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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACION NACIONAL”

UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ANGELES DE CHIMBOTE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

MONOGRAFÍA

“SALUD MENTAL EN LA COMUNIDAD”

AUTORES:

RAMOS LUJAN, LUZ REBECA

RETAMOZO CANCHARI, JENNIFER BRISETT

RODRIGUEZ VEGA, LILIA IVONNY

ASIGNATURA: PSICOLOGIA COMUNITARIA

CICLO : V - SECCIÓN: B

DOCENTE : VIZCARRA CANGALAYA, MARISOL

AYACUCHO - 2018
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DEDICATORIA

Este presente trabajo está dedicado a nuestros

padres; Ramos Sánchez, Mariano y Lujan

Gutiérrez, Toribia; Rodríguez Altamirano, Iván y

Vega Cartolin, Irene; Canchari Llampasi, Adela y

Retamozo Sarmiento, Luis por el apoyo

incondicional que nos brindan y a nuestros

profesores de la “UNIVERSIDAD CATÓLICA

LOS ÁNGELES DE CHIMBOTE” quienes con su

apoyo, esfuerzo y perseverancia hacen en nosotras

estudiantes de buena formación.


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AGRADECIMIENTO

Agradecemos a nuestros maestros y en especial a la Lic. VIZCARRA CANGALAYA, Marisol,

por su orientación y enseñanza que nos brinda para ser profesionales competentes, de igual

manera agradecemos a nuestros padres porque cada día se esfuerzan en brindarnos su apoyo en

nuestro ámbito de estudio y A Dios por darnos salud y vida


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ÍNDICE

I. DEDICATORIA ............................................................................................................. .…2

II. AGRADECIMIENTO .................................................................................................. .….3

III. RESUMEN ................................................................................................................. .….6

IV. ABSTRAC… ............................................................................................................... .…7

1. INTRODUCCIÓN ..........................................................................................................…8

2. CAPITULO I: ANTECEDENTES DE LA SALUD MENTAL EN LA COMUNIDAD

2.1. Historia de la salud mental …………………………………………………………9

2.2. Objetivos…………………………………………………………………...………13

2.3. La salud mental según la Organización Mundial de la Salud… ....................... …14

2.4. La salud mental en la comunidad ......................................................................... …16

2.5. Determinantes y condicionantes de la Salud Mental………………………………17

2.6. Principios de la salud mental comunitaria ........................................................... ...18

3. CAPITULO II. PRINCIPALES PROBLEMAS DE LA SALUD MENTAL

COMUNITARIA ....................................................................................................... ...19

3.1. Principales trastornos y sus pautas para la atención…………………………...….19

3.2. Consumo excesivo de alcohol ............................................................................ …21


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3.3. Conductas violentas ............................................................................................ …21

4. CAPITULO III: DESARROLLO DE LA SALUD MENTAL COMUNITARIA.....23

4.1. Las políticas públicas en la salud comunitaria .................................................... …23

4.2. Salud mental desde la participación y el reconocimiento… ............................... .…25

4.3. Promoción y prevención de la salud mental comunitaria.....................................…27

4.4. Comisión de la Verdad y Reconciliación: trabajar sobre salud mental……………29

V. CONCLUSIONES ................................................................................................. .....32

VI. RECOMENDACIONES ...................................................................................... ....33

VII. ANEXOS…………………………………………………………………..………34

VIII. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS……………………………………….……36


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RESUMEN

El presente trabajo explora los puntos de encuentro entre los procesos sociales implicados en

la participación comunitaria y su relación con la salud mental, focalizando su análisis en

organizaciones comunitarias funcionales situadas. Trazando un recorrido de convergencia

entre elementos de la participación comunitaria y la manera en que sus operaciones se

vinculan con la evaluación que de la salud mental hacen sus miembros, la investigación

articula un campo de distinciones que se distancia de modelos convencionales en salud mental,

incorporando a los sistemas sociales tanto en la definición y observación de la salud mental

como en sus formas de intervención.

Posteriormente, se revisan propuestas teóricas por los autores Salaverry, Gonzáles de Rivera,

Selesnick y Jahoda de la relación entre salud mental y participación comunitaria, revisando

modelos devenidos del Capital Social e investigaciones científicas empíricas sobre dicha

relación.

La investigación desarrolla un enfoque cualitativo de tipo exploratorio descriptivo que analiza

dicha relación en organizaciones comunitarias. Se utiliza como herramienta de producción de

datos la entrevista grupal, realizando un análisis de contenido a partir del cual se extraen

insumos que ponen en discusión las premisas conceptualizadas.

PALABRAS CLAVE: Salud Mental, Bienestar, Participación Comunitaria, Sistema de

Salud, Capital Social


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ABSTRAC

The present investigation explores the meeting points between the social processes involved

in community participation and its relationship with mental health, focusing its analysis on

functional community organizations located. Tracing a path of convergence between elements

of community participation and the way in which its operations are linked to the evaluation of

mental health by its members, the research articulates a field of distinctions that distances

itself from conventional mental health models, incorporating to social systems both in the

definition and observation of mental health and in their forms of intervention.

Subsequently, theoretical proposals are reviewed by the authors Salaverry, Gonzáles de

Rivera, Selesnick and Jahoda of the relationship between mental health and community

participation, reviewing models developed from Social Capital and empirical scientific

research on this relationship.

The research develops a qualitative descriptive exploratory approach that analyzes this

relationship in community organizations. The group interview is used as a data production

tool, performing a content analysis from which inputs are extracted that put into question the

conceptualized premises.

KEYWORDS: Mental Health, Wellbeing, Community Participation, Health System, Social

Capital
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INTRODUCCIÓN

Entendemos la Salud Mental Comunitaria como una nueva estrategia, o familia de estrategias,

centrada en el desarrollo de nuevas modalidades de prestación de servicios de salud mental más

flexibles, eficaces y que respondan más a las necesidades de la comunidad. Desde las

aportaciones teóricas que nos ofrece la Psicología Comunitaria como conjunto de

conocimientos y actividades destinadas a promover el funcionamiento integral u óptimo de los

miembros de las comunidades a través de procesos y métodos de intervención de carácter social

y psicosocial, conceptualizamos la SMC como su aplicación dentro del ámbito de la salud

mental.

