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Con este curso, se pretende aunar diferentes materias relacionadas con las cuestiones del cambio
climático, con el objetivo de que el alumno tenga un conocimiento general de los aspectos más
importantes que afectan a la problemática del cambio climático, así como de las estrategias que se
han desarrollado en la legislación y en la economía medioambiental.
Tratar el cambio climático desde el sistema climático, los ciclos y y modelos del clima, el
impacto del cambio climático, la mitigación del cambio y la respuesta al cambio climático.
Analizar las políticas medioambientales y como son definitivas a la hora de abordar el cambio
climático
Estudiar los aspectos macro ecológicos que intervienen en la modificación del clima en el
planeta.
Mostrar los efectos que sobre el cambio climático tienen las distintas fuentes de generación
de energía
Analizar los escenarios previstos para los próximos años a escala mundial y en concreto para
América Latina y Caribe.
Cada día usamos enormes volúmenes de combustibles fósiles en forma de gasolina, petróleo, carbón
y gas natural, liberando dióxido de carbono. Este hecho, junto con otras emisiones generadas por la
actividad humana, tales como el metano y el óxido nitroso, acentúan el ‘efecto invernadero’ natural
que hace a la Tierra habitable.
Esta velocidad de cambio sin precedente está amenazando los sistemas sociales y ambientales, que
no pueden ajustarse al mismo ritmo. En el mundo aumenta la ocurrencia de eventos meteorológicos
cada vez más extremos, a veces con manifestaciones no esperadas.
El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) concluye que algunos cambios podrían ser
repentinos e irreversibles. Un aumento en los niveles del mar y extensas pérdidas en la biodiversidad
son solo dos de una variedad de posibles impactos identificados
Es probable que para los países en desarrollo sea más difícil contrarrestarlo, por tener menos
capacidad técnica, económica e institucional para adaptarse.
Para tratar los efectos del cambio climático existen dos tipos de medidas: la mitigación y la
adaptación. Ambas medidas están interrelacionadas.
El primer término – mitigación – hace referencia a las políticas, tecnologías y medidas que permitan,
por un lado, limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, por otro lado, mejorar
los sumideros de los mismos para aumentar la capacidad de absorción de gases de efecto
invernadero.
El término de adaptación se refiere a las iniciativas y medidas que reducen la vulnerabilidad de los
sistemas naturales y antropogénicos frente a los efectos reales o esperados del cambio climático.
Las medidas de mitigación para reducir el alcance del calentamiento global son cruciales. El
Protocolo de Kyoto —el primer acuerdo internacional para afrontar el cambio climático— estipula
que los países industrializados, históricamente responsables de la mayor cantidad de emisiones a la
fecha, deben actuar primero para frenar las emisiones, dando tiempo a los países en desarrollo para
que sus economías crezcan y aumenten el estándar de vida de sus habitantes. Pero también se
reconoce que tarde o temprano las naciones en desarrollo tendrán que actuar. El IPCC (panel
intergubernamental en cambio climático) predice que las emisiones de los países en desarrollo —
Es necesario planificar políticas de energía y clima, por un mundo con una huella de carbono menor,
que contemple la senda económica de cada país.
Las posibles medidas a adoptar están en discusión: las compensaciones a países que renuncien a la
tala de bosques, los incentivos tributarios para tecnologías de baja emisión, el uso de la energía
nuclear y el desarrollo de nuevas fuentes de energía, etc.
Del mismo modo el empleo de los biocombustibles como una posible alternativa al petróleo en el
transporte nos muestra que existen alternativas y subraya la necesidad de llevar a cabo políticas de
investigación en estos temas. En el ejemplo de los biocombustibles es claro, inicialmente, muchos
generadores de políticas abogaron por su empleo como indudablemente beneficiosos.
Gradualmente, sin embargo, los investigadores comenzaron a mirar más de cerca e individualmente
cada biocombustible y a hacer evaluaciones del ciclo de vida con sus costes y beneficios, no solo en
términos de emisiones de carbono, sino también de su impacto en otras áreas de la vida, tales como
el precio de los alimentos y el consumo de agua.
El informe del IPCC (IPCC, 2007: Cambio climático 2007: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de
trabajo I, II y III al Cuarto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático).mencionaba áreas particularmente en riesgo de ser afectadas por el cambio climático,
como África, islas pequeñas, megadeltas asiáticos y africanos y el Ártico.
Cualesquiera que sean las acciones que se tomen, el IPCC concluye que todos los escenarios de la
estabilización climática indican que entre el 60 y el 80 por ciento de la reducción en las emisiones
provendrá de fuentes de energía, de su uso y de procesos industriales, “con la eficiencia energética
jugando un rol clave en muchos escenarios”.
Además, debemos considerar que el cambio climático puede provocar importantes cambios en el
sistema económico actual, la dependencia casi exclusiva de los combustibles fósiles, el elevado nivel
de extracción y la concentración de los yacimientos en ciertas zonas geográficas producen tensiones
en la economía mundial frenando su crecimiento.
La problemática energética presenta actualmente grandes dificultades y retos y será necesaria una
evolución hacia modelos de desarrollo que demanden un consumo energético reducido y acorde
con los principios de sostenibilidad.
El último informe IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de Naciones Unidas publicado
en febrero del 2007, que es el mejor documento hasta la fecha relacionado con el calentamiento
global, afirma que la temperatura global se ha elevado por 0.76°C en los últimos 100 años. Predice
una elevación de la temperatura promedio de la superficie del planeta entre 1.4 y 5.8 grados para el
año 2100. Esto podría ser devastador y los efectos que podrían producir serían graves para todos los
ecosistemas. Uno de estos efectos descritos es el deshielo de las masas polares, que, provocará el
aumento del nivel del mar, y podría poner en riesgo a países enteros, como Holanda y Bangladés.
No son suposiciones sin fundamento. Se predice que en 2080 habrá una grave escasez de agua en
China y Australia. La corriente del Golfo, que calienta el norte de Europa, se podría interrumpir si
cambia la salinidad del agua del Atlántico.
Metano (CH4)
Ozono (O3)
Clorofluorocarbonos
En términos porcentuales, América Latina tiene una baja contribución a la concentración de dióxido
de carbono en la atmósfera, aunque su contribución anual se incrementa año tras año.
Los datos más recientes (OLADE) indican que en América Latina y el Caribe las emisiones de dióxido
de carbono en el 2004 superaron en un 75% las registradas en 1980, lo que significó un crecimiento
sostenido del 2,4% anual, sin que se observe una tendencia definida o clara cuando se intenta
relacionar las emisiones por unidad de producto con el producto interno bruto per cápita. Cuando se
examina el conjunto de las emisiones de GEI, la contribución de la Región a las emisiones globales se
espera que alcancen el 9% en el año 2050.La Región de América Latina y el Caribe produce el 4,3%
de las emisiones globales totales de dióxido de carbono por procesos industriales, y el 48,3% de las
emisiones causadas por cambio del uso de suelo. Las emisiones de metano derivadas de las
actividades humanas representan el 9,3% del total del mundo.
Dentro de la región de América Latina y el Caribe, Brasil es el principal emisor de óxido nitroso,
seguido de Argentina y Colombia. La mayor parte deriva del uso de fertilizantes ( 80%) en los
cultivos, seguido por el transporte (poco menos del 20%).
Con datos de World Resource Institute - Climate Analysis Indicators Tool, Elaborado por Energía
Fuente: IPCC
Los gases de efecto invernadero absorben la radiación infrarroja, emitida por la superficie de la
Tierra, por la propia atmósfera debido a los mismos gases, y por las nubes. La radiación atmosférica
se emite en todos los sentidos, incluso hacia la superficie terrestre. Los gases de efecto invernadero
atrapan el calor dentro del sistema de la troposfera terrestre. A esto se le denomina ‘efecto
invernadero natural.’
Un aumento en la concentración de gases de efecto invernadero produce un aumento de la
opacidad infrarroja de la atmósfera, y por lo tanto, una radiación efectiva en el espacio desde una
altitud mayor a una temperatura más baja. Esto causa un cambio del flujo neto de calor (diferencia
entre la radiación solar entrante y la radiación infrarroja saliente) generando un desequilibrio que
sólo puede ser compensado con un aumento de la temperatura del sistema superficie–troposfera.
