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Remus Marius, es un guerrero que lucha contra los

demonios, creció sabiendo que tenía el amor y el apoyo de su


familia. Eso definió quien era. Descubrió a su compañero, Noah,
en una misión en la que tenían que rescatar a varios vampiros que
habían sido secuestrados, se da cuenta que tiene que utilizar todo
lo que ha aprendido mientras crecía para convencer a Noah que
vale la pena el amor que Remus le quiere dar.

Noah Dragos siempre supo que era una gran decepción para
su familia. No era un guerrero como su padre y sus hermanos. No
era ni siquiera un buen vampiro. Escondido e ignorado por su
familia, aprendió a no confiar en nadie. Cuando es secuestrado por
los demonios, sabe que no le importará a nadie.

Rescatado por Remus y acoplado con él, Noah tiene que


decidir, si está dispuesto a arrastrar a su compañero al infierno en
el que ha vivido durante toda su vida.
Para Kevin: Eres un dolor en el culo y el hombre más
irritante que he conocido, pero eres mi distracción favorita del
mundo real.
Gracias por tu atención cuando necesito dar rienda
suelta, por aconsejarme cuando he preguntado y por hacerme
reír la mayoría del tiempo.
Remus Marius podía sentir que su fuerza disminuía más y
más a cada minuto. Estaba de caza junto con otros dos
guerreros, y a pesar que no había sido una larga persecución, no
habían parado.

Finalmente estaban acercándose a los demonios que


seguían secuestrando vampiros. En esta ocasión los malditos
habían sido inteligentes, no habían dejado ningún rastro que los
guerreros pudieran seguir.

Los demonios una vez habían sido vampiros, que


decidieron no alimentarse con plasma. Querían el poder, el
poder de matar. Los vampiros siempre habían vivido con un
estricto código de no dañar a los humanos y ocultarles toda
evidencia de su existencia. Durante las últimas décadas, con
bancos de sangre por todas partes, la mayoría de los vampiros
ni siquiera la bebían directamente de los humanos excepto en
situaciones de emergencia.

Los guerreros sabían que solo era cuestión de tiempo antes


de que algún demonio se equivocara, y el momento había
llegado. Esperaron hasta que cayera la noche y salieran los
demonios, manteniéndose cuidadosamente ocultos. Una vez
que éstos, estuvieron lo suficientemente lejos, los tres guerreros
fueron a rescatar a los rehenes.

—¿Soy yo, o hace especialmente frío aquí? —preguntó


Caleb.
Era un amigo de la familia Marius, el más cercano a su
hermano mayor Micah, que se había acoplado recientemente,
por lo que últimamente tendía a saltarse la mayoría de las
misiones, prefiriendo la compañía de su compañero.

—Sí, lo hace. —Respondió Remus—. ¿Le preocupa a


alguien más?

—No me hace feliz, pero no te preocupes, hermanito. Te


mantendré a salvo. —Le dijo Victor, que era mayor a su
hermano Remus.

Remus giró sus ojos mientras seguían andando. Tenía más


de trescientos años y sus hermanos lo trataban aún como a un
niño pequeño.

—Recuerdo un par de veces en las que Remus ha salvado


tu culo, Victor. —Se rio Caleb.

—Hey, alguien tenía que hacer algo para que el chico se


sintiera mejor consigo mismo. —Replicó Victor.

—¿Habéis terminado? Podemos reírnos después de que el


trabajo esté hecho. —Dijo Remus mientras aceleraba el paso, en
realidad no le importaba si ellos lo seguían. En este momento
otro de sus guerreros estaba en la parte superior esperando con
una camioneta para poder transportar a los rehenes. Se detuvo
cuando la cueva se abrió a una habitación. Había por lo menos
doce vampiros allí.

—¡Que me jodan! —exclamó Victor que iba detrás—. Está


bien. Debemos movernos rápido, pero tratar de no hacerles más
daño del necesario.

Remus sujetó al primer superviviente y se dirigió hacia la


entrada de la cueva en el acantilado, por la que habían entrado.
Después de colocarle el arnés lo aseguró a la cuerda que habían
tirado para poder subir a los rehenes hasta la cima del
acantilado, Remus llamó al guerrero de la furgoneta.

Caleb y Victor siempre le habían dicho que era demasiado


cauteloso, pero de nuevo había estado acertado al calcular que
necesitaban una furgoneta extra. No había manera que
pudieran ir doce vampiros heridos y cinco guerreros en una sola
furgoneta. Remus sabía que nadie le iba a reconocer que había
tenido razón, pero al menos el equipo fue capaz de salvar a
todos los rehenes.

Cuando regresaba a recoger a otro superviviente, Remus


pasó a Caleb y a Victor. Su hermano tenía una expresión tan
sombría como la suya. Estos vampiros estaban en un estado
lamentable. Era obvio que habían sido torturados. La mayoría
ni siquiera permanecían conscientes, y todos parecían
demasiado débiles para moverse por su cuenta.

Este era el tipo de cosas que hacía que Remus saliera por
las noches, no por lo intenso que era ser un guerrero, o matar
demonios. Eran por los inocentes que quedaban atrapados en el
fuego cruzado. Eso le recordaba que luchaban para mantener a
su gente a salvo.

También trabajar mantenía su paciencia a raya con su loca


familia. Podían ser unos chiflados y entrometidos cuando
querían, pero al menos estaban vivos y Remus podía ir a casa
con ellos, a casa de sus padres.

Desmond y Elena Marius tenían siete hijos. Victor, Stefan,


Gabriel, Micah, Virgil, Remus y Damian. Marius era un nombre
que todos los vampiros conocían. Eran casi como si fueran la
Realeza en su mundo. Su padre se retiró de la lucha cientos de
años atrás y tenía un asiento en el Consejo Superior. Teniendo
en cuenta la longevidad de los vampiros, Desmond podría estar
en ese puesto durante un tiempo muy, muy largo.
Por supuesto los vampiros podían morir. Pero no de la
forma que la mayoría de las leyendas decían. El ajo no les hacía
nada, las cruces tampoco, la plata no era lo más importante, y
podían estar a la luz del sol.

Por supuesto no era su pasatiempo favorito, porque eran


bastante sensibles a ella, pero desde luego, no estallaban en
llamas.

Los vampiros tenían dones, eran más fuertes y más


rápidos, para empezar podían soportar más que los seres
humanos. Sin embargo, a todos los vampiros se les dio un
regalo adicional. El de Remus era la habilidad de hablar con los
animales, podía hablar con ellos y entenderlos, no importaba de
qué especie fuera. No era lo más útil en situaciones de combate
pero si los guerreros necesitaban una distracción, Remus era su
tipo.

Cuando sujetó al último superviviente, empezó a escalar el


acantilado. Se suponía que debía ir en la primera furgoneta y
empezar a moverse mientras su hermano colocaba los
explosivos, que iban a dejarles como presente a los demonios.
Caleb había ido a por el último vampiro y ya estaba arriba,
estaban enrollando las cuerdas de los arneses para que los
demonios no sospecharan que nadie había estado allí.

Posiblemente los demonios podrían olerlos, pero con el


hedor a descomposición y muerte de aquella cueva sería difícil
que notaran algo más, aparte de la esencia de los doce vampiros
que habían rescatado. Cuando saltó al asiento de copiloto se
pusieron en marcha. Miró por encima del hombro a la parte
trasera. Habían quitado los asientos sabiendo que podían
perjudicar a los supervivientes más que ayudarlos.

Le echó un vistazo al guerrero que estaba conduciendo y


por su vida que no se acordaba de su nombre. Bueno, no parecía
muy hablador de todos modos. Remus se encogió de hombros y
se acomodó en su asiento, esperaba poder dormir un poco en el
viaje de regreso a casa.

Se despertó a pocos kilómetros del complejo de los


guerreros. Se había sentido mal por no ayudar a conducir, pero
no había dormido más que unas horas, y el conductor no había
estado de caza. Mientras que él acababa de ayudar con el rescate
y entrega de los rehenes.

Cuando se abrieron las puertas del complejo, Remus


comprobó la carga de nuevo. Los supervivientes estaban fuera
de combate.

Debían sentir mucho dolor, pensó, abrumado por la


tristeza.

La mayoría apenas tenía ropa, y la que tenían estaba


destrozada, y completamente empapada en sangre. Tenían unas
pocas mantas que les habían dado. Remus quiso patearse por no
tener nada más disponible.

Había varias personas de pie en la puerta principal cuando


la furgoneta frenó. Tan pronto como se detuvo, saltó y se dirigió
hacia Riley, el compañero de su hermano Micah y el mejor
médico que había. Por si fuera poco, el don de éste era la
sanación.

—Hey, hemos encontrado doce supervivientes, todos en


bastante mal estado. —Remus se lo decía mientras abría la
puerta trasera de la furgoneta.

—¡Joder! —Dijo Riley. Mirando por encima a los seis


vampiros medio muertos—. ¿Quedan seis más?
Remus asintió mirándolo con la esperanza de que pudiera
salvarlos.

—¿Qué necesitas de mí? —preguntó.

—Llama por teléfono a tu padre. Necesitaran sangre,


mucha sangre, sangre fuerte. La sangre humana no será
suficiente para salvarlos a todos. Necesito ayuda para conseguir
provisiones y vampiros donantes de sangre. —explicó Riley y se
volvió ladrando órdenes a la gente para que lo ayudara.

El guerrero sacó su teléfono móvil y llamó a su padre.

—Remus, ¿estás bien? —dijo Desmond Marius cuando


respondió al teléfono.

—Sí. Papá, estoy bien. Hemos encontrado doce


supervivientes que tenían los demonios. Riley me pidió que te
llamara. Necesita ayuda. Necesita donantes de sangre. No
podrán sobrevivir solo con sangre humana. También dijo que
necesita más provisiones ¿Puedes coger la bolsa de suministros
médicos que Riley tiene en casa y traerla?

—Por supuesto hijo, inmediatamente. —Respondió su


padre—. Llamaré a las familias de vampiros de la localidad y les
haré saber la situación. También informaré al consejo para que
envíen tantos guerreros al complejo como les sea posible.

—Gracias, papá.

—Tranquilo hijo. Te veré pronto. —Dijo Desmond


colgando.

Remus siguió a una de las camillas donde iba uno de los


seis supervivientes de la furgoneta. Sabía que tenían que llegar
rápidamente a las camas y prepararse para los otros seis que
estaban en camino.
—La ayuda está llegando. —Le dijo Remus a Riley,
mientras caminaba por el mini hospital que había sido
construido en la casa principal del complejo de los guerreros.

—Bien. Por ahora los dejaremos aquí, en las camas.


Alguien está colocando más camas para que puedan
permanecer todos juntos. —Dijo Riley frotando una mano por
su cara—. Están llevando las camillas para esperar a los demás.
Por ahora, puedes ir despojándolos de las ropas y limpiándolos
lo mejor posible. Eso me ayudaría. Necesito ver sus heridas, así
sabré a quien ayudar primero.

—Dalo por hecho. —Dijo Remus antes de salir y volver a la


gran sala que Riley utilizaba para cirugías y casos de trauma.
Corrió hacia el armario de la ropa y agarró un par de bolsas de
vendas y paños limpios. Volviendo a la sala principal, empezó a
llenar con agua caliente cualquier recipiente que pudiera
encontrar.

Corrió por todas partes y volvió con todas las mesitas


auxiliares con ruedas que pudo encontrar y las cargó con los
recipientes de agua, las vendas y los paños. Llevó una de ellas
hacia el paciente más cercano, Remus le rasgó la ropa con
cuidado con una de sus garras, quitando los pedazos de tela
hechos jirones y lanzándolos a la mesa.

Era cuidadoso, pero rápido, limpiando al paciente. Cuando


terminó, apartó la mesa con la ropa y el agua sucia, agarró otra
mesa con material limpio y repitió el proceso. Vio a los
guerreros ir llegando a la habitación, encontrándose con Riley y
siguiendo sus órdenes.

A unos cuantos los puso a trabajar haciendo lo mismo que


Remus. Algunos vampiros, a los que Riley había entrenado
como paramédicos comenzaron a conectar las intravenosas y las
bolsas de sangre a los pacientes. Otros llevaban camas,
almohadas y ropa de cama, poniéndose a hacerlas. Después de
haber limpiado a su tercer paciente, Remus rodó una de las
mesitas hasta el fondo, metió los paños empapados en una bolsa
y se la entregó a otro guerrero que hacía el mismo trabajo que
él.

Entonces enjuagó los contenedores, los llenó con agua


limpia y los puso en las mesitas con ruedas, acercándolas a las
camillas que no estarían vacías por mucho tiempo. Corrió para
coger más paños y toallas limpias y chocó con su madre, Elena.

—Oh, Remus, estoy tan contenta que estés a salvo —dijo


ella abrazándolo—. ¿Es realmente tan malo como me dijo tu
padre?

—Me temo que es probablemente mucho peor. No fui


capaz de contárselo todo a papá. Por el momento, Riley me ha
mandado quitarles la ropa sucia y limpiarlos lo mejor que pueda
para así poder ver la extensión de las lesiones. Iba a por más
toallas limpias cuando te vi —le explicó Remus mientras
abrazaba a su madre de nuevo.

—Bueno, entonces necesitamos cogerlas. —Dijo su madre,


convirtiéndose en la fuerte mamá que cuida de sus cachorros.
Su madre se tomaba la ayuda a la raza muy en serio, creyendo
que todos los vampiros eran hermanos y hermanas a su manera.
Agarró todas las bolsas que pudo llevar, mientras que Remus
recogía vendas, gasas, esparadrapo y otras cosas.

—Elena, perfecto —dijo Riley al entrar en la habitación—.


Vas a darles el sedante a los pacientes conscientes. —Le explicó
a su madre la dosis y la forma de darlo, y donde anotarlo en la
tablilla médica. Remus regresó al cuarto de lencería y comprobó
sus provisiones.

Después de poner las últimas toallas y el resto de la ropa


sucia en las bolsas Remus fue a tirarlas. Por encima de todo no
necesitaban una sala desordenada. Cuando tiró la última bolsa,
vio llegar a los siguientes pacientes.

Durante las siguientes horas se produjo un caos continuo


¿Cómo conseguía su cuñado tenerlo todo perfecto? no tenía ni
idea. Él y otro médico vampiro comenzaron a extraer sangre de
la multitud de donantes que habían aparecido.

Extrajeron dos bolsas de sangre de cada vampiro, que


equivalían como a tres bolsas de la humana. Remus estaba
comenzando a preocuparse por el suministro de sangre
humana, mientras caminaba por el pasillo para llevarle a Riley
la sangre que acababa de extraer.

Mientras lo estaba pensando vio a Micah caminar hacia él


empujando una gran unidad de sangre de los bancos propiedad
de los vampiros. Cuando Remus entró en la sala de trauma para
darle a su cuñado las bolsas de sangre vampírica un aroma
dulce le golpeó la nariz, lo confundió por un momento, pero
todo lo demás pareció desvanecerse mientras seguía ese olor.

Lo siguiente que supo, era que estaba de pie junto a la


cama del hombre más hermoso que jamás hubiera visto. «Mi
compañero» pensó Remus para sí mismo, mientras miraba al
hombre. Tenía el pelo rubio claro, todavía cubierto de sangre.
Estaba inconsciente, por lo que no podía verle los ojos, pero era
diminuto. Probablemente no sería de más de un metro setenta
de alto y unos cuarenta y cinco kilos de peso. No era más que
piel y huesos después de todo lo que había pasado.

Remus comenzó a sentir las lágrimas ardiendo en sus ojos


por su compañero.

«Dios mío, lo que debía haber pasado».

En un instante, estuvo al lado de Riley, interrumpiendo lo


que estaba haciendo y lo arrastró de vuelta a su compañero.
—Remus, Remus, ¿qué estás haciendo? —Le preguntó
Riley tratando de luchar contra el agarre del hombre.

—¿Cómo está de mal este hombre? —preguntó cuando


llegaron de regreso a la cama de su compañero.

—No sé Remus. No he tenido la oportunidad de verlo


todavía —contestó Riley totalmente confundido.

—Revísalo. ¡Cúralo ahora! —dijo empujándolo.

—Remus. —Oyó gritar a Micah—. ¿Qué estás haciendo? No


te atrevas a tratar a mi compañero de esa manera.

—Hermano, lo siento. Nunca le haría daño a Riley. —Dijo


Remus dirigiéndose a Micah, con su rostro cubierto de lágrimas.

—¡Remus! ¿Qué está mal hijo? —preguntó Elena.

—Es mi… está tan lastimado —dijo comenzando a sollozar


contra el pequeño cuerpo de su madre.

—Tiene que ser el compañero de Remus —oyó que le decía


Micah. No pudo encontrar su voz para hablar, se limitó a asentir
contra el hombro de su madre—. Riley lo ayudará. Estará bien
mi amor. —Dijo pasando la mano por su espalda a pesar de que
era treinta centímetros más alto que ella.

—Siento haberte gritado —le dijo Micah suavemente


envolviendo un brazo a su alrededor—. No lo sabía.

—No le hice daño a Riley, ¿verdad? —preguntó Remus


alzando la cabeza.

—No, por supuesto que no. Solo estaba protegiendo a mi


compañero —respondió Micah.
—Por supuesto. No fue mi intención asustarlo, no podía…
necesitaba que Riley me dijera… —Trató de explicarlo pero las
palabras no le salían.

—Lo sé, hermano, lo sé. —Micah lo calmaba acariciando su


cabeza.

A veces mirar a Micah era como mirarse en un espejo.


Todos los hermanos Marius tenían la altura y complexión de los
guerreros, pero ellos tenían la firma Marius, el pelo castaño y
los ojos verdes. Era solo tres centímetros más bajo que su
hermano, pero tenían el mismo peso. Eso hacía que pareciese
más musculoso.

Remus se separó de su abrazo y fue a pararse al lado de su


compañero, observando como Riley lo examinaba. Sabía que
tenía que ser malo cuando éste entró en acción. Le introdujo un
tubo por la garganta a su compañero, y pegó algo a la mitad de
sus costillas, en el costado derecho. Vio cómo le hacía un par de
cosas más que no comprendía, estaba consiguiendo que se
preocupase más y más.

—Micah. —Dijo Riley dirigiéndose a su hermano—. Te


necesito. Vas a empezar a beber grandes cantidades de sangre,
cariño.

—Por supuesto. —Dijo tomando unas cuantas bolsas de


sangre humana y abriéndolas. Remus sabía que el don de la
curación de Riley se llevaba gran parte de su fuerza. Debido a
que eran compañeros, beber la sangre de su compañero lo
ayudaría aún más. Así que, cuando Micah se sentó y lo puso en
su regazo para que bebiera de él, escuchó que otra gente se
acercaba a ellos.

—¿Noah? —Dijo Isaac Dragos, acercándose a la cama—.


Dillon, ¿sabías que Noah se había perdido?
—¿Es tu hermano y no sabías que lo tenían los demonios?
—preguntó Remus, en parte sorprendido, en parte rabioso
porque la familia de su compañero fueran tan gilipollas.

—No. Padre dijo que estaba en un viaje de estudios. —Dijo


Dillon mientras se acercaba—. Sí, es Noah. Será mejor que llame
a padre.

Dillon salió de la habitación, dejando a Remus, su madre,


e Isaac de pie mirando la cama de Noah.

—No va a ser feliz con este tratamiento médico y estás


máquinas. —Dijo Isaac pasándose la mano por la cara.

—¿Quién Noah? —Dijo Remus, sin apartar los ojos de su


compañero.

—No. Mi padre —suspiró Isaac—. Es de la vieja escuela,


opina que si no puedes sobrevivir por ti mismo, no mereces
vivir. Es un punto retorcido del Darwinismo. Va a venir y hará
que al doctor le quite todo esto y no dejará que nadie lo ayude.

—No, no lo hará —dijo Remus firmemente—. Soy su


compañero. Eso neutraliza la autoridad de tu padre como
cabeza de familia.

—Mi hermano no es marica. —Susurró Isaac.

—Llámalo lo que sea —se mofó Remus—. Eso significa que


tu hermano está bajo mi cuidado.

—No estáis acoplados todavía.

—No importa.

—Sí, lo hace —gritó Isaac—. Incluso si lo que dices es


cierto, Noah, nunca se acoplaría a un hombre.
—Llevar esto fuera, los dos. —Dijo Riley terminando de
beber de Micah—. Tengo bastante caos aquí. No necesito esto.

Isaac salió de la sala de trauma, Remus lo siguió. Se dio


cuenta que su madre y su hermano Micah, iban detrás.

—Dillon —llamó Isaac—. Ayúdame con esta mierda. Este


maricón dice que es el compañero de Noah.

—¿Noah es gay? —preguntó Dillon.

—¡Mi hijo no es un “fresita”! —Disparó Abraham Dragos,


llegando hasta el grupo junto con su padre, Desmond Marius.

—Deja de llamarlo eso —gruñó Remus—. Es mi


compañero.

—Mentiroso. —Disparó de nuevo el hombre mayor.

—No le hables a mi hijo de esa manera, Abraham —dijo su


padre uniéndosele.

—¡Basta! —Rugió Riley saliendo al pasillo—. Tengo apenas


doce miembros vivos de nuestra raza. Soy el único médico aquí,
este es mi hospital y ya está bien.

—Soy el padre de Noah. No lo toques, sanador —respondió


Abraham—. Ya es bastante malo que nuestra raza sienta que se
necesitan sanadores, mucho menos uno maricón.

—Ten cuidado, Abraham —gruñó Micah.

—Remus, ¿estás acoplado con Noah? —preguntó su padre.

—No, papá, me acabo de enterar —respondió—. Noah


entró inconsciente.

—Entonces, como cabeza de familia —dijo Abraham


sonriendo—. Digo que se va.
—Por lo general, sí. —Replicó Riley—. Todo el mundo giró
su cara hacia él. —Nos regimos por la ley humana, ¿verdad?

—Sí, pero eso no tiene nada que ver con esto —dijo
Abraham disgustado.

—En este caso, sí. Lo hace. —Respondió Riley—. Soy


doctor, un médico vampiro, pero también tengo licencia como
médico humano. Tengo reglas que debo seguir. Noah no ha
firmado ningún formulario de consentimiento para que alguien
tome decisiones médicas por él. Hasta que esté despierto para
tomar sus propias decisiones, yo, como su médico soy quien
tomo esas decisiones basándome en mi juicio. Esas son las leyes
a las que me someto por mi juramento. Si tiene algún problema
conmigo siguiendo las leyes humanas, llévelo ante el Consejo.

Remus podía haber besado a Riley entonces, pero no era el


momento. Además de que no creía que a Micah, le fuera a hacer
gracia ver a otro hombre besando a su compañero.

—¡Esto es un ultraje! —bramó Abraham.

—Esa es tu opinión, Abraham —dijo su padre sonriendo—.


Pero lo que dice el doctor Johnson es cierto. Sigue adelante y
trata a tu paciente, doctor. Me quedaré aquí manejando esto, y
me ocuparé de que no te molesten.

Riley asintió hacia Desmond, luego a Micah y a él y regresó


a la sala de trauma. Remus se dio cuenta que sus hermanos,
Victor, Gabriel, Virgil, Damian y Stefan estaban a su alrededor.

—Si no vas a ser de ayuda Isaac, sugiero que te vayas. —


Dijo Victor—. Noah y Remus se acoplaran cuando despierte.
Podrás hablar con él entonces, hasta ese momento, tenemos que
ayudar a mantenerlo con vida.

Isaac abrió la boca para decir algo, luego la cerró. Hizo un


gesto hacia su hermano pero Dillon se mantuvo firme
sacudiendo la cabeza, Isaac se puso rojo de ira y fue hasta donde
estaba parado Abraham.

Abraham y Desmond estaban discutiendo en el pasillo.


Cuando vieron que Isaac se unía, Virgil y Gabriel fueron con su
padre.

—Quiero quedarme a ayudar —dijo Dillon—. El doctor


Johnson me ha dado clases médicas, me ha estado enseñando.
Puedo ser de utilidad.

—Eso depende de Riley —respondió Remus encogiéndose


de hombros—. Pero no veo por qué no va a querer tu ayuda.

—Me disculpo por mi familia —dijo Dillon con un


suspiro—. Felicidades por encontrar a tu compañero, Remus, mi
hermano Noah es un buen hombre. Harás bien en alejarlo de mi
padre e Isaac.

Comprendía lo que estaba diciendo Dillon. Agradeció al


hombre que se lo dijera a la cara. Le dio una palmadita en el
hombro cuando volvió a la sala de trauma. Todos lo siguieron
volviendo a lo que estaban haciendo.

Mientras que todo lo que Remus quería era sentarse al


lado de Noah, sabía que podía ser de ayuda en otras partes.
También pensó en que cuanta más gente ayudara más tiempo
tendría Riley con su compañero. Notó que su madre y sus
hermanos comprobaban a Noah con la misma frecuencia que él
mismo. Su familia protegería a su compañero, del mismo modo
que lo hacía él.
Noah despertó y se dio cuenta que no estaba en la cueva
¿Dónde demonios estaba? Trató de sentarse para mirar
alrededor pero comenzó a asfixiarse. Sintió como el pánico
inundaba su cuerpo cuando se dio cuenta que había algo en su
garganta.

—Riley, está despierto —oyó que alguien gritaba. Asumió


que se referían a él.

Un vampiro con bata de laboratorio llegó dentro de su


campo de visión. El hombre era más o menos de su tamaño,
bien, de su tamaño antes de estar muerto de hambre y sed
durante semanas.

—Noah, soy el Doctor Johnson —dijo el hombre tomando


su mano, con la que estaba tratando de quitarse lo que tenía en
la garganta—. Debes dejarlo. Sé que es incómodo y sientes como
si te estuvieras ahogando, pero no es así. Solo relájate y respira
normalmente. Si me entiendes parpadea dos veces, no intentes
hablar.

Parpadeó dos veces, tratando de relajarse. Se dio cuenta


que el médico tenía razón. Tan pronto como se calmó, la
sensación de ahogo desapareció, lo seguía molestando pero
podía volver a respirar.