Para cumplir con nuestro objetivo, esta monografía se compone de tres capítulos: CAPITULO

I: Antecedentes de la salud mental en la comunidad, CAPITULO II: Principales problemas de

la salud mental comunitaria y CAPITULO III: Desarrollo de la salud mental comunitaria. En

el primer capítulo, se desarrollarán los Objetivos, la salud mental según la Organización

Mundial de la Salud y la salud mental en la comunidad. En el segundo capítulo, principales

trastornos y sus pautas para la atención, consumo excesivo de alcohol, conductas violentas. En

el tercer capítulo, las políticas públicas en la salud comunitaria, salud mental desde la

participación y el reconocimiento, promoción y prevención de la salud mental comunitaria y

hablamos también sobre la comisión de la Verdad y Reconciliación: trabajar sobre salud

mental.
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CAPITULO I:

1. ANTECEDENTES DE LA SALUD MENTAL EN LA COMUNIDAD

2.1 Historia de la salud mental

Es importante determinar que el campo de la salud mental es diferente al campo de la

psiquiatría, sin embargo no se puede negar el dominio de esta última en el quehacer de

la primera. A pesar de las diferencias entre ambos campos de acción, es necesario

considerar que el inicio del estudio, comprensión, diagnóstico y tratamiento de la salud

mental implica abordarla desde la perspectiva biológica y situarla desde los

conocimientos que esta desarrolla en el marco de la psiquiatría y la psicofarmacología.

Conforme se delimitaban las áreas de trabajo de la psicología clínica, social, comunitaria

y educativa, también se fueron enmarcando de acciones, que, separadas de la biología

proponen una serie de intervenciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de las

personas. Estas a su vez, promueven una serie de investigaciones encaminadas a dejar de

lado la propuesta de lo orgánico y buscan hacerle un lugar al enfoque psicosocial. Los

enfoques diferentes a la psiquiatría tradicional permiten considerar las diferencias entre

salud y enfermedad mental. Los enfoques antropológicos y sociales organizan los

contextos culturales, sociales, familiares y personales de las diferentes comunidades en

donde se realizan las intervenciones.

Así, históricamente el tema de la salud mental siempre ha sido un motivo de

preocupación en la civilización. Esta preocupación propició, en diferentes momentos, el

desarrollo de investigaciones que permitieran explicar el origen de los trastornos

mentales. Con respecto al tema, Salaverry (2012) indicó que los primeros informes sobre

problemas de salud mental se encuentran en la literatura hebrea sagrada, específicamente


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en el libro de Daniel del Antiguo Testamento y del Tanaj. El autor refirió que en esta

época (entre 167 y 164 a.C.) la locura era atribuida a los dioses, demonios o fuerzas

sobrenaturales. El tratamiento utilizado eran las trepanaciones craneales y se realizaba

con el objetivo de dejar salir los demonios que provocaban el sufrimiento

Luego, con el desarrollo del pensamiento filosófico en la Antigua Grecia (hacia el siglo

V a.C.) se inicia la percepción naturalista de la enfermedad mental. Esta perspectiva se

denominó Teoría Humoral y ubica el origen del trastorno mental en los cuatro fluidos o

humores del cuerpo que son: la bilis negra, la bilis amarilla, la flema o pituita y la sangre.

El lugar del desequilibrio se concentraba en el cerebro (Mora, 1985). Un personaje de

esta época que dedicó una parte de su obra a la Salud Mental fue Galeno (Siglo II d.C.).

El médico, no solo sistematizó la medicina griega, también clasificó las enfermedades

mentales en dos tipos: manía y melancolía. Esta clasificación basada en la teoría humoral

permaneció hasta el Imperio Romano.

Con la difusión del cristianismo establecida por Constantino (S.III d.C.), las propuestas

organicistas se perdieron. Los profesionales le dieron a la enfermedad mental un lugar

dentro del dogma cristiano. Así, esta tenía su origen de un designio divino. Se

representaba como la lucha del alma humana entre el bien y el mal. Desde esta

perspectiva la enfermedad mental no era entendida como una dolencia sino como una

posesión sobrenatural, demoníaca, tratada por los sacerdotes (Salaverry, 2012). Es en

esta época en que surgen los hospitales como centros de atención y apoyo espiritual y

físico a los enfermos.

Las concepciones religiosas permanecieron durante la época medieval (Siglo V - Siglo

XV). Aquí la representación de la salud mental se relacionó con la brujería y la posesión

diabólica. Estas creencias demonológicas no surgieron del vacío. Para Gonzáles de


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Rivera (1998) son el resultado de la evolución a través de los siglos de numerosas

tradiciones, sobre todo la religión judaica de los siglos II – I a. C., de las creencias

precristianas, las creencias de religiones greco-romanas y de ciertos aspectos del

idealismo platónico, con la pretensión de eliminar la concepción orgánica de la

enfermedad. Estos dogmas se mantuvieron hasta el finales del Siglo XVII que se inicia

el movimiento de la Ilustración.

Selesnick (1966) describió este período de la civilización (finales del siglo XVII hasta

los primeros años del Siglo XIX), como un retorno a la descripción mecanicista de la

enfermedad. El autor refirió que es, a partir del trabajo de Descartes, que la comprensión

de la enfermedad mental inició un proceso de cambio. En “El tratado de las pasiones del

alma” que publicó en 1646, el enfoque de los trastornos mentales se modificó. En éste,

Descartes explicó que el origen del alma era la glándula pineal y en esta, la sangre se

convertía en espíritus animales que luego formaban el sistema nervioso. De esta forma,

Descartes fundamentó “el dualismo cartesiano” que explicó la división del ser humano

en un componente material (cuerpo - res extensa) y otro racional (mente - res cogitans).

