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Teórico-Práctico Nº 3

Materia: Teoría y Análisis Literario C


Cátedra: Jorge Panesi
Teórico-Práctico: N° 3 – 17 de abril de 2012
Tema: El Círculo Bajtin.

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Buenas tardes.
Mi nombre es Juan Pablo Parchuc. En el teórico-práctico de hoy vamos a
trabajar lo que en el Programa aparece formulado, dentro de la primera unidad, como
“Las críticas del Grupo Bajtín y su concepción de la lengua y la literatura”. Esto ya
viene encadenado con los temas anteriores. Nosotros nos vamos a centrar en ver qué
posición se asume en estos textos en relación con lo que ustedes vienen trabajando en
las clases teóricas y prácticas. Muchos ya habrán tenido una clase sobre Bajtín o la
estarán por tener en breve, con lo que seguramente vamos a poder tener un diálogo
productivo con respecto a lo que están discutiendo en otros ámbitos.
El propósito de los Teórico-Prácticos es discutir las condiciones de producción
de algunos textos para reponer las condiciones que aparecen articuladas por el
programa. En esta clase no nos vamos a detener en un análisis exhaustivo de los textos,
que dejo para sus lecturas, sino que más bien vamos a hacer un recorrido para que
ustedes tengan una guía de lectura de los textos. La idea es que les sirva para poder
poner pautas en común respecto de las polémicas que establecen los autores que vamos
a leer.
Una serie de aclaraciones por algunas cosas que fueron surgiendo en las clases.
Hoy los y las estudiantes de mi comisión me hicieron una serie de preguntas respecto
del estatuto de estas clases teórico-prácticas, en términos de cómo organizar los textos
de la materia. Una de las cosas que propusimos como acuerdo para empezar a discutir
los textos es que, en realidad, no se tienen que leer las “escuelas” o teorías que van
viendo como una sucesión lineal o una acumulación de la producción de conocimiento
sobre la literatura y el modo “correcto” de analizarla. No tenemos que leer las
“escuelas” o movimientos como si una refutara a la otra y estableciera un umbral
superior de comprensión de la literatura. Simplemente son distintas polémicas que se
van articulando en el trabajo de clase y que ustedes pueden leer en el Programa de la

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materia. En definitiva, lo que propone el Programa es una serie de polémicas para poder
discutir estas teorías en relación con sus condiciones de producción. Es decir, funciona
como un mapa para orientarse respecto de estas polémicas y el modo en que fueron
leídas históricamente en la Carrera de Letras.
Ustedes van a ver, por ejemplo, cómo algunas discusiones sobre el Formalismo
o sobre Bajtín reaparecen formuladas en términos de una semiología o del análisis
estructural del relato en unidades posteriores, según el modo en que se lo tradujo en
Francia en la década del ’60. Pero también cómo se releyeron y discutieron esos
materiales y traducciones luego, en la reconstrucción democrática, cuando se arma el
actual Plan de estudios de la Carrera de Letras, en el año 1984.
Hoy, por ejemplo, surgía como pregunta en la comisión de práctico: ¿Qué
vínculo tiene Bürger con el Formalismo? Yo les decía que el teórico-práctico anterior,
organiza las discusiones de la materia en relación a lo que Silvia Delfino explicó como
el proceso de autonomización del arte burgués, leído desde las críticas que formulan el
Modernismo y las vanguardias a partir del siglo XX. Es el marco más inmediato de
discusiones que iniciamos con el Formalismo Ruso y su vínculo con las vanguardias.
Justamente, la vez pasada Silvia Delfino situó una serie de discusiones que recorren
todo el programa en términos de las polémicas sobre los modos de conceptualizar la
literatura.
Para esta clase, hice una selección de textos, porque los recorridos de lo que se
conoce como el Círculo Bajtín son muy amplios en términos de los temas y problemas
que abarcan. La selección que yo hice tiene que ver básicamente con las discusiones
sobre el lenguaje, la literatura y los procesos de institucionalización de la teoría y la
crítica en Rusia durante la década del ´20.
Ustedes tienen que leer: “El discurso de la vida y el discurso en la poesía” de
Voloshinov. En el original la palabra en ruso que ahí aparece traducida como
“discurso”, que es slovo, refiere tanto a ese concepto como al de “palabra” o
“enunciado”, que especifica el Círculo de Bajtín. Los autores que vamos a leer hoy no
usan el concepto de palabra o discurso de manera abstracta y aislada respecto de sus
condiciones (como fonema, morfema u oración) sino justamente como lo que Bajtín
llama “la palabra viva”, que es la palabra aparece impregnada de la escena de
producción ideológica en la que fue enunciada y de la que participa activamente. El
texto se publicó en la revista rusa Zvezda del año 1926 y plantea de manera preliminar

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algunas de las cuestiones que presentará en su texto más conocido, Marxismo y filosofía
del lenguaje (1929).
Luego tienen un texto de Medvedev, que se llama “El problema del género” y es
un capítulo de El método formal en los estudios literarios (1928). Allí Medvedev
plantea una serie de cuestionamientos respecto del Formalismo Ruso.

Pregunta inaudible de una alumna:

Profesor: Sí. Los integrantes del Círculo Bajtín que vamos a tomar hoy son Bajtín,
Medvedev y Voloshinov, que se conocieron a comienzos de la década del ’20 en los
círculos intelectuales de Nevel y Vitebsk, donde se proponían discusiones no sólo de
arte y literatura sino también de religión, política, biología, etc. Y empezaron una
relación más fluida de diálogo e intercambios a partir de 1924 en la ciudad de
Leningrado. El llamado “Círculo Bajtín” está compuesto por más personas y va a tomar
su nombre a posteriori, cuando se dimensiona la importancia de la figura de Mijail
Bajtín en la teoría rusa. En la década del ‘20 Bajtín es todavía una figura poco conocida
en la escena intelectual rusa. No tenía ninguna adscripción institucional ni profesional y
hacia fines de la década, cuando lo apresan y lo mandan a un exilio forzado en
Kazajastán por sus ideas religiosas, sólo había publicado bajo su nombre un pequeño
artículo en un diario de poca importancia. Recién en 1963, cuando se publica la segunda
edición de su libro sobre Dostoievsky, y dos años después, cuando publica su tesis sobre
Rabelais y la cultura de la Edad media y el Renacimiento, Bajtín empieza a ser
reconocido en los ámbitos culturales y académicos, y rescatado por los jóvenes
estudiantes rusos.
El tercer texto que tiene que leer es de Bajtín y se trata del capítulo 1 de “La
palabra en la novela”, escrito hacia 1934-1935, y publicado en su Teoría de la Novela
(1940). Es un capítulo que nos sirve para situar las discusiones sobre la novela como
género moderno en Bajtín y su vínculo con los procesos culturales de conformación de
los estados nacionales.

