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"La felicidad es un estado mental que nos permite

apreciar cualquier cosa".


Todo el mundo, sin excepción, aspira a ser feliz. Y sin embargo, por lo visto,
nos perdemos en el camino. Las preocupaciones, la tristeza, la ansiedad, el
miedo y las enfermedades psicosomáticas llenan nuestra vida y son como un
toque de atención que nos avisa de que algo estamos haciendo mal. ¿Es tan
difícil ser feliz? ¿Es imposible mantener la sonrisa en el rostro y la paz
interior de una forma prolongada? El budismo nos dice que no, que la
fuente de la felicidad ya está dentro de cada uno de nosotros y que sólo hay
que abrirle la puerta y dejarla deslumbrarnos.

¿Quién no aspira a la felicidad como objetivo prioritario en la vida? Se supone que todos
los objetivos, planes y proyectos que nos marcamos en la vida los hacemos porque creemos
que nos permitirán vivir bien y ser felices. Estudiamos para tener una cierta preparación
que nos permita obtener un trabajo en el futuro que nos guste, o que nos aporte un buen
salario. Buscamos una pareja, nos rodeamos de amistades, creamos una familia. Viajamos,
decoramos nuestra casa y consumimos productos que nos prometen la felicidad. No hay
cosa que no hagamos, presuntamente, porque nos ayudará a estar mejor, a corto, medio o
largo plazo. Las prioridades cambian según las personas, pero el objetivo es el mismo: vivir
la vida que más nos gusta vivir.

Todo el mundo aspira a la felicidad, y sin embargo, pocas personas se atreverán a admitir
que lo son de manera permanente. A lo sumo, reconocemos esporádicos momentos fugaces
de felicidad. Y en muchos casos, escucharemos que la felicidad permanente simplemente
no existe.

Y sin embargo, existen tradiciones milenarias que lo ven de otra manera, entre ellas el
budismo, que plantea la idea de que todos los seres tienen un deseo innato de acercarse a la
felicidad y evitar el sufrimiento, y si no conseguimos nuestro objetivo es simplemente
porque "desconocemos las causas de la felicidad, así como las causas del sufrimiento".

En otras palabras, la infelicidad es una mera consecuencia de la ignorancia.

La felicidad según el budismo.

"En general, podemos observar que tenemos la tendencia a considerar que la felicidad
proviene de las circunstancias externas -explica Ivan Ribas, director del Centro Budista
Mahakaruna de Barcelona-. Dedicamos gran parte de nuestra vida al trabajo, a adquirir
objetos, a nuestra vida familiar, a nuestras amistades... convencidos de que les necesitamos
para ser felices. Por otra parte, el budismo opina que cualquier cosa que es causa de
felicidad no puede ser causa de sufrimiento: es incompatible. Y sin embargo, cuántos
dolores de cabeza nos da buscar un trabajo, y luego el trabajo en sí mismo; mantener el
coche que nos hizo tan feliz (las multas, los aparcamientos, los pequeños o grandes
accidentes); la familia incluso, nuestra pareja, nuestros amigos. En todo eso encontramos
momentos de gran felicidad, pero también muchos problemas y mucho dolor".

Todo esto forma parte de nuestra vida y está bien que así sea, pero el budismo considera
que nada de todo ello, en sí mismo, puede ser causa última de felicidad, desde el momento
en que también es causa de sufrimiento.

Sufrir o disfrutar, simples estados mentales.

El budismo insiste en la reflexión sobre qué es la felicidad y qué es el sufrimiento, y en


última instancia llega a la conclusión de que ambos son "estados mentales". "Las
circunstancias externas en sí mismas no son la causa de nuestra felicidad o nuestro
sufrimiento, desde el momento que una misma circunstancia puede ser origen de dolor para
una persona y de placer, o simplemente indiferencia, para otra -explica Ribas-. Los
problemas, las dificultades, no son más que sensaciones desagradables que sólo parten de la
mente, de nuestra interpretación, de nuestros engaños. La felicidad, por otra parte, sólo
puede surgir de la paz interior, y sin paz interior ninguna situación externa puede hacernos
felices".

Efectivamente, no es difícil observar que en muchas ocasiones las mejores noticias, lejos de
aportarnos la felicidad que esperábamos nos provocan ansiedad, nerviosismo,
preocupaciones por la forma de afrontar la nueva situación, e incluso miedo -a perder el
trabajo, la pareja o el gordo de la lotería que acabamos de conseguir. Por otra parte, la
misma circunstancia (una pelea con nuestra pareja o en el trabajo, las malas notas de los
hijos o una "decepción" con una amiga, tiene efectos diferentes según nos pilla con una
relativa paz interior o una mente alterada. En un estado mental de nerviosismo, cansancio o
preocupación cualquier pequeña contrariedad nos parece desproporcionada y prueba clara
de nuestra "mala suerte", o la "mala racha", o cómo los planetas están en nuestra contra. Y
sin embargo, cuando nos encontramos en calma todo se relativiza y somos más eficaces en
la resolución del problema, porque no perdemos de vista nuestras prioridades: estar bien;
que nuestra pareja esté bien; que nuestros hijos sean personas seguras de sí mismas y
felices; que nuestra amiga resuelva sus problemas de la mejor manera. En un estado de
calma o paz mental, casi siempre nuestras acciones y respuestas protegen esa paz mental y
la mantienen.
Y sin embargo, no siempre lo hacemos así, sino que, por el contrario, nos permitimos
reacciones que nos duelen más, hacen daño a los seres que queremos y boicotean hasta
hacer muy difícil nuestro objetivo de estar bien.

