado los problemas en los patrones de alerta
central y la menor reactividad ante la estimulación (Castellanos y Acosta, 2002).
Ganglios basales. Los ganglios basales son un conjunto de núcleos cerebra-
les situados en la base del cerebro; participan principalmente en la regulación de los
movimientos, siendo esenciales para éstos, pero desempeñan también otras funcio-
nes. Los núcleos que forman los ganglios basales son: núcleo caudado, putamen
(ambos conforman el cuerpo estriado), globo pálido, núcleo subtalámico y sustancia
negra. Junto a la corteza prefrontal, el núcleo caudado, el putamen y sus circuitos
han sido considerados uno de los pilares de la fisiopatología del TDAH. La figura 3
muestra el encéfalo y los ganglios basales. Varios estudios han informado de altera-
ciones en el volumen, disminuido, del núcleo caudado en niños con TDAH y de
pérdidas de asimetría. Sin embargo, es necesario puntualizar que en pacientes sanos
no se ha clarificado todavía si existen asimetrías en el núcleo caudado, o a qué lado
favorece esa asimetría. Parece, en cualquier caso, que las anomalías en el volumen
del núcleo caudado en niños con TDAH desaparecen a partir de la mitad de la ado-
lescencia, alrededor de los 16 años (Castellanos et al., 2002). Los estudios que han
analizado el volumen del putamen en niños con TDAH no han encontrado diferen-
cias respecto a niños sanos, pero esta estructura parece recibir menos flujo sanguí-
neo en niños varones con TDAH del tipo predominantemente hiperactivo frente a
niños con TDAH cuya actividad motora es similar a los niños sin TDAH. El globo
pálido ha sido también relacionado con el TDAH. Esta estructura recibe informa-
ción del núcleo caudado y del putamen, y constituye una de las principales vías de
salida de la información desde los ganglios basales, principalmente hacia varios nú-
cleos del tálamo y de ahí a las cortezas premotora, motora y motora suplementaria.
Se ha informado de un volumen disminuido del globo pálido en niños con TDAH.
Las técnicas de neuroimagen funcional también han aportado datos que apoyan la
alteración de los ganglios basales. En adultos con TDAH, el flujo sanguíneo en el
cuerpo estriado (núcleos caudado y putamen) es menor que en pacientes sanos, lo
que indica un funcionamiento disminuido. Esta disminución en el flujo sanguíneo se
82 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
Figura 3. La figura 3 muestra el encéfalo humano y las principales estructuras relacionadas con el
TDAH: la corteza prefrontal, los ganglios basales y el cerebelo. Los ganglios basales aparecen
ampliados en la figura para señalar las estructuras que los integran.
Aspectos etiológicos del trastorno por déficit de atención/hiperactividad 83
La hipótesis dopaminérgica
En el caso del TDAH, son varios los indicios que apuntan hacia la alteración
del sistema de neurotransmisión dopaminérgico entre las bases biológicas del
84 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
La hipótesis noradrenérgica
La hipótesis serotonérgica
sueño está afectada de modo que hay más despertares durante el sueño, y éste es
menos eficaz. Parece existir una deuda de sueño en los niños con TDAH, que
podría contribuir a los síntomas diurnos, ya que el déficit de sueño está muy rela-
cionado con un mal rendimiento cognitivo y con trastornos de la conducta. La
dificultad para mantener la continuidad del sueño puede deberse a un deterioro del
control que ejercen algunas estructuras cerebrales y algunos neurotransmisores
sobre el ciclo de sueño. Por otro lado, la corteza prefrontal es muy sensible a la
falta de sueño. Durante todas las fases del sueño, esta estructura mantiene los
niveles más bajos de actividad del encéfalo, y parece “desconectada” de otras re-
giones cerebrales. Algunos investigadores han relacionado las disfunciones del
lóbulo frontal que presentan los niños con TDAH con esta falta de sueño, de modo
que las alteraciones en la distribución del sueño pueden afectar al funcionamiento
del lóbulo frontal.
El sueño humano se divide en dos tipos de sueño, el sueño REM (del inglés
rapid eyes movements, o movimiento rápido de ojos, manifestación muy caracte-
rística de este tipo de sueño) y sueño no REM, que a su vez se divide en cuatro
fases según el predominio de determinadas ondas eléctricas cerebrales. En una
noche de sueño normal se producen cuatro o cinco ciclos de sueño, cada ciclo
consiste en un periodo de sueño no REM seguido de un periodo de sueño REM.
Los niños con TDAH muestran un aumento de la fase 3 de sueño no REM. Las
fases 3 y 4 del sueño no REM se denominan fases de sueño lento, y la cantidad de
éste disminuye con la edad, mientras aumenta la duración de la fase 2. Los niños
con TDAH duermen durante más tiempo en fase 3, lo que puede indicar cierto
retraso en los mecanismos de regulación del sueño, puede estar ligado al déficit de
dopamina y noradrenalina presente en las personas con TDAH, o también puede
representar una mayor necesidad de recuperación fisiológica en los niños debido a
su exceso de actividad, puesto que cuando aumenta la actividad motora durante el
día suele aumentar la cantidad de sueño lento. Otra característica del sueño de los
niños con TDAH es que el sueño REM tarda más en iniciarse y presenta una dura-
ción menor. El sueño REM juega un papel muy importante en los procesos de
aprendizaje y memoria, de modo que una menor cantidad de este tipo de sueño
puede contribuir a los problemas cognitivos y de comportamiento.
Finalmente, se ha encontrado actividad eléctrica característica de epilepsia
durante el sueño de niños con TDAH, con mayor frecuencia que en la población
general. Esta actividad epiléptica es del tipo denominado “descargas epilépticas fo-
cales benignas” en la infancia, que sin embargo puede tener repercusiones en el
comportamiento y producir problemas de aprendizaje (Bernal-Lafuente et al., 2004).
En resumen, varias diferencias encontradas en la distribución del sueño en
los niños con TDAH respecto a los niños sin el trastorno, pueden manifestar alte-
raciones en las estructuras que controlan el sueño, y contribuir a los síntomas cog-
nitivos y comportamentales de los niños con TDAH.
Aspectos etiológicos del trastorno por déficit de atención/hiperactividad 87
6. RESUMEN
“Ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto… lo que veo aquí
es sólo una corteza. Lo más importante es invisible”. (Antoine De Saint-
Exupéry. El Principito)
Durante los últimos cien años, la denominación de los trastornos por déficit
de atención con hiperactividad (TDAH), ha experimentado numerosos cambios y
se han utilizado nombres como inestabilidad psicomotora, disfunción cerebral
mínima... La investigación realizada durante el siglo XX ha permitido que evolu-
cione la comprensión de la hiperactividad y de las personas hiperactivas, aunque
como no podía ser de otra manera las características de estas personas siguen sien-
do las mismas; solo ha cambiado nuestra forma de verlo o denominarlo.
Ya en los últimos años del siglo XIX, concretamente en 1897 en Francia
Bourneville, describe “niños inestables” caracterizados por una inquietud física y
psíquica exagerada, una actitud destructiva, a la que se suma un leve retraso mental.
Describe un tipo con déficits importantes a nivel cognitivo o intelectual. Se
trataría de niños con gran inquietud psicomotora inatentos, desobedientes, indisci-
plinados, aunque susceptibles de manejar correctamente por las personas que ellos
aman.
Posteriormente, los primeros años del nuevo siglo traen consigo numerosas
investigaciones y nuevas facetas en estos estudios. En 1901 en Alemania, J. De-
90 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
moor refleja en sus trabajos de Educación Infantil la presencia de niños muy hábi-
les en sus comportamientos, que precisan moverse constantemente y que asocian
una clara dificultad atencional. Este trastorno se puede dar en niños con retraso
mental o sin el y recibe el nombre de COREA MENTAL Se caracteriza por una
afectividad voluble, niños que pasan rápidamente de la cólera y la rabieta a la
caricia; un déficit muy importante en los mecanismos de inhibición conductual y
de la atención sostenida y una necesidad constante de movimientos y de cambios
en su entorno inmediato y estimular.
Solo un año después, en 1902, Still, describe y agrupa de forma precisa esta
patología. Señala niños violentos, inquietos y molestos, revoltosos, destructivos,
dispersos… ya entonces añade la repercusión escolar como característica asociada
e incluso la apunta en niños sin déficit intelectual. Quedan sin aclarar los mecanis-
mos etiológicos, señalando un “defecto patológico en el control moral” como cau-
sa del trastorno, pero anotando indirectamente en algunos casos la presencia de
rasgos dismórficos como epicantus o paladar ojival.