Alumno: ¿El texto de Bajtín se llama “El locutor en la novela”?

Profesor: No, no es el mismo texto. Éste se llama “La palabra en la novela” y es el que
ustedes van a encontrar en CEFyL. Todo el resto de los textos que quieran leer los van a
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encontrar en la bibliografía y su lectura será bienvenida. Desde ya, cuanto más lean
mejor.
Por último les dejé un capítulo del libro sobre Dostoievski, que es uno de los
textos más conocidos de Bajtín. Es un texto de 1929 que lo reedita el mismo Bajtín en
1963 y que, como les decía, le da cierto lugar de relevancia en la academia rusa. El libro
se llama Problemas de la poética de Dostoievski y el capítulo que tienen que leer es “La
palabra en Dostoievski”. Es el mismo concepto que les citaba en el texto de Voloshinov:
la palabra entendida como palabra viva.
Algunos autores plantean que los textos más importantes de Voloshinov y
Medvedev fueron en realidad escritos por Bajtín y luego publicados con sus nombres,
ya que tuvieron carreras más convencionales y, por lo tanto, más posibilidades de
publicar. El problema no está resuelto porque si bien hay algunos testimonios no del
todo claros, no hay documentación que verifique esta hipótesis. En realidad es una
decisión de los traductores poner uno o los dos nombres. El texto de Medvedev sobre el
Formalismo, por ejemplo, aparece publicado con el nombre del autor y entre paréntesis
dice Mijail Bajtín.
La forma de producción de estos textos en todo caso forma parte de un circuito
de diálogo y discusión propio de los círculos intelectuales. El problema de la autoría no
aparece como un problema de referencia sino como una forma de organización del
material. Ya van a ver que el “autor” aparece como una figura interna al texto, como un
principio constructivo y organizador del material. Y por supuesto no refiere a la persona
carne y hueso. Si trasponemos estas discusiones, propias de la forma de producción
colectiva, a discusiones sobre el nombre de autor, en realidad, no importa quién lo
escribió, porque todos forman parte de un circuito de diálogo e intercambio. Lo demás
es un problema de derechos editoriales.
El derrotero de los tres autores que vamos a leer hoy tiene que ver con la historia
de Rusia de ese momento. Hacia fines de la década del ’20 y comienzos de la del ’30 el
proceso de centralización de las instituciones culturales, unido a la profundización de la
represión del régimen estalinista, cortó un espacio de debate muy prolífico. De hecho,
en la academia de Leningrado (actual San Petersburgo), estas discusiones del Circulo
Bajtín, junto con las del Formalismo, el Marxismo y los resabios de la estilística o la
filología tradicionales, formaban parte de un ámbito de discusión que había permitido
abrir la Revolución Rusa. De hecho, la creencia en la importancia de la oposición de

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ideas y el debate en los primero años de la revolución permitieron la convivencia


conflictiva de distintas orientaciones dentro de la teoría literaria.
Ustedes empezaron a estudiar cómo el principio de especificación del
Formalismo propone una discusión con respecto a las posiciones establecidas en la
academia rusa, e incluso en la crítica periodística, caracterizadas por el simbolismo. Y
vieron también cómo ese principio de especificación formalista discute con un enfoque
ecléctico respecto de los textos literarios. Es decir, con un enfoque que no se detenga en
el análisis de los elementos inmanentes de los procedimientos y del material literario
sino que, en todo caso, aborde ese material a partir de conceptos filosóficos, históricos,
psicológicos, etc.
Ese principio de especificación va a ser muy importante para el Círculo Bajtín
que, a su vez, va a proponer una discusión con respecto al Formalismo, sobre todo por
la excesiva abstracción que produce el Primer Formalismo respecto de los
procedimientos de la literatura. Lo que intenta el Círculo Bajtín es devolverle al
procedimiento, a la literatura, su marco ideológico e histórico de producción. Se trata de
pensar aquellos elementos que el Formalismo deja de lado, como el autor, la creación, la
historia, y el material entendidos en términos sociales e históricos concretos. Es el
lenguaje entendido como palabra viva, es decir, una palabra que no aparece abstraída
gramaticalmente sino que es activa, que se define por su uso.

Pregunta inaudible de una alumna:

Profesor: Es una pregunta interesante. En realidad la especificación, para Bajtín, no es


una operación de abstracción sino justamente un modo de leer lo social de manera
inmanente en los materiales. Los materiales para Bajtín no aparecen abstraídos de sus
contenidos ideológicos, es decir, de todo lo que los liga a la “realidad exterior”, sino que
los contienen inevitablemente. Lo que van a decir de alguna manera los integrantes del
Círculo de Bajtín es que, en su afán de especificación, Schklovsky por ejemplo, al
separar la lengua poética de la lengua práctica, poner una barrera entre la literatura y la
vida que vuelve ilegible, incluso estéticamente, a la obra. Por supuesto esta separación
no es tal y aparece complejizado en los planteos de Tinianov, donde la dinámica entre
las series de la literatura y las series sociales se formula en términos de una correlación
que establece el lenguaje. El lenguaje o la función verbal es la que especifica el límite
de la literatura con la vida.
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Schklovsky, en un primer momento, para diferenciarse de estas corrientes


eclécticas del estudio de la literatura necesita producir esa operación que, llevada al
extremo, neutraliza el sentido de los materiales de la obra. Bajtín de ninguna manera
pretende volver a la relación entre forma y contenido, pero sí complejizar esta relación
entre materiales y procedimientos, poniéndolos en su horizonte histórico. Borrar su
contenido vital es poner un límite muy estrecho a la crítica literaria, pensar el material
simplemente como palabras o sonidos en abstracto. Si vemos por ejemplo en vínculo
que establece el Formalismo con la vanguardia futurista en términos de la creación de
una lengua transracional o “transmental”, veremos que en ese argumento, que lleva al
extremo el planteo, el lenguaje aparece simplemente como sonoridad, como puro
sonido. Para leer la prosa de la novela esto ya resulta problemático, porque esos
materiales literarios, si bien producen una determinada conclusividad de su relación con
respecto a la realidad, inevitablemente dialogan a través del lenguaje y la narración con
esos elementos de la vida.
Y todo esto se da sin necesidad de resignar especificidad en el estudio de la
literatura, porque lo que se sigue leyendo son los materiales literarios y, en todo caso,
ese material en términos de la esfera ideológica de producción cultural de la que forma
parte. No se leen como palabras en abstracto, como definiciones de diccionario o como
fonemas, morfemas, etc., sino que se leen siempre en su carácter de enunciado. Cada
palabra en Bajtín contiene, de manera sedimentada, los valores y sentidos, es decir, las
posiciones tomadas, en sus emisiones anteriores. En el texto que yo les dejé sobre
Dostoievski ese argumento aparece conceptualizado a través de lo que Bajtín llama la
“bivocalidad” de las palabras. Una palabra bivocal o dialógica sería aquella que
contiene un diálogo, de acuerdo o disputa, entre dos o más voces. Una palabra “a dos
voces” (pero a dos voces en serio, no como el monólogo que se escucha en algunos
programas televisivos). En principio tendríamos una voz que aparece dirigida hacia un
objeto determinado, pero también habría una orientación de esa palabra respecto de la
palabra misma, del discurso ajeno, encarnado, por ejemplo, en un personaje o narrador.
Bajtín grafica esto con la estilización, la narración en primera persona, la parodia,
aquellas construcciones que en la novela típicamente aparecen relacionadas con
distintas voces y posiciones de sujetos, en diálogo, en tensión, en conflicto.

