Está en la página 1de 2

SABATO “HISTORIA DE LA ARGENTINA 1852-1890”

Los años ochenta estuvieron marcados por la hegemonía política del Partido autonomista Nacional
(PAN). A pesar de los intentos de Roca de eliminar los riesgos de la competencia, dentro del PAN
existían “ligas” o agrupaciones que operaron en los años siguientes, encabezadas por Roca, Juárez
Celman, Dardo Rocha y Bernardo de Yrigoyen.
La rivalidad entre estos grupos implicó la competencia por los recursos electorales, por la conquista
de la opinión pública y por el favor del gobierno nacional, que implicaba los beneficios de las
políticas públicas y la implantación de instituciones del estado en cada provincia proveedoras de
empleo público y ámbitos de influencia (como las oficinas de correo y telégrafos, los colegios
nacionales y los juzgados provinciales).
Durante esos años, la Capital Federal se convirtió en un lugar de referencia decisivo para las
negociaciones políticas y el principal ámbito de desenvolvimiento de la prensa y del debate
parlamentario.
El poder ejecutivo, a partir de 1880, utilizó los mecanismos estatales (cargos en la administración
pública, bancas en el Congreso, etc.) para sostener a los “gobiernos amigos”. De esta manera,
Partido y gobierno estuvieron estrechamente conectados y dieron lugar a la caracterización del
régimen como “oligárquico” y favoreció la permanencia en el poder político de ese grupo acotado.
En las elecciones de 1886, el triunfo fue de Juárez Celman. En los meses siguientes, Roca reforzó
aún más su poder: controlaba el ejército, sus fuerzas eran mayoría en el Congreso y el
vicepresidente Pellegrini y dos ministros (Wilde y Pacheco) eran de su entorno.
Juárez Celman se abocó a ampliar su influencia política, forjar su figura pública, elaborar un
discurso propio y ocupar el centro de la escena, definiendo tres ámbitos de intervención
estrechamente vinculados entre sí. En el primero de esos planos, inició una campaña sistemática
para erigirse en jefe del PAN, volcando recursos estatales y utilizando los mecanismos habituales de
presión y negociación para revertir la hegemonía roquista y favorecer a sus amigos políticos en las
distintas provincias y, también, ganar nuevos aliados.
El segundo plano implicó imprimir una nueva dinámica a su gestión de gobierno, aprovechando el
envión expansionista de la economía de esos años. La bonanza económica y las políticas públicas
del gobierno fueron decisivas para este plano: exportaciones e importaciones volvieron a crecer, así
como los préstamos y las inversiones extranjeras (principalmente de origen inglés) dirigidas sobre
todo a los ferrocarriles, las obras públicas y las cédulas bancarias. Al mismo tiempo, las finanzas
tuvieron un fuerte viraje descentralizador, que alcanzó su máxima expresión en la política monetaria
y bancaria con la Ley de Bancos Garantidos, que habilitó la emisión de moneda de curso nacional
por parte de bancos provinciales.
Por último, a través de sus mensajes públicos y de la prensa oficial (diario Sud América), el
ejecutivo buscó forjar una opinión pública favorable, retomando las consignas de paz, orden y
progreso.
Hacia 1889 comenzaron algunas señales de alarma de lo que en 1890 desencadenaría en una crisis
sin atenuantes.
Los diarios, como La Nación y la Prensa, entre otros, argumentaban la decadencia moral y la
retracción del espíritu cívico, mediante la acusación de la corrupción administrativa y política
(fraude en los comicios, concentración del poder en manos del presidente, violación de principios
constitucionales, negociados en la adjudicación de las concesiones estatales y obras públicas, etc.).
En 1889, en Buenos Aires, comenzó una intensa actividad pública opositora. Dirigentes del
nacionalismo mitrista, del autonomismo marginado y de sectores católicos comenzaron a criticar
duramente al gobierno. En esta creación y movilización de opinión, la prensa funcionó como un
actor central. Mientras la oposición se empezaba a organizar, el partido oficialista enfrentaba
problemas internos.
En ese mismo año, surge la Unión Cívica de la Juventud (UCJ) que se proponía regenerar la vida
política, posicionándose contra el personalismo y sobre la base de una ciudadanía activa,
reclamando el renacer del espíritu público y de las tradiciones. La UCJ se propuso crear clubes
políticos en todos los barrios de la Capital, orientando su accionar para promover el
empadronamiento frente a las elecciones de 1890, aunque finalmente los resultados de esa campaña
no fueron exitosos y se abstuvieron de presentarse a esas elecciones.
En 1890, prohombres opositores, entre los que se encontraban Leandro Alem y Bartolomé Mitre, y
la juventud organizada, crearon la Unión Cívica, destinada a ejercer una oposición sistemática
contra el gobierno. Algunos dirigentes, con Leandro Alem a la cabeza, se inclinaron por una salida
revolucionara, que estalló en julio de ese año con el movimiento armado de la Revolución del
Parque. Como no hubo movilización espontánea en apoyo a los rebeldes, el gobierno ordeno la
represión y, luego de cuatro días de combate, los cívicos optaron por la rendición. A pesar de esta
derrota, la revolución ganó popularidad en la ciudad y Juárez Celman se vio forzado a renunciar a la
Presidencia, que quedo en manos de Pellegrini, aliado de Roca.
presidencia, que quedó en manos de Pellegrini (aliado de Roca).

También podría gustarte