Está en la página 1de 4

José María Arguedas, hombre de raíces mestizas, quiso de alguna manera dejarnos plasmados

el pueblo quechua y mestizo que el conoció a través de sus magníficas obras en lengua
castellana. Muchos conocemos la gran habilidad que este insigne hombre tuvo para dominar el
quechua y el castellano; ya que en todo momento tuvo conciencia de ambas lenguas (castellano
y quechua); sin embargo siempre mostró un cariño muy especial por la lengua indígena,
considerada por él mismo como su lengua materna.
Si bien sabemos que en el país en el que vivimos el quechua es una lengua que se ha marginado,
que muchos de nosotros ni siquiera intentamos conocerla y por encima de ella se encuentra el
español. José María Arguedas muchas veces reflexionó sobre este conflicto lingüístico que hay,
pues para nosotros ese idioma nos es fácil de expresar, manifestar lo que sentimos, lo que
opinamos… pero ¿para los quechua hablantes qué? ¿Nos hemos puesto a pensar como se siente
esa persona al no poder expresar su mundo interior en una lengua que no conoce? Por eso, para
Arguedas lo ideal hubiese sido que se digan las cosas en lengua amerindia – la cual ha sido
minorizada por nosotros mismos – pero a la vez era consciente de que eso no podía ser así por lo
mismo que el “poder lingüístico” lo tiene el español, entonces su fin fue buscar la expresión en
español pero que a su vez tenga como base el quechua. Es así como Arguedas pone de manifiesto
en su obra “Agua” a un mestizo que por necesidad aprende a la fuerzas el castellano, ya que no
encontraba otra salida.
Él trata de alguna manera dar a conocer a los demás que así como hay grandes libros que están
escritos en español, de esa misma forma (o quizás hasta mejor) se puede dar en la lengua
quechua, que ya no la sigamos viendo como una “rareza” pues al fin y al cabo es nuestro idioma
base empleado por nuestros antecesores, los incas. Y ahora algunos hasta vergüenza sienten de
él, pero todo ha sido culpa de nosotros, ya que perteneciendo a una misma nación hay
discriminación entre nosotros mismos. Por ejemplo, si viene una persona de la sierra a la costa
nos burlamos de su forma de hablar, ya que los costeños nos creemos los “superiores” y los que
sabemos más que esos “cholitos” como algunos los llaman, cuando en realidad somos nosotros
los ignorantes al no saber que pronunciamos palabras erróneas y que para nosotros está bien
pero que en realidad no es así. Uno hasta podría dejar pasar (aunque no debería ser así) que una
persona extranjera discrimine a alguien de nuestro país y que sea quechua hablante, pero ¿entre
nosotros mismos? Me parece que es algo absurdo, pues en vez de que haya una unión entre los
miembros de un mismo país, hay una mayor distancia entre los integrantes que conforman las
tres regiones peruanas. Si seguimos así, nunca habrá un progreso en nuestro país y aún así nos
seguimos quejando de que porqué todo el tiempo seguimos en la misma situación, pues la
respuesta está delante de nosotros mismos. Ahí también nos damos cuenta, como una cosa trae
a la otra. Si bien es cierto, nosotros no somos los principales autores que hayan ocasionado que
dejemos de lado nuestra lengua mater porque fue con la llegada de los españoles quienes
vinieron a imponer su idioma, y si no era por las buenas, entonces por las malas. Felizmente, si
hubo personas que a pesar de todo eso, siguieron usando a escondidas de ellos nuestro idioma
original porque si eso no hubiese sucedido hoy en día el quechua estaría extinto. Por otro lado, si
continuamos con esa actitud arrogante de burlarnos del quechua o cualquier otro idioma que
haya en el Perú que sea diferente del español, con el pasar del tiempo esas personas van a querer
aprender a la fuerza el español porque no les queda de otra, hasta que realmente las otras
lenguas lleguen a su fin.
Debido a que el quechua es un idioma prácticamente ignorado por los peruanos, Arguedas quiso
manifestar a través del español la cultura indígena y los pensamientos de sus pobladores, para
ello también Arguedas empleó palabras en quechua.
Él en sus obras no busca necesariamente el uso de un estilo formal y estético, sino que por
encima de eso busca resquebrajar esos muros que han mantenido oprimidos a los indígenas por
tanto tiempo. Es así como Arguedas lucha por la preservación de la pluriculturalidad y
multilingüismo en el Perú empleando en sus obras las dos lenguas de las cuales él tiene
conocimiento y que no busca imponer una encima de la otra, sino que trata de que éstas traten
de complementarse, pues si bien son lenguas distintas, ambas muestran una sola sensibilidad: la
del peruano.