Pregunta inaudible:

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Profesor: Está muy bien el aporte de la compañera. Borges, hablando de la gauchesca,


dice que si uno descubre una voz tiene un destino. El personaje aparece ahí como una
voz que entra en diálogo con ese lugar del autor. Vuelvo a aclara: cuando hablamos de
autor no hablamos del referente (de la persona de carne y hueso) sino de un principio de
organización del texto, que es lo que en la teoría de la enunciación aparece formulado
como sujeto. Es la voz o posición que organiza el relato. Esa voz a veces se superpone
con el narrador, a veces aparece como un principio de organización de materiales, a
veces incluso tiende a desaparecer. Si leen algunas novelas de Manuel Puig, por
ejemplo, no van a encontrar una voz autoral sino un principio de organización de los
materiales que componen en relato. No hay una voz que abarque y dictamine sobre las
distintas voces y posiciones que aparecen desplegadas en la narración.
En estas formas de construcción propias de la novela (que incluyen la palabra
bivocal o la palabra multiacentuada) está contenida toda esta teoría sobre el lenguaje del
Círculo Bajtín. Cada palabra contiene de manera sedimentada, como marcas o huellas
en el material, los contextos en los que fue enunciada, como así también los sentidos y
valores con los que fue usada, los intereses y posiciones que alguna vez sostuvo o
discutió. Desde este punto de vista cualquier construcción literaria (pero también teórica
o crítica) se plantea en términos polémicos y discute con las palabras ajenas.
Esto también lo vieron de alguna manera con Borges en términos del problema
del original y la copia. Toda literatura está construida sobre materiales anteriores, que
responden a distintas épocas y tradiciones. Si bien la literatura teje sus referencias de
manera muy específica, podríamos trasladar este argumento a la esfera más amplia de la
vida y decir que cualquier enunciado reelabora discursos anteriores, que acarrean
formas, sentidos y valores previos, que inevitablemente son incluidos, ya sea de manera
explícita o en polémicas ocultas en el enunciado. Cuando hablamos o escribimos
tenemos que lidiar con todas esas definiciones y problemas que aparecen involucrados
en cada palabra.
De hecho, cuando ustedes escriban el trabajo práctico sobre un relato de Borges,
lo quieran o no, van a estar produciendo un diálogo o una discusión respecto de otros
modos de leer el mismo texto. Esto es así, lo hagan intencionalmente o no.
Más allá de eso, que sería del orden de los materiales, lo que pretende incluir el
Círculo Bajtín como parte de la discusión con el Formalismo es el lugar de la recepción.
No como una referencia sino como una figura interna construida por el texto. Siempre
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que se escribe un texto se tiene en cuenta y se produce un tipo de receptor, que no debe
ser confundido con el público que efectivamente va leer ese texto sino que es una figura
del lenguaje. Por lo tanto, podríamos decir que un enunciado siempre es un diálogo
entre distintos sujetos o instituciones.
Van a ver que en algunos de los textos que ustedes tienen que leer este diálogo
aparece caracterizado como un diálogo entre el autor, el receptor y el héroe o tema de la
narración. Esto aparece organizado en términos del género pero funciona perfectamente
para discutir esto que estamos diciendo ahora. Hay un diálogo, un intercambio
permanente en el proceso de producción de la obra de arte entre estas tres instancias: la
de producción autoral, la de recepción y un sujeto o tema (que Bajtín llama “héroe”).
Esa insistencia en personificar el tema tiene que ver con la intención de darle esta
dimensión subjetiva y dialógica. En inglés o francés es más claro: en definitiva, estamos
hablando del subject o sujet.
Ahora bien, vamos a empezar entonces a ver estas polémicas que se formulan en
el contexto de la Rusia de la década del ’20 con el Círculo Bajtín. Todo el tiempo en los
textos de Bajtín van a encontrar discusiones respecto de la estilística o los estudios
literarios tradicionales, el marxismo y el formalismo. Respecto de los estudios
tradicionales, el Círculo Bajtín rechaza ese eclecticismo que saca la mirada respecto del
texto y coloca la producción en una teoría externa (la filosofía, la historia o la
psicología) como justificación del texto literario. La estilística además está fuertemente
vinculada con una idea individualista e idealista del arte. La historia del arte aparece
estructurada en términos de los grandes autores. Por lo tanto, las innovaciones, desde
este punto de vista, son siempre innovaciones individuales. La creatividad y los
procesos de cambio en la lengua literaria aparecen así relacionadas con las “grandes
plumas” de una época. No se dan como un proceso colectivo de la lengua, donde
intervienen la tradición letrada pero también los géneros populares, sino que siempre
aparecen como una creación individual, culta y elevada.
Recuerden los conceptos que con Silvia Delfino discutieron como los principios
de la estética idealista. La figura del genio creador, que es justamente aquello que
aparece criticado en Bajtín desde una lectura modernista. Esta crítica tiene que ver con
una crítica que formula con esto que llama “individualismo idealista”, la teoría del
lenguaje y la literatura que fundamenta los cambios dentro de la serie como parte de la
creación individual de ciertos sujetos iluminados. En cuanto a la filosofía del lenguaje