Es lo que denominamos ‘efecto invernadero aumentado’
Gases integrantes de la atmósfera, de origen natural y antropogénico, tales como el vapor de agua
(H2O), dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O), metano (CH4), y ozono (O3) son los principales
gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre.
Además existe en la atmósfera una serie de gases de efecto invernadero totalmente producidos por
el hombre, como los halocarbonos y otras sustancias que contienen cloro y bromo, de las que se
ocupa el Protocolo de Montreal.
El cambio climático se refiere a una importante variación estadística en un estado medio del clima o
en su variabilidad, que persiste durante un período prolongado (normalmente decenios o incluso
más).
Si observas el gráfico sobre los cambios de temperatura global en los últimos 150 años, la respuesta
debería ser sí. ¿Pero qué sucede si observamos los últimos 1.000 años, 100.000 años o más? ¿Y por
qué debería importarte si nuestro mundo verdaderamente se está calentando?
Temperatura Global
Nivel de CO2
El calentamiento global tendrá un importante impacto en nuestra manera de vivir. Los niveles del
mar crecerán provocando inundaciones de áreas costeras densamente pobladas. Aumentará la
intensidad de las tormentas tropicales. Muchas áreas agrícolas que ya están sufriendo de sequía
serán aún más secas.
Preguntas como ¿son reales los escenarios de cambio climático y su impacto? ¿Cuánto podemos
adaptarnos? ¿Cuánto puede costar la adaptación? ¿Cuáles son los beneficios?, requieren ser
respondidas e incorporadas en un análisis coste-beneficio;
El cambio climático, originado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera
tiene consecuencias significativas en la temperatura, el nivel de precipitaciones y sobre el patrón y
características de los eventos naturales extremos.
El efecto del cambio climático sobre las actividades económicas, la población y los ecosistemas son
significativos y en algunos casos irreversibles.
Existen varias definiciones de vulnerabilidad, una de las más generales establece que cuando
hablamos de vulnerabilidad nos referimos a la habilidad de manejar los impactos del cambio
climático.
La vulnerabilidad dependerá del carácter, magnitud y rapidez del cambio climático a que está
expuesto un sistema, y de su sensibilidad y capacidad de adaptación. Los países en desarrollo y, en
particular, las poblaciones que viven en condición de pobreza son las más vulnerables a los efectos
del cambio climático.
Existen algunos conceptos que es necesario identificar en el ámbito de la vulnerabilidad y son los
siguientes:
• Exposición: decisiones y prácticas que ubican a un elemento de la sociedad (personas y/o sus
medios de vida) en las zonas de influencia de una amenaza.
• Fragilidad: grado de [no] resistencia y/o [des]protección frente al impacto de una amenaza, y está
relacionado con las características físicas de la unidad social: individuo, hogar, comunidad o sus
medios de vida (Cannon, 2008).
• Resiliencia: grado de asimilación y/o recuperación que pueda tener la unidad social después de
una amenaza.
En las últimas décadas, América Latina se ha visto sometida a impactos climáticos severos, como la
mayor frecuencia e intensidad de eventos de “El Niño”, las lluvias intensas en Venezuela,
inundaciones en las pampas argentinas, la sequía en el Amazonas, tormentas de granizo en La Paz,
Bolivia y en s, Argentina, las intensas temporadas de Huracanes en el Caribe, entre otros. El número
de desastres se ha incrementado y los impactos económicos también.
Entre el año 2000 y 2005 solo el 19% de los eventos extremos que se cuantificaron económicamente
representaron pérdidas de 20 millones de dólares (GIZ, Cooperacion Alemana al Desarrollo).
Es importante mencionar también, que existen otras causas que contribuyen a aumentar la
vulnerabilidad de los sistemas humanos, como por ejemplo, la presión demográfica, el crecimiento
urbano sin planificación, la pobreza y la migración rural, la baja inversión en infraestructura y
servicios, y los problemas de coordinación intersectorial.
El informe del IPCC para Latinoamérica (Magrin, G. et. al. 2007) menciona la vulnerabilidad que se
aprecia en algunos sistemas naturales. Por ejemplo, las selvas tropicales de América Latina han
acrecentado su sensibilidad a los incendios, debido a la mayor frecuencia de sequías y al cambio de
uso de la tierra. Los manglares ubicados en las costas bajas son particularmente vulnerables al
ascenso del nivel del mar, al aumento de temperatura y a la frecuencia de huracanes.
En la agricultura, se ven afectados los rendimientos de cultivos, se acortan los ciclos de crecimiento
de algunos de estos cultivos y existe una mayor incidencia de enfermedades y plagas.
Las lluvias escasas y las temperaturas elevadas originan deficiencias hídricas y problemas de calidad
de agua. En la mayoría de los países de América Latina la energía hidráulica es la principal fuente de
electricidad y es muy vulnerable a las anomalías persistentes y de gran escala de las precipitaciones.
Las costas bajas de América Latina son particularmente vulnerables a la variabilidad climática y los
eventos extremos.
Finalmente, la salud humana también se ha visto afectada por las condiciones climáticas. La
epidemia de malaria en las regiones costeras y en zonas de inundaciones, la reaparición del dengue
hemorrágico, y el estrés térmico son algunos ejemplos de afectaciones a la salud generadas por las
variaciones climáticas.
Si bien los impactos del cambio climático son básicamente físicos o biofísicos, sus efectos en el
bienestar de la población son económicos, sociales y políticos. De ahí la importancia de tomar
medidas preventivas que minimicen el impacto del cambio climático y que las autoridades se
responsabilicen de promover dichas medidas dentro de las políticas de planificación.
El objetivo final de todas estas medidas es el mismo: facultar a los países Anexo I de la CMNUCC (es
decir, los países industrializados) a complementar las medidas internas de reducción de emisiones
de GEI necesarias para cumplir el compromiso establecido en el Protocolo de Kyoto.
Acción directa:
Los Mecanismos para el Desarrollo Limpio (MDL) incluyen a los países de América
Latina y hasta hoy ha sido el principal mecanismo de mercado para canalizar fondos
privados hacia actividades de mitigación. No obstante, la participación de la región
ha sido modesta: de 33 países de la región sólo 19 han presentado proyectos MDL y
la mayoría de éstos se concentra en Brasil (con una participación del 6.7% en los
recursos totales)
Para los países de América Latina, ricos en recursos renovables, los beneficios potenciales de estos
proyectos dentro del MDL son evidentes, al permitirles movilizar recursos adicionales (financieros,
pero también tecnológicos) a los internos para el cumplimiento de sus propios objetivos energéticos
y medioambientales.
Esta oportunidad no se materializa por sí misma y requiere, por parte de los distintos países,
insertarse en el mercado de MDL; y esto, a su vez, exige colaboración público-privada para la
comercialización de proyectos en el mercado internacional.
La competencia por parte de Asia (China y la India, fundamentalmente) a la hora de captar estos
proyectos a escala mundial es, sin embargo, muy fuerte.
UNEP RISO CENTRE. Energy Climate and Sustainable Development. CDMI/JI Pipeline (2013)
América Latina representa el segundo actor más importante del mercado de carbono
Actualmente, los retos del sector energético se centran en desarrollar un sistema sostenible y
abastecido por recursos autóctonos especialmente renovables o ampliamente disponibles en el
mercado mundial, como son el carbón limpio y la energía nuclear.
El desarrollo y el uso de la energía están íntimamente ligados. De hecho un problema clave para los
próximos años es como asegurar fuentes de energía suficientemente fiables y económicas que nos
garanticen un adecuado nivel de desarrollo.
Es claro que toda actividad tendrá un impacto sobre el medio ambiente. El problema se inicia
cuando este impacto es negativo o incluso irreversible. La disponibilidad de energía es una limitante
al desarrollo; pero además, los impactos ambientales también pueden limitar o condenar el
desarrollo
La actividad humana en lo referente a aspectos relacionados con energía puede tener los siguientes
impactos en el medio ambiente:
Los impactos ambientales que se producen son de toda índole, pueden ser de alcance local o global,
o tener efectos de corto o de largo plazo.