—Los guerreros te encontraron en la cueva donde estabas


retenido —continuó el Doctor Johnson—. Ahora estás a salvo,
¿de acuerdo? Uno de tus pulmones estaba colapsado y tenías un
traumatismo en la garganta y el esófago. Dejo el tubo para
ayudarte con la curación. Deberíamos poder quitártelo en un
par de horas. Voy a estar en cirugía durante un tiempo, pero
volveré a revisarte cuando haya terminado. Parpadea dos veces
si me comprendes.

Noah parpadeó dos veces. El doctor le soltó la mano y se


fue. Sintió que las lágrimas afloraban a sus ojos. Estaba a salvo.
Se sacudió cuando notó que le tocaban la cara, abrió los ojos
para ver al hombre más hermoso que jamás había visto. El
hombre limpió sus lágrimas y le acarició la cara. Tenía unos
brillantes ojos verdes, una nariz elegante, labios exuberantes, y
corto pelo castaño con algunos bucles.

¡Noah estaba enamorado!

—Noah, ¿me oyes cariño? —preguntó el guapísimo


hombre. Noah parpadeó dos veces—. Bueno dos veces para sí, y
una para no, ¿Sabes quién soy?

Confundido, Noah parpadeó una vez, con las cejas juntas.

—Soy Remus Marius —le dijo el hombre—. No estaba


seguro si podías olerme debido a las máquinas.

Pensó por un minuto ¿Por qué necesitaba oler… «¡Su


compañero!» Es por eso que Remus le preguntaba sobre su
olor. Noah aspiró, y el aroma más seductor e intenso llegó a su
nariz. Era picante, con un toque de fuego de campamento.
Sintió que sus ojos se agrandaban. Este ardiente y sexi hombre
era suyo. Si no hubiera estado en una cama de hospital, estaría
de pie y bailando de la alegría.

—Lo has notado ahora, ¿verdad? —Le preguntó Remus.


Noah rápidamente parpadeó dos veces, luego hizo un gesto con
los dedos como si estuviera escribiendo.

—Vuelvo en un minuto.
Noah intentó no hundirse cuando el hombre fue a buscar
papel y boli. ¡Wow! Estaba a salvó y había encontrado a su ultra
sexi compañero. Echando la vista atrás, estaba bastante seguro
que este era uno de los mejores días de su vida. No es que
tuviera mucho tiempo de vida. Especialmente para los
vampiros, todavía era joven.

—Aquí tienes, cariño. —Dijo Remus volviendo con un bloc


y un bolígrafo—. Esto nos ayudará.

No dejes que mi padre vea que recibo asistencia médica. No cree en

ella. Me dejaría morir. Sería un alivio para él.

Escribió Noah.

—Ya ha estado aquí —dijo Remus con cara de tristeza—. Sí,


no quería que tuvieras atención médica. El Doctor Johnson,
Riley, lo manejó. Le dijo a Abraham que tiene licencia médica
humana, y desde que tenemos que respetar esas leyes, está
obligado a hacerlo. Una de las leyes es que eres lo suficiente
mayor para tomar tus propias decisiones, al no ser capaz de
decir lo que querías, Riley era el que tenía que decidirlo. Mi
padre hizo salir al tuyo. Ah y también a Isaac. Dillon está aquí,
ayudando.

¿Mi padre sabe que somos compañeros?

Sí, se lo dije para tratar de mantenerte aquí —le explicó—.


Dijo que no eras gay. Isaac también, aunque no con esas
palabras.

Lo soy. Aunque nunca he estado con ningún hombre, ni con ninguna

mujer de hecho. Pero me atraen los hombres, no las mujeres. Así qué, ¿mis

padres y hermanos lo saben?


—Sí. Dillon está feliz por ti. —Respondió Remus pasándose
los dedos por el pelo—. Abraham e Isaac no tanto.

¡Joder! Eso va a ser un problema.

—¿No quieres estar acoplado conmigo? —preguntó Remus


con los ojos llenos de lágrimas.

Noah se sintió como si hubiera abofeteado al hombre. No


quería decir eso. Escribió tan rápido como pudo, tratando de
explicarse.

¡No! Quiero estar acoplado contigo. Mucho. ¡Eres sexi como el infierno!

Y eres realmente dulce conmigo. Dije, ¡joder! Porque si mi padre lo sabe, va

a tratar de matarme. No va a permitir que un Dragos, un hijo suyo sea gay.

Mucho menos que esté acoplado a un hombre. Va a matarnos a los dos si

tiene la oportunidad.

—No va a pasar bebé —lo tranquilizó—. Hablaré con mis


hermanos y mis padres, resolveremos esto. No dejaré que nadie
te haga daño nunca más.

Gracias, Remus.

—De nada, pequeño. —Dijo sonriéndole. A Noah le


encantó la forma en la que Remus le acarició la mejilla. Luego se
inclinó y le besó la frente antes de susurrar—. Ahora eres mío
Noah. No voy a dejar que nadie te aparte de mí. No va a suceder.

Sabía que estaba incapacitado, no podía ni sonreír ni


hablar, por lo que subió un pulgar hacia arriba. Eso hizo reír a al
hombre. Solo su voz lo tenía duro. Era una profunda voz de
barítono que enviaba escalofríos hasta los dedos de los pies de
Noah.
—¿Por qué tus hermanos no sabían que habías
desaparecido? —Le preguntó Remus.

Mi padre se avergüenza de mí. Dice que soy una vergüenza porque no

nací guerrero. No es mi culpa, pero normalmente me mantiene oculto o me

envía fuera porque ni siquiera quiere verme.

—Vaya un cabrón —gruñó Remus—. ¿Cuántos años tienes?

Treinta y dos, por lo que todavía estoy bajo su tutela. Rara vez salgo

de casa. Empecé a ganarme la vida, porque no se me permite el acceso a

nada de los Dragos. He estado esperando una oportunidad para escapar,

finalmente tenía una, y los demonios me apresaron. Mi padre tenía que saber

que me había ido.

—Cuando dices escapar, ¿quieres decir que te mantenían


en una celda o algo así? —preguntó Remus confuso.

No nada tan drástico. Normalmente me mantenían en la casa de los

sirvientes. Pero los guardias sabían que me estaba prohibido salir. No es que

pudiera con ellos.

Escribió Noah, señalándose a sí mismo, hacia su estatura y


cuerpo más pequeño.

—No te hicieron daño, ¿verdad? —preguntó Remus


extendiendo sus colmillos.

No. Solo me ignoraban. Mi madre murió cuando nací. Me culpó. Pero

lo primero y principal es que no era un guerrero. Me criaron los criados de la

casa. Mi padre me hubiera dejado morir. Luego, algún tiempo después me


trasladaron a casa, algunas mujeres me enseñaron a leer y escribir. Así que

yo ayudaba en su casa y leía cualquier cosa que pudiera caer en mis manos.

—Has dicho que empezaste a ganarte la vida, ¿Cómo lo


hacías?

Empecé a escribir. Cuando era más joven, solía escribir historias y se

las leía al personal después de la cena. Me compré un ordenador hace unos

años y empecé a escribir mis historias. Una de las mujeres, Aurora, envió

algunas y me encontró un agente. Publicaron mis historias en un libro infantil.

Desde entonces he estado escribiendo. Fue mi primer libro infantil.

Normalmente escribo historias para jóvenes, de fantasía.

—Wow. Inteligente y sexi ¿Cómo he podido tener tanta


suerte? —preguntó Remus con una amplia sonrisa.

Cuando me conozcas mejor, no dirás eso. Soy muy torpe. Mi familia

me quiere muerto. No me siento bien si hay gente a mí alrededor, soy muy

tímido. Tal vez debería contarte las razones por las que no deberías

quererme.

Remus se echó a reír cuando leyó la última frase. Noah se


enamoró de su risa, quería escucharla todos los días el resto de
su vida.

—No te preocupes pequeño. —Respondió con una


sonrisa—. Seguiré queriéndote. Estás herido, en un hospital
después de haber tenido un horrible trauma, y todavía me haces
reír. Tengo la sensación de que me voy a enamorar
rápidamente. Me vas a tener comiendo de tu mano en poco
tiempo.
¡Ok!

Escribió Noah sonriendo. Remus volvió a reírse. Entonces


se le ocurrió algo.

Remus, ¿cuántos años tienes?

—Tengo trescientos cincuenta y tres años —respondió.

Te gustan los hombres jóvenes, ¿verdad?

—Ahora sí. —Respondió con la voz llena de calor y lujuria.

¡Gracias al cielo!

—No, gracias a ti. —Dijo Remus besando su frente—. No


podía haber imaginado un compañero mejor que el que tengo.

¿Cómo llegamos aquí? Fuimos rescatados, ¿verdad?

—Sí. Mi hermano Victor, nuestro amigo Caleb y yo hemos


estado siguiendo a los demonios. Encontramos la cueva, y
esperamos a que salieran de caza para poder rescataros.

¿Qué pasará con los demonios?

—Hemos puesto en las cuevas bombas de luz ultravioleta.


—Dijo Remus con una sonrisa. No era una sonrisa de felicidad,
pero después de lo que le hicieron a Noah, se alegraba de
matarlos.

Genial. Me rescataste.

—No sé si lo hice personalmente —respondió—. Era muy


difícil ver ahí dentro, o poder oler bien con toda la sangre y
desperdicios. No supe que eras mi compañero hasta que
estuvimos aquí.

Sigues siendo uno de los que me salvó la vida. Gracias.

—No hay de qué Noah. —Dijo quitándole el papel y el


boli—. Descansa un poco ahora, bebé. Necesitas ponerte bien,
para que vengas a casa conmigo.

A Noah le gustaba como sonaba. A casa. No escondido en


la casa de los criados, en un verdadero hogar, libre para hacer lo
que quisiera. Una casa con Remus. Despertarse cada mañana
con él. Le gustaba cómo sonaba eso. Soñaba con compartir una
vida con su compañero cuando se quedó dormido.

Cuando se despertó, su garganta no le dolía. Sus ojos se


abrieron cuando se dio cuenta que podía tragar. El tubo estaba
fuera. Esperaba que eso significara que había pasado lo peor
¿Dónde estaba Remus?

—Hola Noah. —Dijo su padre moviéndose hasta quedar


delante de él.

Se apresuró a incorporarse. Se dio cuenta que solo podía


moverse un poco, pero aun así, era mejor que enfrentarse a su
padre acostado.

—Señor Dragos —contestó secamente. Su voz sonaba


áspera, probablemente debido al tiempo que había tenido el
tubo en la garganta.

—Por favor, Noah —arrulló su padre—. Somos familia ¿Por


qué tan formal hijo mío?
—¿Hijo tuyo? ¿Desde cuándo? —resopló. Miró a su
alrededor para ver a sus hermanos, a Remus y al señor Marius.

—¡Desde siempre! —Abraham puso una falsa expresión de


sorpresa en su cara—. Los demonios deben haberte golpeado
demasiadas veces. Mi pobre muchacho.

—Bien, puedes irte a la mierda, padre —dijo Noah girando


los ojos—. Sé que estamos en público y todo eso, pero no voy a
mentir por ti.

—¡Moveos! —dijo el doctor en voz alta detrás de ellos


acercándose a la cama—. Hey Noah, ¿cómo te sientes?

—Mejor muchas gracias, doctor. —Respondió sonriéndole


al médico—. Tengo la garganta un poco seca, pero me figuro que
es normal.

—Sí. Tienes razón. —Dijo el doctor soltando una riéndose


entre dientes—. Ya es de día. Has dormido toda la noche, y te
estás recuperando maravillosamente. Te voy a dar una lista de
instrucciones y medicamentos para el dolor.

—No va a necesitarlos —espetó su padre.

—Abraham, una palabra más y te vas. —Dijo el doctor


Johnson girándose hacia el hombre—. Estuve de acuerdo en
dejarte pasar, pero te advertí de las reglas. Noah es mayor de
edad. Debido a mi juramento y a las leyes humanas, es mi
paciente. Es el único que tiene voz aquí. Ahora o cierras la boca,
o te vas de mi hospital.

—Es posible que quieras recordar con quien estás


hablando —siseó Abraham.

—Aquí, hablo con el grosero padre de un paciente —le


lanzó el médico—. Aquí, soy el Doctor Johnson para ti, me he
roto el culo estudiando ocho años de medicina para ganarme
ese título, hasta que tú lo hagas, si puedes, me muestras el
debido respeto.

Abraham gruñó, pero mantuvo la boca cerrada. Noah hizo


una mueca interna. Eso significaba que tenía un as en la manga,
lo cual nunca era bueno.

—Ahora Noah —continuó el doctor suavizando su voz—.


Voy a darte una lista de cosas que tienes que hacer para mejorar
y algunas medicinas. Son relajantes musculares, necesito que
los tomes para que tu cuerpo pueda sanar adecuadamente. Casi
drenaron toda tu sangre, por lo que tu cuerpo se está
recuperando más lentamente de lo normal. Si te comprometes a
seguir mis instrucciones y volver en una semana, te dejaré salir.

—Lo prometo, doc —respondió—. Me salvaste la vida. Me


dices que salte, y te preguntaré hasta donde. —Oyó reírse a
Remus. Su padre resopló y sacudió la cabeza.

—Ahora llega el circo —continuó Riley—. Como has tenido


un gran trauma, tengo que dejarte con alguien que te cuide.

—Vendrá a casa con su familia, por supuesto —se burló


Abraham.

—¡Joder, no! Me voy con mi compañero —soltó Noah


mirando a su padre como si le hubiera crecido otra cabeza—. No
me voy a ninguna parte contigo. Me llevarías a la casa de los
criados, y dejarías que me muriese.

—¡Pobre muchacho, su cerebro está todo revuelto! —dijo


Abraham apretando los dientes—. ¿Encontraste a tu compañero
Noah? ¿Dónde está?

—Está ahí —contestó señalando a Remus. Se encontró con


su mirada y sintió un fuerte dolor cuando su padre le dio una
bofetada.
—¡Mientes! —Gritó Abraham—. No eres maricón. Ya es lo
suficientemente malo que seas tan patético que no puedas ser
un guerrero. No puede ser que también seas marica. Debería
haberte matado en la cuna.

Noah simplemente se quedó aturdido, tocándose la mejilla


cuando se lio la pelea. Remus se lanzó contra Abraham con
garras y todo. Dillon sujetó a un muy cabreado Isaac. Parecía
que iba a perder la batalla en cualquier momento. Otro hombre,
asumió que era Micah se puso delante del médico. El señor
Marius lo alcanzó a él en un santiamén.

Dos hombres que se parecían a Remus retiraron al


compañero de Noah de su padre, mientras que otros dos
alejaron a Abraham de la sala. Y otro ayudó a Dillon a sacar a
Isaac por la puerta. El señor Marius lo puso otra vez
suavemente en la cama antes de seguir a los hombres. Noah
sólo se quedó sentado ahí, con la boca abierta, parpadeando
¡Joder, eso fue algo grande!

—Bebé, ¿estás bien? —preguntó Remus corriendo hacia él.

—Estoy bien. —Respondió apoyando su cabeza en la mano


de Remus que le acariciaba la mejilla.

—Bueno, vámonos a casa. —Le dijo Remus, levantándolo y


envolviéndolo con una sábana. Agarró la lista y las medicinas
que le tendía Riley cuando se fueron.

—Está bajo mi protección ahora Abraham. —Gritaba el


señor Marius cuando salieron por el pasillo.

—A la mierda, es mi hijo. —Respondió su padre, con sus


manos apretadas—. No es el compañero de un jodido hombre.
No doy una mierda por las cosas que permites en tu casa, pero
en la mía, no hay parejas masculinas.
—Bueno, se viene a mi casa. —Gritó el señor Marius
acercándose a Abraham—. Así Noah podrá reclamar a su
compañero si quiere, pero aunque no lo hiciera, está bajo mi
protección. ¡Si no te gusta, llévalo al Consejo!

—Eres un hijo de perra. —Gruñó Abraham lanzando su


puño hacia el señor Marius. Éste se agachó fácilmente y le
devolvió el puñetazo sentando a su padre de culo.

—Padre —dijo Isaac levantándolo—. Iremos al Consejo. No


hay nada que podamos hacer ahora mismo.

—Sí. Dos contra nueve es muy mala probabilidad.

—¿Dos? ¿Nueve? ¿De qué hablas Dillon? —Abraham


preguntó confuso. Noah no estaba muy seguro de que estaba
diciendo pero tenía una conjetura.

—¿Crees que estoy de tu lado padre? —preguntó Dillon


cruzando los brazos sobre el pecho.

—Por supuesto que sí. —Espetó Abraham—. Eres un


Dragos.

—Igual que Noah —dijo Dillon gritando—. Y mira como lo


has tratado. Nos dijiste que estaba estudiando en el extranjero.
Y todo este jodido tiempo lo has tenido en la casa del servicio
¿Cómo has podido? Es tu hijo. Me avergüenza llamarte padre.
Me quedo con la familia Marius. Si pones una mano sobre
Noah, que Dios me ayude, te mataré yo mismo. Lo juro por mi
honor, padre.

Todo el mundo se congeló cuando Dillon soltó aquello. Si


un guerrero juraba por su honor, era algo importante. Oír a
Dillon jurar que mataría a Abraham si tocaba a Noah, bueno,
mierda. Nunca había oído algo así. Noah sintió caer sus
lágrimas por su rostro. Pensaba que sus hermanos sabían lo que
le estaba pasando y no les importaba.
—No puedes hacer eso. —Respondió Abraham con el
rostro pálido.

—Puedo y lo haré, padre. —Respondió Dillon dando un


paso más cerca—. Toda esta gente es testigo de mi juramento
¿Por qué no me golpeas a mí? —Dillon hizo una pausa
marcando el punto. Abraham sabía que no podía luchar contra
él. Sabía que perdería—. Eso pensaba, padre. Sólo golpeas a los
que no pueden luchar. Isaac llévalo a casa, aparta este pedazo
de mierda fuera de mi vista.

Isaac con la boca totalmente abierta tiró del brazo de su


padre. Eso pareció despertarlo. Abraham dejó que se lo llevara.
Luego todos los hermanos Marius, el señor Marius y Noah
miraron a Dillon.

—Dillon, ¿qué has hecho? —le preguntó a su hermano en


bajito.

—Algo que habría hecho hace mucho tiempo si hubiera


sabido lo que padre te estaba haciendo. —Respondió Dillon
yendo hacia él y Remus—. Te juro que no tenía ni idea, padre
dijo que había hablado con tu escuela y estabas estudiando en
Europa. Nunca pensé que te estaba escondiendo.
Manteniéndote como si fueras un secreto.

—Pensaba que lo sabías, y no te importaba. —Respondió a


punto de llorar— Pensaba que también os avergonzabais de mí.

—No, Noah, nunca. —Dijo Dillon acercándose, haciendo


una pausa para ver la reacción de Remus. Sintió que éste asentía
y lo dejaba en brazos de su hermano—. Admito que estaba
ocupado siendo un guerrero, pero no es excusa, hermanito.
Debería haber sabido lo que estaba haciendo. Lo siento mucho,
¿podrás perdonarme?
—¿No estás avergonzado de mí? —preguntó Noah— ¿No te
importa que sea gay y que esté acoplado a un hombre?

—No, hermanito. Nunca he estado avergonzado de ti. —Le


contestó Dillon abrazándolo más fuerte contra su pecho—.
Siempre fuiste inteligente. Pienso que es genial que uno de
nosotros no sea un guerrero. Y gay o hetero, quiero que seas
feliz. Te amaré no importa lo que seas. Sólo quiero hacerte feliz,
hermanito.

—Gracias. —Respondió Noah envolvió sus brazos


alrededor del cuello de su hermano—. Te perdono ¿Quieres
venir a visitarme? Me encantaría tener a mi hermano.

—Me tienes Noah. Claro, sí a tus suegros no les importa. —


Dijo Dillon asintiendo al señor Marius—. Iré a visitaros.

—Gracias Dillon. —Dijo sonriéndole a su hermano.


Siempre lo había adorado. Lo que más le dolía era que pensaba
que se avergonzaba de él.

—Remus. —Dijo Dillon, mirando a su hermano—. Debería


haber cuidado y protegido más a mi hermano. Noah quiere estar
contigo y estoy bien con eso. Sí le haces daño, te destriparé
como a un pez, ¿ha quedado claro?

—Como el cristal, Dillon. —Dijo Remus tomando a Noah


de nuevo en sus brazos—. No tengo ninguna intención de hacer
daño a mi pequeño compañero.

—Bien. Ahora si me disculpan. —Dijo asintiendo a todos


los hombres—. Tengo algunas cosas que atender antes de que
mi padre trate de volar en pedazos mi vida.

Noah envolvió los brazos en el cuello de Remus cuando lo


sacó del hospital. Estaba muy emocionado por comenzar su vida
con Remus. Sentía que por fin comenzaba a vivir.
Al día siguiente, Remus se sentó en el borde de la cama
mirando dormir a su pequeño compañero. Nunca había querido
a nadie más en su vida. Había leído las instrucciones de Riley
para la recuperación de Noah, nada de sexo en una semana.

¡Maldito hombre! Pero si era lo mejor para su compañero


Remus lo haría, y no se quejaría. Bueno, al menos no lo haría en
voz alta.

Fue a buscar la loción que tenía que frotar sobre el cuerpo


de Noah dos veces al día. Ayudaba a que la sangre fuera a sus
músculos después de haber estado sin la cantidad normal
durante tanto tiempo.

Remus, retiró la sábana, dejando al descubierto a su


compañero desnudo. Gimiendo vertió una pequeña cantidad en
su mano. Comenzó con las piernas, pensando que estaba
seguro. Estaba equivocado. El pequeño hombre estaba
durmiendo sobre su estómago.

Cuando siguió masajeando los músculos, su rostro se


alineó con el culo apretado de Noah.

¡Qué ganas tenía de explorar cada centímetro del pequeño


culo de su pareja con la lengua!

Mientras no estuviera en la dichosa lista. No podía


hacerlo. Sería algo así como abrir la caja de Pandora. Tratando
de ignorar su erección, empezó a masajearle los glúteos.
Noah tenía el mejor culo que Remus hubiera visto. Sabía
que estaba empleando más tiempo del necesario, torturándose a
sí mismo, pero no podía parar de acariciar los redondos globos.
Finalmente se obligó a sí mismo y se apresuró a utilizar más
loción trasladándose a la espalda y brazos. Cuando terminó, lo
volteó y trabajó sus hombros y pecho.

—No puedo creérmelo. Sin tener relaciones en una


semana. —Se quejó Noah cuando le frotaba sus pectorales.

—¿Desde cuándo estás despierto, bebé? —preguntó Remus


riéndose entre dientes.

—Desde el momento en el que empezaste a masajearme el


culo. —Respondió sonriendo con complicidad—. No pensaba
que mi culo fuera tan grande y tuvieras que estar tanto tiempo.

—¿Te estás quejando?

—Joder, no. Tuve que morderme los labios para no gemir.


—Dijo Noah soltando una risita— Fue un suplicio no moverme,
pero pensé que sería peor para nosotros.

—Te lo agradezco. —Gimió Remus mirando la ingle


‘saltarina’ de Noah y masajeando sus piernas.

—Realmente tienes unas manos increíbles Remus —dijo.

—Acuérdate —dijo mirando el cuerpo de Noah—. La


venganza es una perra, bebé.

—No tengo ningún problema en pagarte con intereses. —


Respondió su compañero moviendo las cejas—. Montones y
montones de intereses.

—Hmmm —gimió Remus terminando su trabajo en el


cuerpo de su compañero. Se inclinó para recibir su beso de
buenos días. Noah envolvió sus brazos en su cuello, fusionando
sus cuerpos. Su pequeño compañero era tan receptivo. Lo volvía
loco de lujuria. Metiendo la mano entre sus cuerpos envolvió
sus dos pollas juntas y empezó a acariciarlas.

—Oh, jódeme. —Se quejó Noah contra su boca.

—En una semana, bebé. Te lo prometo. —Se rio Remus,


sabiendo que no era lo que quería escuchar. Los dos estaban tan
calientes, tan duros, sabía que sería rápido. Acelerando el ritmo
de su mano susurró—. Cuando esté dentro de ti, Noah, cuando
pueda estar dentro de ti, mantendré mi polla de manera
permanente en tu pequeño y apretado culo ¿Cómo vas a
quererlo la primera vez, bebé?

—De cualquier manera, como tu quieras Remus. —Gimió


Noah. Parecía que a su compañero le gustaba hablar sucio
durante el sexo. Sintió que su polla se movía mientras le
hablaba—. Joder, estoy tan cerca.

—Córrete para mí, Noah —gruñó Remus—. Quiero lamer


tu semilla de mi mano. —Eso fue todo lo que necesitó para
enviar a su compañero al borde.

Se puso rígido, y gritó cuando sintió su polla chorrear en la


ingle. Sólo ver la cara de su compañero cuando se corrió lo
envió al precipicio uniéndose a él, gruñendo.

Remus esperó hasta que se calmaron un poco, y esperó a


que éste abriera los ojos. Sin romper el contacto visual, se llevó
la mano a su boca y lamió sus semillas combinadas. Noah gimió
y se sentó, lamiendo también la mano del hombre. La visión era
tan caliente, el guerrero bajó la mano y estrelló su boca sobre la
de su pequeño compañero.

—Gracias. —Susurró Noah contra sus labios cuando


acabaron.
—¿Por qué bebé? —preguntó Remus inclinándose hacia
atrás para poder verlo bien.

—Por mi primera paja —dijo éste ruborizado—. Es mucho


mejor cuando tú lo haces. Quiero decir, a cuando lo hago yo
mismo.

—Cuando escribiste que no habías estado con nadie —dijo


Remus—. No significaba solo sexo, ¿verdad? Significa que
nunca has hecho nada con nadie.

—No, nunca he tenido oportunidad. —Respondió Noah


encogiéndose de hombros—. Eres mi primero en todo, besos,
pajas, y cualquier cosa que hagamos.

—Oh. Eso es jodidamente caliente. —Gimió Remus


cayendo hacia atrás en la cama.

—¿No te molesta? —preguntó Noah confundido.

—Infiernos, ¡no! —Respondió Remus incorporándose—.