Este autor relaciona la hiperactividad con los problemas de aprendizaje.
Estaba convencido que el trastorno hiperactivo era debido a una lesión cerebral,
denominándolo por ello SINDROME DE LESIÓN CEREBRAL. En función de su
importancia distinguió tres tipos clínicos, los que presentaban grandes lesiones
cerebrales, los que presentaban antecedentes de traumatismos craneoencefálicos y
de encefalitis pero sin poder ser detectadas las lesiones por los procedimientos
habituales de diagnóstico y, finalmente, aquellos donde la hiperactividad no podía
ser atribuida a ninguna causa evidente. Las teorías clínicas de este autor tomaron
fuerza cuando se observaron niños y adultos con una clínica parecida al síndrome
hiperactivo como secuela de la encefalitis epidémica de 1908.
En estos primeros años del siglo XX los estudios sobre los TDAH siguen
evolucionando. En 1905, Boncourt, describe al “escolar inestable”, como aquel
con grandes dificultades de aprendizaje debido a su incapacidad para fijar la aten-
ción “sea para escuchar, responder y comprender”. Este autor introduce el aspecto
neuropsicológico de postrastornos específicos cuando afirma que pueden ser bri-
llantes en algunas áreas y nulos en otras.
Cinco años más tarde, en 1913, Durot, expone en un congreso que la hipe-
ractividad es un síntoma que “pertenece a niños con retraso mental”, anemia, alte-
raciones digestivas, cardíacas, epilepsia y corea”.
El padre de la paidopsiquiatría francesa moderna, Dupré, nos dice ese mis-
mo año que la inestabilidad motora (el equivalente a la hiperactividad) es la mani-
festación de un desequilibrio motor congénito y que formaría parte del espectro de
otros trastornos como debilidad motora, el temblor esencial, la corea, la epilepsia,
el tartamudeo, los tics y las esteriotipias motoras. Se asociaría a una agitación
motora continua y alteración atencional. La hiperactividad sería constitucional y
revelaría la estrecha asociación entre lo cognitivo (atención) y lo motor.
El retrato incompleto de los niños con TDAH: evolución de terminología... 91
COMORBILIDAD EN EL TDAH
1. TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Ansiedad de separación.
Trastorno de angustia.
Agorafobia.
Fobias específicas.
Fobia social.
TOC.
Trastorno por estrés postraumático.
Trastorno por estrés agudo.
Trastorno de ansiedad generalizada.
2. TRASTORNOS AFECTIVOS
1. Irritabilidad.
2. Tres o más de los síntomas siguientes:
a. Aumento de la actividad o agitación.
b. Aumento del deseo de hablar.
c. Dificultades en la concentración.
d. Reducción de las necesidades de sueño.
e. Aumento de la energía sexual.
f. Conductas temerarias o irresponsables.
g. Aumento de la sociabilidad o familiaridad excesiva.
3. El trastorno no responde a los criterios de manía o bipolar…
Sin embargo, existen algunos indicadores que podemos utilizar como crite-
rios de diagnóstico diferencial y que exponemos en la Tabla 3. El Investigador que
más defiende la comorbilidad trastorno bipolar/hipertimia y TDAH es Biederman y
cols (2004), situando su prevalencia entre el 17-19%. Por el contrario, hay investiga-
dores como Meyer y cols (2004) que plantean la posibilidad de que puedan existir
dos tipos de errores: el diagnóstico de manía en el TDAH o de éste en la manía. Para
la mayoría esta comorbilidad tal alta no corresponderá a la realidad clínica.
T. BIPOLAR TDAH
Tabla 3.
3. TRASTORNOS DE CONDUCTA
Una de los argumentos que se han utilizado es que uno podría ser el antece-
dente evolutivo del otro. Aunque esto no está demostrado, sí que sabemos que el
TC comórbido al TDAH presentará conductas agresivas precozmente, así como
que el TDAH con agresividad presenta un riesgo significativamente mayor para
desarrollar en el futuro un trastorno de conducta. De otra parte se ha relacionado la
gravedad de la impulsividad con una mayor probabilidad de presentar un trastorno
de conducta.
En un estudio longitudinal, Mannuzza y cols. (2004) pone en evidencia que,
si bien el TND en la infancia no predice el TD en la adolescencia, por el contrario,
el TDAH puede ser predictor de un TC en la adolescencia o de trastornos de perso-
nalidad en la vida adulta. Para Barkley y cols (2004) el TDAH no tratado presen-
taría un riesgo elevado de un futuro TD y de consumo de drogas, incrementándose
aún más este riesgo cuando coincide la comorbilidad TDAH y TC.
Desde una perspectiva más psicosocial, Buró y cols. (2003) estudiaron la
interacción entre la conflictividad familiar y el peso de la genética en la presenta-
Comorbilidad en el TDAH 103
PSICOLÓGICOS FAMILIA
FAMILIA Y EVOLUTIVOS
ESCUELA
Individuo ESCUELA
IGUALES
SOCIEDAD: BIOLÓGICOS
SALUD
VALORES
Para Goldstein (2004), el 26% de los niños con TEA presentan síntomas del
TDAH combinado, un 33% serían síntomas del TDAH tipo inatento, frente al 41%
de los niños con TEA que no presentarían comorbilidad.
Si estos hallazgos clínicos son replicados por otros autores, Goldstein reco-
mienda que en futuras revisiones del DSM se contemple esta comorbilidad, aspec-
to que no se incluye en la actualidad.
Uno de los déficits que más se ha relacionado con las dificultades del
aprendizaje en el TDAH son los referidos a las funciones ejecutivas, entendidas
como habilidades en estrategias de planificación, así como una inhibición y en-
lentecimiento en la respuesta. Estos déficits se han relacionado, de otra parte,
con ciertas anomalías cerebrales especialmente frecuentes en niños con TDAH:
alteraciones en la corteza prefrontal derecha, núcleo caudado, globo pálido y
núcleo caudado.
108 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
Por el contrario, sería más propio de los trastornos del aprendizaje las anoma-
lías en el procesamiento fonológico, las asimetrías en el planum temporal y lóbulos
temporales. También se han descrito asimetrías en el área prefrontal.
Ambos trastornos compartirían los déficits en el procesamiento de la informa-
ción, una velocidad reducida en la denominación, déficits en las habilidades motoras y
la percepción temporal –aunque esto no es admitido por todos los investigadores–
pequeñas anomalías cerebelosas y déficit en el control motor (Díaz Atienza, 1991).
que los problemas relacionados con el cálculo podrían deberse a una disfunción en
zonas posteriores del hemisferio derecho.
Los déficits que con mayor frecuencia nos encontramos en estos niños se
dan en la recuperación semántica de los números, habilidades en la metodología
del cálculo, procesamiento y atención. Sin embargo, la mayoría de las investiga-
ciones proceden de muestras clínicas lo que matiza la fiabilidad de los hallazgos
encontrados. Lo que sí parece fuera de toda duda es que este problema se presen-
tan más en los niños con TDA, que existe un déficit en la memoria semántica y en
los mecanismos cognitivos de los procedimientos del cálculo.
Recomendaciones
Ante la primacía que suele darse a las conductas perturbadoras, tan frecuen-
tes, en los niños del TDAH, los problemas relacionados con el rendimiento acadé-
mico suelen pasar desapercibidos. Sin embargo, como hemos visto, su prevalencia
es muy frecuente.
Con la idea de poder ayudar a los niños que padecen hiperactividad y déficit
de atención, de una forma integral, hay que tener presente una serie de aspectos
básicos:
• Existe amplia variedad de situaciones en las que puede producirse un bajo
rendimiento escolar: ansiedad, depresión, baja autoestima, trastornos es-
pecíficos del desarrollo, etc...
• Si deseamos ser objetivos, realizar un diagnóstico fiable del fracaso esco-
lar, debemos realizar una evaluación exhaustiva que comprenda aspectos
instrumentales tan fundamentales para el rendimiento académico como la
lecto-escritura, el cálculo, la comunicación y coordinación.
110 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
7. CONCLUSIONES
T
INTERDISCIPLINAR D MULTI-INFORMANTES
OBSERVACIÓN
A
H
NIVEL INTERDISCIPLI
NAR
DÉFICITS Y POTENCIALIDADES
Otro aspecto a valorar son los distintos contextos de desarrollo en los que el
niño se desenvuelve diariamente, ya que nos aportan el grado de ajuste que tiene.