Así, el pensamiento cartesiano determinó que la génesis del trastorno mental se ubicaba

en la substancia que constituye la esencia del individuo y de la que dependen todas las

funciones de la mente: la “res cogitans”. Como tal, es radicalmente distinta al cuerpo y

en ella se establecen los diferentes modos de pensar: la imaginación, el sentimiento,

recuerdos y la voluntad. Pensar, en este SALUD MENTAL: Aproximaciones Teórico,

Prácticas 22 sentido, hace referencia a “ser consciente de” y a todos los procesos que le

dan forma a la consciencia. Es así como se designó que el lugar de las ideas innatas es la

mente y esta es propiedad exclusiva de los seres humanos.

Shorter (1997), indicó que en 1952 se da la Cuarta Revolución Psiquiátrica y con ella
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aparece la psicofarmacología. El autor mencionó a Jean Delay y Pierre Deniker, como

los psiquiatras franceses que demostraron las propiedades antipsicóticas de la

clorpromazina, lo que significó el primer tratamiento contra la esquizofrenia. En los

siguientes años, debido al incremento de los estudios de las compañias farmacéuticas,

aparecieron nuevos antipsicóticos, los fenotiazínicos. En 1960 se sintetizó la clozapina,

el primero de los denominados antipsicóticos atípicos. En 1957 el psiquiatra suizo

Roland Kuhn y el psiquiatra norteamericano Nathanial Kline, demostraron

respectivamente los efectos antidepresivos de la imipramina (del grupo de los tricíclicos)

y de la fenelzina (del grupo de los inhibidores de la monoaminooxidasa). En 1987 se

introdujo la fluoxetina, el primer inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina.

La aparición de los psicofármacos ha significado la mayor revolución en el campo de la

psiquiatría, llegando a convertirse en parte imprescindible del tratamiento de muchas

enfermedades mentales, como la esquizofrenia, los trastornos afectivos mayores, el

trastorno obsesivo-compulsivo y otros trastornos de ansiedad. Actualmente, existe una

gran variedad de psicofármacos, que buscan cada vez mayor eficacia y selectividad de

acción, con menos efectos colaterales. Desde los enfoques psiquiátricos, impregnados de

la concepción biologista, hasta los enfoques actuales, en trabajo comunitario y

participativo, existe una tendencia a ubicar y favorecer el origen orgánico o desequilibrio

químico de la enfermedad mental. Con esto, en las últimas décadas se ha dado un

incremento del uso de la terapia farmacológica para tratar las enfermedades mentales.

En este sentido Jahoda (1999) describió la salud mental como la interacción dialéctica

de seis criterios básicos que configuran el funcionamiento unificado de un ser humano.

El autor los denominó, criterios de la salud mental positiva y los describió como las

actitudes hacia sí mismo, crecimiento y autoactualización, integración, autonomía,

percepción de la realidad y dominio del entorno. Estos, relacionados con el ambiente, las
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condiciones sociales, las instituciones y estructuras sociales, las demandas de un papel

específico contribuyen al mantenimiento de la salud mental. En relación al tema,

Ginsberg (1990), describió lo que él denominó como las características de un individuo

mentalmente sano:

a. El adulto poseedor de una buena salud mental trabajará por el mejoramiento del ser

humano, pero aceptará también a las personas y situaciones en la medida que se las

encuentre.

b. Se sentirá elemento constitutivo del grupo al que pertenece y medirá sus

satisfacciones por lo que es capaz de dar a los demás y no por su palabra egoísta.

c. Tendrá conocimiento de su relación con el universo y su vida estará orientada hacia

la última realidad.

d. Conocerá sus propias limitaciones, pero poseerá una dosis equitativa de confianza en

sí mismo.

e. No se sentirá deshecho por conflictos interiores, sino que su personalidad estará

integrada como totalidad.

f. Enfrentará los problemas con sentido real y constructivo, no confundiendo evasión

con solución.

g. Dirigirá la vista hacia delante, mirando al futuro y no al pasado, con intereses vivos

y crecientes que lo muevan. Solamente pensando que lo mejor de la vida está por

venir podrá considerarse poseedor de una perfecta salud mental

2.2 Objetivos

Nos planteamos como objetivo general contribuir al diseño e implementación de políticas

públicas en el área de la salud mental, a partir de las diferentes experiencias locales en materia

de salud mental comunitaria y la defensa de los derechos humanos en la región Huancavelica.

A partir de este objetivo general, se definieron los siguientes objetivos específicos:


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1. Describir el diseño de las políticas públicas en el campo de la salud mental a nivel

nacional.

2. Describir la implementación de las diferentes experiencias locales que se vienen

desarrollando en el área de la salud mental comunitaria en la región Huancavelica.

3. Realizar un análisis comparativo entre las políticas públicas y las experiencias locales

revisadas.

4. Proponer recomendaciones para un mejor diseño e implementación de las políticas

públicas sobre salud mental en diálogo con las diferentes experiencias locales que se

vienen desarrollando en el área de promoción y atención comunitaria.

2.3 La salud mental según la Organización Mundial de la Salud

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2013) no existe una definición “oficial”

sobre salud mental. La institución indicó que cualquier definición estará siempre influenciada

por diferencias culturales, suposiciones, disputas entre teorías profesionales, la forma en que

las personas relacionan su entorno con la realidad. Sin embargo, varios de los documentos

escritos por esta organización denominan la salud mental “como un estado de bienestar en el

cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones

normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una

contribución a su comunidad” (Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), 2004).

Por otro lado, Barraza (2013) mencionó que debido a la dificultad que implica desarrollar una

definición que aborde todos los factores que deben considerarse para comprender el enfoque

en salud mental, la O.M.S., por medio de su comité de expertos, desarrolló la siguiente

definición: “La salud mental es un estado sujeto a fluctuaciones provenientes de factores

biológicos y sociales, en el que el individuo se encuentra en condiciones de conseguir una


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síntesis satisfactoria de sus tendencias instintivas potencialmente antagónicas, así como de

formar y mantener relaciones armoniosas con los demás y participar constructivamente en los

cambios que puedan introducirse en su medio ambiente físico y social”.