Saber que soy el único que alguna vez te ha tocado es lo que más
me enciende. Vamos a explorar todas tus primeras veces juntos,
me estoy volviendo loco de deseo.

—Es bueno saberlo —dijo Noah tratando de sonreír—. Pero


ahora mismo, necesito comer y sangre, así puedo tomar mis
medicinas. Dame de comer.

—Sí, compañero mío —dijo riendo Remus cogiendo


toallitas y limpiándolos. Se levantó se puso algo de ropa,
encontrando algo para Noah. A pesar que nadaba en sus ropas
le gustaba que las llevara. Lo ponía caliente saber que su
compañero iba con sus ropas. Cuando los dos estuvieron
vestidos, sujetó a su compañero en brazos.

—Solo las escaleras —dijo Noah—. Después me dejas de


pie. Tengo que empezar a moverme. Órdenes del doc.
—Lo sé, pero me gusta cómo te sientes en mis brazos. —
Respondió cuando llegaron al pasillo.

—A mí también me gusta —afirmó Noah acurrucándose en


su pecho—. Pero caminar me ayudará a mejorar. Ah, y tengo
que pedirte un favor.

—Dispara —dijo a Noah dejándolo sobre sus pies en la


parte inferior de las escaleras.

—¿Me prestas tu teléfono móvil? —preguntó—. También


necesito tener acceso a un ordenador.

—Por supuesto —dijo Remus sacando su móvil del bolsillo


y dándoselo.

Fueron a la cocina lentamente. Noah tenía dificultad para


caminar. Podía ver lo rápido que se cansaba. Una vez que su
compañero estuvo sentado en la mesa. Remus comenzó a
asaltar la nevera.

Lo escuchó hablar por teléfono, pero no prestó atención.


Sacó la comida que pensó necesitaban cada uno. Remus, a quien
todo el mundo castigaba por ser demasiado serio, y demasiado
tenso se había reído más desde que conoció a Noah que en toda
su vida adulta. Su pequeño compañero era muy cariñoso, no
había sido así con nadie. Pero con éste pequeño era diferente.
Quería tocarlo continuamente.

Le puso un plato de ensalada de frutas frescas, pastel de


café, leche y diversas cajas de cereales en la mesa. Colocó los
cubiertos y bebidas, no tuvo oportunidad de preguntarle por la
llamada porque la familia empezó a invadir la cocina.

—Buenos días, doc —dijo cuando éste entró en la cocina.

—Llámame Riley, Noah. —Gruñó yendo directamente a


por el café.
Remus no podía ni imaginar lo mal que lo había pasado
Riley los últimos dos días. Cuidar a todos los supervivientes
estaba pasándole factura a su cuñado. Esperaba que todo
mejorara pronto. Todo el mundo dijo buenos días cuando
agarraron su comida y se sentaron en la mesa.

—¿Me lo puede prestar cuando termine, Señora Marius? —


preguntó Noah señalando el ordenador portátil que llevaba.

—Solo si me llamas Elena, querido —objetó ella riéndose y


entregándole el portátil—. Somos familia, nada de formalidades.

—Muy bien, lo haré —dijo riendo—. Esto es genial, coméis


juntos. Nunca lo he hecho antes. Me gusta.

—Eres una de esas personas horriblemente mañaneras,


¿verdad? —preguntó Victor alzando la leche—. Tendremos que
arreglar eso.

—Sí. Lo siento. —Respondió Noah ruborizándose—. He


pasado tantos años levantándome con el personal, desde que
vivía con ellos. Una especie de hábito difícil de romper.
Normalmente no soy tan hablador, pero ¡estoy tan feliz de estar
fuera de la cueva!

—Lo siento, Noah —dijo el hombre bajando la cabeza.

—No hay nada que lamentar, Victor —respondió Noah


desconcertado—. Eres uno de los que nos salvó. Te estaré
eternamente agradecido, a ti y por supuesto a mi compañero. —
Dijo volviéndose hacia Remus con una sonrisa.

—Creo que es maravilloso que hayas tomado todo esto de


manera tan positiva —dijo su madre—. No todos los
supervivientes pueden hacer eso.

—Estoy fuera de la cueva, y con vida —Respondió—.


Conocí a mi compañero. Y es impresionante. Estoy lejos de mi
psicópata padre, y Dillon no está avergonzado de mí. Tan
pronto como esté mejor, diré que mi vida es perfecta.

—Gracias, bebé. —Dijo Remus inclinándose para besar a


su compañero. ¡Qué grande era Noah! Todo lo que había pasado
y estaba feliz y lleno de vida.

—Hay un mensajero en la puerta para el joven Señor


Noah. —Dijo uno de los empleados del servicio entrando en la
cocina.

—Oh, bien. Gracias —dijo éste levantándose.

—Mensajero, ¿para qué Noah? —preguntó Remus.

—Mandaré a un mensajero a Wanda, una de las amas de


llave de la casa, así parecerá una entrega normal. —Le dijo—.
Así ella puede mandarme el portátil y la carpeta. Encontraré la
manera de recoger mis cosas más tarde.

—Iré contigo —dijo Remus levantándose.

—Estoy bien, Remus —objetó el joven—. Siéntate, ahora


vuelvo.

Éste miró a su compañero salir de la cocina, tenía ganas de


seguirle, pero se dio cuenta que lo tenía que hacer solo.

—Eres un hombre afortunado, hijo —dijo su madre


sonriendo—. Creo que es perfecto para ti.

—Yo también mamá. Tengo suerte —acordó Remus—.


Nunca soñé que mi compañero fuera alguien como Noah, pero
estoy agradecido.

Estaba a punto de dar las gracias al destino cuando oyó un


grito desde la entrada. Remus se puso en pie y corrió un
segundo después. Su familia siguiéndole los talones. Antes de
que pudiera llegar a la puerta, escuchó el sonido de neumáticos.
Para cuando lo consiguió fue testigo de un coche acelerando.

—Llaves, ¿quién tiene las llaves de su coche? —Gritó.

—Yo. —Victor y Stefan respondieron y corrieron a la


puerta. El resto de sus hermanos fueron a sus coches. Una vez
dentro del coche su hermano salió a toda velocidad. El coche de
Stefan echaba humo.

—¿Quién sabe el número de Dillon? —preguntó Remus.

—Llama al complejo de los guerreros —dijo Virgil—. Estará


allí.

Remus asintió, y marcó esperando que alguien contestara.

—¿Hola?

—Tengo que hablar con Dillon —afirmó rápidamente por


teléfono—. Es una emergencia.

—Espera, voy a por él.

—¿Hola? —respondió Dillon un minuto más tarde.

—Dillon, soy Remus —dijo agarrándose por la curva que


tomó Victor—. Alguien acaba de llegar a la mansión y ha
secuestrado a Noah. Dijo que llamó a un mensajero para hacer
una recogida para una tal Wanda, una mujer del personal de la
casa de tu padre. Para recoger su portátil y su carpeta. Alguien
anunció su llegada, y fue a la puerta para hablarle. Entonces le
oímos gritar y un chirrido de neumáticos. Estamos en un par de
coches persiguiéndolos. No hay demasiados caminos que
puedan tomar, ¿podría ser tu padre?

—¡Joder! —Gritó Dillon al teléfono—. Suena más como si


hubiera sido Isaac. Déjame ver que puedo hacer. Te llamaré.
—¿Qué dijo? —preguntó Victor.

—Cree que ha sido Isaac —respondió—. Nos volverá a


llamar.

—Lo encontraremos Remus. —Dijo Virgil desde el asiento


trasero—. Lo vamos a recuperar.

Esperaba que su hermano tuviera razón. No podía


imaginar la vida sin Noah ahora que lo había encontrado.

—¿Qué estás haciendo Isaac? —Le gritó Noah desde el


asiento trasero.

—Algo que enseñará una lección, a tu culo maricón. —


Gruñó su hermano—. Pero mantendré tu patético culo con vida.

—¿Mantenerme con vida? —preguntó Noah—. ¿De qué


estás hablando? —Estaba haciendo todo lo posible para evitar
que el hombre que estaba en el asiento trasero con él lo sujetara.
Noah se dio cuenta que estaba perdiendo. Estaba demasiado
débil después de todo lo que había pasado.

—Padre te quiere muerto —respondió Isaac—. Por mucho


que piense que eres una desgracia, pequeño hermano, no quiero
matarte. Solo necesitas que te enseñen una lección. Tal vez
entonces vuelvas a ser heterosexual.

—Idiota. —Comenzó a decir, pero la mordaza en la boca lo


cortó. Realmente esperaba que Remus lo hubiera oído gritar,
Isaac conducía tan rápido, que no pasó mucho tiempo antes de
que viera el Complejo Dragos. Su hermano era un idiota. Este
sería el primer sitio donde lo buscarían. Suponiendo que
todavía estuviera vivo una vez que llegaran.

Vio impotente como Isaac cruzaba las puertas y pasaba por


delante de la casa principal y la del personal ¿Dónde iba? Noah
tuvo su respuesta algo más tarde, al detenerse en el antiguo
garaje en la parte de atrás de la propiedad. A su hermano
siempre le había gustado juguetear con los coches, los
restauraba. Era como su refugio privado cuando regresaba allí.

Noah se preparó para ser golpeado, cuando su hermano


lanzó el coche en el garaje. Se volvió, sintió una aguja en su
brazo. Era bueno que no hubiese tomado hoy sus
medicamentos, probablemente harían reacción con lo que le
dieron ¿Qué le habían dado? Joder. Apenas sentía su cuerpo.

—Sácalo —ordenó Isaac saliendo del coche.

El hombre lo sacó por la puerta y se lo echó al hombro sin


ninguna gentileza. Eso le dejaría marca. Noah soltó una risita.
Oh, joder. Estaba en serios problemas y seguía riéndose de sí
mismo. Mierda, esto iba a ser malo si necesitaban drogarle.

—Nos humillaste. —Dijo Isaac sentándolo en una silla y


atándolo— Vamos a humillarte a ti, pequeño hermanito marica.
Te vamos a hacer medio hombre, medio vampiro.

¡Joder! Iban a cortarle la polla. Sabía que los vampiros


podían regenerar sus miembros, pero ¿podrían regenerar sus
partes privadas?

Justo en ese momento quitaron su mordaza de la boca.

—Has perdido la cabeza por completo Isaac. —Gritó—.


Padre ha deformado y retorcido tu mente. El destino escogió a
mi compañero. Si el destino no tiene ningún problema con que
sea gay, ¿por qué deberías tenerlo tú?
—El destino no escogió a un hombre para ti —explicó su
hermano agarrándole la barbilla con fuerza—. Tú y ese maricón
de Remus mentís para tratar de ocultar la gravedad de vuestra
enfermedad diciendo que sois pareja.

—Estás equivocado —intentó alegar Noah, pero es todo lo


que pudo decir. Isaac metió algo en su boca para mantenerla
abierta. No era la polla lo que iba a cortar. Eran sus colmillos.
Noah trató de replegarlos, pero volvían a salir, cosa normal si
estaba asustado o se sentía amenazado. Era por eso por lo que le
drogaron. Convirtieron puré sus cerebro para que no pudiera
controlar los colmillos.

Presa del pánico comenzó a luchar de nuevo. El hombre lo


mantuvo bien sujeto. Era demasiado fuerte. No podía moverse.
Se quedó sentado allí, mirando con horror como su hermano se
dirigió hacia él con un par de alicates. Trató de gritar pidiendo
ayuda, pero solo gorgoteaba con el aparato ese, en la boca. Isaac
aferró su colmillo izquierdo y tiró. Noah nunca había sentido
algo tan doloroso en su vida.

Incluso lo que le hicieron los demonios no le había dolido


tanto. Ellos solo lo habían maltratado, mordiendo su cuello
rudamente para tomar su sangre. Sin embargo, esto era un
dolor indescriptible. Isaac se posicionó a su lado derecho y dio
otro tirón como había hecho la primera vez. Al menos podría
haberle dado algo para el dolor con la droga. Pero
probablemente iría contra ese escarmiento que le estaban
enseñando.

La única lección que estaba aprendiendo es que su


hermano era como el cabrón de su padre. Noah estaba allí
sentado, sin tener energía para gritar mientras ola tras ola de
dolor lo recorría. Isaac le sacó el aparato metálico de su boca y
se la cerró. Sus encías sangraban tanto que se estaba ahogando
con su propia sangre, sabía que se estaba desmayando, se dio
cuenta de eso justo antes de hacerlo.

Remus oyó el grito cuando se detuvieron en la parte de


atrás del complejo. Cuando Dillon les había llamado les dijo que
fueran hacia allí. Remus se llenó de temor. Los minutos pasaron
hasta que Dillon fue a abrirles las puertas para poder entrar.
Pensó que debían haber embestido las puertas. Victor le había
recordado que estaban construidas para soportarlos.

Saltando del coche corrió en dirección a los gritos.

Por favor, que Noah esté vivo, pensó mientras entraba en


lo que parecía un garaje.

Lo que estaba viendo se lo dejó claro. Uno de los guerreros


sujetaba a Noah, mientras que Isaac le arrancaba un colmillo
con un par de alicates.

—Voy a matarte, hijo de puta —proclamó corriendo hacia


Isaac. Lo golpeó tan fuerte que si hubiera sido humano le habría
roto el cuello. Le llevó un par de minutos a él y sus hermanos
dominarlos. Era demasiado tarde, ambos colmillos habían sido
arrancados. Su pequeño compañero estaba inconsciente en la
silla.

—No puedes matarlo, ya lo sabes —dijo Victor—. Pero


tengo una idea para vengarte.

Aún lleno de furia, Remus estaba interesado en lo que


tenía que decir su hermano. Victor era conocido por tener al
diablo dentro. Desafortunadamente, su hermano tenía razón no
podía matarlo, por sus leyes. Solo podría matar a Isaac, si éste
hubiera matado a su compañero. Pero serían retribuidos. A su
discreción.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Remus tratando de


controlarse.

—Virgil trae mi equipo de tatuaje de mi coche —pidió


Victor—. Stefan llama a Riley y cuéntale lo que ha pasado.
Vamos a llevar a Noah a casa dentro de un rato. Al menos no
siente dolor puesto que está desmayado. Vamos a atar a estos
chicos y ponerlos boca abajo.

—Oh, mierda, Victor tiene esa expresión en su cara. —Dijo


Gabriel.

—Cualquier cosa que se le ocurra —dijo Remus— no será


suficiente.

—Lo sé hermano. —Le dijo Gabriel, poniendo su brazo


alrededor de su hombro—. Victor les dará el peor castigo
posible, por lo que no tendremos problemas de aquí en
adelante. Lo conoces. Es el peor de nosotros.

—Nadie jode a mis hermanos, o a sus compañeros. —


Gruñó Victor—. Esperemos que los colmillos de Noah vuelvan a
crecer, pero la tinta que tengo no saldrá nunca. Incluso si se
cortan la piel, el modelo queda en el músculo.

—¿Ves lo que quiero decir? —dijo Gabriel.

Remus sólo pudo asentir, todo era surrealista. Vio a sus


hermanos y a Dillon desnudar, a Isaac y al otro guerrero,
llamado Zane. Victor comenzó a trabajar mientras los demás
sujetaban a los guerreros. Se acercó a su compañero y lo desató,
luego se sentó en el suelo observando a su hermano mientras
acunaba a Noah.
—Isaac se merece esto —aprobó Dillon caminando hacia él
y Noah—. Pero sigue siendo mi hermano, no puedo sentarme y
verlo.

—Lo entiendo Dillon. —Concedió Remus—. ¿Puedes meter


todas las cosas de Noah en maletas? Te estaremos muy
agradecidos.

—Lo haré —respondió Dillon inclinándose y apartando el


pelo de su hermanito de la frente—. No se merece lo que le ha
pasado.

Remus no sabía que decir, así que se limitó a asentir. Vio


como salía del garaje con la cabeza gacha. Se sintió mal por
Dillon.

El guerrero era un buen tipo y se vio atrapado en medio de


esta mierda dentro de su familia. Por lo menos estaba del lado
de Noah.

—Cambio de planes. —Gritó Victor a Stefan. Era difícil


escuchar los gritos de Isaac y de Zane—. Amordaza a estos dos
gilipollas. Llama a Riley y dile que nos vemos en el hospital.
Vamos a dejar a estos chicos fuera del complejo de los
guerreros. Dile a Micah que lleve su cámara.

Remus vio y oyó lo que pasaba a su alrededor, pero todo


parecía estar sucediendo muy lejos. Todo en lo que estaba
centrado era en Noah. Su pequeño compañero había sufrido
mucho en su corta vida. Ahora, le habían arrancado ambos
colmillos, era demasiado. Esperaba que su pareja pudiera
soportarlo.

Parecía que habían pasado horas, pero sabía que no había


sido mucho tiempo, cuando se dio cuenta de que sus hermanos
se reían. Remus miró y a pesar de la gravedad de la situación,
no pudo dejar de reír.
Victor acababa de tatuar a Isaac. Le había hecho un tatuaje
en su espalda, justo encima de su trasero. Decía: Fóllame aquí
con dos flechas apuntando a su culo. Gabriel tenía razón, su
hermano le había impuesto el peor castigo.

Remus estaba seguro que harían más, pero el tatuaje era


mejor que nada. Se puso en pie todavía con Noah entre sus
brazos y caminó hacia la salida. Necesitaba aire y quería tener a
su pequeño fuera del garaje en caso de que se despertara.
Mientras salía por la puerta vio a Dillon llegar con su coche y
aparcarlo junto al de Victor y Stefan.

—¿Qué han hecho? —preguntó saliendo del coche.

—Le han hecho un tatuaje de tu hermano —respondió


Remus apoyándose en el coche—. Todavía tienen que hacer el
de Zane. Entonces los llevaremos al complejo de los guerreros.

—Tengo miedo de preguntar. —Dijo Dillon haciendo una


mueca—. Todas las cosas de Noah están en el coche. Es triste
decirlo, no era mucho.

—Arreglaré eso —afirmó Remus—. ¿Sabes que Noah era


escritor? Ha publicado. El personal le compró un portátil y
envió algunas de sus historias. Se publicaron. Y seguía
escribiendo, para ahorrar dinero y escapar.

—No, no sabía eso —dijo Dillon pasándose la mano por la


cara—. Pobre muchacho. Muy bien, la curiosidad está
matándome ¿Qué le habéis tatuado?

—Victor le escribió: ‘Fóllame aquí’, se rio señalando su


baja espalda, y ha dibujado un par de flechas apuntando a su
culo.

—¿Estás bromeando? —preguntó Dillon con la mandíbula


abierta. Cuando Remus negó. Dillon casi se cae de la risa—. Oh,
hombre. Victor es bueno. Isaac va a estar que trina. Y mi padre.
Es una pena que no podamos hacérselo también.

—Es una idea que me gusta. —Se rio Remus—. Victor es


conocido por ser malo. Es mejor que cualquier cosa que se me
hubiera ocurrido. Sé que tiene algo bajo la manga.

En ese momento sus hermanos salieron del garaje, Victor


llevaba su equipo de tatuaje, sus otros hermanos llevaban a los
dos hombres. Y un montón de cadenas. Los hermanos llevaban
sonrisas en sus rostros. Ah sí, esto iba a ser bueno. Remus
ocupó el asiento delantero del coche de Dillon cuando éste le
abrió la puerta. Tardaron unos minutos en acomodarse todos en
los coches, y después se dirigieron hacia el complejo de los
guerreros.

No pasó mucho tiempo, y gracias a Dios que Noah seguía


desmayado. Remus no habló, en realidad no tenía mucho que
decir. Cuando se detuvieron frente a la casa de los guerreros vio
a Riley esperando en la puerta. Parecía que todos los guerreros
estaban también allí. Su cuñado se acercó y abrió la puerta del
coche, ayudándole con cuidado a sacar a Noah.

—Le daré algo para el dolor —dijo Riley—. Sus colmillos


pueden volver a crecer. No he visto nunca este tipo de lesión,
pero estoy seguro que ya ha pasado. Mantendré una estrecha
vigilancia sobre él. Va a ser muy doloroso cuando crezcan,
Remus.

—Gracias, Riley —dijo asintiendo cuando le clavó una


aguja en el brazo de su compañero—. ¿Podemos despertarlo?
Quiero que vea lo que le van a hacer a esos gilipollas que le
hicieron esto.

—Sí, dejemos actuar la medicina unos minutos. —


Respondió el médico—. Para entonces ya debería despertar sin
dolor. No sentirá nada. Tengo la sensación de por qué Micah me
ha preguntado donde está la cámara ¿Qué Victor les hiciera un
tatuaje, significa lo que creo que significa?

—Oh, sí —respondió Remus con una sonrisa—. Victor


realmente puede ser un maldito cabrón.

Riley se echó a reír cuando todos los guerreros y ellos


vieron a sus hermanos sacar del coche a Isaac y a Zane. Los
pusieron encadenados cara a cara, desnudos, con los brazos
envueltos alrededor del otro, ambos eran de la misma altura,
por lo que estaban pecho con pecho y sus pollas se rozaban
entre sí.

—Bebé, despierta. —Dijo Remus pasando las manos por su


cara—. Despierta, mi pequeño compañero.

—¿Remus? —preguntó cuando se despertó.

—Sí, bebé. Estoy aquí —lo consoló tratando de no llorar—.


Lo siento. No estaba allí para pararlos.

—No ha sido culpa tuya, me salvaste de nuevo —dijo


Noah—. No podemos permitir que esto se convierta en un
hábito.

—Estoy de acuerdo ¿Te duele? Riley te puso una inyección


para que no lo hiciese.

—No me duele —respondió su compañero—. Isaac me dio


algo que hizo papilla mi cerebro, no podía retirar mis colmillos
¿Volverán a crecer?

—Riley cree que sí, pero no es seguro —le explicó Remus—.


Siento esto que te ha sucedido. Pero yo sigo siendo tu
compañero, ¿de acuerdo? Con colmillos o sin colmillos, eres mi
pareja. Estás atrapado conmigo.

—Bien. —Respondió Noah—. Justo donde quiero estar.


—Echa un vistazo —le indicó Remus. Girándolo para que
pudiera verlos—. Mira lo que hicieron mis hermanos para
vengarte.

—Oh, joder, eso es bueno. —dijo sonriendo Noah. Justo


cuando estaba a punto de decir algo más, un par de coches se
detuvieron.

Remus reconoció uno como el de su padre. Cuando ambos


coches se detuvieron y salieron los conductores, vio salir a
Abraham del otro. Y lo hizo enojado. Rápidamente entregó a
Noah en los brazos de Gabriel y se acercó a su padre.

—Padre —Dijo Remus—. Me he cobrado venganza por mi


compañero.

—¿Qué coño le has hecho a mi hijo? —Le preguntó


Abraham señalando a Isaac encadenado a Zane. Estaban
gritando y tratando de liberarse, lo que significaba que se
rozaban más entre ellos. Micah estaba tomando fotografías de
todo el asunto. Todos los demás los señalaban y se reían más o
menos.

—Los hemos tatuado y encadenado —respondió Remus


con calma—. Zane ayudó en el secuestro y abusó de mi
compañero.

—Los tatuajes son permanentes —gruñó Abraham—. No es


lo mismo que el secuestro.

—Lo drogaron y le arrancaron los colmillos —gritó


sintiendo ahora la adrenalina —. Les iba a cortar la polla. Pero
Victor me habló de los tatuajes y la humillación pública.

—¿Qué pone en los tatuajes? —Miró Abraham intentando


leerlo, pero los hombres se movían tratando de liberarse.
—‘¡Fóllame aquí!’ —Respondió Remus, viendo que su
padre se estaba aguantando la risa.

—¡Qué! —Rugió Abraham—. ¿Le habéis tatuado ‘Fóllame


aquí’ en la espalda?

—Sí. Con flechas. —Respondió Remus con una sonrisa—.


Sacaron sus colmillos para darle una lección por ser gay. Creo
que es justo.

—Yo también. —Dijo su padre riendo—. He sido testigo de


la venganza como miembro del consejo ¿Estás satisfecho
Remus?

—Una vez que las fotos estén enviadas por correo


electrónico a todos los aquelarres, lo estaré. —Respondió
Remus.

—No puedes hacer eso. —Dijo Abraham apenas sujetando


su ira—. Espera a que pida mi retribución por esto.

—¿Retribución por qué? —preguntó Desmond—. No se


puede pedir una retribución por un desquite, y lo sabes
malditamente bien.

—Esta venganza no se ajusta al crimen. —Gruñó


Abraham—. Verás, llevaré esto al consejo. Esto no ha terminado
Desmond.

—Hey, Remus. —Dijo Micah—. ¡Mira a Isaac! ¡Su polla


está dura!

—Joder. —Gritó Abraham, corriendo más rápido.

Remus no sabía si lo que Micah había dicho era cierto,


pero por lo menos Abraham se largo de su vista.
—Nunca estuve aquí. —Dijo Desmond—. Nunca he visto
esto. No sé lo que los chicos hicieron. Y no se os ocurra jamás
decirle a vuestra madre lo que ha pasado. Dicho esto, esto ha
sido idea de Victor, ¿verdad?

—Oh, sí. —Se rio Remus.

—Bien. —Su padre se echó a reír antes de regresar a su


coche y alejarse. Remus se volvió hacia el caos y se pasó la mano
por el pelo. Era hora de coger a su compañero e irse.
Noah miró por la ventanilla del coche de camino a casa.
Todas las drogas en su sistema estaban haciendo que su cerebro
fuera papilla. No podía creer que ahora fuera un vampiro sin
colmillos. Todo este drama porque su familia lo odiaba. Pensaba
en como había lanzado a Remus y a su familia a este lío, su
compañero se merecía algo mejor, necesitaba alguien mejor.

Cuando el coche se detuvo frente a la casa Marius, no


prestó atención a la gente a su alrededor. Salió del coche y trató
de caminar por sí mismo. No iba muy bien. Sus piernas todavía
estaban muy débiles.

Remus estaba allí para levantarlo en brazos. Suspiró y se


resignó a ser transportado. Veía impotente como su pobre
compañero lo transportaba subiendo las escaleras a sus
habitaciones y al cuarto de baño.