De estos contextos parten sin duda los primeros signos de alerta, ya que los padres
ven como sus hijos empiezan a desarrollar conductas desadaptativas en las distin-
tas situaciones a las que se enfrentan, su manejo se vuelve difícil, etc. En el caso
del contexto escolar, son niños que empiezan a tener problemas con sus aprendiza-
jes, no permanecen en su sitio, hablan en exceso, etc.
Una mirada comprensiva del TDAH: el camino hacia su evaluación y diagnóstico 113
1. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
1. Seis (o más) de los siguientes síntomas de falta de atención han persistido por lo
menos durante seis meses con una intensidad que es desadaptativa y poco lógica en
relación con el nivel de desarrollo.
Falta de atención:
a) A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descui-
do en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
b)A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades
lúdicas.
c) A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
d)A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos u obligacio-
nes en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista ni a incapacidad
de comprender instrucciones).
e) A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
f) A menudo evita, le disgusta o es reticente a realizar tareas que requieren un esfuerzo
mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos).
g) A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (por ejemplo, jugue-
tes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas).
h)A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
i) A menudo es descuidado en las actividades diarias.
114 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
Impulsividad
a) A menudo emite bruscamente las respuestas antes de haber sido terminadas las pre-
guntas.
b)A menudo tiene dificultades para esperar su turno.
c) A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros.
Especificaciones diagnósticas:
Tipo Combinado: si se satisfacen los criterios A1 y A2.
Tipo con predominio de Déficit de Atención: sólo satisface criterios A1.
Tipo con predominio Hiperactivo-Impulsivo: sólo se satisface criterios A2.
Tipo no especificado.
Una vez determinados todos los síntomas podemos realizar uno de los si-
guientes diagnósticos: TDAH con predominio de déficit de atención, cuando única-
mente satisface los criterios correspondientes a la falta de atención; tipo con predo-
minio hiperactivo-impulsivo, cuando sólo satisface los criterios referidos a la hipe-
ractividad y la impulsividad; tipo combinado cuando satisface los criterios por falta
de atención y los de hiperactividad-impulsividad. Cuando no se cumplen los crite-
Una mirada comprensiva del TDAH: el camino hacia su evaluación y diagnóstico 115
rios por algún motivo, podemos diagnosticar un trastorno por déficit de atención
con hiperactividad no especificado.
2. UN PROTOCOLO DE EVALUACIÓN
FASE I.
– Entrevista inicial con los padres.
– Exposición de la metodología y pasos a seguir.
– Primer nivel de decisión: ¿Comenzamos la evaluación?
FASE II.
– Recogida de la información necesaria.
• Pruebas Espectro Amplio Específicas de TDAH
• Informantes.
Niño
Padres Profesores
¿TDAH?
– Análisis de la información.
– Exposición de los resultados.
– Segundo nivel de decisión: ¿Iniciamos la intervención?
FASE III.
– Tercer nivel de decisión: Determinación de
los objetivos de la intervención
Entrevista semitestructurada
Test psicométricos
Funcionamiento cognitivo
Tests de atención
básicos. El niño debe señalar la cara que es diferente a las otras dos, exigiendo una
rápida percepción y una utilización de la atención sostenida.
• TEST DE RENDIMIENTO CONTINUO (Conners, 1995). Se presenta en
un formato informático, el funcionamiento del programa es el siguiente, se pre-
senta una letra determinada en una secuencia aleatoria acompañada de otras seis
distractoras, el niño debe responder a las letras aleatorias y eliminar la letra en
un inicio predeterminada. Además el ritmo de presentación va variando a lo lar-
go de la presentación. Al final de la aplicación podemos obtener las siguientes
puntuaciones: errores de omisión, errores de falsos positivos, tiempo de reac-
ción, y en último lugar la variabilidad de las respuestas durante la ejecución de
la prueba.
• TEST DE VARIABLES DE ATENCIÓN (Test of Variables of Attention
[TOVA]; Greenberg y Waldman, 1993). Al igual que el CCPT también se presenta
en un formato informático, el programa expone un estimulo previsto, con dos po-
sibilidades de presentación: frecuente e infrecuente. Los niños deben responder
tanto a estímulos previstos como aleatorios. Se valoran los errores de omisión, los
falsos positivos, el tiempo de las respuestas correctas, así como los errores de
anticipación. Podemos obtener por tanto dos patrones finales, por un lado el défi-
cit de atención y por otro lado un patrón de la impulsividad.
Memoria
Al final de esta fase se produce una nueva toma de decisiones, ya que una
vez que hayamos integrado los datos obtenidos se exponen a los padres los resul-
tados mediante un informe, invitándoles a tomar una nueva decisión: la realiza-
ción de la intervención o no para paliar los posibles déficits de su hijo. Es en este
punto donde finalizaríamos el proceso de evaluación, con la entrega de la infor-
mación a los padres. Como hemos mencionado anteriormente el objetivo de la
evaluación y el diagnóstico no es otro que el de determinar un programa de inter-
vención efectivo.
En último lugar podríamos determinar una tercera fase en la que se delimi-
tarían los objetivos a trabajar y las posteriores revisiones de los objetivos marca-
dos para determinar el grado de efectividad de nuestra intervención.
CAPÍTULO VIII
1.1. Metilfenidato
síntomas no propios del trastorno, pero frecuentemente asociados, como las con-
ductas negativistas y agresivas, las interacciones con los compañeros, las relacio-
nes padres-hijos y las habilidades lectoras. Además, los niños que recibieron me-
dicación junto a psicoterapia requirieron una dosis media de metilfenidato 5,8 mg/
día inferior a los niños que sólo recibieron medicación (Soutullo, 2003).
El metilfenidato es un psicoestimulante que actúa inhibiendo la recaptación
de dopamina, aumentando por lo tanto la disponibilidad de dopamina en la sinap-
sis, y facilitando la comunicación neuronal en los circuitos que utilizan este neuro-
transmisor. La figura 1* muestra la sinapsis o comunicación neuronal y el efecto
del metilfenidato sobre este proceso.
Neurona
Postsinápti-
ca
Neurona
Presináptica
Neurotransmisor
(Dopamina)
Neurona Neurona
Presináptica Postsináptica Enzima que
degrada el
Transportador
neurotransmisor
del
neurotransmisor
Metilfenidato
Figura 1.
do. La eficacia clínica y los efectos secundarios son muy similares a los del clorhi-
drato de metilfenidato (Rubifen®) utilizado en dosis equivalentes (un comprimido
de Concerta® de 18 mg es similar a tres comprimidos de Rubifen® de 5 mg).
A pesar de los inconvenientes del fármaco, por su efectividad en un porcen-
taje muy alto de pacientes (alrededor del 80%) constatada a lo largo de varias
décadas de uso, y la levedad y desaparición en la mayoría de los casos de los
efectos secundarios, el metilfenidato sigue siendo el tratamiento de primera elec-
ción en el TDAH.
El uso de metilfenidato está contraindicado en determinados casos. En ni-
ños que presenten tics motores, el metilfenidato puede empeorarlos, y aunque las
dosis bajas apenas los empeoran, las dosis altas sí por lo que puede ser un proble-
ma que impide el uso de este fármaco en algunos niños. Por esta razón está contra-
indicado el uso de metilfenidato en personas que además padezcan el síndrome de
Gilles de la Tourette. El metilfenidato puede empeorar también la ansiedad, la
depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo. Por último, el metilfenidato está
contraindicado en pacientes que presenten hipotiroidismo, cardiopatías, psicosis o
glaucoma (Sell-Salazar, 2003).
El metilfenidato se encuentra disponible en otros países con otras formula-
ciones, varias de liberación prolongada. Estos preparados evitan los problemas
derivados de la limitación en el tiempo del efecto del fármaco. La formula más
utilizada de metilfenidato de acción prolongada es el metilfenidato comercializa-
do en Estados Unidos con el nombre de Ritalin®. Se trata de tabletas de dosis de
20, 30 y 40 mg que permiten una única toma al día puesto que se absorbe más
lentamente y permite que el efecto dure hasta 8 horas después de la toma. La dosis
a tomar es la misma dosis total de metilfenidato de liberación inmediata (la suma
de las dos o tres tomas). Tiene el inconveniente de que el efecto comienza ligera-
mente más tarde que con la formulación de liberación inmediata. Es probable que
sea comercializado en breve en nuestro país.
páticas muy graves. Para su administración los padres deben dar consentimiento
escrito y es obligatorio realizar análisis periódicos. Por último, el modafinilo es un
estimulante de vida media larga que está comercializado en España con el nombre
de Modiodal® para el tratamiento de la narcolepsia. La eficacia del modafinilo en
niños y adultos con TDAH ha sido constatada en estudios recientes. Se aconseja su
uso cuando la anorexia limita el uso de otros estimulantes.