En estos términos, el ideal de individuo sano en la cultura occidental de finales del siglo XX

describe a una persona que puede alcanzar un equilibrio entre los factores biológicos y

sociales; así como la posibilidad de adaptación al medio en que se desarrolla. Operativamente,

el ideal de salud mental considera a una persona que ha de ser sociable, extravertido, estable

desde el punto de vista emocional, responsable en el trabajo, no demasiado complejo

cognitivamente, capaz de manejar su imagen sin buscar la aprobación de los demás, con pocas

diferencias entre cómo se ve a sí mismo y cómo le gustaría ser, adaptable, diestro en realizar

elecciones adecuadas e incluso, con la habilidad de distorsionar un poco la realidad para

mantener una visión positiva de sí mismo. Ha de ser animoso y alegre. La resistencia al estrés

y la tolerancia a la frustración, son aspectos fundamentales en el perfil de la persona sana y

'feliz' de hoy. Así como la autonomía en diferentes áreas, la competencia profesional y

personal y la habilidad para establecer relaciones satisfactorias (Vasquez, 2011). De acuerdo

con Brody (2013), estas características de la una persona con salud mental están ampliamente

vinculadas con la percepción subjetiva de bienestar del sujeto, y relacionadas teóricamente a

la Psicología Positiva de Seligman. Si se toma como punto de partida el concepto de

“bienestar” de la Real Academia de la Lengua (RAE, 2013) está se refiere, entre otras cosas,

al “estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad

somática y psíquica”. Entonces, se entiende que el estado de salud mental está vinculado a

actividades conscientes que promuevan esta percepción. En términos de instancias psíquicas,

esta percepción se origina del yo. Este como órgano psíquico a cargo de las funciones de

pensamiento, debe generar la sensación de que es posible alcanzar el equilibrio ante la

diversidad de tensiones a las que se está expuesto. Este equilibrio debe permitir vivir una vida
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feliz y satisfactoria.

2.4 La salud mental en la comunidad

El enfoque de salud mental comunitaria se construyó a partir de la experiencia de los equipos

comunitarios que han trabajado en las diferentes poblaciones de Latinoamérica y otros países

del mundo. Su abordaje se centra alrededor de los valores y la calidad de vida de las

comunidades en las que se trabaja. Pedersen, Huayllasco, & Errázuriz (2007) consideraron

que cada comunidad desarrolla su percepción particular e integral de la salud.

Como ejemplo, los autores indicaron que en algunos pueblos suramericanos situados en Perú

y Bolivia, ésta es entendida como un estado de equilibrio; y la enfermedad, como un estado

de desequilibrio. Desde esta perspectiva, el enfoque del trabajo en salud mental es abordado

como un hecho dinámico, que cambia, se recrea y se transforma constantemente por las

interacciones del individuo y su entorno familiar y social. El modelo comunitario de atención

en salud mental se orienta a la inclusión social, a la participación activa en la comunidad y al

fortalecimiento de las redes de apoyo social. Este tiene como objetivo mejorar la calidad de

vida y las relaciones interpersonales de los grupos. Es un modelo que se encauza hacia la

participación social.

En la misma línea, el trabajo en salud mental comunitaria se sustenta principalmente en un

enfoque psicosocial y en los principios de derechos humanos, equidad de género e

interculturalidad. Las acciones se orientan hacia el desarrollo del empoderamiento y la

participación activa de la comunidad. Utiliza como técnica, la creación de espacios de

reflexión que buscan identificar las fortalezas y debilidades relevantes en torno a la salud

mental de las personas.

Las estrategias que se crean a partir de los equipos de trabajo, tienen como objetivo
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implementar, de manera conjunta, las actividades de promoción protección e intervención

clínica comunitaria; asimismo, se enfocan en la prevención de problemas y en la recuperación

y reparación de los vínculos personales, familiares y comunales.

2.4.1 Determinantes y condicionantes de la Salud Mental

Para desarrollar los factores que determinan y condicionan la salud mental, la O.M.S. tomó

en cuenta los indicadores de pobreza, el nivel educativo de las personas y las comunidades.

Los datos que presentaron indicaron que los riesgos más evidentes para la salud mental en el

mundo contemporáneo están relacionados sobre todo, con las presiones socioeconómicas. Los

factores determinantes están vinculados a las condiciones sociales, psicológicas y biológicas

en que los individuos se desarrollan. Desde este enfoque, los problemas de salud mental de

un individuo o de un grupo se relacionan con una experiencia cotidiana que se percibe como

inestable, amenazadora y violenta.

En el mundo contemporáneo, la convivencia a nivel grupal o comunitario genera factores

sociales que están altamente relacionados con los problemas de salud mental. Entre las

experiencias que se asocian a los problemas en salud mental o pueden desencadenar un

trastorno se encuentran los cambios sociales rápidos, las condiciones de trabajo, el acoso

laboral, la discriminación de género, la exclusión social, los modos de vida poco saludables,

los riesgos de violencia, la mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos Los

factores psicológicos que evidencian las características individuales de vulnerabilidad y

riesgo, se encuentran vinculados a la personalidad y las características psicológicas

específicas de la persona. Finalmente, desde la perspectiva médica, se determina que los

trastornos mentales se originan de las características biológicas, específicamente las

relacionadas al funcionamiento del sistema nervioso. Estas, explican su origen a través de

factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.


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2.5 Principios de la salud mental comunitaria

Los personas con trastornos mentales deben ser atendidas bajo la forma de atención menos

restrictiva posible, utilizando alternativas basadas en cuidados comunitarios en sus territorios

de vida haciendo participe a la comunidad tanto de los cuidados como de su integración.

Principios de salud presentes en las personas. Definición de un conflicto como el resultado

de déficit en el área físico, psicológico y cultural. Contempla lo político, técnico y social.

Involucra a todos los sujetos como agentes promotores de salud. Rehabilitación

estrechamente vinculada a la integración social. Potencia los recursos de las personas, más

que focalizarse en sus discapacidades.


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CAPITULO I I .

