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- CONTRATOS
1.- INTRODUCCIÓN.
Tradicionalmente se distingue entre convención y contrato. Según Savigny, toda convención
es un contrato, y todo contrato una convención, es decir, que resultan ser términos
intercambiables. Sin embargo, la doctrina francesa -que sigue la mayoría de los autores
nacionales- como Maynz y Aubry et Rau, sostienen que todo contrato es una convención,
pero no siempre ocurre a la recíproca. De manera tal que serán contratos, aquellos acuerdos de
voluntades que dan lugar al nacimiento de obligaciones, y convenciones aquellos acuerdos
que originan otros vínculos jurídicos (Matrimonio, actos jurídicos en general donde
intervienen dos o más personas, etc.). La doctrina francesa considera contrato a aquellos actos
jurídicos o convenciones que producen efectos en el campo del derecho creditorio, y no a los
actos o convenciones referidas a derechos reales o de familia.1
2.- CONCEPTO.
El Código define a los contratos en el art. 957: “Contrato es el acto jurídico mediante el cual
dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o
extinguir relaciones jurídicas patrimoniales”. De tal definición, propuesta en su momento por
Alterini, resultan las siguientes notas tipificantes: a) La causa fuente del contrato, que es un
acto jurídico: el contrato (especie) es un acto jurídico (género), pero no todo acto jurídico es
un contrato; b) El consentimiento, que es eje conceptual de la noción de contrato y determina
el carácter bilateral de ese acto jurídico; c) Los sujetos del contrato, que deben ser dos o más
partes; d) La finalidad del contrato consistente en la creación, regulación, modificación,
transferencia o extinción de relaciones jurídicas patrimoniales; e) El objeto del contrato, esto
es, las relaciones jurídicas patrimoniales, quedando excluidas por tanto, las de índole
extrapatrimonial.2
Contrato por tanto es un acto jurídico bilateral o plurilateral, de contenido patrimonial, que
trasunta un acuerdo de voluntades destinado a regular los derechos de las partes.
En palabras de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por contrato se entiende “el
acto jurídico bilateral y patrimonial en el cual están en presencia dos partes que
formulan una declaración de voluntad común en directa atenencia a relaciones
patrimoniales y que se traduce en crear, conservar, modificar, transmitir o extinguir
obligaciones”.3
El contenido del contrato es la reglamentación de intereses que las partes toman de sus
relaciones negociales; es “la voluntad traducida en precepto”. El contrato es un acto jurídico
“que crea un instrumento de autodeterminación mediante el cual las partes disciplinan sus
relaciones recíprocas y se dan a sí mismas reglas que constituyen un precepto de autonomía
privada”.4
En cuanto al fundamento de la fuerza obligatoria de los contratos que genera efecto vinculante
para las partes, se ha explicado que quien quiere estar a derecho y celebra un acto jurídico en
1 Alterini, Atilio A.; Contratos. Civiles. Comerciales. De consumo. Teoría General. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1999, p. 7.
2 Alterini, Atilio A.; Contratos…, op. cit., pp. 9-10.
3 CS, 13/7/73, ED, 49-483.
4 Aparicio, Juan Manuel, Contratos, t. 2, parte general, Bs. As., Hammurabi, 2001, pág. 219.
forma voluntaria, de algún modo “restringe su libertad y albedrío al obligarse frente a la otra
parte a cumplir una prestación o a indemnizarla en caso de incumplimiento”, de donde la
razón de ser de la fuerza vinculante de ese compromiso “obedece tanto a la regla moral que
impone hacer honor a la palabra empeñada, cuanto a la expectativa de confianza que la
promesa generó en su destinatario”.5
De esa fuerza vinculante se siguen varias consecuencias: a) Los contratantes deben atenerse a
lo contratado, y cumplirlo (pacta sunt servanda), o indemnizar al acreedor por la inejecución
de lo debido; b) Las convenciones prevalecen sobre las leyes supletorias vigentes al tiempo de
la celebración del contrato, y a las dictadas con posterioridad (art. 7: “Las nuevas leyes
supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las
normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo”); c) Los tribunales deben
hacer respetar y cumplir los contratos pudiendo interpretarlos y decidir el alcance de sus
cláusulas, aunque por por excepción están facultados para prescindir de lo convenido, cuando
ello importa la transgresión de una ley imperativa (art. 960), o ha habido extralimitación de
las facultades (por ejemplo, abuso de derecho), o el propio sentido del contrato conduce a su
extinción o modificación (teoría de la imprevisión). d) Los derechos que surgen de un
contrato tienen la garantía constitucional de la propiedad (arts. 14 y 17, Constitución
Nacional; Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de Fallos, 137:47).6 Así lo dispone
el art. 965: “Los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad del
contratante”.