Así, por ejemplo, las emisiones de partículas procedentes de las centrales de generación tienen un
alcance local, mientras que sus emisiones de CO2 lo tienen global. Los impactos de los vertidos de las
refinerías suelen tener un alcance de corto plazo, mientras que el problema de los residuos
radiactivos es de largo plazo.
Los impactos ambientales más importantes de las actividades energéticas son los siguientes:
Las centrales nucleares son las responsables del 95% de los residuos radiactivos
de media y alta actividad.
Los productos petrolíferos utilizados en el transporte y en la industria, son responsables del 60% de
las emisiones de CO2, Existe el convencimiento general de que es en el mercado donde se alcanzan
las mayores eficiencias, como consecuencia de unas mejores asignaciones de recursos. En este
sentido, las nuevas regulaciones promueven mercados tanto organizados (como es el mercado de
producción de electricidad o los mercados de futuros de crudo o de productos petrolíferos) como
libres (como son los mercados de comercialización de electricidad o de gasolinas).
Los precios de la electricidad, del gas natural o de los productos petrolíferos no recogen
actualmente la totalidad de los costes de los impactos ambientales que llevan asociados. Los
precios, por tanto, no informan del verdadero coste social de las actividades energéticas, por lo
que pueden darse asignaciones ineficientes de recursos ya que el coste medioambiental no se
repercute sobre los agentes que contaminan, sino sobre la sociedad en su conjunto.
Para conseguir esta asignación eficiente, es preciso internalizar los costes ambientales en el precio
de la energía. De esta forma, los mercados energéticos asignarán más eficientemente los recursos y
el desarrollo será sostenible.
Desafortunadamente, esta tarea tropieza con dos serias dificultades, la existencia de incertidumbres
en la cuantificación de los costes medioambientales y la escasa experiencia en la aplicación de
mecanismos regulatorios de internalización. Por ello, el objetivo de internalización debe tomarse
conceptualmente como referencia pero ha de acometerse con gradualidad y prudencia.
En los entornos liberalizados se suelen introducir mecanismos de tipo indirecto, con el fin de evitar
en lo posible restricciones directas en el mercado. Por medio de estos mecanismos, se procura la
internalización de los costes ambientales hasta el nivel que la sociedad demanda, sin interferir
directamente en el funcionamiento de los mercados energéticos.
Los instrumentos más importantes de internalización de los costes ambientales que se emplean cada
vez con mayor asiduidad en los sectores energéticos liberalizados son los siguientes:
La capacidad instalada de generación eléctrica en la Región, a 2010, fue de 307 mil 131 MW, de los
cuales, cerca de la mitad (49.8%) corresponde a centrales hidroeléctricas, 47% a térmicas, 0.5%
geotérmicas, 1.4% nucleares y 1.14% a otras tecnologías donde se cuentan eólicas y fotovoltaicas.
Emisiones contaminantes.
Los límites de emisiones de SO2 y NOx, a los que están sujetas las grandes instalaciones de
combustión (GIC), se encuentran regulados en las distintas normativas de cada uno de los países.
Residuos radiactivos
América Latina, aunque en menor medida que Europa, también se enfrenta a la problemática de
encontrar depósitos definitivos para sus residuos radiactivos o nucleares. Actualmente hay centrales
nucleares funcionando en Argentina, Brasil y México. .
Precursor de esta tecnología fue Argentina, donde se instaló la primera central del continente. Hoy
cuenta con dos plantas nucleares en funcionamiento y una tercera en construcción.
En Brasil el 3,1% del suministro total de electricidad en el país se genera mediante energía nuclear.
Los brasileños cuentan actualmente con dos plantas nucleares y una en construcción.
En México, la Central Nuclear Laguna Verde, ubicada en Punta Limón, Veracruz, es la única central
nuclear existente y genera el 4% del suministro eléctrico total del país.
En los países que han liberalizado su industria eléctrica se continúa fomentando programas y
mecanismos de gestión de la demanda que adoptan diversos modelos, variando desde la promoción
de la información al consumidor hasta la concesión de un incentivo o crédito para la adquisición de
equipos eficientes con el objeto de conseguir un ahorro energético. Se emplean a veces mecanismos
de mercado para asignar los incentivos.
Las distintas normativas del sector eléctrico implican que las solicitudes de autorizaciones para
instalaciones de transporte de energía eléctrica deberán acreditar, entre otros requisitos, el
adecuado cumplimiento de las condiciones de protección del medio ambiente. Se exige también, el
cumplimiento de disposiciones relativas al medio ambiente en lo relativo a instalaciones de
distribución.
Sector gas
Aunque también es utilizado como materia prima en la industria química, el principal uso del gas
natural es como combustible. De los combustibles fósiles el gas natural es el más limpio, al tiempo
que se han desarrollado para su utilización final equipos y nuevas tecnologías con elevados
rendimientos medioambientes
Su combustión, al igual que la del resto de combustibles fósiles produce principalmente CO2 y vapor
de agua. El motivo de calificación de "más limpio" es debido a su composición química. La
proporción de hidrógeno/carbono es mayor que en el resto de combustibles. to conlleva unas
emisiones de CO2, producto de la combustión, de un 25-30 % menor que en el caso del petróleo, y
un 40-50 % menor que en el caso del carbón, por unidad de energía producida. Teniendo en cuenta
las altas eficiencias de los procesos de combustión del gas natural y las avanzadas tecnologías de
recuperación de calor en los mismos, las proporciones de contaminación emitidas finalmente son
aún menores.
En cuanto a los óxidos de nitrógeno (NOx) y el dióxido de azufre (SO2), que originan la lluvia ácida, el
gas natural contiene muy poco azufre, por lo que sus emisiones de SO2 son insignificantes, si se
comparan con las cantidades emitidas por el petróleo o el carbón. De igual forma, las emisiones de
NOx son muy pequeñas, sobre todo por la utilización de quemadores bajos en NOx.
Durante la etapa de extracción del gas, los impactos en el medio ambiente que se producen son de
carácter puntual: modificación del paisaje, producción de ruidos y generación de restos vegetales e
inertes, derivados del proceso.
Para su consumo, el gas natural no requiere complicados procesos de transformación, sino que se
utiliza prácticamente en el mismo estado de extracción.
Los mercados de gas natural más avanzados son los de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y México.
Sector petróleo
Dentro de los países con mayores concentraciones de hidrocarburos resaltan Venezuela tanto en
reservas de petróleo como de gas. Seguido de Brasil y México.
. Los países que aparecerían en segunda línea, en cuanto a riqueza de crudo y gas, serían Ecuador,
Perú y Trinidad y Tobago. Por último, Bolivia es el territorio con las segundas mayores reservas de
gas natural.
La actividad petrolera es una de las industrias que más impactos ambientales produce a nivel local y
global. Las distintas fases de la explotación petrolera generan destrucción de la biodiversidad y del
medioambiente en general.
Además del cumplimiento de la normativa internacional y nacional, las propias compañías petroleras
aportan iniciativas de cara a la protección del medio ambiente en respuesta a las propias exigencias
del mercado, que pide cada vez mayor calidad en los productos con el máximo respeto a las
condiciones ambientales. En este sentido, existe un avanzado desarrollo de tecnologías para la
reducción de emisiones de CO2.. Por otra parte, se han comenzado a implantar en las estaciones de
servicio, surtidores cuyo objetivo es recuperar los vapores que libera el combustible (gasolina o
gasóleo) cuando se reposta, con lo que se minimiza la emisión de los gases a la atmósfera.
Los sistemas convencionales: carbón, fuel, gas natural y energía nuclear y las energías
renovables eólica e hidroeléctrica (mini) y solar fotovoltaica.
Acidificación Eutrofización
Sustancias cancerígenas
La valoración del ciclo de vida de los sistemas de generación de electricidad bajo estudio, considera
las entradas, –energía y materias primas– y las salidas –residuos y emisiones–. La unidad de medida
usada para medir el impacto ambiental de los sistemas de generación de electricidad es el Ecopunto.
