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A favor del impacto de los atentados del 11 de septiembre, George W. Bush había
logrado amalgamar a los estadounidenses tras la lucha contra el terrorismo. Pero
las dificultades que encuentra su "misión" en Irak, la falsedad de los argumentos
para la invasión, los altos costos humanos y financieros y el escándalo de las torturas
a prisioneros abren fisuras en la administración y provocan vuelcos en la opinión
pública.
Las altas esferas militares también se interrogan sobre el principio mismo y los fines
de esa guerra. Respondiendo a las duras criticas expresadas en privado por numerosos
oficiales superiores -incluso dentro del Estado Mayor- Jeffrey Record, profesor del U.S.
War College, escribió: "La amalgama que hizo (la Casa Blanca) entre Al-Qaeda y el Irak
de Saddam Hussein (...) fue un error estratégico de primerísimo orden. (...) De ello
resultaron una guerra preventiva decidida contra un (país) que podía haber sido disuadido,
(...) la creación en Medio Oriente de un nuevo frente para el terrorismo islámico y una
distracción de los recursos (estadounidenses)" 6. Según el autor, los objetivos estratégicos
declarados de "lucha global contra el terrorismo no son realistas y condenan a Estados
Unidos a una búsqueda sin esperanzas de seguridad absoluta". Citando un informe interno
del ejército redactado antes de la invasión que preveía "agudos problemas en Irak" en
caso de ocupación prolongada sin apoyo internacional, Record estima que el calamitoso
estado de las finanzas públicas y la falta de apoyo popular obligarán rápidamente a
Estados Unidos a decidirse por una "reducción de sus ambiciones en Irak" 7.
Estas críticas "realistas" alcanzan aun mayor relieve si se las pone en relación con las
emitidas por ex altos funcionarios de los servicios de informaciones. Para Richard Clarke,
que tiene treinta años de carrera en ese sector, "al invadir Irak el Presidente de Estados
Unidos socavó la lucha contra el terrorismo" 8. Por su parte Milt Bearden, así como varios
otros oficiales superiores de la CIA, señala que Estados Unidos no sólo "subestima a un
enemigo que no conoce bien" 9 sino que su situación en Irak es comparable a la de las
tropas soviéticas en Afganistán. El ex jefe local de la CIA en Arabia Saudita, Ray Close,
va aun más lejos: "La estrategia global de Estados Unidos en Irak, basada en predicciones
y recomendaciones de la cábala neoconservadora de Washington, finalmente resultó un
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desastre, que los observadores informados siempre previeron" . Entre otros signos
reveladores de las discrepancias institucionales, hay que mencionar el permanente
recambio de jefes de la CIA en Bagdad: tres en un año. El segundo de ellos habría sido
reemplazado por informar objetivamente sobre el vigor que cobraba la insurgencia.
Los costos humanos y financieros de una ocupación que resultó infinitamente más
problemática de lo previsto, sumados a las revelaciones sobre la exageración de la
amenaza iraquí, alimentan las críticas. Según Anthony Cordesman, del Center for
Strategic and International Studies (CSIS) 12, "la coalición y Estados Unidos decidieron
subestimar deliberada y masivamente los verdaderos costos humanos de los combates"
minimizando sus bajas y "excluyendo sistemáticamente las pérdidas iraquíes". A los 700
muertos estadounidenses (al 17-4-04) se suman miles de heridos (2.449 oficialmente
contabilizados al 31-3-04), cifra que sin embargo no refleja el número real. Interrogado
el 28-7-03 por la radio oficial National Public Radio (NPR), el coronel Allan De Lane,
responsable de la base Andrews, que recibe a los heridos en territorio estadounidense,
afirmó: "No puedo dar una cifra exacta pues se trata de información clasificada. Pero
puedo decir que desde que la guerra comenzó, más de 4.000 (heridos) permanecieron
aquí, en la base Andrews, y que hay que multiplicar esa cifra por dos si se cuentan las
personas que llegan aquí pero que son derivadas a otros lugares, a los hospitales de Walter
Reed y Bethesda". En cuanto a las víctimas civiles iraquíes, estimadas entre 8.000 y
10.000 muertos, prácticamente nunca se las menciona.
