Está en la página 1de 2

ESTRATEGIAS PARA FOMENTAR LA REGULACIÓN DE CONDUCTA EN EL AULA

El trabajo con niños de edad preescolar y durante los tres primeros años de educación Primaria, es
arduo pero altamente significativo para el desarrollo de competencias en años posteriores. Este
trabajo en ocasiones se vuelve aún más complicado cuando en el aula existen alumnos que
presentan características particulares que complican la adquisición de los conocimientos a la par
que sus compañeros o cuya conducta no favorece la adecuada convivencia en el grupo, ya sea por
presentar un trastorno específico como el Déficit de atención, debido a su corta edad, inmadurez
emocional, problemas de crianza o cualquier otra situación específica.

Adicional al apoyo individual que debieran recibir estos niños, existen algunas estrategias que de
emplearse con constancia y congruencia dentro del aula, pueden facilitar el desarrollo de la
regulación conductual en nuestros alumnos. Algunas de ellas son las siguientes:

Rutinas: Los niños necesitan seguir una serie de hábitos para sentirse seguros y tranquilos en su
ambiente los cuales se adquieren mediante la repetición de rutinas diarias. Gracias a estas rutinas
se ayuda al niño a construir su propio equilibrio emocional. Dentro de las rutinas es importante la
visibilidad de la organización del horario diario el cual pueda ser consultado por cualquier niño del
aula en cualquier momento. Con ello nos anticipamos preparando a los alumnos para las actividades
que se llevaran a cabo.

Adaptación de contenidos a la jornada escolar: Dentro del aula existen actividades que exigen
mayor grado de concentración y exigencia, por lo que es recomendable que estas se lleven a cabo
durante las primeras horas cuando los niños están más receptivos (y para aquellos niños que reciben
medicamento, estas horas son los momentos en que los fármacos actúan con mayor intensidad).

Instrucciones: Cuanto más cortas y sencillas sean las indicaciones y las tareas que se dan a los niños,
más probabilidades hay de que completen lo que se les ha pedido de forma eficaz y constructiva.

Evaluaciones: Al resolver pruebas escritas es posible que los alumnos se agobien al ver tantas
preguntas o actividades juntas por lo que suelen no contestar correctamente (no por falta del
conocimiento, sino porque les cuesta entender el planteamiento al no centrar la atención). Sería
ideal que los exámenes sean cortos, tratando de dejar un espacio significativo entre pregunta y
pregunta. Darles la oportunidad de que ellos lean la indicación pero posteriormente leérselas en voz
alta y para todo el grupo. Siempre asegurarse de que han comprendido la indicación: ¿Qué deben
hacer? ¿Cómo lo deben hacer? ¿Tienen que encerrar o tachar? Lo anterior puede irse trabajando
diariamente a fin que con el tiempo ya no sea necesaria tanta dirección.

Agenda o libreta: Debe emplearse como método de comunicación con la familia (docente-papás y
papás-docente) ya que sirve para asegurar que se lleve a cabo una transferencia objetiva de
información sobre la evolución del alumno o la presencia de algún problema en el aula o el hogar.

Ambiente: Se debe buscar que el ambiente del aula sea ordenado y estructurado. Lo ideal es
integrarlos en equipos e intentar que los niños con TDA, con problemas de conducta o aquellos que
presenten mayores dificultades para la adquisición de los aprendizajes, estén sentados con
compañeros de carácter tranquilo, pero siempre cerca del profesor y del pizarrón.

Andrea N. Montes Andrade


Depto. Psicopedagógico
Inclusión: Asignar tareas extras en el aula. Hacerle ver al niño lo importante de su participación.
Pedirle que reparta material, que abra o cierre la puerta, que lleve recados, etc. Estas actividades
mantienen al niño ocupado y participa colaborando activamente con el profesor, se disminuye así
la posibilidad de caer en conductas disruptivas y se sienten incluidos en la actividad diaria del aula,
la cual perciben como más divertida y amena.

Expresión oral: Propiciar y estimular la participación de los niños, en especial de aquellos con mayor
dificultad en esta área. Realizar preguntas abiertas, en un principio las más sencillas con la finalidad
que tenga éxito y contribuyamos a mejorar su seguridad y confianza.

Límites: Es imprescindible establecer dentro del aula un sistema definido de las conductas
aceptables e inaceptables, junto con las consecuencias (positivas o negativas) de cada acto. Las
consecuencias se deben aplicar de manera inmediata y se debe ser siempre congruente, es decir no
habrá excepciones. Vale la pena tener dentro del aula un reglamento elaborado con la ayuda de los
niños, tomando en cuenta sus ideas.

Mensajes positivos: Cada vez que sea necesario hacer un llamado de atención, debemos evitar que
con este el niño se sienta atacado o juzgado. Por ejemplo: podemos cambiar el “No te pregunté a ti,
guarda silencio” por “Recuerda que debemos respetar turnos”. De igual forma debemos ayudar a
modificar sus propios mensajes internos, cambiar el “Yo no lo sé hacer” por “yo no lo sé hacer
todavía”, cambiar el “sé que no puedo” por “qué pasa si lo intento”. Otra manera de brindar
mensajes positivos es felicitar por las buenas actitudes o trabajos sin hacer mención de cosas
negativas. Por ejemplo, no es lo mismo decir “Felicidades, hoy no te peleaste” a decir “Estoy muy
contento porque hoy jugaste muy bien con tus compañeros”, o “Que bueno que hoy no interrumpiste
la clase” a “Me da gusto que hoy levantaste tu mano para participar”.

Evitar los llamados de atención personales: Comúnmente cuando necesitamos pedir a un alumno
se siente, guarde silencio o deje de realizar una actividad diferente a la trabajada en clase, solemos
decir su nombre en voz alta y llamar la atención. Una opción a esto podría ser acordar con los niños
una clave para que ellos sepan que deben de concentrarse y/o dejar de hacer algo indebido, por
ejemplo tocarle el hombro. En un inicio el docente es quien deberá acercarse al alumno y tocar su
hombro mientras continua con su clase, es decir, no hacerlo evidente. Posteriormente se puede dar
la indicación cualquier alumno puede ayudar al otro a prestar atención y/o comportarse
adecuadamente, siendo ellos quienes toque el hombro del compañero de a lado si requiere de esa
ayuda. Con esta técnica evitamos también las constantes acusaciones entre compañeros.

Premios: Premiar un buen esfuerzo otorgando un dulce o un stiker, siempre será algo positivo. El
condicionamiento de la conducta tiene resultados rápidos y eficaces, lo importante es que esto no
se convierta en la única forma de dirigir la conducta o motivarlos, porque entonces, poco a poco ira
disminuyendo su efecto. Una manera útil de equilibrar esto es prolongando la recompensa, es decir,
no darla inmediatamente. Si en un inicio se daba al niño un dulce por una respuesta contestada
correctamente, ahora se deberá premiar la buena conducta y el adecuado trabajo hasta terminar la
jornada de trabajo, con esto motivamos al niño a mantener el comportamiento deseado por más
tiempo. Posteriormente se puede extender el tiempo, entregando el premio al finalizar la semana.
No obstante es necesario felicitar siempre los pequeños logros y motivar a continuar así.

Andrea N. Montes Andrade


Depto. Psicopedagógico

También podría gustarte