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a. Declarar la nulidad del acto FICTO derivado del silencio administrativo negativo ante la petición
creada en la fecha 12 DE FEBRERO DE 2007 CON RADICADO NUMERO 0848.
Por tal razón la sentencia fue declarada a favor de la señora CLAUDIA MARCELA PINILLA GUTIÉRREZ.
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD
Tiende a lograr el mejoramiento permanente de las condiciones de vida del hombre y en materia
laboral se aplica a las condiciones laborales, salariales, y de empleabilidad.
Implica una fuerte responsabilidad para el legislador a la hora de tomar la decisión normativa.
c. Declarar la nulidad del acto FICTO derivado del silencio administrativo negativo ante la petición
creada en la fecha 12 DE FEBRERO DE 2007 CON RADICADO NUMERO 0848.
La demandada argumentó que los incentivos que se reconocían en el artículo 134 de la Ley 115,
reglamentado por el Decreto 707 de 1996, tuvieron razón de ser y era exigible su cumplimiento en tanto
estuviesen vigentes dichas disposiciones, pues las mismas desaparecieron del ordenamiento jurídico, a
partir del 1° de enero de 2002, cuando se expidió la Ley 715 de 2001, y se determinó otros criterios para
el reconocimiento de incentivos de carácter económico y de tiempo de servicio. Por lo que se tiene que
fue derogado en su totalidad la norma jurídica que le dio vida a dichos beneficios.
La Sala aclara que en materia de derechos laborales, y conforme a los contenidos materiales de la
Constitución Política de Colombia y según las garantías, protección y prohibición de su desconocimiento,
eliminación, retroceso o menoscabo, sólo existen dos clases derechos laborales de naturaleza
constitucional, así: a) El derecho laboral constitucional, denominado “condición o situación más
beneficiosa”; y b) El derecho laboral constitucional, denominado “derecho adquirido”.
Debe entenderse por meras o simples expectativas, la esperanza que se tienen de obtener algún
día un derecho, que no sea laboral, y pueden ser susceptibles de ser modificadas por el legislador,
pero, conforme a una interpretación razonable y lógica de los principios de progresividad
y prohibición de la regresividad consagrados en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos, la situación en que se encuentre un trabajador, no debe ser denominada expectativa,
sino condición más beneficiosa, que es un verdadero derecho laboral constitucional, y por tanto,
no puede ser objeto de retroceso, menoscabo o eliminación, habida cuenta de su prohibición
expresa. Los trabajadores, en materia de derechos nunca pueden estar con meras expectativas,
sino en una de estas tres situaciones: 1°) Tienen un derecho adquirido; 2°) O tienen una condición
o situación beneficiosa o favorable; 3°) O no tienen nada.
El nuevo constitucionalismo colombiano establece que los tratados y convenios internacionales que
reconocen derechos humanos y que prevalecen en el orden interno, tales como la Convención
Americana de Derechos Humanos, que en su artículo 26 consagra el principio de la
Progresividad de los Derechos Sociales, la que fue aprobada por la Ley 16 de 1972, y el Protocolo de
San Salvador, que en su artículo 4 consagra el principio de la Prohibición de la Regresividad, que fue
aprobado mediante Ley 319 de 1996, no admiten de ninguna manera, por ser contrario a tales principios,
que frente a los derechos de los trabajadores pueda aplicarse el artículo 17 de la Ley 153 de 1887, que
permite el retroceso de una condición o situación favorable. En el siglo 19, no existía la noción de
condición más beneficiosa, y por tanto, era admisible que si no había un derecho adquirido, se estaba
frente a una mera expectativa que no constituía derecho.
La entidad demandada en el recurso de apelación adujo que no hay lugar al pago de los derechos
laborales reclamados por la docente demandante, ya que el mismo era procedente solo hasta el 19 de
abril de 2004, fecha en la que se expidió el Decreto 1171 de 2004, que reglamentó el inciso 6° del artículo
24 de la Ley 715 de 2001.
El Tribunal Precisa, que de conformidad con el mandato constitucional brotado de los artículos 25, 53 y
58 de la Carta, que es deber del Estado colombiano, a través de sus servidores, incluyendo a los Jueces y
Magistrados de la República, aplicar el principio protector, y por tanto, proteger a los trabajadores,
aplicando los principios mínimos fundamentales de derecho del trabajo y sobre todo, el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales
y la interpretación más autorizada que de éstos últimos hace la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, teniendo siempre presente los principios de progresividad y prohibición de la regresividad. En
tal sentido, conforme lo advierte la Asociación Latinoamericana de Jueces y Magistrados del Trabajo
(ALJT), el juez laboral debe ser imparcial en el proceso, pero no neutral, pues tiene la obligación de
proteger al trabajador:
Considerando que son derechos sustanciales laborales que ingresan al patrimonio del trabajador como
derechos adquiridos o si se tratan de situaciones favorables, entonces, como condición más beneficiosa,
protegidos por el ordenamiento jurídico nacional e internacional, sobre todo por el principio de
prohibición de la regresividad, y en tal sentido, no puede una norma posterior, suprimirlos, derogarlos,
eliminarlos o modificarlos en perjuicio de su titular, todo lo contrario, el compromiso adquirido por
Colombia al aprobar la CADH, y conforme a su artículo 26, es que haya progresividad y jamás retroceso
de los derechos sociales. De tal manera, cuando el Congreso de la República o el Gobierno Nacional,
derogan las normas que expidieron donde se consagraron derechos de los trabajadores, lo que se
produce es la desaparición del ordenamiento jurídico de la norma en sí, pero no del derecho laboral que
en ella estuvo contenida, pues, éste seguirá perteneciendo al trabajador. Nadie se lo puede eliminar. Este
es un efecto útil de los principios de progresividad y prohibición de la regresividad, aunado a los de los
de principios de favorabilidad e irrenunciabilidad de esta clase de derechos y derechos adquiridos.
Por tal razón la sentencia fue declarada a favor de la señora CLAUDIA MARCELA PINILLA GUTIÉRREZ.