Está en la página 1de 2

El Nadaísmo: La Búsqueda De Una Vanguardia Pérdida.

Por: Aaron Campos


Curso: 8B
Cód: #9

La literatura colombiana, desde siempre, ha mantenido una trayectoria de una uniformidad


imprecisa, gracias a sus constantes intentos de universalización literaria y su intento por
calcar gran parte de los componentes de la poesía europea. Regularmente, la literatura
colombiana nunca demostró o manifestó “movimientos de vanguardia”, pero sí logró
mantener una comunicación directa con el lector (De ahí, el éxito de escritores como
Gabo). De ahí, la época de la violencia se dispersó en Colombia como un maldito cáncer, se
crearon movimientos bipartidistas y la nación se diluyo, hasta que al final, más de 10.000
luchadores dejaron sus armas. Finalmente en 1958, Gonzalo Arango, un adulto creciente de
clase media de Andes, Antioquia, escribió el primer manifiesto nadaísta. Un movimiento
que se basó en la crítica social de Colombia a través de movimientos externos como: La
religión, la política y hasta la misma sociedad. Según muchos, “Gonzalo Arango qué tenía.
Se preguntó. Nada. Nadaísmo. Alumbró el futuro sobre la ruina. Decidió que se levantaría
en rebeldía contra la horrible laxitud”.

Después del desastre que dejo la etapa de “La Violencia”, la rabia y la desesperanza se
apodero de nuestra nación. Muchos poetas nadaistas experimentaron las consecuencias de
todo este periodo de posguerra y aun así, la sociedad no era capaz de responder. Por este y
por muchas más causas, el nadaísmo creció como un movimiento literario y vanguardista
que, a través de diferentes ideologías existenciales y nihilistas como las de Nitzche o Sarte,
luchaban por un cambio social a través de la poesía que según Rodas (1966): “Es esta
poesía un producto gratuito del caos; para ser poeta nadaista, sólo se necesita papel, lápiz y
deseos de reflejar ese caos en lo que se escribe. Expresar el fracaso, el hastío sensual, la
desilusión, la crisis de valores y afrontar lo que salga sea bello o grotesco, sublime o vulgar,
artístico o ramplón, y todo esto como un esfuerzo por recuperar el mundo de la nada”. Esta
igualmente se caracterizó por seguir una escritura que apoya el antihistoricismo, el
antidogmatismo y una concepción no utilitaria del arte.
Este empezó a tomar raíces en Medellin (Ciudad Tradicionalista) y se expandió
nacionalmente, a través de diferentes “discípulos” jóvenes que no pasaban de los 24 años
de edad, estos en principio se unieron a gracias hacia la ineficacia y la inoperancia de
muchos de los sitios educativos en los que ellos cursaban. Para hacerse ver, decidieron irse
por el camino fácil y empezaron a crear revueltas y escándalos en los que debatían sus
propias ideologías sociales. Gracias a esto, el ojo público se ubicó en ellos, dándoles más
notoriedad de la que ellos esperaban.

También podría gustarte