"Esto es así porque necesitamos práctica y entrenamiento -explica Ribas-. Al igual que un
atleta tiene que entrenarse, y nos preparamos y estudiamos para desarrollar una profesión,
el budismo considera que la paz interna se favorece paulatinamente con la práctica de la
meditación, que nos ayuda a la comprensión de la mente, que es donde residen todos
nuestros estados, engañosos o no".

Según el budismo, la raíz de todos nuestros males reside en los engaños. "Los engaños son
percepciones distorsionadas de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea,
como un espejo defectuoso que no refleja la realidad", explica Ivan. "Por ejemplo, cuando
nos enfadamos, sólo vemos los aspectos negativos de la persona o situación que
supuestamente "nos produce" el enfado. Al igual ocurre con la confusión y el apego, que
constituyen las bases sobre las que se asientan otros muchos engaños (hasta 87 según el
budismo) como los celos, la envidia, la codicia, etc."

El concepto del karma es muy importante en el budismo, tal como nos explica Ribas.
"Todas nuestras acciones mentales dejan impresiones en nuestra mente. No produce los
mismos efectos una mente de amor que una mente de odio, por eso es tan importante
observar nuestros pensamientos y nuestras emociones, y no perder de vista nuestros
objetivos de sabiduría y de paz. De esta manera iremos eliminando nuestros hábitos
mentales insanos y nuestras reacciones contraproducentes y reafirmaremos otras más
positivas y eficaces para la estabilidad de nuestra paz mental".

Amor y paciencia ante las dificultades.

En este estado de cosas, ¿hasta qué punto nos ayudan o nos perturban los obstáculos y
dificultades externas? Según Ivan Ribas, las dificultades externas pueden formar parte de
nuestro entrenamiento mental, junto con la meditación. "Cuando todo va bien tenemos
tendencia a acomodarnos, aunque a veces nos creamos que hemos sabido alcanzar una
cierta sabiduría y paz interior. Pero si de repente empiezan a surgir problemas y tienen la
capacidad de alterarnos es que en el fondo mantenemos nuestros engaños. Así que estos
tropiezos o dificultades en nuestra vida nos hacen tomar conciencia de ello y pueden
ayudarnos a fortalecer nuestra mente. En esos momentos, para que la experiencia de paz
interior llegue a nuestra vida diaria, nos ayudará potenciar el amor y generar paciencia,
sobre todo. Hasta que llega un momento en que ya no hay entrenamiento, simplemente hay
una paz interior que ninguna circunstancia externa puede romper. Es lo que en budismo se
conoce como el nirvana. Un estado mental que está dentro de todas las personas y que
aparecerá sólo cuando derribemos el castillo de naipes -los engaños- que ha construido
nuestra ignorancia".

Mientras tanto, el humor es un gran recurso que nos ayuda a relativizar y desdramatizar las
situaciones que nos angustian. "Buda enfatizaba en que no deberíamos tomarnos la vida tan
en serio -comenta Ribas-. Mira lo que ocurre en los sueños. Tienes un sueño en el que te
enfadas y esa sensación la arrastramos luego todo el día, como si fuera real. Nuestra manera
de ver el mundo tiene bastante similitud con lo que nos ocurre en los sueños: percibimos
algo con una mente a la defensiva (hinchada de ego, de apegos, confundida) y dejamos que
nos altere en el resto de nuestra vida". ¿Es mejor reírnos de nuestro sufrimiento, de nuestras
percepciones? En cierto modo. "Así nos ayudamos a mantener una actitud de
contentamiento mientras nos mejoramos, y al no tomarnos tan en serio nuestros problemas
creamos un espacio en el que podemos trabajar para mejor". En todo caso, lo importante es
"observar nuestros engaños y ver cómo nos dañan; cuando comprendemos esto,
paulatinamente irá surgiendo menos confusión en nuestra mente". Amor y paciencia, insiste
Ivan. "Tratarnos con cariño y paciencia, y con el tiempo los motivos de sufrimiento serán
cada vez menos y el dolor mucho menos intenso. Y la paz interior más estable".

"Según la calidad de mi mente, así será la calidad del mundo que percibo. Si mejoro la calidad de mi
mente, mejorará la calidad de mis percepciones y experiencias. Y el mundo me parecerá más perfecto
tal como es".

Ivan Ribas es director del Centro Budista Mahakaruna de Barcelona.

¿Qué es el budismo?

