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1. “Dios no necesita tus buenas obras pero tu vecino sí”.

2. “He tenido muchas cosas en mis manos y las he perdido todas; Pero todas lo que he
puesto en manos de Dios, aún las poseo”.

3. “He desistido a la idea de que hay calidad alguna en mi corazón. Yo simplemente me


aferro a Cristo y digo: Él es mi Justicia”.

4. “Les ruego que dejen mi nombre en paz. No se llamen así mismos ‘luteranos’,
sino Cristianos. ¿Quién es Lutero? Mi doctrina no es mía. Yo no he sido crucificado por
nadie… ¿Cómo, pues, me beneficia a mí, una bolsa miserable de polvo y cenizas, dar mi
nombre a los hijos de Cristo? Cesen, mis queridos amigos, de aferrarse a estos nombres de
partidos y distinciones; fuera todos ellos, y dejen que nos llamemos a nosotros mismos
solamente cristianos, según aquel de quien nuestra doctrina viene”.

5. “La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su
soberana voluntad”.

6. “Usted no es solamente responsable de lo que dice, sino también de lo que no dice”.

7. “Quienquiera estime su doctrina, fe, y confesión como recta y verdadera, no puede


permanecer en el mismo establo con el error o adherir a la falsa doctrina… Un maestro que
permanece mudo cuando se enseña el error, y no obstante pretende ser un maestro de la
verdad, es peor que un fanático descarado y con su hipocresía hace más daño que un
hereje… éstos no quieren ofender a nadie, o decir una palabra en favor de Cristo, o
combatir al diablo y al mundo”.

8. “Doy gracias a Dios por mis opositores, pues ellos me han inclinado a buscar más
ardientemente a Cristo en las Escrituras”.

9. “Debo al papa tanta obediencia como la que le debo al anticristo”.

10. “Yo predico como si Cristo fuese crucificado ayer, resucitó hoy y fuese a volver
mañana”.
11. “Ya que su serenísima majestad y sus altezas exigen de mí una respuesta sencilla, clara
y precisa, voy a darla, y es ésta: Yo no puedo someter mi fe ni al papa ni a los concilios,
porque es tan claro como la luz del día que ellos han caído muchas veces en el error así
como en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me convence con
testimonios bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me persuade con los mismos textos
que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero
retractar nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no
me es dable hacerlo de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!” (Al ser juzgado por
defender y proclamar la autoridad de la Biblia).

12. “La razón humana es como subir un hombre borracho a un caballo; lo subes por un
lado, y se cae por el otro”.

“El dueño de un prostíbulo no peca menos que un predicador


que no entrega el verdadero evangelio”
13. “El dueño de un prostíbulo no peca menos que un predicador que no entrega el
verdadero evangelio. El prostíbulo es tan ruin como la iglesia del falso predicador”.

14. “Siendo propiedad del Señor Jesucristo a gran precio adquirida, no debemos ser
esclavos de Satanás ni de hombre, sino señores verdaderamente libres que no sirven al
pecado sino al Señor Jesús”

15. “Señor Jesús. Tú eres mi justicia así como yo soy tu pecado. Has tomado sobre Ti todo
lo que soy y me has dado y cubierto con todo lo que Tú eres. Tomaste sobre Ti lo que Tú
no eres y me diste lo que yo no soy”.

16. “El verdadero tesoro de la iglesia es el santísimo evangelio de la Gloria y la gracia de


Dios” (tesis 62).

17. “Y mientras yo dormía o bebía la cerveza de Wittenberg junto a mis amigos Philip y
Amsdorf, la Palabra debilitaba al papado de forma tan grandiosa que ningún príncipe o
emperador consiguió causarles tantas derrotas. Yo nada hice: la Palabra lo hizo todo”.
18. “Nuestro trabajo es llevar el evangelio a los oídos, y Dios lo llevará de los oídos a los
corazones”.

Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.
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Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan
una herida profunda.
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La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
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Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida.
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La facultad del oído es una cosa sensible: muy pronto se sacia y al poco tiempo se cansa y
aburre.
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El pensamiento está libre de impuestos.
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No hay manto ni sayo que peor siente a la mujer que el querer ser sabia.

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