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se puede identificar estas posturas que se detienen en la producción individual, por


ejemplo, en el romanticismo de von Humboldt.
La otra polémica que vamos a encontrar en los textos es una polémica dentro del
marxismo. Van a encontrar que los textos de Bajtín muchas veces aparecen formulados
dentro de la matriz de pensamiento marxista y también proponen una discusión respecto
de lo que se llamó el marxismo “vulgar” o “mecanicista”, sobre todo, según lo que nos
interesa en esta clase, respecto de la teoría de la literatura. Van a ver también que
Voloshinov, Medvedev y el mismo Bajtín incorporan también conceptos y argumentos
propios de los estudios literarios tradicionales y del Formalismo. Podríamos decir que,
como Marx cuando lee la economía política liberal, se plantea un uso crítico de los
materiales que los vuelve tanto soporte como adversario. También estos autores
incluyen sus polémicas en los materiales que disponen críticamente.
Tengan en cuenta que hacia la década del ’30, cuando se desarticula el
Formalismo, también se ve afectado este grupo: Bajtín es obligado a exiliarse,
Medvedev termina víctima de las purgas estalinistas y Voloshinov muere a causa de
tuberculosis. La complejidad que tiene este contexto no puede retratarse sin tener en
cuenta las posturas oficiales respecto de la lengua y la literatura. Aquello que de alguna
manera todavía podía ser discutido en algunos de los textos que van a leer ustedes, se
vuelve prácticamente imposible hacia inicios de la nueva década. Recuerden que en el
año 1932 se forma la Unión de Escritores Soviéticos, que en su primero congreso
instaura la doctrina del Realismo Socialista como la estética oficial, poniendo un punto
final a cualquier discusión respecto del método adecuado para producir o leer literatura.
Los preceptos que sostiene el Realismo Socialista son, en primer lugar, una
concepción didáctica del arte (literatura de propaganda o de tendencia). Por otro lado, la
teoría del reflejo, que entiende que la literatura produce un reflejo directo de la realidad
o las condiciones objetivas que retrata. En tercer lugar, la identificación de la ideología
de la obra con la ideología de clase del autor. Esto sería que el autor cuando escribe no
puede ir más allá de los límites de su propia condición de clase, lo cual aparece
cuestionado hasta por las propias lecturas de Marx y Engels sobre Balzac.

Pregunta inaudible de una alumna:

Profesor: Podríamos hablar de la institucionalización de una estética oficial. En Borges


este problema aparece como una discusión respecto de la tradición nacional, que
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aparece encarnada en un clasicismo que remite a España como lugar de referencia o, por
otro lado, una tendencia criollista que se apoya en un excesivo color local, que encarna
una postura ultranacionalista respecto de la literatura. Tiene que ver con cómo una
tradición nacional define una serie de temas y formas propios de la nacionalidad. Lo que
propone Borges con su literatura es la posibilidad de abarcar toda la literatura universal
desde una lectura que no esté atada a ningún tipo de precepto o dogma. En “El escritor
argentino y la tradición” analiza cómo la posición lateral o marginal dada por las
condiciones de producción literarias de un país sudamericano, por ejemplo, le permiten
un manejo de los textos sin supersticiones, más irreverente.
Volviendo a Rusia, en la estética del Realismo Socialista aparecen estos
principios organizadores que se refieren, sobre todo, a esto que yo había llamado la
teoría del reflejo. Se trata de entender la literatura como un mero reflejo de la realidad.
Esto aparece en la teoría marxista más o menos complejizado. Puede aparecer como
reflejo directo como en Plejanov (una de las posiciones más cuestionadas por el Círculo
Bajtín) o de una manera más compleja, como una suerte de reelaboración de las
condiciones materiales de existencia. Eso lo van a ver en Lukács que tiene una posición
crítica del modo en que la literatura puede reflejar las condiciones objetivas de la
realidad.
La teoría del reflejo implica, por lo tanto, una idea de determinación directa de
las condiciones materiales de existencia, la base estructural, respecto de un producto
ideológico y por lo tanto superestructural como la literatura. La cultura dentro de esta
visión mecanicista del marxismo, aparecen en términos de determinación. El producto
cultural siempre va a estar determinado por las condiciones económicas y no puede salir
de ser un mero reflejo de esas condiciones, ya sea porque refleja la ideología del autor,
en términos de su posición de clase, ya sea porque refleja las condiciones materiales de
existencia de la vida en el arte.
Frente a esto el materialismo del Círculo Bajtín complejiza un poco las
discusiones a partir de su propia teoría del lenguaje y de la ideología. En el Círculo
Bajtín la ideología no aparece como una determinación de las condiciones
socioeconómicas sino que aparece como material, como un medio en el que se refractan
las condiciones materiales de existencia. Desde el punto de vista del Círculo de Bajtín
no habría una determinación o un reflejo directo de la realidad en la obra de arte sino
que la obra de arte produciría a través de sus procedimientos una refracción respecto de

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ese medio ideológico en el que está inserta. La imagen de la realidad en la obra


aparecería quebrada, refractada en los materiales.
La ideología no aparece entonces en Bajtín como “falsa conciencia” o como un
velo que se impone o superpone a la realidad sino que, desde el punto de vista de su
materialismo, aparece como trabajo material, como producción de mundo.

Alumna: (Pregunta en relación al Realismo Socialista)

Profesor: Yo me estaba deteniendo en uno de los principios del Realismo Socialista,


que esta idea de la obra de arte como reflejo de la realidad. Ahora bien, el Realismo
Socialista se institucionaliza como estética oficial en Rusia a partir de 1932 y define
estos principios que debe tener toda producción artística que se considere heredera de la
revolución.

Alumna: ¿Y Bajtín qué relación tiene con todo esto?

Profesor: Los textos que tienen que leer están escritos en un momento anterior, donde
ya está germinando todo esto. Él discute con estas posiciones.

Pregunta inaudible:

Profesor: Lo que sucede es que el marxismo no lo podemos tomar como bloque. Esto
lo vamos a trabajar más en las clases que viene. No hay una doctrina en bloque sino que
dentro del marxismo conviven distintas posiciones y lecturas críticas sobre los textos
canónicos y las reformulaciones que se fueron haciendo a lo largo del siglo XX.
En este contexto de Rusia, por efectos de la Revolución, de Lenin, de Trotsky, se
produce toda una revisión del Marxismo. Y específicamente estos círculos intelectuales,
cuando se detienen en los problemas culturales, tratan de recortar esa problemática
dentro del marxismo. Ahora esto no tiene que ver necesariamente con la imposición de
una estética oficial hasta que lleguemos a las posiciones más ortodoxas en el régimen
estalinista. Por eso yo les marcaba la diferencia entre ese contexto en el que empiezan a
producir el Formalismo y el Círculo de Bajtín, donde la polémica es abierta y se discute
con las posiciones de los autores marxistas y con los estudios tradicionales de la
literatura, y ese contexto de fines de la década del ’20 y comienzos de la del ’30, donde
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ya no hay discusión posible. En este momento posterior se fija una postura oficial y
todo lo que no entre en sus estrechos límites no sólo no es considerado sino que es
perseguido.
Y, como les decía, lo que caracteriza al Realismo Socialista es una concepción
didáctica del arte (el arte como propaganda política), la teoría del reflejo, la
identificación entre la ideología de la obra y la ideología del autor y, por último, una
sanción de todo tipo de experimentación, en la medida en que era considerada parte del
decadentismo burgués.
Les cito esto porque en los textos de Bajtín vamos a poder leer discusiones
respecto del germen de lo que después fue la estética oficial. En el momento en que
escribe Bajtín ya hay propuestas respecto de la teoría del reflejo y de estas concepciones
de la literatura como elemento didáctico, que aparecen en contraposición a sus
propuestas o las del Formalismo.
Para el Círculo de Bajtín, por ejemplo, la posición política de la literatura no
debe estar enunciada o explicitada en la obra sino que la valoración ideológica y, en
última instancia, su posición política, radica en el modo en que están organizados en ella
los materiales.

Pregunta inaudible:

Profesor: Sí, la experimentación vanguardista se considera parte del decadentismo


burgués en la doctrina del Realismo Socialista. Por eso se deja de lado la
experimentación y hay que acotarse al realismo y a un realismo muy particular que
justamente responde a estos principios doctrinarios.

Alumno: ¿Esto último se le adjudica al marxismo o al estalinismo?

Profesor: Al estalinismo. Por eso les decía que no se puede trabajar el marxismo en
bloque. Aparte tenemos un marxismo en la política y un marxismo en la teoría, que
dialogan entre sí. Entonces hay que ser muy específicos cuando nos referimos a esto.
Yo hablo concretamente de esta modalidad institucional, que se llamó marxismo
“vulgar” o marxismo “mecanicista”, que aparece criticado dentro de la misma teoría
marxista. Por ejemplo por el “marxismo occidental”, que recupera muchos textos de
estas lecturas de Bajtín que proponen el problema de la ideología desde la materialidad
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del lenguaje. En esta línea también podemos ubicar el concepto de hegemonía de


Gramsci, las discusiones de Adorno y Benjamin sobre el totalitarismo, el materialismo
inglés posterior a la Segunda Guerra Mundial, el marxismo estructuralista de Althusser.
Es decir, toda una teoría crítica de la ideología, donde el lenguaje y la cultura se
presenta como un modo de experimentar el mundo, de tomar conciencia de las
condiciones y organizarnos para combatirlas, como decía Marx, y no como una barrera
al acceso de la realidad objetiva. Incluso, como aparecía en El capital, una crítica al
modo en que los conceptos y marcos mentales que usamos para nombrar y explicar la
realidad a veces ocultan o vuelven opaca una parte del proceso productivo en nuestra
percepción inmediata del mercado y por lo tanto son inadecuados para explicar la
realidad.
Podríamos graficar esta concepción de la ideología con una metáfora: la cebolla
no tiene carozo, no tiene un núcleo (la realidad), sino que el núcleo es una capa más
superpuesta a otras capas. La cebolla, sus capas, nos permite evitar la explicación,
siempre tendenciosa, sobre el carozo duro de la realidad.
Entonces, frente a la ideología o los productos culturales como un producto
superestructural determinado mecánicamente por ciertas fuerzas y relaciones
productivas organizadas según las condiciones de producción, el Círculo Bajtín le da
materialidad al lenguaje y la literatura, como parte de la estructura organizada, e
incluso, como un elemento fundamental en el modo en que son percibidas y explicadas
esas relaciones. No hay una división entre estructura y superestructura sino que hay
intercambio, mediación. En este sentido, la literatura se considera parte de los
materiales de la vida.

Pregunta inaudible:

Profesor: Exacto porque ya se perdería esa limitación. En realidad se desdibuja la


metáfora edilicia de estructura y superestructura. En Marxismo y filosofía del lenguaje,
de Voloshinov, hay una discusión muy puntual sobre esto. Y aparece en términos de un
intercambio: no hay una instancia que se superponga a la otra sino que hay una
correlación. Podríamos hablar de una producción mutua.
Del Formalismo, el Círculo Bajtín rescata la operación de especificación y de
concreción de la crítica literaria. Rescata la posibilidad de leer el texto sin necesidad de
explicarlo causalmente a través de las otras esferas de la vida. En todo caso, se trata de
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ver los efectos que tienen, en términos de lectura crítica, esas otras esferas en la obra
concreta. No se trata de cómo las condiciones materiales determinan a la obra literaria o
cómo la historia o la biografía del autor se pueden leer en la obra como elementos
causales sino cómo los materiales contienen de manera inmanente y específica esas
otras esferas de la vida.

Alumna: ¿El que dice que el producto está determinado por las condiciones materiales
es el Realismo Socialista?

Profesor: En la estética literaria marxista, sí. Pero también había visiones de la


estilística que condicionaban la producción a la biografía del autor. Un producto del
lenguaje era el resultado causal de la biografía del autor. Por eso está discutiendo con
todos estos principios. Y de ahí usa el Formalismo pero, a la vez, le critica su excesiva
abstracción de los materiales literarios. En lugar de pensar el material como lengua, en
el sentido de la lingüística, piensa el material en términos de los contenidos sociales
históricos que le dan forma. El material no es sólo los elementos sueltos de la lengua
sino todo el mundo ideológico sobre el que trabaja (y en el que se produce) la obra.
Cuando estudien las críticas que le hace Trotski al método formal y las
respuestas de Eijenbaum, van a ver que lo que dice Trotski respecto del Formalismo es
que se convierte en una suerte de fetichización del hecho literario. El límite a esta
operación de espicificación del Formalismo estaría justamente ahí, en el momento en
que la especificación se transforma en una abstracción y no en una operación que
permita ver el vínculo de la literatura con la vida. Para el Círculo de Bajtín, cuando el
Formalismo separa la literatura de la vida (sobre todo pensemos en Schklovsky)
produce una abstracción que neutraliza los contenidos de la obra, le quita sentido y
valor a la creación artística. Eso es lo que le cuestiona Bajtín.
Dice Medvedev en el texto sobre el Formalismo: “La forma no es forma del
material sino forma del contenido”. Es decir que la forma, el procedimiento, no actúa
respecto de un material en bruto, que sería la lengua con sus distintos niveles (fonema,
morfema, frase u oración), sino respecto de los contenidos puestos en juego en la
lengua.
Desde ya que la obra literaria produce un recorte respecto de esa realidad, pero
para poder interpretarla en su totalidad –dice Bajtín- hay que tener en cuenta estos
elementos del lenguaje vivo, no de la abstracción lingüística. Si nos remitimos a la
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