3.- LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD. IMPORTANCIA. LÍMITES.
La voluntad juega un papel fundamental en materia de contratos, como en todos los derechos
personales en general. El art. 959 sienta el principio de la obligatoriedad de lo pactado, según
el clásico principio pacta sunt servanda, al disponer: “Todo contrato válidamente celebrado es
obligatorio para las partes. Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo
de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé”.
Queda de este modo establecido en la ley el principio de “libertad de contratación”, como
atribución que tienen los particulares de decidir contratar y con quién hacerlo. También queda
establecida la “libertad contractual”, o facultad de los particulares de fijar el contenido del
contrato. Así lo expresa el art. 958: “Las partes son libres para celebrar un contrato y
determinar su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral
y las buenas costumbres”.
No obstante, existen normas regulatorias de los contratos que pueden clasificarse en tres
órdenes: a) Imperativas o indisponibles: Son reglas de orden público, obligatorias, que sirven
de límite a la autonomía de la voluntad (art. 12). Por ejemplo los plazos mínimos de locación
(art. 1197); b) Dispositivas: Son reglas supletorias de la voluntad, que están previstas en la ley
para el caso de que las partes no hubieran dispuesto nada a su respecto. Por ejemplo el art.
873 (lugar de pago); c) Interpretativas: Son normas de carácter aclaratorio que tienen por
objeto fijar el alcance de la voluntad de los particulares, o precisar qué es lo que se ha querido
establecer al contratar. Es el supuesto del art. 1141, donde si nada se pacta, se entiende que la
venta realizada es de contado, o del art. 1252 que brinda pautas para calificar un contrato
como de obra o de servicios.
7 Garibotto, Juan Carlos, Teoría general del acto jurídico, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1991, pp. 25-26.
contraposición a lo dispuesto en el art. 332, ni debe proceder su fuerza obligatoria en caso de
acontecimientos extraordinarios, imprevisibles e inevitables que torne excesivamente oneroso
el cumplimiento de lo pactado (art. 1091).
Debe asimismo quedar a salvo la buena fe en la concertación del contrato (art. 961). Por
aplicación de este principio, “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de
buena fe. Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias
que puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se
habría obligado un contratante cuidadoso y previsor”.
Facultades de los jueces. Los jueces no tienen facultades para modificar las estipulaciones de
los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de
oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público (art. 960). Incumbe a los jueces
una tarea sumamente relevante al decidir sobre la interpretación, la integración, la ejecución,
la modificación, o la extinción del contrato. La sentencia que dictan los magistrados “no es
una expresión neutral de técnica jurídica o de acierto lógico, sino que debe necesariamente
tener un contenido, responder a una política jurídica: a tal fin, los jueces pueden -más vale
deben- aplicar todos los criterios axiológicos” valorando la conducta de las partes. Las
facultades de los jueces para modificar las estipulaciones contractuales se ven con nitidez en
la aplicación de las teorías del abuso del derecho, de la lesión, de la imprevisión, de la
reducción de cláusulas penales, la adecuación o eliminación de las cláusulas abusivas, en
especial en materia de contratos de consumo o con cláusulas predispuestas.8
4.- PRESUPUESTOS Y ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS.9
Presupuestos del contrato. Los presupuestos del contrato son requisitos extrínsecos al
contrato, pero que determinan su eficacia y deben ser valorados como antecedentes para
contratar. Ellos son: 1. La voluntad jurídica de los sujetos. En cuanto a las formas de
manifestación de la voluntad, incluido el silencio, remitimos a lo visto en la Unidad 2 del
Programa. 2. La capacidad de los sujetos. Respecto de la capacidad de derecho y de ejercicio
de los sujetos, remitimos a lo visto en la Unidad 2 del Programa. 3. La aptitud del objeto. De
acuerdo con Alterini, se puede distinguir entre: a) El objeto inmediato del contrato, que
consiste en la obligación generada; y b) El objeto mediato del contrato, que a su vez es el
objeto de la obligación, vale decir, la cosa o el hecho, positivo o negativo, que constituye el
interés del acreedor. En cuanto a las características físicas y jurídicas del objeto y a la validez
de las obligaciones, remitidos a lo visto en las Unidades 5 y 6 del Programa. 4. La
legitimación. Según Alterini “La legitimación en sentido amplio coincide con la noción de
capacidad: está legitimado para contratar quien es capaz. Pero la capacidad no es suficiente
por sí sola para que la persona pueda disponer del objeto del contrato; para ello debe tener
también legitimación en sentido estricto, o sea, el poder de disposición respecto de dicho
objeto”. En general la legitimación (poder de disposición) coincide con la titularidad del
derecho; así, quien es dueño de una cosa y tiene capacidad, puede venderla. Pero puede haber
titularidad sin legitimación (herederos del ausente presuntamente fallecido durante el período
de prenotación), o legitimación sin titularidad (mandatario que dispone de un derecho del
titular). 5. Las circunstancias del contrato, que son “su mundo o su ambiente” y tienen
relevancia durante la formación y la ejecución del contrato (el lugar, el tiempo, las
circunstancias económicas que rodean al contrato y que inciden, por ejemplo, para
interpretarlo, para apreciar la buena fe, o para aplicar la equidad o la teoría de la imprevisión.