A pesar de una bien establecida eficacia y seguridad de los estimulantes en el
TDAH, otros medicamentos alternativos son frecuentemente necesarios. Esto se
debe a que entre un 10-30% de los pacientes pueden no responder a los estimulantes,
presentar otros trastornos que puedan ser agravados por los estimulantes, o no tole-
rar los efectos adversos tales como disminución del apetito, insomnio, labilidad
emocional y aparición o exacerbación de tics y síntomas de ansiedad. Aunque se ha
establecido que estos medicamentos no incrementan el riesgo de dependencia, even-
tualmente sí que puede tener potencial de abuso, especialmente en los que no son
pacientes, lo cual ha sido motivo de preocupación creciente en padres, médicos,
autoridades escolares e instituciones reguladoras en muchos países. Además, la cor-
ta duración del efecto terapéutico de algunos psicoestimulantes requiere la adminis-
tración del medicamento varias veces al día, incluso dentro del horario escolar, con
la consecuente disminución en la continuidad del tratamiento y la presencia de recaí-
das. Estas y otras razones en torno a los psicoestimulantes han llevado al desarrollo
de medicamentos no estimulantes para el tratamiento del TDAH.
2.1. Atomoxetina
2.2. Antidepresivos
2.4. Ansiolíticos
2.5. Antiepilépticos
Otro grupo de fármacos, los antiepilépticos, han sido estudiados como posi-
ble tratamiento del TDAH. La carbamacepina (Tegretol®) es un fármaco anticon-
vulsivo y estabilizador del estado de ánimo. Se ha mostrado eficaz en el tratamien-
to del TDAH, aunque desconocemos el mecanismo por el cual ejerce estos efectos
positivos. Los efectos secundarios principales de la carbamazepina son rashes cu-
táneos, disminución de los leucocitos y ataxia, pero no suelen ser graves.
El topiramato (Topamax®) es un antiepiléptico que ha mostrado utilidad en
el tratamiento de los trastornos de la alimentación y de la personalidad, especial-
mente en el control del estado de ánimo y el control de impulsos, por lo que puede
ser útil en los pacientes con TDAH de tipo combinado o en los que predomine la
hiperactividad/impulsividad (Artigas-Pallarés, 2004).
Tratamiento farmacológico del trastorno por déficit de atención/hiperactividad 133
Metilfenidato (Rubifen®)
Psicoestimulantes
Modafinilo (Modiodal®)
Bupropión (Zyntabac®)
Antidepresivos tricíclicos
Selegilina (Plurimen®)
Antidepresivos
ISRS
Venlafaxina (Dobupal®, Vandral®)
Reboxetina (Irenor®)
Carbamazepina (Tegretol®)
Antiepilépticos
Topiramato (Topamax®)
Clonidina (Catapresan®)
Otros fármacos
Atomoxetina (Strattera®)
Buspirona (Buspar®)
Conducta disruptiva
Clonidina (Catapresan®)
Atomoxetina (Strattera®)
Tics, Síndrome de Gilles de
la Tourette Risperidona (Risperdal®)
Antidepresivos tricíclicos
Tabla 2. Trastornos asociados al TDAH y fármacos más adecuados para su tratamiento en presencia
de estos trastornos.
“(...) Solía pensar siempre (...) como su hermano cuando era joven y
luchaba por adquirir el control de sí mismo, esencial para los hombres del
clan”. (Jean M. Avel. “El clan del oso cavernario”. Pág. 73).
aspectos ortodoxos o negativos, por los que son conocidos para la mayoría de las
personas. Entre los aspectos positivos nombrados por Guerrero podemos encon-
trar: “el sentido del humor, la creatividad en estado puro, el ingenio, el ser más
hipoactivo que hiperactivo, la sensibilidad, la intuición, la inocencia infantil, la
ingenuidad como característica permanente a lo largo de toda su vida, la despreo-
cupación, el ser espíritus libres, el ser apasionados, el conseguir algo si realmente
se lo proponen, la especial habilidad para el arte, el ser grandes emprendedores,
vendedores, empresarios, etc…”.
Por todo ello es injusto nombrar únicamente las características negativas de
estas personas y de igual manera tachar de hiperactiva a una persona por contener
unos rasgos determinados, entre los muchos existentes en un hiperactivo, y más
aún cuando sólo lo hacemos con aspectos ortodoxos, ya que nunca se nos ha ocu-
rrido tachar de hiperactiva a una persona que posee gran ingenuidad, y sin embar-
go, ésta, también es una de las características de estas personas.
Aún así, no podemos olvidar que también poseen aspectos ortodoxos y que
quizás, destaquen sobre los positivos, y que posiblemente sean los que marquen el
rumbo de sus vidas.
También Guerrero (2005) nos enumera algunos de ellos como: “incapaci-
dad para dejar de recibir mensajes y dejar de concentrarse en todo, actúan antes de
pensar, cambian constantemente de actividad, no evalúan los acontecimientos, no
tienen sentido del futuro, el habla hacía si mismo está mal organizada, no desglo-
san bien la información, tienen una escolaridad desastrosa, pésima organización,
no escuchan, son impulsivos, son agresivos, impacientes, no aprenden del pasado,
tienen ataques de ira, se mueven en exceso, son ansiosos, emocionalmente inesta-
bles, provocan conductas disruptivas en el aula, etc...”.
Para conocer tanto las características negativas, como las positivas, que
como hemos podido comprobar, en numerosas ocasiones, quedan un poco de lado,
podemos realizar una aproximación a través de investigaciones sobre sujetos hi-
peractivos, y así conocer las verdaderas características que contienen y comprobar
que no todos poseen las mismas.
Sabiendo esto, una investigación puede resultar de enorme interés, porque
como dice Cebrián Garrido y Pérez Galán (2005, 19), “Investigar supone indagar
sobre cualquier acontecimiento, hecho o suceso, con la consecuente ventaja, a
priori, de dar significado a aquello que deseamos encontrar, aunque la mayoría de
las veces nuestros propósitos se tornen estériles y baldíos ante tan incipiente atre-
vimiento”.
He decidido encauzar mi investigación a través de una concepción etnográ-
fica-cualitativa, ya que considero de real importancia mi inmersión en el escenario
de estudio para una mayor comprensión de los hechos que en él ocurren. Comparto
la opinión con Cebrián Garrido y Pérez Galán cuando enfatizan la idea de Kluc-
kholn (2005, 24) en la que afirma: “La relevancia de la información antropológica
Aproximación cualitativa a un estudio de un caso de un niño con TDA(H) 139
2. ESTUDIO DE CASOS
1. Relaciones de afecto
Conoce muy bien donde se encuentran los límites hasta los que puede llegar
conmigo y cuando su comportamiento negativo ha sobrepasado esos límites se
convierte en otra persona mucho más cariñosa, pidiendo perdón por sus acciones.
Pero justificando a la vez su comportamiento con su hiperactividad. Según él, si no
se porta bien, es por la hiperactividad.
En el fondo pienso que me he convertido en una amiga para él y, como tal,
siente cariño hacia mí.
Todo esto, se puede comprobar con los siguientes fragmentos del Diario de
Campo:
“Hoy ha estado excesivamente cariñoso conmigo y con un buen comporta-
miento, me ha extrañado y se lo he dicho. Me ha comentado que lo van a echar del
colegio unos días y no sabe como decírselo a su madre. Me ha sugerido que se lo
diga yo”. (Diario de campo. 3-5-05).
“He estornudado y me ha dicho que si me voy a morir ya, yo le he respondi-
do que después me echaría de menos y él sonriéndome me ha contestado que era
verdad, que en el fondo me quería”. (Diario de campo. 12-5-05).
“Me ha notado muy nerviosa, le he dicho que mañana tengo un examen y me
ha prometido que intentará portarse bien para que no me enfade”. (Diario de cam-
po. 21-6-05).
“Nada más empezar la clase le he dicho que he tenido una mañana muy
liada, que estaba cansada y casi no había comido, que por favor se portara bien. Él
me ha mirado con cara de pena y me ha preguntado si quería que me friera un
filetito y un huevo, que él sabía cocinar”. (Diario de campo. 20-10-05).