—Te prepararé un baño caliente, bebé. —Dijo Remus


besándolo en la cabeza. Cuando no dijo nada continuó—. Dillon
ha recogido todas tus cosas. Deberían estar aquí.

Noah no tenía nada que decir, así que solo asintió. En


silencio miraban como se llenaba la bañera. Cuando estuvo
lista, lo ayudó dándole una esponja y jabón.

—Voy a ayudarte a colocar las cosas. —Dijo Remus en voz


baja. Noah vio a su compañero salir del cuarto de baño cerrando
la puerta tras él. Luego dejó sus lágrimas caer. Su vida era un
desastre, no podía ni concentrarse. Conteniendo el aliento se
agachó bajo el agua. Al subir comenzó a lavarse toda la sangre y
la suciedad.

Cuando estuvo limpio, fue capaz de salir de la ducha y


andar los pocos pasos para conseguir una toalla. Dios, era
realmente patético. Se secó, envolviendo la toalla en la cintura.
No podía lavarse los dientes, así que en su lugar cogió el
enjuague bucal y se limpió.

Salió del cuarto de baño, ignoró a la gente que había en su


habitación y se metió en la cama. Oyó a Remus decirle algo pero
el sueño le llegó con mucha rapidez. Eso y que no prestaba
atención.

Remus lo vio meterse en la cama, ajeno a todo a su


alrededor.

—Bebé, ¿quieres comer algo? —preguntó preocupado por


su pequeño compañero. Cuando éste no respondió se sentó en
la cama a su lado. Su compañero ya estaba dormido.
Figurándose que necesitaba un poco de sueño, echó a todos de
su dormitorio y cerró la puerta.

—¿Está bien? —preguntó Dillon, mirando lo preocupado


que estaba Remus.

—No lo sé. —Contestó pasándose la mano por el pelo—. Se


ve tan malditamente derrotado que me rompe el corazón.

—Dale un poco de tiempo, hermano. —Dijo Stefan


abrazando a Remus—. Noah ha ido al infierno y ha vuelto en un
mes. Está dopado en este momento, probablemente también en
estado de shock.

—Sí, eso creo. —Contestó devolviéndole el abrazo—. Me


voy a dormir algo, y a hacerle compañía a mi pareja. Gracias por
toda vuestra ayuda chicos.
Todo el mundo le deseo buenas noches, diciéndole que no
se preocupase mientras se iban.

Remus sabía que Noah había pasado por más de lo que


una persona podía soportar. Solo esperaba que su pequeño
compañero pudiera recuperarse.

Desnudándose vio como dormía Noah. Era tan hermoso,


tendido en esa cama enorme, parecía totalmente inocente.
Remus retiró la colcha, se deslizó bajo las sábanas y abrazó a
Noah.

Remus no sabía cómo ayudar a Noah a salir de esto. Solo


esperaba tener la fuerza para hacer lo que fuera necesario.
Tratando de relajarse, se acurrucó cerca de Noah, inhalando su
aroma. Tumbado aquí al lado de su compañero, sintió que era
su mundo. Remus deseaba que algún día Noah sintiera lo
mismo.

Noah se despertó con un sobresalto, se puso la palma de la


mano sobre la boca para no gritar. Miró a su alrededor y se dio
cuenta que no estaba en la cueva, era la habitación de Remus.
Fue solo una pesadilla. No estaba con los demonios. Dejó
escapar el aliento que había estado reteniendo y salió en silencio
de la cama.

Después de usar el cuarto de baño, miró a su alrededor


buscando su ropa. Se puso unos viejos pantalones de correr, y se
tambaleó por el dormitorio hacia la puerta cerrándola al salir.
Vio el maletín de su ordenador portátil y lo llenó de júbilo. Por
lo menos todo su trabajo no se perdería. Lo encendió y mientras
esperaba se acercó a la pequeña nevera que recordaba haber
visto. Sacando una bolsa de sangre, fue a morderla. El dolor lo
inundó al recordar los acontecimientos del día anterior.
Encontró un vaso, cortó la bolsa y sirvió un poco de sangre.
Noah se puso a hacer los estiramientos que Riley le había
ordenado que hiciera para que sus músculos volvieran a
funcionar.

Una vez hecho esto volvió a llenar su vaso y se puso a


trabajar en su portátil. Su agente tenía que estar molesto. Noah
siempre le había contestado. Pero al ser secuestrado y torturado
no había podido responderle. Efectivamente tenía decenas y
decenas de mensajes de correo electrónico de su agente. ¿Qué
demonios iba a decirle?

Al final le escribió a su agente que había tenido un


accidente de coche y que finalmente le habían dado el alta.
Luego le dijo que estaba todavía recuperándose de sus heridas y
se había mudado. Tecleó su nueva tarjeta de contacto, y le dijo a
su agente que tenía que conseguir un nuevo teléfono móvil, pero
de momento, le dio la dirección de la mansión Marius. Luego
comprobó sus cuentas bancarias y ordenó una nueva tarjeta de
débito y cheques.

Ahora que tenía libertad, podía hacer cosas por el estilo.


Utilizando el número de tarjeta temporal que le dio su banco,
compró un teléfono móvil y un plan de red wifi. Luego ordenó
suministros, incluyendo una nueva impresora láser y un disco
duro para hacer una copia de seguridad de todos sus escritos.
Después de todo eso, respondió a todos los mensajes, la mayoría
de los cuales eran repetidos.

En el momento que terminó de leerlos estaba listo para


otra copa de sangre, se sirvió el resto de la bolsa en su vaso y
siguió devolviendo correos. Todo lo que tenía era la aprobación
de las modificaciones de su último libro. Tomándose un
descanso del trabajo, se decidió a escribir agradecimientos.
¿Qué se le puede decir a alguien que te rescata de los
dementes que hay en tu familia? Encargó un arreglo floral para
Desmond y Elena, y otro para Riley en el hospital.

Para todos los hermanos Marius compro corbatas de seda


de diferentes colores. Para Remus, una impresionante chaqueta
de cuero, se vería caliente. Por último, ordenó una serie
completa de sus libros para su hermano Dillon.

Si iba a empezar a tener una relación con su hermano


necesitaba que conociese al verdadero Noah. Pensando en ello,
ordenó alguno más. Remus podía tenerlos también. Por último
cuando terminó su lista, se puso a trabajar en su libro. Se
suponía que tenía que salir este mes, pero con su desaparición,
su editor había puesto una nueva fecha de lanzamiento. Apenas
notó el paso de las horas hasta que escuchó movimientos en el
dormitorio.

—¿Bebé? —preguntó Remus desde la otra habitación—.


¿Dónde estás?

—Aquí, trabajando. —Respondió sin levantar la vista de su


equipo. Por el rabillo del ojo vio a su compañero sentarse a su
lado.

—¿Cómo te sientes? —indagó éste—. ¿Necesitas algo?

—No, estoy bien. —Murmuró consciente de que si hablaba


como lo hacía normalmente su boca sin colmillos estaría a la
vista.

—¿Has comido? —preguntó Remus.

—Sangre. —Contestó señalando la copa—. Hice mis


ejercicios.

—¿Desde cuándo estás levantado? —volvió a preguntar el


musculoso hombre acercándose, pero se paró de golpe cuando
notó que Noah se ponía rígido y se congelaba—. Lo siento,
quería darte los buenos días.

—Buenos días. —Dijo alejándose—. Me levanté hace


aproximadamente cuatro horas. Mi agente estaba asustado.
Necesito poner las cosas al día. Mi último libro iba a salir este
mes, ahora lo han retrasado hasta el próximo. Realmente
necesito revisar estas ediciones y enviárselas de nuevo a mi
editor. Entonces tengo que dar un paseo como me dijo Riley.

—Está bien puedo ir contigo. —Dijo Remus mirando sus


manos—. Si quieres.

—No te preocupes. —Contestó—. Estoy bien. Tienes otras


cosas que hacer, estoy seguro.

—Bueno, me gustaría ir contigo y ayudarte. —Dijo Remus


en voz baja. Noah hervía por lo que le había dicho. No quería
pasar tiempo con él, oh, no, Remus solo quería ayudarlo,
cumplir con su deber como buen compañero.

—Estoy bien. —Respondió manteniendo sus emociones


bajo control—. No necesito tu ayuda. Puedo dar un paseo por mí
mismo, gracias.

—Noah, estas…

—Remus —dijo interrumpiendo a su compañero—.


Realmente tengo que terminar esto.

—Bien, Noah. —Aceptó en voz baja—. No te molestaré


más. —Con eso se levantó, salió de su habitación y se dirigió
hacia el pasillo.

Noah sabía que había sido grosero, pero lo que Remus le


había dicho le había hecho daño. No necesitaba ayuda para
caminar. No tenían que mimarlo. Además su boca le dolía como
el infierno y estaba de mal humor. Era consciente de que debía
tomar su medicina para el dolor, pero necesitaba tener la cabeza
clara para trabajar. Cuando terminara sus modificaciones, se
tomaría sus pastillas y daría un paseo para aclarar su cabeza.

En un par de horas había acabado. Dejó su portátil en la


mesa del café y salió al pasillo, miró a su alrededor y vio las
escaleras. Esta iba a ser la parte difícil. Sentándose en el
escalón, bajó las escaleras culeando, igual que un niño pequeño
que aprendiera a bajarlas.

—¿Necesitas ayuda? —Se rio entre dientes un hombre


detrás de él.

—No. —Gruñó jadeando—. Estoy bien y en realidad, no es


divertido.

—Lo sé. Lo siento —dijo el hombre. Se dio cuenta que era


Victor—. Simplemente no estaba preparado para ver esto. No
era mi intención decirte nada, Noah.

—Lo entiendo —suspiró—. No necesitas pedir disculpas.


Soy yo quien está siendo un idiota. Tú has sido siempre genial
conmigo. Victor, gracias, por todo y por lo de ayer. Disfruté de
tu tatuaje.

—Me alegro que te gustase —respondió Victor—. ¿Quieres


ayuda? Podrías sujetarte de mi brazo mientras bajamos.

—Sí, eso sería genial —aceptó poniéndose de pie. Sintió


como envolvía su fuerte brazo alrededor de su cintura y lo
sostenía—. Gracias.

—No hay problema hermano —contestó Victor


sonriéndole—. Estarás como nuevo en nada de tiempo. Va a ser
un trabajo duro, pero lo lograremos. Todos estamos aquí por si
nos necesitas.

—Gracias —le susurró—. No estoy acostumbrado a eso.


Victor lo miró y asintió. En realidad no había mucho que
decir. Todo el mundo sabía como lo habían tratado, pero eso lo
perseguía. Le iba a llevar un tiempo acostumbrarse. Cuando
llegaron abajo, su cuñado lo dejó ir lentamente comprobando
que mantenía el equilibrio.

—¿Y ahora qué? —Le preguntó Victor.

—Hora de mi paseo matutino —explicó señalando la


puerta principal—. No voy a ir muy lejos, probablemente no
pueda. Pero son órdenes del doctor.

—¿Quieres un poco de compañía?

—No, estoy bien, gracias. Ve a desayunar antes de que no


quede nada. —Le aconsejó Noah en un intento de aligerar el
ambiente fingiendo que no se estaba muriendo por dentro.
Únicamente quería que lo dejaran solo.

—Está bien si necesitas algo, sólo grita. —Dijo Victor. Lo


miró una última vez y se fue a la cocina.

Noah dejó salir un suspiro de alivio, y fue hacia la puerta


principal. Después de salir y caminar delante de la casa durante
unos diez minutos. Su cuerpo no aguantaba más, así que se
dirigió hacia la puerta. Una vez dentro se dirigió a la cocina, con
la esperanza de encontrarla vacía.

Para su consternación estaba llena de gente. Se acercó


hacia la silla vacía que había junto a Remus y se sentó. Asintió
saludando. De forma rápida y silenciosa cogió un plato lo llenó
de comida y lo devoró. Justo cuando la gente esperaba que
dijese algo sonó el timbre. Pasaron unos momentos antes de
que el servicio llegara a la cocina con los brazos llenos de
artículos.

¡Mierda! Tenía que salir de allí. La empresa de mensajería


que había contratado se había movido rápido. Tranquilamente
entre toda la conmoción, trató de ponerse de pie y salir de la
cocina. No fue lo suficientemente rápido. Elena ya tenía sus
flores e iba hacia él.

—Gracias Noah —le dijo alegremente. Lo abrazó y fue a


darle un beso en la mejilla. Noah no pudo contener el grito de
dolor—. Oh Dios, lo siento.

—No, está bien. —Jadeó tratando de respirar por el dolor.


El abrazo no fue tan malo pero cuando lo besó en la mejilla le
dolió muchísimo. Las encías y la mandíbula estaban muy
inflamadas por su no planificada endodoncia del día de
anterior—. De nada, gracias por todo.

—¿Dónde vas bebé? —preguntó Remus cogiéndolo—. ¿No


quieres estar aquí cuando abramos los regalos que has sido tan
dulce de hacernos?

—No gracias. —Susurró una vez más tratando de salir de la


habitación. Noah sabía que querían detenerlo, pero cuando no
lo hicieron escapó. Cuando llegó a la escalera, levantó la vista
hacia ellas, jurando en voz baja.

—Señor. —Le dijo un mayordomo a su lado—. Tiene


algunas entregas.

—¿Puede por favor, ponerlas en la habitación de Remus?


—preguntó tratando de sonreírle al hombre. No hay forma de
que pueda llevarlas arriba, siento darle más trabajo.

—No hay problema, Señor. —Dijo el hombre.

Noah subió poco a poco abriéndose camino por las


escaleras. Llevaba unos diez escalones antes de estar a punto de
colapsar. En su lugar se volvió y se sentó completamente
enojado por no poder subir las jodidas escaleras.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Riley subiéndolas hasta él.


—Puedo hacerlo —gruñó de nuevo—. Estoy bien.

—No, no puedes. —Contestó el médico—. Y no, no es así.


Te empujas demasiado fuerte Noah. Ha pasado un día. Ve más
despacio. Has estado en la cueva durante meses. Apenas estabas
vivo hace unos días. Te va a llevar unas semanas más poder
sentirte normal. Es necesario que seas lento y constante. Si te
exiges demasiado te harás más daño que bien.

Cerró los ojos y asintió sintiendo cierto alivio cuando el


otro lo recogió y lo llevó a su habitación. A pesar de lo
vergonzoso y un poco humillante que era, necesitaba su ayuda,
estaba demasiado agotado para luchar más.

—Gracias por la corbata, Noah. —Dijo Riley colocándolo


en el sofá—. No tenías por qué hacerlo.

—Lo sé. Pero quería hacerlo —comentó—. Lo siento, sé que


soy un dolor en el culo como paciente.

—No eres tan malo —Se rio entre dientes el médico—. Sólo
tienes que ser paciente contigo mismo ¿Has tomado las
pastillas?

—No, quería tener algo de comida en el estómago primero


—le informó Noah—. Además tenía que hacer algunas cosas
antes de atontarme con ellas.

—Bien. Déjame ver tu boca.

—¿Tenemos que hacerlo? Realmente no me siento cómodo


enseñando lo que no está ¿Cómo puedes pedírmelo?

—Soy médico Noah. No te estoy juzgando. Solo quiero ver


como se está recuperando. No puedo ayudarte si no me lo
permites.
Noah no dijo nada. Sabía que Riley tenía razón. Necesitaba
dejar de ser un idiota y luchar contra todo. Podría ser más fácil
para su salud mental si acabara aceptándolo. Abrió su boca,
cerró los ojos e hizo caso omiso del médico mientras
comprobaba las cosas.

—Está bastante bien. —afirmó Riley cuando la cerró—.


Considerándolo todo. Ahora te sugiero que tomes una siesta. Tu
cuerpo necesita recargarse después de tanto esfuerzo.

—Muy bien doctor —acordó Noah—. Tú mandas.

—Es bueno que alguien lo piense. —Dijo Riley riéndose


entre dientes al salir.

Noah se acostó en la cama y se metió bajo las sábanas,


acurrucándose, e ignorando el sonido de la puerta del
dormitorio. Su compañero se subió a la cama y lo abrazó.

—Remus, por favor. —Gruñó girando los ojos.

—Solo necesito abrazarte Noah —le pidió—. ¿Por favor?


Después de todo lo que has pasado, solo necesito tenerte en mis
brazos.

—No. —Susurró Noah.

—¿Por qué no? —preguntó Remus, sonando como si


estuviera a punto de llorar.

—No soy adecuado para ti —respondió—. Te mereces algo


mejor de lo que puedo darte.

—Eso no es cierto —contestó poniendo al pequeño hombre


de espaldas y subiéndose encima—. Eres increíble. Adoro mi
regalo, no tenías que hacerlo, pero así es como piensas. No
quiero a nadie más. Te quiero a ti, Noah.
—No puedo ni besarte —gritó—. No puedo hacer el amor
contigo. No puedo ni jodidamente reclamarte porque no soy un
vampiro.

—No digas eso. —Dijo su compañero tratando de tragarse


sus lágrimas—. Eres un vampiro, uno del que estoy enamorado.
Encontraremos la manera para que me reclames. O podemos
esperar a que vuelvan a crecer tus colmillos. No importa. Estás
aquí, y seguro que eso es lo que importa.

—No puedo Remus. —Susurró. Las lágrimas corrían por su


rostro—. No puedo hacerte esto. Eres un hombre maravilloso.
Necesitas estar con alguien entero.

—Tú estás entero. —Dijo Remus, besando su cuello—. Por


favor, bebé. No me dejes. Por favor. Te necesito, Noah. Te
quiero.

—No, no es a mí a quién quieres. —Exclamó tratando


concentrándose en lo que estaba diciendo. Era realmente duro,
ya que le gustaba lo que el hombre le estaba haciendo a su
cuerpo—. Tú quieres a tu compañero. El destino te la ha pegado
con un limón. Todavía puedes encontrar a alguien que esté
entero. No tienes que mantenerme como a tu compañero. No te
quedes con alguien roto por el sentido del deber.

—¡Deja de decir eso! —exclamó Remus poniendo sus


manos a ambos lados de la cabeza de Noah—. No te quiero
porque seas mi compañero. ¡No estás roto! Estás herido, te
pondrás mejor. Te quiero a ti, porque eres tú. Noah, por favor
no me dejes. No podría soportarlo. Quédate conmigo, por favor.
Pasemos esto juntos.

—No puedo. No sé cómo. —Murmuró—. No puedo


compartir esto contigo. No es lo mejor para ti, y no quiero
hacerte daño permitiéndote que compartas mi dolor.
—Me estás haciendo más daño al intentar mantenerme
fuera—. Le respondió su compañero cuando comenzó a besarlo
de nuevo—. Por favor Noah. No me rechaces. Permíteme
quedarme contigo. Sé que te preocupas por mí. Puedo sentir
que lo haces.

Durante todo el tiempo que Remus estuvo hablando le


besaba el cuello, la clavícula. Se movió por su pecho, y pasó un
rato lamiéndole y besándole sus pezones. Cuando Remus siguió
hacia su abdomen. Noah abrió la boca. Su compañero debía
haberlo oído, porque siguió estimulándolo. Lamiéndole todos
los músculos de su abdomen.

—Por favor Noah, déjame estar contigo. —Suplicó


Remus—. Te lo pido por favor, quiero amarte. Déjame tenerte,
bebé, por favor. No quiero a nadie más. Te quiero. No me dejes,
quédate. Quédate conmigo.

Trató de decir que no. Empujar a su compañero. Pero era


un bastardo egoísta, y se derrumbó. Quería lo que Remus le
ofrecía. Gimió cuando le lamió la punta de la polla, chupando
suavemente la cabeza. Noah no pudo negar que lo quería, la
prueba estaba dura como una roca en la boca de su pareja. Dios,
nunca había sentido nada tan bueno como lo que su compañero
le estaba haciendo.

La boca de Remus era como el cielo envuelto alrededor de


su polla. Cuando su compañero puso su palma en sus huevos y
se los apretó suavemente, fue todo lo que necesitó. Noah se
puso rígido y disparó toda su semilla en la boca, esperando que
el hombre se lo tragase todo. Pulsación tras pulsación de su
esperma estalló de sus bolas. Cuando terminó, Remus dejó de
chupar y lo lamió lentamente dejando su pene suave. Luego lo
besó todo el camino de vuelta por su cuerpo hasta que estuvo
mordisqueando su cuello.
—¿Ves lo bueno que es entre nosotros, bebé? —Le susurró
Remus— ¿Ves lo mucho que te deseo, que quiero darte placer?
Sé que me quieres también. Podía sentir en mi boca lo mucho
que me querías.

—Ni siquiera puedo corresponder. —Respondió


sollozando—. Ni siquiera puedo complacerte.

—Si puedes. Tócame Noah. —Dijo Remus pasándose la


mano de su compañero por su dura polla—. ¿Ves lo que me
haces? No estoy duro porque seamos pareja cariño. Estoy duro
porque eres tú.

—No es lo mismo que tú hiciste. —Le susurró comenzando


a acariciar a su compañero—. No va a ser tan bueno.

—Sí. Lo será. —Gimió Remus—. Se siente increíble cuando


me tocas. Por favor, Noah, quédate conmigo.

—Pero no puedo hacer nada más que esto. —Respondió el


pequeño hombre respirando rápidamente.

—¿Si pudieras te gustaría hacer algo más?

—Dios, sí. —Gimió pensando en lo que sería—. Me gustaría


hacer todo lo que quisieras si pudiera.

—Eso es todo lo que quiero, Noah. —Respondió Remus—.


Todo lo que necesito es que tú me quieras. El resto lo
averiguaremos juntos. Oh, joder, eso se siente bien. Sí, bebé,
justo a sí.

Noah se dio cuenta que su boca y su mandíbula estaban


muy doloridas, pero su lengua trabajaba muy bien. Bajando por
el cuerpo del hombre, acariciaba la polla de su compañero
mientras lamía su cabeza. Remus era enorme. No estaba seguro
de poder metérsela toda ni siquiera cuando estuviera mejor.
Giró su lengua debajo de la cabeza mientras con la otra mano
acariciaba los huevos.

—Joder, Noah. —Grito Remus—. Me voy a correr. —Justo


en ese momento Remus gruñó cuando cuerdas de blanco
esperma salieron de su polla. Algunas fueron derechas a la boca
de Noah, el resto a su mano. Éste no pudo saborear
debidamente el semen de su compañero. Era dulce y amargo al
mismo tiempo. Sabía a té helado. Cuando el hombre hubo
terminado, lamió hasta la última gota.

Noah se movió de nuevo en la cama para ponerse al lado


de Remus, no muy seguro de qué hacer a continuación. Su
compañero respondió a la pregunta por él. Acercándolo y
envolviendo sus brazos a su alrededor.

—Gracias Noah —susurró besándolo en la cabeza—.


Incluso si esto es todo lo que podemos hacer juntos, no perdería
la manera en la que me haces sentir por nada del mundo. Te
quiero en mi vida, en mi cama y en mi corazón.

—Está bien. —Fue lo único que pudo decir mientras sentía


las lágrimas en los ojos ¿Qué otra cosa podía decir? ¿Cómo
podía negar que Remus lo quisiera?

Noah tenía que confiar en que le estaba diciendo la verdad,


no era como si pudiera estar dentro de la cabeza de su
compañero y asegurarse. Con esta decisión, ahora tenía que
lidiar con todo lo demás de su vida. Lo pensaría después de una
siesta junto al enorme guerrero.

Despertó de su siesta antes que Remus. Había tenido una


idea genial antes de dormirse, y ya que se había despertado en
primer lugar la podía poner en práctica. Rápidamente se puso
sus pantalones de correr y sin hacer ruido entró en la sala y
abrió su portátil. Noah encontró on line la tienda que quería. Se
volvió loco con la cantidad de cosas que compró. Luego fue a la
página de mensajería y pagó generosamente para que lo
entregaran puntualmente.

Sonriendo fue a buscar un poco de sangre a la nevera,


pensó en las compras que había hecho. Con la copa en la mano,
volvió al portátil y comenzó su siguiente libro. Noah había
trabajado menos de dos horas cuando llamaron a la puerta. Se
levantó a abrir recibiendo al mayordomo que estaba allí con una
caja enorme.

—Gracias ¿La puede poner en la puerta del dormitorio? —


dijo Noah en voz baja—. Remus sigue durmiendo.

—Por supuesto Señor. —Respondió el mayordomo con un


guiño.

Noah estaba seguro que el hombre no tenía ni idea de lo


que había en la caja, pero seguro que sabía que era un regalo
para Remus. Cuando se fue se dio cuenta que realmente había
estado pidiendo al servicio que hiciera un montón de cosas
extras para él. Tenía que conseguir algo para ellos y
demostrarles su aprecio.

Pero por ahora, era tiempo para jugar con sus compras.
Sentado al lado de la caja, cambió su dedo a garra y rasgó la
tapa abriéndola. En el interior había todos los juguetes sexuales
para hombres que tenía la tienda donde había hecho las
compras.

Era nuevo en esto. Noah decidió empezar desde abajo.


Agarró una de las botellas de lubricante y un pequeño vibrador
que deslizó sobre su dedo. Colocándole las pilas, leyó las
instrucciones rápidamente para asegurarse que estaba bien.
Fue hacia el dormitorio con sus divertidos juguetes y se
subió a la cama donde su compañero estaba durmiendo.
Afortunadamente para él, Remus estaba acostado con una
rodilla hacia arriba. Retiró la sábana hacia atrás y lubricó un
dedo y el vibrador. Se tiró un momento acariciando el culo
perfecto del hombre. Era hermoso, firme y redondo, unos
globos apenas más grandes que la mano de Noah.

Por último, movió su dedo lubricado hacia el agujero de su


compañero, frotando hacia adelante y atrás por el agujero
fruncido de Remus. Intentó no reírse cuando su compañero
gimió en sueños. Empujó lentamente un dedo moviéndolo para
asegurarse que el vibrador tendría espacio, sacó su dedo y
deslizó el dedo con el vibrador.

—Joder —murmuró Remus cuando el dedo de Noah se


deslizó entero cubriendo el vibrador. Lo deslizó y frotó contra la
próstata. Su compañero debía estar disfrutando porque empezó
a gemir y a mover sus caderas. Dando el siguiente paso Noah
giró el vibrador mientras seguía frotando el punto dulce del
hombre.

