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CORRUPCION
CORRUPCION
Corrupción social desde el punto ético no es otra cosa que la práctica de saltarse reglas
éticas generalmente aceptadas en una sociedad. Aquellas normas que cada grupo
humano adopta y consagra, porque las considera indispensables para estimular su acción
colectiva, para sobrevivir, para desarrollarse y civilizar su convivencia.
Como actos de corrupción pueden ser considerados los engaños, las injusticias, los abusos
de cualquier índole. También se considera corrupción el escándalo y las condiciones
sociales que no contribuyan al bien común.
Es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún
beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus amigos. Requiere de la
participación de dos actores: uno que por su posición de poder pueda ofrecer algo valioso
y otro que esté dispuesto a pagar una "mordida" o soborno para obtenerlo.
La corrupción es “un abuso de confianza”, del que se valen muchos para enriquecerse,
haciendo mal uso del poder.
Cuando se habla sobre alguno de los muchos temas relacionados con la corrupción, ese
interés generalmente se centra en el campo de la política y de la administración pública,
no de la privada. La realidad es que se da en los dos ámbitos.
Este fenómeno es también producto, en gran medida, de un marco normativo muy extenso
y complejo, con espacios de discrecionalidad y subjetividad importantes, que ha creado
auténticas redes que detienen la creatividad y la productividad de las instituciones y las
personas. Por otra parte, la corrupción ha sido el resultado de inercias y costumbres poco
saludables en la operación cotidiana, que son factores que se han combinado de manera
negativa y causan enormes daños al país.
Las penas para los delitos de corrupción deberían ser efectivas, proporcionales y
disuasorias. El hecho de que el delincuente haya actuado en beneficio de un grupo
criminal organizado debería ser tratado como una circunstancia agravante a la hora
de la imposición de la pena.
La inhabilitación para cargo público podría ser una consecuencia posible de la
corrupción pasiva. Para los autores de corrupción activa, podría aplicarse como
sanción la inhabilitación para contratos del sector público.
Los sobornos deberían ser decomisados. Los delincuentes por corrupción podrían ser
también privados de los privilegios y productos procedentes del delito. Si el comiso
se emplea como sanción, deberían tenerse en cuenta los intereses de terceros.
Cuando la corrupción se haya cometido en nombre de una persona jurídica, debería
disponerse de sanciones contra las personas jurídicas, en la medida en que el delito
pueda imputarse a la persona jurídica.
Medidas disciplinarias efectivas podrían servir de complemento a las sanciones
penales.
La lucha contra la corrupción supone un gran esfuerzo, pero para iniciarla y lograr
que ella tenga el éxito que esperamos todos, debemos comenzar por educar en
valores.
Mientras no eduquemos en valores, de nada servirán todas las iniciativas, porque el
hombre no habrá cambiado su manera de pensar de convivir con sus connacionales,
vecinos, trabajadores, autoridades, y continuará robando, desfalcando, apropiándose, de
los bienes de los demás y del estado.
Se requiere educar en valores a las nuevas generaciones, al niño, al joven, al adulto, todos
debemos transformarnos, para dar paso a una sociedad más justa, solidaria, donde no
exista más la corrupción.
Rechazar y desterrar, esa práctica mezquina de dar dinero y aceptar a cambio de
documentos, de cargos, puestos de trabajo, notas, etc.
La corrupción hay que frenarla, procurando que todos los actos públicos sean
transparentes, que los trámites ante la administración pública sean cada día más simples,
quitando a miles de empleados y funcionarios públicos el poder que tienen para decidir
incluso de modo arbitrario contra los administrados, para obligarlos a pagar coimas, para
no privarlos de sus derechos.