“Hoy ha sido su cumpleaños y le he llevado un regalo, nada más dárselo me
ha dado un abrazo y un beso”. (Diario de campo. 27-10-05).
“Hoy está excesivamente inquieto. Estoy muy resfriada con mucha tos y me
ha dicho que ojalá me muriera ya”. (Diario de campo. 15-11-05).
“Me ha dicho que en Navidad me va a echar mucho de menos, que qué va a
hacer todas las tardes solo”. (Diario de campo. 13-12-05).
2. Impulsividad
Los fragmentos que presento a continuación nos dan una idea de las res-
puestas que suele dar:
“Le ha puesto una prueba de Música y le he preguntado por la definición de
Canciones Populares, a lo que él me ha respondido que son aquellas que duran
poco, como las canciones de verano”. (Diario de campo. 27-7-05).
“En una prueba de Ciencias le he preguntado por las características del ser
humano, una de sus características ha sido que carece de columna vertebral”.
(Diario de campo. 26-7-05).
“En un ejercicio de Lengua le preguntaban por las oraciones con Comple-
mento Directo y él ha contestado que son las complementísimas, las que lo tienen
todo”. (Diario de campo. 24-11-05).
B) Conductual verbal: No respeta turno de palabra ni piensa las cosas an-
tes de decirlas. Suele interrumpir en las conversaciones entre su madre y yo, di-
ciendo cosas sin sentido. Suelen ser siempre las mismas frases, lo que provoca que
sea muy “cansino”. La mayoría de las ocasiones lo hace para llamar la atención, y
en el momento en que tenemos que dejar la conversación por las continuas inte-
rrupciones, se puede observar como él se siente bien, como rebosa alegría.
Estos párrafos guardan relación con lo que se ha comentado:
“Mientras la madre me habla de una rebeca que se ha comprado, él no para
de dar saltos entre nosotras y decir cosas sin sentido”. (Diario de campo. 20-9-05).
“Mientras lee unos apuntes de Sociales para continuamente para gritar: ¡To-
rrente, Torrente..!”. (Diario de campo. 22-9-05).
“Le estaba explicando un ejercicio de Lengua y no me dejaba terminar repi-
tiendo todo el rato: ya lo se Mayte, ya lo se, ya lo se...”. (Diario de campo. 24-11-05).
“Mientras le explico un texto de sociales el intenta contarme lo que ha he-
cho hoy en el colegio. He tenido que empezar a explicárselo varias veces y ha
empezado a gritar que soy una repetía, aunque después no se había enterado de la
explicación”. (Diario de campo. 24-11-05).
3. Demasiada inquietud
Es un alumno que puede estar pocos minutos quieto sin hacer nada, conti-
nuamente se levanta de la silla, salta, corre por la casa o cambia de postura.
También se observa esto cuando se le está explicando alguna cuestión aca-
démica, porque no deja que se terminen las explicaciones, moviéndose sin parar,
lo que resulta muy incómodo para mí. En otras ocasiones, comienza a hablar de
cuestiones no concernientes a lo que se está explicando.
A continuación podemos encontrar algunos ejemplos:
“Mientras lee cambia de postura continuamente”. (Diario de campo. 2-6-05).
“No para de mover el compás y de pinchar en la mesa”. (Diario de campo.
28-6-05).
144 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
5. Búsqueda de estímulos
cias que podían tener esos actos. En la mayoría de los casos ha escogido acciones
peligrosas que podían haber tenido fatídicos desenlaces. Estos aspectos son comu-
nes a las conductas hiperactivas.
La mayoría de las veces en que ha ocurrido algo así, aún viendo las conse-
cuencias de sus actos, ha seguido pensando que lo que ha hecho no es tan peligroso.
En las pocas ocasiones en las que se ha dado cuenta del peligro, ha pedido perdón.
En otros momentos ha achacado su comportamiento a su “enfermedad”,
como si todos sus malas acciones no tuvieran nada que ver con su personalidad y
en todo momento derivasen de su hiperactividad.
Muchas de éstas búsquedas de estímulos han quedado reflejadas en el Dia-
rio de Campo:
“Se pincha varias veces con el compás y dice que le gusta lo que siente”.
(Diario de campo. 28-6-05).
“(...) entonces le dije que se sentara y que dejara el mechero, pero él coge
una bolita de papel y comienza a quemarla mientras da saltos (...)”. (Diario de
campo. 24-11-05).
“Hubo un momento en el que me llamaron por teléfono, mientras hablaba,
él se subió al sofá y puso la lámpara-ventilador, cuando giraba muy rápido se
dedicó a poner y quitar el brazo entre las aspas (...)”. (Diario de campo. 29-11-05).
7. Creatividad
“La madre comenzó a contarme que una vez de chico le regalaron una moto
y que a él le llamó más la atención la caja en la que venía, la moto la dejó a un lado
y siempre jugaba con la caja. La llegó a convertir en una casa, en un tobogán y en
otras muchas cosas (...)”. (Diario de campo. 27-10-05).
1
En las fases siguientes trabajaré una nueva parte utilizando economía de fichas, técnicas de relaja-
ción de Valett y Habilidades Sociales de Golstein, entre otros programas de intervención.
CAPÍTULO X
1. INTRODUCCIÓN
adultos, cobra especial interés con estos niño/as ya que les permite llevar
una organización estable de su día a día. El uso de ésta por tanto, debe
generalizarse a otros contextos no limitándose únicamente al contexto
escolar. Esta estrategia es llamada por otros autores como el empleo de
“listas” o “recordatorios” y porque como afirman Green, C. y Chee, K.
(1999: 129): “Además transmite cierta sensación de logro”.
– Diario de familia, donde mantenernos diariamente en contacto con las
familias, en el que se podrán anotar todo aquello que consideremos que
es relevante que conozcan como puede ser: el comportamiento del niño/a
en el colegio, fundamentalmente informando de sus logros para así poder
ser reforzado y recompensado en el ámbito familiar.
– Trabajo en pequeños y grandes grupos, estrategia muy recomendada
en la práctica diaria para todos los alumno/as puesto que favorece actitu-
des de cooperación, ayuda..., y por tanto valoración de las diferencias
individuales, ya que deben constituirse de manera heterogénea.
– Presentar claves e informaciones para que sean percibidas por vía vi-
sual.
– “Los coterapeutas”: colocar al niño/a junto a compañeros que sirvan de
modelos positivos para él (Peñafiel, M. y Ramón Gamo, J., 2000: 6).
– Tutoría de Iguales consistente en “desarrollar la posibilidad de que los
alumnos puedan pedir ayuda a los compañeros de grupo cuando surja
alguna dificultad[…] y que los compañeros que tengan superada esa di-
ficultad presten ayuda a los que la soliciten” (Serrano, J.M. 1996: 222).
Dicha estrategia podría plantearse haciendo grupos de pares, en el que
tanto uno como otro alumno/a puedan desempeñar la función de tutor/a
de acuerdo a la demanda de la tarea. Además, como es recogido en la obra
de este autor, de acuerdo con el concepto vigotskiano de la “zona de desa-
rrollo próximo”, se ha demostrado que se mejora el desarrollo cognitivo
del alumno/a.
– Dinamizar la práctica educativa mediante actividades lúdicas y moti-
vadoras, no centradas exclusivamente en el uso del libro de texto, lo cuál
reportará innumerables ventajas no solo para el niño/a con TDA(H) sino
también para todos los alumnos con sed de un clima donde construir su
propio aprendizaje. Obviamente, si resulta ventajoso para un niño/a que
no presenta dificultades para focalizar la atención cuánto mas resultará
para los niño/as que tienen severas dificultades para controlar las riendas
de su atención. Actualmente, es muy frecuente que los alumnos/as se
“ahoguen” en la inmersión de una en u otra editorial, práctica que va
levantando muros casi inderrumbables entre el alumno/a y el profesor/a.
– Estructurar el tiempo es consustancial (imprescindible) en el trabajo
con estos niños/as, en la realización de actividades a desarrollar en el
El horizonte de la intervención psicoeducativa para los niños y niñas... 151
aula. Por tanto, no podemos realizar una demanda sin definir el tiempo,
fundamentalmente con estos niños/as, lo cuál implica que si para el resto
del alumnado al terminar la hora de clase deben tener terminadas todas
las actividades, con ellos deberemos parcelar el tiempo para cada activi-
dad y promover que mantengan un estado óptimo de atención para cada
una de ellas. Para ello, una herramienta valiosa que nos ayude a controlar
el tiempo y progreso de la actividad puede ser un despertador, cronóme-
tro o el típico temporizador del “reloj de cocina”, tan conocido en muchas
familias, ya que mediante su cuenta atrás hace consciente al niño/a del
paso del tiempo y su importancia para la finalización de actividades.