14 Gariboto, Juan C. Teoría General del Acto jurídico. Doctrina y jurisprudencia, Depalma, Bs. As., 1991, p. 46.
15 Alterini, Atilio A.; Contratos…, op. cit., p. 239.
16 Alterini, Atilio A.; Contratos…, op. cit., p. 238.
17 Belluscio, Augusto C. y Zannoni, Eduardo A. Código Civil y Leyes Complementarias. Comentado, anotado y
concordado. Tomo 4. Ed. Astrea. Buenos Aires, 1982, pp. 467-468.
cumplida la formalidad o si existe principio de prueba instrumental, o comienzo de ejecución.
Se considera principio de prueba instrumental cualquier instrumento que emane de la otra
parte, de su causante o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del
contrato”.
9.- EFECTOS DE LOS CONTRATOS. Los contratos, en tanto actos jurídicos, producen
efectos, es decir, consecuencias jurídicas consistentes en la “adquisición, modificación o
extinción de relaciones o situaciones jurídicas” (art. 259).
A) Efecto relativo. El principio general es que los contratos sólo producen efectos respecto de
las partes y los sucesores de las partes, y no respecto de los terceros que no intervienen en él,
es decir que sus efectos son relativos. Así lo establece el art. 1021 según el cual “El contrato
sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en
los casos previstos por la ley”, mientras que el art. 1022 agrega: “El contrato no hace surgir
obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer
sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición legal”.
Se considera parte del contrato a quien: a) lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en
interés ajeno; b) es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés; c)
manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o por un
agente sin representación (art. 1023).
Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los sucesores universales, a no
ser que las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión sea
incompatible con la naturaleza de la obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato
o la ley (art. 1024). En consecuencia el contrato no prduce efectos respecto de los sucesores
universales: a) Si se trata de obligaciones “intuitu personae”; b) Cuando la ley impide la
transmisión (caso del “pacto de preferencia” en la compraventa, art. 1165, o de la muerte del
mandante o del mandatario, art. 1329); c) Cuando las partes han convenido la
intransmisibilidad; d) Cuando la transmisión es contraria a la naturaleza misma del contrato
(contrato de constitución de usufructo, cuyos efectos terminan con la muerte del
usufructuario, art. 2140).18
Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del patrimonio de otro; sucesor
singular el que recibe un derecho o un bien en particular (art. 400).
B) Incorporación de terceros al contrato. La incorporación de terceros al contrato puede
resultar de diversas figuras: el contrato a nombre de tercero, la promesa del hecho de un
tercero y la estipulación a favor de un tercero. A su vez, el concepto de “tercero” es negativo:
tercero es quien no es parte, ya sea de un acto o de un contrato.
1. Contratación a nombre de tercero. Sucede cuando alguien contrata por otro pero
careciendo de su debida representación. Quien contrata a nombre de un tercero sólo lo obliga
si ejerce su representación. A falta de representación suficiente el contrato es ineficaz. La
ratificación expresa o tácita del tercero suple la falta de representación. La ejecución del
contrato por el tercero implica ratificación tácita (art. 1025).