El budismo surgió hace más de 2.500 años en la India, donde nació su fundador, Siddharta
Gautama, el Buda, quien alcanzó lo que se conoce como "un estado de ver perfectamente la
naturaleza de las cosas". A este estado se le denomina iluminación.

El budismo es una de las religiones que mayor influencia han tenido en la historia de la
humanidad, junto con el cristianismo y el islamismo. Sin embargo, una de las
características que más distingue al budismo es que no maneja el concepto de un dios
creador.

El Buda se refería a lo que hoy se denomina budismo como Budadharma, es decir, "la
enseñanza (o el sendero) que conduce a la iluminación".

El factor decisivo en la transformación personal es la mente.

Prácticas budistas, tales como la meditación, son medios para transformarse uno mismo y
así desarrollar cualidades como la sensibilidad, la claridad y la sabiduría.
En las enseñanzas budistas hay principios sencillos y, al mismo tiempo, radicales, tales
como que nada es fijo ni permanente, que todas las acciones tienen consecuencias y,
principalmente, que el cambio es inherente en todo y que es posible llevar a cabo este
cambio de forma consciente.

Atención a los hábitos que dificultan la paz interior.

Por dejadez o inconsciencia (y movidos por nuestros engaños), a veces nos permitimos
reaccionar de maneras negativas (gritar a nuestros hijos o enfadarnos, criticar a los
compañeros de trabajo o a nuestra pareja, autocompadecernos, etc.) sin caer en la cuenta de
que estamos creando hábitos de comportamiento que se irán repitiendo más y más veces
por inercia, no favoreciendo en nada nuestra perseguida alegría y paz interior.

Toma nota y sé consciente cuando estas actitudes aparecen, detente un momento, si puedes,
y recuerda tus auténticos objetivos (ser feliz, que las personas que amas y todas aquellas
que te rodean sean felices). Échale sentido del humor. Y con el tiempo la vida será más y
más fácil, conforme tu mente deje de boicotearte para convertirse en tu aliada.

El enemigo más persistente: el enfado.

El enfado es uno de los engaños más comunes y destructivos que nos afecta casi todos los
días. Nos solemos enfadar cuándo no conseguimos lo que queremos o cuando nos tenemos
que enfrentar con lo que no nos gusta. Existen innumerables situaciones en las que
podemos enfadarnos con facilidad y las consecuencias son obvias: cuando nos enfadamos
perdemos nuestra paz interior y felicidad y nos sentimos incómodos e inquietos, aumenta
nuestro malestar, no podemos controlar nuestras emociones y se obstaculiza nuestro
progreso espiritual. Perdemos el sentido común y no somos razonables. Incluso dañamos a
quienes queremos ya sea física o verbalmente, con el deterioro que ello conlleva en
nuestras relaciones.

Superar el enfado no es una meta inalcanzable. Nuestros pensamientos surgen debido al


poder de la familiaridad, cuando nos acostumbramos a hacer algo adquirimos destreza en
ello. Para ello debemos observar nuestra mente con atención en todo momento, y será más
fácil reconocerlo en cuanto surja.

 Cuándo nos demos cuenta de que nos vamos a enfadar, hemos de recordar las
consecuencias de hacerlo.
 En vez de culpar las circunstancias externas o a los demás, hemos de considerar que
nuestra falta de aceptación y consiguiente enfado son las causas de nuestro malestar.
 El auténtico antídoto del enfado es la paciencia.
 Otra forma de reaccionar ante las dificultades: aceptar por completo cualquier
circunstancia en la que nos encontramos.
 Shantideva, antiguo maestro budista indio, decía: "si algo tiene solución, ¿por que
ser desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo".
 Cuándo estemos con nuestros familiares y amigos, podemos recordar la bondad que
recibimos de ellos.
 Si aceptamos a los demás tal y como son, sin juzgarlos, mejoraremos nuestras
relaciones y controlaremos nuestras actitudes de enfado y crítica.
 Shantideva también decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos
como un trozo de madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese
momento nos podemos aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la mente.
 Si rechazamos las dificultades y nos enfadamos, no hacemos más que empeorar la
situación.
 -Alegrarnos de las buenas cualidades de los demás y de su buena fortuna nos
ayudará a desarrollar potenciales similares a la vez que superamos la envidia.
 Controlar el enfado no es reprimirlo.
 Tomar una fuerte determinación de no enfadarnos teniendo en cuenta sus
consecuencias será de gran ayuda. Al principio podemos hacerlo durante unas
horas, con el tiempo durante días.

 Paciencia no es resignación. Con paciencia podemos mejorar lo que deseemos y


comunicarnos mejor con quiénes nos rodean.

Siéntate tranquilamente un momento y comprenderás qué tontamente te has estado moviendo.

Aprende a tener tu boca cerrada y comprenderás que has hablado demasiado.

Procura no meterte en demasiados asuntos y comprenderás que has estado perdiendo el tiempo en
cosas innecesarias.

Ten pocos deseos y comprenderás por qué has tenido tantos males.

Chen Meikung (s.XVI, China)

Texto: Marié Morales.

http://crecejoven.com/espiritualidad--felicidad_budismo

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