Además, el timbre que suena tras la finalización del tiempo marcado ayu-
da también al mismo fin.
– Establecer un periodo de tiempo para la enseñanza de estrategias de re-
lajación/autocontrol, meta-atención y meta-memoria (reglas mnemo-
técnicas como el uso de acrósticos (en la misma línea que establece Va-
llés Arándiga, A.) que consiste en recordar una lista de palabras mediante
una sola, formada por las primeras sílabas o letras de cada una de ellas;
por ejemplo si tenemos María, Carmen, Lucía y Sara, formamos Macalu-
sa). Igualmente, en múltiples ocasiones, será necesario el empleo de fi-
chas al inicio de alguna actividad para favorecer la atención y concentra-
ción en tareas posteriores.
– Establecer prácticas que favorezcan que el alumno/a sacie su necesidad
motriz (de movimiento), como por ejemplo, asignarle que se encargue de
recoger o repartir material a sus compañeros, etc. Es preciso, por tanto,
como señala Peñafiel, M. y Ramón Gamo, J, (2000: 7): “guiar la activi-
dad hacia vías aceptables y constructivas”. Así, algunas estrategias reco-
gidas por estos autores, en esta dirección serían utilizar “la actividad
como recompensa para premiar la conducta apropiada o una mejora en
la conducta del niño, como por ejemplo al acabar una parte de la tarea,
el maestro podría permitirle hacer un recado, limpiar la pizarra[…];
utilizar respuestas activas que impliquen acción en las clases[…] tales
como dramatizaciones, expresión oral”, etc.
– Secuenciación del aprendizaje, es decir, no cargar al alumno/a con
TDA(H) con innumerables actividades de una materia u otra tanto para
realizar tanto en casa como en el colegio. Para ello, es importante priori-
zar aquellas actividades esenciales (sin recurrir a la realización de tres
actividades o más sobre el mismo aspecto) para contribuir a que su aten-
ción se centre sobre las actividades que son primordiales, evitando así
que se fatiguen y pierdan su interés por la dificultad que le entrañan.
Igualmente, en las situaciones en las que las tareas sean complejas se
tenderá a su simplificación mediante la secuenciación en diferentes partes.
152 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
valezca una actitud positiva que sirva de modelo para los niños/as en su comporta-
miento y desarrollo personal.
Para concluir este apartado, es preciso aclarar que puesto que estos niños/as
en múltiples ocasiones presentan dificultades de aprendizaje, cuyo origen como se-
ñala Green, C. y Chee, K. (1999: 6). “no son provocados por el TDAH, sino asocia-
dos a él […]” “El tratamiento del TDAH no solucionará los trastornos de aprendi-
zaje específicos”, aunque indudablemente ayudarán a que éstos sean solventados
con mayor facilidad.
El ámbito familiar del niño/a con TDA(H) suele encontrarse muy dañado y en
una vorágine de sentimientos contrapuestos dentro de un mundo de incomprensión
que les hace sentirse los dueños y culpables de la educación y comportamiento de su
hijo/a, encontrándose sin rumbo en la enseñanza de éstos/as. Por tanto, la detección
y diagnóstico de lo que le sucede a su hijo/a al tiempo que en ocasiones produce una
efecto aliviador, en otras ocasiones, o con posterioridad, conduce a los padres y
madres de estos niños y niñas a un sendero de negación, peregrinaje de médicos,
para obviar esa realidad que bruscamente les cuesta tanto esfuerzo aceptar, fase que
una vez superada les armará de las herramientas necesarias para hacer frente a la
realidad de su hijo/a, que finalmente valorará (lo cuál no significa que no lo haya
hecho antes).
Por tanto, debido a la necesidad y ayuda que requieren las familias con hi-
jos/as con TDA(H), es preciso dotar a éstos de todo el “arsenal” disponible que les
oriente a ellos previamente sobre cómo educar a sus hijos/as para posteriormente
focalizarlo en la educación de éstos/as. Para ello, se requiere como comenta Orjales
Villar, I. (1999: 163) “tener una información clara sobre qué es el Trastorno por
Déficit de Atención con Hiperactividad” […] y “tener claro que el problema tiene
solución”. Igualmente deberá llevarse a cabo un entrenamiento y formación sobre el
empleo de las técnicas existentes así como sobre la adoptada para su hijo/a desde
otros ámbitos, entre las que ocuparán un lugar irreemplazable el empleo de las nue-
vas tecnologías, que desarrollaré más ampliamente con posterioridad. Por tanto, la
intervención con estos niños y niñas deberá cimentarse en el trabajo comprometido
y cooperativo de las partes estrechamente implicadas en el desarrollo del niño/a para
que mediante una intervención globalizada alcanzar las metas establecidas.
El asesoramiento a los padres y madres de los niños/as con TDA(H), también
debe consistir en informarles sobre los diversos servicios existentes como asociacio-
nes, gabinetes especializados, que les facilite su labor como padres, madres y educa-
dores/as.
De manera sintética, debido a las limitaciones de espacio del presente capítu-
lo (anteriormente señaladas), algunos consejos prácticos para abordar desde el ámbi-
154 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
La terapia individual con los niños/as con TDA(H) constituyen un pilar bási-
co en su desarrollo, en cuyo propósito se deberá llevar a cabo un programa integral
mediante el empleo simultáneo de diferentes técnicas y estrategias cognitivos-con-
ductuales (a pesar de ser expuestas con posterioridad en bloques diferenciados para
clarificar su procedencia), en el que el trabajo globalizado e interdisciplinar de los
diferentes ámbitos en los que se desenvuelve el niño/a ocupen un lugar inquebranta-
ble para la consecución de los fines perseguidos. Por ello, mi pretensión en los apar-
tados venideros es ofrecer a lector y lectora un visión de conjunto sobre las técnicas
más sobresaliente en la intervención con estos niños/as que deberán y podrán abor-
darse desde los diferentes ámbitos en los que se encuentran inmersos estos niños y
niñas.
según se opte por un modo u otro, podrá ser individual o grupal. No obs-
tante, es recomendado en ocasiones que éste se establezca a nivel indivi-
dual para que así, el niño/a con TDA(H) sea consciente de sus logros y
progresiones a lo largo del tiempo. Los premios o refuerzos a intercam-
biar por ‘x’ cantidad de ‘dinero’ podrán oscilar desde objetos altamente
interesantes por el niño/a (como un estuche, agenda, bolígrafo fluores-
cente...) hasta actividades motivantes a realizar por éste/a (ir al cine, sa-
lón de videojuegos...). Para que dicha técnica sea viable y eficaz se re-
quiere de un tiempo previo de estudio y análisis, bien de aquellas conduc-
tas que manifiesta el sujeto y pretendemos eliminar mediante la implanta-
ción de otras incompatibles, o bien de aquellas otras inexistentes en su
repertorio conductual y que resultan deseables. Igualmente, habrá de te-
nerse en consideración dependiendo del ámbito desde el que se aborde
que las partes implicadas estén estrechamente vinculadas mediante acti-
tudes de colaboración que contribuyan a la generalización de las conduc-
tas de un ambiente a otro, pues por el contrario, mientras que se preten-
den afianzar determinadas conductas en un entorno, se pueden ir extin-
guiendo en otro debido a la carencia de reforzadores que la alimenten.
Esto es extremadamente importante, en el caso de que en el ámbito esco-
lar se persigan determinados objetivos conductuales en cuyo alcance, las
familias hayan estado dispuestas a ser la encargadas de ofrecer los pre-
mios y refuerzos a su hijo/a, en cuyo caso deberán cumplir su palabra y
por tanto, previamente han de acordar refuerzos o premios que se encuen-
tren dentro de sus posibilidades. Otro aspecto a señalar, es que los refuer-
zo empleados en el contrato serán diferentes según se aplique en un ámbi-
to u otro indistintamente, es decir, el profesor puede optar que por la
cantidad de cinco puntos obtenidos por trabajar sentado concentrado du-
rante una actividad, el alumno se encargue de borrar la pizarra, repartir
material, etc. mientras que en el ámbito familiar pueden consistir en ver
algunos dibujitos animados que atraigan su interés tras la obtención de
diez puntos fruto de haber trabajado las tareas escolares durante un perio-
do de tiempo determinado.