2. Promesa del hecho de tercero. Se da cuando quien contrata se compromete a obtener una
determinada conducta de un tercero ajeno al contrato, sea la aceptación del tercero, sea el
efectivo cumplimiento de una determinada prestación por éste. Quien promete el hecho de un
tercero queda obligado a hacer lo razonablemente necesario para que el tercero acepte la
26CSJN, 3/3/2005, Causa B. 1745. XXXVIII. Recurso de hecho “Banco Español de Crédito S.A. c/ Aerolíneas
Argentinas S.A.”. Fallos 328:263.
12.- EXTINCIÓN, MODIFICACIÓN Y ADECUACIÓN DEL CONTRATO. Los
contratos se extinguen por:
A) Causales naturales propias (cumplimiento del plazo o del objeto): la extinción de las
obligaciones contractuales por su cumplimiento extingue también el contrato por
“agotamiento” o cumplimiento natural.
B) Anulación. Por un vicio de la voluntad (error, dolo, violencia) o por un vicio del acto
jurídico (simulación, fraude o lesión) o que afecte la capacidad de los otorgantes.
C) Rescisión, Resolución y Revocación. Distinción.
1. Rescisión: se refiere a la extinción del contrato por voluntad de ambas partes, o de una sola
de ellas si ha sido previsto en el contrato o surge de la ley. El art. 1076 dispone: “El contrato
puede ser extinguido por rescisión bilateral. Esta extinción, excepto estipulación en contrario,
sólo produce efectos para el futuro y no afecta derechos de terceros”. Ingresan dentro de esta
categoría: a) el distracto (mutuo acuerdo extintivo, art. 1076); b) la rescisión unilateral
autorizada por el contrato o por la ley (art. 1077, según el cual “El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad”), y c) la rescisión legal (contratos bancarios art. 1383, comodato art.
1541 inc. c), locación de cosas art. 1217 inc. b), etc.).
2. Revocación: se refiere a una declaración efectuada por una de las partes que pone fin al
contrato, y que es característica de los contratos unilaterales. En ciertos supuestos la facultad
de revocar es discrecional (por ej., en el contrato de mandato, art. 1329), pero en otros está
sujeta al cumplimiento de ciertos presupuestos (por ej. en la donación, sólo procede por
inejecución de los cargos, por ingratitud del donatario, y, en caso de haberse estipulado
expresamente, por supernacencia de hijos del donante, art. 1569).
La rescisión unilateral y la revocación solo producen efectos para el futuro (ex nunc).
3. Resolución: implica la extinción del contrato en virtud de un hecho posterior a la
celebración de aquel. Se produce en diversas circunstancias: a) Cumplimiento de la condición
resolutoria, cuando el contrato se subordina a una condición de este tipo -ya vista en materia
de obligaciones-; b) Pacto comisorio, cuando una de las partes no ha cumplido con la
prestación a su cargo. Una parte tiene la facultad de resolver total o parcialmente el contrato si
la otra parte lo incumple. Pero los derechos de declarar la resolución total o la resolución
parcial son excluyentes, por lo cual, habiendo optado por uno de ellos, no puede ejercer luego
el otro. Si el deudor ha ejecutado una prestación parcial, el acreedor sólo puede resolver
íntegramente el contrato si no tiene ningún interés en la prestación parcial (art. 1083); c)
Resolución potestativa, donde la facultad resolutoria compete a cualquiera de las partes (por
ej., en la seña, en el pacto de displicencia y, para cierta doctrina, en la cláusula penal). 27 La
resolución produce efectos retroactivos entre las partes (ex tunc), y no afecta el derecho
adquirido a título oneroso por terceros de buena fe (art. 1079).
A los fines de la resolución, el incumplimiento debe ser esencial en atención a la finalidad del
contrato. Se considera que es esencial cuando: a) el cumplimiento estricto de la prestación es
fundamental dentro del contexto del contrato; b) el cumplimiento tempestivo de la prestación
es condición del mantenimiento del interés del acreedor; c) el incumplimiento priva a la parte
perjudicada de lo que sustancialmente tiene derecho a esperar; d) el incumplimiento es
30 Borda, Guillermo. Tratado de Derecho Civil. Obligaciones. T. I, Abeledo Perrot, Bs. As., 1998, p. 90.
mensualidad en un valor irrisorio. Juega aquí entonces la teoría de la imprevisión para
restablecer el equilibrio de las contraprestaciones.
c) Acontecimientos extraordinarios e imprevisibles. La teoría sólo es aplicable cuando la
excesiva onerosidad ha derivado de un acontecimiento extraordinario e imprevisible, lo que
indica un punto de contacto de esta teoría con el caso fortuito o fuerza mayor. La diferencia es
que, en este caso, el acontecimiento imprevisible y extraordinario provoca la imposibilidad de
cumplir, mientras que en aquella, hace excesivamente oneroso el cumplimiento.
