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ISAÍAS

Este gran profeta aparece en un momento crítico de la historia de Israel: la segunda


mitad del siglo octavo antes de Cristo. Isaías pertenecía y vivía en el reino de Judá. Nació
probablemente en 760 a. C., e inicia su misión profética con la muerte del rey Ozías (de
Jerusalén) hacia el año 740 a.C, dando muestras de una personalidad fuerte y decidida, seguro
de su vocación. Con Acaz, hijo y sucesor de Ozías, interviene enérgicamente contra la
corrupción de Judá y Jerusalén. Continúa en este quehacer profético con Ezequías (721 a. C.-
693 a.C.) quien era su amigo y a quien aconsejaba. Muchos han dividido el estudio de Isaías
en tres partes. El Primer Isaías (como es llamado) comprende los capítulos del 1 al 39, y nos
habla acerca de como el profeta es llamado por Dios en el Templo. Declaró el peligro de aliarse
con poderes extranjeros pues Dios quería que confiaran solamente en él; denunció la injusticia
y la opresión a los pobres, y fomentó la esperanza al anunciar la venida de un rey perfecto. El
Segundo Isaías abarca los capítulos 40 a 55, y es aquí cuando profetizó durante el exilio en
Babilonia (587-538 a.C.). Retomó los temas del primer Isaías para orientar y animar a los
cautivos en tierra extranjera. Su mensaje creaba conciencia del pecado nacional y proclamaba
la esperanza que viene con la conversión. Ahora bien, hay que notar algo importante en cuanto
a las fechas.. Isaías inicia su ministerio profético en el 740 a.C. y la deportación a Babilonia
sucedió en el 587 a. C., esto es 153 años de distancia. Por lo tanto El Segundo Isaías no puede
referirse al hombre Isaías, sino a su espíritu y sus enseñanzas perpetuadas por sus discípulos.
El Tercer Isaías inicia en el capítulo 56 y culmina en el 66. Profetizó en Jerusalén, durante el
tiempo de la reconstrucción del Templo y la ciudad (537-500 a. C.). Reavivó la exigencia de
justicia y fidelidad ante las prácticas injustas y la apatía religiosa, y abrió horizontes nuevos en
esa época en que nacía el judaísmo. Sus últimas profecías anuncian un Israel perfecto y “un
cielo nuevo y una tierra nueva” (65, 17), promesa que se repite en el Apocalipsis (21).
Su doctrina

Es en su teología donde se apoya aún mayormente en la tradición israelita y muestra


gran familiaridad con el profeta Amós. Isaías compartía con él y con el Pueblo de Dios la gran
tradición extensa con un vínculo especial les unía con Dios. Desde los tiempos patriarcales ha
habido un acuerdo, una Solemne Alianza entre ellos: “Israel será el pueblo de Dios y Él será
su Dios”. Él los ha escogido y los ha cuidado. Su interés por su bienestar había sido claramente
establecido. Tal era el mensaje tradicional. Isaías sabía y honraba esta tradición antigua, pero
más significativamente también compartía la convicción de Amós que tal pacto era
completamente condicionado, contingente en la conducta de la gente. Comportamiento tal
como Amós atestiguó en Samaria e Isaías en Jerusalén podría cancelar tal alianza, que de hecho
lo hizo; ese es precisamente el mensaje de la viña en el quinto capítulo de Isaías. Allí Dios es
comparado con un cuidadoso y trabajador cultivador de una viña -Israel-, quien, enojado con
las “uvas salvajes” de injusticia y violencia que es su cultivo, amenaza con retirar su cuidado
y protección. Tal como Isaías lo sabía, el Dios de Israel no cabía en el cuadro de la injusticia,
y caótico desorden del siglo 8 a.C. Para el Dios de aquella gente, las personas importan. A
Dios, de hecho, le importaba más la gente que acerca de cómo sus súbditos realizaban sus
rituales practicados. Una interpretación literal del versículo 13 del capítulo 29, y versos 10 al
15, capítulo 1 sugeriría que Dios encuentra las mociones de la adoración repugnante, y este
bien pudo ser el significado atribuido por Isaías. Isaías vivía en estado constante de asombro
hacia la santidad de Dios. Esa alteridad de Dios. Y debió haber pensado que los dones de
ofrenda de carne, grano y otros hubiesen parecido poca cosa o irrelevantes. Aún cuando similar
a Amós, como Amos, Isaías hablaba de manera más universal, de hecho es muy posible
interpretar estos dos pasajes de manera mucho menos estricta (como algunos expertos lo hacen)
y decir que habló en términos relativos, y que en su escala de valores religiosos, meramente
pone un rango mayor a la conducta moral que a la conformidad ritual.

La teología de Isaías incluye la agradable perspectiva de que Dios le da forma a la


historia, tradicionalmente entrando a la escena humana para rescatar a su gente del peligro
nacional. Pero de acuerdo a esta misma doctrina (de Isaías) Dios igualmente puede intervenir
para castigar a la nación con conducta aberrante, y puede emplear un agente humano (por
ejemplo, un enemigo conquistador) para lograr tal fin.

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