—¿Noah? —Gimió Remus en voz alta.

—Sí, Remus. —Respondió moviéndose a la espalda de su


compañero—. Shhh, solo disfruta.

—Muy bien, joder se siente fantástico. —Gimió—. Puedo


sentirlo en mis bolas.

La única respuesta de Noah fue girar el vibrador y seguir


moviéndolo. Remus se volvió loco, jadeando el nombre de
Noah, sus caderas se movían más y más rápido. Sentía al
hombre acercarse, ajustó el vibrador para que fuera más rápido.
Su compañero gritó en voz alta y Noah sintió como sus
músculos se apretaban sobre su dedo cuando se corrió.
Cuando Remus estaba en su punto culminante Noah apagó
el juguete y deslizó fuera el dedo de su compañero. Se quedó en
silencio, esperando que su pareja estuviera feliz con la sorpresa.

—¿Qué cojones me has hecho? —preguntó Remus


jadeando todavía.

—¿Estás enfadado? —preguntó Noah en voz baja—. Solo


quería complacerte.

—Joder, no estoy enfadado bebé. —Dijo dándose la vuelta


para hacerle frente—. Fue increíble y me ha encantado que
hayas sido tú quien me lo hiciera. Solo ha sido un shock.

—Bueno, tú me diste la idea. —Admitió—. Estabas


diciendo que no podíamos hacer el amor todavía, pero eso no
significaba que no podamos hacer otras cosas. Así, que fui a una
tienda on line local y pedí algunas cosas. Tenían servicio de
entrega.

—¿Cosas? ¿Más? ¿Hay más? —preguntó Remus con una


enorme sonrisa—. Veamos esas cosas.

Noah le devolvió la sonrisa, tendiéndole el juguete.

—Entonces, ¿te gustó?

—Joder, sí. —Se rio—. Creo que he creado un monstruo.


Ha sido impresionante Noah. No había pensado en esto,
gracias.

—De nada, lo disfruté también —señaló a la tienda de


campaña de sus pantalones—. Remus, tienes el mejor culo del
mundo.

—No estoy de acuerdo. —Respondió inclinándose para


morderle su oreja—. Creo que eres tú el que tiene el mejor culo
del mundo. Pero no soy imparcial.
—Me alegro —se rio.

—Hablaste de más juguetes. —Remus murmuró en su


oreja lamiéndosela—. ¿Dónde están esos juguetes?

—En la puerta de la habitación. —Gimió—. Le dije al


mayordomo que la dejara allí cuando llegó.

—Quiero verlos. —Exclamó Remus saltando de la cama


como un niño en navidad. Cuando llegó a la puerta y vio la caja,
miró a Noah, luego a la caja y de nuevo a Noah—. Santa Mierda,
bebé ¿qué hiciste comprar toda la tienda?

—Nunca he jugado con ninguna de estas cosas antes. —


Respondió ruborizándose—. No estaba seguro de lo que era
bueno y lo que no.

—Infiernos si lo sé. —Respondió Remus recogiendo la caja


y llevándola a la cama—. Pero vamos a disfrutar averiguándolo.
—Dijo moviendo las cejas sugestivamente.

Noah sólo pudo reírse. Esperaba que Remus estuviera feliz


de que estuviera intentándolo. Noah no había esperado verlo de
esa manera, tan emocionado, corriendo. Se rieron viendo la caja
con grandes vibradores, bolas anales, consoladores, lubricantes
y otros juguetes.

—Nuestra vida sexual nunca será aburrida, bebé. —Se rio


Remus inclinándose para besar la punta de su nariz—. ¿Qué
son? —preguntó cogiendo una bolsa con tres tapones que Noah
había pedido.

—Son para mí. —Dijo ruborizado agarrando la bolsa.

—¿Qué son?
—Tapones anales. —Respondió—. Nunca he estado con
nadie, y por si no lo has notado eres muy grande. Esto me
ayudará a estar listo para cuando podamos tener relaciones.

Noah se asustó cuando Remus no dijo nada durante unos


minutos. Reunió todo su valor y miró a su compañero. Había
esperado un montón de cosas pero nada lo preparó para ver las
lágrimas en su cara.

—¿Remus? —preguntó en voz baja.

—No te merezco Noah. —Susurró—. Todo lo que has


pasado y estás planificando las cosas para que nuestra primera
vez sea perfecta. Debería haber pensado en todos estos juguetes.
Debería haber encontrado una manera para hacer especial la
primera vez, más placentera. —lo colocó en su regazo
apretándolo contra su pecho.

—Estoy seguro de que lo hubieras hecho gran hombre. —


Respondió sonriendo—. Solo lo he pensado primero.

—Tal vez —susurró Remus— pero tú pensaste en eso. Mi


perfecto y pequeño compañero, mi Noah.

—¿Realmente quieres que sea tuyo?

—Más que nada, bebé. —Respondió— Más de lo que he


querido nada en toda mi vida.

—Reclámame Remus. —Susurró—. Sé que no podemos


hacer el amor, y no te puedo reclamar. Pero quiero ser tuyo.
Reclámame.

—Sí. —Susurró poniendo a Noah bajó él. Le lamió los


pezones y le besó el pecho, frotándose contra su polla—. ¡Sí,
Noah eres mío!

—Siempre tuyo Remus. —Gimió mientras se frotaban.


No rompieron en ningún momento el contacto visual. Fue
el momento más íntimo de su vida. Se sentía tan jodidamente
bien. Ni siquiera podía imaginar lo maravilloso que sería tener
la polla de Remus dentro de él. Al darse cuenta que estaba cerca
echó la cabeza a un lado humildemente para el hombre.

—¡Mío! —Gruñó lamiendo el cuello del pequeño hombre—.


Mío para tenerte. Mío para amarte. Mío para tocarte. Mío para
follarte. Nadie más, Noah. Solo yo. —Dijo antes de hundir sus
colmillos en su cuello.

Gritó cuando se corrió, amando la sensación de los


colmillos de Remus en él. Pensó que su orgasmo duraría para
siempre cuando una corriente de semilla salió disparada de su
polla sobre ellos. Su compañero alzó la cabeza y alzó un dedo
utilizándolo como garra sobre sí mismo cortándose el cuello.

—Reclámame Noah. —Susurró Remus poniendo el corte


justo sobre sus labios. No tenía que decírselo dos veces. Bajó la
cabeza de su compañero y chupó el corte del cuello. Noah
escuchó gritar su nombre cuando su compañero se corrió,
mezclando ambas semillas entre sus cuerpos. No podía creer lo
increíble que sabía Remus. No se cansaba de su sabor, pero no
quería beber tanto como para secarlo.

—Gracias. —Le susurró lamiendo su cuello y cerrando su


incisión—. Gracias Remus, por hacerme sentir completo.

—Estás completo, bebé. —Dijo mirándolo—. Ahora


estamos acoplados. Eres mi otra mitad, como yo soy la tuya.

Noah se limitó a sonreír, envolviendo sus brazos alrededor


de su pareja. Rodó sobre Remus para quedar tumbado sobre su
pecho. Tiró de la colcha para cubrirlos y se tumbó escuchando el
corazón de su compañero.
Remus miraba a Noah durante uno de sus dos paseos
diarios. Su pequeño compañero estaba haciéndose más y más
fuerte. Miró su reloj y vio que ya llevaba treinta minutos. Hacía
solo cinco días solo podía andar diez minutos, y lo dejaba
agotado. Trataba de encontrar una manera para que se abriera a
él.

Ah, claro, se había abierto físicamente, sobre todo ahora


que su boca estaba curada. Noah no tenía ningún problema en
tontear dentro o fuera de la cama en cualquier oportunidad que
tuviera. Remus estaba convencido que utilizaba el sexo para
mantenerlo apartado.

Cada vez que le preguntaba a su compañero por sus


heridas, o la situación con su familia, solo se encogía de
hombros y lo seducía. Bueno, no era que Remus se resistiera
tenazmente. Su pequeño compañero era demasiado sexi como
para decirle que no. Cada vez que lo tocaba, toda la sangre salía
de su cerebro e iba directa a su polla.

Su madre también se había dado cuenta, cada vez que


hablaban si la conversación derivaba a algo serio, Noah se
escapaba. Lo único que hacia era trabajar, comer, perder el
tiempo con Remus, ducharse y entrenar. Rara vez quería hablar
aparte de las palabras sucias que decía en el dormitorio. Noah
culpaba a su trabajo por la falta de sueño, diciendo que escribía
cuando le llegaba la inspiración. No era tonto, sabía que tenía
pesadillas y trataba de ocultarlas.
Tomando una decisión Remus fue a buscar a Riley. Como
no estaba en la cocina, se dirigió al laboratorio que tenía abajo.
Vio la luz verde, llamó a la puerta y espero a tener el visto bueno
para entrar. Su familia había aprendido la lección de la peor
forma. Desmond había entrado cuando estaba experimentando
con materias radiactivas y se quemaron sus córneas. Fue solo
una lesión temporal, pero aun así, la familia no cometería otro
error.

—Adelante. —Oyó gritar a Riley desde el otro lado de la


puerta.

—Hey, Riley, ¿tienes un minuto? —preguntó entrando y


cerrando la puerta.

—Sí, claro. ¿Qué ocurre? —Indagó Riley quitándose las


gafas protectoras y los guantes— ¿Se trata de Noah? Elena vino
a hablar conmigo preocupada.

—Adoro a mi madre —gimió Remus—. Pero esa mujer se


mete en cualquier cosa que para ella no esté perfecta.

—Mi abuela también lo hace —se rio Riley—. Toma


asiento.

—Creo que no vengo a verte como médico, o tal vez sí. Es


solo que tu sabes mejor que nadie por lo que ha pasado. Tal vez
únicamente necesito a alguien con quien hablar, o voy a
volverme loco.

—Bueno. Tienes suerte. Soy médico y un buen oyente. Y


puedo ser ambos al mismo tiempo —dijo Riley sonriendo—. Así
qué, dime lo que tienes en tu cabeza, y decidiré cual de los dos
necesitas.

—Físicamente, Noah está mejorando. Ha ganado un par de


kilos y se está moviendo bien. Ahora está fuera caminando y
lleva media hora. —Le explicó Remus haciendo una pausa,
pasándose la mano por su pelo completamente frustrado—.
Emocionalmente es otro tema, sé que tiene pesadillas y por eso
casi no duerme, dice que es porque está trabajando pero lo oigo
gemir por la noche cuando está dormido.

—¿Le has preguntado?

—Lo he intentado. Cada vez que le digo algo serio, empieza


a… bueno, hace que me olvide. Básicamente me seduce. Noah se
sube a mi regazo o me besa, o simplemente empieza a quitarme
la ropa. Sé que soy débil, pero ¿has visto lo caliente que es mi
compañero? No puedo decirle que ‘no’ cuando me toca. —
Confesó Remus sacudiendo la cabeza y sonriendo.

—Bueno tengo que verlo hoy, así que vamos a ver —dijo
Riley rascándose la cabeza—. Le preguntaré sobre esto que me
has contado. Te sugiero que estés aquí. No puede eludirme, o
espero que no, porque eso podría ser bastante incómodo para
mí.

—Siento implicarte —se disculpó tímidamente Remus—.


Pero no puedo forzar la situación. Sé que para él es doloroso
hablar, pero tengo miedo de que lo entierre todo. Eso no sería
bueno ni para Noah ni para mí, ¿verdad?

—No, no lo sería. —Respondió Riley—. Si las pesadillas son


sobre los demonios, solo es cuestión de tiempo hasta que se
ponga mejor. Si es sobre otra cosa, es posible que necesite ser
tratado. Haré todo lo que pueda, pero tienes que ayudarme a
que se abra, ¿de acuerdo?

—Lo prometo. —Dijo asintiendo—. Mientras permanezca


vestido puedo concentrarme.

—Sí, tu hermano utiliza la misma mierda conmigo a veces.


—Respondió Riley riéndose entre dientes—. Ve a buscar a tu
pareja, y le haré la revisión.
—Eso puedo hacerlo —Dijo Remus caminando hacia la
puerta—. Gracias Riley.

—No hay problema hermano. —Dijo el médico guiñándole


un ojo antes de ponerse las gafas protectoras.

Remus pensó que estaba bien que los compañeros tuvieran


puestos de trabajo. Uno era médico y el otro escritor, sus
hermanos y él eran guerreros. Bueno, quizá no era la manera
correcta de decirlo, sabía que ellos eran importantes para su
raza, pero Riley y Noah creaban cosas. Remus respetaba mucho
eso.

Encontró a su compañero justo cuando terminaba su


paseo, se acercó por detrás y acurrucó su cara contra el cuello.

—Hey, cariño, ¿cómo fue tu paseo?

—He caminado cuarenta minutos —dijo Noah fundiéndose


en el abrazo—. Voy más lejos, pero no más rápido, quiero decir,
que realmente no necesito ser un corredor de maratón. Pensé
que más tiempo era mejor para mi cuerpo, pero tendré que
preguntárselo a Riley.

—Hablando de Riley —dijo Remus tomándole la mano—,


acabo de verlo y me envió a buscarte para revisarte. Quiere ver
como vas progresando.

—Oh. Genial. Este es el examen semanal —comentó Noah


moviendo las cejas—. Una vez que tenga mi certificado de buena
salud, voy a saltar a la ducha y luego a rebotar en tu polla.

—Noah —gimió—, estás destrozando mi concentración. No


me puedes decir esas cosas cariño. Tenemos que ponernos
serios para tu revisión.

—Ser serio está sobrevalorado —resopló Noah, cuando casi


estaban en el laboratorio—. Prefiero divertirme y desnudarte.
—Ya basta. —Dijo Remus riéndose cuando llamó a la
puerta del laboratorio—. Necesito sangre en mi cerebro ahora
mismo.

—Adelante chicos —los saludó Riley a través de la puerta.


Remus rápidamente la abrió antes de que Noah hiciera otro
comentario. Intentando concentrarse en la conversación que
estaban a punto de tener y no en el cuerpo desnudo de su
compañero, respiró hondo.

—Hey doc —dijo Noah mientras entraban—. Date prisa y


dame vía libre para tener sexo. He estado bromeando con mi
hombre durante una semana.

Remus sólo gimió y giró los ojos por lo que había dicho
Noah. Su compañero estaba haciendo esto increíblemente difícil
para él.

—Bueno, veamos cómo estás primero —rio Riley—. Sube a


la camilla.

—Tengo una pregunta para ti doc —dijo Noah—. ¿Qué es


mejor, que mis caminatas sean más largas o más rápidas?

—Para tu lesión, más largas —aclaró Riley examinándole


los reflejos—. Tus ojos están un poco vidriosos y la sangre no
circula bien en tus párpados, sin mencionar los círculos oscuros
bajo ellos ¿Cuánto duermes, Noah?

—No mucho —respondió el pequeño hombre—. Pero


realmente he estado trabajando mucho en mi siguiente libro.
Escribo cuando tengo ideas, ¿sabes?

—Háblale de las pesadillas, Noah —dijo Remus en voz


baja.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, con sorpresa evidenciada


en sus ojos.
—Te oigo lloriqueando en sueños —respondió—. Si te
muevo o te acerco te detienes. Pero la mayoría de las veces estás
lejos de mí y las sabanas están empapadas en sudor donde tú
has estado durmiendo.

—¿Es cierto? —preguntó Riley suavemente.

—Sí —gimió Noah—. Pero eso no tiene nada que ver con si
puedo o no puedo tener relaciones.

—Maldita sea, Noah. —exclamó Remus y golpeó la pared


dejando una marca—. ¿Crees que todo lo que me importa es
tener relaciones sexuales contigo? ¿Es todo lo que crees que eres
para mí? ¡Qué lo jodan al sexo, me preocupo por ti!

—Estoy bien. —contestó Noah molesto.

—¡Deja de mentirme! —Gritó Remus—. No estás bien. No


hablas conmigo. Ni siquiera me hablas acerca de esas pesadillas.
Cada vez que trato de hablar contigo sobre lo que pasó o como
te sientes de verdad, te desnudas o me desnudas.

—Pensé que te gustaba lo que hacíamos —dijo Noah con el


rostro totalmente pálido.

—Bebé, me encanta lo que hacemos —respondió Remus


cambiando de tono y tomándolo de la mano—. Me encanta que
quieras que esté desnudo. Es solo que lo utilizas para no hablar
conmigo. Necesito saber lo que te está pasando aquí. —
Concluyó tocándole la cabeza.

—Creo que lo que Remus quiere decir es que si no quieres


hablar de ello, ese puede ser el problema que no te deja dormir.
—Añadió Riley—. ¡Pero no estás durmiendo Noah! Las
pesadillas son la forma que tiene nuestro cuerpo de librarse de
los traumas. Si sabemos de qué van las pesadillas, tal vez
podamos ayudarte y puedas dormir un poco, ¿vale?
—No creo que eso ayude. —Dijo Noah mirando a su
regazo.

—¿Tratamos? —preguntó Remus—. ¿Por favor bebé? Me


mata saber que estás conmigo en la cama sufriendo y no puedo
hacer nada. Me siento como si estuvieras moviendo un cuchillo
en mi corazón. Lo quiero todo de ti, no solo tu sexi cuerpo. Ser
compañeros significa que somos una pareja. Si algo te está
pasando en esa bonita cabeza, debes decírmelo.

—¿Tú me lo dirías? —cuestionó Noah con escepticismo.

—En un latido. Si estuviera teniendo pesadillas —


respondió Remus honestamente—, te lo diría. Sé que querrías
ayudarme, y no podrías hacerlo si no te lo digo.

—Está bien —susurró Noah respirando hondo—. No te


conté el motivo por el que Isaac hizo lo que me hizo. Dijo que
nuestro padre me quería muerto. Que Abraham estaba
llamando a alguien para matarme. Pensó que yo, sólo
necesitaba una lección, que si me la daba lo suficientemente
grande, Abraham daría marcha atrás sobre lo de matarme. Es
por eso que no quiero que vengas de paseo conmigo Remus.

—Oh, bebé —dijo su compañero con las lágrimas corriendo


por su cara.

—Sigo teniendo pesadillas —continuó Noah tragándose el


nudo de la garganta—. Esto me está matando. A veces intentas
empujarme fuera del camino, y consigues que te maten, en otras
hay un tirador, y en vez de matarme a mí, te dispara a ti.

—Riley, ¿está bien Noah? —preguntó Remus suavemente.

—Sí, está mucho mejor —respondió el médico—. Está bien


para cualquier cosa que queráis hacer. Si tienes cualquier dolor
ven a hablar conmigo Noah. Aparte de eso, usa la cabeza, no te
exijas demasiado.
—Gracias, doc —contestó antes de que Remus lo levantara
en brazos y saliera corriendo del laboratorio con él. No le dio a
su compañero ninguna oportunidad de decir nada más mientras
encendía la luz dentro de sus habitaciones. Una vez dentro de su
dormitorio, se quitó toda la ropa.

—Noah —susurró, cayendo sobre su compañero, chocando


sus narices—. Prométeme que no vas a volverme a hacer esto de
nuevo. Lo digo en serio Noah. No vuelvas a guardarme un
jodido secreto.

—Te lo prometo —aceptó su compañero con los ojos llenos


de lágrimas—. Creí que estaba haciendo lo correcto. Me moriría
si algo te sucediera Remus, sobre todo por mi culpa.

—Lo entiendo, bebé —respondió—, y esa es la razón por la


que no estoy azotándote. Pero podría haber sido herido porque
no me lo contaste. Podrías haber sido herido por no decírmelo.
No más secretos. Los compañeros no se guardan secretos. No
voy a estar acoplado a alguien que me oculta cosas. Nunca más.

—Lo siento. Lo siento, mucho, mucho, mucho, Remus —


respondió Noah.

—Lo sé bebé —Dijo besando su boca.

El beso fue intensamente apasionado, diciendo todo lo que


tenía que decir, lo que no podían decir en ese momento. Remus
rompió el beso, porque si no estaba dentro de su compañero en
el siguiente segundo su corazón iba a explotar.

—¿Estás listo para mí?

—Si por favor. Fóllame, Remus —jadeó Noah separando


más las piernas.

Se sentó sobre sus rodillas, a punto de agarrar el


lubricante cuando vio el mayor de los tres tapones anales en el
culo de Noah. Gimió. Era tan caliente. Su compañero yacía allí
ofreciéndose, con las piernas abiertas, el culo lubricado solo
esperando que se lo follara.

No perdió tiempo, empujó sus piernas rápidamente y le


sacó el tapón anal. Noah soltó un gemido bajo, Remus sintió
que iba a correrse, justo en ese momento. Alineó su polla y se
hundió lentamente en el culo de su hermosa pareja. Habría
querido tener juegos previos, pero con todo lo que había
sucedido lo necesitaba ahora.

—No voy a durar mucho tiempo bebé —dijo Remus cuando


se enterró hasta las bolas en el culo profundamente. Se echó
hacia atrás y se empujó de nuevo, besó a Noah en los labios,
locamente mientras este se adaptaba a tener su gran polla en el
culo.

—Te amo Remus —declaró Noah cuando rompió el beso.

—Te amo también —respondió el otro—. Creo que te he


amado desde la primera vez que vi tus hermosos ojos abiertos
en el hospital. Cada vez que me miras me robas el aliento. Te
amaré hasta el final de días.

—¿Me perdonas, Remus? —susurró Noah con lágrimas en


sus ojos.

—Sí cariño —contestó acariciando la cara de su pareja—.


Nadie dijo que el apareamiento fuera fácil. No hay un libro de
reglas. Estabas haciendo lo que pensabas era correcto. No más
secretos, ¿de acuerdo?

—Está bien —respondió Noah sonriéndole a continuación.


Envolvió las piernas y los brazos alrededor de Remus—. Fóllame
compañero mío. Quiero que tomes mi virginidad. Solo tú, solo
tú estarás en mí, Remus.
—Gracias Noah. —Dijo el gran hombre moviendo
lentamente sus caderas—. Gracias por darme este regalo. Te
quiero mucho.

—Yo también. —contestó cuando Remus comenzó a


moverse un poco más rápido. Mientras iba ganando velocidad
movía las manos por el pecho de Noah. Frotaba los pulgares
sobre los pezones de su compañero. El pequeño hombre gritó y
sintió que su semilla se disparaba entre ellos. Remus detuvo el
movimiento, fascinado por la visión del clímax de su
compañero.

—Verte correrte es lo más increíble que he visto —susurró


contra los labios de Noah cuando sus ojos se abrieron de nuevo.
Remus cambió el ángulo de la cadera por lo que golpeaba el
punto dulce de Noah con cada empuje.

—Oh, joder… oh joder… oh joder. —Exclamaba éste cada


vez que le frotaba la próstata. El hombre apenas podía pensar
aparte de en la necesidad de reclamarlo, cuando bajó la cabeza y
hundió sus colmillos en el cuello de su compañero.

Lo escuchó gritar su nombre cuando se corrió de nuevo.


Podía sentir los músculos de Noah exprimir su polla mientras
bebía. Alzando la cabeza Remus rugió su liberación, después de
lanzar su semilla en su compañero. Cuando bajó de su orgasmo
abrió los ojos y lo miró.

—¡Esto ha sido un polvo fantástico! —exclamó Noah


besándolo—, ha sido más que cualquier cosa que hubiera
podido imaginar. Estuvo bien para ti, ¿no? Quiero decir, ¿he
sido tan bueno como tus otras relaciones?

—Mejor bebé —respondió rozando su nariz con la de su


compañero—. Este ha sido el sexo y el orgasmo más increíble de
mi vida. Nadie se compara con mi pequeño compañero.
—Bien —dijo Noah riéndose—. No puedo esperar para
repetirlo.

—¿Quién ha dicho que hayamos terminado? —preguntó


levantando una ceja.

—¿No se acaba cuando ambos nos corremos? —preguntó


Noah con los ojos brillando de lujuria y anticipación.

—Por lo general sí, pero al ver lo mucho que te gusta me


estoy poniendo duro de nuevo. —Dijo moviendo sus caderas
para que Noah pudiera sentir su polla endureciéndose de nuevo.

—Hmmm, ¿cómo puedo mostrarte lo que amo que me


folles? —Ronroneó Noah.

—Puedes besarme. —Sugirió bajando la cabeza.

Noah se reunió con él a mitad de camino, abriendo la boca


para dejar entrar la lengua de Remus. Sus lenguas giraron,
acariciándose entre sí, reclamando la boca del otro.

—Creo que deberíamos probar otra postura esta vez. —


Susurró Noah contra sus labios—. Quiero que jodas mi apretado
culo de todas las maneras posibles ¿Te he mencionado lo
flexible que soy?

—Joder, cariño. —Gimió completamente duro de nuevo,


envolvió sus brazos alrededor de Noah tirando de él hasta que lo
sentó sobre sus talones. Remus abrió sus rodillas por lo que las
piernas del otro se separaron aún más y su polla se deslizó más
profundamente—. ¿Qué te parece así?

—Sí, creo que me gusta de esta manera. —Gimió en voz


alta. Remus comenzó a balancear sus caderas, Noah se movía
hacia arriba y hacia abajo manteniendo su ritmo—. Realmente
me gusta esta manera de joder.
—A mí me gusta de cualquier manera contigo, Noah. —
Dijo Remus acelerando el ritmo y mordiendo su hombro. Su
compañero comenzó a llevar el ritmo moviendo más rápido sus
caderas. El semen de Remus que todavía estaba en su culo, era
un lubricante maravilloso, por lo que su polla se movía dentro y
fuera del agujero con más facilidad. Estaba a punto de correrse
cuando Noah mordió un lado de su cuello. Todavía no tenía
colmillos por lo que mordió fuerte. Parecía que a Remus le
gustaba.

Sus mordiscos parecían apretar un interruptor en el


interior de Remus. Sus manos se convirtieron en garras cuando
agarró las caderas de Noah con fuerza levantándolo y
empujando rudamente su polla cada vez más fuerte y más
rápido.

Se volvió loco, disfrutó de cada segundo. Su compañero


levantó la cabeza y gritó su orgasmo a la vez que Remus gruñía
su liberación.

