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Habiendo considerado el hecho de que Dios provee diferentes reglas de vida, como está registrado
en las Escrituras, cada una adaptándose a su trato con el hombre en el orden de las dispensaciones
sucesivas, es importante considerar la gran diferencia que existe entre el principio de la ley y el
de la gracia, al aplicarse al gobierno divino sobre el hombre. Aun cuando el propósito de esta
sección es para enfatizar el hecho de que los tres sistemas de gobierno divino son
substancialmente separados, cada uno de los otros, y que cada uno es totalmente completo y
suficiente en sí, no pudiéndose intercambiar entre sí, ni se pueden mezclar, se debe observar que
hay campos importantes de interpretación bíblica e instrucciones además del aspecto limitado de
verdad que se sugiere por las varias reglas de conducta.
La Santidad Requerida en la Conducta de los Santos. Aunque hay gran diferencia entre las
reglas de conducta que se imponen en las diferentes edades, hay unidad en la revelación de que
una vida santa es requerida en cada edad.
La Continuid.ad de Propósito en el Programa de las Edades. En este aspecto de la verdad deberá
observarse que, aunque cada edad posee una característica exclusivamente propia, sin embargo,
el propósito divino a través de todas las edades es uno, terminando en la consumación final que
Dios ha decretado. Hebreos 1: 2 declara esta verdad. Hablando de Dios revelado en el Hijo, y
relacionado a El, dice: por el cual programó las edades (según el griego).
En ningún sentido encierra esta cuestión los asuntos de gobierno del mundo; porque Dios nunca
ha dirigido ni las enseñanzas de la ley ni las enseñanzas de la gracia a todo el mundo. El mundo
ha prestado ciertos preceptos morales de la Biblia para gobernarse, pero no significa que Dios
hubiera aceptado al mundo sobre la base de las enseñanzas de la ley o de las enseñanzas de La
gracia. En realidad, el mundo está limitado solamente a la instancia el evangelio de la gracia.
Basta que esa instancia sea atendida, el individuo no está bajo la ley ni bajo la gracia, como una
regla de vida; sino que está "bajo pecado". El asunto está, pues entre la ley y la gracia como
principios que gobiernan la vida del creyente. ¿Deberá el creyente ir al decálogo para tener una
base de gobierno divino para su vida diaria? La Escritura contesta esta pregunta con una
afirmación positiva: "No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Si esto es así, ¿se habrán
desechado los grandes valores morales del Decálogo? Por supuesto que no; porque se verá que
todo precepto moral del Decálogo, con excepción de uno, ha quedado reinstituido con mayor
énfasis en las enseñanzas de la gracia. Estos preceptos no vuelven a aparecer bajo la gracia en el
carácter y color de la ley, más bien, en el carácter y color de la pura gracia.
Esto se ilustra una vez más por el mismo precepto sobre la obediencia de los hijos. En las
enseñanzas de la gracia, se considera en forma completa todo el asunto de la obediencia, y se le
añade a ello las instrucciones propias para los padres. Bajo las enseñanzas de la gracia, el mensaje
del primer mandamiento se repite no menos de cincuenta veces, el segundo doce veces, el tercero
cuatro veces, el cuarto (que trata del día sábado) no se menciona ni una vez, el quinto seis veces,
el sexto seis veces, el séptimo doce veces, el octavo seis veces, el noveno cuatro veces, y el décimo
nueve veces. Y aún más: se debe notar lo que es de suma importancia, a saber, que las enseñanzas
de la gracia no sólo son benignas en su carácter, con una naturaleza del mismo cielo, sino que se
extienden al grado de cubrir todo lo que pertenece a los asuntos nuevos de la vida y servicio del
creyente.
Aplicación: Mi vida estaba en esclavitud en el pecado pero el señor me mostró su gracia al
salvarme, ahora puedo compartir su amor a otros y que ellos también sean libres de la esclavitud
RESUMEN DE ECLESIOLOGÍA 8
ESTEFANÍA VALLA 236-256