teoría del lenguaje vamos a ver que esto aparece como una discusión respecto de las
corrientes positivistas en el estudio del lenguaje.
En Marxismo y filosofía del lenguaje, se presenta una crítica a la teoría de
Saussure. De alguna manera podríamos trazar una analogía a través del positivismo con
el Formalismo. Dentro de esta corriente positivista de pensamiento sobre el lenguaje y
la literatura podemos incluir tanto a Saussure como a parte del Formalismo. Voloshinov
habla del objetivismo abstracto de Saussure, que hace hincapié en un código que se
recorta y se abstrae respecto de las emisiones concretas del habla y funciona como un
sistema o estructura cerrada. Recuerden que en Saussure aparece la lengua como
sistema en oposición al habla. Para Bajtín, en realidad, no puede separarse una cosa de
la otra. En el habla se ponen en juego los códigos y gramáticas de la lengua pero
también la dinámica propia de un enunciado completo en un momento dado. La lengua,
en definitiva, es una abstracción teórica derivada de los enunciados efectivamente
producidos, es decir del habla.
Frente a esa idea que propone Saussure de circulación de la lengua en términos
hablantes y oyentes pasivos, de producción, codificación, recepción y decodificación a
partir del sistema lingüístico, Bajtín va a plantear la complejidad que tiene el diálogo de
las respuestas y las discusiones implícitas o explícitas en todo intercambio
comunicacional. Cuando uno decodifica un enunciado, en realidad, no sólo está
tomando las definiciones del diccionario o decodificando a partir de sus conocimientos
de la gramática sino que está recomponiendo el enunciado del otro pensando en una
respuesta. La lengua es un producto colectivo. Las palabras no aparecen simplemente
como definiciones del diccionario sino que siempre contienen los sentidos puestos en
ellas en el habla. La teoría del lenguaje del Círculo Bajtín se ocupa del enunciado como
acto socio-histórico situado y no en las oraciones, palabras y sentidos que transfieren.
En todo discurso hay una toma de posición subjetiva para Bajtín. Se pone en
juego una evaluación respecto de la situación inmediata y respecto de la vida en
términos más amplios. Por eso van a ver en el texto de Voloshinov que se hace tanto
hincapié en el concepto de acentuación, en el tono y en el valor que se pone en las
palabras al hablar o escribir. Justamente porque es lo que genera el contraste respecto de
esta otra concepción de la lengua. No son las palabras vacías de sentido y decodificadas
a partir de definiciones sino justamente la palabra viva puesta en juego como parte de
una toma de posición en el lenguaje. En la palabra estarían en disputa distintos intereses
o acentos sociales manifestados en forma de tonos en el discurso.
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

Esto es muy importante para la teoría de la novela. Cuando lean el texto de


Dostoievski van a ver cómo se pone en juego en la palabra bivocal esta posibilidad de la
convivencia y la disputa de distintos acentos dentro de la palabra de la novela. Pero no
porque aparezcan distintos lenguajes y dialectos hablados por distintos personajes sino
por cómo se toma posición en la lengua que produce la novela. En los procedimientos
de la novela hay un juego entre distintos acentos que entran en conflicto, que se
disputan el sentido del texto.
En ese sentido dice Voloshinov en Marxismo y filosofía del lenguaje que “la
palabra es la arena de la lucha de clases”. Y ahí “palabra” también puede ser asimilada a
“enunciado”. Es un lugar específico de la lucha política. A través del lenguaje tomamos
consciencia de nuestra situación en el mundo y actuamos en él. Por lo tanto el lenguaje
también es parte de esa lucha ideológica y política. Es uno de los materiales de esa
lucha.
Ahí Voloshinov se refiere justamente a cómo en la palabra se ponen en juego de
manera específica las disputas y polémicas del mundo de la vida.

Alumno: ¿Es la palabra como discurso?

Profesor: Exacto, como discurso, como enunciado. En el texto de Voloshinov aparece


bastante trabajada esta cuestión de cómo se sitúa el enunciado en la vida y cuáles son las
características específicas del enunciado artístico. Tengan en cuenta que, mientras que
en el enunciado de la vida práctica el contexto está presente y es sobreentendido, en la
obra literaria está “traducido” de manera inmanente en los materiales. Esto no implica
una separación entre literatura y vida sino una especificación.
La obra, por lo tanto, recorta una totalidad respecto del mundo de la vida pero, a
su vez, incorpora esos elementos de manera inmanente. Es decir que los problemas
político-ideológicos aparecen traducidos de manera específica en los materiales de la
literatura. Podríamos usar esa sentencia para pensar cómo aparecen, en “La palabra en
la novela”, la literatura y los lenguajes nacionales en tensión con la forma de
institucionalización de la teoría y la crítica. Van a ver cómo Bajtín hace un recorrido de
la génesis de la novela, que la historiza en relación con los procesos de conformación de
los estados nacionales.
Bajtín va a decir que, al formar parte de ese proceso de centralización y
unificación de del lenguaje y la cultura, la estilística clásica y de la filosofía del lenguaje
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

están acompañando ese proceso. Me estoy adelantando un poco pero quiero que vean
cómo esta posición respecto del lenguaje puede pensarse también en el marco del
análisis que hace Bajtín sobre la novela.
Ahora bien, otro elemento que nos permite caracterizar las polémicas con el
Formalismo es el concepto de género.

Alumno: ¿Además de esa crítica central al Formalismo por la excesiva abstracción y la


separación entre literatura y vida hay alguna otra crítica?