"Histeria patriotera"
El miedo, que fue alimentado agitando el espectro de la destrucción nuclear, dejó
expedita la vía a una extraordinaria concentración de poder en manos del ejecutivo, a la
marginalización de los contra-poderes, a la arbitrariedad estatal y en muchos casos a la
violación de las garantías constitucionales elementales. Ese miedo se transformó
rápidamente en ira nacionalista, también alimentada por el ejecutivo y dirigida contra
todos los que, dentro o fuera del país, osaban contradecir al Estado.
Pero ahora ese consenso se está resquebrajando en las ciudades iraquíes y en las
montañas afganas. Como afirma Jeremy Shapiro, de la Brookings Institution, la guerra de
Irak "desinfló el proyecto imperial". La unidad nacional descansaba en la capacidad del
Estado para mantener a la sociedad permanentemente movilizada. Durante la Guerra Fría,
la existencia de un enemigo global permitió canalizar las diversas energías de la sociedad
en una corriente colectiva de largo aliento relativamente coherente. Salvo en el caso de
Vietnam, los esfuerzos requeridos no eran muy grandes: el Estado keynesiano ofrecía al
pueblo "manteca y cañones" (guns and butter). En la post-Guerra Fría la movilización
permanente se volvió problemática, "a menos que se reinventara con fines políticos un
nuevo enemigo exterior todopoderoso, en una nueva configuración cultural" 13. A pesar
de que en cierta medida el islamismo radical reemplazó en el imaginario colectivo al
peligro que antes representaba la URSS, la perspectiva de una guerra sin fin y de costos
astronómicos reactivó la profunda polarización de la sociedad.
Hace un año, la coalición republicana, enraizada en el sur y en los Estados del oeste,
aumentaba su fuerza y nadie hubiera pronosticado una derrota de George W. Bush en
2004. El Partido Demócrata, atascado en querellas internas y reducido al silencio por una
guerra que sus dirigentes habían aprobado ampliamente, parecía fuera de juego. Pero ya
no es el caso, gracias a la liberación de la rabia latente en la base del partido, que en el
año 2000 había asistido impotente a la manera en que mecanismos institucionales arcaicos
(el voto indirecto a través de un colegio electoral) le habían birlado la victoria.
Estados Unidos oscila entre una reacción democrática y una larga regresión
autoritaria. La tentación imperial está muy debilitada, pero no aniquilada. El 14 de enero,
el vicepresidente Dick Cheney decía con orgullo en el Los Angeles World Affairs
Council: "Entre los legados que dejará esta administración se cuentan (...) los cambios
fundamentales y dramáticos registrados en la estructura de nuestras fuerzas armadas, en
nuestra estrategia de seguridad nacional y en la manera en que utilizamos nuestras fuerzas
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desde la Segunda Guerra Mundial". Y para Richard Perle las cosas son claras: "(Los
regímenes de Irán y de Corea del Norte) representan una amenaza intolerable para la
seguridad estadounidense. Tenemos que actuar vigorosamente contra ellos y contra todos
los otros patrocinadores del terrorismo: Siria, Libia y Arabia Saudita. Y no tenemos
mucho tiempo".
1. Stanley Karnow, "Lost Inside the Machine", Time Magazine, Nueva York, 7-5-01.
4. Thomas E. Ricks, "In Army Survey, Troops in Iraq Report Low Morale", The Washington
Post, 26-3-04.
5. "Military Family Survey", The Washington Post/Kaiser Family Foundation/Harvard
University, 2004. Según ese estudio, el 30% de cónyuges desean que su pareja deje el ejército.
6. Jeffrey Record, "Bounding the Global War on Terrorism", Strategic Studies Institute,
U.S. Army War College, Carlyle Barracks, Pennsylvania, Estados Unidos, diciembre de 2003.
8. Testimonio registrado el 24-3-03 ante la Comisión investigadora de los atentados del 11-
9-01.
9. Milt Bearden, "Iraqi Insurgents Take a Page From the Afghan 'Freedom Fighters'", The
New York Times, 9-11-03.
10. Ray Close, "The Real Meaning of Falluja", Guest Commentary en el sitio web de Juan
Cole, 30-4-04.
11. Citado por Wil S. Hylton en "Casualty of War", que aparecerá en el número de junio de
2004 de GQ, Londres - Nueva York.
12. Nation Building In Iraq, a Status Report, CSIS, Washington, 31-3-04.
13. Peter J. Katzenstein (director), The Culture of National Security, Norms and Identity in
World Politics, Columbia University Press, Nueva York, 1996.
14. Citado por Thomas Powers, "Tommorrow the World", New York Review of Books, 11-
3-04.