El estudio proporciona a cada tecnología estudiada un valor total de ecopuntos por Terajulio de
Se entiende por mitigación la intervención antropogénica para reducir las fuentes o mejorar la
captura o secuestro de gases de efecto invernadero (GEI). Conlleva opciones físicas, químicas y
biológicas, etc…
A continuación se presentan en la tabla distintas opciones de mitigación, con una breve descripción
de las mismas.
Las estrategias que se definan para conseguir la mitigación serán las que determinarán los
resultados finales. Mientras más tiempo dejemos pasar, mayor será la concentración de gases de
efecto invernadero en la atmósfera, más difícil será la estabilización por debajo de la meta de 450
ppm de CO2 y mayor será la probabilidad de que el cambio climático peligroso se convierta en una
realidad en el siglo XXI. Pretendemos examinar las estrategias necesarias para lograr una rápida
transición hacia un futuro con bajas emisiones de dióxido de carbono. Existen unos principios
básicos para lograrlo:
El primero es fijar un precio para las emisiones de gases de efecto invernadero. Los
instrumentos de mercado cumplen un papel vital en la creación de incentivos que
envíen una señal a las empresas y a los consumidores de que la reducción de
emisiones tiene un valor y que la capacidad de la Tierra para absorber CO2 es
restringida. Las dos alternativas amplias que existen para fijar el precio de las
emisiones son los impuestos y los sistemas de emisiones de carbono negociables
con fijación de límites máximos.
Sin embargo, cualquier marco regulatorio internacional que no defina metas para los países que
más gases de efecto invernadero emiten, estará destinado al fracaso.
Los países en vías de desarrollo también deberán hacer la transición hacia menores emisiones de
dióxido de carbono para evitar el cambio climático . La cooperación internacional puede ayudar a
facilitar el proceso de transición, garantizando que cualquiera de las vías elegidas para reducir las
emisiones no comprometa el desarrollo humano y el crecimiento económico.
Los costes monetarios y sociales más amplios asociados a las emisiones de carbono son elevados,
pero inciertos, y se distribuyen entre países y generaciones
Entre los métodos prometedores para reducir las emisiones en el futuro, figuran la conversión más
eficiente de combustibles fósiles; el cambio a combustibles fósiles con poco carbono; la
descarbonización de combustibles, y el almacenamiento de CO2; el cambio a energía nuclear, y el
cambio a fuentes de energía renovables.
Cada una de estas opciones tiene sus propias características que determinan la rentabilidad, así
como la aceptabilidad social y política. Tanto los costos, como los efectos para el medio ambiente
deben evaluarse sobre la base de análisis de ciclos vitales completos.
En la siguiente tabla se muestran ejemplos seleccionados de medidas y opciones técnicas para mitigar las
emisiones de GEI en la generación de electricidad.
Reservas
Consumo Consumo identificadas Base de recursos
(1860-1990) (1990) potenciales en potenciales máximos
2020-2025
Petróleo
Convencional 3 343 61 128 2.3 6 000 110 8 500 156
No ---- --- ---- --- 7 100 130 16 100 296
convencional
Gas
Convencional 1 703 26 71 1.1 4 800 72 9 200 138
No ---- --- --- --- 6 900 103 26 900 403
convencional
Carbón 5 203 131 91 2.3 25 200 638 125 500 3 173
TOTAL FOSILES 10 249 218 290 5.7 50 000 1 053 >186 200 4 166
Es indispensable superar mucha inercia incluso para poder lograr una fracción de este potencial,
además de numerosos obstáculos, como comportamiento social, estructuras de equipamiento,
costes, falta de información y de conocimientos técnicos, e incentivos de intervención insuficientes.
En el caso de los combustibles fósiles, la magnitud de las posibilidades de mejora del rendimiento
indica, con independencia de los costes, los sectores en que existen las mayores posibilidades de
mitigación de las emisiones.
El gas natural en plantas de energía de ciclo combinado es el que permite lograr las mayores
eficiencias de conversión de todos los combustibles fósiles; actualmente, 45% a corto plazo, y 55% a
más largo plazo. Los costes de inversión en las plantas de ciclo combinado son aproximadamente un
30% más bajos que en las de vapor de gas convencionales, aunque los costes reales de la
electricidad dependerán de los costes de combustible, generalmente más alto en el caso del gas
natural que en el del carbón. Por otra parte, las plantas de ciclo combinado son menos costosas que
las turbinas de combustión sencillas, menos eficientes pero que requieren períodos de instalación
más breves.
Con el cambio a combustibles de menor relación carbono-hidrógeno, como el paso del carbón al
petróleo o al gas natural, y del petróleo al gas natural, se pueden reducir las emisiones. El gas
natural es el que produce menos emisiones de CO2 por unidad de energía de todos los combustibles
fósiles, con unos 15 kg C/GJ, frente a unos 20 kg C/GJ en el caso del petróleo, y unos 25 kg C/GJ en el
del carbón (todos ellos basados en bajos valores de calentamiento).
Los combustibles con menor contenido de carbono pueden convertirse, en general, con mayor
eficiencia que el carbón. En muchas zonas existen grandes recursos de gas natural. Con nuevas
tecnologías de ciclo combinado, alta eficiencia y baja inversión de capital se pueden reducir
Pasando del carbón al gas natural y manteniendo la misma eficiencia de conversión de combustible
a electricidad se reducirían las emisiones en un 40%. Teniendo en cuenta que la eficiencia de
conversión del gas natural es generalmente más alta que la del carbón, la reducción global de las
emisiones por unidad de electricidad generada podría llegar al 50%.
Si bien el gas natural abunda, en algunas partes del mundo no se dispone de él como fuente de
energía doméstica. Por eso, un cambio mayor al gas natural entrañaría modificaciones en las
dependencias de importación de energía, lo que plantea varias cuestiones de política. La inversión
inicial y los gastos de administración podrían ser sustanciales, debido a la necesidad de desarrollar
nuevas infraestructuras de transporte, distribución y uso final.
En consecuencia, los potenciales de reducción realmente alcanzables podrían diferir mucho entre las
regiones, según condiciones locales como los precios relativos del combustible o la disponibilidad de
gas.
El mayor uso de gas natural podría dar lugar a fugas adicionales de CH4, que es el principal
componente del gas natural. Existen métodos para reducir las emisiones de CH4 mediante la
extracción de carbón, entre 30 y 90%; la quema y la aireación de gas natural en más del 50%, y de
los sistemas de distribución de gas natural hasta un 80%. Algunas de esas reducciones podrían ser
económicamente viables en muchas regiones del mundo, lo que supondría muchos beneficios,
incluido el uso de CH4 como fuente de energía.
Existe la posibilidad de eliminar y almacenar CO2 procedente de gases de centrales térmicas que
utilizan combustibles fósiles, pero con ello se reduce la eficiencia de la conversión y se aumenta
considerablemente el coste de la producción de electricidad.
Otro método de descarbonización consiste en utilizar combustible fósil como materia prima para
producir combustibles ricos en hidrógeno; por ejemplo, el propio hidrógeno, metanol, etanol o CH4
convertido del carbón. Con ambos métodos se genera una corriente de CO2 que puede
almacenarse, por ejemplo, en yacimientos de gas natural agotados o en los océanos. En razón de su
coste y de la necesidad de desarrollar la tecnología, esta opción sólo ofrece oportunidades limitadas
para la aplicación a corto y a medio plazo (p. ej., como fuente de CO2 utilizable en la recuperación
avanzada de petróleo).
En algunas opciones de almacenamiento de CO2 a más largo plazo (p. ej. en los océanos), se siguen
desconociendo en gran medida tanto los costes como los efectos para el medio ambiente y la
eficacia del proceso
En una central térmica de carbón tradicional con una eficiencia del 40%, reduciendo el 87% de las
emisiones de CO2 resultantes de gases de combustión (pasando de 230 a 30 g C/kWhe) se reduciría
la eficiencia al 30% y se aumentarían los costes de electricidad en un 80% aproximadamente, lo que
Otra opción futura para reducir los costes que se está investigando es la utilización de oxígeno en
lugar de aire para la combustión con el fin de obtener un gas de combustión compuesto
esencialmente por CO2 y vapor de agua.
Otra opción es almacenar el CO2 en acuíferos salinos, que pueden hallarse a diferentes
profundidades en el mundo entero.