Profesor: Sí, en realidad con este tema del género quiero plantear otro modo de abordar
esta polémica. Porque, en realidad, el género aparece trabajado de una manera por el
Formalismo y de otra completamente distinta por el Círculo Bajtín.
En el comienzo del texto de Medvedev dice que por separar el lenguaje práctico
del lenguaje literario el Formalismo no pudo ver que el estudio de la literatura tiene que
empezar por el problema del género. Porque, en realidad, cualquier emisión de la lengua
trabaja siempre sobre enunciados típicos, que es lo que Bajtín llama “géneros
discursivos”.
Separando el lenguaje poético del lenguaje de la vida y concentrándose tanto en
el lenguaje poético lo que se pierde el Formalismo es la posibilidad de ver la
complejidad que tiene la producción artística en términos genéricos. Porque los
enunciados artísticos aparecen conformados siempre a partir de géneros, de formas
típicas, a las que se acercan o respecto de las cuales se separan. Lo mismo en el habla:
cuando hablamos no pensamos en la sucesión de palabras que conforman las oraciones
sino en términos del enunciado completo, es decir, nos hacemos una idea del enunciado
completo antes de emitirlo. Eso es lo que está por detrás de este concepto de género que,
en Bajtín, es sumamente dinámico. Porque el género puede abarcar tanto los géneros
clásicos de la literatura como el género de una conversación de pasillo. El concepto de
género incluye formas típicas muy establecidas y también momentos dinámicos y
pasajeros.
Bajtín dice que los géneros son las correas de transmisión entre la historia de la
literatura y la historia de la sociedad. Ahí está haciendo hincapié en el borramiento de
esa separación entre literatura y vida. Pero la borra produciendo una nueva
especificación, que es el concepto de género. Frente al Formalismo que piensa el género
como una sumatoria de procedimientos, en su texto Medvedev propone el género como
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

un modo de experiencia en el lenguaje, como un modo de organizar la vida en la


literatura.
Por eso es tan importante ese concepto que aparece traducido como
“conclusividad”. Porque la conclusividad es algo característico de la obra artística. Si
pensamos en la obra literaria como ese recorte respecto de la vida que produce la obra,
veremos que permite un vínculo pero, a su vez, cierra y constituye una unidad. La obra
no aparece escindida de la realidad, pero propone un modo de conclusividad respecto de
todos los discursos sociales de una época determinada.
La conclusividad en el género forma parte del modo en que se organiza la obra.
La composición de la obra literaria produce un recorte temático y una orientación
respecto de la realidad, que es justamente de lo que da cuenta el concepto de
conclusividad. Entonces: la conclusividad del género implicaría, por un lado, una
orientación respecto de determinadas condiciones de producción y recepción de la obra.
Los himnos, por ejemplo, están orientados hacia la vida política de la comunidad en la
medida en que forman parte de la tradición de la cultura nacional. Y, por otro lado, el
género produce una orientación temática que se recorta respecto de los temas de la
realidad. De alguna manera el género propone un modo de ver el mundo, funciona como
unos anteojos que recortan la realidad. Por lo tanto la realidad –dice Medvedev- se ve
con los ojos de los géneros. Y la literatura sería también un recorte temático de esa
realidad.
Tengan en cuenta que para Bajtín, Medvedev y Voloshinov el tema no funciona
como una sumatoria de los sentidos de las palabras incluidas en un enunciado sino
justamente en términos del enunciado como totalidad vital respecto de sus condiciones
de producción. El tema aparece como resultado del acto socio-histórico de enunciación.
No aparece como una abstracción que implica sólo una sumatoria de los sentidos de la
obra, como planteaba Tomachevsky, sino que depende intrínsecamente de ese acto vital
que es el enunciado o la obra artística. Los géneros, por lo tanto, orientan nuestra
percepción no sólo dentro de la esfera literaria sino que orientan también el modo en
que organizamos nuestra percepción de la vida. Piensen por ejemplo en la
transformación del lugar de la víctima en el policial que produce Walsh cuando en
Operación masacre no sólo hace hablar al muerto sino que muestra al Estado como
asesino y no como quien viene a restituir el orden. Ahí el género resitúa el modo en que
se puede leer la causa judicial sobre los fusilamientos de José León Suárez y las luchas
políticas afectan al género como forma de contar la realidad.
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

En Medvedev, por lo tanto, se ponen en crisis ciertos conceptos fundamentales


del Formalismo, como las ideas de material, de procedimiento, de forma, de contenido.
En todos los textos van a encontrar críticas muy marcadas respecto del Formalismo,
pero ahí van a ver cómo Medvedev se detiene, en particular, en lo que constituye el
edificio del Formalismo: la separación del lenguaje poético del lenguaje de la vida, la
relación entre materiales y procedimientos, la separación forma y contenido, entre
fábula y trama, etc.
Van a ver cómo aparece siempre un vínculo indisociable entre forma y
contenido y entre tema y trama, que es parte de las propuestas del Círculo Bajtín. No
hay contenido que ya no tenga implícita una forma y tampoco hay forma que no
contenga un valor y un sentido. En todo caso en la obra literaria se da una confluencia
de esas dos instancias. Pierde interés la idea de hablar de forma y contenido porque, en
realidad, aparecen como una unidad indisociable.
De la misma manera cuando reelabora los conceptos de tema y trama o de fábula
y argumento, va a decir que no hay fábula que esté ya formada por los procedimientos
del relato. La fábula para el Formalismo implicaría una descripción cronológica y causal
de los hechos que aparecen contados en la obra literaria; y la trama sería el modo en que
se organiza efectivamente ese material. Para Medvedev no hay una distinción entre esos
elementos, porque la fábula aparece ya en forma de trama.
Esto lo leyeron seguramente “Tema del traidor y del héroe” de Borges, donde el
tema aparece conformado por la trama. No hay una distinción entre tema y trama sino
que todo tema de la literatura ya aparece con forma de relato según esta concepción. Por
lo tanto no se puede separar el contenido de la forma, porque siempre funcionan como
dos caras de una misma moneda.

Pregunta inaudible:

Profesor: Porque en realidad es un modo de lectura. No está diciendo que la


especificidad del arte sea esa sino que está produciendo una operación que implica un
modo de abordaje crítico y una serie de propuestas teóricas.
Quiero hacer ahora, muy rápidamente, algunas referencias a la novela como
género moderno, sobre todo para que puedan leer “La palabra en la novela” y el texto
del libro sobre Dostoievski. En ese texto van a ver cómo Bajtín historiza la constitución
de la novela como parte de los procesos de conformación de los estados nacionales.
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

