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I Sus musas continuaron el trabajo,

mas invadidas por el mismo temor


Fueron ahebrados destellos de sol que alejó a Apolo de su obra,
por tejedores de sueños lejanos, pidieron ayuda a Afrodita y ésta,
que inspirándose en las musas, admirando la hermosura que
hilaron sus cabellos de oro. al rostro arropaba, accedió.

Fueron recogidos reflejos de luna Mes le llevó esculpir su figura.


por pescadores de cosmos, Pasaron días como soplo de viento
que buscando hermosas noches, mientras la diosa, inspirada ella,
terminaba la creación del dios.
encontraron sus pozos de recuerdos.
Con elegancia moldeó sus caderas,
Fueron hallados pétalos de rosa perfectas curvas que envidiaban
por recolectores de esencias, las olas de los mares de Grecia.
que atraídos por vientos de la prímula, Con maestría fundió belleza divina
se toparon con sus carmíneos labios. en sus pechos, sus piernas, su cuerpo.
Pidió a Euterpe que le esculpiera
Asombrado Apolo ante tales realidades, unas graciosas manos, y la musa
nada pudo salir de su boca. Así que así lo hizo. Quedó la criatura terminada,
tan hermosa, tan pura, tan celestial.
veintinueve noches robó al sueño
Primorosa creación que a todos
para alejarse de la duda.
los dioses en el Olimpo enamoró.

En la última vigilia del alba, el dios Viéndola Atenea recipiente vacío,


inspiración atrapó al fin. ¡Albricias al le otorgó una mente hambrienta
Sol, eterno portador de esperanzas! y le colocó una corazón de oro
Así, con su creación comenzó Apolo. dentro de su óseo armazón.

Liderando a su séquito de musas, Creación acabada, necesario era


pues, un noble nombre con el
colocó con maestría los rasgos,
que coronarla. Dedicóle Apolo
moldeó suavemente sus mejillas
entonces el título a su inspirador,
y esculpió con delicadeza su perfil. así llamando a su magna obra
como el efímero momento en que
Acabado el primoroso rostro, nacen las esperanzas: Alba.
el Artista contempló su obra.
Doradas luces se reflejaron Mas caprichoso el panteón, su destino
en sus cabellos, sus labios, decidieron.
sus dulces facciones. Con
solaz bendijo el astro al dios,
y éste rehusó seguir, temiendo
estropear la perfección que
la adornaba. Enamorado de
su creación, la besó en la frente
y así, despidióse de ella.
II

Caballo de rayas negras y blancas,


noble, caprichoso, majestuoso.
Jinete de hábiles manos,
inexperto, de cálido corazón.

Se encabritará la montura,
reirá alegremente, galopará
por extensas praderas.
Espíritu libre como el viento.

Caricias del montador,


domador de sentimientos,
obligan al caballo a ser
lo que el jinete quiere que sea.

Ristra de emociones se oculta


tras cada movimiento del dúo.
Inexplicables sensaciones en el
jinete y en público, meros
espectadores del trote y el galope.

Mas no todos los montadores


a su montura comprenden.
Solo aquellos dignos son pues,
de usar dignos el instrumento.

De teclas blancas y negras,


se viste de negro el caballo.
Jinete de traje de pingüino,
en la silla se sienta a tocar.
III

Ninfa de mis inalcanzables sueños,


vestida del puro arte de mis palabras,
desnuda de los residuos del mundo,
mía, tan mía y tan lejos de mí.

“¡Imposible hacer de una mortal


una deidad!” mi mente exclamó.
Mas ella, graciosa su figura,
danzando entró en mí y yo,
poeta de mis pensamientos,
así como la playa al mar,
recibí su etérea presencia.

Morenos sus delgados mechones,


pardos los pozos en los que caigo
cuando en su mirada naufrago.
Dolor al respirar cuando la encuentro.

En su cuerpo mis tristes ojos se pierden.


Se pierden en sus senos de Venus,
se hallan en sus primorosas caderas.
Se pierden en sus graciosas manos,
se encuentran en su lastimero mirar.
Se pierden en su romano perfil,
se chocan en sus tiernas mejillas.

Elegantes sus manos, las que posa


sobre las suaves teclas de un piano
que, dócil a su caricia, se doblega
ante su majestuosa voluntad.

Conocer todo detalle de ella,


desconocer hasta su última lágrima.
Pero si Nietzsche tuvo razón, temo
saber que conozco y desconozco.
IV V

¿Por qué los dioses te esculpieron Lirio que en la noche duerme,


mas, ay, tan caprichosos fueron, por la luna acunado suavemente,
que no quisieron dejarme a tu lado, sin que nada tu descanso turbe.
para ver nuestros destinos separados? Quisiera poder aspirar tu perfume.

Porque riquezas brotan de tu corazón, Ninfa que en la noche calla.