A lo largo de toda la carrera literaria de José María Arguedas, él recogió fuentes orales indígenas
(como cantos, mitos, cuentos populares, etc.) para ponerlas de manifiesto a través de los
géneros occidentales como la novela, el cuento y el ensayo. Sus textos están caracterizados por la
presencia de lenguas y culturas. A éste gran hombre se le considera como un traductor cultural,
pues si bien trabajo con la diversidad de culturas que hay en nuestro país, en ningún momento
trato de que una esté por encima de la otra, sino que de alguna forma traten de ser similares al
ser traducidas a una de ellas. Es precisamente esa naturaleza bilingüe y multicultural de
Arguedas lo que lo lleva y lo legitima como traductor cultural, lo que da muchas probabilidades
de que sea éste el camino para salvar esa distancia grande que separa a las lenguas y culturas
contrapuestas entre sí mismas.
José María optó por esa traducción, y ¿por qué no por otra cosa? Pues simple, debido a que
mediante ella pudo representar la lucha de los indígenas y mestizos por ser escuchados y que
oigan sus protestas esos hombres que solo se ocupan y preocupan por la modernización de su
país. A la vez emplea sus propias vivencias como un pequeño puentecillo que permita unir el
mundo quechua y español, y si no los puede unir del todo (hecho que es muy difícil que suceda)
al menos que no permita su rompimiento.
El mensaje de Arguedas era uno solo: el proyecto de su vida y de su obra en uno solo. Lo
primero que deseaba era la reivindicación de la cultura quechua que por tanto tiempo había sido
aislada de las demás, y como segundo punto quería que haya un diálogo entre los distintos
“Perús” que habitan un mismo Perú, especialmente entre los de la clase criolla y la indígena, ya
que entre ellos siempre ha habido una serie de acontecimientos que los ha mantenido
distanciados, pues siempre la clase criolla estuvo por encima de la indígena a los cuáles los
utilizaba para que les sirvieron a ellos, es decir como empleados, a la vez que los indígenas
recibían constante maltrato por parte de ellos, no los consideraban en nada, si gobernaban era
en beneficio de ellos mismos y no de las clases pobres y bajas, se aprovechaban de ellos, los
ignoraban, no los escuchaban, no lo consideraban como seres humanos sino como bestias que
no sienten ni piensan, en fin… durante todos esos años de la historia peruana podemos
evidenciar esas cosas, pues es raro que algún presidente (generalmente surgido de la clase
media o alta) se haya preocupado por brindarle una mejor calidad de vida a los de la clase pobre,
pues solo escuchaba las necesidades de la clase a la cual pertenecía, y sin querer ese hecho hizo
que haya un mayor resentimiento de los indígenas por esas clases, es que acaso ¿ellos no eran
peruanos también? Y creo que como cualquier persona tenían derecho a hacerse escuchar y que
les recuerden que el Perú no solo es la costa, o Lima como casi siempre ha sido, sino que es la
costa, la sierra y la selva que juntos forman este gran país, y si bien hay un gobierno que
representa al pueblo, pues que realmente represente a todos y no a determinado sector social
nada más. Ello también hizo que haya una amplia distancia entre dichas clases sociales. Lo que
Arguedas desea no es obligatoriamente que ambas clases vengan y se den un enorme abrazo y
olviden sus rivalidades, porque eso no va a suceder, pues algo que caracteriza a los peruanos es
que somos bien resentidos, no olvidamos fácilmente lo que anteriormente sucedió o nos
hicieron, sino veamos nomás como nos comportamos con nuestros hermanos de Chile, si bien
anteriormente hubo una fuerte rivalidad entre dichas naciones, lo pasado ya pasó (valga la
redundancia) y vivimos una época nueva donde debemos aprender a perdonar. Pero bueno, ese
no es el punto. José María Arguedas anhela que ambas clases sociales al menos mantengan el
debido respeto el uno por el otro. ¿Qué bueno sería que eso suceda no? No ocurrirían las cosas
que hoy en día vemos.
Algo así sucede con las diversas lenguas y culturas que hay en nuestro país, tal vez siempre
velaron por ver quien se mantenía por encima de las demás, y eso fue un gravísimo error. Es que
no se dan cuenta que juntos podemos ser más fuertes aún. ¡Qué más podemos pedir! Vivimos en
una nación donde no solo predomina una sola cosas, sino que tenemos gran diversidad que ya
quisieran otras naciones poseer, y nosotros que la tenemos no sabemos cuidarla, ni valorarla, ni
conservarla. Y de eso se aprovechan otras naciones, sino miremos a Estados Unidos, que a sus
estudiantes les enseña que América Latina les pertenece porque no saben cuidar aquello que
poseen y por eso algún día tomará bajo su poder a las naciones que lo conforman porque ellos sí
sabrán valorarlo. Tal vez por un lado tenga razón. Debemos querer lo que tenemos en el Perú, si
pensamos que unos son mejores que otro no vamos a llegar a ningún lado, pensemos pues que
sin la existencia de una cultura o una lengua, el Perú simplemente no sería Perú.