2. PRINCIPALES PROBLEMAS DE LA SALUD MENTAL COMUNITARIA

3.1 Principales trastornos y sus pautas para la atención

“La expresión salud mental y apoyo psicosocial se utiliza para describir todo tipo de apoyo

local o externo cuyo propósito sea proteger o promover el bienestar psicosocial y/o prevenir

u ofrecer tratamiento a trastornos mentales”

3.1.1 Los estresores

El estrés de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud es “Es el conjunto de reacciones

fisiológicas que prepara al organismo para la acción”. El estrés nos ayuda a poder enfrentar

los problemas de la vida, los cuales se conocen como estresores y hacen que la “tensión” o el

estrés se manifiestan como síntomas físicos, psicológicos o emocionales, los estresores más

comunes son:

Ambientales y Físicos

Naturales: clima, desastres naturales, radiaciones, exposición al plomo y otros metales

pesados.

Artificiales: luz, ruido, contaminación, etc.

Biológicos Café, alcohol, tabaco, drogas, etc.

Psicológicos y Psicosociales

Sucesos vitales: perdidas de trabajo o duelos por un familiar.

Sucesos crónicos: situaciones de estrés prolongado como una enfermedad, relaciones


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de pareja estancadas, acoso o bullying, maltrato y negligencia.

Sucesos cotidianos: la vida familiar, la carga de trabajo laboral, el tráfico, etc.

3.1.2 Las válvulas de escape

Para contrarrestar las tensiones que generan los estresores existen actividades o prácticas que

podemos realizar que evitan que la presión se acumule, a estas actividades se les conoce como

válvulas de escape. Cuando no se tienen mecanismos de defensa para protegerse de las

presiones de la vida diaria, las personas tienden a acumular estas tensiones que después se

pueden convertir en problemas psicosociales. Las válvulas de escape aunadas a los factores

de protección pueden impedir que el estrés se transforme en un problema psicosocial.

Físicas: descanso, sueño reparador (8 horas. adultos, 9 o 10 niños y adolescentes)

buena alimentación, ejercicio, etc.

Psico-emocionales: afecto, comunicación, ejercicios de respiración, meditación o

prácticas espirituales, acudir a terapia, etc.

Laborales: ocupación u empleo satisfactorio, comunicación asertiva en el trabajo, etc

Recreativas: deportes, pasatiempos, actividades artísticas, eventos culturales

Familiares: comunicación, compartir comidas, realizar actividades en familia,

administración de los recursos económicos, etc.

Comunitarias: actividades recreativas en espacios públicos comunitarios, grupos de

dialogo comunales, etc.

Entornos saludables: vivienda saludable, agua y saneamiento, espacios públicos,


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parques y áreas verdes, senderos para caminar o andar en bicicleta.

Por lo tanto con el ejemplo del globo como el organismo equilibrado puede continuar en un

estado equilibrado si se realizan actividades que puedan liberar el estrés, si el globo tuviera

hoyitos para liberar el aire, difícilmente se reventaría, de la misma manera si una persona tiene

válvulas de escape para liberar el estrés, su organismo se podrá siempre mantener equilibrado.

Los promotores comunitarios pueden apoyar a las personas a identificar esas válvulas de escape

y fomentar actividades que ayuden a liberar el estrés.

3.2 Consumo excesivo de alcohol

El consumo excesivo de alcohol tiene consecuencias muy graves a la salud de la persona y a

sus familiares o personas cercanas, además afecta la economía, desempeño laboral y las

relaciones interpersonales. Muchas veces está ligado a situaciones de violencia y puede

utilizarse como una válvula de escape para el estrés o por la incapacidad de afrontar situaciones

adversas en la vida. Es probable que las personas que incurren en el consumo excesivo de

alcohol no se percaten de la gravedad del problema ya que en muchas culturas se considera una

práctica social y se minimiza el problema. Es importante que el promotor comunitario sea capaz

de detectar problemas de alcoholismo en la comunidad ya que afecta no sólo a los individuos

si no a las familias y comunidades. El rol del promotor es primordial para poder canalizar tanto

a individuos como a familias que estén siendo afectadas por los estragos del alcoholismo.

3.3 Conductas violentas

La violencia es una forma de respuesta humana frecuente ante situaciones de frustración que

puede volverse habitual e invadir el ámbito familiar, convirtiéndose en un problema social que
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influye negativamente en la familia y, muy especialmente, en los más vulnerables, como los

niños, las mujeres, los ancianos y los discapacitados. La violencia causa sufrimiento o daño

físico, psicológico, social y económico. Las personas que experimentan violencia sufren física,

mental, emocional y socialmente y están en gran riesgo de desarrollar un trastorno mental. Las

consecuencias de la violencia afectan no sólo a la víctima sino también a los familiares y

amigos, especialmente a los niños, quienes al ser sometidos a presenciar la violencia la aceptan

como algo normal en la vida diaria.

3.3.1 Los síntomas:

• La víctima presenta lesiones físicas y acude a consulta reportando haber sufrido un

accidente.

• La víctima se niega a hablar de la violencia que ocurre y muestra reservas para solicitar

apoyo médico o legal.

• La víctima está constantemente acompañada de alguien que le impide tener privacidad para

hablar de lo ocurrido

3.3.2 ¿Cómo ayudar?

• Identificar a familias o individuos con conductas agresivas o violentas para planificar la

forma de ayudarlos oportunamente.

• Identificar y canalizar a poblaciones especialmente vulnerables (por ejemplo, niños,

mujeres y ancianos). Hacer un seguimiento de las personas canalizadas desde la

comunidad.

