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DEJA QUE DIOS TE HABLE

En Génesis, vemos un primer nivel de relación con Dios. Como el hombre peca, Dios trabaja con
Abraham de otra manera. Luego, con Moisés, Dios se tiene que meter en una caja, ya que nadie
estaba dispuesto, solo Moisés, a subir al monte para tener relación con Él. Todo el mundo tenía
derecho a subir al monte, pero el pueblo no quería subir. Así que Dios dijo: Si el pueblo no quiere
subir, pues yo voy a bajar, enciérrame en una caja. Todos tenemos personas que eres tú quien
tienes que hacer siempre el esfuerzo para relacionarte con ellos; familiares que, si tú no los llamas,
nunca hablas con ellos; si tú no organizas una salida, un compartir, nadie más tiene la iniciativa, o
planifican sin contar contigo y te enteras por Facebook. Y tienes dos opciones: O te molestas con
ellos, o sigues tú haciendo el esfuerzo. Pero no se trata de que ellos quieran una relación contigo,
eres tú quien la quiere; y, el que la quiere, cuando el otro no está dispuesto a subir, baja. Y, como
nadie quería subir, Dios dijo: Me encierras en una caja, y me pones en medio. Si hubieran subido
al monte, probablemente hubieran entrado a la tierra prometida inmediatamente, y Dios nunca
hubiera tenido que estar metido en una caja. Pero, como nadie quería subir, Él bajó.

El que quiere una relación, es el que tiene que hacer el esfuerzo. Tú piensas que estás haciendo
un gran esfuerzo para tener una relación con Dios, pero nada de lo que tú has hecho se compara
con todo lo que Dios ha hecho para perseguirte, para buscarte; Él lo único que está esperando es
que tú correspondas de la misma manera. La pregunta es si te importa lo suficiente para tú hacer
el esfuerzo.

Vas a la presencia de Dios a reclamarle porque has cumplido; según tú, has hecho el esfuerzo de ir
a la iglesia, de orar, de diezmar; pero ¿qué esfuerzo es devolverle a Dios una décima parte de todo
lo que Él te ha dado? ¿Vas tú a sacarle en cara a Dios que te has esforzado yendo al lugar donde Él
se reúne contigo? Lo grande es que Dios sigue buscando, Él nunca abandona; pero, si tú quieres
una relación profunda con Él, tú conscientemente tienes que hacer el esfuerzo de buscarlo a Él.
Tú deberías estar agradecido del esfuerzo que Él hizo y que ha hecho para tener una relación
contigo, al grado tal que se metió en un cuerpo y se hizo carne, Emmanuel, Dios con nosotros.
Siempre fue el deseo de Dios habitar con los hombres, en los hombres, entre los hombres.

Si tú tienes una relación en la que tú eres quien está haciendo el esfuerzo, no te sientas mal,
porque así es que Dios ha sido contigo. Los que queremos relación, hacemos el esfuerzo. Si ellos
no se inventan nada, entonces inventa tú, invita y llega; y no reclames porque, aunque tú sepas
que ellos no están allí porque quieran, tú no estás allí porque ellos quieran sino porque tú quieres.
Quisiéramos que ellos quisieran, pero si ellos no quieren, como tú eres el que quiere, tú eres el
que hace el esfuerzo. Y ojalá tú pudieras entender que eso fue lo que Dios hizo contigo. Dios ha
estado buscando tener una relación contigo, y cuando tú no has querido ir al monte, Él se baja
para tener una relación contigo.

¿Cómo tenemos relación con Dios? ¿Qué implica esa relación? ¿Cómo funciona? En Génesis 3,
vemos el momento de la desobediencia: “8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el
huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios
entre los árboles del huerto.” Dios no se paseaba caminando, sino con su voz, hablando. La
presencia de Dios tú la ves en su voz a tu vida. Esa frase “al aire del día” en inglés es “in the cool of
the day”, lo que implica que era al atardecer. El hombre se escondió cuando oyó la voz, en esta
ocasión, porque había errado, pero era costumbre que Dios se paseara con su voz en el atardecer.
¿Qué implica el que Dios esperara hasta la tarde para pasearse? Dios esperaba que Adán
trabajara todo el día y, por la tarde, tener relación con él; esperaba el momento donde Adán
bajaba sus revoluciones para tener espacio para hablar con Él. Adán tenía que trabajar, había que
cuidar aquel huerto. Eso no quiere decir que no ores a Dios por la mañana; encomiéndate a Dios
en la mañana; pero Dios se pasea en tu vida, cuando va en el atardecer, cuando tú eres capaz de
dejar a un lado toda adrenalina de la conquista, del trabajo, de las luchas, de las victorias que Él
mismo te ha dado, y ahora te puedes sentar y dejar que Él te hable.

No es que Dios no te quiere hablar, es que tú no dejas que Él te hable. Sales de trabajar por la
tarde, y sigues en el teléfono, prendes el televisor. Se te hace difícil estar solo contigo mismo
porque ¡cuán duro es estar con tus propios pensamientos! Entonces, mantienes tu mente
ocupada; pero no es hasta que el alba comienza a bajar en tu vida que Dios puede pasearse y
hablarte. Tú tienes que permitir que Él te hable, y no tenerle miedo a lo que Él te va a decir; pero
estás tan cargado que todo lo que te dice te hace huir. Quizás tus hijos están cansados de que tú
les hables, pero es que, si eres padre, para eso estás; nunca vas a dejar de hablar, de decir tu
opinión, cada vez que tengas oportunidad vas a volver hablar. El trabajo de los padres es hablar.
La única manera de tener una relación con Dios es escuchando su voz; y la única manera en que tú
vas a escuchar su voz es si dejas el ángel al lado; el ángel es lo que tenemos en la mente para
conquistar; queremos hacer y hacer, sin darnos cuenta que Dios quiere pasearse en tu vida y
hablarte, decirte cómo Él piensa, cómo Él quiere corregir tu vida; Él quiere dejarte saber lo que
está bien y lo que está mal. Sus palabras nunca van a ser de condenación para ti, sino de
corrección, de descanso. Cuando Él te hable, sentirás paz, tranquilidad.

Permite que en tu vida haya un atardecer; provoca los atardeceres de tu vida. Anda con tu Biblia,
acuéstate leyendo la palabra del Señor, durante la semana, aparte de ir a la iglesia, toma
momentos donde Dios te pueda hablar; y Él te va a hablar como un silbo apacible, te va a dejar
saber que está ahí al lado tuyo, y te vas a dar cuenta cómo, en medio de las peores crisis y
dificultades, podrás experimentar paz, gozo. Vas a comenzar a ver el mundo y la vida totalmente
diferente, los vas a comenzar a ver a través de los ojos de Dios. Vas a caminar con una confianza
como nunca antes.

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