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SEÑORA CAPULETO [dentro]: ¡Eh, hija! ¿Estás levantada?

JULIETA: ¿Quién llama? ¿Es mi señora madre? ¿Qué motivo desacostumbrado os trae aquí?
(entra la señora Capuleto)

SEÑORA CAPULETO: ¿Qué, ¿cómo va, Julieta?

JULIETA: Señora, no estoy bien.

SEÑORA CAPULETO: ¿Siempre llorando la muerte de tu primo? ¿Qué, le quieres sacar de la tumba con la
inundación de tus lágrimas? Aunque pudieras, no podrías hacerle vivir; así que acaba: alguna pena
muestra mucho cariño, pero demasiada pena muestra falta de sentido.

JULIETA: Pero déjame llorar por tan sentida pérdida.

SEÑORA CAPULETO: Así sentirás la pérdida, pero no al amigo que lloras.

JULIETA: Sintiendo así la pérdida, no puedo menos de llorar siempre al amigo.

SEÑORA CAPULETO: Bueno, muchacha, no lloras tanto por su muerte como porque todavía vive el
villano que le mató.

JULIETA: ¿Qué villano, señora?

SEÑORA CAPULETO: Ese villano que es Romeo.

JULIETA: La villanía y él están separados muchas millas. [Alto] ¡Dios le perdone! Yo le perdono de todo
corazón, aunque nadie de tanto dolor a mi corazón como él.

SEÑORA CAPULETO: Eso es porque vive el traidor.

JULIETA: Sí, señora, fuera del alcance de mis manos: ¡ojalá nadie más que yo vengara la muerte de mi
primo!

SEÑORA CAPULETO: Venganza de ella, no temas: así que no llores más. Mandaré a alguno a Mantua,
donde vive desterrado ese bandido, para que le de alguna extraña bebida que le mande pronto hacer
compañía a Tebaldo: entonces espero que quedarás satisfecha.

JULIETA: Desde luego, jamás quedaré satisfecha con Romeo hasta que le vea… muerto… Mi pobre
corazón está así herido por un pariente. Señora, si pudieras encontrar un hombre que llevara un
veneno, yo lo prepararía, de tal modo que Romeo, al recibirlo, quedara pronto dormido en paz. ¡Ah,
cómo mi corazón aborrece oírle nombrar y no poder llegar a él, para desahogar el amor que le tuve a mi
primo Tebaldo en ese cuerpo que le ha matado!

SEÑORA CAPULETO: Busca tú los medios, y yo encontraré ese hombre. Pero ahora te daré alegres
noticias, muchacha.

JULIETA: Bien viene la alegría en tal tiempo de necesidad. ¿Cuál son, señora?

SEÑORA CAPULETO: Bueno, bueno: tienes un padre cuidadoso, hija: que, para sacarte de tu melancolía,
ha preparado un inminente día de gozo que tú no esperabas, ni yo suponía.

JULIETA: Señora, en buena hora. ¿Qué día es ese?

SEÑORA CAPULETO: Pardiez, hija mía, el próximo jueves por la mañana, el valiente, joven y noble conde
Paris, en la iglesia de San Pedro, hará felizmente de ti una esposa gozosa.

JULIETA: Pues por la Iglesia de San Pedro, y por San Pedro también, que no hará de mi allí una esposa
gozosa. ¡Porque tanta prisa! te ruego le digas a mi señor padre que no me casaré, y cuando lo haga será
con Romeo a quien odio, en vez de Paris a quien desprecio. ¡Estas si que son noticias!

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