• Formar redes de apoyo con organizaciones que cuenten con dispositivos legales y

terapéuticos para atender tanto a víctimas como victimarios


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CAPITULO III:

3. DESARROLLO DE LA SALUD MENTAL COMUNITARIA

4.1 Las políticas públicas en la salud comunitaria

La salud mental no es una prioridad nacional. Si bien ahora se la ha identificado como una de

las diez estrategias sanitarias nacionales, recién se ha iniciado su visibilización como parte de

la salud integral y como elemento fundamental del desarrollo humano y de los pueblos. El

concepto de salud integral no considera la salud mental, sino que se centra en lo físico y se

asienta en lo biológico; esta situación se refleja en el lugar que ocupa la salud mental en las

políticas públicas a nivel nacional. No obstante esta realidad, la contundencia de los resultados

del Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha permitido colocar el tema

de la salud mental especialmente la de aquellas poblaciones afectadas por el conflicto armado

en la agenda pública y en el debate social, político y académico. En una entrevista se puntualiza

lo siguiente: Se debería contar con un plan en que justamente los grupos en condiciones de

vulnerabilidad sean priorizados. No creo que la salud mental esté dentro de las prioridades,

primero porque es un grupo silencioso, un poco invisibilizado, sobre todo en zonas rurales,

excepto en la relación que ahora se hace entre salud mental y conflicto armado. Pareciera que

antes del conflicto armado el tema de la salud mental no fue un tema de las zonas rurales. Es

importante que se haya creado la Dirección de Salud Mental para darle un lugar al tema, una

estructura orgánica dentro del Minsa; de este modo se evita que se diluya entre las diferentes

direcciones. Importa dónde está ubicada la salud mental porque parece que cada uno estuviera

en su parcelita y no se vincula. Trabajar por resultados individuales en las diferentes

direcciones del Minsa genera un conjunto de acciones dispersas que no suman a las líneas de

acción priorizadas en las estrategias sanitarias nacionales. Visibilizar el tema es el primer paso

para cambiar el lugar que la salud mental ocupa en las políticas públicas de salud, camino que
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actualmente se viene transitando, pero respecto al cual se requiere hacer más. Se hace necesario

contar con una definición clara y precisa de la salud mental en el funcionamiento organizativo

y funcional del Minsa; se requiere una voluntad política para la asignación de recursos humanos

y económicos, así como repensar el concepto de salud mental y asumir una nueva comprensión

de la problemática para construir un modelo de salud mental comunitaria, en tanto estrategia

más acorde con los procesos y demandas de las personas y los grupos en nuestra sociedad.

Romper con la idea de salud mental asociada a la atención de enfermedades psiquiátricas es un

imperativo para colocar el énfasis en la búsqueda de bienestar y satisfacción plena, todo lo cual

deviene en la posibilidad de salir de la postergación en la cual ha estado situada la salud mental.

Entonces, ¿cómo pensar una nueva concepción de sujeto y, por ende, de salud mental?, ¿cómo

transitar hacia la salud mental comunitaria? Es importante romper con una mirada

estigmatizante de la salud mental, asociada a enfermedades crónicas reducidas a un hospital

psiquiátrico. Como se observa en una entrevista: Aún existe en el imaginario la idea de salud

mental como enfermedad no recuperable; o, como dicen los administradores de seguros,

enfermedad mental es un daño catastrófico. Por eso los seguros no te cubren en temas de salud

mental. Una propuesta de salud mental comunitaria entendida como tarea de todos se formula

de la siguiente manera en palabras de una de las personas entrevistadas. En las cuales cada

quien pueda aportar desde su propia especialidad profesional, y no todo aquello que tiene que

ver con salud mental está solamente dirigido a lo que es la patología de salud mental o la

enfermedad de la salud mental, sino tiene que ver con aquello que genera malestar. Es necesario

construir una mirada integral de la salud mental como un proceso que requiere incorporar la

dimensión humana de la interacción, de los vínculos sociales y del reconocimiento (Benjamin

1996), que respete procesos y tiempos personales y comunales. No se trata de soluciones

inmediatas frente a la presencia de síntomas, sino de apuestas a largo plazo de construcción y

elaboración personal y colectiva.


25

4.2 Salud mental desde la participación y el reconocimiento

La salud mental comunitaria se construye desde una participación activa de los sujetos y los

grupos implicados, así como desde una forma de relación basada en el reconocimiento de las

particularidades y semejanzas entre las personas, que favorece el desarrollo de la autonomía y

la valía personal, así como el ejercicio de la ciudadanía. Implica, también, el reconocimiento

de los saberes propios y la formación de una propuesta que pase del trabajo en y para la

comunidad al trabajo con la comunidad. La participación es un proceso social inherente a la

salud y al desarrollo, mediante el cual grupos, organizaciones, instituciones, sectores de la

comunidad y actores sociales de todos los niveles intervienen en la identificación de las

necesidades o de los problemas de salud y actúan conjuntamente para diseñar y ejecutar las

soluciones o las acciones apropiadas (Organización Panamericana de la Salud-Organización

Mundial de la Salud 1999). La salud mental comunitaria implica generar desde la misma

comunidad formas de organización y espacios para responder a las necesidades de salud mental

del grupo. Según Rivera (2005a), se observan desencuentros entre la oferta y la demanda en

torno a la salud mental en las regiones andinas de nuestro país, producto de algunas políticas

de salud que distan mucho de incorporar la demanda de la población que requiere ser atendida.

Existe la intención de disminuir las brechas, pero los logros son poco contundentes. La autora

añade que los instrumentos actuales no cuentan con estrategias ni mecanismos que incluyan la

demanda, pues han definido sus acciones desde una concepción que no responde a las

diferentes especificidades de cada región y cultura. Si bien las políticas nacionales dan las

pautas, cada región tiene la tarea de responder a una demanda específica de acuerdo con su

propia realidad en función de dichas políticas. Por tanto, las regiones deben recoger cada

particularidad local y desde ahí llevar a cabo la implementación de la política nacional. Foro

Salud señala, en su Propuesta de Declaración de la III Conferencia Nacional de Salud, que «el

derecho a la salud demanda políticas públicas inclusivas, con enfoque intergeneracional, de