Se quedaron durante unos minutos así, envueltos


totalmente uno alrededor del otro. Apoyándose uno en el otro,
jadeando salvajemente. Totalmente gastados.

—¿Estás bien bebé? —preguntó Remus hablando


finalmente.

—Joder no. —Se rio Noah—. Eso fue impresionante. Eras


como un guerrero salvaje.

—¿Te ha dolido? ¿Te he hecho daño?

—No me dolió —afirmó Noah besando a Remus antes de


bajarse de su regazo con un gemido—. Me encantó cada
segundo. No me malinterpretes, me ha gustado el amor lento,
íntimo que hicimos antes. Pero la segunda vez… fue ardiente,
sexo salvaje… ¡follamos como monos pervertidos!
—Follamos monos pervertidos, ¿eh? —preguntó Remus
riéndose y golpeando con fuerza a Noah en el culo cuando iba a
salir de la cama.

—Oh… haz eso otra vez —gimió Noah.

—¿Hacer qué? —preguntó Remus golpeándolo con fuerza


otra vez— ¿Esto?

—Sí, así —gimió Noah levantando su culo al aire todavía de


rodillas en la cama. —Me gusta eso.

—Bebé, eres insaciable —susurró poniéndose duro de


nuevo—. He creado un monstruo. —Dijo lanzándose a por Noah
y fallando por muy poco, éste corrió al cuarto de baño, riéndose.
Remus agarró el lubricante resistente al agua que su compañero
había ordenado y lo persiguió.

—Te gusta hacer eso, ¿verdad? —Ronroneó Noah


inclinándose sobre la bañera seductoramente para comprobar la
temperatura del agua de la ducha.

—Me gusta cualquier cosa que incluya a tu pequeño y sexi


culo —gruñó Remus—. Pero te escapaste de mí. Fuiste un
compañero travieso, burlándote de mí.

—¿Burlándome, yo? —preguntó inocentemente Noah


mirándolo sobre su hombro mientras movía el culo—. ¿Qué vas
a hacer al respecto?

—Castigar a mi pequeño compañero —respondió


agarrándolo por la cintura y arrojándolo sobre su hombro—.
Voy a azotar este culo antes de joderlo duro.

—Joder —gimió Noah en voz alta moviéndose en el


hombro.
Remus le dio al culo de Noah un fuerte golpe, cuando se
metió en la ducha.

—Esto es por burlarte de mí —dijo sacudiendo el culo de


Noah unas pocas veces más—. Esto es por huir de mí —le dio
otros cinco azotes en cada mejilla cuando Noah comenzó a
frotar su polla contra el hombro del enorme hombre.

—Más, Remus, más. —Gimió.

—Esto es por frotar tu polla contra mí durante tu castigo —


respondió dándole otros tres azotes—. Y esto es por hablar —
Remus sonrió y le dio a cada nalga un azote, luego empezó a
frotar sus firmes globos.

—Creo que voy a ser malo más a menudo —gimió Noah—.


¿Está mal que me guste tanto que me azotes?

—No cariño —respondió riéndose Remus—. Si quieres


probar algo nuevo lo haremos. Parece que te gusta que te
azoten, ¿Lo hice fuerte?

—No, en absoluto —se rio Noah moviendo el culo de nuevo


en su hombro—. Lo podrías hacer más fuerte si quisieses.

—Creo que es hora de que tengas tu recompensa por tomar


tu castigo como buen compañero —le dijo Remus con una idea
formándose en su cabeza—. ¿Quieres tu recompensa bebé?

—Sí —susurró Noah—. Por favor, Remus, por favor —lo


levantó como si fuese a dejarlo en el suelo.

En su lugar puso las piernas de Noah sobre sus hombros,


la polla dura de su compañero estaba justamente frente a su
cara. Con un movimiento colocó a Noah contra la pared de la
ducha. Remus inclinó la cabeza hacia adelante y se tragó la polla
de su compañero.
—Oh, joder —exclamó en estado de shock por lo que
Remus estaba haciendo. Este lubricó sus dedos y los deslizó en
el pequeño agujero de su compañero. Pensó que después del
maratón de sexo podía comenzar con dos.

Noah gritó, inclinando sus hombros contra las baldosas de


la ducha. Su compañero continuaba tragándose su polla.

Añadió un tercer dedo en el culo y comenzó a empujarlos


más rápido. Se aseguró de frotarle la próstata todo el tiempo.
No pasó mucho tiempo hasta que Noah dejó de quedarse quieto,
después de otro minuto, se puso rígido y gritó cuando su polla
entró en erupción en la garganta de Remus. Sacó sus dedos del
culo antes de bajarle a sus pies. Girándolo, lo empujó contra las
baldosas.

—Mi turno —gruñó en el oído de su compañero antes de


apartar las mejillas de su culo. Su polla se deslizó en el apretado
culo del pequeño hombre. Lo Sujetó por la cintura para que no
se cayese.

Remus estableció un ritmo duro y rápido. Noah estaba de


pie con la espalda recta, apretando las baldosas todo lo que
podía, sentía que iba a perder la cabeza.

—Mío, mi compañero.

—Sí, tuyo —gruñó Noah—. Jódeme Remus. Jode duro a tu


compañero.

—Tan estrechito. —Gimió—. Tan jodidamente apretado


alrededor de mi polla.

—Reclámame mi gran guerrero. —Le susurró a su


compañero—. Muéstrales a todos que soy tuyo, reclámame.

—Mío. —Gruñó antes de morderlo.


Noah parecía saber que botones apretar, volviendo a
Remus de su habitual carácter suave a un animal posesivo,
salvaje.

—Sí, más duro. —Exclamó desde la pared del baño. Jodió a


su compañero tan duro que no le sorprendería si no había
grietas en las baldosas. Levantó la cabeza cuando pensó que
podía estar tomando demasiada sangre, agarró las caderas y
golpeó su polla dentro de él más rápido.

—Mi Noah, mío. —Rugió corriéndose sin frenar su ritmo.


Cuando la última gota de esperma fue ordeñada de su polla por
el culo, se detuvo finalmente.

Apoyándose en su compañero se apoyó a sí mismo contra


la pared, Noah se apoyó en él y lo rodeó con sus brazos. Las
manos del pequeño hombre frotaron suavemente el culo de
Remus, ambos respiraban lentamente.

—Wow, eso fue caliente —jadeó Noah—. Me sentía como si


fuera a morir si no te corrías dentro de mí.

—Eso es lo que sentí. —Contestó inclinándose para lamer


su marca de apareamiento—. Sabes exactamente que decir para
llevarte a mi cabeza y a mí a la locura, bebé.

—¿Eso es bueno o malo? —preguntó Noah tranquilamente.

Remus pensó durante un minuto, nada más que el ruido


de la ducha entre ellos.

—Me encanta, pero solo si no te estoy haciendo daño o


estoy siendo demasiado duro —respondió finalmente—. Quiero
decir, eras virgen antes y hemos hecho tres veces el amor. Dos
de las cuales he sido algo más que rudo contigo. Esta última vez,
te he follado como un animal.
—Y me encantó cada segundo de ello —dijo Noah
alejándose de Remus, la polla deslizándose de su culo. Su
compañero se dio la vuelta para mirarlo de frente—. Me
encantó, me encanta que me folles salvajemente. Adoro volverte
tan loco, pero sobre todo, te amo.

—Te amo también, bebé —le dijo inclinándose para


besarlo—. ¿Cuántas veces te has corrido?

—Cuatro —respondió Noah alcanzando el jabón—. Bueno


cinco, si cuentas la forma tan inventiva en la que me has hecho
la mamada. Eres tan fuerte. Moverme así, de esa manera y
andar así conmigo.

—Me alegro que te haya gustado —dijo Remus—. Me gusta


ser varonil contigo. Pero también sacas mi lado suave y mimoso.

—Puedo vivir con eso —Se rio su compañero mientras se


apresuraba a terminar su ducha. Remus estaba tan feliz que
quería quedarse en ese momento para siempre.
Noah en toda su vida nunca había sentido esa alegría en el
corazón ¡Había tenido sexo! Joder, había tenido relaciones
sexuales. Remus era un animal en la cama, uno que planeaba
examinar a fondo. Terminó de vestirse, corriendo hacia donde
estaba su compañero, tirándole de sus pantalones hacia abajo,
siguió corriendo mientras que este estaba en shock por lo que
había hecho.

Corrieron fuera de sus habitaciones al pasillo, llegó a la


parte de arriba de las escaleras antes de escuchar a su
perseguidor, Noah se lanzó por las escaleras y llegó a la cocina
sin ser aún capturado por Remus.

—Hola Elena. No me has visto —susurro riéndose cuando


se escondió detrás de una de las encimeras.

—Hola mamá ¿Has visto a mi pequeño compañero


corriendo por aquí? —preguntó cuando se deslizó dentro de la
cocina parando al ver a su madre.

—¿Compañero? ¿Tienes compañero? —preguntó Elena


fingiendo confusión—. ¿Y qué hizo tu supuesto compañero para
que lo persigas?

—El pequeño me bajó los pantalones. —Respondió


Remus—. Huelo a mi sexi pequeño compañero ¡Sal, sal de
donde estés!

—Dejaré jugar a los niños —se rio Elena—. Pero si fuera tú,
iría a comprobar el exterior. Sabes cómo le gusta el aire libre.
—Gracias, mamá —rio Remus dirigiéndose a la puerta de
la cocina. Noah decidió entregarse por lo que se puso de pie y
caminó hacia la puerta. Fue cuando estuvo a unos cinco metros
por detrás de Remus, que vio el punto rojo en la cabeza de su
compañero.

—¡No! —Gritó lanzándose hacia el hombre cuando se dio


cuenta de lo que era el punto. Según golpeaba a su compañero
la detonación de un rifle sonó a través del aire. Dispararle a un
vampiro, en general, lo único que conseguía era cabrearlo, a
menos que pudieras pegarles varios tiros y que se desangrara, o
le dieras en la cabeza provocándole una muerte cerebral
instantánea. Incluso los vampiros no podían recuperarse de esa
lesión.

Aterrizaron en una maraña, Remus no se movía. Noah se


apresuró a cubrir la cabeza de su compañero con su cuerpo,
mientras se agachaba. Se agachó, con el culo en dirección al
disparo. Todo lo que tenía que hacer era mantener la cabeza
oculta. El tirador no perdería balas disparando en otros sitios.

—¡Ayuda! Que alguien nos ayude, por favor —gritó una y


otra vez—. Le han disparado a Remus.

—Noah, Noah. —Finalmente escuchó el grito de alguien,


levantó la vista para ver a Desmond.

—Al suelo. Hay un francotirador —gritó al ver a más


familia reunirse alrededor.

—Víctor y Gabriel están buscando, Noah. —Dijo Riley con


calma en cuchillas delante de él—. Déjame ver a Remus, Noah.

Cuando finalmente se dio cuenta de que el peligro había


pasado renunció a su protección y retrocedió para sostenerle la
cabeza a su compañero. Había tanta sangre. Estaba en todas
partes.
—Oh, Noah. Te dieron —dijo Elena de rodillas a su lado.

—No es mi sangre —exclamó—. Le dispararon a Remus.


Traté de apartarlo, de empujarlo fuera del camino. Estaban
tratando de dispararle a la cabeza. Me lancé contra su cabeza y
empecé a gritar.

—Lo hiciste bien Noah —dijo Riley revisando a su


cuñado—. Le salvaste la vida. Necesito ayuda para llevarlo
dentro. Ponedle boca abajo en una de las encimeras.

Vio aturdido como Stefan y Micah lo recogían con cuidado


y lo llevaban dentro. Elena y Desmond los ayudaron cogiéndole
los pies, siguiéndolos. Se dejó guiar a una de las sillas de la
cocina mientras observaba la conmoción. Riley ladraba órdenes
a todo el mundo, mientras empujaba toallas en el hombro
derecho de Remus.

El médico utilizó un cuchillo para hurgar el hombro de su


compañero sacando una bala después de unos momentos.
Después de eso las cosas empezaron a calmarse. Noah lo
escuchó gemir y corrió a su lado, agarrando su mano.

—Estoy aquí, Remus. No te muevas. —Dijo con lágrimas


borrándole la visión. Sabía que estaba temblando, la adrenalina
seguía bombeando a través de él. Trató de respirar
profundamente para calmarse y ser fuerte por su compañero.

—Vas a estar bien —dijo Riley—. Ya se está curando. Mira


puedes ver cómo se está cerrando la herida. Una vez que esté
cerrada, le limpiaremos toda la sangre y estará bien.

—¿Has oído eso Remus? —preguntó Noah—. Riley dice


que vas a estar bien. Te amo, mi fuerte guerrero.

—También te amo —le susurró apretándole la mano.


—Gracias Noah —dijo Elena agarrándolo y apretándolo
con fuerza—. Salvaste la vida de mi hijo.

—No —exclamó Noah apartándola—. Soy la razón por la


que recibió el disparo. Mi padre le dijo a Isaac que quería verme
muerto, que iba a contratar a alguien para matarme. Pero no
estaban apuntándome. El punto estaba sobre su cabeza. El
tirador ni siquiera sabía que estaba aquí. Abraham ha debido
pensar, que si Remus estaba fuera de combate podría llegar a
mí, o que si mi compañero estaba muerto ningún Dragos estaría
acoplado a un hombre. Todo es culpa mía.

—Escúchame Noah —gritó Elena con severidad—. Esto no


es culpa tuya, es culpa de Abraham, de sus dementes ideas. Te
lanzaste para proteger a mi hijo, te pusiste en peligro para
salvarlo. Lo hiciste. Lo salvaste, Noah.

No podía discutir con ella sobre eso, la culpa era de


Abraham. Aceptaría de buen grado la bala de Remus. Noah se
desplomó contra Elena, llorando de angustia por su compañero.
También llorando al darse cuenta que su compañero iba a estar
bien.

—Lo sé Noah —dijo Elena tratando de calmarlo—. Siento


lo mismo. Todos lo hacemos.

—¿Noah? ¿Estás a salvo? —Gruñó el hombre.

—Estoy aquí, Remus. —Respondió acercándose a su


compañero.

Noah caminó alrededor de la encimera para que lo viera.


Se inclinó y besó los labios de su pareja.

—Estoy bien, y Riley dice qué vas a estar bien. La bala te


impactó en el hombro. La sacó y la herida esta cerrándose.
—No llores, bebé —dijo Remus—. He tenido heridas
peores. Esto es solo un rasguño, de verdad.

—Rasguño, mi culo —respondió Noah—. Te quedas ahí y te


comportas. Deja a Riley hacer lo que tiene que hacer.

—Me encanta cuando hablas de tu culo —gruñó Remus.

Noah lo miró con incredulidad al oír a todos los que los


rodeaban reírse. A su compañero le acababan de disparar y
hacía un chiste. Él todavía sentía dolor en su corazón por el
pánico y Remus estaba haciendo bromas sobre su culo. ¿Qué
demonios iba a hacer con su pareja?

—Pórtate bien —se inclinó y le susurró—. Y podrás tener


mi culo en cualquier momento y postura que quieras.

—Es un trato —sonrió Remus guiñándole un ojo.

Noah se limitó a sacudir la cabeza y se alejó. Empezó a


beber sangre, a sabiendas que a su compañero le gustaba beber
de él. Una vez que la herida se cerró, se había tomado cuatro
bolsas de sangre. Después Riley le dio a Remus el visto bueno y
este se sentó, se bebió dos bolsas de sangre. Saltó de la encimera
y se le acercó como si nada hubiera sucedido.

—Increíble —le susurró a Noah cuando su compañero le


dio un beso que hizo que sus dedos se encogieran. Se derritió
contra Remus, envolviendo su cuerpo. No era capaz de estar lo
suficientemente cerca de él, especialmente después de casi
perderlo hacía un par de horas.

—Remus, tenemos que hablar antes de que vosotros dos


salgáis corriendo. —Dijo Desmond aclarándose la garganta para
llamar la atención.
—Por supuesto papá —respondió, rompiendo el beso.
Noah estaba agradecido de que el hombre lo sostuviera. Su
cuerpo se quedaba hecho papilla después de esos besos.

—Hemos recibido una orden del Consejo hoy —dijo


Desmond algo tenso—. Tenemos que ir ambos a responder por
la acusación de buscar falsamente una venganza. A pesar de no
tener nada que ver con eso, Abraham me incluyó, así que no
estaré en el jurado. Por otra parte reclama que te acoplaste a
Noah en contra de su voluntad. Como Noah no puede
reclamarte, de eso se encargó Isaac, dice que no tienes ninguna
prueba de que seáis verdaderos compañeros.

—Ese hijo de puta —gritó Elena.

Los ojos de todos estaban fuera de sus órbitas cuando


giraron la cabeza. Después de todas las veces que los había
amonestado por usar tacos, eso fue un shock.

—Oh, pasar de eso. Suelto tacos también, pero no tan a


menudo como vosotros. Creo que es muy apropiado para esta
situación.

—No podía estar más de acuerdo Elena —dijo Noah


sonriendo—. Así que básicamente mi maravilloso padre está
esparciendo un montón de mierda para lavarse la cara.

—Sí. —Respondió Desmond que parecía elegir


cuidadosamente sus palabras—. Pero esas acusaciones son muy
graves Noah. Abraham tiene mucho tirón en el Consejo y sin mi
voto, podríamos tener problemas.

—No estoy preocupado —respondió—. Pero me gustaría


saber algo, ¿tenéis espacio en vuestro personal para una
persona más?

—¿Por qué preguntas eso? —Le preguntó Desmond, y


viendo al resto pendientes de él.
—Porque voy a necesitar que Wanda hable frente al
Consejo —explicó—. Trabaja para mi padre y puede dar fe de
sus años de abandono y abuso. Abraham va a entrar en la
reunión como un pobre padre amoroso al que le arrebataron a
su hijo. Va a tratar de hacer pasar el secuestro de Isaac como la
protección de un hermano, cuando la gran y diabólica familia
Marius interfirió llevándome en contra de mi voluntad.

—Dillon puede evitar ese ángulo y mandarlo al infierno, es


un testigo. Pero necesito a Wanda para demostrar que a mi
padre no le importa una mierda lo que sea mejor para mí. Que
tiene que ver con el nombre de Dragos, y lo que mi padre siente
que representa. Huelga decir que Wanda se quedará sin trabajo
después de prestar declaración. Sé que está triste, básicamente
se quedó allí por mí. Realmente me trata como si fuera su hijo.

—Eres tan sexi cuando utilizas ese cerebro tuyo —Remus


gruñó y lo besó otra vez. Esta vez Noah se retorció y se alejó.

—Abajo, gran hombre —rio—. Vamos a manejar esto en


primer lugar, entonces podrás hacerme lo que quieras. Déjame
llamar a Dillon y ver con que podemos salir.

—Wanda es más que bienvenida a nuestra casa —anunció


Elena—. Ya sea como miembro de la familia o del personal. Si
ha sido una madre para ti, será considerada de la familia.

—No podía estar más de acuerdo hijo —confirmó


Desmond envolviendo un brazo alrededor de su esposa—. Has
tus llamadas y déjanos saber el resultado.

—Gracias —contestó Noah sonriendo mientras sacaba su


teléfono móvil y llamaba a su hermano.

—¿Hola?

—Dillon, soy Noah.


—Hey, hermanito, ¿cómo lo llevas?

—No muy bien. Necesito tu ayuda —respondió con un


suspiro—. Padre envió a alguien para matar a Remus. Está bien,
pero querían darle en la cabeza.

—¡Joder! ¡Ese hombre es como un dolor en el culo! —


Gruñó Dillon—. ¿Qué necesitas de mí?

—Dos cosas: primero, puedes sacar a Wanda del Complejo


Dragos y traerla aquí, ¿verdad? —preguntó Noah.

—Sí, claro ¿Pero por qué? —preguntó Dillon haciendo una


pausa—. Abraham te ha llamado ante el consejo, ¿verdad?

—Sí, lo que me lleva a mi segundo favor —respondió


tomando una respiración profunda—. Necesito que des
testimonio de lo ocurrido, que Isaac me secuestró contra mi
voluntad, y que ayudaste a mi compañero a rescatarme. Padre
afirma que Desmond y Remus buscaron venganza sin razón, y
que éste se ha emparejado conmigo contra mi voluntad.

—¡Mierda! Aparearse contra la voluntad de alguien es una


sentencia de muerte, Noah, ¿lo entiendes, verdad? —dijo Dillon
suavemente.

—Sí, estamos en serios problemas —respondió—. No te lo


pediría si no fuese el único camino. Sé que no es justo, estás en
el medio, pero Abraham esta tratando de matar a mi
compañero, y ponerme bajo su yugo como a un prisionero.

—Cualquier cosa que necesites, hermanito —dijo Dillon—.


Llevaré a Wanda a la casa de los Marius esta tarde.

—Gracias Dillon —respondió Noah dejando escapar su


aliento—. Eres el mejor hermano mayor.
—Todavía tengo mucho por lo que compensarte —alegó
Dillon colgando antes de que éste pudiera decir nada.

Noah realmente deseaba que su hermano no se culpase a


sí mismo por lo que le había sucedido. Todo lo que quería era
saber que Dillon no se avergonzaba de él, y que no estaba de
acuerdo con su padre. Lo tenía ahora. No quería la culpa de su
hermano.

—Dillon, nos ayudará —les confirmó a Desmond y a


Remus—. Traerá a Wanda más tarde ¿Para cuando es la
convocatoria?

—Mañana —contestó Desmond.

—Sí, eso suena como Abraham —resopló Noah—. Hay otra


razón por la que estoy preocupado. Habéis visto a mi padre en
acción ¿De verdad crees que va a ser capaz de controlar su
temperamento? Sigue actuando como si yo fuera el niño
asustado que solía ser. Ahora, sin embargo sé que Remus no lo
dejará que se me acerque. Eso por si solo me vendrá bien con
ese bastardo, para sacarlo de sus casillas y que muestre su
carácter.

—Recuérdame que nunca te cabree Noah —se rio entre


dientes Desmond dándole palmaditas en la espalda antes de
marcharse.

—Así que… ¿todo cubierto? —preguntó Remus en voz


baja— ¿Estamos listos para patearle el culo a tu padre?

—Sí, creo que todo... —Comenzó a decir, pero se


interrumpió soltando un chillido cuando su compañero lo
levantó echándoselo al hombro, y dándole en el culo unos
buenos tortazos.
—Ahora, es tiempo de tu castigo —gruñó el gigantesco
hombre subiendo las escaleras—. Has sido un compañero muy
malo Noah.

—¿Qué he hecho? —Gimió éste moviéndose en el hombro


de Remus.

—Déjame pensar. Te pusiste en la línea de fuego del


francotirador —respondió—. Pusiste tu seguridad en peligro, en
lugar de ocultarte.

—Remus —susurró Noah cuando llegaron a sus


habitaciones—. No podía quedarme ahí parado y dejar que te
dispararan. Te amo, me moriría si te sucediera algo.

—Lo sé bebé —respondió el hombre poniendo a su


compañero de pie. Se sentó en la cama y tiró de Noah hasta
ponerlo entre sus piernas—. No te pongas más en peligro, ¿de
acuerdo?

—No, no voy a prometerte eso —respondió


sorprendiéndolo—. Habrías hecho lo mismo por mí. Quiero
decir que no te dejaré morir.

—Muy bien, buen punto —suspiró Remus abrazando a


Noah—. Te amo, bebé. No quiero que nada te suceda. Podrías
haber muerto tratando de ayudarme.

—Y tú podrías haber muerto si no lo hubiese hecho —


susurró abrazándolo a su vez. Su compañero lo abrazó más
fuerte cuando vio rodar las lágrimas por su rostro—. Hazme el
amor, Remus. Tengo que sentirte dentro de mí. Necesito saber
que los dos estamos vivos.

—Sí. —Susurró. Quitándose su ropa y lanzando a un


desnudo Noah a la cama. Su compañero saltó encima de él
esforzándose para que su peso no acabara encima del pequeño
hombre. Remus se volvió loco, besándolo por todas partes, al
mismo tiempo que le decía que lo amaba una y otra vez.
Finalmente cuando lo tuvo gimiendo y retorciéndose de deseo
agarró el lubricante.

—Fóllame Remus —susurró mirándolo a los ojos. Éste


lubricó su polla y sus dedos antes de tirar la botella. Lo observó
mientras frotaba suavemente su estrecho agujero. Noah dejó
escapar un fuerte gemido cuando su compañero le deslizó un
dedo dentro.

—A mi bebé le gusta esto, ¿verdad? —Ronroneó Remus


disparando el deseo del pequeño hombre hasta su dura polla.

—Sí, sí, joder, sí. —Gimió follándose en el dedo de su


compañero. Comenzó a moverse más rápido cuando éste
empujó un segundo dedo—. Casi estoy, casi.

—Córrete para mí, mi pequeño compañero. —Le susurró


Remus inclinándose para lamer sus pezones. Eso fue todo lo
que necesitó. Noah gritó el nombre de su compañero y se corrió.
En algún momento durante el orgasmo el musculoso hombre
deslizó un tercer dedo, sin bajar el ritmo. Su compañero estaba
intentando alargar su orgasmo. Noah amaba cada segundo de
eso.

—Remus, te necesito dentro de mí —susurró bajando de su


orgasmo—. Por favor mi gran guerrero. Quiero sentirte.

—Sí bebé —musitó, sacando los dedos antes de empujarle


las piernas hacia el pecho. Se deslizó en su compañero hasta la
empuñadura de un solo golpe. Ampos gimieron—. Abrázame y
aguanta bebé.

Noah hizo lo que le había mandado, envolvió los brazos y


piernas en el gran cuerpo. Hundió la cabeza en el cuello de su
compañero besando cada centímetro de piel que pudiera
alcanzar. Fue duro y rápido. Ninguno de ellos pudo atrapar algo
de aliento como para hablar. La sala se llenó con sus gruñidos y
los sudorosos golpes de piel contra piel. Remus lo envolvió con
sus brazos y lo abrazó con su cuerpo. Cada centímetro de ambos
cuerpos se tocaban cuando se achucharon con fuerza.