– Otra alternativa muy valiosa dentro de esta estrategia es la que yo empleo
en el caso de los niños con TDA(H) más pequeños, que consiste en susti-
tuir los puntos o fichas por caritas divertidas. Esta variante la he titulado
“LAS CARITAS DIVERTIDAS DE_” en la que se pueden aglutinar
varias técnicas conductuales como seria el caso del “Coste de respuesta”.
Esta variante es un cuadrante que se caracteriza por englobar los tres
ámbitos en los que interactúa el niño/a y la utilizo para las sesiones de
intervención psicoeducativa. Para que dicha técnica sea fructífera es ne-
cesario, como comentaba en párrafos anteriores, el trabajo interdiscipli-
El horizonte de la intervención psicoeducativa para los niños y niñas... 157
realizar en la última sesión, por ejemplo) o por las familias (ir a patinar, al
campo...). Siempre, opto por emplear reforzadores que nos sean mera-
mente materiales cuyo fin sea únicamente su atesoramiento por parte del
niño/a, sino más bien prefiero que éstos estén orientados a actividades
más naturales que conducirán en un futuro al desvanecimiento progresi-
vo del empleo de premios materiales para mantener determinadas con-
ductas que ya forman parte de su repertorio conductual.
A continuación muestro un ejemplo de lo que sería mi aplicación práctica
de la Economía de Fichas.
PUNTUACIÓN
TOTAL
VIERNES
FECHA:
MUCHAS CARITAS
MIÉRCOLES
LAS CARITAS DIVERTIDAS DE
MARTES
LUNES
= 1 Puntos
= 0 Puntos
COLEGIO
CLASES
APOYO
CASA
DE
El horizonte de la intervención psicoeducativa para los niños y niñas... 159
Page, Multigestor Windows, etc. para que mediante éstos y de acuerdo con las
necesidades de cada caso poner a disposición de estas personas un medio motivan-
te que contribuya a la consecución de las metas fijadas con estos alumnos/as, al
mismo tiempo que se le otorga la posibilidad de desarrollar esas capacidades espe-
ciales de las que hemos hablado a lo largo de este capítulo.
Dentro este apartado me gustaría hacer alusión al trabajo realizado por el
profesor y psicólogo José F. Arjona Arcas (2004), titulado: “Atención e Imagina-
ción”, que fue diseñado para favorecer el desarrollo de las capacidades enunciadas
en el título.
Tal programa se caracteriza por tener una parte teórica destinada, funda-
mentalmente a padres y profesores y una parte práctica destinada al entrenamiento
de las capacidades antes mencionadas.
Este programa multimedia se divide, a efectos de su aplicación y entrena-
miento, entre grandes tres bloques:
I. Atención: el cuál consiste, previo a una breve explicación de cada uno de
los bloques en el que se le narra al niño/a qué significa la atención, imaginación y
tensión/ relajación, en la sucesión de una serie de imágenes en las que debe fijar y
mantener la atención para así poder determinar qué opción es la correcta, que en la
mayoría de las pantallas responde a qué animal, objetos, signos... es diferente.
En este trabajo se aglutinan varias técnicas puesto que se hace uso de re-
forzadores positivos tanto verbales como visuales, para incentivar y motivar al
niño/a en la tarea así como favorecer la construcción de una adecuada autoestima.
En este sentido debo destacar que en los casos en los que los niños y niñas hayan
sufrido una deterioro considerable en su autoestima deberemos crear situaciones
sociales y de trabajo que tengan garantizado el éxito para así contribuir a que estas
experiencias formen parte y ayuden a construir una personalidad fuerte capaz de
mejorar su tolerancia a la frustración.
Del mismo modo, estas actividades están alternadas con otro tipo de activi-
dades, para así evitar que invadan la monotonía y el aburrimiento que consisten en
la presentación de letras, vocales, formas geométricas, que deberán contar y dife-
renciar de acuerdo a atributos de color, forma y cantidad.
Este bloque, conforme se van superando pantallas, va aumentando de com-
plejidad, de manera que en la presentación de las imágenes de cada pantalla debe-
rán prestar especial atención para poder señalar en la siguiente qué imagen de las
expuestas se encontraba en la pantalla anterior. Posteriormente dicha complejidad
estriba en que mediante la presentación de una serie de imágenes deberán focalizar
su atención en ellas para así seleccionar cuál de ellas ha cambiado de color.
II. Imaginación: consiste en la sucesión de imágenes que se atenúan pro-
gresivamente hasta desaparecer, momento en el que deberán cerrar los ojos para
así imaginarlas y sostenerlas en su mente. Una vez finalizado dicho periodo debe-
rán responder a una serie de ítems que consistirán en la exposición de una serie de
El horizonte de la intervención psicoeducativa para los niños y niñas... 167
1. INTRODUCCIÓN
mente no todas estas personas con un gran talento y potencial han sabido o podido
emanar desde sí aquello sumergido en sus más recónditos adentros.
Es aquí el pilar a partir del cual cimentar mis argumentaciones así como la de
aquellos grandes autores que con anterioridad han contribuido de manera sobresa-
liente por mejorar la calidad de vida de estas personas, en múltiples ocasiones frus-
trada por la manifestación de esos síntomas que conducen en los peores de los casos
a desorbitar el rumbo de la vida de las personas, sumiéndolo en un verdadero caos.
El reto de este capitulo es poner a disposición de los lectores y lectoras, no ya
un sin fin de técnicas cognitivas, conductuales, etc., aunque éstas evidentemente
serán mencionadas dentro del capítulo que nos ocupa por su gran valor en la inter-
vención educativa, sino más bien mi rumbo es otro bien distinto que consiste en
ofrecer una visión de la realidad del TDAH desde una perspectiva más integradora y
positiva que la instalada en nuestros pensamientos y preconcepciones, puesto que
han sido escasos o inexistentes estas nuevas “gafas” con las que enfocar una realidad
más nítida de lo que a simple vista pueda parecer. Con esta afirmación no hago otra
cosa que juzgarme a mí misma como inocente o ignorante de aquellas otras peculia-
ridades y características especiales que poseen estas personas y que son dignas de
conocer, inexistentes en los numerosos libros y apuntes que año tras año me hicieron
leer y estudiar durante mis años de Universidad. En este sentido me gustaría hacer
una excepción y una alusión al interrogante lanzado por Guerrero López, J.F. (2005),
en el que se cuestionaba la posibilidad de la hiperactividad como algo intrínseca-
mente negativo, descrita como si de un retrato robot se tratase. Por este motivo, me
gustaría invitarles a que compartan conmigo los modestos descubrimientos que hallé
fruto del trabajo de numerosas personas que como yo en su día, como dijo García
Crespillo, C. (2005), “pecaron de aprendiz”.
Los niño/as con TDAH en sus distintas modalidades son personas que pasan
los años de su escolaridad con mucha dificultad debido a los grandes obstáculos que
les va imponiendo los síntomas del TDA(H), los cuales van contribuyendo que a lo
largo de esta etapa tan difícil e importante en la vida vayan acumulando sobre sus
espaldas numerosas y pesadas etiquetas peyorativas que les resultarán arduo sobre-
llevar y les acompañarán al igual que sus síntomas, toda su existencia.
De este modo, estas personas, si durante el periodo escolar no son atendidos
por un buen especialista que les oriente y sepa dar respuesta a las necesidades educa-
tivas que presentan, entre la que se podría decir que se encuentra como la más rele-
vante el dar nombre a aquello que les hace ser y sentir “diferentes” al resto, estarán
abocados al fracaso en todos los terrenos de su vida.
Comprender el TDA(H), un sendero hacia el futuro. 171
Destaco que dar nombre a lo que les ocurre es la mayor necesidad que pre-
sentan, puesto que en la mayoría de los casos estas personas son tachadas, sobre
todo en la etapa escolar, de vagas, perezosas, tontas, testarudas, malos/as, soñado-
ras, desobedientes, discordantes... y viven el resto de su vida desconociendo que
su dificultad para atender y dar respuesta a las exigencias recibidas del entorno se
deben a algo que se les escapa de su verdadero propósito por estar dentro del canon
establecido como conductas aceptadas socialmente. Como afirmó Hallowell, E.
(2001: 294) “El diagnóstico tiene un efecto liberador” y por tanto constituye el
inicio del tratamiento en sí, pues como enfatiza este autor “la lúcida explicación
de la causa del problema hace que los muros levantados durante años de incom-
prensiones se desmoronen”.
Además, la trayectoria de los niños/as hiperactivos se suele caracterizar
como señala Orjales Villar, I. (1999: 25), por mantener un alto porcentaje de pro-
blemas de conducta, observándose “un mayor número de niños con un historial de
fracasos y expulsiones escolares”.