26

género, interculturalidad y de integración de las personas con discapacidad» (2006: 17). Es

fundamental diseñar políticas públicas de salud mental comunitaria que sean inclusivas,

participativas y sostenibles. Para ello se requieren procesos dinámicos de participación activa

de la sociedad civil y políticas de reconocimiento. No sólo se trata de reconocer las diferencias

existentes por clase, género, etnia y cultura sino de establecer diálogos y puntos de encuentro

a partir de esas diferencias. El enfoque de género está asociado al enfoque intercultural, en

tanto busca evidenciar las diferencias sociales en la construcción de lo masculino y lo femenino

en función de las distintas matrices culturales. En el campo de la salud, es primordial lograr

que el género sea transversal a todas las políticas y acciones, porque el sistema sanitario es,

principalmente, un espacio de mujeres tanto porque es la población femenina la que acude

mayoritariamente a los servicios como por el significativo porcentaje de mujeres profesionales

que laboran en ese sector (Instituto de la Mujer 2000). Con relación a la salud mental, este

enfoque permite visibilizar las diferencias existentes entre los hombres y las mujeres. Se

encuentra que las mujeres padecen en mayor medida que los hombres problemas de salud

mental, lo cual está asociado al lugar que ocupan en la sociedad. En nuestro país, las mujeres

son más excluidas y discriminadas; la discriminación de género está asociada con la étnica. El

enfoque intercultural supone reconocer el saber y el poder que tienen los otros, rompiendo con

miradas tutelares y asistencialistas. El primer paso es recoger las nociones de salud mental que

subyacen a la comprensión de los diferentes problemas de cada grupo en particular. Con

relación a este punto, en una entrevista se señala: Cuando trabajamos con las comunidades,

construimos el concepto de derecho a la salud a partir de su propia visión de salud y bienestar.

En ese sentido, el concepto de derecho a la salud está más en función de lo que ellos pueden

hacer porque no existe la palabra derechos en quechua; lo que existe es una idea consensuada

sobre lo que debe ser, lo que debe pasar y lo que les compete a ellos como comuneros para que

ello que debe pasar ocurra. Tuvimos que construir el concepto a partir de la idea del deber ser
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en una sociedad que trabaja de manera armónica; lo que ellos ven como lo correcto y de ahí

que lo correcto es que no te maltraten en un establecimiento de salud y que te respondan las

preguntas y que respeten tus inquietudes. Además, escuchar y considerar los saberes locales en

las propuestas de intervención es, en sí mismo, un acto participativo y de reconocimiento. Pero

no sólo se trata de conocerlos sino de incorporarlos en el diseño, la ejecución y la evaluación

de las propuestas de salud mental comunitaria, lo cual desafía a los profesionales de la salud y

la hegemonía de sus saberes. Se requiere construir un nuevo paradigma para la comprensión y

atención de la salud mental en nuestro país.

4.3 Promoción y prevención de la salud mental comunitaria

En la década de 1970, a partir de la conferencia de Alma Ata, se estableció que el modelo de

atención primaria responde mejor a las necesidades de Conclusiones y recomendaciones 93 los

países en desarrollo (Arroyo 2000). La tendencia es integrar los servicios de salud mental a la

atención primaria y al sistema de salud en general. La tarea es una reforma para la eliminación

de los hospitales psiquiátricos, buscando incorporar en los hospitales generales la atención

psiquiátrica y desarrollando una propuesta de salud mental comunitaria para intervenir no sólo

en el nivel de promoción y prevención sino también en el de atención y rehabilitación. Se asocia

la salud mental comunitaria a los niveles de promoción y prevención, y pareciera más difícil

incorporarla al área de atención y rehabilitación. Sin embargo, es imprescindible que estos

niveles formen parte de la propuesta de salud mental comunitaria. Se puede identificar un nivel

de atención clínica comunitaria, definida desde el tipo de problemática que aborda y por los

enfoques y metodologías que desarrolla. La problemática que afronta es también del orden de

la salud pública y de carácter político y social, como en el caso del nivel de promoción y

prevención. Retomando lo planteado por el Grupo de Trabajo de Salud Mental de la

Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (2006), se reconoce que estos niveles de


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intervención mantienen una especificidad, pero que en el trabajo práctico interactúan en una

propuesta de salud mental comunitaria. La promoción, prevención, atención y rehabilitación

están basadas en la participación y en el reconocimiento, y se definen desde los enfoques de

derechos humanos, psicosocial, género e interculturalidad. Cabe señalar que, actualmente, se

ha generado un espacio de debate entre la sociedad civil, la academia y el Estado que ha

supuesto la organización y desarrollo de cuatro Encuentros de Discusión sobre Intervención

Clínica Comunitaria con el objetivo de promover un espacio de reflexión entre los diferentes

actores involucrados en la problemática de la salud mental, poner en discusión las

características más relevantes Nivel de intervención en salud mental comunitaria cuando

existen malestares y/o problemas más graves en la comunidad, en grupos y en miembros de

ésta que demandan un mayor nivel de especialización (Grupo de Trabajo de Salud Mental de

la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos 2006). Se vienen llevando a cabo desde el

año 2003 y son organizados por Demus, el CAPS, la Unidad de Proyección Social de Psicología

de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Asociación Peruana de Psicoterapia

Psicoanalítica de Grupo (APPPG) y Wiñastin-Atención y Promoción en Salud Mental

Ayacucho. Salud mental en el Perú: dolor y propuesta que poseen las intervenciones clínicas

en el ámbito comunitario que se vienen realizando en nuestro medio y promover un proceso

que apunte a pensar conceptualmente la intervención clínica en el espacio comunitario en

concordancia con las características plurales de nuestra sociedad. Se parte, entonces, de la

necesidad de realizar un abordaje comunitario como estrategia validada para responder a

diferentes problemas psicosociales y más aún a la población afectada por el conflicto armado

interno, en la cual, justamente, la violencia irrumpe y destroza no sólo la psique sino el tejido

social, las relaciones, la colectividad y el sentido de comunidad. Además, la Comisión de la

Verdad y Reconciliación (2003) ha identificado la agudización de problemas como el

alcoholismo, la violencia familiar, el pandillaje infantil y juvenil, los problemas de aprendizaje


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y los intentos de suicidio. Estos problemas dan cuenta de nuevas historias de violencia que se

suman a la historia de violencia política y constituyen un continuum de la exclusión y la

discriminación. Por tanto, el abordaje debe responder no sólo a un nivel de atención clínica

comunitaria sino de prevención de factores de riesgo y de promoción de conductas saludables,

todo lo cual constituye una propuesta de salud mental comunitaria.