Los costes de generación de electricidad nuclear varían según los países de 2,5 a 6¢/kWhe; los costes
de nuevas centrales, incluidas la eliminación de residuos y la puesta fuera de servicio de centrales,
varían de 2,9 a 5,4¢/Kwh
Estos costes de generación de energía nuclear son comparables a los del carbón, los costes de
mitigación específicos variarían entre 120 $/t C evitada y costes adicionales insignificantes
(suponiendo costes de electricidad de carbón convencionales de 5¢/kWhe, costes de la energía
nuclear entre 5,0 y 7,7¢/kWhe, y emisiones evitadas de 230 g C/kWhe.
Se están desarrollando nuevos diseños, como los reactores refrigerados por gas modulares de
elevada temperatura para ofrecer mayor seguridad y mejorar el rendimiento económico mediante la
disminución de los tiempos de construcción y de los costes de explotación y mantenimiento. Se ha
reavivado el interés por los reactores enfriados por metal líquido y otros diseños nuevos, como
También se están elaborando otros conceptos con el fin de mejorar la utilización de la energía
nuclear en aplicaciones no eléctricas, como calor para usos industriales y calefacción urbana; y, a
más largo plazo, la energía nuclear podría utilizarse en la producción de hidrógeno.
A largo plazo, con estas fuentes se podrá atender una importante parte de la demanda mundial de
energía. Los sistemas energéticos, junto a equipos auxiliares y de almacenamiento de respuesta
rápida, pueden absorber crecientes cantidades de generación intermitente.
Por otro lado, los avances tecnológicos ofrecen nuevas posibilidades que permitirán reducir los
costes de la energía de fuentes renovables
Las fuentes de energía renovables utilizadas constantemente producen pocas emisiones de GEI, o
ninguna. Algunas emisiones están asociadas con el uso no sostenible de biomasa; por ejemplo, las
debidas a la reducción de la cantidad de biomasa permanente. Si la energía de biomasa puede
desarrollarse teniendo en cuenta las preocupaciones por los problemas ambientales (p. ej., impactos
sobre la diversidad biológica) y la competencia con otros usos de la tierra, la biomasa puede hacer
importantes contribuciones a los mercados de la electricidad y de los combustibles.
Ciertos análisis del ciclo de vida de la producción de electricidad indican que las
emisiones de GEI resultantes de las tecnologías de la energía renovable son, por lo
general, bastante menores que las ocasionadas por los combustibles fósiles y, en
ciertas condiciones, menores que estas últimas acompañadas de captura y
almacenamiento del dióxido de carbono. Los valores medianos para el conjunto de
las energías renovables están situados entre 4 y 46 g de CO2eq/kWh, mientras que
los combustibles de origen fósil están comprendidos entre 469 y 1.001 g de
CO2eq/kWh (exceptuando las emisiones debidas a los cambios del uso de la tierra)
Además de aminorar las emisiones de GEI, las tecnologías basadas en energías renovables pueden
reportar otros beneficios medioambientales importantes. El aprovechamiento óptimo de tales
beneficios dependerá del tipo de tecnología, del régimen de gestión y de las características del
emplazamiento que correspondan a cada proyecto concreto.
El potencial técnico futuro de la bioenergía podría acusar la influencia del cambio climático, debido a
sus efectos sobre la producción de biomasa, particularmente por alteración de las condiciones del
suelo, precipitación, productividad de los cultivos y otros factores. A nivel mundial, se espera que el
impacto general de un cambio de la temperatura media mundial inferior a 2° C sea relativamente
pequeño en términos del potencial técnico de la bioenergía. Sin embargo, cabe esperar diferencias
Con respecto a la energía solar, pese a que el cambio climático influirá previsiblemente en la
distribución y variabilidad de la cubierta de nubes, se espera que el efecto de estos cambios sobre el
potencial técnico sea, en conjunto, pequeño.
En el caso de la energía hidroeléctrica, se espera que el impacto general sea ligeramente positivo en
términos del potencial técnico mundial. Las investigaciones realizadas hasta la fecha parecen indicar
que no es previsible que el cambio climático afecte en gran medida al potencial técnico mundial del
desarrollo de la energía eólica, aunque sí son de esperar cambios en la distribución regional de los
recursos de esa forma de energía
A continuación se describen las potencialidades de cada una de las diferentes energías renovables y
su impacto sobre la reducción de emisiones GEI.
El potencial técnico se ha estimado en 14.000 TWhe/año, de las que 6.000-9.000 TWhe/año pueden
explotarse económicamente a largo plazo después de considerar los factores sociales, ambientales,
geológicos y económicos. El potencial del mercado para reducir las emisiones de GEI depende del
combustible fósil sustituido por la energía hidroeléctrica. (Informe IPCC, 2007)
Las posibilidades económicas a largo plazo para la sustitución del carbón son de 0,9-1,7 Gt C evitada
anualmente (según la tecnología y la eficiencia); en el caso del gas natural, el potencial es de 0,4-0,9
Gt C evitada anualmente.
La energía hidroeléctrica en pequeña escala puede ser importante a nivel regional, sobre todo
cuando es rentable. Por otro lado, la fase de construcción de grandes centrales hidroeléctricas tiene
consecuencias sociales y efectos directos e indirectos para el medio ambiente, como desviación de
aguas, alteración de pendientes, preparación de embalses, creación de infraestructura para la
amplia fuerza de trabajo, o la perturbación de ecosistemas acuáticos, que inciden adversamente en
la salud humana. Entre las consecuencias sociales figura el desplazamiento de personas, además de
un efecto de auge y declive en la economía nacional. La infraestructura asociada estimula el
desarrollo económico regional y reporta además beneficios adicionales a la agricultura como un
embalse de agua.
Entre las posibilidades de suministrar energía de biomasa figuran los residuos sólidos municipales,
los residuos industriales y agrícolas, los bosques existentes y las plantaciones de energía.
La gama de los costes de mitigación para las formas de energía derivadas de la biomasa, como
electricidad, calor, biogás o combustibles de transporte, no sólo depende del coste de la producción
de biomasa, sino también de los aspectos económicos de determinadas tecnologías de conversión
de combustibles.
Suponiendo unos costes de biomasa de 2 $/GJ y una producción en pequeña escala, podría
generarse electricidad a 10-15¢/kWhe. Con un coste inferior de la biomasa (0,85 $/GJ), podría
generarse electricidad a menos de 10¢/kWhe. Sustituyendo carbón por biomasa, los costes de
mitigación variarían entre 200-400 $/t C evitada. En un futuro ciclo de gasificador/turbina de gas
integrado de biomasa con un rendimiento previsto de 40-45% y unos costes de biomasa de 2 $/GJ se
podría producir electricidad a un costo comparable al del carbón y/o precios del carbón en la gama
de 1,4-1,7 $/GJ. En este caso, los costes de mitigación específicos podrían ser insignificantes.
La energía eólica en una gran red puede contribuir aproximadamente al 15-20% de la producción de
electricidad anual sin tomar disposiciones especiales con fines de almacenamiento, reserva ni
gestión de la carga. En un sistema público con predominio de los combustibles fósiles, el efecto de
mitigación de las tecnologías eólicas corresponde a la reducción del uso de combustibles fósiles. Se
prevé que el potencial eólico en 2020 se sitúe en la gama de 700-1.000 TWhe; si se utilizara para
sustituir combustibles fósiles, sin tener en cuenta los costes, esto se traduciría en una reducción de
las emisiones de CO2 de 0,1-0,2 Gt C/año. (IPCC, 2007)
El coste medio de las existencias actuales de energía procedente de la energía eólica es de unos
10¢/kWh, aunque la gama es amplia. Los costes podrían ser bastante menores en grandes
explotaciones eólicas.
En países con un gran número de turbinas eólicas en funcionamiento se produce a veces una
oposición de la población, debido a factores como el ruido de las turbinas, los efectos visuales para
el paisaje, y la perturbación de la vida silvestre.