Sabemos que José María Arguedas era una persona mestiza, que vivió en dos mundos
diferentes, pero siempre le dio mayor interés al mundo andino debido a que era el más
desvalorizado. Sus obras narrativas serían una apuesta por el diálogo como ya lo mencioné
anteriormente, planteando directa o indirectamente el rol del indígena en aquella época que el
mismísimo Arguedas vivió.
¿Sabemos de dónde nace todo este interés de Arguedas? Pues simple. Ese proyecto le nació
desde que era un niño pequeño, ya que estuvo bajo el cuidado de personas indígenas de la casa
de su madrastra, y fueron ellos quienes le enseñaron la lengua, la música y las leyendas
quechuas. Tal vez pensemos que la música no tiene nada de importancia en todo esto; pero nos
equivocamos porque para Arguedas la música le sirvió de mucho debido a que mantuvo
entrelazo aquello que estaba a punto o ya se encontraba desarticulado. También los sirvientes le
enseñaron ese enorme amor por los Andes. Pero todo eso se acrecentó aún más cuando ya
mayor empezó a viajar con sus padres y sus amigos por el interior del Perú, recogiendo y
estudiando el folklore andino. Bueno fuera que nosotros, así como él, nos interesemos por
aquello que es nuestro y no que antes le tomemos mayor interés o preferencia a todo lo que
proviene del extranjero con la típica y tonta excusa de que lo “extranjero es mucho mejor que lo
peruano”. Está bien, habrá cosas que sí serán mejor que el producto nacional, tampoco se puede
negar; pero no es para que se generalice de esa forma. Cuántas cosas tenemos que son mejores
que lo importado y aún así lo seguimos consumiendo. Esa es otra de las razones por la cual
estamos como estamos pues, de qué progreso podemos hablar si nosotros no contribuimos para
que eso suceda. Igual con las noticias, algunos están más interesados e informados de lo que
sucede fuera del país, en vez de estar al tanto de lo que sucede dentro de su nación, y si le
preguntas sobre algún hecho reciente, simplemente responden con un “no sé”.
Lo mismo con los viajes, muchos se van a Estados Unidos, Europa, Asia o prácticamente se
recorren el mundo entero pero, ¿conocen su Perú acaso? No. A las justas conocen el lugar en
donde nacieron. Deben interesarse primero por saber su propia historia, conocer más el lugar
que nos acogió y nos vio nacer, conocer su pasado para aprender de él y rescatar lo bueno y
evitar repetir lo malo. Y así ¿nos hacemos llamar “peruanos”?.
Arguedas le agradece a su madrastra los castigos que le daba porque lo mandaba a la cocina, y
ahí aprendió a vivir y amar a los indígenas.
Hubo una época en que se dio el indigenismo, donde muchos autores colocaron al indígena
como personaje central de sus obras, donde daban a conocer la “realidad” que vivían. Pero todo
eso se ocasionó debido al levantamiento de los indígenas y la gente empezó a tenerle miedo. Es
así como surge esa corriente. También podemos a encontrar a Mariátegui que tomó algunas
ideas de Manuel Gonzáles Prada y su discurso en el Politeama, donde dijo una gran verdad, el de
la clase alta no es el que conforma el Perú, tampoco es el de la clase media, mucho menos los
extranjeros… el Perú lo conforma la gran masa de la clase indígena que por tantos años ha
recibido constante maltrato por parte de los otros sectores sociales, y quien no ha dicho que esos
sectores también no puede recibir el maltrato de los extranjeros, por ejemplo. Entonces bien
dicen que no se le debe hacer al otro lo que no quieren que hagan con uno mismo. Por otro lado
le dieron un mayor realce al indígena, y Arguedas tomó las ideas de Mariátegui. Sin embargo,
cuando Arguedas se enteró de lo que ocurría se molestó debido a que nos estaban presentando
una imagen irreal del indígena, y él dijo que daría a conocer a las personas lo que realmente vive
el hombre andino, sin ninguna mentira ni falsedad, todo con veracidad.
Ahí nos damos cuenta como otros escritores si bien colocaban la imagen del indígena dentro de
sus obras como el principal, transformaban totalmente la forma de vida que llevaban. Está bien
que el cuento narre cosas que no son del todo reales, pero en esa época se supone que
manifestaban la condición en la que vivía el hombre andino para que la gente tenga una visión
del ritmo de vida que llevaba, la explotación que recibían, el maltrato de los que eran víctimas,
entre otras cosas que la gente – no toda – desconocía.