4.4 Comisión de la Verdad y Reconciliación: trabajar sobre salud mental

El Informe final de la CVR identifica el impacto de la violencia y las secuelas psicosociales en

la población afectada por el conflicto armado, y a partir de ello evidencia la situación dramática

del estado de la salud mental. Acerca de las políticas sobre salud mental en nuestro país. La

CVR propone un Programa Integral de Reparaciones (PIR), que supone seis programas

específicos referidos a otros tantos tipos de reparaciones: simbólicas, de salud, de educación,

de restitución de derechos, económica y colectiva. El objetivo del Programa de Reparaciones

en Salud consiste en: Contribuir a que la población afectada por el conflicto armado interno

recupere la salud mental y física, que se reconstituyan las redes de soporte social y se

fortalezcan las capacidades para el desarrollo personal y social. Todo ello contribuirá a

favorecer en las víctimas el desarrollo de la autonomía necesaria para reconstruir su proyecto

de vida, individual y colectivo, truncado por el conflicto armado (Comisión de la Verdad y

Reconciliación 2003: tomo IX, 122). Además, los lineamientos del Programa de Reparaciones

en Salud enfocan el daño mental y físico desde una perspectiva integral, plantean la importancia

de la promoción de los recursos —personales y culturales— de las comunidades, así como la

incorporación de las capacidades locales en los procesos de recuperación de la salud,

reconociendo el impacto diferenciado de la violencia en la salud mental de las mujeres. Los

componentes del Programa de Reparaciones en Salud son: a) La capacitación dirigida al

personal y a los promotores de salud, así como a especialistas en salud mental, quienes luego
30

se harán cargo de la capacitación y del acompañamiento de agentes locales y comunitarios,

reconociendo la escasez de profesionales de la salud en las regiones andina y amazónica. Salud

mental en el Perú: dolor y propuesta b) La recuperación integral desde la intervención

comunitaria, con el objetivo de reconstruir el tejido social y las redes de soporte comunitario,

base del proceso de bienestar personal y colectivo. Está basada en la recuperación de la

memoria histórica, el fortalecimiento de los vínculos sociales y la organización social. c) La

recuperación desde la intervención clínica centrada en un enfoque integral de salud para

responder a la demanda de la población afectada, facilitando los servicios de atención clínica

y fortaleciendo su desarrollo y funcionamiento social. d) El acceso a la salud para la población

afectada por violación de sus derechos humanos. e) La promoción de conductas saludables —

y la prevención en este terreno—, inserta en una comprensión de que la violencia no sólo afecta

a las personas en forma individual sino también en lo social e histórico. Según Torres (2005).

Desde el 2004, el Minsa, a través de la Dirección General de Promoción de la Salud, estableció

el Plan de Reparaciones en Salud Mental. Las acciones de este plan están definidas en el marco

del PIR y del Programa de Reparaciones en Salud. Para llevar a cabo estas acciones, se han

priorizado las regiones de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Junín, Huánuco, Pasco y San

Martín, en tanto son las poblaciones más afectadas por el conflicto armado interno. Este

proceso y el desarrollo del plan cuentan con apoyo financiero otorgado por el Comité

Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) y la cooperación internacional, y es ejecutado en el

marco normativo existente sobre las recomendaciones de la CVR. El Fondo Contravalor Perú-

Alemania (FCPA), en el marco de las recomendaciones de la CVR y del PIR, llevó a cabo una

convocatoria para el fortalecimiento de la democracia y las reparaciones en dos regiones

afectadas por el conflicto armado. En el 2006 apoyó la ejecución de los proyectos de salud

mental en la sierra sur 11 en Ayacucho y 4 en Huancavelica, los cuales se ejecutan en forma

asociada entre ONG, municipalidades distritales, organizaciones de afectados y organizaciones


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sociales de base. Estos proyectos tienen un componente de fortalecimiento institucional,

memoria histórica y salud mental comunitaria.


32

CONCLUSION

 En conclusión, podemos afirmar que los conceptos de salud mental en comunitaria son

tanto la expresión de problemas de tipo emocional, cognitivo y comportamental

históricamente en la propia interacción social los enfoques teóricos y criterios de

diagnóstico utilizados, morales y psicológicas vigentes y los modelos médicos

predominantes.

 Por el cual La expresión salud mental y apoyo psicosocial se utiliza para describir todo

tipo de apoyo local o externo cuyo propósito sea proteger o promover el bienestar

psicosocial y prevenir u ofrecer tratamiento a trastornos mentales, para una buena

calidad de vida que pueden manejar como miembros de la comunidad.

 Actualmente las instituciones públicas, uniéndose o individualmente vienen

promoviendo la salud mental en las comunidades, esencialmente en las comunidades

que sufrieron de violencia política, social y económica.

 Aquí podemos encontrar varios departamentos con estos indicadores, donde también

encontramos a nuestro departamento de Ayacucho.


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RECOMENDACIONES

 Disfrutar del tiempo libre cuando se dispone de él, empleándolo en

actividades de ocio que sean satisfactorias y cuidar aspectos de nuestra vida

cotidiana como la dieta, el ejercicio físico y el sueño.

 Para contrarrestar las tensiones que generan los estresores existen actividades o

prácticas que podemos realizar que evitan que la presión se acumule, a estas

actividades se les conoce como válvulas de escape.

 Se recomienda que las instituciones públicas sigan apoyando en promover la salud

mental en las comunidades, así como lo viene haciendo, pero ahora con más

interés y mayor presupuesto.

 Puesto que las comunidades que gozan con mejor salud mental, son las que más

desarrollo tendrá.
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ANEXOS
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36

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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problema de género. Obtenido de Revista jurídica Jalisciense

 Royal College of Psychiatrists. (2013). sitio web Royal College of Psychiatrists.

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sexo. Buenos Aires: Paidós.

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http://www.who.int/mental_health
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