Remus enterró sus colmillos en Noah, y éste gritó cuando


la liberación de su semilla brotó entre ellos. Estaba empezando
a bajar de su orgasmo cuando escuchó a su compañero gritar su
nombre. Sintió la semilla caliente del hombre llenarle el culo
mientras le empujaba la polla cuatro veces más antes de
colapsar encima suyo.

—Joder, ha sido fantástico —gimió Remus empezando a


moverse.

—No, no me dejes todavía —susurró Noah apretando más


fuerte a su compañero—. Todavía te necesito dentro de mí.

—Oh, bebé —exclamó Remus alzando la cabeza y


besándolo—. Nunca te dejaré, Noah. Incluso si no estoy dentro
de ti, siempre estaré contigo.

—Lo sé —dijo éste con lágrimas en los ojos—. Estaba muy


asustado. Solo necesito que sigas aquí. Tengo que sentir cada
centímetro tuyo.

—Bebé, no estoy herido —le dijo secándole las lágrimas a


Noah—. Estoy bien, te lo prometo.

—No, no es así. Casi te apartan de mí —gimió—. No puedes


dejarme Remus. No sobreviviré.

Noah vio las lágrimas en los ojos del hombre, mientras


descansaba la cabeza sobre él. Le habían disparado, y eso les
había dejado una marca. El pequeño vampiro sabía que había
estado a punto de perder lo mejor que le había pasado en la
vida. Y necesitaba que le volviera a hacer el amor. Sólo para
abrazar esa sensación de estar vivo, de estar juntos.
—Además, me gusta tenerte dentro de mí —susurró con
una pequeña sonrisa en su rostro—. Creo que tu polla debe estar
siempre en mi culo.

—Bebé —Remus gimió mientras lamía su marca de


apareamiento—. Creo que vas a matarme.

—No es divertido —dijo Noah poniéndose serio—. Eso no


es jodidamente divertido, en absoluto, y más después de lo que
ha pasado.

—Oh, bebé —exclamó Remus moviéndose hacia él—. Lo


siento, no estaba pensando. No quise decir eso. Quería decir que
me encanta la forma y lo mucho que me quieres. Eres bastante
insaciable, para haber sido virgen hasta hace bien poco.

—Sí, pero amas cada minuto de eso —respondió Noah con


un guiño y un meneo de su cuerpo—. De lo contrario tu enorme
polla no estaría poniéndose dura dentro de mi pequeño y
apretado culo de nuevo.

—Solo mirarte me pone duro Noah. —Susurró Remus


contra sus labios—. Y sabes lo que decir para que te necesite
tanto que duela

—Bueno, no podemos dejar que te duela —dijo Noah en


broma, sus ojos viendo a Remus—. Creo que no podrías follar a
tu pequeño compañero si te doliera.

—Sabes lo que quiero decir. —Gruñó su compañero


abrazándolo más fuerte, y rodando bajo él.

A Noah le gustaba estar arriba, podía conducirlo a la


locura de esa manera. Se retorció en el regazo de Remus solo
para burlarse.

—Bebé, no te burles.
—¿Quién dijo que me estoy burlando? —Ronroneó éste
inclinándose para lamer el pecho de Remus—. Tu polla está en
mi culo. No suena como si estuviera burlándome, mi gran
guerrero.

—Buen punto. —Su compañero se echó a reír cuando


agarró sus caderas y lo empujó hacia arriba—. ¿Te gusta así?
¿Qué te parece, bebé? Sé que querías probar nuevas posiciones.

—Hmmm. No estoy seguro, ¿puedes hacer eso otra vez? —


Gimió—. Necesito más información para tomar una decisión.

—Eres malo, un malvado pequeño compañero. —Se rio


Remus mientras empujaba algunas veces más—. ¿Necesitas
más, bebé?

—Sí. —Dijo entre dientes apoyando sus manos en el pecho


de Remus—. Tal vez un pequeño castigo para darme una
lección.

—Oh, joder sí. —Gimió su compañero empujando sus


caderas mientras una de sus manos comenzaba a golpear con
fuerza su culo—. ¿Así Noah? ¿Te gusta así, mi pervertido
pequeño compañero?

—Sí, más duro, azótame más duro —jadeó—. Fóllame más


duro. Muéstrame lo fuerte que eres, gran hombre.

—Ahora me estás incitando. —Gimió Remus apoyando sus


pies en la cama para tener más fuerza en cada empuje—. Si
sigues con esto no vas a poder caminar en una semana.

—Tal vez ese… es… mi… plan —balbuceó Noah en medio


de los golpes, amando la sensación de la mano de Remus
golpeando en su culo—. La… manera… en… que… me… tocas…
por… todas… partes. Joder… eso… es… bueno. —Noah decidió
apretar sus músculos internos alrededor de la polla de su
compañero como venganza.
—Oh, joder Noah, haz eso de nuevo. —Gruñó su
compañero, tomando aliento—. Sí, así Noah.

Se sintió como si fuera un vaquero montando un caballo


salvaje, pero dudaba que un vaquero se divirtiera tanto. Un
pequeño apretón más y la polla de Noah hizo erupción en el
estómago y pecho de su compañero, lo que a su vez empujó a
Remus sobre el borde, gritando su nombre, empujó un par de
veces más antes de que ambos se quedaran tumbados allí,
incapaces de moverse.

No estaba seguro de cuánto tiempo estuvieron sin


moverse, pero Noah ni se enteró. Se quedaron dormidos así,
todavía conectados, cuando pensó que tenía que levantarse.
Casi se olvida que su hermano y Wanda llegarían pronto.
Remus se despertó a la mañana siguiente con su
compañero tumbado encima de él. Al darse cuenta que habían
dormido así toda la noche, suavemente puso a Noah sobre el
colchón y lo tapó con las sábanas. Alcanzó unos vaqueros y fue
escaleras abajo para saber que se había perdido. Dillon y Wanda
se suponía que llegaban ayer. Parecía que se lo habían perdido.

Dirigiéndose a la cocina, se detuvo en la puerta cuando vio


a Dillon y a una mujer que no conocía hablando con sus padres.

—Buenos días. —Dijo dirigiéndose hacia el café—. No me


di cuenta y nos quedamos dormidos desde ayer por la tarde
hasta esta mañana. Disculpadme.

—No, te preocupes hijo —respondió su padre—. Después


de tu lesión de ayer, tu madre y yo nos figuramos que hablarías
con Dillon y Wanda más tarde, y dormirías. ¿Qué hace Noah?

—Está agotado. Me llevó un tiempo convencerlo de que


realmente no estaba herido —respondió suspirando—. No puede
seguir con toda esta angustia y drama. Va a volverse loco.

—Bien entonces, podrás darle buenas noticias —dijo su


madre alegremente, dándole palmaditas en el brazo mientras se
sentaba—. Hemos hablado con Wanda, se ha comprometido a
hablar con el Consejo en tu nombre y en el de Noah. Además ha
aceptado unirse a nosotros. Insiste en ayudar en la casa, por
alguna extraña razón no nos escucha.
—Agradezco la oferta. —Dijo Wanda riéndose entre
dientes—. Pero los viejos hábitos tardan en morir. Además, cada
uno tiene un trabajo y una forma de hacerlo. Estoy muy
agradecida por estar cerca de mi pequeño Noah. Oh, no quiero
faltarle al respeto, Remus. Es solo que he cuidado de él, desde
que era un bebé. Lo he visto crecer hasta convertirse en el
hombre que es ahora. Estaba tan feliz de que finalmente hubiera
escapado, después de tantos años. Traté de convencerlo de que
se fuera furtivamente. Pero no me escuchaba.

—Porque todo el mundo habría sabido que eras la que me


permitió escapar —Dijo Noah corriendo por la cocina hacia
Wanda. Remus vio como su compañero envolvía sus brazos
amorosamente alrededor de la mujer, besando su cabeza—. No
podía irme y dejarte hacer frente a la furia de mi padre después
de que me ayudaras a escapar. He encontrado una manera de
salir Wanda, mi amor.

—Sí, pero los demonios te cogieron —manifestó


sorbiendo—. Se lo dije a tu padre, pero no quiso hacer nada al
respecto. Se nos prohibió hablar, pero uno de los hombres
finalmente recibió un mensaje que decía que uno de los
demonios tenía a su hija. Se la habían llevado, pero no sabían
dónde estaba el nido de los demonios. Ellos no sabían que tú
estabas allí también.

—Estoy bien Wanda. En realidad no fue tan malo —la


tranquilizó sonriendo, mintiendo a través de sus dientes.

Remus no dijo nada porque pudo ver el amor de Noah


hacia Wanda y la forma en que ella estaba angustiada porque
los demonios lo hubieran cogido.

—Eso me llevó hacía mi grande y fuerte compañero


guerrero.
—Hey, hermanito —interrumpió Dillon abrazando a su
hermano—. ¿Cómo lo llevas, chico?

—Estoy bien, estaré mejor cuando todo el lio del Consejo


termine. —Respondió Noah después de abrazarlo. Su pequeño
compañero caminó derecho hacia Remus y le dio un beso antes
de saltar a su regazo. Era perfecto. No podía creer lo tierno y
adorable que era. Siempre hacía que su corazón se calentase.

—Buenos días, bebé —dijo besándolo en la mejilla—.


Siento haberte dejado solo, pero estabas tan tranquilo que no
tuve corazón para despertarte. Cuando me di cuenta de todo lo
que habíamos dormido pensé que debía bajar y ver qué estaba
ocurriendo.

—Está bien, pero no hagas un hábito de esto. —Noah hizo


un puchero—. Creo que buscaré una forma para castigarte.

Remus se rio entre dientes mientras lo acercaba a su


pecho. Su pequeño volcán lo sujetaba con un dedo del pie. Se
dio cuenta del doble sentido de la frase de Noah. No estaba
seguro de por qué la idea de ser nalgueado por su compañero lo
estaba excitando, pero su dureza era evidente. Tuvo que ahogar
un gemido cuando éste se dio cuenta y comenzó a retorcerse en
su regazo, torturándolo.

—Así que Wanda —dijo Remus tratando de concentrarse


en la conversación—. ¿Vas a tener algún problema por decirle al
Consejo lo que Abraham ha estado haciendo?

—No, en lo más mínimo —respondió encogiéndose de


hombros—. El hombre es horrible. Mira la forma en la que ha
tratado a Noah todos estos años ¿Ahora quiere matarle al
compañero porque un Dragos no es gay? ¿Incluso sin
importarle si eso mata a su hijo? Abraham es un hipócrita,
preocupándose más por la imagen que por el amor, Isaac era un
buen muchacho mientras crecía, pero ha pasado demasiado
tiempo con su padre, ahora es igual que él.

—Wanda tiene razón —dijo Dillon—. Mi hermano ha sido


bueno. Pero al ser el heredero ha pasado la mayor parte de su
vida alrededor de la retorcida mente de mi padre. Me salvé de
ello por haber nacido en segundo lugar. Podría haber sido
invisible pero nací guerrero, así que todavía tenía valor a los
ojos de Abraham, mientras que el pobre Noah, que no era un
guerrero, siempre ha sido completamente prescindible para mi
padre.

—Abraham tiene partidarios en el Consejo —dijo su padre


tomando un sorbo de café—. Pero después de oír a dos de sus
hijos y a alguien que ha sido un empleado leal durante siglos,
estoy seguro que su apoyo va a terminar. He conocido a tu padre
durante mucho tiempo, siempre he sabido que era un bastardo
y un fanático, pero no tenía idea de hasta que punto llevaba sus
demenciales ideas.

—Gracias —dijo Noah bajito. La mayor parte de su cuerpo


estaba enterrada en Remus—. Agradezco todo el apoyo que me
estáis dando.

—Tienes gente que te quiere bebé —le dijo Remus


acercándolo más y abrazándolo fuerte—. Creo que voy a
asegurarme de que mi compañero descanse antes del gran día
de mañana.

Todo el mundo asintió, comprendiendo que necesitaba


estar a solas con Noah. Lo sacó de la cocina hacia sus
habitaciones, dándose cuenta de que su pequeña pareja estaba
sollozando. Remus se sentó en la cama, sosteniéndolo cerca,
frotando su espalda y besando su cabeza.

—¿Estás bien Noah? —preguntó viendo caer las lágrimas


por sus mejillas.
—Sí. —Graznó Noah con la voz áspera de tanto llorar—.
Solo no esperaba tanta ayuda. Quiero decir, la esperaba, pero al
verlos aquí, lo ha significado todo para mí.

—Lo sé. —Respondió Remus presionando suavemente sus


labios con los de su compañero.

Noah dejó escapar un suave gemido y se hundió en él. Éste


se volvió salvaje por la necesidad, cuando su compañero se
movía con su toque de esa manera. Olvidó desembalar las cajas
que tenía en su habitación, el gran guerrero sujetó a su
compañero y comenzó a quitarle la ropa.

—Te necesito Remus —dijo Noah mirándolo—. Necesito


sentirte.

—Yo también bebé —acordó Remus quitándose la ropa, al


verlo desnudo. Podría mirar a su hermoso compañero el resto
de su vida—. Tengo que estar dentro de ti.

—Sí, por favor —gimió Noah escalando en la cama y


posicionándose a sí mismo sobre sus manos y rodillas—. Te
quiero en mi culo.

Remus gimió y perdió el resto de sus ropas. Agarró el


lubricante antes de atacar a su compañero y rodar sobre él.
Tenía que verle la cara cuando se lo follara. Extendió las piernas
de Noah mientras echaba rápidamente lubricante con los dedos.
Sintió que su compañero temblaba mientras deslizaba un dedo
en el pequeño agujero apretado.

—Te gusta, ¿verdad bebé? —preguntó bajando la voz—.


¿Te gusta que juegue con este pequeño agujero?

—Sí. —Susurró Noah cuando deslizó un segundo dedo—.


Estoy listo. Ahora.
—Todavía no. Tengo que abrirte para mí —dijo haciendo
tijera con los dedos cuando se inclinó y chupó el pezón. Se echó
hacia atrás y vio con asombro como Noah gritaba y su polla
entraba en erupción. Amaba la vista de la crema dulce de su
compañero disparada de su polla, deslizó un tercer dedo.
Remus estaba desesperado por conseguir entrar en Noah,
especialmente cuando lo miró y vio esos ojos vidriosos llenos de
lujuria.

—Por favor, compañero mío, jódeme —gimió follándose en


los dedos de Remus—. Te quiero, necesito tu polla en mi culo. —
Remus no podía más. Rápidamente sacó los dedos y los
remplazó con su dura polla. Entró de un solo golpe, haciéndolos
gemir a ambos al sentirlo.

—Joder. Estás tan apretado bebé —gruñó cuando comenzó


un ritmo fuerte y rápido—. Tu culo fue hecho para mí, Noah.
Perfecto para mi gran polla, ¿verdad?

Remus amaba como gemía y se retorcía por sus sucias


palabras. Su compañero tenía un lado pervertido que tenía
previsto explorar el resto de su vida. Noah envolvió sus piernas
y brazos alrededor de él, dejando que este controlase cada
embestida. Inclinando la cabeza, se entregó completamente a su
gran hombre, quien dejó escapar un gruñido antes de lamer la
marca de apareamiento. Cuando se dio cuenta que llegaba a su
clímax cambió el ángulo de sus caderas.

—Sí, Remus sí. —Exclamó gritando cuando su compañero


tocaba con cada golpe su punto dulce. Este lo golpeó fuerte y
rápido. Hundiendo sus colmillos en su cuello, gimiendo con el
dulce sabor de su sangre golpeaba su lengua. Su pequeño
compañero gritó su liberación momentos antes de que el
hombre llegara a la suya. Los músculos de Noah masajearon su
pene enviándolo por encima del borde.
Alzando su cabeza, Remus rugió su orgasmo, empujando
unas pocas veces más. Se desplomó sobre su compañero,
envolviéndolo con su protector cuerpo. Se quedó allí, en
silencio, simplemente disfrutando de la relajación tras el sexo.

—Te amo, Remus —susurró Noah.

—Te amo también, bebé —respondió antes de rodar y


tomar unas toallitas para limpiarse.

Así pasaron el resto del día, descansando en brazos del


otro, confortándose mutuamente. Remus amó cada íntimo
minuto de eso. Necesitaban sentirse uno al otro tanto como
fuera posible, antes de tener que enfrentarse al Consejo al día
siguiente. Sintiendo que Noah y él estaban en la misma onda,
que eran una unidad, finalmente se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, Remus vio a su pequeño


compañero algo nervioso. Noah se puso seis trajes diferentes,
no estaba seguro de cómo presentarse ante el Consejo.
Finalmente dio con el adecuado y se puso en movimiento.

—Noah, bebé —lo tranquilizó sentando a su compañero en


su regazo—. Tienes que calmarte. Vamos a hablar con el
Consejo, no a invadir un país extranjero. Todo lo que tenemos
que hacer es ir y decir la verdad. Estaremos bien.

—No es tan sencillo —gimió Noah—. Vamos contra mi


padre. No sabes lo que le gusta a ese hombre salirse con la suya.
Hará todo lo posible para ganar. Abraham ya te disparó, ¿qué se
le ocurrirá hacer hoy? ¿Iremos andando?

—Sí, vamos a ir a pie —dijo masajeándole la espalda—. Y


caminando juntos, iremos muy bien. Sí, nos enfrentamos a
Abraham, eso es una putada. Pero tenemos a mi familia, a
Dillon, y a Wanda de nuestro lado. Es un montón de gente
contra un hombre, del que mucha gente sabe que está loco.
—¿Qué pasa si no es suficiente? —susurró el pequeño
vampiro contra su cuello.

—Lo es, Noah —respondió Remus—. Estoy seguro que esas


locas acusaciones son porque tu padre está en el Consejo. Una
vez que oigan nuestra versión, estarán felices de despedirlo.

—¿Cómo puedes estar tan jodidamente tranquilo? —Gritó,


saltando fuera de su regazo—. Te enfrentas a un cargo de
muerte, Remus. Podrías morir hoy. He traído toda esta mierda a
tu vida, porque me elegiste como pareja.

—Suficiente —gruñó Remus—. Me siento honrado de que


me eligieras como compañero. Te amo, Noah. No me quedé
contigo, y toda esta mierda, eres más digno que todo eso.
Entiendo que estés asustado y molesto, pero no quiero volver a
escucharte que me quedé contigo. No hagas como si no te
quisiese, porque lo hago.

—Lo sé. —Respondió Noah respirando profundamente—.


Lo siento, no lo quise decir así. No puedo perderte.

—No, te preocupes. —Respondió tirando de Noah hacia


sus brazos—. No me voy a ir a ninguna parte. Y tú tampoco.
Cada cosa a su tiempo, ¿vale? Vamos a desayunar y hablar con
todo el mundo. Eso ayudará a que te calmes.

—Claro que lo hará. —Dijo girando los ojos—. Vamos a ver


a todos a los que les estoy trastocando sus vidas. Eso si que
debería calmarme.

Remus trató de no reírse por la ironía de su pequeño


compañero. Noah estaba muy molesto y con razón. Pero era tan
lindo cuando algo lo sacaba de quicio. Salieron de sus
habitaciones y fueron hacia las escaleras. Comenzaron a
escuchar voces a medida que las bajaban. Lo tomó de la mano y
le dio un apretón.
—Oh, Micah. Estoy tan feliz por ti. —Dijo su madre cuando
entraron en la cocina—. Es una noticia maravillosa.

—Felicidades Riley. —Dijo su padre tirando de él y


abrazándolo—. Hannah está en buen estado de salud.

—¿Qué pasa? —preguntó Remus mirando a todo el mundo


emocionado— ¿Y quién es Hannah?

—La madre de alquiler que hemos encontrado. —


Respondió Micah envolviendo sus brazos alrededor de su
compañero—. Acabamos de descubrir que está embarazada.
Riley la inseminó la semana pasada, y se ha quedado en el
primer intento ¡Vamos a tener un bebé!

—Oh, hermanos. —Dijo Remus avanzando rápidamente


para abrazarlos—. Congratulaciones para su bebé y para que su
madre lo lleve con seguridad.

—Gracias —dijo Riley con las lágrimas llenando sus ojos—.


Significa mucho contar con todo vuestro apoyo.

—¿Apoyo? Eres gay, puedes tener una familia. —Dijo


Marian golpeándolo en la cabeza—. Este es un día glorioso para
nuestra familia. Por supuesto que íbamos a lanzar felicitaciones
y alegría sobre vosotros.

—Excepto para mí. —Dijo Noah en silencio antes de salir


corriendo de la habitación.

—Remus, lo siento mucho. —Dijo Micah—. Debería haber


esperado hasta después de la audiencia. Solo que no pude
contenerme.

—Tonterías. —Respondió—. En un día como hoy, esta


noticia alegre es especialmente bienvenida. Noah… bueno,
podéis imaginaros donde está su mente. Ahora volvemos.
Remus corrió tras Noah, preocupado por su pequeña
pareja. Se lo encontró sentado en las escaleras llorando.
Sentándose lo acunó en su pecho sin decir una palabra. Su
pequeño compañero necesitaba sacarlo todo afuera. El gran
hombre todo lo que podía hacer era estar ahí para él.

—¿Mejor bebé? —preguntó cuando las lágrimas pararon.

—Siento mucho haber arruinado las noticias de tu


hermano. —Respondió—. Lo he estropeado todo.

—No, no lo hiciste Noah. —Dijo Remus, besando su


mejilla—. No has arruinado nada. Creo que es una noticia
maravillosa incluso en este caos en el que estamos. Es un
recordatorio para luchar por nuestro futuro. Puede que un día
nosotros anunciemos que vamos a tener un bebé. Piensa en ello,
un bebé nuestro ¿No sería emocionante?

—Sí. Me gustaría tener un bebé que se pareciese a ti. —Dijo


Noah mirándolo—. Tal vez una niña, entre todos estos hombres.
Si tuviéramos una hija, manejaría a todos sus tíos con uno solo
de sus deditos.

—Ves, no has arruinado nada. —Respondió besándolo en


los labios suavemente—. La vida continúa. No se detiene porque
tu padre sea una porquería. Vamos a volver y unirnos a la
celebración, ¿de acuerdo?

—Tienes razón, Remus. —Dijo Noah poniéndose en pie—.


¿Qué haría sin ti?

—No va a pasar nunca, bebé. —Se rio entre dientes—.


Nunca lo sabremos porque siempre estaré donde debo, justo a
tu lado.

—¡Estoy agradecido por eso! —Se rio volviendo a la cocina.


—Lo siento Noah. —Le dijo Riley abrazando a su cuñado—.
Deberíamos haber esperado para decíroslo a todos.

—No, estoy muy feliz por los dos. —Respondió


correspondiendo al abrazo—. Sentí que al estar aquí os estaba
frenando. Remus me mostró que estaba siendo emocional. Creo
que podéis comprender que mi cabeza esté en otras cosas.
Deseo que todo vaya muy bien, y muchas felicitaciones. Espero
poder echar a perder a mi sobrina o sobrino.

—Gracias Noah. —Dijo Micah abrazando a Riley y a su


cuñado a la vez—. Significa mucho para nosotros.

—Noah y yo hemos hablado de lo maravilloso que sería


tener una pequeña niña más adelante. —Dijo Remus uniéndose
al abrazo—. Con todos sus grandes tíos corriendo tras ella.

—Una niña sería bienvenida a esta casa. —Dijo su madre


uniéndose a ellos—. Creo que Noah y tú seríais unos padres
maravillosos.

—¿Interrumpimos algo? —Preguntó Dillon cuando él y


Wanda entraron en la cocina—. Podemos volver más tarde.

—Tonterías. —Respondió Desmond—. Estábamos


celebrando. Que la madre de alquiler de Micah y Riley ha
descubierto que está embarazada con su niño.

—Un bebé. —Exclamó Wanda—. Que maravilloso adición a


la familia. No he estado cerca de un bebé desde que Noah nació.

—Eso te pone por delante de todos nosotros. —Dijo su


madre echándose a reír—. No hemos tenido cerca un bebé desde
Damian y de eso hace setenta y cinco años.

—Espera a ver todos los nuevos inventos que han salido


para los pequeñines. —Dijo Wanda abrazando a su madre—.
Pañales desechables, monitores de bebé, todo tipo de artilugios
útiles, y juguetes. Señor, los juguetes que hay ahora para los
bebés. La ropa es más colorida, también. Que divertido que va a
ser tener en esta casa un bebé. Micah, Riley, un millón de
felicitaciones por vuestra noticia.

—Que vuestro niño venga bien. —Añadió Dillon


sacudiendo sus manos—. Es una noticia maravillosa.

—Gracias a todos. —Dijo Riley con una amplia sonrisa.


Tanto Micah como él parecían los padres más orgullosos del
mundo en ese momento.

—Odio interrumpir la celebración. —Dijo su padre—. Pero


es hora de irse.

—Sí, por supuesto. —Respondió Micah—. Pero cuando esto


termine tenemos que celebrarlo. Noah y Remus libres de los
complots del loco de Abraham. Padre, espero que haya puros
suficientes.

—Pues iréis a fumar afuera. —Respondió su madre


riéndose entre dientes—. Odio esas cosas en casa.

Todos se rieron y hablaron sobre la futura celebración


mientras salían de la casa hacia los coches. Remus tomó la
mano de Noah con fuerza, sintió la angustia de su compañero.
Quería besar a cada miembro de su familia por su facilidad para
manejar esa situación.

Se sintió más tranquilo sabiendo que sus padres, en


particular, veían la reunión del Consejo más como una molestia
que como otra cosa. Esperaba que tuvieran razón y fuese así.
Entraron en varios coches y se fueron.

El Consejo tenía un edificio que usaban para todo tipo de


reuniones en el Complejo de los guerreros. Eso ayudaba a que
estuviera cerca de los guerreros para cualquier situación que
surgiese. Remus envío una oración para tener hoy un resultado
favorable antes de sentarse y echarse hacia atrás poniendo un
brazo sobre los hombros de su compañero.
Noah nunca había visto el interior del edificio del Consejo.
No parecía muy grande, había visto los juzgados antiguos en
fotos. Agradeció que su compañero no le soltara la mano,
cuando salieron del coche y se dirigieron hacia la entrada.