Dice que justamente la particularidad de la novela como género moderno, frente a los
géneros clásicos establecidos (el drama, la lírica, la epopeya), es ser un género que
permite dar cuenta de las condiciones modernas de disputa y variedad en el lenguaje.
Dice que la novela es “un fenómeno multiestético, discordante y polifónico”, es
decir que “la novela es una organización posible de la variedad social de las lenguas y
dialectos que conviven en toda comunidad”. Esto último es lo que Bajtín llama
“heteroglosia”. Es decir que en toda comunidad habría diferentes lenguas, argot, jergas,
distintos modos de acentuar, de valorizar, de dar sentido a la vida, que convivirían en el
lenguaje. Eso es lo que llama heteroglosia. De modo que el lenguaje es identificado con
una variedad, con una diferencia constante en la lengua. Volviendo a los argumentos
anteriores podríamos decir que es la lengua como material de disputas ideológicas.
La particularidad de la novela, como género moderno, es justamente que puede
dar cuenta de esta variedad de lenguas de la amplitud de lenguas que conviven en una
comunidad más allá de la lengua oficializada. La conformación de todo estado nacional
implica un proceso de centralización que tiene que recortar y homogeneizar de la amplia
variedad cultural de los grupos una lengua y cultura oficiales. La literatura, desde ya,
forma parte de este proceso. En última instancia la literatura le brinda a la nacionalidad
su estética justificatoria, es el lugar donde habla la lengua oficial. Piensen en Lugones.
Pero también es el lugar de la disputa. Desde el Modernismo la literatura es el
lugar en el cual conviven lenguas contrarias a las lenguas oficiales, a los cánones
establecidos. La literatura es ese lugar de polémica constante en el que podemos leer a
la vez la conformación y la crisis de estas formas de centralización y unificación de la
cultura. Y la novela, en Bajtín, aparece como un género fundamental para leer esa crisis,
para leer aquello que dejaron de leer la estilística, la filología o la filosofía del lenguaje
como parte de este proceso.

Pregunta inaudible:

Profesor: Heteroglosia refiere a la convivencia de distintos valores y acentos dentro de


la misma lengua. No son distintas lenguas sino distintas posiciones que conviven dentro
de la misma lengua. Siempre va a haber una lengua oficializada pero dentro de ella van
a aparecer disputas, como tensiones en la forma de valoración y de construcción del
mundo en esa lengua.

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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

Bajtín en el estudio de la cultura de la edad media y el Renacimiento en Rabelais


retoma ese momento histórico como el germen de la novela moderna. No es aquello que
se institucionaliza en las cortes como el canon oficial de una nacionalidad en ciernes
sino cómo la ciencia, la filosofía, la literatura, los relatos nacionales y los mitos
aparecen discutidos en las plazas públicas a través de las lenguas “bajas”, los géneros
populares e incluso la parodia y la burla frente al dogmatismo y la seriedad del lengua y
la cultura oficial.

Alumna: ¿Cuál sería un ejemplo de heteroglosia?

Profesor: Cualquier lengua es heteroglósica en el sentido de Bajtín. Porque en toda


lengua siempre conviven distintos acentos puestos en juego y en disputa.

Alumna: Por ejemplo que acá no se habla como en Córdoba...

Profesor: No, eso sería un acento pero en un sentido distinto al de Bajtín.

Alumno: ¿Tiene que ver con la diferencia entre el habla de la gente de campo y el de la
gente de la ciudad?

Profesor: No, no tiene que ver con dialectos sino con cómo en una misma lengua
aparecen posiciones y valores en disputa.

Participación inaudible de una alumna:

Profesor: Evidentemente, en la gauchesca aparece una condensación de esos múltiples


lenguajes, que se a veces se presenta como una tensión y a veces como un diálogo entre
el letrado y los sectores populares. Eso lo podríamos pensar en términos de un vínculo,
para nada sencillo y con distintas orientaciones, entre el escritor y el pueblo.

Nueva participación inaudible de la alumna:

Profesor: Eso es lo que discute Borges en los textos sobre la gauchesca. Lo que quiso
hacer parte del nacionalismo con respecto a la gauchesca es identificarla con una
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

epopeya nacional. Se busca un poema identificatorio de la nacionalidad y que produzca


un arquetipo. Borges lo saca de ese lugar a partir de las críticas que ustedes ya leyeron.
No le da ese lugar esencial como parte de conformación de la nacionalidad sino que lee
críticamente el lugar que tiene respecto de sus condiciones, estableciendo una relación
completamente distinta con la cultura popular. Digo, basta ver cómo en Lugones el
texto clásico de la poesía gauchesca se articula con un arquetipo opuesto a la lengua de
los inmigrantes.
Siguiendo con Bajtín, la novela tiene la capacidad de recuperar esos lenguajes
marginales, esas posiciones expresadas en la lengua popular e incorporarlas a la
literatura más allá de las formas establecidas. Bajtín se concentra en la novela porque
forma parte de las discusiones que hacen a las concepciones modernas de la literatura
que discutimos acá.

Pregunta inaudible:

Profesor: Claro, podría ser cómo esas distintas voces identifican lugares sociales. A lo
que se refiere Bajtín con acentos y tonalidades es el modo en que en la lengua aparecen
expresados ciertos intereses sociales. Dicho de otro modo: los intereses sociales
aparecen en la lengua expresados a través de la acentuación de las palabras. Ese tono
que se le pone a las palabras es lo que les da un valor y un sentido. No es lo mismo si yo
cito un discurso ajeno con un tono enfático y de aprobación o reconocimiento que si lo
hago a modo de burla o con un tono irónico. Así es como lo está pensando Bajtín. Todo
el tiempo en Bajtín aparece esta remisión al lenguaje hablado, porque es lo que hace a la
palabra viva.

Pregunta inaudible:

Profesor: Lo que pasa es que en la palabra siempre está en disputa la posición que se
toma respecto de la vida, tanto si se discute una literatura nacional como si se discuten
los recursos naturales. Piensen en la palabra “soberanía” y salgan a leer cómo aparece
acentuada de múltiples maneras en los carteles que están pegados en las paredes. En las
palabras que se usen para discutir esos problemas van a aparecer múltiples
acentuaciones y distintos puntos de vista que representan o mejor proponen distintas
posiciones. Lo que hay en última instancia son intereses materiales concretos que
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Teoría y Análisis Literario
Teórico-Práctico Nº 3

aparecen materializados en la lengua como un modo de organizar la percepción, la


experiencia y el modo de actuar sobre esa vida.

Alumna: ¿Esto no sería lo mismo que el concepto de “polifonía”?

Profesor: Está relacionado pero no es exactamente el mismo concepto. Lo que Bajtín


llama polifonía en ese texto es la particularidad que tienen las novelas de Dostoievski de
materializar voces en conflicto sin que la del autor se imponga sobre ellas. Sería como
un coro de voces dentro de la obra.
La heteroglosia, en cambio, es un concepto más relacionado con el lenguaje en
la cultura. La polifonía es un concepto muy específico que usa para la novela en
Dostoievski. Podríamos decir que la heteroglosia es un concepto mucho más amplio que
hace al lenguaje y la cultura.

Pregunta inaudible:

Profesor: Exacto. Es el lenguaje entendido como acción. Bajtín también fue leído por la
teoría de los actos de habla, en términos de que el sentido está en realidad en el uso de la
lengua. Dejamos acá. Hasta la próxima.

Versión CEFyL

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