La ley habla de acontecimientos imprevisibles, y lo que se requiere es que el hecho escape a
la habitual y prudente previsibilidad humana.
Uno de los fenómenos que más frecuentemente agita la aplicación de la teoría de la
imprevisión, es la inflación. Si en épocas de ritmo inflacionario sostenido se celebra un
contrato de una duración prolongada, las partes deben prever la incidencia que la inflación
tendrá sobre sus obligaciones. Por consiguiente, aunque la prestación devenga excesivamente
onerosa, no se podrá invocar la teoría de la imprevisión para desligarse de sus obligaciones
porque si la inflación perdura durante un período prolongado deja de ser imprevisible y
extraordinaria, no correspondiendo aplicar la teoría dado que los contratantes están obligados
a tener en cuenta la inflación que vive el país al acordar los precios y condiciones de pago.
La jurisprudencia ha aplicado estos principios con motivo de la abrupta y súbita depreciación
de la moneda a raíz del paquete de medidas financieras y cambiarias adoptadas en junio de
1975 que provocaron un agudo impacto inflacionario (hecho conocido como “rodrigazo” en
alusión al ministro de economía de entonces, Celestino Rodrigo), considerando asimismo
como imprevisible la devaluación del peso frente al dólar operada a comienzos de 1981
(hecho conocido como “sigotazo” en alusión al ministro de economía de entonces, Lorenzo
Sigaut). La estabilidad reinante durante el régimen introducido por la ley 23.928 (ley de
convertibilidad del austral), creó en la sociedad la creencia en la estabilidad del valor moneda.
Su derogación por la Ley 25.561 (ley de emergencia económica y cambiaria), pese a quebrar
la paridad 1 peso = 1 dólar y a disponer una devaluación de nuestra moneda (aunque mantuvo
la prohibición de indexar), no modificó esta creencia. Pero si en el futuro reapareciera la
inflación -o más aun la hiperinflación- que antes habíamos sufrido, entonces este fenómeno
autorizaría a invocar nuevamente la teoría de la imprevisión, y en tal caso sería legítimo
invocar el acontecimiento extraordinario e imprevisible que torna aplicable la revisión del
contrato.
Se ha considerado como imprevisible a la desmesurada aceleración del ritmo inflacionario
desatada en la época en que el contrato debió ejecutarse (años 1988 a 1990), en la cual el
índice inflacionario sufrió variaciones inesperadas, en períodos temporales acotados y fuera
del orden ordinario exteriorizado en años anteriores a los eventos examinados.31
d) Ausencia de culpa y de mora en el perjudicado. Conforme la doctrina y la jurisprudencia,
es necesario que el perjudicado no haya obrado con culpa o estuviese en mora.
El perjudicado actúa culposamente si por un obrar negligente o imprudente da lugar a los
hechos que derivan en la excesiva onerosidad; de lo que se sigue que el acontecimiento que
provoca la excesiva onerosidad debe ser extraño al deudor.32
31 SCBA, Causa B 53462, 7-5-2008, “Lara, Jorge Gabriel c/ Municipalidad de General Villegas s/ Demanda
contencioso administrativa”; Juba Sum. n° B95126.
32 Mosset Iturraspe, Jorge; “Contratos en dólares”, Ed. La Rocca, Bs. As., 1990, p. 76.
Asimismo, para que la mora impida la aplicación de la teoría, debe haber sido anterior al
acontecimiento extraordinario e imprevisible pues, una vez ocurrido éste, la mora posterior no
impide la resolución del contrato porque la ley le reconoce al deudor el derecho de no cumplir
hasta tanto no sean reajustadas equitativamente las condiciones del contrato.