La conversión directa de la luz solar en electricidad y calor puede lograrse mediante tecnologías
fotovoltaica (FV) y termoeléctrica. La energía FV es ya competitiva como fuente de energía
independiente alejada de las redes de servicios públicos eléctricos. Sin embargo, no es competitiva
en la mayoría de las aplicaciones de conexión a la red. Si bien los costes de capital modulares han
disminuido mucho en los últimos años, los costes de capital del sistema son de 7.000-10.000 $/kW;
el coste correspondiente de la electricidad es de 23-33¢/kWh, incluso en zonas de mucha insolación
(2.400 kWh/m2año). Sin embargo, se espera que el coste de los sistemas FV mejore
considerablemente mediante la investigación, y las economías de escala. En razón de su
modularidad, la tecnología FV puede reducir los costes mediante experimentación e innovación
tecnológica. (IPCC, 2007)
Se estima que en 2020-2025 el potencial de energía solar en pequeños mercados sería de 16-22 EJ.
Su desarrollo está asociado a las mejoras en el costo y el rendimiento de la termoeléctrica. Si se
logra totalmente, con independencia de los costes. La reducción de CO2 podrá ser de 0,3-0,4 Gt C
anual. El coste de mitigación con respecto a una generación de electricidad a base de carbón de
unos 5¢/kWh se situaría entonces en la gama de 130-170 $/t C evitada; en comparación con la
electricidad a base de gas con costes similares, esa gama sería de 270-350 $/t C evitada. En esos
costes no se tienen en cuenta las consideraciones del sistema energético, como necesidades de
almacenamiento o ventajas de sustituir electricidad más onerosa en períodos cargados, en que la
producción FV guarda una buena relación con la demanda máxima de electricidad.
Hay varias emisiones asociadas a la energía geotérmica, entre ellas CO2, sulfuro de hidrógeno y
mercurio. Las tecnologías avanzadas son casi de circuito cerrado y sus emisiones son muy bajas. Se
estima que en 2020-2025 el potencial de energía geotérmica será de 4 EJ. Las reservas de roca
profunda caliente seca, y otras no hidrotérmicas, ofrecen nuevos recursos de suministro. A pesar de
su importancia para la economía local, las posibilidades de reducción de carbono son escasas.
Si bien, la energía total del flujo de las mareas, las olas, los gradientes térmicos y de salinidad de los
océanos mundiales es grande, lo probable es que en los 100 años próximos sólo se explote una
pequeña parte, y puede estimularse el cambio tecnológico, pues cada uno de ellos ofrece un
incentivo continuo para la investigación y el desarrollo de tecnologías de reducción de las emisiones
con el fin de evitar el impuesto y las compras de cuotas de reducción de las emisiones es incierta.
Esta situación de invierte en el caso de las cuotas de emisión.
A pesar de la reducción de los precios del crudo a lo largo de la segunda mitad del
año 2008, forzada por las reducciones de demanda subsiguientes a los efectos de la
La región, posee una dotación importante de recursos, tanto de fuentes fósiles como de fuentes
renovables, aunque desigualmente repartidos por los distintos países. América Latina destaca por
poseer una de las mayores riquezas a nivel mundial en lo que se refiere a recursos energéticos
explotables (Costes y beneficios de la adaptación al cambio climático en América Latina, GIZ, 2011).
Algunos datos pueden ayudar a centrar la cuestión:
La encrucijada parece evidente: el desarrollo económico mundial se ha basado, a lo largo de los dos
últimos siglos, y, en particular, a lo largo de los últimos cien años, en un consumo creciente de
energía, con gran predominio de los combustibles fósiles. Este modelo hoy ya es insostenible y lo
tienen que modificar no sólo los países ya desarrollados, sino igualmente los que aspiran a seguir la
senda de éstos.
Ante el escenario previsible, dominado por las fuentes fósiles como principales energías primarias,
unas previsiones de alto crecimiento de la demanda energética, derivadas del crecimiento
Las energías renovables suponen una alternativa al sistema energético actual, basado
fundamentalmente en combustibles fósiles, por varias de sus características más distintivas:
Son, en suma, una pieza energética hoy fundamental para alcanzar el objetivo prioritario del
desarrollo sostenible a escala mundial.
La situación en América Latina de las energías renovables abarca a sus distintos tipos:
Pues bien: a pesar de los recursos renovables que posee América Latina, los proyectos basados en
estas fuentes de energía no están alcanzando aún el volumen que sería preciso para encontrar un
verdadero espacio en el desarrollo energético de los países de la región.
Varias razones explican la escasa penetración de este tipo de proyectos en el caso de América Latina:
Países como Argentina, México, Uruguay y Brasil han desarrollado instrumentos regulatorios para el
impulso de las energías renovables y han facilitado que estas energías compitan de manera efectiva
en la generación de energía eléctrica. Algunos de estos desarrollos son los siguientes:
Argentina: Ley sobre el régimen de promoción para la energía eólica y solar, y Ley
de fomento nacional para el uso de fuentes renovables para la producción de
energía eléctrica.
En la lucha contra el cambio climático, el control de las emisiones de CO 2 es esencial pero debe
estar combinado con medidas de adaptación.
En la tabla que sigue se muestran diferentes tecnologías de adaptación con una breve descripción de
las mismas.
TECNOLOGÍAS DE ADAPTACIÓN
Sector/tecnología Descripción
Investigación y observación sistemática
Investigación y observación
(atmosférica, terrestre y marítima), desarrollo de
sistemática del Clima
escenarios climáticos regionalizados, evaluaciones
de impacto y vulnerabilidad, sistemas de alerta
temprana
Zonas de montaña y glaciares Caracterización del impacto sobre los glaciares y sus
efectos en la dinámica hidrológica.
Sector/tecnología Descripción
Cuanto antes se tomen medidas, menores serán los costes de la adaptación, y tendremos mejores
opciones para evitar efectos que la inacción haría irreversibles, o de tal magnitud que su reparación
sería inabordable desde el punto de vista económico. Pero, aunque se consiguiera frenarlo
completamente, logrando contener las emisiones de manera que la concentración de gases en la
De ésta forma, transcurrirán varios decenios o incluso siglos entre el momento de la estabilización
de las concentraciones y la estabilización de la temperatura y el nivel medio del mar. Los científicos
concluyen que ya es inevitable un grado de cambio en las pautas del clima debido a los gases de
efecto invernadero presentes en la atmósfera.
Lo que lleva a concluir sobre la necesidad de elaborar ya una política de adaptación que nos prepare
para minimizar los impactos negativos y aprovechar en su caso los positivos, en un ejercicio de
reflexión sobre las capacidades actuales y las posibilidades de mejorarlas para soportar un cambio
en la disponibilidad de recursos básicos como el agua, la energía, o el suelo. O para soportar nuevas
presiones o aprovechar nuevas oportunidades en los sectores socioeconómicos.
Por tanto, las políticas de adaptación tendrán como objetivo último la definición de medidas para
paliar los efectos del ineludible cambio climático. Estas políticas nos ayudarán a conocer a qué nos
vamos a enfrentar, para así poder anticiparnos y prever soluciones a los problemas que están por
venir.
El IPCC define adaptación como un ajuste en los sistemas naturales o humanos en respuesta a un
estímulo climático actual o esperado o sus efectos, que modere o minimice los daños o que potencie
las oportunidades positivas (IPCC 2007).
Así, mientras las actividades de mitigación de gases de efecto invernadero tienen por objetivo
reducir la magnitud del cambio climático, las actividades de adaptación tienden a reducir los
impactos adversos que una determinada magnitud de calentamiento pueden causar (Fankhauser
1998).
Las actividades de adaptación cubren una gama muy amplia de actividades humanas, cuyo común
denominador es buscar la protección de la sociedad frente a la naturaleza (Stehr and von Storch
2005). Las respuestas de adaptación pueden ir desde actividades puramente tecnológicas (como por
ejemplo, sistemas de alerta temprana), pasando por respuestas en el comportamiento (como
cambio en la elección de alimentos y actividades de recreo), hasta respuestas de gestión (alteración
de prácticas agrícolas) y de política (nuevas regulaciones).
Se refiere a la habilidad que tienen las sociedades para ajustarse al cambio climático por sí mismas.
En otras palabras, se refiere a la habilidad para moderar los daños potenciales, para tomar ventaja
de las oportunidades o de hacer frente a las consecuencias.