En su obra Arguedas hace un juego con el castellano y el quechua, ya que emplea ambas lenguas
como parte de un diálogo. Eso lo podemos notar en su obra “Ríos profundos” donde el personaje
principal dialoga con un muro incaico y habla en castellano pero también introduce algunas
frases en quechua. Que bonito sería que en estos días utilicen esa estrategia también, cosa que
nos permitiría tener más conocimiento sobre dicho idioma. Pero creo que en la actualidad
recibiría mayor rechazo por parte de la sociedad, no ve que está fuera de “onda” usar esos
términos porque lo que está en boga es hablar en inglés. Y ni quiera es un idioma que sea propio
de nosotros sino que le pertenece a otro país. O sea preferimos mil veces lo que viene de lejos
porque lo de nosotros “no va”. ¿Por qué queremos ocultar un idioma como el quechua? ¿Por qué
negamos de dónde provenimos? Cuantos hubiesen querido pertenecer a una gran civilización
como la que nosotros tenemos, donde prácticamente todo era perfecto. Ya quisiera haber tenido
la dicha de tener una historia como la nuestra, de tener la diversidad que solo nosotros tenemos
en el mundo entero, diversidad que ninguna otra potencia mundial tiene y que anhela tener. Y
aún así, ¿nos avergüenza? Al contrario, debemos agradecer la raza de la que venimos, la cultura
que nos dejaron, sus costumbres que hasta el día de hoy permanece, sus lenguas, una que otra
tradición, sus leyendas tan maravillosas, sus hazañas, algunas virtudes, etc.
Arguedas un tiempo dijo algo muy cierto: si se habla todo en castellano, no decimos
absolutamente nada de nuestro mundo interior porque el mestizo aún no ha logrado dominar el
castellano como su idioma, y si se escribe en quechua se estaría haciendo literatura estrecha y
condenada con muchas probabilidades al olvido. Y más aún en estos tiempos donde todo ha
cambiado, y bueno fuera que cambie para positivo; sino todo lo contrario. Creo que eso es uno
de los fines por lo cual han dejado este trabajo: que la comunidad peruana de hoy tome
conciencia.
José María, poseía un estilo antiguo y su obra trata de implicar lo poético, con lo social y
cultural, proponiendo nuevos enfoques en una nación donde hay mucha diversidad pero a la vez
hay hostilidades y discriminaciones entre unos y otros. Tal vez el mestizaje para Arguedas
estuvo por encima de todo porque buscaba que haya una igualdad entre todas las gentes del
Perú, y no que haya esa desigualdad que hasta nuestros días permanece donde unos salen más
beneficiados que otros a raíz del sacrificio de la mayoría.
Lo que hoy en día Arguedas nos deja es algo que debemos valorarlo mucho. Ese problema no lo
hemos resuelto hasta el día de hoy, y tampoco sabemos si podremos hacerlo. Ese encuentro
entre lo hispano y lo indígena, lo viejo y lo nuevo. En realidad, el problema es que está en
nosotros el deber de resolverlo.
Podemos decir que Arguedas es el Guamán Poma de Ayala de ese entonces, que termina
traduciendo y recreando el quechua y el español. Su obra crea sus propios precursores y define
un modelo de novela transcultural. La atención que da Arguedas al detalle etnológico fue
bastante intensa, su entendimiento y comprensión de las variaciones entre la gente andina
fueron profundos.
Si bien es cierto que por aquellas épocas de desarrolló una rivalidad entre los escritores costeños
y serranos, defendiendo lo hispano e indígena respectivamente, Arguedas no perteneció a
ninguno de los dos extremos ya que el se encuentra posicionado entre ambos mandos, debido a
que siempre estuvo al tanto del desarrollo de éstas dos grandes culturas: la occidental y la
indígena. A consecuencia de los traumas que vivió durante su infancia y decepcionado del nivel
político del Perú, intenta suicidarse una primera vez; pero luego vuelve a intentarlo pegándose
un tiro en la cabeza, falleciendo así cuatro días después.
Para finalizar podemos decir que José María Arguedas fue uno de los escritores andinos más
importantes de América. Por encima de que haya sido profesor, escritor, poeta, narrador,
ensayista, viajero, antropólogo quiso dejar como legado el mismo mensaje: la reivindicación de
la cultura andina o quechua, y que como buen mestizo que era, se pueda dar la articulación
entre esos dos mundos que habían en su país (el hispano en unión al criollo contra el de origen
indígena). Ahora está en nosotros que ese sueño de Arguedas se pueda cumplir.

También podría gustarte