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El Sacerdote en La Celebración Del Triduo Pascual
El Sacerdote en La Celebración Del Triduo Pascual
La Carta a los Hebreos es el único texto del Nuevo Testamento que atribuye a
nuestro Señor Jesucristo los títulos de “sacerdote”, “sumo sacerdote” y
“mediador de la Nueva Alianza”, gracias a la ofrenda del sacrificio de su
cuerpo, anticipado en la Cena mística del Jueves Santo, consumado sobre la
Cruz y presentado al Padre con la resurrección y la ascensión al cielo
(cf. Hb 9,11-15). Este texto es meditado en la Liturgia de las Horas de la quinta
semana de Cuaresma –o de Pasión, como en el calendario litúrgico de la forma
extraordinaria del Rito Romano– y en la Semana Santa.
Ahora bien, todo esto se realiza al máximo grado en la Semana Santa, la Grande
y Santa Semana como dicen los Orientales. Veamos algunos actos principales
de ella en base al Pontifical de los obispos.
La liturgia de Ramos nos orienta, por tanto, hacia la Presencia definitiva del
Señor, en griego parousía. No se trata solo de conmemorar la entrada del Señor
en la Jerusalén celeste sino que, acercándonos al banquete eucarístico, donde
será fraccionado el Pan, de anunciar simbólicamente lo que se realizará
realmente en el fin del mundo. Entonces la Cruz del Señor abrirá la entrada de
la Jerusalén celeste a esa “muchedumbre inmensa” que san Juan contempló en
la visión profética, “de toda nación, razas, pueblos y lenguas..., vestidos con
vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz: La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el
trono, y del Cordero" (Ap 7, 9-10).
2. Con la Missa in Cena Domini del Jueves Santo, el sacerdote entra en los
principales misterios, la institución de la Santísima Eucaristía y del sacerdocio
ministerial, como también del mandamiento del amor fraterno, significado por
el lavamiento de los pies, gesto que la liturgia copta realiza ordinariamente cada
domingo. Nada mejor que el canto Ubi caritas lo expresa. Tras la comunión, el
sacerdote, llevando el paño humeral, sube al altar, hace la genuflexión y,
ayudado por el diácono, toma la píxide con las manos cubiertas por el paño
humeral. ¡Es el símbolo de la necesidad e manos y corazones puros para
acercarse a los Divinos Misterios y tocar al Señor!
Por tanto, el sacerdote, subido con Jesús sobre la cruz el Viernes y bajado a su
sepulcro el Sábado Santo, el Domingo de Pascua puede afirmar realmente con
la secuencia: “Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado de entre los
muertos”.