Por todo ello, se hace imprescindible detectar cuanto antes los síntomas del
TDA(H) y acudir al especialista para que así mediante un diagnóstico temprano
proseguir con una intervención educativa de calidad que ayude a paliar los síntomas
y reorientar la vida de estas personas por el sendero más adecuado que les guíe hacia
el éxito sentimental, académico, personal... Pues como enfatiza Orjales Villar, I
(1999: 26) en su obra: “con una detección temprana y una intervención eficaz, la
problemática del niño hiperactivo resulta relativamente controlable”. En dicha de-
tección e intervención temprana juegan un papel primordial las familias y los docen-
tes que de manera directa intervienen con estos niño/as en el ámbito escolar y fami-
liar. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos con el diagnóstico, pues como señala
Green, C. y Chee, K. (1999: 5) “algunos niños de preescolar son etiquetados inco-
rrectamente como ‘hiperactivos’”. Y, “de hecho no tienen ningún problema aparte
del ‘ajetreo’ y falta de sentido común propia de su corta edad”.
Por tanto, para no cometer el error de catalogar inapropiadamente y tan pre-
maturamente, debemos no preocuparnos excesivamente y demandar con extrema-
da urgencia un diagnóstico ante signos aparentemente de alerta, propios de esta
agitada etapa vital. Con esto lo que quiero significar es que tampoco debemos
obsesionarnos ante evidencias aún no encontradas, que nos alarmarán y preocupa-
rán innecesariamente. Simplemente debemos estar alertas ante determinados sig-
nos, que nos orienten en caso necesario a actuar con prontitud.
Me gustaría reflexionar sobre el papel que juega el/la docente dentro del
entramado que supone el día a día en las aulas, ya que, es esencial que éste/a
172 Creatividad, ingenio e hiperconcentración: las ventajas de ser hiperactivo (TDAH)
En este sentido para evitar estas situaciones, diseñar actividades con valor
educativo debe ser el propósito de todo docente implicado y comprometido con
una auténtica educación, pues como indica Gertrúdix, S. (1986: 22) “La enseñan-
za programada es el instrumento que utiliza el sistema educativo para provocar la
selección”.
Esto deja a un lado lo realmente relevante como es la labor de educar en sí,
concepto que ha quedado cubierto por la carga de intereses políticos, económi-
cos... y otros que escapan de nuestra imaginación.
Por todo ello, a través de este capítulo pretendo acercarme a esta realidad,
tal vez para muchos utópica, siendo capaces de desarrollar en nosotros mismos la
capacidad, conciencia y pensamiento crítico que nos conduzca a SER verdaderos
directores y guionistas de esta “película” desarrollada en contexto de “aula” en el
que los protagonistas serán los alumnos y alumnas.
En este sentido me gustaría tomar prestadas algunas palabras del profesor
Miguel Ángel Santos Guerra (1999: 241) que hicieron eco en mi formación como
maestra, cuando me preparaba para este futuro incierto y tan anhelado. Sus pala-
bras relatan lo siguiente:
“Así ven que los límites de Utopía son un cerco llamado realidad,
Y nosotros podremos saber
Que esta práctica nuestra
Tiene un lejano horizonte.
No podemos decir
que lo revolucionario sea utópico.
Lo que sucede, más bien, es que lo utópico resulta revolucionario”.
entramado tanto el docente como el alumnado suelen ser las víctimas de un siste-
ma que los conduce a la sumisión y nulidad en el desarrollo de nuevas e innovado-
ras aspiraciones, asumiendo un papel pasivo dentro de él. Se ha recorrido una gran
trayecto pero aún queda mucho por recorrer en el alcance de este nuevo horizonte
que se atisba ante nuestros ojos.
En consecuencia, este tipo de práctica docente conduce al alumnado a mani-
festar en la peor de las ocasiones el tipo de conductas antes mencionada que pue-
den inducir a confusión el diagnóstico.
No obstante, para aquellos niños y niñas que indudablemente tienen dicho
trastorno es crucial efectuar una detección precoz que derive en un diagnóstico
inicial, […] “en aras a evitar el daño en la autoestima que normalmente se produ-
ce cuando esos niños son incomprendidos o bien calificados de perezosos, rebel-
des, raros o malos” (Hallowell, E., 2001: 73). Pues siguiendo a este autor el cual
ilustra que “sin el diagnóstico del TDA la vida del niño/a, y la de sus familiares,
estará llena de conflictos innecesarios, acusaciones, culpas, recriminaciones,
rendimiento por debajo de las propias posibilidades y tristeza”.
Así, pues, cuanto antes se efectúe el diagnóstico antes “morirá” ese sufri-
miento inútil al que se encuentran sometidos debido al desconocimiento, de las
causas que originan las dificultades características del TDA(H).
Además, hay que ser especialmente despiertos y perspicaces a la hora de
detectar aquellos casos que pasan totalmente desapercibidos, puesto como es bien
sabido este trastorno tiene distintas modalidades de manifestación en los niño/as
afectados/as de acuerdo con los síntomas, que en algunos casos consisten en el
excesivo despliegue de energía, y en otros casos por el contrario se caracterizan
por una escasa e inapreciable actividad (hipoactividad). En este sentido, se trata a
menudo del niño o mas bien niña, que es sumergido en su mundo de fantasías y
ensueños donde dar rienda suelta a lo albergado en su imaginación. Así, es usual
verlos/as mirando apasionados más allá de la “ventana” inmersos en las “nubes”
de ilusiones que su imaginación suele frecuentar casi de manera inconsciente. Por
este motivo, es frecuente que en el caso de los niños/as que padecen este tipo de
TDA pasen desapercibidos atribuyendo que su comportamiento se debe a su modo
de ser, tal vez tímido, introvertido... por cuyo motivo quedan sumidos en un olvido
inintencionado, no pudiendo beneficiarse de las ventajas que suponen una adecua-
da intervención psicoeducativa.
tribuir que desarrollen al máximo su potencial, puesto que como comenté anterior-
mente estas personas poseen una originalidad que les hace ser diferentes, la cual
en mi trabajo con estos niños y niñas entraña profunda gratitud y aprecio.
Edward M. Hallowell (2001) en su libro “TDA: controlando la hiperactivi-
dad” enfatiza que estas personas poseen, entre otras, las características citadas a
continuación, las cuales ha sido extraídas de su libro, que es sin duda alguna una
obra maestra escrita por este autor junto con su colaborador y amigo John Ratey.
Otorgo especial alusión a este trabajo, puesto que ambos autores padecen TDA y
han sabido ofrecer una graduación adecuada a las lentes con las que saber ver el
TDAH, en sus diferentes modalidades.
Las características sobresalientes que en mayor o menor medida se mani-
fiestan en estas personas son (Hallowell, E. 2001):
– Energía, valor y resistencia.
– Intuición.
– Creatividad.
– Entusiasmo.
– Espíritu aventurero.
– Carácter generoso, encantador y empático.
– Talento intelectual oculto.
– Hiperconcentración.
A estas características yo le añadiría entre otras una serie de “virtudes” o
aspectos positivos que complementan las dimensiones anteriores:
– Talentos especiales para la música, el arte, los deportes...
– Un sentido del humor perspicaz e irónico.
– Una lucidez y madurez inusitada que se deja ver en momentos inespera-
dos durante el desempeño de la tarea.
– Una observación analítica de la realidad y detalles que en ocasiones, se
escapan a nuestros propios ojos...
– Un buen sentido lógico y de la responsabilidad, que en múltiples oca-
siones les hace sentirse dueños de situaciones que se escapan de su
buen intencionado propósito de hacer las cosas, lo cuál con el tiempo
contribuye al deterioro de su autoestima si no se interviene con pronti-
tud...
Podría permanecer así, durante mucho tiempo, es decir, intentado dar nom-
bre a aquello que múltiples ocasiones me ha dejado fascinada en la intervención
con estos niños y niñas. Cada caso es individual e irreemplazable, pero todos y
cada uno de ellos/as consiguen aportarte muchos valores y estrategias con las que
ir forjando el trabajo desempeñado con ellos/as. En este sentido me gustaría com-
partir con la lectora o lector una pequeña anécdota que aconteció mientras interve-
nía psicoeducativamente con una niña de ocho años de edad con TDA(H) por si
sirve para clarificar lo expresado en párrafos anteriores:
Comprender el TDA(H), un sendero hacia el futuro. 177
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