Esperanzado de haber estado preocupándose por nada,


reunió todo su coraje. Ninguno de los familiares de Remus
parecía pensar en esta audiencia como algo más que un intento
desesperado por parte de su padre para salvar la cara.

Abraham fue la primera persona que vio al entrar en la


sala de audiencias. Su padre era alto, incluso para un guerrero,
pero con los años Noah se había enterado de lo que su padre era
capaz. Siempre supo mantenerse alejado de su camino. Hoy, sin
embargo, estarían frente a frente.

—Dillon, Wanda. Bien, estáis aquí. —Dijo Abraham


caminando hacia ellos y haciendo caso omiso de los demás—.
Comenzaremos dentro de poco. Necesito que os sentéis con
Isaac.

—Estaremos sentados con Noah, padre. —Dijo Dillon,


colocando a Wanda detrás—. ¿Qué te hizo pensar que
estaríamos de tu parte en esta mierda?

—Porque eres mi hijo. —Gruñó su padre—. Y ella es una de


mis empleadas. Hará lo que le diga y cuando se lo diga.
—Lo dejo. —Dijo Wanda asomándose tras Dillon—. Sólo
me quedé trabajando para un jefe cruel como usted por cuidar
de Noah. Ahora que está libre, me quedo con él.

—Óyeme bien, pequeña perra. —Susurró entre dientes—.


Harás lo que se te diga o si no nunca encontrarás un empleo en
ningún sitio.

—No te preocupes Abraham —se burló Desmond—. Wanda


ha sido como una madre para Noah. La invitamos a que viviera
en nuestra casa como familia.

—¿Ahora invitas a los sirvientes a tu casa, Marius? —


Resopló Abraham—. ¿Dejar que los maricas vivan bajo tu techo
no era suficiente? ¿Ahora tienes a un miembro de la clase baja
en tu casa? De verdad que eres una vergüenza para tu raza.

—Abraham Dragos. —Dijo un miembro del Consejo en voz


alta antes de que alguien pudiera responder a lo que le había
dicho a su padre—. El Consejo está dispuesto a escuchar tus
reclamaciones. Está audiencia se llevará a cabo por el cuerpo
más sagrado de nuestra especie. Que todos los que hablen,
digan solo la verdad. Este cuerpo encontrará el castigo.

—Yo, con la cólera de los Dragos, acuso a Desmond,


Remus y Víctor Marius, de falso desquite en contra de mi hijo
Isaac Dragos. —Dijo en voz alta—. También acuso a Remus
Marius de forzar a mi hijo Noah Dragos a acoplarse.

—¿Cómo se declara, Marius? —preguntó un miembro del


Consejo a Desmond.

—Las acusaciones son falsas Concejal. —Respondió—.


Tenemos testigos, incluido a Noah Dragos, Dillon Dragos, y
Wanda Jennings, quien ha trabajado para Abraham Dragos
durante siglos.
—Muy bien. Este Consejo escuchará a Noah Dragos en
primer lugar. —Dijo el portavoz—. Dado que estos cargos te
implican, Noah, por favor, da un paso adelante.

Remus le dio un último apretón a la mano antes de que se


acercara a los trece miembros del Consejo. Normalmente eran
quince, pero con Desmond y su padre en la audiencia quedaban
solo trece.

—Noah Dragos ¿Qué tiene que decir de estas acusaciones?


—Le preguntó uno de los miembros.

—Son falsas Señor. —Respondió Noah aclarándose la


garganta—. Conocí a mi compañero Remus Marius, cuando
desperté en el hospital después de ser rescatado de los
demonios. Supe al instante, para disgusto de mi padre, que era
mi compañero. En ningún momento me forzó a acoplarme, ni
forzó en mí sus marcas. Yo las pedí. No soy capaz sin embargo
de reclamarlo igual.

—¿Y por qué? —preguntó el mismo miembro.

—Mi hermano, Isaac Dragos, y su amigo Zane. —


Respondió inquieto y nervioso—. Me secuestraron de la casa de
mi compañero, Remus Marius. Me drogaron para que no
pudiera controlar mis colmillos, me llevaron a la casa Dragos y
me arrancaron los colmillos—. Abrió la boca y les mostró a
todos los miembros sus encías aún hinchadas y las llagas donde
deberían haber estado sus colmillos. Isaac me explicó que mi
padre me quería muerto. —continuó, siendo interrumpido.

—Eso es mentira. —Gritó su padre—. Le han drogado y


lavado el cerebro, Isaac se llevó a Noah para protegerlo.

—Y me arrancó los colmillos, ¿para qué, padre? —preguntó


Noah—. ¿Qué tiene que ver eso?
—Eso también fue para tu propia protección. —Respondió
Abraham—. Sabíamos que eran demasiados Marius para que
estuvieras a salvo, por lo que decidimos que si tus colmillos eran
arrancados no podrías acoplarte a Remus. No te acoplarías con
un hombre, Noah. Ellos te drogaron y engañaron.

—Eso es mentira, padre. —Susurró—. Isaac me dijo que me


estabas castigando por ser gay, por manchar el glorioso nombre
de los Dragos. Dijo que querías contratar a alguien para que me
matara, pero pensó que con ese castigo sería suficiente.

—No sabes de lo que hablas. —Se burló su padre—. Isaac te


drogó para que no sintieras dolor. No había manera que
supieras lo que estaba pasando en realidad.

—Las drogas no me quitaron el dolor. —Gritó de nuevo


Noah—. Grité hasta que perdí el conocimiento. Los meses que
he sido prisionero de los demonios no han sido nada comparado
con el dolor que me causó mi propio hermano. Los Marius no
me habían drogado. Supe que era compañero de Remus antes
que ellos ¡Simplemente no querías a un marica por hijo!

—Puedo dar fe de eso también. —Dijo Dillon poniéndose


en pie—. Mi nombre es Dillon Dragos, y llegué justo cuando mi
hermano Isaac sacaba el segundo de los colmillos de Noah. Éste
lo sufría. Podíamos oír sus gritos cuando nos acercábamos
dónde mi hermano y Zane se lo habían llevado. Me llevé a la
familia Marius para que me ayudaran a rescatarlo de Isaac.
Remus Marius ama a mi hermano, Noah. Y puedo confirmar
que no ha estado bajo la influencia de otras drogas aparte de las
que Isaac le dio.

—Eso no es verdad, Riley lo drogó en el hospital. —


Respondió con cólera Isaac—. Pregúntale.

—Doctor Johnson, por favor, de un paso adelante. —Dijo


el confundido miembro del Consejo.
—Miembros del Consejo. —Contestó Riley de pie ante
ellos—. Le di a Noah calmantes para el dolor a su llegada al
hospital. También lo conecté a la máquina de respiración
asistida para mantenerlo con vida. Isaac y Dillon Dragos
tropezaron con su hermano cuando llegaron a ayudar a los
supervivientes. Escuché a los dos decir que ninguno tenía idea
que había sido secuestrado por los demonios. Escuché que su
padre les había dicho que Noah estaba estudiando en el
extranjero.

»Además, cuando Abraham llegó al hospital ordenó que lo


desconectara de las máquinas y no lo ayudara. —Riley hizo una
pausa mientras algunos de los miembros abrían la boca y se
susurraban entre ellos—. Dijo que si Noah estaba destinado a
vivir, tendría que demostrar que era lo suficientemente fuerte
como para sobrevivir sin ayuda. Cuando le informé que tenía
licencia como médico humano, y que por tanto me sometía a sus
leyes, me dijo que eso era basura y que no creía en los
curanderos, por no hablar de uno que fuera maricón.

—¿Quién estaba allí en ese momento, doctor Johnson? —


Le preguntó un miembro diferente del Consejo.

—Mi compañero Micah Marius, y yo. —Contestó Riley


tratando de recordar—. Desmond y Elena, Remus y Víctor
Marius. Eso seguro. Hubo mucha conmoción ese día.
Desafortunadamente mi objetivo principal no estaba en esa
conversación, sino en mantener con vida a doce miembros de
nuestra raza. Abraham, Dillon e Isaac Dragos también estaban
allí.

—¿Afirman todos esos dar fe de esa conversación? —


preguntó el miembro del Consejo.

Todo el mundo se levantó y manifestaron su acuerdo,


Isaac no se dio cuenta y acababa de aceptar. Su padre lo sujetó y
negó la demanda.
—Muy bien, así que confirmamos las declaraciones del
doctor Johnson. —Declaró el Consejo—. Abraham Dragos,
¿sabía que su hijo fue secuestrado por los demonios?

—No. No tenía conocimiento que había sido secuestrado


en todo ese tiempo. —Respondió Abraham con calma,
mintiendo entre dientes.

—Eso es mentira. —Dijo Wanda de pie.

—¿Y su nombre es, Señora? —preguntó el Concejal.

—Wanda Jennings, Señor. —Respondió ella


adelantándose—. Informé a Abraham Dragos el mismo día que
lo secuestraron, fue el día que intentó escapar de la casa Dragos.

—¿Qué significa escapar de la casa Dragos? Por favor,


Señora Jennings, explíquese. —Preguntó otro miembro.

—Abraham Dragos prohibió a su hijo Noah salir de la


propiedad. —Informó Wanda—. Desde el día en que nació, su
padre no se ha preocupado ni una pizca por él. Su pobre madre
murió durante el parto. Abraham estaba devastado. Ignoró por
completo a su hijo, lo culpaba de la muerte de su madre. Yo me
encargué de cuidarlo. Su padre sencillamente lo dejó en la mesa
al nacer y se alejó.

»Desde entonces ha vivido en la casa con los sirvientes. —


Continuó—. Se alejaba de su padre, que odiaba a su hijo aún
más cuando se dio cuenta que no sería lo suficientemente
grande para ser un guerrero. Noah había ideado un plan para
abandonar el complejo y escapar del recinto. Los guardias no lo
dejaban salir. Desafortunadamente los demonios lo capturaron
justo a la salida. Informé a su padre inmediatamente.

—¿Qué hizo Abraham Dragos al respecto? —preguntó el


Miembro.
—Nada, Señor. —Respondió Wanda llorando—. Me ordenó
a mí, y a todo el servicio no decir ni una palabra sobre esto.
Algunos de nosotros tratamos de informar a los guerreros, pero
se vieron frustrados y fueron reprendidos. Sus hijos, ni siquiera
sabían que había sido secuestrado. No habló de ello. Además,
puedo decir que Noah nunca ha estudiado en el extranjero, o en
cualquier otro lugar salvo con el personal de la casa.

Noah vio la escena que se estaba desarrollando, las venas


de la garganta de su padre estaban abultadas. Se encogió
cuando el hombre del Consejo se volvió hacia él.

—¿Puede confirmar lo que la Señora Jennings ha


expuesto?

—Puedo, excepto la parte de mi nacimiento. —


Respondió—. Y lo que pasó tras ser secuestrado. No sabía que
Wanda había informado a mi padre y que a él no le había
importado hasta que hablé con ella de nuevo.

—Después del hospital, cuéntenos que pasó. —Pidió el


Concejal.

—Fui con los Marius a su casa. —Explicó Noah—. Dos días


más tarde fui secuestrado por mi hermano y me arrancó los
colmillos. Remus y sus hermanos, y mi hermano Dillon, me
rescataron y exigieron una retribución en mi nombre.

—¿Fuiste testigo? —preguntó el Concejal—. ¿Viste la


retribución?

—Me desperté en medio de ella. —Respondió Noah—. Vi lo


que se hizo en mi nombre, no el proceso.

—¿Cuál fue el castigo? —Replicó el Concejal sonriendo.


Todo el mundo había oído hablar de la retribución hecha a Isaac
y a Zane.
—Víctor Marius les hizo un tatuaje a Isaac y a Zane. —Dijo
tratando de no reírse—. Como lo que me hicieron fue un crimen
de odio gay, les tatuó algo en la espalda baja. Escribió: ‘Fóllame
Aquí’ con unas flechas apuntando a sus culos. Los encadenaron
juntos y desnudos y los dejaron sobre el césped frente a la casa
de los guerreros para que los vieran.

—¿En algún momento Desmond Marius, participó en ese


castigo?

—No, Señor. —Respondió Noah—. Víctor hizo el tatuaje, y


Dillon y el resto de los hermanos de mi pareja los encadenaron y
los llevaron a la casa de los guerreros. Remus estaba ocupado
cuidando de mí junto con el doctor Johnson que me dio algo
para el dolor.

—Tu padre Abraham Dragos, ¿apareció en ese momento?


—Le preguntó el Concejal.

—Sí, Señor. —Le sonrió—. Abraham llegó una vez que ya


estaba hecha la retribución y estaban tratando de quitarse las
cadenas. Nunca me preguntó si estaba bien, ni siquiera me
miró. Dijo que el castigo a Isaac no se ajustaba al crimen, que
los tatuajes son permanentes. Remus le informó que también
podría serlo la eliminación de mis colmillos. No estamos
seguros de si volverán a crecer. Mi padre gritó que iba a buscar
venganza por lo que le hicieron a mi hermano. Remus y
Desmond le informaron que no se puede tener una retribución
de una retribución, y es por eso que estamos hoy aquí. Después
de que Abraham liberase a Isaac y a Zane, nos fuimos. No le he
visto hasta el día de hoy. Recibimos la citación por la noche.

—Remus Marius, ¿tu hermano realizó la retribución en tu


nombre?

—Sí, Señor. —Respondió su compañero—. Yo quería


cortarles las pollas. Mi hermano Víctor, dijo que tenía otra idea.
Algo que les humillaría públicamente, sin mutilarlos como ellos
lo habían hecho con mi compañero. Yo estaba enfurecido y tenía
problemas para no asesinarlos. Me fie de su buen juicio.

—Noah Dragos ¿Te forzó a acoplarte Remus Marius? —


preguntó un miembro del Consejo, parecía enfermo por todo lo
que estaba viendo—. Si pudieras, ¿reclamarías a Remus Marius?

—Remus no me forzó —respondió Noah con voz firme—.


Le pedí ser reclamado, y reclamaría a Remus en un segundo si
pudiera.

—Eso es todo lo que necesitaba oír. —Miró al resto de


miembros—. Vamos a deliberar y volveremos con nuestro
veredicto.

—Esperar. —Respondió Abraham acaloradamente—. No


he tenido oportunidad de responder a sus mentiras.

—Hemos escuchado lo suficiente de ‘sus’ mentiras,


Abraham. —El Concejal respondió—. Todos sabemos que
piensas que los hombres no pueden acoplarse, no lo ocultas.
Tratas de persuadir a los demás activamente. Personalmente he
estado varias veces en tu casa y nunca había visto a Noah.
Nunca he oído hablar de él. Creo que todos sabemos lo que
sientes por él. Vamos a deliberar.

No le dieron a su padre la oportunidad de decir nada más.


Los miembros del Consejo se levantaron y salieron de la
habitación, dejándolos a todos esperando. Noah saltaba ansioso
de un pie a otro. Parecía que los Miembros estaban de su lado,
¿pero y si realmente no lo estaban?

—Está bien bebé. —Dijo Remus envolviendo los brazos a


su alrededor por detrás—. Ya oíste lo que le dijeron a tu padre.
No hay forma de que le den la razón después de todo lo que
nosotros les contamos.
—Eso espero. —Le susurró de nuevo, sin estar seguro—.
No podré ser capaz de vivir si algo os sucede por mi culpa, o la
de mi padre.

—Verás. —Su compañero se echó a reír—. Dales unos


minutos, volverán y le dirán a Abraham que se vaya al infierno,
luego iremos a casa y lo celebraremos.

Noah comprendió el doble sentido cuando Remus empujó


su erección contra su espalda. Ahogó un gemido con la idea de
que su musculoso compañero estaría pronto dentro de él.
Mirando a su alrededor vio a la familia Marius bromeando y
riéndose entre ellos. Estaban completamente calmados. Al
parecer todo el mundo creía que iban a votar a su favor.

Miró por encima del hombro, su padre e Isaac se


encontraban en un acalorado debate, silbándose uno al otro y
agitando sus brazos. Parecía que sabían hacia donde se
inclinaba el Consejo. Noah dejó escapar un suspiro y calmó su
desbocado corazón.

En ese momento la puerta trasera se abrió y el Consejo


comenzó a entrar.

Demasiado tarde para calmar su corazón, pensó Noah.

Todo el mundo prestó atención y regresaron a sus lugares


asignados.

—Este Consejo ha encontrado todas las reclamaciones,


falsas. —Dijo uno de los miembros—. Además encontramos que
Abraham Dragos debe ser expulsado del Consejo por verter
acusaciones falsas.

La mandíbula de Noah cayó. No esperaba que sucediera


nada por el estilo. Vio a Abraham arremeter contra él por el
rabillo del ojo. No tuvo el tiempo suficiente para apartarse, solo
pudo girarse por lo que el golpe mortal lo recibió en su espalda.
—Tú, pequeña mierda. Si te hubiera matado cuando tuve
oportunidad. —Gruñó Abraham antes de que Remus lo golpeara
en la cara. Aunque las garras de su padre golpearon su espalda
en vez de en su cabeza, su cuello y sus hombros fueron hechos
trizas. Se dejó caer de rodillas antes de golpear el suelo boca
abajo.

—Noah, quédate conmigo. —Dijo Riley poniendo algo en


su espalda—. Tenemos que llevarlo al hospital ahora.

Estaba vagamente consciente cuando la gente lo levantó y


siguió hablando con él. El médico le aconsejaba permanecer
consciente. Noah encontró que era la mejor manera de
aguantar. Después de lo que parecieron años lo pusieron boca
abajo en una mesa de metal. Podía ver lo suficiente para ver que
estaba en el hospital.

—¿Remus? —preguntó—. ¿Estás bien?

—Estoy bien, bebé —dijo inclinándose para entrar en su


campo visual—. No te preocupes por mí, ¿de acuerdo? Los dos
estamos bien. Riley te curará y después nos iremos a casa.

—Suena bien. —Respondió antes de que el médico le


hiciera algo en su espalda que lo hizo gritar.

—Solo te he puesto una inyección. —Explicó— Sé que


duele, pero adormecerá la zona para poder trabajar. No es tan
malo Noah, te lo juro. Un par de días y de vuelta a la
normalidad.

—Sin ánimo de ofender Doc. —Jadeó—. Pero estoy harto


de este lugar.

—Puedo entenderlo. —Se rio Riley—. Después de todo


esto, no quiero verte por aquí por lo menos en un año.
—Creo que por lo menos en cinco —Dijo su musculoso
compañero dándole un beso en la mejilla—. Bebé, ¿quieres
beber de mí?

—Más tarde. —Le susurró porque de repente se sintió


somnoliento—. Te amo, Remus.

—Te amo también, Noah. —Dijo su compañero sin soltarle


la mano—. Tenemos que empezar a planear lo que haremos
para celebrar la caída de Abraham y tu liberación de él.

Pensó en eso. No tenía ganas de celebrar nada. Sólo quería


que terminara, y que sus colmillos volvieran a crecer. Quería
pasar mucho tiempo con su compañero, sin nada de estrés, y
escribir. Al darse cuenta de cómo se sentía respondió.

—No habrá celebración. No es algo que quiera celebrar,


sólo quiero seguir adelante con nuestras vidas y dejar esto en el
pasado.

—Creo que es algo muy sabio, hijo. —Dijo Desmond de


rodillas para que lo viera—. ¿Quieres oír el resto de la decisión
del Consejo mientras Riley te sigue curando?

—Claro. —Respondió Noah, tratando de permanecer


consciente— ¿Qué dijeron?

—Abraham está expulsado del Consejo —dijo Desmond


mirándolo bondadosamente—. Todas las reclamaciones han
sido consideradas falsas, eso conseguiste oírlo. Lo que no has
oído es que a Isaac y a Abraham se les ha prohibido ponerse en
contacto contigo o estar a tu alrededor. Tu padre tiene que
pagarte un total de treinta millones de dólares.

—¿Treinta qué? —Escupió tratando de concentrarse. Noah


escuchó silbar a Remus y apretar su mano.
—Treinta millones, Noah. —Desmond se rio entre
dientes—. El Consejo considera que te ayudará por todos los
años que has sido prisionero de tu padre. Remus y tú tenéis más
que suficiente, por supuesto, independientemente de lo que
queráis hacer con ello, al menos, eso es todo por ahora.

—Esto ha terminado, bebé —dijo Remus inclinándose para


hablar en su oído—. Ahora podremos vivir nuestra vida.

—Sí, podremos. —Respondió sobre los labios de su


compañero.
Remus despertó, su compañero estaba acurrucado entre
sus brazos. Le encantaba esa sensación. Saber que Noah estaría
allí, a su lado, todas las mañanas. En el mes que había pasado
desde la reunión del Consejo, la vida había sido como un sueño.
Pasaba sus días en el complejo de los guerreros entrenando a los
nuevos guerreros cuando era necesario, mientras Noah estaba
en casa escribiendo. Por la noche pasaban el tiempo juntos,
demostrándose su amor.

Sabiendo que su pequeño compañero estaba todavía


dormido, agarró el lubricante de la mesita de noche. Se echó un
poco en los dedos y con cuidado le separó las piernas. Gimió y
se retorció en su sueño cuando acarició con sus dedos
lubricados el pequeño agujero arrugado. Deslizó un dedo dentro
del todavía dormido Noah, quién lanzó un grito de placer.

Sonrió para sí mismo cuando su compañero movió sus


caderas en el sueño. Añadiendo un segundo dedo comenzó a
moverlos hacia delante y hacia atrás, en forma de tijera. No fue
hasta que curvó los dedos y comenzó a frotar el punto dulce de
su compañero, que éste abrió los ojos.

—Remus. —Gimió Noah moviendo sus caderas más


rápido—. Jódeme, Remus.

—Cualquier cosa que quieras bebé —respondió deslizando


un tercer dedo e inclinándose para darle un beso— ¿Quieres mi
polla en tu pequeño y apretado culo, Noah?
—Sí. —Susurró su compañero agarrándose a los brazos de
Remus—. Te necesito dentro de mí.

—Tal vez lo que me guste sea precisamente lo que estoy


haciendo.

—No, por favor, Remus. —Gimió Noah, manteniendo su


mirada—. Por favor, fóllame. Haré lo que quieras, solo monta
mi culo.

—Sabes lo duro que me pone tu pequeña boca sucia. —


Respondió sacando los dedos. Alineó su polla y se deslizó dentro
de su compañero de una sola envestida—. Tan perfecto para mí,
tan jodidamente apretado, me vuelves loco Noah.

—Soy todo tuyo. —Jadeó por el rápido ritmo impuesto por


el musculoso hombre—. Solo tuyo, solo tú has tenido mi culo.

El control de Remus se rompió después de eso. Noah sabía


lo que le estaba haciendo a su compañero. Siempre se había
vuelto loco con la idea de haber sido el único con el que había
estado.

—Mío, solo mío. —Gruñó mientras golpeaba en su pareja


más rápido—. Todo mío, eres todo mío. Este culo es mío, tu
corazón es mío.

—Sí, Remus. —Replicó Noah, los músculos de su culo


exprimiéndole la polla. Sabía que su pequeño compañero se
estaba acercando especialmente cuando echó la cabeza hacia un
lado. Remus golpeó con fuerza hundiéndole los colmillos en un
flanco del cuello. La sangre dulce de su compañero le llenó la
boca mientras gemía. Un instante después sintió unos colmillos
en un lado de su cuello reclamándolo. ¿Colmillos?

—¿Noah? —Susurró levantando la cabeza—. ¿Tus


colmillos?
—Oh Remus. —Se emocionó éste con los ojos abiertos
retirándose del cuello—. ¡Están creciendo otra vez!

—Bebé, ¿sabes lo que eso significa?

—¡Qué también puedo reclamarte! —exclamó Noah con


alegría—. Mis colmillos están volviendo a crecer.

—Déjame ver —le pidió Remus con ganas de verlo por sí


mismo. Abrió la boca y sintió las lágrimas en sus ojos cuando
vio los pequeños colmillos de su compañero—. Tienes colmillos
de nuevo Noah.

—No puedo creerlo. —Respondió éste con lágrimas en su


rostro—. Realmente han vuelto.

—Noah, eres increíble. —Dijo sosteniendo la cara de su


compañero entre sus manos antes de besarlo—. Reclámame
cuando nos corramos, bebé.

—Sí, por fin puedo reclamar a mi compañero —respondió


Noah cuando Remus siguió donde lo habían dejado. Mientras se
empujaba contra su compañero con alegría, el gran hombre
inclinó la cabeza hacia un lado, amando la sensación de los
colmillos de Noah.

—Te amo Noah. —Gritó cuando se corrió, su semilla brotó


caliente dentro de su compañero. Eso fue suficiente para que su
bebé se corriera también. Gritó su nombre cuando Remus sintió
llenarse el espacio entre ellos con el semen de su compañero.

—Te amo también Remus. —Dijo mientras trataba de


respirar—. Me haces tan feliz.

—Así es como debe ser, mi amor. —Confirmó envolviendo


todo su cuerpo alrededor del otro.
Remus no podía dejar de sonreír por su descubrimiento
mientras besaba el pelo de Noah. Sí, pensó para sí mismo, así es
exactamente como debe ser.
Joyee Flyn creció en Chicago y vivió en la misma casa hasta
que fue a la universidad. A pesar de tener una gran vida, ama
perderse en la fantasía que solo obtiene con los libros.

Ha escrito cuentos, romance, mística y por supuesto añade


vaqueros calientes en cualquier momento que puede. Su gran
interés en la lectura se refleja en sus libros. Actualmente vive con su
perro, Marius, llamado así por “Entrevista con el Vampiro” de Ann
Rice. Sueña con vivir un día en Montana, y tener la suficiente tierra
para tener unos cuantos caballos, y encontrar un par de vaqueros
para ella.

Amante de los hombres, Joyee los adapta de cualquier


manera en sus libros. Vampiros, Cambiaformas, militares, no le
importa de qué manera son, siempre y cuando sean duros,
ardientes, y unos demonios del sexo.

www.joyeeflyn.com
Alex

Dicking

Gaby

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podríamos disfrutar de todas estas historias!

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