El proceso de adaptación al clima y al cambio climático es complejo y tiene múltiples facetas. Existen
numerosas tipologías para clasificar las medidas de adaptación. Así las medidas de adaptación se
clasifican de acuerdo al tiempo (anticipada o reactiva); a la visión (local vs. regional o corto plazo vs.
largo plazo); al propósito (autónomo vs. planificado); y al agente adaptado (sistema natural vs.
humano, individual vs. colectivo; privado vs. público) (OECD 2008).
Una descripción más detallada de esta tipología puede encontrarse en el siguiente cuadro:
Uno de los mayores retos del análisis del cambio climático es la operatividad de los llamados costes
de adaptación. Conceptualmente se puede entender como los costes en que incurren las sociedades
para adaptarse a los cambios en el clima. Así, el IPCC define los costes de adaptación como aquellos
costes de planificación, preparación e implementación de medidas de adaptación, incluyendo los de
transacción.
Sin embargo, esta definición requiere decidir si los costes de desarrollar iniciativas que incrementen
la capacidad de recuperación (resiliencia) al clima deben ser contabilizados como un costo de
adaptación. También requiere decidir cómo incorporar en estos costos el déficit de adaptación,
definido como la incapacidad de hacer frente a la variabilidad climática actual y futura (World Bank
2011).
En una representación plausible de la evolución futura de las emisiones de sustancias que son, en
potencia, activas (por ejemplo, gases de efecto invernadero o aerosoles), están involucradas un
conjunto de hipótesis coherentes y consistentes sobre las fuerzas impulsoras de este fenómeno
(tales como el desarrollo demográfico y socioeconómico, y el cambio tecnológico).
En IPCC (1992), se utilizaron un conjunto de escenarios de emisiones como base para las
proyecciones climáticas en IPCC (1996). Estos escenarios de emisiones se refieren a los escenarios
IS92. En el Informe Especial del IPCC: Escenarios de Emisiones (Nakicenovic et al., 2000), se
publicaron nuevos escenarios de emisiones, los llamados Escenarios del IEEE.
Los Escenarios del IEEE son escenarios de emisiones desarrollados por Nakicenovic et al. (2000) y
utilizados, entre otros, como base para la realización de proyecciones climáticas en la contribución
del GTI (Grupo de Trabajo I) del IPCC al Tercer Informe de Evaluación (IPCC, 2001a). Los siguientes
términos son de gran importancia para comprender adecuadamente la estructura y el uso del
conjunto de Escenarios del IEEE:
Grupo (de escenarios): Escenarios dentro de un conjunto que reflejan una variación
constante del guión. El conjunto de los escenarios A1 incluye cuatro grupos
designados A1T, A1C, A1G, y A1B que exploran estructuras alternativas de sistemas
energéticos futuros. En el Resumen para Responsables de Políticas de Nakicenovic et
al. (2000), los grupos A1C y A1G se han combinado en un grupo de escenarios A1Fl
‘que utiliza combustibles fósiles en gran medida’. Los otros tres conjuntos de
escenarios tienen un grupo cada uno. La serie de escenarios del IEEE que se refleja
en el Resumen para Responsables de Políticas de Nakicenovic et al. (2000) consiste
en seis grupos de escenarios diferentes, todos ellos igualmente apropiados y que
recogen de forma conjunta la gama de incertidumbres asociadas con los
forzamientos impulsadores y las emisiones. Escenarios que son ilustrativos para
cada uno de los seis grupos de escenarios reflejados en el Resumen para
Responsables de Políticas de Nakicenovic et al. (2000). Incluyen cuatro marcadores
de escenarios revisados para los grupos de escenarios A1B, A2, B1, B2, y dos
escenarios adicionales para los grupos A1Fl y A1T. Todos los grupos de escenarios
son igualmente apropiados.
A1: representa un mundo de crecimiento rápido con una adaptación rápida de tecnologías nuevas y
eficientes.
A2: considera un mundo muy heterogéneo con énfasis en los valores familiares y tradiciones locales.
B2: considera un mundo con énfasis en soluciones locales para lograr una economía y un medio
ambiente sostenibles.
El crecimiento de la demanda de energía primaria se considera del promedio del 3.4% anual para un
periodo 2004-2030, comparada con el 3.2% de 1980 al 2004.
El precio del petróleo crudo de acuerdo con IEA se asume sobre los $ 55 en el 2030.
Por lo que respecta al gas natural el panorama sería muy semejante al del petróleo. La demanda
vapor-carbón de acuerdo a al OECD, el precio se estabilizará en alrededor $55 por tonelada,
elevándose a $60 en el 2030. En general se puede asumir que el suministro de energía y sus
tecnologías serán más eficientes.
Se excluyen del Escenario de Referencia las políticas de aceleración y el despegue de tecnologías más
eficientes y más limpias.
Las conclusiones sobre la evolución y repercusiones futuras del cambio climático se basan en la
consideración de diferentes escenarios de desarrollo socioeconómico a nivel global. A este respecto,
es especialmente relevante la aportación realizada por el IPCC. Las previsiones que del sistema
climático y de sus efectos presenta en sus informes de evaluación, tienen en cuenta diferentes
escenarios futuros de emisión de gases de efecto invernadero.
Para cada uno de estos escenarios de evolución de las emisiones, los científicos son capaces de
simular cómo va a ser el clima a años vista, mediante modelos climáticos suficientemente
contrastados. Estos modelos, conocidos como Modelos de Circulación General, simulan flujos de
energía, masa y cantidad de movimiento entre los puntos de una retícula tridimensional, de entre
200 y 500 km de lado, que se extiende por la atmósfera y la superficie terrestre. Estos flujos están
muy condicionados por la cantidad de gases de efecto invernadero y aerosoles presentes en la
atmósfera.
En su Informe Especial de Escenarios de Emisiones (SRES, en sus siglas en inglés), el IPCC presentó en
el año 2000 diferentes escenarios alternativos de evolución futura de las emisiones mundiales de
gases de efecto invernadero. Estos escenarios (un total de 40 agrupados en 4 grandes familias) se
elaboraron en base a un análisis de tendencias mundiales relativas a los principales factores (fuerzas
motrices) de carácter social, económico, tecnológico y político con posible influencia en la emisión
de gases.
En la siguiente figura se presentan las características definitorias de cada una de las familias de
escenarios A1, A2, B1 y B2. Estos escenarios se representan situados según las hipótesis de
desarrollo social, económico y político asumidas en su definición (económico vs ambiental, global vs.
regional).y político asumidas en su definición (económico vs ambiental, global vs. regional).
La aplicación de estos modelos hacia el futuro, bajo las diferentes hipótesis de evolución de las
emisiones (escenarios), permite obtener datos de temperaturas y precipitaciones a lo largo de este
siglo. Los valores medios de estas previsiones, a lo largo de periodos de tiempo suficientemente
largos (del orden de una década), permiten conocer las características del clima futuro en
comparación con el actual.
Los estudios de estimación de los costes económicos del cambio climático son relativamente
recientes. Así, los primeros estudios globales se llevaron a cabo desde el año 2006; sin embargo, los
intentos de cálculo de estos costes han sido una tarea permanente de diversas organizaciones desde
entonces (costos y beneficios de la adaptación al cambio climático en América Latina, GIZ, 2011).
Existen además, una serie de estudios de costes del cambio climático realizados para América Latina
y el Caribe, que estiman varios miles de millones de dólares de costes de adaptación, los cuales han
Cabe precisar, que la gran mayoría de los estudios parte de la construcción de escenarios climáticos
futuros y de un escenario base. Generalmente, estos escenarios se basan en aquellos desarrollados
por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Adicionalmente, algunos países
cuentan con escenarios climáticos más acotados que permiten establecer parámetros de
variabilidad climática más específicos. La comparación de los impactos económicos del escenario
base con el escenario futuro, ajustados a una determinada tasa de descuento, representa las
consecuencias económicas del cambio climático.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado para estimar los costes económicos del cambio
climático, estos estudios presentan algunas limitaciones. Así, se observa que si bien los estudios
presentan los costes económicos de adaptación al cambio climático, estos costes son presentados
de manera global. Es decir, no hay una desagregación de los costes por actividades específicas de
adaptación. Se asume que el rol de los diversos gobiernos, nacionales, regionales o locales, según
corresponda, son los encargados de especificar estas actividades.