Con relación a la mora del deudor anterior al acontecimiento extraordinario e imprevisible,
existe acuerdo en que esta debe ser relevante, pues “si con mora o sin ella los hechos hubieran
ocurrido y producido la alteración de la ecuación de valores, la mora se puede calificar de
intrascendente”33, de modo que el deudor moroso “tiene derecho a invocarla cuando su mora
ha sido irrelevante para la excesiva onerosidad”, como así también cuando “el retardo en el
cumplimiento se hubiese originado en la excesiva onerosidad ya sobrevenida”, caso en que no
puede afirmarse que sea imputable al deudor ni que, por ende, exista mora.34 En este sentido
la jurisprudencia de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires tiene establecido que
“la mora o culpa en que hubiera podido incurrir el vendedor no justifica que el mismo se vea
despojado o gravemente perjudicado para ventaja o lucro del comprador, respecto al saldo de
precio que se ha depreciado más allá de lo previsible por efecto del fenómeno inflacionario”.35
4. Efectos de la teoría. Verificada la excesiva onerosidad sobreviniente, la parte perjudicada
puede plantear extrajudicialmente o pedir ante un juez, por acción o como excepción, la
resolución total o parcial del contrato, o su adecuación. Sin embargo, en los contratos de
ejecución continuada, la resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos, lo cual es lógico,
pues no se puede borrar lo que ya ocurrió. En opinión de Llambías no corresponde hablar de
resolución sino de rescisión, por la imposibilidad de hacer funcionar retroactivamente la
disolución de la obligación.36
5. Pacto de garantía. Al igual que lo expuesto al tratar sobre las cláusulas de asunción de
responsabilidad en el caso fortuito, en principio las partes pueden pactar mantener
íntegramente las obligaciones del contrato aun en caso de que ocurra un acontecimiento
extraordinario e imprevisible que haga excesivamente onerosas las prestaciones de una de las
partes.
Ello siempre que se hayan mencionado en el acuerdo o convenio acontecimientos
extraordinarios que eventualmente puedan suceder, que sean ordinarios y comunes en la
actividad o negocio de que trata el contrato. Pero una cláusula que resguarde a las partes de
las consecuencias de cualquier acontecimiento extraordinario, o que avente todo riesgo
posible, resultaría ineficaz e inválida por ser contraria a la moral y buenas costumbres (art.
279).
6. Diferencias con el caso fortuito. Entre la teoría de la imprevisión y el caso fortuito pueden
señalarse las siguientes diferencias: a) El hecho que configura el caso fortuito hace totalmente
imposible el cumplimiento de la obligación; en cambio el hecho que caracteriza la teoría de la
imprevisión no imposibilita totalmente el cumplimiento, aunque lo torna excesivamente
oneroso para el deudor; b) El caso fortuito extingue la obligación por la imposibilidad de
pago; en cambio en la teoría de la imprevisión, la extinción de la obligación es consecuencia
de la desaparición de su causa, bien por la resolución del contrato, bien por la novación de la
obligación primitiva, si se produce la adecuación del contrato modificándose las condiciones
33 Mosset Iturraspe, Jorge; “Contratos en dólares”, Ed. La Rocca, Bs. As., 1990, p. 77.
34 Alterini, Atilio A.; Contratos…, op. cit., p. 452.
35 SCBA, Ac. 52.395, 21-3-1995, “Bugelli, Saverio c/ Espósito, Humberto s/ Escrituración”; AyS 1995 I, 385.
36 Llambías, Jorge J. – Raffo Benegas, Patricio - Sassot, Rafael A., Manual de Derecho Civil. Obligaciones. 11ª
Edición. Perrot, Bs. As., 1997, p. 95.
contractuales originarias; c) Ambos institutos tienen distintos campos de aplicación: la teoría
de la imprevisión solo funciona respecto de ciertos contratos, principalmente los de tracto
sucesivo; mientras que el campo del caso fortuito es más amplio, pues este eximente de
responsabilidad juega tanto en materia de cumplimiento de obligaciones como de actos
ilícitos37; d) En el caso fortuito existe una imposibilidad jurídica de cumplir; por lo contrario,
en la imprevisión la imposibilidad es económica.38
37 Llambías, Jorge J. – Raffo Benegas, Patricio - Sassot, Rafael A., Manual…, op. cit., p. 96.
38 Alterini, Atilio A.; Contratos…, op. cit., p. 449.
agencia, sucursal o representación del demandado, siempre que ésta haya participado en la
negociación o celebración del contrato (art. 2650).