órgano interno que mi admiración La luna pinta tus plumas de plata.
arrancó para regalarla a tu alma. Lejos, en las montañas, tempestad.
El mar nunca se halla en calma. Quisiera ser libre como tu voluntad.

Primorosa flor que espinas hizo crecer Oréade que en la noche cita al olvido,
tras todo lo que el Tiempo le hizo aprender. mientras la brisa le acaricia las hebras,
Mas este poeta, cantor de mi pensamiento, las mejillas, los labios y las perlas.
quiere confesarte su devoción y no miento. Quisiera a tu lado haber vivido.

Pues decir lo contrario sería pecar Tu figura es mar que abate mis muros,
de insensato por la oportunidad no es rosa que atraviesa diamante y acero.
aprovechar, Tu alma, ave libre, libre como el viento.
de estatua por la emoción callar, ¿Por qué tan lejos de mí en este mundo?
de enamorado por pensar que sé amar.
Dejaré de desear y querer,
porque nada más necesito.
Tan solo que calmes mi sed.

Permíteme conocerte, estar contigo,


solo quedarme en tus ojos perdido.
Oye, dime: ¿Quieres morirte conmigo?
VI VII

Ayer escuché Perderme tantas veces en tu mirada


que entró un rayo de sol y no conseguir encontrarme jamás.
en mi oscura habitación. Brújula con una aguja que enloquece
Creo que lo hizo sin querer. porque de ti salir no quiere ser capaz.

Ayer creí haber visto Perderme en la inmensidad


acurrucarse un gato en mi ventana de esos océanos pardos
hasta que la luna besó la mañana en los que el tiempo no avanza
¿Acaso era ese su castigo? y se ahogaron tantos barcos.

Ayer crucé una mirada Perderme en los ríos de sangre


con una musa vestida de sol que recorren tus cristalinas pupilas.
y su figura en mi retina se grabó. La corriente es furiosa, me lleva lejos,
Desde entonces ya no veo nada. a mundos y reinos que nadie visita.

Ciego me he quedado de buscarte Perderme en las cadenas de tu pelo,


para que sacies mi hambre de ti, que acarician suavemente el aire
para que alejes mi soledad de mí. y se enredan alrededor de mi cuello.
¿Es mucho pedirte, Hija de las Artes? Desplomas mi vida cual castillo de naipes.

Perderme en tus pequeños pasos,


perderme en tus manos
que se posan en el piano
VIII y perderme en ti desde hace tanto…

Nunca me dijiste adónde te fuiste.


Por eso camino solo sin parar,
esperando encontrarte al parpadear. IX
Pero ni un mensaje por twitter.
Si el amor tuviera color
Actualizar la bandeja de entrada sería el de tus ojos tristes,
confiando en que llegaría un correo o el de tus tiernas mejillas
diciendo que volverías en enero. que se enrojecen del rubor.
Pero no, no, no ha llegado nada.
Si el amor tuviera un olor
Tu perfil de Instagram es privado sería el que está impregnado
así que mandé la solicitud y me senté en tu camisa y en tu cuello,
a esperar que la vieras antes de las tres. en tu pelo y en tu corazón.
Así que de tu actividad no me he enterado.
Si el amor tuviera sabor,
He visto que en Facebook somos amigos. sería el de tus labios que
Publiqué un mensaje en tu muro huelen a rosas y café
recordándote tu promesa con mi futuro. con azúcar, pero solo un terrón.
Veo que no volverás una vez te has ido.
Si el amor tuviera tantas cosas
Maldita tecnología que me ata a ti. como tienes tú, entonces dime:
Si tan solo te hubiera conocido... ¿cómo poder desearte tantas horas?
Pero estas diapositivas llegaron a su fin.
X XI

Cansado estoy del fondo de este pozo. La noche se llevó el brillo


Así que me voy, presto, raudo y solo. de tus ojos de Mercurio.
Alcanzadme, vosotros, podridos por dentro Se lo guardó en el bolsillo
y muertos por fuera. ¡Vamos, hacedlo! para venderlo por placer.

Seguid al que salió antes de la cueva La noche se llevó el oro


y haced de su Palabra la Buena Nueva. de tus hilos al viento.
¡Mirad, observad y sentid con los sentidos Lo perdí sin querer y lloro,
lo que pocos presos libres han vivido! porque para siempre lo perdí.

Soy Mesías de su mensaje y no le creo. La noche se llevó tu sonrisa


Sois vosotros su perro; no deberíais serlo. que enmarqué con orgullo,
Dudad, entonces, de todo cuanto podáis con sigilo y sin prisa
e ignorad toda falacia que oigáis. y yo no me enteré.

¿Os quedáis ahí? ¡Quedaos pues! Yo me quedé sin nada


¡Alejad si podéis vuestros sucios pies para recordarte. Soy pobre
del fuego frío que arde fuera! si no me donas tu mirada,
Pero yo, ¡yo viviré antes de que me muera! al menos para esta noche.

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