Asimismo, es importante mencionar que los países, regiones y sectores tienen diversas capacidades
de adaptación, es decir la “habilidad” para adaptarse al cambio climático es diferente. En
consecuencia, la estimación de costes agregados de adaptación debe ser tomada como un indicador,
pero cada país o región debe establecer aquellas medidas de adaptación, para luego poder
cuantificarlas. De otro modo, se podría estar sub o sobre valuando los costes de la adaptación.
Adicionalmente, se debería tener en cuenta que antes de estimar cómo el cambio climático afectará
las necesidades de inversión y flujos financieros (para adoptar medidas de adaptación), los sectores
estudiados tienen un déficit de inversión y flujos financieros, por lo que las inversiones podrían ser
mayores a las propuestas en los estudios por una necesidad que no está en relación a las medidas de
adaptación al cambio climático.
Finalmente, otra limitación encontrada de estos estudios es que no han incorporado a sus
estimaciones todos los sectores que efectivamente pueden verse impactados por el cambio
climático, ello principalmente por la falta de información. Esta última limitación, trae como
consecuencia también la subestimación de los costes presentados.
Si no se toman acciones concretas para reducir las emisiones de GEI, al año 2035 la
temperatura subirá sobre los 2°C. Más aún, en un plazo más largo se tiene 0.5% de
probabilidad de que la temperatura aumente más de 5°C.
Regional. En cuanto al nivel regional (América Latina y el Caribe y la CAN), los resultados
encontrados son los siguientes:
Los sectores con mayor impacto serán: agricultura, recursos hídricos y salud.
Los resultados indican costos altos para medidas de gestión y control de riego, para
sistemas de alerta y otras medidas de adaptación planeadas.
La malaria es la única enfermedad que no está afectada por el CC. Los escenarios sin
y con CC indican una disminución significativa de la enfermedad, lo cual demuestra
que para la malaria, el desarrollo socio-económico resulta más importante que las
variables climáticas.
Chile
Los sectores que recibirán el mayor impacto son: el sector hidroeléctrico, agua
potable y el sector silvoagropecuario.
En términos absolutos, la agregación del valor presente de impactos indica que, para el escenario de
mayores emisiones, habría un costo que fluctúa entre 22.000 y 320.000 millones de dólares.
Estos costes indican que Chile podría llegar a perder un 1,1% anual del PIB durante
todo el período de análisis, es decir, hasta 2100, en el escenario A2. En el caso del
escenario B2, se presentaría desde una pérdida anual del 0,5% en la proyección
hasta 2050, hasta una ganancia anual del 0,09% en la proyección hasta 2100.
México
Los sectores que mayor impacto van a sufrir son: el sector agropecuario, los recursos
hídricos, cambio de uso de suelo, biodiversidad, eventos extremos, turismo y
desastres naturales, y salud.
Los resultados muestran un aumento significativo del stress hídrico para el 2100 en
particular en algunas zonas del norte del país y que se reflejan en el índice de
vulnerabilidad.
Para el caso del turismo, se estima una reducción de la demanda turística por
impactos del cambio climático.
Los costos totales del cambio climático alcanzan al 2100, con una tasa de descuento
del 4%, alrededor del 6.2% del PIB.
Asimismo, los costes de la mitigación con reducciones al 50% de emisiones al 2100 con respecto al
2002, con una tasa de descuento del 4%, se ubican, entre 0.7% y 2.2% del PIB dependiendo del valor
de la tonelada de carbono.
Los sectores que mayor impacto van a sufrir son: los recursos hídricos, agricultura,
pesca y salud.
Los costes económicos del cambio climático pueden ir desde los USD 77 millones en
el 2030 a una tasa de 4% hasta los USD 1701 millones en el 2100 si la tasa de
descuento fuese de 0,5%.
Esto último significa un 0.09% del PIB en el 2030 a una tasa de 4%, y un 1.95% en el
2100 si la tasa de descuento fuese de 0,5%.
En términos porcentuales, en relación con el PIB de 2008, los costes del cambio
climático en la agricultura podrían tener porcentajes relativamente pequeños para
el 2030 (0.08% con una tasa de descuento de 0.5% y 0.05% con una tasa de 4%), que
se incrementarían significativamente en el 2100 (3.99% con una tasa de descuento
de 0.5% y 0.52% con una tasa de 4%).
Para el sector pesquero, se calculó que los costes económicos del cambio climático
pueden ir desde los USD 326 millones en el 2030 a una tasa de 4% hasta los USD
5,782 millones en el 2100 si la tasa de descuento fuese de 0,5%.
Ahora bien, el impacto agregado esperado del CC para la economía peruana estaría
entre USD 510 millones y USD 16,298 millones (usando una tasa de 0.5%). En
términos del porcentaje del PIB del año 2008, esto representa entre 0.59% y
18.69%.
Asimismo, hay una distorsión considerable de los estimados, ya que algunos estudios han
considerado incrementos en la temperatura global menores a los proyectados por el IPCC o no han
incluido mayor información de determinadas variables. Sin duda existen aún muchos aspectos por
mejorar en la estimación de costes, tarea complicada si se considera que existe aún alto grado de
incertidumbre sobre la variación de los indicadores climáticos y sobre su impacto.
A continuación, se presenta una tabla resumen de los costes del cambio climático estimados para los
diferentes sectores estudiados y ámbitos geográficos
El costo de adaptación al
Cambio climático estará
entre USD 4 y 37 billones
El cambio climático
aumentará las muertes en
todo el mundo debido a la
malnutrición y el estrés por
calor.
La productividad de algunos
cultivos bajará
Un incremento de 2.5°C de
temperatura sin ningún
esfuerzo adecuado de las
medidas de adaptación,
generará impactos
económicos estimados entre
0.5% y 2% del PIB global
La disponibilidad de agua y la
protección de inundaciones
así como las zonas costeras
serán los sectores más
afectados en ALC
El impacto en el sector
agricultura varía según
cultivo, región, tipo de
tierra y agentes
económicos. Hay
incertidumbre sobre los
posibles impactos del
cambio climático con
respecto a la morbilidad y
mortalidad relacionada de
ciertas enfermedades. Hay
un crecimiento promedio
esperado de las emisiones
de GEI 1.5% en este siglo.
CEPAL (2009b) Brindar a los gobiernos de Agricultura, Los efectos del CC son
América Latina y el Caribe turismo, pesca, principalmente
algunos elementos de juicio sector primario, importantes en el sector
que contribuyan al análisis sector industrial primario. En el sector
de la relación entre cambio agrícola se esperan
climático y desarrollo. cambios en las
productividades de los
cultivos. Se esperan efectos
adversos en la agricultura,
el turismo y la pesca. El
sector industrial se verá
afectado por la escasez de
insumos del sector
CAN
CAN (2008) Los impactos del Cambio Agricultura, agua, En 2025 el 70% de
climático en la subregión ecosistemas, personas tendrá
andina infraestructura y dificultades para acceder a
salud. fuentes de agua limpia. El
daño económico en los
países de la CAN significaría
una pérdida aproximada de
30.000 millones de dólares
anuales (4.5% del PIB.
Disminución de la
productividad en los
cultivos. Pérdidas en
agricultura y energía
alcanzarían el 1.3% del PIB.
Reducción de
precipitaciones y
desglaciación acelerada.
Probabilidad de extinción
en 20% y 30% de las
especies vegetales y
animales. Daños en
infraestructura se
incrementarán a 0.7% del
PIB anual. Incremento de la
transmisión del dengue
FV Fotovoltaica
GDP (gross domestic product) Son las siglas en inglés que se corresponden con el producto
interno bruto (PIB) es el valor de mercado de todos los bienes y
servicios finales producidos oficialmente reconocidos dentro de un
país en un período determinado de tiempo
Campodónico H. La industria del gas natural y su regulación en América Latina.. Agosto 1999. Revista
CEPAL, 135-152
Informe especial sobre fuentes de energía renovables y mitigación del cambio climático. Unidad de
apoyo técnico del Grupo de trabajo III. Instituto de Investigación sobre el Impacto del Clima de
Potsdam (PIK). Publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
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